Este año....[17 de Marzo]

Seguimos con el romance surgido entre Juan y Marta. Parece que la cosa empieza a ir en serio

Entre todo el bullicio se acercó a mí, pinta en mano, sabiendo que habíamos bebido un poco más de la cuenta. Le dio otro trago a la negra y amarga bebida, y me susurró al oído, lo suficientemente alto para que yo me enterara: “ Esta noche quiero que me folles el culo.”

Mi cara fue cuanto menos de sorpresa, ya que no esperaba esa confesión para nada. Y ya os podéis imaginar, enseguida se me puso como un mástil, sólo de pensar en que por fin iba a catar ese agujerito que tantas pajas me había provocado. No veía el momento de irnos por fin a su casa.


- Yo también te quiero Juan.

Acto seguido la abracé y le di un beso. Durante el acto, si podía llamarse así me dejé llevar por la lujuria y la excitación del momento. Pero ahora los pensamientos me abordaban. No lo había pasado en absoluto mal, de hecho lo había disfrutado mucho. Pero era la primera vez que tocaba otro rabo que no fuera el mío. Me era extraño cuanto menos.

Supongo que se me vería en la cara, porque Marta me miraba fijamente, preocupada.

- ¿Bueno, qué tal?

No sabía exactamente qué responder, puesto que ni yo mismo sabía exactamente cómo me sentía.

- A ver, no te voy a decir que no me haya gustado, creo que eso ha sido más que evidente. Me ha resultado raro, nunca he tenido ninguna experiencia sexual que incluyera otra poya que no fuera la mía. Pero supongo que será cuestión de acostumbrarse.

Sus facciones se relajaron, así como todo su cuerpo dejó de estar en tensión.

Joder, es que está muy buena. Ahora que la veía desnuda en la cama, tiene un culazo impresionante, y tiene unas tetazas impresionantes.

Pero tiene rabo….Y supongo que más tarde o más temprano tendré que interactuar de maneras más explícitas.

- No te preocupes por mí, entiendo que no tiene que ser fácil y no te voy a pedir nada que no quieras hacer. - me dijo Marta, como si me leyera el pensamiento.

- No no, a ver, si esto va para adelante, tiene que ser cosa de dos, pero no te puedo decir que mañana mismo vaya a …bueno, a abrirme el culo. Nunca he hecho nada así. -le dije poniéndome como un tomate.

- ¿Nunca has tenido ninguna ocasión en la que te hayan metido un dedo? ­ –me preguntó sorprendida.

- No, nunca.

- Vaya….pues entonces tendré que enseñarte los placeres prohibidos de la vida. - me dijo con una risita y cierto tono de satisfacción.

- Una última cosa Juan- me dijo mientras se incorporaba y se sentaba frente a mí- No quiero que te lo tomes a mal, y de hecho te lo digo porque tengo muchísimas ganas de que esto funcione. Soy bastante pulcra con mi salud, y si bien sé que soy tu primera vez desde tu ex, no sé si pudieras tener algo desde antes.

Se la veía apurada con lo que me estaba diciendo, pero lo entendía perfectamente.

- Quieres que me haga una prueba de ETS, ¿no es así? - le pregunté directamente.

- Sí, pero de verdad, no quiero que te lo tomes a mal. Sólo quiero estar totalmente relajada contigo y poder disfrutar del sexo sin la preocupación de saber si puedo contraer alguna enfermedad o no.

- Para nada, no te preocupes­- le dije mientras le daba un beso en la frente- Mañana mismo pido cita.

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No sé si alguna vez os han hecho un análisis para la detección de unas ETS, pero telita. Yo pensaba que eso era un análisis de sangre y ya está. Pero no.

Resulta que tenía que ir al centro médico sin haber ido al baño por lo menos cuatro horas antes. Creía que me harían un análisis de orina, de ahí la espera. Una vez entro en la consulta, la doctora empieza a preguntarme por mi vida sexual, prácticas de riesgo, etc, así que le comento mi relación actual y mi anterior relación.

Pues nada, a esto que me dice que me baje los pantalones y me ponga en la camilla. Sorprendido, hago lo que me dice. Se pone unos guantes, agarra un bastoncillo largo, me agarra del pene y me introduce el bastoncillo. Sí, tal que así. Pero no solo lo introduce, sino que le da vueltas. Ya no es que sea una sensación desagradable, que lo es. Además incrementa enormemente las ganas de orinar, por lo que yo creía que me meaba allí encima.

- Pues ya está, ya te avisaremos cuando estén los resultados. Y sí, ya puedes ir al cuarto de baño.

Creo que ha sido una de las pocas veces que más placenteramente he salido del baño.

Teléfono en mano, le estaba escribiendo a Marta la “grata” experiencia cuando me choqué con alguien.

- Discul…

Mierda” , pensé. De todas las personas con las que podía haberme encontrado, no podía haber sido otra.

- Oh, hola Juan .

- Hola Sofía - dije entre cortado y seco.

Sofía, mi novia. Bueno, ex novia. Esa que me había dejado hacía ya unos meses por, ¿cómo era? Ah, sí, agobio. Esa que quería comprarse una casa, tener niños y todo eso.

- ¿Cómo te va? - me preguntó.

- Bien, ¿y a ti?

- Bien….bueno, me alegro de verte.

- Gracias, que vaya bien.

Me marché de allí lo más deprisa que pude, sin mirar atrás. Se me habían removido muchas cosas, y no quería pensar en ninguna de ellas. Se la veía bien. ¿Más gordilla tal vez? Bueno, tampoco es que antes estuviera muy gorda. Tenía donde agarrar, pero no era algo exagerado.

