Esther 1

Una jovencita va a ser seducida por un hombre mucho mayor que la introducirá en un mundo de placeres desconocido, pero deseado. Esther es un alter ego...alguien quien desee ser.

Mi primer relato versara de mi primera “locura”.

Era joven, apenas tenia algo mas de 18. Como adolescente sabia perfectamente que era atractiva. Mi melena morena, mi rasgos, mis ojos… Es cierto que quiza pecaba de pechos pequeños poco trasero, pero la ropa hace milagros cuando una la sabe usar con cierto acierto para destacar las virtudes y ocultar los defectos. Como digo, era joven, y por tanto, tontear, seducir, eran parte de esos años.

Antonio era un hombre mayor en aquellos años, pasaba, bien pasados, de los 60. Era tío de Mario, el chico del que me había enamorado, mi primer gran amor. Mario y yo tuvimos la suerte de tener padres de mentalidad bastante abierta, y Antonio era un hombre jovial, alegre, muy bromista. Se le toma cariño muy rápido, y mi relación con el siempre fue como la de un amigo, nunca lo vi de otra forma. Si, lanzaba indirectas, que si guapa, que si que ojos tienes, que Mario quien fuera tu… pero eran cosas que en la confianza una no le da mas importancia. El caso es que vivía en mi mismo barrio, asi que nos terminábamos viendo, en la parada del autobús, en un café o por la calle. Fuimos haciendo buenas migas. Baile muchas veces con el, en fiestas populares del barrio, en celebraciones de la familia de Mario… y nunca me sentí incomoda, ni rara. Sus halagos me parecían los de un buen amigo, nada mas. Por tanto, en cierto modo, todo lo que sucedió fue para mi una autentica sorpresa. Yo incluso llegaba a tener conversaciones de mi relación con Mario, el era un hombre adulto que podía aconsejarme.

Fue en marzo, lo recuerdo bien. Ese día coincidí con el en la parada de autobús, hablamos, y le comente que tenia pensado ir al cine con Mario ese día. Mario me había convencido para ver una de Robocop, un tostón, pero bueno, a el le gustaba. Antonio me comento que no era una película para llevar a la novia. Le dije, claro, pero… Me pregunto a que sesión iríamos, y Mario, que entonces ya no estudiaba si no que trabajaba en un taller de motos, salia a las 19:00 así que suponía que iríamos a la de ultima hora. Luego hablamos de otras cosas.

Tal y como habíamos quedado, Mario paso a buscarme. Llevaba una moto, para mi incomoda, yo soy de faldas, pero bueno, el beso de rigor y al cine. Al llegar al cine París la sorpresa fue ver allí a Antonio. Yo inmediatamente acudí a saludarlo y darle un beso en la mejilla.

  • !Hola! que sorpresa.

  • Bueno, a mi si que me gusta la película. Hola Mario, como estas hombre, que tal el trabajo.

  • Bien tío, que tal. Voy a pillar las entradas.

  • Yo ya tengo la mia.

Nos quedamos solos mientras Mario se iba a la taquilla, yo aparte un poco de pelo de mi frente, Antonio me miro.

  • Estas verdaderamente guapa hoy, Esther.

  • Vaya, gracias, eres un adulador.

  • En absoluto. Estas deslumbrante. Me encanta la falda corta y ese top. Te queda todo muy bien. Eres muy elegante, y sexy.

Nunca me había dicho que fuera sexy. Le mire un segundo. Me sentí turbada.

  • A ver, ya tengo las entradas. -Mario me tomo de la mano- vamos??

  • Si

  • Vamos tio, ven con nosotros.

  • No hombre, no quiero molestar.

  • Venga no seas tonto

  • Dejale Mario, que igual viene con alguien… yo que se.

  • !Que va a venir!, desde que se murió la tia Engracia nnda eh… venga, vamos.

  • Bueno, si no os importa.

Yo tenia un presentimiento absurdo. No me gustaba aquella casualidad, ni como me miro.

  • Mira -dijo Antonio- ahi estaremos bien.

Estaba señalando la parte mas alta, y atrás de todo

  • Yo casi que prefiero al medio, indique. Pero Mario ni me escucho,

Quise sentarme evitando quedarme del lado de Antonio, pero el fue hábil, con la excusa de ir a comprar algo al bar dejo que nosotros nos sentáramos. Luego el al llegar se sentó de mi lado.

La película empezó. Mario no me presto atención alguna. Y yo estaba nerviosa. Esperaba sentir una mano en mi rodilla en cualquier momento, pero eso no paso. Mire hacia Antonio varias veces, el capto alguna de mis miradas, pero no hizo nada. Estaba tan nerviosa, que en un momento dado, me fui al baño.

