Estefanía

Esther se montó sobre mí para que le diera sexo oral y así lo hice, puso su coño en mi cara, me centré mamando su coño, pero también oteé su ano, al tiempo que era empalada por mi chochito recién estrenado gozando por ambos extremos… ¡¡Un par de maduros enseñándome a follar formando un tándem!!

...Nuevamente Estefanía se incomoda ya que él dice la verdad. La pelirroja suspira profundamente y sus pechos se levantan de forma notoria bajo la blusa, la chaqueta la tiene colgada en el respaldo de la silla y se sienta cruzando sus piernas bien marcadas en los jeans que viste. Ella bebe un poco de café y la taza la desliza por sus carnosos labios con lentitud. En ningún momento mira a don Fernando. Deja la taza sobre el escritorio y levanta la mirada como si estuviera lista para hablar…, don Fernando entrecruza los dedos de sus manos y la mira fijamente.

No puedo creer que le vaya a contar esto – dice en voz baja. – Ellos vivían al lado de mi casa hacia el patio trasero. Son una pareja, Esther y Ricardo, ambos hacían o mejor dicho hacen una buena pareja. Siempre eran motivo de comentario en el vecindario, se veían siempre felices juntos y compartían mucho, eran la pareja perfecta y Esther siempre comentaba que tenían una vida sexual muy activa lo que era la envidia entre las mujeres del barrio – dice Estefanía aun ruborizada. – Ocasionalmente los veía y los saludaba, él me parecía sumamente atractivo sin ser especialmente guapo… yo trataba de imitar un poco a su esposa en su forma de vestir, era muy inmadura aun, no ingenua, pero si inmadura deseando aprender de los demás .

Estefanía guarda silencio, – ¿eras, virgen? – pregunta don Fernando de forma tentativa y Estefanía se sonroja de forma notable, pero sin enojarse ni nada ante semejante pregunta, es como si ella la hubiera estado esperando

Sí, en ese tiempo lo era, pero el sexo no era algo extraño y no lo veía como algo morboso o prohibido – responde ella con seguridad, sin demostrar timidez en sus palabras.

– Una noche salí al patio de mi casa a fumar un cigarro, si antes fumaba… lo hacía por idiota creía que me veía mayor solo por fumar y lo dejé a los 16. Me escondía cerca de un cobertizo en el fondo del patio y estaba con mi cigarro cuando empecé a escuchar voces que venían del otro lado del muro, al principio no preste mucha atención, pero cuando empecé a escuchar cosas como “¡Dame más duro! o ¡Métesela hasta el fondo!” quedé atónita.

Al comienzo de su historia Estefanía se mostró un poco tímida, sin embargo a medida que habla y pese a la pregunta de don Fernando se muestra más segura y con más confianza a cada momento. La adolescente emocionada mira a su confidente con los ojos vidriosos de emoción.

Como pude trepé al techo de su cobertizo, era muy tarde esa noche, y cuando miré por entre los árboles que habían ahí puede ver lo que sucedida. La escena era increíble por decir algo. Ricardo estaba recostado en una de esas sillas de playa o algo así – dice Estefanía sin mostrar la vergüenza de otras chicas de su edad al describir una escena así, – lo más impresionante era ver a Esther que estaba en el suelo, recostada sobre una toalla follando con dos sujetos a la vez que le daban con todo y por ambos lados – dice la pelirroja con asombro. – Yo quedé casi en shock cuando los vi, con su marido mirando plácidamente a dos tipos que se follaban a su esposa y él empalmado con su verga en la mano subiendo y bajando el prepucio haciéndose una paja…

Al decir esto se nota un brillo en sus ojos, don Fernando permanece impasible sin mover un musculo, pero muy atento a las palabras de Estefanía, que describe muy bien la escena.

Como nunca, sentí mi cuerpo arder. Debo decir que a esas alturas yo ya me tocaba… conocía el placer de frotar mi clítoris y correrme metiéndome los dedos y cosas así, pero esto era único. Quedé escondida mirando toda la escena… las pollas de esos hombres eran tremendas y se la metía con dureza hasta el fondo. Desde mi posición a veces veía como le entraba el cipote hasta los huevos, y como estos se balanceaban golpeando su coño..., al mismo tiempo tenía a otro mamándole la verga. Todo eso alternándose los dos machos sobre la esposa, hasta que terminaron con ella. El caso es que ni que decirle que los tres se corrieron dentro de su coño o boca… la follaron a pelo, eso lo vi… me sorprendió porque era joven y la podían preñar. Acabaron y se vistieron. Ricardo les despidió agradecido, en momento miró hacia el techo del cobertizo y me agazapé… creía que no me había visto, luego supe que estaba equivocada. Al volver a mi cama me empecé a tocar como no lo había hecho nunca y me corrí por lo menos dos veces con el mango del cepillo del pelo, que es suave sin aristas en la punta, pero con relieve que le da una textura semejante al tronco de un cipote.

