¡está viva!

Eres un estudiante que se va de Erasmus a una desconcida universidad alemana. Todos dicen que estás como una cabra, pero guardas un oscuro secreto... Este es un relato interactivo Tus elecciones determinan tu destino e incluso puede que el de la humanidad. Tiempo estimado lectura. 15-30 min.

¡Está Viva!

¡Atención! Este no es un relato  convencional. En él tus elecciones te llevaran a distintos desenlaces de la historia. Haz tus elecciones con cuidado, porque de ellas no solo puede depender tu futuro, sino también el de la humanidad. Empieza en el capítulo 0 y luego ve al capítulo que te indique la opción elegida. Buena suerte.

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Todo el mundo te dice que estás como una cabra. Solo a ti se te ocurre ir de Erasmus a la Universidad de Landshut. No conoces el Alemán y la universidad tiene fama de ser superexigente, pero esas rubias de ojos azules y busto imponente sirviendo cervezas del tamaño de petroleros te atraen como la miel a las moscas. Ni siquiera tu mejor amigo que te dice que siendo friki, bajito y moreno no te vas a comer un colín consigue convencerte. Has visto demasiadas películas de Alfredo Landa como para que ahora te convenzan de que al verte, esas bárbaras teutónicas no caerán rendidas a tus pies.

A punto de irte, te das cuenta de que el  dinero de la beca no te va a llegar para cervezas y tías, así que te dedicas a sablear a  la familia. Tras un brutal esfuerzo de mentiras y promesas consigues un poco de dinero extra. ¿Tienes un dado?

Sí lo tienes ve a 14

Desgraciadamente lo tuyo es el póquer, no el parchís. Ve a 15

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Echando sapos por la boca y cagándote en la racanería de tu familia, coges el vuelo deseando no volver a casa nunca.

Landshut resulta ser una pequeña ciudad de apenas sesenta mil habitantes y la universidad parece ser el motor de su economía. Tras dejar tus trastos en una pequeña pensión del centro das una vuelta por el centro medieval y admiras su arquitectura típica de Baviera preguntándote cuantos edificios son en realidad anteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Entras en una cervecería, esperando encontrarte una de las típicas camareras rubicundas sirviendo cervezas y salchichas enormes, pero son las seis de la tarde y en vez de estar llena de juerguistas ves a un par de camareros decrépitos que están preparándose para cerrar. Deprimido estas convencido de que los alemanes son unos muermos y te diriges a la pensión para preparar tu primer día de clases.

El primer día es un infierno. La universidad de Landshut es un pequeño edificio de los años setenta sin ninguna atractivo especial y, a pesar de haber pasado tres semanas estudiando alemán con una aplicación del móvil, te das cuenta de que no te enteras de nada y de que el alemán es un idioma infernalmente difícil.

Por si fuera poco, las pocas chicas que te dirigen la palabra lo hacen para insultarte y reírse de ti o eso crees porque no entiendes ni torta. Deprimido te encierras en ti mismo y te dedicas a estudiar.

Lo único bueno es el personal docente. No sabes si es porque eres el único Erasmus que ha elegido su facultad o porque están preparando tu sacrificio, el caso es que te facilitan la vida todo lo que pueden llegando incluso a poner un bedel a tu disposición para ayudarte con el idioma y guiarte por el pequeño campus.

Feldman no es el prototipo ario precisamente. Es menudo, ligeramente jorobado, incómodo de ver y con unos ojos azules y saltones como los de un pez. Por si fuera poco la manera en que fija sus ojos en ti mientras te habla, con una mirada en la que mezcla ansia y servilismo te produce escalofríos, pero cuando consigues acostumbrarte, descubres a un tipo guasón y nada acomplejado.

Enseguida os hacéis colegas y entonces, como el que no quiere la cosa, le preguntas por el antiguo edificio de la universidad. Feldman te mira y sonríe ladinamente, preguntándote porque quieres verlo. Tú te haces el tonto y pretendes ser solo un estudiante aburrido que le apetece curiosear un poco.

Feldman te mira sin creerse el cuento del todo, pero ha recibido órdenes y encogiéndose de hombros te dirige a un edificio abandonado en una colina, a la derecha del rio Isare. Es de piedra oscurecida por los años y el hollín de los bombardeos de la guerra mundial y lo constituyen dos alas unidas en el centro por una torre de casi cuarenta metros de altura con un gran pararrayos de hierro en la punta. El ala este aun muestra las secuelas de los bombardeos aliados, pero el ala oeste aun se puede visitar. Cruzando los dedos entras en las ruinosas dependencias.

Sigues al bedel por un pasillo y tras sacar unas llaves atravesáis una puerta. Al otro lado un rótulo en el que aun se puede leer Departamento de Neurología te da la bienvenida. No puedes evitar un escalofrío, puedes sentir que estas cerca de la verdadera causa de haber escogido esa facultad.

Recorres todo el departamento, sala vacía tras sala vacía, sin poder evitar la decepción. Cuando terminas y estas a punto de volver a las aulas Feldman te interpela:

—Si me dices qué es lo que buscas, quizás pueda ayudarte.

—Bien, me gustaría que me guardases un secreto. —empiezas sabiendo que no tienes más remedio que confiar en Feldman— Supongo que  sabes cuál es el origen de esta facultad.

—Claro, antes de que la trasladasen aquí en el siglo diecinueve esta fue una de las principales universidades del país.

—Que a su vez había sido el resultado del traslado de otra famosa universidad...

—Si la universidad de Ingoldstat, —responde Feldman mirándote con curiosidad— ¿Y qué?

—Me preguntaba si cuando trasladaron la universidad desde allí, se trajeron algún tipo de instrumento o documento de las investigaciones de esa época.

En ese momento los ojos de Feldman parecen ocupar toda su cara con la sorpresa y el reconocimiento.

—Entiendo...  —dice él con una sonrisa zorruna— Tú buscas material del viejo amigo Victor.

Le rodeas los hombros con tus brazos y en tono conspiratorio le explicas que eres un estudiante de neurología y que accidentalmente, revolviendo en la biblioteca de tu facultad, encontraste una vieja carta de un tal Victor Frankenstein consultándole ciertos detalles sobre cómo generar una corriente de un voltaje y amperaje determinados a un antiguo profesor de ingeniería de tu universidad, a finales del dieciocho. Así empezaron tus sospechas de que la historia de Frankenstein era algo más que una simple fantasía salida de la mente de Mary Shelley

Feldman sonríe y dice que si queda algo de todo aquello, sabe perfectamente dónde buscar. Poniéndose en marcha, se dirige al ala principal y te guía hasta la torre. Subes por las escaleras que parecen a punto de desintegrarse y exploráis la torre que resulta estar llena de trastos. En la parte más alta, cerca del ápice de la torre, encontráis un laboratorio con un montón de instrumentos arruinados y un enorme baúl de aspecto herrumbroso.

El baúl resulta estar cerrado con un aparatoso candado, pero afortunadamente por allí sobran los hierros oxidados con que golpearlo. Tras un par de minutos de forcejeos, conseguís abrir el cofre y este contiene un tesoro. Los diarios de los experimentos del inefable doctor en perfecto estado de conservación. Los coges en tus brazos y miras a tú alrededor con avaricia. Feldman sonríe ante mi actitud, pero no dice nada, sospechando que de esta nueva aventura el sacará algo.