A ver, Esther, mira que te montas películas. No pasa nada. Todo es una casualidad. Salí del baño, en el pasillo estaba Antonio, fumando.

  • Vi que te levantaste.

  • Si, quería venir al baño.

  • Ya. Estas tranquila ya? O prefieres un cigarro? Me tendió uno. Lo tome.

Me dio fuego. Aspire.

  • Que pensabas Esther? Que te metería mano delante de tu novio?

Le mire. Inhale y solté.

  • Estas muy raro. No se.

  • O sea lo pensaste…

  • Si

  • Bien. Chica sincera. Es lo que pienso hacer.

Lo dijo sin dudar. Soltando una bocana de humo. Mirándome.

  • Estas…

  • Salido, si, me vuelves loco. Eres preciosa y estas perdiendo el tiempo con un crio. Yo te convertiré en una mujer, y en algo mas. Espero que vengas a mi casa, donde podremos jugar tranquilamente. Me gustan los juegos ¿y a ti?

  • Estas loco. Mario no lo consentirá, y yo, desde luego, tampoco. Eres un cerdo. Soy la novia de tu sobrino y…

Me agarro por la cintura y me beso. Me resistí, no abrí mis labios. Le abofetee. Estábamos solos, algo que el también seguramente sabia. Sonreia.

  • Duros, pero suaves y tiernos. Como los imaginaba.

  • Eres un cerdo.

  • Ya te he dicho lo que va a pasar. Te esperare dentro.

Dio la vuelta y se dirigió a la sala. Me di cuenta de que me estaba dando a elegir. Podía no entrar. Podía irme, alegar ante Mario cualquier cosa, un mareo, yo que se. No se atreverá, no delante de Mario, no lo hará.

Entre en la sala y ocupe mi lugar. Mario apenas hizo un gesto con la cabeza, absorto en un monto de tiros que se sucedían en la pantalla.

La mano de Antonio no tardo en posarse en mi rodilla. Puse mi mano sobre la suya para apartársela. No lo permitió. El aparto mi mano. Sentí el calor de su palma recorriendo mi muslo. Si le decía algo a Mario quizá… su mano acariciaba de una forma tranquila mi muslo. Bueno. De allí no pasaría, la falda era corta, pero de tubo, con una cremallera lateral. Horrorizada comprobe que el palpaba esa cremallera...soltó el corchete.

  • No, por favor -logre murmurar- se dara cuenta.

  • Obedece

Deslizo despacio la cremallera. Yo apoye mis manos en los reposabrazos, negándome a aceptar que aquello estuviera sucediendo. Ahora podía meter la mano libremente… y lo hizo.

  • Estas mojada.

Lo estaba, lo había notado. Había lagrimas en mi rostro, pero me veia incapaz de hacer nada. Su mano acariciaba mi sexo por encima de una braguita de encaje,

  • Estas depilada. Fantástico.

Sus dedos se introdujeron por dentro de la braguita… yo no me resistía. Entonces note que introducía algo, un papel quizás dentro de mi braga.

  • Que no se moje.

Su mano entonces se dedico a toquetear mis senos. Y Mario sin enterarse de nada… el tiempo pasaba… entonces note que subía la cremallera de mi falda, justo cuando los títulos de crédito aprecian en la pantalla.

  • Tremenda la película, eh, os ha gustado.

  • Me ha encantado – dijo Antonio mirándome-

  • Yo me he aburrido

  • No me lo pareció, parecías bastante entretenida, comento Antonio.

Salimos tan tranquilos, nos despedimos de Antonio. Mario quería marcha, pero le dije que estaba de periodo… que mejor me llevara a casa. No puso muchas pegas, la verdad, ya que asi le daba tiempo de ir a tomar copas con unos colegas.

Al llegar a casa, lo primero que hice fue ir a al ducha, al quitarme la braguita vi un papel… el que el me había metido, doblado. No quería leerlo. Lo deje al lado y me duche. Me sentía asqueada. Sobre todo porque aunque sentía asco, había disfrutado, y mis bragas mojadas eran la prueba de aquello. Aquel viejo del demonio sabia tocar a una mujer.

Tarde en leerlo, pero lo hice. La nota decía lo que sigue.

Esther. Mi pequeña putilla. Si estas leyendo esto es porque has disfrutado de lo lindo. Si es así, deseo que te arriesgues a mas que unas simples caricias en el cine. Se que tenemos muchos años de diferencia, pero creeme, eso no importa.

