ESTHER (capitulo 42 y ultimo)
Esther se recupera de sus heridas, y los dos encauzan su vida juntos.
Hace frío a las seis de la madrugada. Metida en su forro polar y con la capucha subida, Esther mira interesada como se inflan los globos mientras entona las manos con un café caliente. En la oscuridad, solo los ilumina el fuego de los quemadores que los inflan. Yo deambulo entre ellos sacando fotos. Esther no ha perdido su pasión por la fotografía, pero parece que quiere atrapar este momento mágico en la Anatolia turca. Es nuestro primer viaje largo desde los terribles sucesos que origino su secuestro. Esta totalmente recuperada en todos los sentidos, pero ha cambiado, ahora es más mujer, esta más hecha y su pasión por mi a aumentado, mientras que la mía se ha multiplicado. Me reúno con ella unos momentos antes de que nos avisen para subir al nuestro. La cuelgo la cámara del cuello y la beso con todo mi amor. Nos subimos a nuestro globo y comienza ascender, mientras Esther me aprieta el brazo con fuerza. La imagen de cientos de globos ascendiendo en el crepúsculo de la mañana es impresionante. Desde mucha altura vemos amanecer, y como el disco rojo asciende por detrás de las montañas turcas. Esther, con el reflejo rojo en su cara mira embelesada el mágico instante. Yo la miro a ella, y el solo pensamiento de que he estado a punto de perderla, me hace daño. El globo navega tranquilo, silencioso sobre los monumentos naturales que más tarde veremos con el tour, el valle de Avcilar, las chimeneas de hadas de Tasa Bagi, la familia de Üçgüzellar mientras no muy lejos de adivina la montaña fortaleza de Uchisar. Regresamos a desayunar al hotel para posteriormente partir para visitar el complejo de iglesias rupestres de Göreme y todas las maravillas que hemos visto desde el aire. De regreso, por la tarde, bajamos al spa de hotel y posteriormente cenamos con el grupo. Salimos a dar un paseo por los alrededores y nos sentamos a tomar un té en una terraza muy agradable. Hay mucho ambiente, la zona esta muy animada. Aunque a causa del madrugón, a Esther se le cierran los ojos, no da su brazo a torcer y continua conversando conmigo.
– Te caes de sueño mi amor, –la digo con una sonrisa mientras la acaricio la mejilla con la mano–. ¿Por qué no nos vamos a dormir?
– Si no me duermo mi señor, –me responde–. Se está muy bien aquí.
– En esta ciudad vamos a estar tres días mi amor, mañana podemos volver por aquí.
– ¡Jo! ¿Por qué mi señor no se duerme y yo sí? Tú has madrugado igual que yo.
– Porque yo soy un macho ibérico, y los machos ibéricos no se duermen cuando están con una linda dama como tú, y menos en un lugar publico.
– Anda, no seas bobo, –me dice soltando una carcajada.
Nos levantamos y regresamos al hotel cogidos de la mano. Ya en la habitación, nos desnudamos y nos metimos en la cama. Esther se pega a mí mientras me coge el pene con la mano. Y ya esta, se quedó dormida. Apagué la luz y abrazado a ella me dormí también.
Abrí los ojos y lo primero que vi fue la esplendida vagina de Esther delante de mi cara. Estuve unos segundos desorientado sin saber que pasaba, ya entraba claridad por las cortinas y mire la hora en el móvil. Las cinco de la mañana. Incrédulo miraba a Esther, no me podía creer que a estas horas tuviera mi polla en la boca. A estas horas, mi amor no está para nada, incluido esto. En fin, que le vamos a hacer, me pongo a chupar mientras con mis manos recorro su espalda y su trasero. Noto como su cuerpo se estremece por la acción de mi lengua. Mientras chupa, Esther gime, jadea y poco después me corro en su boca mientras tiene el primer orgasmo. Se deja caer hacia un lado pero la atrapo y tumbados de lado meto mi cara entre sus piernas y continuo chupando. Veo a la perfección su vagina, su ano y, la cicatriz que casi los comunica. Me tienta la idea de pasar el dedo sobre ella, pero me contengo, sé que no la gusta, la da cosa como dice ella. Sigo chupando y la meto el dedo en el ano mientras ella se afana con mi polla que va resucitando. La doy la vuelta y después de ponerla lubricante, la penetro por el ano mientras con mi mano estimulo su clítoris. Embisto con suavidad, sin violencia, mientras con mis besos recorro su cuello y unos minutos después me corro. Sin sacársela insisto con mi mano en su clítoris para provocarla el ultimo. Cuando se produce, es muy fuerte y Esther chilla con potencia y se queda como en trance, inerte, mientras continuo con mis besos. Me ducho y vuelvo a la cama donde Esther duerme, nos quedan un par de horas para desayunar con el grupo.
