Estaba pletórica de todo
Ingenua ama de casa con poca experiencia descubre nuevas sensaciones con su Junk.
Estaba pletórica de todo. Mi matrimonio iba viento en popa en sus dos años de vida, mi primer amor y actual pareja me atendía maravillosamente en todos los aspectos, mi dedicación al arte estaba consiguiendo resultados fantásticos en mis exposiciones en galerías de primer nivel y la vida de mi familia y amigos transcurría en paralelo conmigo, compartiéndolo todo. A mis 26 años qué mas podía desear. Llegué a pensar si no estaría volviéndome demasiado ingenua u optimista y no le exigiría a la vida las mejores y máximas satisfacciones que se pueden conseguir.
Aquellas reflexiones apenas me hacían cambiar mi punto de vista y seguía con la rutina de todos los días: levantarme para despedir a mi marido, desayuno, baño con arreglo mínimo de mi cuerpo y pasar a mi estudio en el piso alto de la casa donde el techo era una inmensa claraboya y por donde la luz de día auténtica llena todos los rincones. Mientras la chica marroquí que tenía excepto para dormir, atendía la limpieza y cuidado de la casa, jardín y perro.
Aquel día no tenía las ideas claras en cuanto a cómo acabar el fondo de la pintura que estaba haciendo, azules?, ocres terrosos?, verde inglés? En fin que decidí echarme un rato en la tumbona de la terraza que tengo en mi estudio, bajo el techo de cañizo, y que en Junio es súper agradable. Con 29 grados y sola, me eché sin la bata de pintora, desnuda pues por casa no llevo ropa interior y proseguí pensando en el cuadro que estaba allí, en mi caballete, esperando mi decisión final. Pero como desde la noche anterior llevaba el desvelo por la angustia de acertar, me quedé dormida.
Una sensación de gusto desconocido me empezó a despertar aunque muy despacio pues creí estar soñando, como cuando se experimenta algo nuevo. Poco a poco noté que mi sexo era acariciado si por un una lengua! Nunca había experimentado aquello pues en nuestros juegos de cama mi marido me penetraba como era lo correcto y lo único que había que hacer. Creo que instintivamente separé las piernas y le ofrecí a Junk, nuestro dobermann, una comodidad extra, con lo que ya noté con perfecta claridad como me estaba metiendo su larga y mojada lengua dentro de mi chochito. Aquello era fabuloso y yo sin saberlo, Junk estaba rebañando el fondo de mi vagina donde estaban los jugos que me salen cuando me excito con cualquier cosa, sea cocinando, pintando o jodiendo. Con año y medio nuestro perro ya era un buen macho de los grandes de su raza y perfecto para compañía y guarda de la casa.
Sentí una mezcla de reparo por lo que le estaba dejando hacer a nuestro perro pero era tal el gusto que tenía, jamás obtenido nunca, que no lo paré sino que le acaricié su cabeza al tiempo que me mamaba mi chorreante chocho. Pensé que le pediría a mi marido que me lo hiciera pero después también pensé que a lo mejor el no querría y a lo peor me preguntaba cómo lo sabía. El y su familia son un poco puritanos. Total que me estaba poniendo cachonda como pocas veces lo había estado y bajé mi mano para acariciarme el clítoris, compartiendo con la lengua de Junk toda la zona y notando cómo me llegaba un éxtasis muy profundo, de muy atrás, de donde nunca me llegaban cuando me hacía el amor mi esposo amante, me afectaba a todo mi sistema nervioso y parecía que me causaría daño por lo intenso, hasta que me arrolló y medio me desmayé.
Recuperé la consciencia con toda mi piel erizada y como en el nirvana, ni despierta ni dormida. Al haberme movido mucho al estallarme el orgasmo, no entendí por que Junk estaba sobre mi lamiéndome la cara, con sus patas en mis flancos y yo con las piernas apoyadas en el suelo. Me lamía con su lengua llena del penetrante olor de mis jugos, cosa que me encantó por agradarle a mi perro mis esencias, por lo que al ir a darle las gracias por su servicio tan maravilloso y abrir mi boca, el, en un gesto rápido como el del camaleón atrapando su insecto, me introdujo su húmeda, blanda y larga lengua dentro, a lo que por la sorpresa no supe reaccionar e instantáneamente me di cuenta que era otra nueva sensación en aquel fabuloso día de intensas sorpresas. Así que lo dejé que jugara con mi lengua, que la removía y me la apartaba a su antojo, saboreando su saliva perfumada. Me tuvo con su morro pegado al mío un buen rato que incluso me llegó a doler la mandíbula de tan abierta que la mantenía y entonces, no se como, noté que su cuerpo estaba sobre el mío, en contacto su deliciosa piel de su vientre sobre mi vientre y una cosa que molestaba el perfecto contacto y era nada mas y nada menos que su sexo.