Sales del edificio con tus preciosos volúmenes cargados en la mochila y te despides de Feldman sin poder evitar darle un abrazo. Conteniendo apenas tu entusiasmo te diriges a la pensión y sin pensar en cenar siquiera te encierras en tu habitación a estudiar. La siguiente semana la dedicas al  estudio de tu tesoro. Casi no comes ni duermes fascinado por aquellos diarios en los que Víctor registró hasta los más nimios detalles de sus experimentos. No puedes creerlo todos esos escritos son oro puro y nadie hasta ahora reparó en ellos. Los repasas una y otra vez hasta  convencerte de que puedes reproducir el experimento sin dificultad, lo malo es la financiación.

Necesitas cadáveres y lo más importante,  trescientos mil voltios y cuarenta mil amperios, por lo menos durante quince segundos.

Con la compañía de Feldman vuelves a la torre y examinas el material. La parte química del laboratorio no es problema, está casi todo y el material y el restante, Feldman te asegura que lo puede conseguir  fácilmente robándolo por las noches en los distintos departamentos, pero de la parte eléctrica solo una caja de fusibles y la mesa y los cables para enchufar a vuestro "monstruo" están en condiciones. Deprimido ves que del resto no queda nada utilizable. Los cables y los electroimanes se pueden conseguir, pero los generadores y los acumuladores están quemados y no sabes cómo vas a conseguir la energía necesaria.

De nuevo sale Feldman al rescate y con un guiño saca la mano por una ventana rota y apunta hacia fuera con ella. Asomas la cabeza y ves una línea de alta tensión a apenas doscientos metros. Problema solucionado.  Ahora queda lo más delicado.

De nuevo tienes que recurrir al bedel y para ello tienes que contarle tus verdaderos planes: quieres fabricarte una mujer a tu medida la quieres alta, esbelta, con unas buenas peras y un culo de esos que corten la respiración.

El responde que no hay problema que solo es cuestión de dinero. Te promete investigar un poco, pero le llevara tiempo. Le das las gracias y mientras desaparece tu empiezas a limpiar redomas ya empalmar cables. No tienes mucho tiempo, la beca tiene fecha de caducidad y tienes un montón de cosas que hacer. Mientras tu socio rebusca con la ayuda de sus contactos por toda Alemania el cuerpo adecuado, tu pones a punto el experimento.

Tres noches después Feldman te hace una visita. Al parecer no ha sido nada fácil pero ha tirado de contactos y finalmente aparece con un cuadernillo en la mano, es el catálogo para tu pedido:

Tienes el cuerpo entero de una modelo muerta recientemente por sobredosis por mil euros. (recuerda restar el dinero del contenido de tu cartera) Si la eliges ve a 2

Otra opción es una milf de segunda mano, Feldman dice que con pocos kilómetros y que por la foto que adjunta es casi perfecta salvo por una espantosa herida que tiene en su pierna izquierda. Esta te la dejarían por unos módicos novecientos euros. (recuerda restar el dinero del contenido de tu cartera) Si la eliges ve a 3

También puedes optar por el de una actriz porno jubilada, un poco manoseada pero aun hermosa que ha muerto de cáncer apenas con cuarenta años por setecientos cincuenta euros. (recuerda restar el dinero del contenido de tu cartera) Si esta es la elegida ve a 4

Finalmente Feldman te consigue el cuerpo de una desconocida. Esta ya un poco talludita, pero aparentemente, gracias a la cirugía mantiene una figura bastante más que aprovechable y es realmente barata. Feldman te la deja por quinientos míseros euros. (recuerda restar el dinero del contenido de tu cartera) Si te quedas con esta ve a 5

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Mil euros te parece mucho dinero, pero cuando una semana después recibes el paquete sabes perfectamente que has invertido el dinero sabiamente. La mujer tiene la piel suavemente bronceada incluso  a pesar de la lividez de la muerte, sin apenas una macula. Su cara tiene un aspecto angelical, nariz pequeña, pómulos altos, labios gruesos y apetecibles y ojos de gata grandes, claros y ligeramente rasgados. Cuando terminas de apartar la sábana que la cubre, el cuerpo es aun mejor, con esos pechos enormes y pesados de pezones grandes y rosados que al tocarlos  descubres con sorpresa que son naturales. El resto de cuerpo está a la altura. Piernas largas y esbeltas, caderas rotundas y  culo grande y redondo. Solo la larga melena castaña no encaja con tus preferencias, por lo demás es perfecta.

Te dan ganas de follártela ya recién desenterrada, pero te contienes. En ese momento Feldman te cuenta la mala noticia. La sobredosis probablemente le haya frito el cerebro y lo más probable es que tenga todas las neuronas quemadas.

No sabes si Feldman solo quiere sacarte más dinero, pero ahora no puedes echarte atrás, así que le preguntas dónde puedes encontrar uno. Con una sonrisa avariciosa pasa unas páginas a su libreta y te enseña su muestrario:

Lo primero que te ofrece es un cerebro que ha encontrado en la facultad de medicina de Múnich, lo mangaron antes de que lo filetearan para una investigación científica. Está fresco y reluciente, pero es caro. Cuesta novecientos euros. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 6

También hay otro recolectado en un sanatorio cerca de Baden Baden, también bastante reciente por setecientos cincuenta. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 7

Por otra parte, un colega de Feldman se ha colado en un museo de neurología y ha cogido un cerebro de unos setenta años de antigüedad, pero al parecer excelentemente conservado por cuatrocientos cincuenta euros. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 8

Por último, un conocido de Feldman ha robado en un museo el cerebro momificado de una princesa inca, viene sin garantía, pero es muy baratito, apenas cuesta cien pavos. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 9

No te queda dinero o prefieres gastarlo en lencería para tu nueva churri, así que tendrás que conformarte con el cerebro que venía con el cuerpo y cruzar los dedos. Después de todo puede que tengas suerte y no esté tan mal.  Si te decides por la opción más económica ve a 10

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El cuerpo llega al día siguiente y cuando lo desempaquetas ves que has acertado; caderas generosas, pechos grandes aunque un poco caídos y un culo y unas piernas deliciosamente moldeados por el aerobic. La cara es ovalada y tiene unos ojos grises y unos labios jugosos que rodean una boca pequeña, pero lo mejor es la melena color fuego que la enmarca.

También tiene un mechón rojo en su pubis que  destaca como una hoguera en la pálida tez de la mujer, intensificada por la lividez de la muerte. Observas la herida de la pierna con atención, seguramente le produjo una septicemia y la muerte. Afortunadamente la descarga acabará con cualquier rastro de infección y decides que no es problema. La coserás y luego la corriente se encargara de eliminar todas las bacterias patógenas. El problema es el cerebro, probablemente este dañado así que necesitas un repuesto.