¿Y esto volvió a suceder? – pregunta él.

Sí, varias veces no con los mismos dos hombres, con mujeres, parejas y gente así.

– ¿Y tú fantaseabas con ser parte de algo así?

Estefanía demora en responder pero lo hace, – Sí.

– Una tarde llegué del colegio cuando vi que Esther estaba conversando con mi madre, ella dijo que quería pedirme un favor… “que cuidara el perro y de la casa esa noche, ya que ambos iban a ir a una fiesta”. De inmediato me imaginé que fiesta sería, así que les dije que sí. Como a las nueve me fui a su casa. Ambos estaban arreglados bien formales como para ir a un cóctel, él con traje y corbata y ella con un vestido largo, bien ajustado a su cuerpo y abierto a un lado mostrando las bellas piernas que tiene, se veía increíble… estilizada y muy elegante.

En cuanto se fueron me puse a recorrer la casa, el perro dormitaba sobre la alfombra del salón. El dormitorio fue lo primero que vi y el solo imaginarme lo que ahí sucedía me puso a mil, me tiré en la cama y de inmediato metí una mano entre mis piernas, ese día usaba un chándal deportivo bien holgado. Recuerdo que revisé un mueble y había varios juguetes, quedé sorprendida de la vida sexual que ambos llevaban… solo por el equipamiento debía de ser muy intensa.

Estefanía hace una pausa y bebe algo, el brillo en sus ojos demuestra lo excitada que esta por lo que le cuenta a don Fernando que está atento a las palabras de la pelirroja.                   SI QUIERES SABER COMO EMPIEZA Y TERMINA ESTA HISTORIA VISITA LA WEB DE REFERENCIADA EN MI PERFIL

– Me fui al salón a ver tele, para variar tenían todos los canales porno disponibles, así que vi una entre varias películas. Era pasada la medianoche cuando llegaron, me sorprendió un poco ya que pensé que la fiesta sería más larga. Les pregunté cómo les fue y Esther me dijo que la fiesta era de la oficina y muy aburrida. Yo me fui a recoger una cazadora para volver a mi casa cuando Ricardo me tomó de las caderas y me pegó a su cuerpo… ¡Quedé desconcertada!

¿Cómo reaccionaste?

–  Pues quedé estupefacta, no sabía si era en serio o me estaba jugando una broma, pero pronto me di cuenta que era en serio cuando puso sus manos en mis tetas y comenzó a besarme el cuello, nadie me había manoseado así antes, con tanta delicadeza, se notaba de inmediato que sabía lo que hacía muy seguro de sí mismo… su esposa podía llegar en cualquier momento.

Estefanía juega un momento con su cabello y después sigue hablando.

– Él seguía adelante con sus caricias, tomaba mis tetas, que ya eran grandes en ese tiempo, llenaba más volumen que mujeres de 40. Las estrujaba por encima de mi ropa. Seguía besándome en el cuello. Yo no sabía bien que hacer, por un lado me derretía con sus caricias y besos, pero me preocupaba lo que ella iba a hacer si nos veía Esther.

¿Ella no estaba ahí?

– No, había ido a buscar mi paga. Yo forcejeaba un poco, pero mis fuerzas me fueron abandonando rápidamente ante semejante manoseo…, en especial metió fácil una mano bajo mis pantalones deportivos, y acarició mi coño ipso facto al saltarse el elástico de una mis bragas.

– ¿El primero que lo hacía?

–  ¡¿Eh?! No, ya había tenido algunos encuentros con un novio que tuve antes, pero era muy bruto, a Ricardo se le notaba la experiencia. –

La chica esbozó una sonrisa de complacencia.

– En ese momento apareció Esther en la habitación, yo me quedé helada, pero ella me sonrió, se me acercó y me dio un tremendo beso en la boca, con fuerza y presionando sus labios sobre los míos y con sus manos me fue subiendo mi camiseta buscando mis pezones…. “¡Nada mal!”  Me dijo y después me besó nuevamente, ahora metiendo su lengua en mi boca. Yo estaba atrapada entre ambos, me besaban y manoseaban como querían, yo me puse tan excitada que simplemente no oponía resistencia. Ahí me dijeron que se vinieron antes para tener una fiesta más privada conmigo… los vi muy dispuestos a follarme. Visualicé cómo se la follaron a ella.

