¿Estás lista?

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¿Estás lista?

Ella miró profundamente mis ojos y movió ligeramente su cabeza afirmando.

Por favor, levanta un poco tus piernas y permíteme entrar bajo las tuyas. Las cruzó detrás de mí hasta quedar bien unidos, casi rozándonos, pero como así no iba a ser posible, me retiré un poco.

Con sus dedos abrió los labia pudendi y me dijo, hazlo. Descargué con fuerza inusitada, moviéndolo hacia su meato urinario, siguiendo hacia su clítoris y conforme declinaba hacia sus ingles. Empezó a descargar con mucha fuerza. Busque posición para que diera de frente a mi meato urinario, permitiéndome deleitarme con su calor además de aspirar el enervante aroma que flotaba en el ambiente. Conforme la potencia bajó, moví mi pene, sintiendo su calidez en ingles y testículos.

Acercó sus pezones a los míos, nos abrazamos y besamos con intensa pasión.

Dura muy poco, pero por su intensa carga erótica, bien vale la pena provocar en ambos ese momento y lograrlo en la intimidad.