Quiero que seas mi zorrita Esther. Quiero que vengas a mi, porque lo deseas. Porque te mueres de ganas de experimentar sensaciones en tu cuerpo que tu joven y guapo novio no puede ni sabe darte. No volveré a tocarte, no volveré a hablar de esto. Lo que sucedió en esa sala de cine no volverá a producirse ni sera objeto de comentario alguno, si eso es lo que deseas.

Pero, si es como imagino, si eres tan caliente y salida como creo, y aunque et niegues inicialmente a aceptarlo, querrás experimentar mas cosas. De ser así, te esperare este sábado, o sea, mañana, en el parque. Ve a la Rosaleda, al final hay una zona arbolada, dentro hay unos claros con bancos. Supongo que sabes cuales son. A las 1200. No volverás a casa a comer, inventar algo. Ven vestida con esas medias negras que te he visto, no son panties espero, de serlo, compra unas. Ponte un braguita a juego, sexy. No hace falta sujetador. Tus pechos no lo necesitan. Esos zapatos de tacón negros tan monos que llevaste a la boda de Jose te quedaban de maravilla, pontelos. Puedes llevar alguna joya, algún pendiente, sin pasarse. Por encima ponte una cazadora, un abrigo. No se. Decídelo tu. Sorprendeme.

Si no apareces, piensa que todo ha sido un sueño.

No firmaba. Supongo que tenia miedo a que se descubriera que un viejo verde queria cepillarse a una jovencita.

-Estas pirado, cabrón.

Pero esa noche, en la cama, no pudo dormir… no hasta que no me toque pensando en la mano de Antonio sobre mi muslo, y en lo erótico que había sido que Mario estuviera a mi lado. Me corrí, no una vez, ni dos… Pero por supuesto que no pensaba acudir a lado alguno. Solo faltaría.

Me levante temprano, a las 8, desayune con mi hermano y con mi padre que salían a jugar un partido. Volvi a mi cuarto. Hice la cama. Di vueltas. Puse música. Mire el reloj. Las 10...si quería ir tenia que… pero que estaba diciendo… Me acerque a mi cómoda, mire unas medias negras. Me las puse. A medio muslo. Unas braguitas, unas sexys, bordadas...tanga. Me puse unos zapatos de tacon… me mire al espejo...parecía una vulgar prostituta… prto me encontraba guapa. Solté el pelo. Puse unos pendientes y una gargantilla. Me arregle.. Fui a mi armario. Un vestido abotonado por delante, que llegaba un poco mas abajo de donde terminaba la media. Sin sujetador, mis pezones marcaban la tela…

  • Que haces Esther… te has vuelto loca. No puedes.

Mire el reloj. Las 11.15. Tome un folio y escribí a mi madre una nota “voy a estar fuera todo el dia, tengo que preparar un trabajo con Marga,No os preocupéis Os quiero”. Luego baje a la calle, en la cabina de la esquina llame a Marga mientras miraba para todos los lados por si alguien se fijaba en mi aspecto.

  • Hola.

  • Esther… que tal tia… que haces.

  • Escucha, tengo un problema. Necesito que me cubras con mis padres, y con Mario…

  • Niña traviesa que pasa…. Cuéntame.

  • No puedo… tu solo diles que hacemos un trabajo, si llaman, no se, dile que he ido a buscar información o lo que sea. Por favor.

  • Claro, pero que es, una cita, quien, Adolfo, el que anda detras… venta cuenta.

  • No puedo Marga. De verdad. Tengo que irme

Deje a la pobre Marga con la palabra en la boca. Me diriji caminando al parque. Lo cruce hasta la Rosaleda, al final el camino estaba cerrado por arbustos a ambos lados, y detrás de ellos, había pequeños espacios con claros, con bancos. Antes de Mario me había magreado allí con algunos chicos. Entre en donde me decía Antonio en su nota. No había nadie. Mire mi reloj. Las 11.55,,, me senté a esperar, Entonces vi la piedra, con un papel debajo. Me acerque, ya sabia lo que era antes de llegar a ella.

Putita. Si estas leyendo esto es que vas asumiendo que eres miá. Quiero que me demuestres de lo que eres capaz en tu deseo. Lo que lleves puesto encima de las medias y las bragas, quitatelo. No lo dejes a tu alcance. Después, quiero que te exhibas...pasea. Buscame.

Mire a mi alrededor. El paseo de la Rosaleda si tenia gente, pero la zona donde estaba yo no. Salir para mirar en el resto de claros era arriesgado...no podía aceptar aquello, Era demasiado. Ademas aquel era mi barrio.