Le preguntas a Feldman dónde puedes encontrar uno. Con una sonrisa avariciosa pasa unas páginas a su libreta y te enseña su muestrario:

Lo primero que te ofrece es un cerebro que ha encontrado en la facultad de medicina de Múnich, lo mangaron antes de que lo filetearan para una investigación científica. Está fresco y reluciente, pero es caro. Cuesta novecientos euros. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 6

También hay otro recolectado en un sanatorio cerca de Baden Baden, también bastante reciente por setecientos cincuenta. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 7

Por otra parte, un colega de Feldman se ha colado en un museo de neurología y ha cogido un cerebro de unos setenta años de antigüedad, pero al parecer excelentemente conservado por cuatrocientos cincuenta euros. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 8

Por último, un conocido de Feldman ha robado en un museo el cerebro momificado de una princesa inca, viene sin garantía, pero es muy baratito, apenas cuesta cien pavos. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 9

No te queda dinero o prefieres gastarlo en lencería para tu nueva churri, así que tendrás que conformarte con el cerebro que venía con el cuerpo y cruzar los dedos. Después de todo puede que tengas suerte y no esté tan mal.  Si te decides por la opción más económica ve a 11

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Cuando un día después llega el paquete y lo desnudas descubres que la compra no está nada mal. La mujer tiene el pelo color platino  cortado de forma que se da un aire a Marilyn Monroe. Tiene los ojos rasgados, de color avellana y una boca grande con unos labios gruesos evidentemente operados al igual que el culo y los pechos, unos pechos colosales por cierto. Le limpias las piernas largas y atléticas y observas el torso. Buscas la cicatriz de las operaciones del cáncer, pero no la encuentras hasta que miras la cabeza con atención y descubres una cicatriz en la base del cráneo. El cáncer era cerebral con lo que tendrás que desechar este órgano y buscar otro.

No sabes si Feldman solo quiere sacarte más dinero, pero ahora no puedes echarte atrás, así que le preguntas dónde puedes encontrar uno. Con una sonrisa avariciosa pasa unas páginas a su libreta y te enseña su muestrario:

Lo primero que te ofrece es un cerebro que ha encontrado en la facultad de medicina de Múnich, lo mangaron antes de que lo filetearan para una investigación científica. Está fresco y reluciente, pero es caro. Cuesta novecientos euros. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 6

También hay otro recolectado en un sanatorio cerca de Baden Baden, también bastante reciente por setecientos cincuenta. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 7

Por otra parte, un colega de Feldman se ha colado en un museo de neurología y ha cogido un cerebro de unos setenta años de antigüedad, pero al parecer excelentemente conservado por cuatrocientos cincuenta euros. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 8

Por último, un conocido de Feldman ha robado en un museo el cerebro momificado de una princesa inca, viene sin garantía, pero es muy baratito, apenas cuesta cien pavos. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 9

No te queda dinero o prefieres gastarlo en lencería para tu nueva churri, así que tendrás que conformarte con el cerebro que venía con el cuerpo y cruzar los dedos. Después de todo puede que tengas suerte y no esté tan mal.  Si te decides por la opción más económica ve a 12

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Es una mierda pero tienes que ahorrar un poco de dinero para imprevistos, así que te conformas con el cuerpo más barato. A pesar de todo, al desenvolverla no te parece que hayas salido muy mal parado. Al parecer Feldman robó el cuerpo sin identificar de esta mujer en la morgue. A pesar de todo, por su aspecto no parece una vagabunda, no presenta ningún tipo de herida o marca propia de peleas o congelaciones por pasar los inviernos al aire libre y al observar sus dedos largos y finos hasta tú sabes apreciar la cuidadosa manicura. La mujer tiene un rostro bello aunque releva cierta dureza o tristeza en su gesto;  Nariz larga y fina, labios finos y ojos grandes, pero grises y fríos como la tundra siberiana. Su cuerpo hace juego con la apariencia adusta de su rostro. Es delgado con los pechos pequeños y piernas largas y finas. Te echas un paso hacia atrás y tras colocarle la media melena rubia, observas critico el conjunto. Con un escalofrío de placer te la imaginas vestida de cuero con  medias y liguero y una fusta en la mano.

Te acercas un poco más, intentando adivinar la causa de su muerte y echas un vistazo más a fondo. No tardas en descubrir una enorme abolladura en la pared temporal del cráneo. El hueso está hundido y astillado. El que la sacudió lo ha hecho a conciencia. Mala suerte, eso quiere decir que probablemente a muerto a causa de un derrame cerebral masivo y que como último recurso intentaron bajarle la presión intracraneal haciendo una trepanación. Sabes que ese cerebro probablemente será pulpa así que decides no arriesgarte y recurres de nuevo a Feldman. Con una sonrisa avariciosa pasa unas páginas a su libreta y te enseña su muestrario:

Lo primero que te ofrece es un cerebro que ha encontrado en la facultad de medicina de Múnich, lo mangaron antes de que lo filetearan para una investigación científica. Está fresco y reluciente, pero es caro. Cuesta novecientos euros. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 6

También hay otro recolectado en un sanatorio cerca de Baden Baden, también bastante reciente por setecientos cincuenta. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 7

Por otra parte, un colega de Feldman se ha colado en un museo de neurología y ha cogido un cerebro de unos setenta años de antigüedad, pero al parecer excelentemente conservado por cuatrocientos cincuenta euros. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 8

Por último, un conocido de Feldman ha robado en un museo el cerebro momificado de una princesa inca, viene sin garantía, pero es muy baratito, apenas cuesta cien pavos. (recuerda que no puedes gastar el dinero que no tienes) Si lo quieres y te lo puedes permitir ve a 9

No te queda dinero o prefieres gastarlo en lencería para tu nueva churri, así que tendrás que conformarte con el cerebro que venía con el cuerpo y cruzar los dedos. Después de todo puede que tengas suerte y no esté tan mal.  Si te decides por la opción más económica ve a 13

6

Te has gastado un pastizal, tendrás que alimentarte a base de yatekomos el resto del trimestre, pero estás seguro de que merecerá la pena. Todo parece aliarse esta noche para acompañar tu experimento. Has colocado a tu chica sobre una mesa de acero y la has conectado cables en la frente, el cuero cabelludo, el torso, las manos y los pies. Luego te has pasado dos horas empalmando cables de la torre de alta tensión a tu instalación eléctrica. Esto no es piratear canal plus y estas a punto de palmarla carbonizado un par de veces, pero finalmente lo consigues. Las nubes se han estado arremolinando toda la tarde mientras estáis con los últimos preparativos. La tormenta descarga con toda su intensidad, la lluvia repiquetea con fuerza contra la pizarra del tejado y se cuela por las goteras haciendo que te sientas en medio de una vieja película de Vincent Price.

Ha llegado el momento. Le haces una señal a Feldman y este conecta los fusibles. La energía fluye por los cables y el cuerpo de tu futura novia se contrae y se comba al ser atravesado por miles de voltios mientras rezas para que no se parta en dos y arda junto con el enorme transformador que envía el voltaje correcto a tu sujeto de experimentación.

Cuentas los segundos mientras la corriente vivificadora recorre el cuerpo del sujeto, 12, 13, 14 ... en ese momento los cables no aguantan más y se desintegran en un fogonazo. Rodeado por una nube de chispas, miras por la ventana y observas desde lo alto de la torre como las luces de la ciudad se van apagando hasta quedar totalmente a oscuras.

Te giras y te diriges a la mesa donde yace tu experimento, no estás seguro de que la instalación haya aguantado el tiempo suficiente. Sobre la mesa donde yace el cuerpo, nada se mueve. Te acercas expectante, analizas las constantes preocupado y de repente ves como la mano izquierda se mueve. No puedes evitar un grito de triunfo..... ¡ESTÁ VIVA!

Fascinado empiezas a quitar enchufes y cables de alimentación mientras la mujer reanimada abre los ojos con aire desorientado. Cogiendo un estetoscopio la sientas sobre la camilla e intentando apartar la mirada de sus pechos, la auscultas con atención. Todo parece estar en orden, sus latidos son fuertes y rítmicos y su sistema digestivo también parece funcionar adecuadamente.

