Esther, mi mujer, es una puta 5

Más degradación en el día a día de esta pareja obligada a prostituirse.

Varios días después, con una vida que podría calificarse de rutinaria sino fuera porque yo iba todo el tiempo siendo el hazmerreir del club y mi mujer se pasaba las horas abierta de piernas recibiendo pollas, llegó lo que tenía que llegar, inevitablemente.

Era para lo que estaba Esther allí en realidad, para hacer posibles las fantasías de enfermos adinerados que querían realizar cualquier guarrada y barbaridad con una mujer.

Se trataba de un cliente que venía esporadicamente al club, una vez cada tres, cuatro meses, ya había probado a las otras tres españolas, con lo que lo normal es que quisiera a Esther, para estrenarla. El Señor Omar ya se lo dijo por a mediodía, este cliente había llamado para asegurarse que podrían darle los servicios que él requería y ya había sido informado que había una chica nueva.

Se trataba, por lo que ví cuando hizo su aparición en el club, sobre las ocho de la tarde, de un señor de avanzada edad, practicamente ochenta años, se desplazaba en una silla de ruedas, vestido con una túnica. La silla iba tirada por un chico de color, de unos veinte o veintidos, como máximo.

Habló con el Señor Omar, mientras Gustavo, dándome un codazo viendome atento a la situación, me decía que hoy si que de verdad ibamos a pagar nuestras deudas, mi mujer y yo.

Al acabar la conversación el moro se acercó a Esther, que en ese momento estaba apoyada en la barra con un chico de unos treinta años, bastante atractivo, charlando.

A mí ya ni me daba celos verla así, sabiendo que además de ser una puta, la muy guarra siempre buscaba chicos guapos y jovenes, yo ya tenía claro que muchas veces ella disfrutaba esos encuentros, aunque siempre me lo negaba, pero que podía esperar yo?? si era el imbécil en tanga que se sacaba la pollita cada vez que un cliente daba una propina y se subía a la barra a menearla.....mi situación era tan patética que hasta entendía que mi esposa disfrutara siendo una puta en vez de verse conmigo dentro de ella.

Trás unas pocas palabras, en las que Esther entendío que era la elegida por el guarro degenerado, y una mirada que me dió a mi el Señor Omar, nos vimos mi mujer y yo, juntos, avanzando por el pasillo hacia el ascensor, siguiendo al viejo y al negro joven.

Callados, uno al lado del otro, oíamos al viejo comentar que daba gusto los servicios que daba esta casa, que lo de un matrimonio, y que el marido estuviera presente durante la fiesta, asistiendo como camarero y en todo lo necesario, era insuperable, que era el mejor burdel del mundo.

Eso se lo comentaba al negro, pero sabiendo perfectamente que llegaba a nuestros oidos, empezando a situarnos donde debíamos. Yo recordaba las palabras del Señor Omar, diciéndome que como el cliente VIP se quejara de un servicio mal hecho, si que ibamos a saber lo que era el infierno.

Cuando llegamos a la habitación y entramos, el anciano se colocó junto a la cama, en su silla, y el negrito, a su lado. Muy educadamente le pidió a Esther que se desnudara totalmente, exceptuando los tacones, y a mi que recogiera su tanga y su sujetador y se los entregara.

Así lo hice, para comprobar que mientras con los ojos el viejo se comía a mi esposa, la ropa interior de ella era aspirada hasta la saciedad por su nariz, buscando cualquier clase de olor y de calor que desprendiera.

  • Ahora Bombón, ( así llamaba al negro) desnudaté tú.

  • si señor, contesto el chico, quedándose tan desnudo como Esther, mostrando un aparato bastante grande, y al fijarme, marcas por todo su cuerpo, de azotes. En los pezones llevaba dos aros, así como en su capullo, otro.

A mi me entregó el tanga y el sujetador de mi esposa mientras se remangaba la túnica, dejando a la vista unas piernas esquelèticas y un pene pequeño, realmente muy pequeño, pero duro. Ante mi los tres , desnudos, eran la imagen de una película porno de esas extremas en las que puede pasar cualquier cosa.

  • Pequeña, ven para aquí, dijo el viejo.