Unos días después pasamos por Konya, la ciudad donde está enterrado el poeta místico Rumi, fundador de los derviches. Después de visitar su espectacular mausoleo, continuamos viaje por carretera hasta Pamukkalé. Llegamos tarde y cansados. El viaje desde la Capadocia es largo y pesado, 600 Km en autocar por carreteras turcas, pero por fin ya estamos en el hotel. Al día siguiente visitamos las cascadas de cal de Pamukkalé y las ruinas romanas de Hierapolis, que están juntas. Esther se ha llevado su bikini y su piel tostada por el sol resalta con el blanco de la cal. Retoza en las charcas de agua transparente con su exhibicionismo desbocado, mientras la saco miles de fotos. Cuando me doy cuenta, un buen número de japoneses también la fotografían, mientras las mojigatas del grupo comentan. Sobre este, solo diré que no hemos tenido suerte, nunca he visto tal cantidad de tontos juntos. Resignación, son los riesgos de los grupos turísticos. A continuación, visitamos las espectaculares ruinas de Hierapolis, la importante ciudad romana doblemente destruida por los terremotos de los años 17 y 1354. Al día siguiente salimos otra vez en autocar hacia Efeso, donde después de visitar las ruinas, nos encaminamos al aeropuerto para coger el avión a Estambul, una de las ciudades más impresionantes que conozco.
En el aeropuerto de Estambul, nos despedimos cortésmente del grupo. ¡Por fin! En esta ciudad estaremos una semana entera, esta es mi tercera visita y aquí no necesito guías. Solo espero no encontrármelos por el Gran Bazar.
– Que gente tan rara, –comento Esther cuando nos dirigíamos a Four Seasons en un vehículo del propio hotel.
– ¿Rara? Querrás decir gilipollas, –la respondí provocando la carcajada de Esther.
– Pues mira que es raro que tu no congenies con alguien mi señor. En el grupo había 26 personas y no te ha caído bien ninguna …
– Eso no es cierto mi amor, –la interrumpí pasándola el brazo por el hombro–. Tú si me caes bien. Y la guía también.
– No seas tonto, yo no cuento mi señor, –contesto soltando una carcajada–. Y la guía tampoco.
– Vamos a dejar el tema, pero te digo que como me encuentre a alguno por la ciudad me da algo.
Con una Esther descojonada de risa llegamos al hotel, situado entre Santa Sofía y la Mezquita azul. Ocupamos la Suite Principal que tiene dos plantas y a ella la encantó, como yo ya suponía. También estaba el baúl que previamente habíamos facturado desde España.
– Mi señor, una cheslong, –me dijo situada a su lado y señalándola con el dedo–. ¿Sabes lo que eso significa?
– Si mi amor, ¿Cenamos primero o …?
– ¡Ya!
– Vale mi amor, la verdad es que es pronto para cenar.
Me acerque a ella y cogiéndola la camiseta se la quite. Mientras manipulaba el cierre de su sujetador para liberar sus pechos, la besaba en los labios. La baje los pantalones y la deje solo con el tanga. Me senté en la cheslong y me recosté sobre el respaldo y la sitúe bocarriba sobre mí.
– Deja las manos quietas, –la susurre.
Las mías la recorrían por completo mientras besaba su cuello. Mi mano derecha se deslizó por dentro del tanga hasta alcanzar su vagina. La estimule hasta que, al alcanzar el orgasmo, agarre con ambas manos el tanga y lo destroce provocando que chillara más fuerte. Agarrando mi polla con la mano se la introduje comenzando a follarla con el detenimiento que a mí me gusta. Quince minutos y varios orgasmos después, me levanté y tumbándola bocarriba sobre la cheslong me corrí en su boca mientras con la mano la seguía estimulando la vagina. Estuvo un rato limpiándome la polla con su boca y alargando mi placer.
– Tendríamos que comprar una cheslong para casa, –la dije.
– No mi señor, perdería su misterio y su encanto.