Un sonido tras la puerta los interrumpe un momento, don Fernando se pone de pie y cruza unas palabras regresa a su sillón. Ya en la intimidad de nuestra conversación prosigo…

– Comenzaron a desvestirme y a desvestirse ellos, pronto me vi con mis tetas al descubierto y entre ambos me los acariciaban y besaban, nunca me había besado las tetas antes y entre los dos me hacían gemir… ya no podía controlarme. Esther descubrió las suyas y frotaba sus pezones con los míos. Ricardo me besaba y sobaba el culo, poco a poco me fueron despojando de mis ropas y entre los dos me recostaron sobre la alfombra. Ellos se desnudaron también y me besaron de arriba abajo. Ricardo me tomó de las manos y las extendió, Esther se metió entre mis piernas y comenzó a darme sexo oral, era algo indescriptible como me comía el coño. Ya imagina que era la primera vez que me lo hacían y era una mujer mayor quien me comía el coñito. Sentía su lengua deslizándose en mis partes íntimas… entre los finos pliegues de mis labios vaginales, pasaba entre mis muslos, me retorcía y gemía desesperada, ¡Vaya! Se sentía bien.

Relata Estefanía con lujo de detalles disfrutando la morbosidad de su historia y a quien se la está contando también. Don Fernando es un veterano pero nunca se termina de aprender todo.

– Esther se montó sobre mí, frotaba todo su cuerpo con el mío, sus tetazas y su vientre lo presionaba sobre mi pubis, se movía como si me estuviera follando. A esas alturas ya me había dejado llevar por todo y le seguía el ritmo, o al menos intentaba hacerlo. En ese momento Ricardo acercó a nosotras, su verga bien erecta y dura. Esther fue la primera en probarlo y le comenzó a hacer una mamada justo frente a mi rostro, yo aún estaba bajo ella. Lo chupaba y saboreaba mostrando lo bien que sabía hacerlo. Desde la perspectiva inferior, se veían unos huevos grandes balanceándose al compás de la incursión en la boca de su esposa, y la tranca entrar y salir deslizándose hasta la garganta, en donde se le notaba en ella, por el abultamiento del cuello.

¿También algo nuevo para ti?

– No

– Contesta Estefanía con seguridad, – en una ocasión le había hecho una mamada a un chico, pero fue una tontería, nada en serio… se corrió muy rápido y me hizo tragar toda su leche el muy cabrón. Me sujetó fuerte de la cabeza justo antes de eyacular y no me dejó otra opción… luego no lo he hecho más, lo de tragarme la leche, me dijeron que no era bueno y ya no lo hago.

Estefanía continuó su relato…

– Ricardo acercó su polla y la puso en mi boca, con timidez comencé a pasar mi lengua sobre la misma, a lo largo del tronco en donde percibía la orografía irregular de su piel, luego llegué a su roja cabeza, era gorda y bastante redonda…muy hinchada y dura… brillante. Esther me miraba y sonreía, ocasionalmente me hacía algún comentario acerca de cómo hacerlo mejor y yo le obedecía, ella sabe mucho de estas cosas…, además conocía bien los gustos de su esposo

.

Agrega Estefanía con una sonrisa llena de coquetería, lujuria y algo de vergüenza.

– Pronto le tomé el ritmo y ya lo ponía entero entre mis labios, lo frotaba con mis manos y con mi boca, realmente lo disfrutaba haciéndole la mamada, la primera en serio que le hacía a un hombre…sabía muy bien, un olor y sabor fuerte a macho pero para nada desagradable. Esther al verme ya por mi cuenta se puso a jugar con mi cuerpo, besaba mis tetas y pronto se metió entre mis piernas para seguir con la comida en mi coño. Me ruboricé al notar su lengua en él.

No sé cuánto rato estuvimos así, pero entre los dos me hicieron gozar como nunca hasta ese momento, yo también los hacía disfrutar como podía. Ricardo me mostró como debía comerle el coño a una mujer, eso lo pude hacer más fácil que la mamada… porque me ahogaba con arcadas frecuentes, de lo honda que la metía. Nunca logró enterrarla entera en mi garganta como hizo con Esther, eso me libró de un mal peor. También me puso los huevazos en la cara y la boca, se los chupé y jugué con sus bolas, le gustó mucho como se lo hice y a mí sentirlas moverse dentro del escroto. Me pareció fascinante, sabiendo que flotaban en la leche que estaban produciendo.