Mi mujer obedeció , moviéndose con sus tacones hasta colocarse al lado del anciano. La mano del viejo se dirigió al coño de Esther, introduciendo dos de sus huesudos y largos dedos, mientras con la otra mano la ordenaba inclinarse para que lo besara en la boca, una boca semidesdentada, asquerosa, mi esposa estoy seguro que hace no mucho tiempo ante esa situación hubiera vomitado, pero ahora, tras semanas de ser follada por gordos, viejos, gente sudada, sucia, lo aceptaba, como parte de su trabajo diario.

Veía perfectamente la lengua del viejo entrar en la boca de mi esposa, hasta el fondo, mientras los dedos invadían totalmente su coño. Cuando el cliente decidió que ya tenía sufiente, sacó los dedos y estiró la mano en dirección al negrito, que rapidamente introdujo esos dedos en su boca, lamiéndolos, limpiando el flujo que mi mujer había dejado en ellos.

  • Primero, pequeña, me gusta darle a Bombón a probar el coño de la puta, sabes? después va probando otras cosas, aquí donde le ves es capaz de tragar practicamente de todo, este muchacho. Por eso es mi asistente, supongo, jamás me niega nada, jajaja.

Ordenó al chico ponerse tumbado en el suelo, boca arriba, ante él, y a mi esposa ponerse en cuclillas sobre la boca de Bombón, mirando de frente al viejo, mostrando sus rodillas separadas y su chocho abierto.

  • Muy bien, ahora dale a mi chico su bebida preferida, pequeña, quiero que orines en su boca, él se lo beberá todo.

Mientras Esther se concentraba en orinar, algo que ante tanta gente tampoco era una operación sencilla, la mano del viejo me indicaba que me acercara, desde mi posición casi junto a la puerta de la habitación. Aún con el tanga y el sujeatador en la mano me puse al lado del anciano, ante mi esposa, que seguía haciendo fuerzas para orinar.

  • Imaginaste cuando te casaste con ella que algún día vivirias esta escena, muchacho? me preguntó el viejo, sin dejar de mirar al coño de mi mujer y a la boca del negro.

  • No, señor, no. respondí , desolado.

El viejo comenzó a tocarse su pene, conmigo al lado, duro, diminuto, mientra las primeras gotas de orina salian del coño de Esther en dirección a la boca de Bombón.

Las gotas se transformaron en un chorrito, largo, amarillo, caliente, que tragó sin problemas el chico, hasta acabar la meada .

Sacó su lengua y lamió el coño de mi mujer, que permanecía quieta, para dejarlo limpio, estaba acostumbrado a esto, creo.

Tras eso les ordenó levantarse, y a mi mujer dirigirse al armario de la habitación lleno de juguetes, donde tuvo que buscar un arnés, le exigió el más grande que tuviera, y al negrito, ponerse a cuatro patas ante él, y meterse su diminuta pollita en la boca, para chuparsela.

Poco después mi esposa estaba follandose al muchacho por el culo con aquel miembro colosal, enorme, podría ser como mi brazo , mientras el anciano jugaba con la cabeza rasurada del negrito y disfrutaba de una mamada.

Yo seguía al lado del viejo, quieto, sosteniendo la ropa de mi mujer.

  • Me gusta ver como se os mueven las tetas cuando os follais a un chico con un arnés, sabes? ese balanceo, creo que en el fondo follais con rabia, como si os vengarais de todas las pollas que os revientan cada día a las putas, jajaja. Dime, te gusta follarte el culo de mi chico?

  • si. si, me gusta follarme el culo de su chico, señor, dijo mi mujer, sabiendo que era lo que se esperaba de ella y que , como ordenaba el Señor Omar, debía decir lo que quería oir el cliente.

  • Buena zorra tienes como mujer, muchacho, no veas como hunde el cacharro, jajaja, menos mal que me han avisado que tú no participas en los juegos, que solamente eres observador, si no, creo que disfrutaría viendo como te revienta el culo a ti también, jajaja.

Yo miraba aliviado, pensar en eso dentro de mi ano me producía escalofrios, la verdad, era algo monstruoso.

Unos golpecitos en la cabeza de Bombón por parte del viejo le hicieron parar de chupar aquel ridículo pene, y un gesto de su cabeza bastó para que Esther sacara el gran consolador del ano del chico, que quedó totalmente abierto.

  • La mano, mete tu mano en su ano, preciosa, dijo el vejestorio.