En recepción me dijeron que los resultados tardarían unas tres semanas, así que nada, tocaba esperar.


Chavales, nos vemos a las 21 en el pub, no os retraséis y venid de verde. ” Sucinto mensaje para este grandioso día. 17 de Marzo. San Patricio. Tremendo día para beber cerveza, sea el día de la semana que sea, y poder ponerte gorros ridículos.

Habíamos quedado casi todo el grupo, con sus respectivas parejas. Yo iba con unos vaqueros y una camiseta de manga corta verde. Marta más o menos igual, aunque con un top verde en su caso. Sí, muy hortera, pero era verde.

Como os podéis imaginar, el local estaba abarrotado, aunque como éramos un grupito grande, nos hicimos un hueco. Y la cerveza empezó a correr. Después de la primera pinta, pensé en decírselo a Marta.

La agarré por la cintura para acercarla y se lo dije:

- Bueno, hoy me han dado los resultados. Estoy limpio.

- ¡¡¡Eso es genial cariño!!! -me dijo- Eso implica muchas cosas. Brindo por ello.

Después de la segunda pinta, Marta ya iba pletórica. Y me encantaba verla así de desinhibida. Supongo que el efecto del alcohol y de una semana sin sexo, empezó a calentarme sobremanera, por lo que de vez en cuando y cada vez con más frecuencia, iba tocándole el culo.

Le dio otro trago a la negra y amarga bebida, y me susurró al oído, lo suficientemente alto para que yo me enterara:

- Esta noche quiero que me folles el culo.

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Estábamos entrando al garaje y Marta se quitó el cinturón de seguridad. Me miró lascivamente, miró a un lado y miró al otro. Viendo que no había nadie que pudiera verla, se quitó el top y se desabrochó el sujetador.

- ¿Pero qué haces? - me dio tiempo a preguntar antes de que me metiera la lengua en la boca.

Mientras lo hacía, me desabrochó el pantalón y me la sacó como pudo. Yo me dejé hacer, pues estaba más caliente que el pico de una plancha.

- Shhh, calla y disfruta de esta lengua.

Acto seguido, se metió mi rabo y empezó a succionar como si no hubiera un mañana. Entre subida y bajada, me exhortó a aparcar.

- Cuanto antes lleguemos a casa, antes podrás disfrutar del plato fuerte.

Sin que tuviera que decírmelo dos veces, conduje hasta el aparcamiento, mientras su saliva iba inundando mi poya y bañando mis huevos.

Aparqué y se quitó de encima. Cogió sus cosas y abrió la puerta del coche.

- Espera, ¿vas a salir así? - le pregunté sorprendido. Iba desnuda de cintura para arriba, con el poco carmín que le quedaba corrido y un hilo de saliva cayéndole en las tetas.

- Así tengo que quitarme menos cosas después. Además, cuánto más tardemos, más posibilidades habrán de que me vean, y la gente no sabe que estás saliendo con esta golfita, ¿verdad? -me soltó mientras con una mano sujetaba sus cosas y con la otra se empezaba a acariciar el pezón con su saliva.

-“ Dios, gracias” , no pude más que pensar. El ascensor se me hizo eterno, pues Marta no me dejaba hacerle nada.

- Se mira, pero no se toca. Tú no.

Joder, ya estaba mojando los calzoncillos demasiado.

Entramos a trompicones en la casa, devorándonos mutuamente. El calentamiento que teníamos y el alcohol jugaban a nuestro favor. Sé que a Marta le va lo duro, pero hasta ahora no habíamos hecho mucho más que magrearnos y masturbarnos. Sin pensarlo demasiado, le di un tortazo en la cara y la puse cara a la pared. No se lo esperaba, y yo tampoco, pero me había venido arriba. Sin darle tiempo a reaccionar, empecé a morderle el cuello, a agarrar sus tetas con furia y a bajarle los pantalones con la otra mano.

Estaba empapada y empalmada. Tenía la poya casi a punto de explotar, por lo que empecé a pajearla brutalmente.

Sus gemidos eran cada vez mayores, mis bocados más fuertes. Le agarraba los huevos y la cogía del cuello. Le pellizcaba los pezones y la besaba con furia.

De repente, algo caliente cayó en mi mano. Se había corrido y de manera bastante abundante.

- ¿Ves esto? Pues es lo que va a llenar tu culo.

Sin darle tiempo a más, la empujé hacia el cuarto, a la cama.

- Ponte en pompa.

- Espera Juan, yo ten-

- ¡¡No espero más!!

Estaba como poseído, sólo quería petarle el culo y llenárselo de leche. Le eché un escupitajo, otro a mi nabo y le abrí los cachetes.

- Juan, para, tengo que ¡¡aaahhhh!!

La había metido. Y con qué placer. Empecé a bombear una y otra vez, en cada ocasión más fuerte. Sus gemidos no hacían más que calentarme más aún.

- No pares, no pares Juan, así, así. Sí. SÍ. ¡¡SÍ!!

Y me corrí. ¿Sabéis esa sensación cuando te haces una paja y te da gusto pero no es lo mismo que cuando te corres follando? Pues imaginaos lo que yo sentía después de tantos meses sin follar.

Mi respiración era entrecortada. La de ella, jadeante. Seguía con mi poya en su culo, aunque ya empezaba a bajarse y a salir mi corrida. Me caí sobre su espalda, empapados los dos, ella llena de marcas.

- Vaya, que revelación. Pensaba que no te iba lo duro.

- Bueno, me he venido un poco arriba.

- Ya veo, ahora sólo queda seguir curtiéndote. Por cierto, te espera una pequeña sorpresa para cuando la saques de ahí.