—¿Qué es esto?... ¿Dónde estoy?... ¿Quién soy? —afortunadamente a fuerza de ostias tu alemán ha mejorado lo suficiente como para poder entender estas preguntas vacilantes y tratando de no asustarla, le cuentas la historia que has preparado:

—Hola, cariño. —dices— Has tenido un accidente, pero ahora estás a salvo.

—¿Cariño? —pregunta ella extrañada.

—Ah, claro. Es lógico que hayas perdido la memoria por el trauma. Te llamas Minnie. —que mejor nombre para tu ratoncita de experimentación— Tu y yo  llevamos juntos cuatro años. Estábamos pensando en casarnos cuando tuviste un accidente y he tenido que traerte aquí para curarte.

—Pues la verdad es que esto parece más una mazmorra que un hospital. —dice la mujer crítica observando alrededor y tapándose el cuerpo con una sábana— Y ni siquiera hay presupuesto para un pijama. Por cierto, ¿Por qué siento este cuerpo tan raro? Es como si no fuese el mío.

Tú te acercas y tratas de tranquilizarla con un abrazo y un beso. Ella se deja y te devuelve un beso frío y sin pasión. No parece que este muy entusiasmada, quizás es demasiado para un primer día. En ese momento Feldman se acerca y parece recordarle algo.

—Vaya ejemplar, ¿De dónde lo has sacado? —pregunta ella.

—Yo... Es un empleado...

—Pues a mí me parece más bien un  paciente, escoliosis, hipertensión ocular, sarro, orquitis y eso solo con echarle un vistazo... Sera mejor tumbarlo y hacerle una revisión completa, dice levantándose de la camilla y arrebujándose la sábana en torno a su delicioso cuerpo. Habrá que hacerle unas radiografías, unos análisis de sangre, orina y heces y una colonoscopia tampoco estaría de más.

En ese momento lo comprendes. Esa mujer, mejor dicho su cerebro, pertenecía a una doctora en medicina y por lo que se ve no pensaba en otra cosa que en su carrera. Probablemente cuando murió, debió donar su cerebro a la ciencia. Al parecer el chispazo eliminó todos sus recuerdos, pero no lo que era y no te parece que sea precisamente la mujer romántica y afectuosa que esperabas que fuera. Aun así, su cuerpo te atrae con su belleza. No es que seas un cobarde, pero esta mujer te impone demasiado y sus modales autoritarios y un poco despectivos te ponen de los nervios. Además no crees que puedas mantener a esta mujer mucho tiempo en la inopia y tarde o temprano descubrirá lo que has hecho. Temes lo que pueda hacer cuando lo sepa. Indeciso, meditas mientras la mujer palpa y ausculta el cuerpo de Feldman que se deja hacer con una sonrisa babeante. Finalmente tras varios minutos tomas una decisión.

Tienes que reconocer que está muy jugosa, pero su curiosidad y su carácter frío y ligeramente pedante hace que no te sientas especialmente estimulado, así que decides echarle un polvo allí mismo antes de vendérsela a Feldman y conseguir un nuevo cuerpo con lo que consigas de él. Ve a 16

Tras pensarlo detenidamente, decides tener paciencia con ella y te la llevas a la pensión. Ve a 17

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Te has gastado un pastizal, tendrás que alimentarte a base de yatekomos el resto del trimestre, pero estás seguro de que merecerá la pena. Todo parece aliarse esta noche para acompañar tu experimento. Has colocado a tu chica sobre una mesa de acero y la has conectado cables en la frente, el cuero cabelludo, el torso, las manos y los pies. Luego te has pasado dos horas empalmando cables de la torre de alta tensión a tu instalación eléctrica. Esto no es piratear canal plus y estas a punto de palmarla carbonizado un par de veces, pero finalmente lo consigues. Las nubes se han estado arremolinando toda la tarde mientras estáis con los últimos preparativos. La tormenta descarga con toda su intensidad, la lluvia repiquetea con fuerza contra la pizarra del tejado y se cuela por las goteras haciendo que te sientas en medio de una vieja película de Vincent Price.

Ha llegado el momento. Le haces una señal a Feldman y este conecta los fusibles. La energía fluye por los cables y el cuerpo de tu futura novia se contrae y se comba al ser atravesado por miles de voltios mientras rezas para que no se parta en dos y arda junto con el enorme transformador que envía el voltaje correcto a tu sujeto de experimentación.

Cuentas los segundos mientras la corriente vivificadora recorre el cuerpo del sujeto, 12, 13, 14 ... en ese momento los cables no aguantan más y se desintegran en un fogonazo, rodeado por una nube de chispas, miras por la ventana y observas desde lo alto de la torre como las luces de la ciudad se van apagando hasta quedar totalmente a oscuras.

Te giras y te diriges a la mesa donde yace tu experimento, no estás seguro de que la instalación haya aguantado el tiempo suficiente. Sobre la mesa dónde yace el cuerpo nada se mueve. Te acercas expectante, analizas las constantes preocupado y de repente ves como la mano izquierda se mueve. No puedes evitar un grito de triunfo..... ¡ESTÁ VIVA!

Fascinado empiezas a quitar enchufes y cables de alimentación mientras la mujer reanimada abre los ojos con aire desorientado. Cogiendo un estetoscopio la sientas sobre la camilla e intentando apartar la mirada de sus pechos, la auscultas con atención. Todo parece estar en orden, sus latidos son fuertes y rítmicos y su sistema digestivo también parece funcionar adecuadamente.

—¿Qué es esto?... ¿Dónde estoy?... ¿Quién soy? —afortunadamente, a fuerza de ostias tu alemán ha mejorado lo suficiente como para poder entender estas preguntas vacilantes y tratando de no asustarla, le cuentas la historia que has preparado:

—Hola, cariño. —dices— Has tenido un accidente, pero ahora estás a salvo.

—¿Cariño? —pregunta extrañada.

—Ah claro. —finges entender— Tu y yo  llevamos justos cuatro años, estábamos pensando en casarnos cuando tuviste un accidente y he tenido que traerte aquí para curarte.

La mujer mira a su alrededor, pero contrariamente a lo que esperas no parece que el ambiente oscuro y opresivo le resulte extraño, simplemente lo acepta mientras se incorpora en la camilla y se sienta sin molestar en taparse con la sábana que resbala dejando a la vista el hermoso cuerpo que le has proporcionado.

Acercándote lo observas con atención, la sangre vuelve a fluir por sus vasos sanguíneos y su cuerpo recupera poco a poco el color. Tus manos adquieren vida propia y no puedes evitar sobar uno de sus pechos y acaricias el pezón viendo con satisfacción como este se eriza. Levantas la vista y miras a la mujer a los ojos, está observando lo que haces con curiosidad y un aire ligeramente ausente. De repente, sin mediar palabra, te agarra y se echa sobre ti. Tú tropiezas y te caes de espaldas mientras ella te da un tortazo antes de comerte a besos. ¿Qué coño está pasando?

Intentas pensar, pero las manos de la mujer te están desnudando entre gruñidos. No sabes si es por el efecto del experimento, pero estás convencido de que la chica no es normal. Finalmente con la ayuda de Feldman logras apartarla.

—¿Me has ocultado algo? —le preguntas al bedel jadeando.

—Bueno, jefe. Me temo que no te he contado toda la verdad... —dice con esa mirada servil que tanto te desagrada.