La mano de mi mujer se fue metiendo poco a poco en aquel ano que ya había alojado seguramente muchas más manos.

El chico, en vez de sufrir, parecía agusto, tenía una cara de disfrutar la situación, se comenzó a mover ritmicamente, las caderas, para notar más aún.

  • Así, sigue, pequeña, dale bien con la mano, no pares, escuché mientras otra vez la boca del chico volvía a ser empujada por las huesudas manos a continuar con su faena de chupar.

Con una mano dentro del ano del negro, la otra acariciando sus huevos, su polla, que esta si que era grande de verdad, el chico estaba excitado, y el viejo quiso retorcer la cosa al máximo. Hizo que mi mujer se diera la vuelta, colocándose como a caballo, sobre el negro , sin sacar la mano del ano, dándole la espalda al viejo, que en ese momento tenía una vista excepcional del ano de Esther.

  • cagate en su espalda, preciosa, quiero ver tu ano abrirse y salir tu mierda, justo en su espalda, y espero que cagues mucho, me gusta la mierda, pequeña!

Ver el ano de mi mujer abriéndose, mientras apretaba, sin sacar la mano del culo de Bombón me hacía sufrir. Intentaba cagar, pero la verdad no era fácil, se notaba el esfuerzo que hacía. Tras un par de pedos que la hicieron ponerse colorada, un pequeño trozo de caca salió de su ano, cayendo en la espalda del negrito.

  • más, más, decía el viejo mirando atentamente el ano de Esther.

Me cogió el brazo el esqueleto andante y me hizo acercarme a él.

  • Como tu mujer no cague suficiente, me voy a quejar, he pagado mucho dinero para que se haga lo que yo digo. Será mejor que la ayudes, abre su puto agujero de cagar!!

Me vi junto a Esther, con mis manos, separando sus nalgas, viendo como apretaba, más pedos, pero nada de mierda, hasta que de golpe, abriéndose su ano mucho, comenzó a salir un furullo, marrón, grande, gordo, apestaba, al menos un palmo de mierda, con un grosor de seis o siete centimetros, era mucho mas que las pollas que solía dejar pasar por su puerta trasera.

Quedó el mojón depositado en la espalda del chico, que no dejaba de chupar el minipito del viejo, y la mano de mi mujer ya estaba casi metida hasta el codo en el ano del pobre chaval, con el esfuerzo de cagar ni prestó atención a no hacerle daño.

Una vez acabó de cagar, el viejo recorrió con el dedo de la mano derecha el ano de mi esposa, el agujero, ahora dilatado pero limpio, disfrutando de ese recorrido.

  • Muy bien, una señora mierda, si!!!! saca ya el brazo de su culo, va, ordenó, mientras el chico seguía chupando.

Solté las nalgas de mi mujer y ella desmontó del negro, poniéndonos los dos flanqueando al chico , que seguía a cuatro patas, con la cagada en su espalda.

  • Coge tu mierda, el furullo, y meteló en su ano, bien adentro, va!

Esther obedeció, con asco, y facilmente el trozo de mierda entró en el agujero de aquel chico, habrían entrado tres o cuatro como ese.

Apartó la cabeza del chico de su pollita, y con sus dedos huesudos se masturbó, en una imagen patética, durante unos segundos hasta correrse en la boca del chaval.

El negrito mantuvo el semen del viejo en su boca, y su dueño, porque era lo que debía ser para tratarlo así, metió también junto a su semen el trocito pequeño de mierda que Esther había cagado al principio.

  • Come, Bombón.

Ver a aquel chico masticando aquello, con una sonrisa, mientras en su culo estaba metido el furullo de Esther creo que fue hasta ese momento lo más bestia que podía haber vivido. Mi esposa y yo contemplabamos la escena, pero nos daba pena, asco, tristeza, en que se podía convertir una persona en manos de un enfermo.

Cuando acabó de tragar aquello, se levantó. apretaba el culo para que la mierda de mi mujer no se saliera, su boca apestaba a caca, pero su polla estaba dura, estaba excitado.

El anciano ordenó a Esther sacarse el arnés, que llevaba puesto aún, y me lo entregó. estaba algo sucio, de los restos del ano del negro, el viejo me miró.

  • Sé que tú no estás aquí para hacer nada, pero...o lo dejas limpio con tu lengua, o lo hace tu esposa. Es una decisión tuya.

