Estar ocupado

A eso se le llama dar una buena impresión...

Cuentan de un estudiante gris de abogado [de esos que acaban la carrera, impulsados por el dinero de papá, a fuerza de repeticiones de curso] que tras recibir la titulación, contrató una secretaria y montó un despacho. Un amigo le aconsejó que no diese la impresión de estar parado y deseando recibir clientes. Por el contrario, debía dar a los clientes la impresión de ser un hombre importante y permanentemente muy ocupado. Por ello, el primer día que inauguraron el despacho, le dijo a la secretaria.

  • Mira, Pepi, el primer cliente que venga le dices que yo tengo una reunión con un cliente y tendrá que esperar 10 minutos. Luego, le conduces a la sala de espera, y le tienes esperando durante exactamente el doble: 20 minutos. Finalmente, le haces pasar a mi despacho donde yo estaré fingiendo tener una conversación telefónica.

Así lo hizo la eficaz Señorita Pepi.

Cuando el cliente entró en el despacho, el abogado, muy amable, tapó el micrófono del teléfono con la mano, señalo el asiento frente a su mesa y dijo:

  • Por favor, siéntese y espere un momento que enseguida acabo esta conversación telefónica.

  • Sí... sí... -continuo el abogado diciendo por teléfono-. No hay problema... La ley está muy clara... El artículo 271 dice que el arrendatario no tiene derecho a ceder sus arrendamientos a terceras personas... Sí, claro, aunque esa tercera persona sea su hijo... Aún así, tenemos un caso similar de jurisprudencia en el artículo 324, barra 86... Sí, aunque no sean imprescindibles, me gustaría ver esos documentos de los que hablas... Tráemelos a mi oficina en la calle Velázquez, número 86... No, hombre, no, está en la misma acera que el Ayuntamiento, aproximadamente 200 más adelante... No, no, no, no, subiendo desde la plaza San Marcos.. La venida del General López es dirección prohibida en ese sentido... Aunque, si te fuese más fácil, el miércoles estaré en la Audiencia Nacional de diez a doce... Solamente tienes que preguntar al ordenanza por el Señor Márquez Arrate... Sí, Márquez Arrate...

El cliente acabó de revisar todos los objetos del despacho, se cansó de estar sentado y se dirigió a mirar por la ventana.

  • Oye -continuó el abogado con el teléfono ya en plan de despedida por miedo a perder al cliente- que tengo que dejarte... Tengo un cliente esperando aquí mismo en la oficina... Venga, vale, hasta mañana... Adiós... Adiós.

  • ¡Uff, qué pesado!. Casi no me suelta. Por fin, hemos acabado -dijo el abogado en tono de disculpas al cliente-. Bien, cuénteme su caso.

  • Mire, soy un trabajador de Telefónica y la Compañía me ha enviado aquí para conectar su teléfono.