Esther 3
Tres años es mucho tiempo. Allá por el año 2009 escribí los dos primeros capítulos de esta historia, - setenta por ciento realidad, treinta por ciento especulación mía-, historia que no pude continuar entonces y que ahora vuelvo a retomar con la intención de finalizarla en un par de entregas.
Tres años es mucho tiempo. Allá por el año 2009 escribí los dos primeros capítulos de esta historia, - setenta por ciento realidad, treinta por ciento especulación mía-, historia que no pude continuar entonces y que ahora vuelvo a retomar con la intención de finalizarla en un par de entregas.
Es por esto que os aconsejo que no leáis este capítulo sin pasar previamente por los dos anteriores. No se entendería nada, no conoceríais a los protagonistas, personas como tu y como yo, ni mas indecentes, ni mas degenerados que cualquiera. Personas que en unas determinadas circunstancias actuaron de una manera que no los convierte en monstruos.
Los podéis acusar de arriesgados o inconscientes, podéis rechazar lo que ellos hicieron. Lo que nadie puede es juzgarles porque nunca, nunca, sabremos qué es lo que haríamos si nos encontrásemos en las mismas condiciones de aquella persona a la que estamos tentados de juzgar.
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- “¡Cuidado!” – protestó Esther, la herida no era profunda pero el escozor del desinfectante se hizo sentir.
- “Tranquila, enseguida acabo”
Continué limpiándole la herida en silencio, Esther observaba cómo cubría con una capa de betadine toda la longitud del arañazo y a veces se quejaba con un siseo agudo. No sabía qué decir, temía que cualquier comentario disparase su reacción a lo que había sucedido momentos antes.
Pero al terminar de cubrir la herida con una gasa, se abrazo a mí con fuerza.
- “¿No me pasará nada, verdad?” – la apreté con mis brazos, si esa era toda su protesta el futuro se me presentaba muy prometedor.
- “Tranquila cariño, está muy sano y lleva las vacunas al día y las desparasitaciones, sabes que soy muy metódico con eso” – Ambos hablábamos de algo mas que el arañazo aunque ninguno lo expresamos abiertamente.
No volvimos a hablar de aquello en todo el día, cuando Thor se acercó a nosotros bastó un gesto para que entendiera que no era ese su lugar y, obediente, pasó el día dormitando en su caseta.
Pero aquella noche, Esther fue violada por un salvaje infrahumano que la golpeó con su pubis sin concederle el más mínimo descanso; no hubo palabras, no había nada que decir, ambos sabíamos de sobra el origen de mi brutal comportamiento. Ya de madrugada volví a asaltarla sin importarme que estuviera dormida, Esther no protestó y se dejó hacer como si en realidad fuera la hembra de un animal en celo.
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Dediqué la mañana a restaurar una vieja estantería de madera que nos servía de librería en uno de los cuartos del piso superior. A media mañana, sudando como un cerdo, bajé a la cocina por una cerveza y al subir me acodé en la ventana que daba a la piscina.
Como de costumbre Esther estaba tumbada tomando el sol. A diferencia de otros días llevaba puesta la braga del bikini pero también había otra diferencia, en lugar de usar la tumbona esta vez había extendido una toalla en el suelo y yacía sobre ella. A su lado, Thor permanecía de pie, erguido mirando al horizonte., su larga lengua colgaba de sus fauces y sus flancos se movían agitadamente intentando contrarrestar el calor que empezaba a subir.
Me impresionó aquella estampa, era la imagen del jefe de la manada vigilando su propiedad, su hembra, mientras ésta se mantenía sumisamente a su lado. Se le veía poderoso, arrogante incluso.
Esther tenía el libro abandonado a un lado, parecía haberse tomado un descanso en la lectura y cuando Thor se sentó a su lado ella avanzó su mano izquierda y comenzó a acariciar el costado del gran macho. Al cabo de un rato dobló sus patas delanteras y apoyó su cabeza sobre sus patas disfrutando de la caricia.