Miré a Esther, y saqué mi lengua, recorriendo aquel trozo de plástico de abajo a arriba, hasta ensalivarlo y limpiarlo entero, notando el sabor acre del ano del negro en mi boca, y teniendo que tragar algunos pequeños restos que estaban enganchados.

  • Putita, has visto la polla de Bombón? creo que necesita algo para descargar tanta presión, no? Ponte en la cama, a cuatro patas - dijo el viejo moviendo su silla hasta colocarse justo al lado.

el negrito, tranquilamente, se colocó un preservativo, y durante unos minutos folló el coño de mi mujer, sin prisas, relajado, mientras el viejo no perdía detalle, con su cara casi a un palmo del agujero de Esther.

El anciano sobaba las tetas colgando de ella, recorría sus piernas, sus nalgas, jugaba con su ano, mientras el negro se la follaba, hasta que le pidió permiso para correrse, y ante el asentimiento del anciano, dió unos golpes fuertes de cadera que hicieron a Esther agarrarse a las sabanas y descargó el contenido de sus negros huevos.

Al retirarse del interior de mi esposa me ordenó el anciano coger el preservativo y limpiar con una toallita la polla del negro, había expulsado una barbaridad de semen, practicamente el preservativo estaba lleno.

  • Igual que tu mujer se cagó en la espalda de Bombón, quiero que tu derrames la leche de mi negrito por la espalda de esta puta, es lo justo, no?

Obedecí, y después, a una nueva orden, con mis manos esparcí todo, como si le estuviera dando una crema corporal, mis manos, su espalda, quedaron pegajosas, apestaba a semen.

El viejo se separó de nosotros, se colocó la túnica bien, y el negrito se vistió, conservando la mierda de Esther en el interior de su intestino, ya no quise ni imaginar que intenciones tendría el viejo con eso ahí cuando llegaran a su casa.

Sin permitirme ni lavarme las manos, y con mi mujer sin moverse, a cuatro patas en la cama, lo último que hizo el viejo fue volver a morrearla, con su asquerosa boca, y decir que se lo había pasado muy bien, que seguramente repetiría.

Abandonamos los tres la habitacíon dejando a Esther que se arreglara, a pesar que la asquerosa experiencia que había vivido, debía prepararse para volver al salón a seguir ganando dinero para pagar nuestra libertad.

Media hora después estaba en el salon, con un tanga limpio, un sujetador y unos tacones de aguja, moviendo su culo, su mirada, fría, ya no era la de hace pocos meses, cuando sus ojos solo derramaban pureza y bondad. Su única mirada hacia mi fué a última hora, cuando me vi sobre la barra, de nuevo, moviendo mi pollita y bailando por una generosa propina de un par de chicos de veinte años , de esos de buena casa. Conocedores de nuestra situación, tenían a esther entre los dos, abrazandola por sus caderas, con un par de cubatas en sus manos, mientras me miraban moviendo mi pene, y le comentaban que como podía haberse casado con alguien tan patético como yo. Ella , callada, dejaba que aquellos dos niñatos hablaran, pero su cabeza no estaba ahí, si hubiera sido consciente de todo eso seguramente se habría cortado las venas.

quince minutos despúes, pagando el suplemente de camarero, me ví otra vez en la habitación, aguantando una bandeja con dos cubatas, y contemplando a mi esposa, a cuatro patas, sobre su cama, recibiendo una polla en su coño y otra en su boca, mientras las cuatro manos de aquellos cerdos recorrían todo su cuerpo y se reían de mi, insultando de formas humillantes a mi esposa.

  • Como chupa tu puta, cabrón, menudo chochazo tiene, joder con las tetas, como se mueven, menuda guarra fuiste a elegir para casarte, jajaja.

Toda clase de comentarios de este tipo, durante media hora, sus 250 euros los aprovecharon al máximo, entre trago y trago solamente decían guarradas, hasta acabar los dos, por mutuo acuerdo, sobre mi esposa, que tuvo que tumbarse dentro de la bañera, con las rodillas separadas, y los dedos de sus manos separando los labios de su coño, mirándolos, pidiéndoles por favor que la usaran como un cubo de la basura, que echaran su leche sobre ella para poder por fin oler a macho, y no a lo que estaba acostumbrada conmigo. Uno tras otro echaron sus chorros de semen sobre mi mujer, y cogiendo sus cubatas, tras vestirse, abandonaron la habitación, dejándonos a los dos, por unos minutos, solos.