—Venga desembucha. —le ordenas.

—La verdad es que el sanatorio era en realidad una institución mental. —responde él mientras sigue peleando por tener controlada a la joven.

La mujer está probablemente loca de atar y aunque no recuerda nada de su vida anterior. Es evidente que el megaelectroshock no ha mejorado su desequilibrio mental. Mecagüen la puta, ahora tienes un cerebro averiado en el cuerpo perfecto. ¿Qué coños vas a hacer? Si te quedas con ella es probable que tarde o temprano la lie parda, pero ¡Está tan buena! Y parece incluso más fogosa de lo que esperabas. De lo que estás seguro es que con ella no te vas a aburrir, pero es un gran riesgo... ¿Qué haces?

Decides que no merece la pena el riesgo y se la venderás a Feldman por 1200 pavos, pero no antes de echarle un buen polvo. 18

Crees que merece la pena tener a esa mujer siempre dispuesta para follar a cualquier hora, así que le das un valium para calmarla un poco y te la llevas a la pensión. 19

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Te has gastado un pastizal, tendrás que alimentarte a base de yatekomos el resto del trimestre, pero estás seguro de que merecerá la pena. Todo parece aliarse esta noche para acompañar tu experimento. Has colocado a tu chica sobre una mesa de acero y la has conectado cables en la frente, el cuero cabelludo, el torso, las manos y los pies. Luego te has pasado dos horas empalmando cables de la torre de alta tensión a tu instalación eléctrica. Esto no es piratear canal plus y estas a punto de palmarla carbonizado un par de veces, pero finalmente lo consigues. Las nubes se han estado arremolinando toda la tarde mientras estáis con los últimos preparativos. La tormenta descarga con toda su intensidad, la lluvia repiquetea con fuerza contra la pizarra del tejado y se cuela por las goteras haciendo que te sientas en medio de una vieja película de Vincent Price.

Ha llegado el momento. Le haces una señal a Feldman y este conecta los fusibles. La energía fluye por los cables y el cuerpo de tu futura novia se contrae y se comba al ser atravesado por miles de voltios mientras rezas para que no se parta en dos y arda junto con el enorme transformador que envía el voltaje correcto a tu sujeto de experimentación.

Cuentas los segundos mientras la corriente vivificadora recorre el cuerpo del sujeto, 12, 13, 14 ... en ese momento los cables no aguantan más y se desintegran en un fogonazo. Rodeado por una nube de chispas, miras por la ventana y observas desde lo alto de la torre cómo las luces de la ciudad se van apagando hasta quedar totalmente a oscuras.

Te giras y te diriges a la mesa donde yace tu experimento, no estás seguro de que la instalación haya aguantado el tiempo suficiente. Sobre la mesa dónde yace el cuerpo nada se mueve. Te acercas expectante, analizas las constantes preocupado y de repente ves como la mano izquierda se mueve. No puedes evitar un grito de triunfo..... ¡ESTÁ VIVA!

Fascinado empiezas a quitar enchufes y cables de alimentación mientras la mujer reanimada abre los ojos con aire desorientado. Cogiendo un estetoscopio la sientas sobre la camilla e intentando apartar la mirada de sus pechos la auscultas con atención. Todo parece estar en orden, sus latidos son fuertes y rítmicos y su sistema digestivo también parece funcionar adecuadamente.

—¿Qué es esto?... ¿Dónde estoy?... ¿Quién soy? —afortunadamente a fuerza de ostias tu alemán ha mejorado lo suficiente como para poder entender estas preguntas vacilantes y tratando de no asustarla, le cuentas la historia que has preparado:

—Hola, cariño. —dices— Has tenido un accidente, pero ahora estás a salvo.

—¿Cariño? —pregunta extrañada.

—Ah claro. —finges entender— Tu y yo  llevamos justos cuatro años, estábamos pensando en casarnos cuando tuviste un accidente y he tenido que traerte aquí para curarte.

La mujer te mira un poco anonadada, pero no parece cuestionar tu endeble historia. La observas mientras se sienta en la camilla y levanta la vista hacia el techo intentando escarbar en su cerebro, pero los voltios han hecho bien su trabajo y no queda ni rastro de sus recuerdos. Finalmente te mira con desconsuelo y se echa a llorar. Tú no puedes evitarlo y sin hacer caso de su espléndido cuerpo la abrazas con ternura. Ella responde y se agarra a ti con desesperación, la mezcla de fragilidad e inocencia que muestra te enamora inmediatamente, este es precisamente el tipo de mujer del que no te resultaría nada difícil enamorarte. Hermosa, dulce, indefensa. No puedes evitarlo y te sientes su príncipe azul. La acoges con tus brazos y le das un largo beso al que ella responde, primero con timidez y luego con desesperada pasión.

Conteniéndote para no follártela allí mismo te apartas y te diriges a un pequeño armario donde tienes ropa que has comprado para ella. Abres la puerta del armarito y la observas mientras ella elige algo para ponerse. No lo puedes evitar y te acercas a ella acariciando su espalda y su culo. En ese momento, con el rabillo del ojo detectas una sombra a tu espalda y te giras con rapidez. Tira una moneda al aire.

Sale cara. Ve a 20

Sale cruz. Ve a 21

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Te has gastado un pastizal, tendrás que alimentarte a base de yatekomos el resto del trimestre, pero estás seguro de que merecerá la pena. Aun así el cerebro estaba en tan malas condiciones que has tenido que retrasar el experimento mientras ponías el órgano a remojo en una solución de electrolitos como si se tratase de un lomo de bacalao.

Tras dos días en la solución, el cerebro parece sorprendentemente recuperado. Quizás después de todo no sea un fiasco. Todo parece aliarse esta noche para acompañar tu experimento. Has colocado a tu chica sobre una mesa de acero y le has conectado cables en la frente, el cuero cabelludo, el torso, las manos y los pies. Luego te has pasado dos horas empalmando cables de la torre de alta tensión a tu instalación eléctrica. Esto no es piratear canal plus y estas a punto de palmarla carbonizado un par de veces, pero finalmente lo consigues. Las nubes se han estado arremolinando toda la tarde mientras estáis con los últimos preparativos. La tormenta descarga con toda su intensidad, la lluvia repiquetea con fuerza contra la pizarra del tejado y se cuela por las goteras haciendo que te sientas en medio de una vieja película de Vincent Price.

Ha llegado el momento. Le haces una señal a Feldman y este conecta los fusibles. La energía fluye por los cables y el cuerpo de tu futura novia se contrae y se comba al ser atravesado por miles de voltios mientras rezas para que no se parta en dos y arda junto con el enorme transformador que envía el voltaje correcto a tu sujeto de experimentación.

Cuentas los segundos mientras la corriente vivificadora recorre el cuerpo del sujeto, 12, 13, 14 ... en ese momento los cables no aguantan más y se desintegran en un fogonazo. Rodeado por una nube de chispas, miras por la ventana y observas desde lo alto de la torre como las luces de la ciudad se van apagando hasta quedar totalmente a oscuras.

Te giras y te diriges a la mesa donde yace tu experimento, no estás seguro de que la instalación haya aguantado el tiempo suficiente. Sobre la mesa donde yace el cuerpo nada se mueve. Te acercas expectante, analizas las constantes preocupado y de repente ves como la mano izquierda se mueve. No puedes evitar un grito de triunfo..... ¡ESTÁ VIVA!