Mi mente bullía en imágenes y posibilidades mientras observaba el relajado movimiento de los dedos de Esther trazando surcos en el pelo de Thor. Parecía haberse detenido el tiempo. El silencio de la mañana, salpicado por el trino de algún pájaro aumentaba la sensación de atemporalidad.
Thor abandonó su quietud y comenzó a lamer la pierna de la que ya consideraba su hembra, Esther apenas se movió y continuó acariciando el costado del can, su brazo no alcanzaba mas allá y se limitaba a acariciarle por el costado y el pecho, a veces posaba la palma sintiendo la agitada respiración del animal.
Thor, animado por las caricias, se incorporó y avanzó su morro hasta alcanzar sus muslos, primero el mas cercano y luego ambos. Lamía con tenacidad constante recorriendo toda la longitud de ambos muslos. Ella estiró los brazos por encima de su cabeza y tensó todo su cuerpo desperezándose. Thor intuyó un resquicio entre los muslos y comenzó a lanzar su potente lengua para abrir la brecha, al ver que no lo conseguía comenzó a golpear con el hocico en su pubis. El olor de la hembra le excitaba a tenor de su nerviosismo. Cuando ella sintió la lengua en su ombligo se retorció bruscamente y bajó un brazo para acariciar la cabeza de Thor.
Esther levantó el cuello y miró alrededor, yo me retiré de la ventana ocultándome tras la cortina. Desde mi nueva posición vi como se incorporaba , apoyó una sola mano en la toalla y siguió acariciando al perro hablándole bajito mientras éste volvía a atacar su pubis. De nuevo miró a todos lados y echó un vistazo a la casa, seguía con los muslos apretados cerrándole el paso pero sin rechazar los lengüetazos que lanzaba a su vientre sus pechos y su pubis, sujetándole para evitar que le alcanzase el rostro. Una nueva inspección de los alrededores me hizo intuir que Esther iba a dar un paso mas.
Y no me equivoqué. El brazo extendido hacia atrás que sujetaba su peso cedió y ella basculó hasta apoyar el codo en la toalla, dobló las piernas y las separó lo suficiente como para que el hocico se hundiese entre ellas. En ese momento Esther perdió toda precaución y terminó de abrir ampliamente sus muslos.
Thor se movió con rapidez hasta situarse entre sus piernas y con ello me privó de una visión total, pero el gesto de mi mujer no me paso desapercibido, su mano abandonó el cráneo del perro y se perdió entre sus muslos, Thor le entorpecía lo que estuviera haciendo y por dos veces escuché como elevaba su voz para detenerle. Supe que se había separado el lateral de la braga cuando se irguió como atacada por un rayo y cayó hacia atrás, sus piernas se doblaron y abrieron al límite dejando entre medias a Thor que lamía cada vez con mas intensidad. Esther deshizo nerviosamente uno de los nudos del bikini y luchó un instante contra la ansiedad de Thor para retirar la tela que cubría su pubis. El contacto directo de la potente lengua en su coño la hizo temblar y elevó sus rodillas abriéndose a Thor que cada vez estaba mas excitado. Descansó un pie sobre el lomo del animal y luego el otro, entregada al placer que le proporcionaba.. Una sacudida mas intensa la dejó paralizada con la espalda arqueada, a esta le siguieron otras dos aun mas intensas, se llevó la mano a la boca ahogando sin duda un grito y después se tapó el rostro con ambas manos sin dejar de mover la cabeza de uno a otro lado.
Pero Thor parecía incansable y no le dio tregua. Esther se convulsionaba cada vez con mas violencia moviendo los brazos, girando la cabeza con brusquedad hasta que detuvo aquello, posiblemente dominada por el miedo a ser descubierta. No fue fácil separar a Thor de su manjar, por un momento pensé que tendría que intervenir al ver como ella se intentaba arrastrar para separarse y el animal quedaba casi sobre ella. al final se alejó buscando una sombra. Esther aun se mantuvo en el suelo un momento mas, anudando la braguita del bikini, recuperándose del orgasmo, pensando sin duda en lo sucedido; luego se incorporó y se dirigió a la casa. Yo volví al trabajo como un autómata, sin poder dar crédito a lo que acababa de suceder.