Me asome. No había nadie. Solo un hombre corriendo que se alejaba.

Me desabroche el vestido. Lo oculte detrás de los matorrales. Estaba tremendamente excitada por aquel juego. S ali con mis pechos al aire de la cobertura que me daban los setos, en ese momento cualquiera que hubiera pasado podría haberme visto. Estaba seguro que Antonio lo había calculado...mire en el siguiente, no estaba, fui al otro, no estaba, y al otro, no estaba… me había alejado demasiado… tenia que volver. Vi gente viniendo por el paseo… me puse nerviosa y me oculte. Deje que pasaran, y muy nerviosa volví al primer lugar. Antonio estaba sentado en el banco.., con mi vestido a sus pies.

  • Estas divina…

  • Eres un cabron...y

El se levanto y me beso… esta vez le deje… sus besos cubrieron mi cuello, y mis pezones endurecidos por el frio...mi braga estaba empapada, me comió enteramente los pechos mientras golpeaba mi culo con sus manos.

  • De rodillas golfa

Su polla quedo a mi altura… comprendí obviamente lo que deseaba.., me la metió en la boca casi sin miramiento alguno y comenzó a follármela. El placer me enloquecía… toqueteaba sus huevos como Mario me había enseñado… Comprendí que no podíamos gemir demasiado, como yo deseaba. Estaba tremendamente excitada.

Mientras me follaba la boca dijo

  • De quien eres puta

-Tuya -eso era lo que el quería oir-

De repente se vació dentro de mi boca, sentí que me ahogaba, sentí asco… pero el no permito que sacara su enorme polla

  • Así, bebetelo todo… asi… muy bien. Ahora despacio..

Me olvide de donde estaba, Me olvide que aquello era un lugar publico… estaba completamente entregada a un hombre como nunca lo he estado y jamas lo volvería a estar. Acaricie su polla con mi lengua, toquetee sus huevos, senti como resucitaba, como endurecía…

  • Las bragas fuera.

Me las quite…. Me apoye sobre el banco… y sentí como su miembro entraba en mi coño completamente empapado, que a partir de aquel momento se convirtió en el rio Ebro… gemí descontroladamente sin importarme que pudieran escucharme… me agarro por las tetas, me retorció los pezones, tuve un orgasmo, dos...estaba enloquecida… el volvio a explotar… se relajo. Me giro, me beso… dulcemente… por primera vez.

  • Ahora iremos a mi casa, a una que tengo en el campo.

  • Si, donde quieras...lo que quieras...-no dejaba de besarle-

  • Mi coche esta al final del camino...iras como estas.

  • Pero sn el vestido yo…

  • Se acabaron los peros… cuando te diga algo, hazlo.

Su mirada, dura, sus manos firmes…

  • Si.

  • Mirame, te he follado como una puta, porque eso eres, una cualquiera. Aceptas eso?

Aceptaría cualquier cosa en aquel momento.

  • Si.

  • De momento, me basta. Ponte las bragas. No vas a ir enseñando el coño. Jajaja

Me empujo al camino sin comprobar si había alguien. Me puse a su lado, y camine...prácticamente desnuda, a la vista de cualquiera. Vi los coches, al fondo. No había nadie. Entonces un coche aparco, y dos hombres salieron… Antonio no hizo nada, seguimos caminando en su dirección… estaba claro que me verian...de repente, Antonio me empujo a la derecha y me metió entre dos arbustos…

  • Quedate aquí.

Los arbustos tenían pinchos, se calvaban en mi piel… pero no me moví. Oi voces, risas, pasos… No se cuanto paso hasta que me atreví a mirar. Vi a Antonio de pie junto a su coche… mire a un lado, al otro, y corrí hasta el, intente entrar en el coche pero estaba cerrado.

  • No tengas prisa.

Esa zona si era expuesta. Había muchos vehículos.

  • ^Por favor, suplique.

  • A ver, no se si puedo llevar una cerdita en el coche me estropeas la tapicería. ¿donde crees que deberías viajar?.

Lo entendí a la primera…

  • En el maletero.

  • Si, buena idea. -lo abrió-entra.

Me introduje en el maletero de aquel coche. Era grande. Un Mercedes recuerdo. Luego escuche el motor arrancar, y el bamboleo...aunque el maletero era grande, yo no estaba totalmente cómoda...tampoco sabia donde me llevaba… En ese momento caí en la cuenta de que nadie sabia donde había ido, nadie sabia donde estaba ni con quien, ni siquiera había llevado conmigo documentación… entre en pánico

Continuara