Fascinado empiezas a quitar enchufes y cables de alimentación mientras la mujer reanimada abre los ojos con aire desorientado. Cogiendo un estetoscopio la sientas sobre la camilla e intentando apartar la mirada de sus pechos la auscultas con atención. Todo parece estar en orden, sus latidos son fuertes y rítmicos y su sistema digestivo también parece funcionar adecuadamente.

Tira una moneda al aire.

Sale cara. Ve a 22

Sale cruz. Ve a 23

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¡Malditos sean tus viejos y el resto de tu familia! No te extraña que la I+D en España esté tan mal. Con la mierda de pasta que te han dado, después de conseguir el cuerpo no te ha quedado nada para comprar un cerebro nuevo, así que tendrás que cruzar los dedos y esperar que las drogas no hayan quemado demasiado el cerebro de la chica. La observas allí desnuda y tumbada, con los pechos turgentes y los pezones apuntando al cielo y llegas a la conclusión de que con que sea capaz de mover las manos y las piernas te llegará.

Todo parece aliarse esta noche para acompañar tu experimento. Has colocado a tu chica sobre una mesa de acero y le has conectado cables en la frente, el cuero cabelludo, el torso, las manos y los pies. Luego te has pasado dos horas empalmando cables de la torre de alta tensión a tu instalación eléctrica. Esto no es piratear canal plus y estas a punto de palmarla carbonizado un par de veces, pero finalmente lo consigues. Las nubes se han estado arremolinando toda la tarde mientras estáis con los últimos preparativos. La tormenta descarga con toda su intensidad, la lluvia repiquetea con fuerza contra la pizarra del tejado y se cuela por las goteras haciendo que te sientas en medio de una vieja película de Vincent Price.

Ha llegado el momento. Le haces una señal a Feldman y este conecta los fusibles. La energía fluye por los cables y el cuerpo de tu futura novia se contrae y se comba al ser atravesado por miles de voltios mientras rezas para que no se parta en dos y arda junto con el enorme transformador que envía el voltaje correcto a tu sujeto de experimentación.

Cuentas los segundos mientras la corriente vivificadora recorre el cuerpo del sujeto, 12, 13, 14 ... en ese momento los cables no aguantan más y se desintegran en un fogonazo, rodeado por una nube de chispas, miras por la ventana y observas desde lo alto de la torre como las luces de la ciudad se van apagando hasta quedar totalmente a oscuras.

Te giras y te diriges a la mesa donde yace tu experimento, no estás seguro de que la instalación haya aguantado el tiempo suficiente. Sobre la mesa dónde yace el cuerpo nada se mueve. Te acercas expectante, analizas las constantes preocupado y de repente ves como la mano izquierda se mueve. No puedes evitar un grito de triunfo..... ¡ESTÁ VIVA!

Fascinado empiezas a quitar enchufes y cables de alimentación mientras la mujer reanimada abre los ojos con aire desorientado. Cogiendo un estetoscopio la sientas sobre la camilla e intentando apartar la mirada de sus pechos la auscultas con atención. Todo parece estar en orden, sus latidos son fuertes y rítmicos y su sistema digestivo también parece funcionar adecuadamente.

—¡Jo tío! ¡Qué viaje más chungo! La mierda que me han dado me ha debido sentar mal porque me he quedado tiesa y he tenido un sueño rarísimo. O sea. —dice la modelo a la vez que sacude las manos para dar énfasis a su palabras— Estaba en el cielo, no bueno, o sea justo a la puerta intentando convencer a ese de las llaves... ¿San Bartolomé? Bueno, el caso es que estaba a punto de llegar a un acuerdo cuando...

Con esto no contabas, la joven parece haberse despertado con todos sus recuerdos. La única explicación posible es que la sobredosis solo afectase al sistema vegetativo y pusiese el resto de su cerebro en stand by, esperando una pequeña descarga para ponerse de nuevo en marcha.

Sea cual sea la causa no deja de ser un problema. ¿Revivir un muerto sin autorización estará tipificado en el código penal? Feldman mira a la mujer y luego te mira fijamente a ti como si estuviese evaluando la situación y finalmente desaparece. Durante un instante una intensa sensación de peligro y la necesidad de salir huyendo del pabellón es intensa, pero luego te giras y ves a la deliciosa mujer que has recibido, sentada, aun desnuda, mostrando esos pechos grandes y naturales y el pubis totalmente depilado y te centras de nuevo en ella.

—Hola, ¿Te acuerdas de quién eres? —le preguntas sin desear oír la respuesta.

La joven te mira y se rasca la barbilla levantando esos deliciosos ojos color aguamarina y finalmente responde.

—Pues claro. O sea. Soy Inga Toma. Soy modelo... Aunque no entiendo qué pasa aquí. ¡Qué fuerte! Esta no es mi casa y tampoco parece un hospital, ni tú pareces un médico. O sea, no es por ofenderte...

La chica parece bastante confusa, pero si conserva todos sus recuerdos quizás no sea buena idea quedarse con ella. No contabas con que conservase sus recuerdos y eso es un problema. No sabes que hacer y no tienes mucho tiempo para pensártelo. Al final te decides...

...Y crees que será mejor abandonarla en la calle. Antes, aprovechando su confusión mental decides de echarle un buen polvo allí mismo. Ve a 24

Durante un instante observas su cuerpo desnudo de nuevo y notas como tu cerebro auxiliar te exhorta a follártela allí mismo, pero la mirada extraña de Feldman se vuelve a colar en tu mente poniendo todos tus sentidos alerta. No sabes lo que trama, pero no crees que sea nada bueno. Coges la mochila decidido a irte y dejar a la chica allí para que se las arregle sola, pero te lo piensas mejor. La ves allí desnuda y confusa y te imaginas lo que el bedel puede hacer con ella. No puedes permitirlo. Después de todo es tu responsabilidad. La vistes con ropa que has sacado de un contenedor y la coges de la mano. Ella sonríe y te sigue mansamente. Sabes que puedes meterte en un lío, pero decides ser consecuente y  llevártela a la pensión donde se lo vas a explicar todo. Ve a 25

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¡Malditos sean tus viejos y el resto de tu familia! No te extraña que la I+D en España esté tan mal. Con la mierda de pasta que te han dado, después de conseguir el cuerpo no te ha quedado nada para comprar un cerebro nuevo, así que tendrás que cruzar los dedos y esperar que las bacterias no hayan corroído demasiado el cerebro de la mujer. La observas allí desnuda y tumbada con los pechos turgentes y los pezones apuntando al cielo y llegas a la conclusión de que con que sea capaz de mover las manos y las piernas te llegará.

Todo parece aliarse esta noche para acompañar tu experimento. Has colocado a tu ejemplar sobre una mesa de acero y le has conectado cables en la frente, el cuero cabelludo, el torso, las manos y los pies. Luego te has pasado dos horas empalmando cables de la torre de alta tensión a tu instalación eléctrica. Esto no es piratear canal plus y estas a punto de palmarla carbonizado un par de veces, pero finalmente lo consigues. Las nubes se han estado arremolinando toda la tarde mientras estáis con los últimos preparativos. La tormenta descarga con toda su intensidad, la lluvia repiquetea con fuerza contra la pizarra del tejado y se cuela por las goteras haciendo que te sientas en medio de una vieja película de Vincent Price.