Los tres estaban ahí, tirados sobre la alfombra dándose sexo oral… y Estefanía siendo el jamón del sándwich. La chica sigue su historia dando los detalles de todo, ella se muestra sin pelos en la lengua y contesta todas las preguntas sin inmutarse o sonrojarse en exceso, algo raro en una chica de su edad. Habla con seguridad y sin titubeos, como si siempre hubiese querido contarle esto a alguien, y en don Fernando encontró a la persona adecuada de su confianza.

– Ambos me mostraron como follar, Ricardo tomo a su esposa y ella se puso a cuatro patas como si fuera una perra en celo. Sin mucha espera, se la metió por la raja sin mesura, dándole bien duro. ¡¡Vaya cómo follan con todo, esos dos!! Él es rudo y duro cuando jode con su esposa porque a ella le gusta y se lo reclamaba. Simplemente los miraba y disfrutaba metiendo una mano entre mis piernas ¡¡ Son verdaderos profesionales!! Era un deleite ver aquel falo entrando en el coño y desapareciendo por completo, así una y otra vez oyendo los chasquidos del acople.

La chica se notaba azorada reviviendo aquellos primeros momentos de algo tan excitante.

– Cuando Ricardo se la extrajo, se tumbó de espaldas, Esther me hizo un gesto y entre ambas le hicimos una mamada, vaya dúo fue ese con besos y todo entre nosotras… luego también participó él metiéndonos la lengua ¡Nos portábamos como dos zorras! Incluso le atrapé su pollón entre mis tetas y le hice una paja cubana con ellos. Algo que siempre había querido hacer por lo grandes que tenía mis tetas, pero nunca encontré una polla suficientemente larga para hacerlo bien…, aunque ahora ya lo hago mucho mejor, entonces no me salió nada mal

– señala con orgullo aduciendo a que sus tetas son más grandes que muchas mujeres adultas.

Fue en ese instante en que decidí que era mi turno. Sentí una revelación o necesidad vital de pasar de niña a mujer. Esther me dijo que yo me montara encima, que haría la penetración más cómoda ya que podría sentirla mejor y controlar la fuerza de la misma…, la primera vez a veces es algo incomoda. Con expectación y temor me puse sobre él, Ricardo tomó mis tetas y me las masajeo delicadamente a modo de masaje acomodaticio. Yo me puse tensa y nerviosa aún, pero Esther me dijo que me relajara con su esposo, añadiendo que era ya un veterano desvirgando coñitos. Ella se ubicó detrás tomó mis caderas, me dio unos besos relajantes.

Ya no estaba tensa como hacía un rato antes. Me dio un gran beso y con una mano cogió el la tranca de su esposo guiándola hasta la entrada de mi chochito, yo casi di un brinco al sentir su cabezón rozando mis labios por primera vez, era algo increíble en ese instante, sentir una gran verga de esa manera. Esther me abría los labios vaginales para que no quedaran forzados.

Abierta de piernas en cuclillas, el juego duró un rato hasta que lentamente me fui dejando caer. Ella me hablaba con voz relajada… me decía “Lo vas a gozar” y cosas así. Poco a poco lo fui sintiendo como se hundía en mi cuerpo, Ricardo me guiaba sujeta de las caderas, hasta que entró lo suficiente y lo dejó alojado un instante. Mi ceñida vagina se amoldaba al intruso. Al cabo de un rato, percibí un poco de presión y dolor…. de repente entró aún más, sintiendo una sensación rara… supe que se producía un desgarro suave expandiéndome por dentro con el recio grosor de su cipote… ¡¡Ahí dejé de ser virgen!! El himen se dividió para dar paso al tronco de su endurecida verga…. Me desfloró desvirgándome el coñito… me partieron el Himen que por lo visto aun no lo había roto del todo con el mango del cepillo del pelo, quizás por ser fino.