Lo tenía incrustado entre los labios de mi vulva, a lo largo, le llegaba desde mi ombligo hasta mi entrepierna, nunca había visto una polla tan larga y cuando me fijé más tampoco la había visto tan gorda, bueno, la verdad es que solo había visto una en mi vida y no se parecía en nada a esta. El se movió y al separarse su polla resbaló hacía abajo encajando su cabeza en los labios de mi sexo. Me quedé paralizada pensando que si la entraba iba a ser follada por alguien que no era mi esposo y era un perro pero en el plan de descubrimientos que estaba alcanzando aquella mañana, no hice nada y esperé, esperé un segundo pues al siguiente me entró por mi lubricada vagina aquella inmensa mole de dura carne. Era la posición del misionero, la única que conocía, pero a diferencia de las practicadas hasta ahora, en esta su polla me llegaba hasta el estómago, removiendo todo mi vientre que estaba loco como yo. Mi vagina intentaba atrapar con sus músculos aquel intruso que la rozaba a tope, mis sensaciones nuevas, las terceras con Junk, me desbordaron. Le ceñí mis piernas a sus costados y me dediqué a ser como su perra, estaba siendo follada por un macho impensable y que me estaba haciendo mujer con mayúsculas. Le busque su morro y me lo metió dentro de mi boca para reanudar el baile de lenguas que tanto me provocó y así me iba bombeando sin parar, aunque conseguí bajar su ritmo con la presión de mis piernas y hacerlo mas cadencioso, metiéndome hasta donde nadie había llegado aquella tremenda polla y sacándola hasta la punta para, de nuevo, penetrarme hasta el cuello del útero.
No podía más, aquello era superior a todo cuanto había conocido en el placer del sexo. Rememoré, en fugaces percepciones conscientes, que era como si estuviera descubriendo aquellos niveles que me faltaban por conocer y que producían auténtico placer, no el mediocre facilitado por lo que tenía cada día.
Mi vagina es normal creo, mas bien pequeña al estar adaptada al tamaño de mi fiel esposo o sea 14 por 4 y aquello que me follaba era mas del doble por lo que descubrí que el escozor me daba un gusto enorme y recordé algunas bromas sobre el tamaño que yo no entendía muy bien hasta ahora. Luego y tras una docena de orgasmos como un volcán o era uno "non stop"?- noté que algo me abría más los labios de la vulva, Junk forzaba con mas ahínco la penetración y esa cosa se estaba introduciendo dentro de mi y no sabía lo que era. Cuando por fin eso resbaló y se me metió, el se quedó quieto y yo readaptándome al nuevo tamaño que me apretaba tanto el clítoris como el punto "G" por lo que, a pesar del dolor por el volumen, experimenté una nueva oleada de irresistible gusto, además de sentirme la hembra de un perro, cosa algo rara, pero que yo estaba convencida de estarlo siendo.
Tras unos momentos de perdida de los sentidos, el colmo fue cuando noté que un hirviente líquido me estaba llenando el vientre.
No se como explicarlo pero tras una cadena de sensaciones como las que había conocido hasta aquel momento, que me habían llevado al paroxismo y desmayo de tanto placer conseguido, notar que tu macho te está echando su corrida en el fondo de tu vientre, como para preñar a su hembra, yo no pude mas y me desmayé del todo.
Desperté por unos tirones que notaba en mi relleno chocho al intentar Junk separarse de mi. No se cuanto rato había pasado pero mientras reaccionaba por el gusto de aquellos suaves tirones y me di cuenta de que era mi macho que los hacía, debió de haber pasado el tiempo suficiente para que su portentosa polla saliera de dentro de mi. El se movió acercando su morro a mi sexo y lo lamió con un cuidado ostensible, limpiando como si hubiera hecho un estropicio. Con su posición estaba yo girada a su costado y ví colgando su polla, con un nudo al principio, todo lo que supondría unos 23 cm., bien, bien.
Extasiada ante aquella visión alargué la mano y se la toqué. El dio un respingo pero siguió en lo que hacía. Se la abracé con mis finos dedos y sentí un impulso irresistible por besarla, cosa que no había sentido jamás con mi conyugue, por lo que me acerqué y poniéndola de lado, le besé la punta. Oh! qué sensación más compleja, una carne dura, un semen con sabor a total que abrí algo mas la boca y me la empecé a meter dentro a medida que mi lengua rescataba todo lo que contenía y que me pareció como delicioso yogourth. Ya puesta en ello, se la mamé del todo notando como se le crecía al gustarle mi lengua y boca que no la dejaban ya salir, por lo que la tuve relamiendo y chupando y sin sacármela de la boca, por un buen rato hasta que percibí que se le tensaba y un chorro de aquella leche merengada me llenó las mejillas. Cuando iba a paladear aquel mejunje, otro chorro mas caudaloso de Junk me entró directo a mi garganta y ya no pude hacer mas que tragar. Creo tragué como unos doce chorros de su semen y me sentí todavía mas perra, con mi vientre y mi estómago llenos por mi propio perro con su proteínico esperma.
No bajé a comer y le grité a la mucama que cuando acabara se fuera, cerrando bien. Tras un descanso en que obsequié a Junk con ración extra de carne y yo me tomé abundante fruta, sin lavarme para sentirme mas perra, nos echamos en la alfombra de mi estudio. A las dos horas me despertó lamiéndome la cara, cosa que ya me lo haría en el futuro y me volvió a follar dos veces hasta las nueve de la noche.
Como era normal mi marido no me requirió aquella noche y yo menos. Desde entonces que Junk es mi pareja a diario y ante la esterilidad de mi marido estoy estudiando la posibilidad de un tratamiento para darle cachorrillos a mi amante , macho y señor mío.
Ah y por cierto, ya no tengo dudas en como acabar mis pinturas: follando!