Ha llegado el momento. Le haces una señal a Feldman y este conecta los fusibles. La energía fluye por los cables y el cuerpo de tu futura novia se contrae y se comba al ser atravesado por miles de voltios mientras rezas para que no se parta en dos y arda junto con el enorme transformador que envía el voltaje correcto a tu sujeto de experimentación.

Cuentas los segundos mientras la corriente vivificadora recorre el cuerpo del sujeto, 12, 13, 14 ... en ese momento los cables no aguantan más y se desintegran en un fogonazo. Rodeado por una nube de chispas, miras por la ventana y observas desde lo alto de la torre como las luces de la ciudad se van apagando hasta quedar totalmente a oscuras.

Te giras y te diriges a la mesa donde yace tu experimento, no estás seguro de que la instalación haya aguantado el tiempo suficiente. Sobre la mesa dónde yace el cuerpo nada se mueve. Te acercas expectante, analizas las constantes preocupado y de repente ves como la mano izquierda se mueve. No puedes evitar un grito de triunfo..... ¡ESTÁ VIVA!

Fascinado empiezas a quitar enchufes y cables de alimentación mientras la mujer reanimada abre los ojos con aire desorientado. Cogiendo un estetoscopio la sientas sobre la camilla e intentando apartar la mirada de sus pechos la auscultas con atención. Todo parece estar en orden, sus latidos son fuertes y rítmicos y su sistema digestivo también parece funcionar adecuadamente.

—¿Qué es esto?... ¿Dónde estoy?... —afortunadamente a fuerza de ostias tu alemán ha mejorado lo suficiente como para poder entender estas preguntas vacilantes.

—Tranquila, estas en lugar seguro. —le dices cogiendo su mano.

Ella sin embargo te mira un instante temerosa y la aparta.

—Lo último que recuerdo es perder el conocimiento y luego un túnel con una luz muy intensa al fondo...

Un escalofrío recorre tu columna vertebral está mujer recuerda algo.... Quizás más de lo que te conviene. Con voz temblorosa le preguntas.

—¿Recuerdas quién eres?

—Pues claro que sí. —responde ella con seguridad. Tira una moneda al aire...

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Sale cruz. Ve a 27

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¡Malditos sean tus viejos y el resto de tu familia! No te extraña que la I+D en España esté tan mal. Con la mierda de pasta que te han dado, después de conseguir el cuerpo no te ha quedado nada para comprar un cerebro nuevo, así que tendrás que cruzar los dedos y esperar que las drogas no hayan quemado demasiado el cerebro de la mujer. La observas allí desnuda tumbada con los pechos turgentes y los pezones apuntando al cielo y llegas a la conclusión de que con que sea capaz de mover las manos y las piernas te llegará.

Todo parece aliarse esta noche para acompañar tu experimento. Has colocado a tu actriz sobre una mesa de acero y le has conectado cables en la frente, el cuero cabelludo, el torso, las manos y los pies. Luego te has pasado dos horas empalmando cables de la torre de alta tensión a tu instalación eléctrica. Esto no es piratear canal plus y estas a punto de palmarla carbonizado un par de veces, pero finalmente lo consigues. Las nubes se han estado arremolinando toda la tarde mientras estáis con los últimos preparativos. La tormenta descarga con toda su intensidad, la lluvia repiquetea con fuerza contra la pizarra del tejado y se cuela por las goteras haciendo que te sientas en medio de una vieja película de Vincent Price.

Ha llegado el momento. Le haces una señal a Feldman y este conecta los fusibles. La energía fluye por los cables y el cuerpo de tu futura novia se contrae y se comba al ser atravesado por miles de voltios mientras rezas para que no se parta en dos y arda junto con el enorme transformador que envía el voltaje correcto a tu sujeto de experimentación.

Cuentas los segundos mientras la corriente vivificadora recorre el cuerpo del sujeto, 12, 13, 14 ... en ese momento los cables no aguantan más y se desintegran en un fogonazo. Rodeado por una nube de chispas, miras por la ventana y observas desde lo alto de la torre como las luces de la ciudad se van apagando hasta quedar totalmente a oscuras.

Te giras y te diriges a la mesa donde yace tu experimento, no estás seguro de que la instalación haya aguantado el tiempo suficiente. Sobre la mesa dónde yace el cuerpo nada se mueve. Te acercas expectante, analizas las constantes preocupado y de repente ves como la mano izquierda se mueve. No puedes evitar un grito de triunfo..... ¡ESTÁ VIVA!

Fascinado empiezas a quitar enchufes y cables de alimentación mientras la mujer reanimada abre los ojos con aire desorientado. Cogiendo un estetoscopio la sientas sobre la camilla e intentando apartar la mirada de sus pechos la auscultas con atención. Todo parece estar en orden, sus latidos son fuertes y rítmicos y su sistema digestivo también parece funcionar adecuadamente.

—¿Qué es esto?... ¿Dónde estoy?... —afortunadamente a fuerza de ostias tu alemán ha mejorado lo suficiente como para poder entender estas preguntas vacilantes.

—Tranquila, estas en lugar seguro. —le dices cogiendo su mano.

—¡Vaya! este sitio me recuerda un poco al de una de mis películas... Chupa Esa Polla Hasta Dejarla Seca. —dice la actriz mirando a su alrededor.

Al principio no te das cuenta, pero enseguida caes en la cuenta de que esa mujer no tenía el cerebro tan mal y parece recordarlo todo.

Para confirmar tus sospechas, de repente la mujer abre mucho los ojos....

—Un  momento yo tenía un cáncer cerebral inoperable. ¿Cómo cojones estoy viva?

—Veras, es una historia un poco complicada. —dices sintiendo como una gota de sudor recorre tu sien.

—Adelante, cariño. Soy toda oídos.

Al principio dudas. No sabes cómo va a reaccionar la mujer, pero finalmente decides contarle todos los detalles. Feldman está a tu lado y confirma y rellena las lagunas en tu relato contando cómo consiguió robar el cuerpo de la morgue. Cuando terminas de confesarlo todo ella te hace la pregunta que menos esperas.

—¿Y el cáncer?

—La verdad es que no lo sé. No dispongo aquí de un escáner para hacerte un diagnóstico, pero lo que dice la teoría es que las células cancerosas suelen ser más sensibles a los agentes físicos. Lo más probable es que hayan muerto todas al recibir la descarga de alto voltaje. —respondes— Quizás si te examino, pueda decirte algo más.

—Adelante, cielo. Soy toda tuya. —dice ella tumbándose de nuevo sobre la camilla y estirándose voluptuosamente.

Tratando de poner cara de saber lo que haces, te acercas a la paciente mientras le pides a Feldman que te acerque el kit de urgencias médicas que tenías preparado por si surgía algún problema.

—¿No iras a volver a cortarme, verdad, cariño? —pregunta ella con una sonrisa.

—Pues claro que no, solo voy a hacerte una breve evaluación neurológica. Siéntate, por favor.

—Como quieras, cariño. —dice ella complaciente incorporándose de nuevo, esta vez más bruscamente y dejando que sus enormes pechos se balanceen pesados e invitadores.

Tú te quedas mirando con el pequeño martillo de goma en alto, siguiendo hipnotizado el balanceo de su senos a un lado y a otro hasta que se quedan inmóviles.

—¿Ibas a hacer algo con ese martillito, mi amor?

—Oh, sí. Ejem, perdón. Solo estaba pensando.