Entre ambos fueron muy delicados conmigo, me ayudaron y Ricardo en especial me trató bien sin ser rudo ni nada por estilo, querían hacerme gozar, no llorar. Esther ayudaba indicando que me moviera despacio, a fin de habituarme a sentir un miembro viril en mi sexo, su polla no era pequeña. Al principio me dolió un poco, pero tomando el ritmo y le empecé a cabalgar despacio… la lubricación ayudaba. Y vaya si notaba diferencia con el grosor del mango del cepillo…

En sus ojos se nota lo excitada que estaba… sus bellos ojos verdes brillaban como esmeraldas mientras relata el día en que se convirtió en mujer según sus palabras, don Fernando la escucha atentamente, ya sin hacerle más preguntas, simplemente atendía como un psicólogo a su paciente, tomando notas mentales del inolvidable acontecimiento de Estefanía.

– Una vez que me habitué comencé a hacerlo con más fuerza, entre ambos me hacían disfrutar, Ricardo tomaba mis tetas y Esther me llenaba de besos por mi cara y cuello mientras frotaba su pubis contra mi trasero, yo me sentía extasiada y gemía como loca, era increíble lo que sentía en ese instante. Tras un rato cambiamos de lugar, yo me recosté de espaldas y Ricardo me tomó de los muslos para follarme sumisa a ese macho… ahora su penetración fue mucho más fluida.

Esther se montó sobre mí para que le diera sexo oral y así lo hice, puso su coño en mi cara, me centré mamando su coño, pero también oteé su ano, al tiempo que era empalada por mi  chochito recién estrenado gozando por ambos extremos… ¡¡Un par de maduros enseñándome a follar formando un tándem!! ¡¡Hasta ese momento era lo más loco que había hecho!!

Fue una noche intensa, aunque después las he tenido aún más duras, pero disfruté perder mi virginidad pese a la molestia inicial… ¡¡Hasta ese día nunca había meditado cuan pesa el virgo!! Esther me dijo, ya para hacerle acabar al semental, que nos cruzáramos de piernas atrapando su verga entre nosotras. Así lo hicimos, de tal modo que la polla quedó apresaba entre ambos coños. Nos frotábamos las vulvas y clítoris contra el duro cipote, incluso nuestros chochos se llegaban a rozar… hasta que finalmente me corrí ¡Fue una explosión de placer alucinante! Convulsioné cortocircuitando todo mi cuerpo… ¡Una sensación difícil de describir!

No era mi primer orgasmo, pero sí el más intenso hasta el momento por lo morboso y especial. Esther me hizo un gesto para que me la metiese en el coño otra vez, me volví a clavar el mástil en tanto ella y yo unimos nuestras bocas. Había apreciado que su esposo estaba por acabar. Empotrada de nuevo, Ricardo me folló a saco, su mujer me besaba y masajeaba mi pepita con fruición, me encontraba en otra dimensión… cuando de pronto su esposo reventó en una explosión enorme de semen… continué ordeñándole hasta extraerle la última gota de leche de sus ciclópeos huevos. El segundo chorro de leche fue más intenso… y un sexto chorro que se vació dentro de mí. Luego nos pusimos ambas a limpiar la tranca de Ricardo, su sabor era intenso, pero no me produjo asco ni cosas así. Me sentía orgullosa, feliz y halagada de haber conseguido que un hombre se corriese de esa manera en mi coño… ¡Descargó mucho esperma!

– En esa primera ocasión te llenó de esperma ¿Y no tuviste miedo de quedar preñada…?

– No era muy consciente llevada por la excitación y el deseo de percibir lo que su esposa sentía… de ser como Esther…, no pensaba, solo actuaba por instinto. Ya más tranquila, me costó un buen rato recuperarme. Después noté algo de dolor, pero me dijeron que era normal. Mientras conversábamos me decían que desde que me vieron por primera vez se les clavó la idea de hacer un trío conmigo y estaban sorprendidos de saber que yo era virgen… y cambiaron de idea.

¿Y seguiste viéndolos después? – Estefanía se ríe – ¡Y además parece complacida…!

– ¡Oh vaya que sí!

– Responde de forma picaresca, – Varias veces, aunque en algunas ocasiones era solo con Esther, otras solo con Ricardo. De hecho en una ocasión me encontré con él cuando venía de regreso a casa y bueno, fue divertido follar en su vehículo… tiene una camioneta Pickup enorme, con la que trabaja en su negocio de construcción. Tras ir a su casa y zanjar el trabajo que se traía entre manos, nos fuimos fuera del pueblo, nos desviamos bajo una pinada… solo hizo falta quitarme las bragas y él se bajarse el pantalón… echamos un polvo muy intenso. – Estefanía miró a don Fernando sabiendo que podía recriminarle, pero lo soltó sin más… – Al igual que siempre que follábamos me llenó con toda su lefa.

CONTINÚA...