No pude más que abrir el agua, hasta encontrar una temperatura agradable, y tal como estaba Esther, sin moverse, lavarla, dejar que el agua recorriera su cuerpo, frotar sus tetas, su coño, sus piernas, sus pies, me concentré en eliminar todo posible resto de esos cerdos de su cuerpo, el día había sido muy duro, primero el viejo, tras él, un par de maduros gordos para chupar y follar, y para acabar, los niñatos ricos.

  • Necesito que me hagas el amor, susurró Esther, mientras con la esponja recorría su cuello.

La miré, por un momento vi de nuevo en sus ojos a mi esposa, a mi querida y amada esposa, me incliné para besarla, notando al hacerlo el olor a polla que le había dejado el chaval, y justo en ese momento se abrió la puerta de la habitación, el Señor Omar, entró en el lavabo, con una gran sonrisa.

  • Pero bueno, vaya con la parejita, tu, tanguita, que? no sabes que no puedes estar a solas con mi puta? no sabes que no tienes ni que tocarla? bueno, bueno...te lo paso hoy porque ha sido un gran día, la verdad. Princesa pijita, hoy has hecho ganar dinero a Don Arturo.

Me separé de mi esposa, que seguía en la misma posición, en la bañera, abierta de piernas, aunque sus manos ya no abrián de aquella forma tan humillante los labios de su coño.

El Señor Omar se la miró, sonriente, la verdad, estaba muy sexi, producía morbo, verla allí tumbada.

  • Sal, tanguita.

Solamente me dijo eso, y yo, cabizbajo, me retiré a sentarme en la cama. La puerta del lavabo quedó abierta, realmente a nadie le importaba que viera o no viera, yo no era nadie, un payaso para hacer reir a la gente. La mirada se me iba hacia ellos, observando a mi esposa, saliendo de la bañera , totalmente limpia, recién lavada, enjabonada y aclarada por mi, colocarse en la posición preferida de aquel moro, inclinada hacia delante, con las piernas separadas, mostrando sus agujeros, que indiferentemente utilizaba aquel desgraciado a su capricho. Esta vez tocó su culo de nuevo, era el agujero preferido por el cabrón, y además sin preservativo. Se agarró a las caderas de Esther y la folló, unos diez minutos, en que la mirada inexpresiva de mi esposa, con sus manos en el borde de la bañera, me hacía ver que esto no tendría ya arreglo, por mucho que dijera Don Arturo cuando firmamos que tras el año de estar a su servicio volveriamos a nuestras vidas, era imposible.Hacía unos minutos mi esposa me había pedido hacer el amor, y otra vez estaba siendo tratada como una vulgar puta.

  • Vamonos. La voz del Señor Omar, mientras salía del lavabo abrochandose el pantalón me sacó de mis pensamientos, una mirada a mi esposa me dejo ver como se estaba con papel higiénico limpiando el ano, lleno de semen de aquel cerdo, me levanté y segui a nuestro encargado mientras le oía:

  • No hay que tener tanta delicadeza con estas putas, ya saben ellas solitas lavarse el chocho y el culo, sabes? en unos minutos los agujeros de la zorra de tu mujer estarán igual de limpitos que el día que tu la desvirgaste, jajaja, preparados para que otro cliente disfrute de ellos!!!

Coincidimos en la puerta con Carmen, que regresaba a la habitación tras un duro día de trabajo. Por culpa del éxito de Esther, debía realizar sus servicios en otras habitaciones, la suya estaba siempre ocupada.

Llevaba los tacones en la mano, los pies destrozados de ir sobre esas agujas durante horas, miró al jefe, saludándolo, y a mi, sonriendo debilmente, en el fondo a muchas les daba lástima mi posición.

Media hora más fregando el club y limpiando los lavabos, como siempre llenos de mierda y meados por todas partes, y pude echarme de nuevo en mi camastro, en el almacén, donde de forma patética me hice una paja, no podía aguantar, mi vida era como vivir una película porno, en la que la actriz principal era Esther, odiaba lo que nos pasaba, pero mi polla iba por libre, y de vez en cuando no podía resistirme a masturbarme, aunque después me sentía el hombre mas miserable del mundo.