En los siguientes días recorrimos toda la ciudad, y visitamos sus monumentos más emblemáticos. Santa Sofía, la Mezquita Azul, la Cisterna de la Basílica, el puente y la torre de Galata, el Palacio Topkapi, y podría seguir enumerando maravillas de esta ciudad que me enamora. Pero sobre todo, en Estambul se visitan mezquitas. A las ya nombradas hay que añadir unas cuantas de parecidas dimensiones, pero las verdaderas joyas son las pequeñas, esas a las que casi no van los turistas. La Mehmet Pasa, que esta en el interior de una escuela coránica, la Küçük Ayasofya, que ocupa una antigua iglesia bizantina, y sobre todo, la que esta considerada como la mezquita con mejor decoración de azulejos del Islam, la Rüstem Pasa. Su interior esta totalmente alicatada con azulejos de estilo Iznik y la entrada esta oculta en un zoco anexo al Bazar de las Especias. Resulta laborioso localizarla. Esther esta encantada, envuelta en su enorme fular rosa, entra en todas las mezquitas, y en alguna de ellas asistimos, con el respeto necesario, al rito de la oración.
– ¿Por qué aquí puedo entras en todas las mezquitas y otros países no mi señor?
– Aquí tuvieron un líder nacional con la suficiente visión como para modernizar el país y convertirlo en laico. Recuerda que en Konya entramos sin problemas en el mausoleo de Rumi, y esa ciudad está considerada como integrista.
– He leído en la guía sobre Atatürk. Debió ser un tipo interesante.
– Y con dos cojones. A ver si algún día tenemos en España, alguien que eche a palos a curas y políticos de todos los colores.
– Que te disparas mi señor, –me dijo riendo, y yo también me eche a reír.
Todos los días pasábamos por el Gran Bazar, y casi todos los días nos perdíamos. Esther esta encantada. La zona de las joyerías la tiene totalmente explorada. Con todo lo que esta comprando, tendremos que hacer un envío especial a Madrid.
– Esto no es como Marrakech, aquí puedes ponerte a ver las cosas sin que te asalten.
Por las noches, salvo una que fuimos a los restaurantes del puente de Galata, el resto íbamos a cenar a Kumkapi. A Esther la encanta la animación de las terrazas de los restaurantes, sus luces de colores y los músicos que amenizan la velada.
Según me comento unos años después, este es el mejor viaje que hemos hecho juntos. Esther esta contenta, es feliz, y por lo tanto yo también. Como ya he dicho esta totalmente recuperada, física y emocionalmente. Tres meses después, cuando la psicóloga había terminado su trabajo con ella, me contó con pelos y señales los terribles días que paso en el barco y en el avión. A mí me daba igual saberlo, pero era bueno para ella. Jamás me pregunto nada sobre como descubrimos su paradero, ni quiso saberlo. Tampoco quiso saber nada de los cómplices de Moncho que conoció durante su viaje a Camboya. Ni me comento nada sobre la muerte de Moncho que ella misma presenció. Supongo que cuando vio que todos los escoltas habían desaparecido, imagino que los malos habían muerto, como así fue.
Hace doce años que vivimos juntos, yo soy un vejestorio de 65 años y ella es una preciosa mujer de 39. Sigue a mi lado y estoy seguro de que seguirá así. Su pasión por mí sigue intacta a pesar de mis arrugas y los achaques que comienzan a aparecer. Por mi parte yo sigo babeando con ella. Hace seis años nació nuestro primer hijo, Cristian, y dos después Angela. Como es lógico, las mujeres cuando tienen hijos, cambian radicalmente su punto de mira. De ser el Rey de la Creación, automáticamente pasas a ser una mierda “pincha” en un palo. Esther no ha llegado a tanto, y me sigue obsequiando con sus atenciones, pero con más tranquilidad, cosa que a mí me viene bien, empiezo a estar para pocos trotes.
Nota final:
Este es el último capitulo, de una serie que en un principio ideé para cinco o seis. Gracias a la aceptación que tuvo, y vuestro amable apoyo con los comentarios y correos que recibí, lo he ido alargando hasta los 42, pero ya es hora de terminar esta historia. Vuelvo a reiteraros sinceramente mi agradecimiento por vuestro apoyo, y pedir disculpas por los errores que seguro habré cometido.
Seguiré publicando relatos sueltos, y estoy preparando una serie larga de ciencia ficción, sobre las aventuras de una mujer, de una guerrero espacial.
Gracias de nuevo a todos.