La mujer no dice nada, solo suelta una pequeña risita de lo más seductora. Abochornado tratas de tomar una actitud más profesional y sujetando delicadamente uno de sus muslos compruebas el reflejo patelar. Lo repites varias veces, solo para poder seguir con tu mano sobre aquel cremoso muslo. Cuando estas satisfecho prosigues tu examen y recordando todas tus clases, le practicas todos las pruebas que se te ocurren, nistagmos, reflejos, pruebas de visión, sensibilidad y de equilibrio. También le preguntas si siente algún tipo de dolor o sensación rara a lo que ella responde negativamente.

Cuando terminas dejas el instrumental y te acercas un poco más a ella mirándola a los ojos.

—En fin, todo parece estar bien. Necesitarías un escáner o una resonancia para confirmarlo, pero yo diría que estas limpia, aunque deberías hacerte pruebas periódicas y dejar de adoptar conductas de riesgo. Como sabes el cáncer tiene una base genética y podría repetirse.

La mujer sonríe. No parece para nada molesta por el hecho de que la hayas resucitado. Y entonces te coge por la solapa de la bata y te da un beso. Tú congelado no aciertas a reaccionar entonces ella acerca los labios a tu oreja y te susurra:

—No hay dinero para pagar lo que habéis hecho por mí. No puedo creer que vuelva a estar viva y me gustaría compensároslo.

En ese momento coge una mano tuya y otra de Feldman y en un gesto inequívoco se las lleva a cada uno de sus pechos. Feldman y tú os miráis un instante, pero no os lo pensáis mucho más y os acercáis a ella besando y mordisqueando sus hombros su cuello y sus pechos. Herta Slurm, que así se llama la actriz, responde con un largo suspiro y abre las piernas mostrando un sexo depilado y húmedo de deseo.

Sumergiéndote en esa mirada profunda y seductora hundes tus manos en su pelo color platino y le das un beso largo y húmedo mientras Feldman se agacha y comienza comerle el sexo a Herta. No sabes por qué, pero la electricidad parece haberla cargado de energía y la mujer apenas tarda un minuto en correrse. Los dos os apartáis y os desnudáis mientras observáis a Herta contraer y combar su cuerpo en prolongados espasmos.

Cuando finalmente los últimos relámpagos de placer se disipan, Herta se vuelve hacia vosotros y os observa. La verdad es que tú eres un tipo normal, pero Feldman gana bastante desnudo, todo lo que tiene su cuerpo de esmirriado y retorcido lo tiene su polla de grande y recta.

Hasta tu lanzas una mirada apreciativa a ese misil rojo y brillante de más de veinticinco centímetros y no puedes evitar sentirte un poco cohibido por el tamaño más discreto de tu herramienta.

Con una sonrisa hambrienta Herta se baja de la camilla y se arrodilla ante vosotros. Con ojos avariciosos observa y acaricia las dos pollas antes de meterse la tuya en la boca. El sabio chupetón que te propina la actriz hace que todo tu cuerpo se estremezca. Herta sonríe de nuevo y mirándote a los ojos aplica todo su arte hasta llevarte al borde del orgasmo. Es entonces cuando se aparta y tú, suspirando, observas como un fino hilo de saliva cuelga de su barbilla y se pierde entre sus monumentales pechos.

Con un guiño Herta se gira y agarra la polla de Feldman con una mano mientras que con la otra le acaricia suavemente las pelotas. El bedel suelta una risita y castañetea ligeramente los dientes cuando la mujer se mete la punta de esa enorme herramienta en la boca.

Es entonces cuando Herta saca a relucir su mejores capacidades, como una boa constrictor poco a poco se va clavando aquella enorme estaca palpitante en su boca, avanzando centímetro a centímetro hasta hacerla desparecer. Sin apenas creerlo, ambos podéis ver como el miembro de Feldman hace protuberancia en la garganta de la actriz.

Excitado por la visión coges a Herta por la cintura y la obligas a incorporarse y a separar las piernas. Le acaricias el sexo con suavidad y la penetras con tus dedos mientras ella sigue mamando la polla de Feldman con intensidad.

Herta se retuerce y gime con tus caricias hasta que sacándose el miembro del bedel de la boca te ordena que la folles de una vez. No te haces de rogar y obedeces inmediatamente. El coño de Herta es una delicia cálida, resbaladiza y estrecha. De un solo empeñón le metes la polla hasta el fondo. La actriz se pone rígida un instante antes de comenzar a mover las caderas acompañando tus empujones. Feldman a su vez la sujeta por el cabello y comienza a mover sus caderas metiendo profundamente la polla en la garganta de Herta.

En pocos segundos os coordináis y aprovecháis el impulso del compañero para penetrar más profundamente a la mujer que no puede contenerse más y se corre de nuevo.

De dos manotazos os aparta y se exhibe ante vosotros. La mujer es una diosa de la lujuria. Extasiados observáis el cuerpo excesivo y turgente con los enormes pechos estremeciéndose con cada uno de los movimientos de Herta, el sexo hinchado y rebosante de flujos y la saliva cubriendo su boca y su barbilla y escurriendo entre sus pechos.

Feldman no puede aguantarse más y se acerca a ella, besando sus pechos y frotando su herramienta contra su pubis suave y brillante. Herta, amorosa, lo abraza y acaricia su chepa con suavidad sin ningún atisbo de repulsión. Tras unos segundos le obliga a levantar la vista y le da un largo beso a la vez que le obliga a tumbarse en el suelo.

—¡Oh! ¡Mein gott! Exclama la mujer al subirse encima y meterse la enorme polla del bedel.

Feldman suelta una risita y se deja cabalgar con evidentes muestras de placer. Finalmente, tú te recuperas de la visión y te acercas a la cara de Herta que sin dejar de mover las caderas se agarra a tu miembro y se lo mete en la boca.

Con una habilidad fruto del prolongado entrenamiento, se dedica a chupar y a mover sus caderas hasta llevarnos a ambos al borde del orgasmo. En ese momento para y nos da una tregua que no dura mucho. Su cuerpo sudoroso y jadeante es como un imán que te atrae. Deseas meterle la polla empujar salvajemente dentro de su cuerpo y descargarte dentro de ella hasta hacerla enloquecer de placer.

Ella percibe tu deseo, y sonríe atrayéndote hacía ella pero en vez de descabalgar de Feldman separa sus glúteos y te muestra el estrecho agujero de su ano. Mientras Feldman sigue moviéndose bajo la mujer tú te inclinas y le besas la entrada de su esfínter que se contrae involuntariamente ante el contacto con tu lengua.

Herta suspira y tú la penetras con la lengua. Herta gime se retuerce de placer, pero no tarda mucho en pedirte que la sodomices. Dubitativo acercas la polla a su ano con precaución, no quieres hacerla daño. La actriz en cuanto nota el contacto de su culo con la punta de tu glande no se lo piensa y cogiéndote la polla se la mete de un solo golpe con un grito de triunfo.

El culo de Herta es delicioso, aun más estrecho que su coño. Su esfínter se cierra en torno al tallo de tu miembro estrujándolo y volviéndote loco de placer. Cuando te das cuenta te has acompasado con Feldman y estáis follando a la actriz salvajemente. Herta grita y os insulta intentando provocaros para que la deis más fuerte.

Finalmente ella experimenta un orgasmo sensacional, pero vosotros estáis ciegos y seguís empujando a un ritmo infernal dentro de ella. Un siguiente orgasmo de la actriz hace que todo su cuerpo se estremezca y provoca que vosotros os corráis finalmente llenando su coño y su ano de vuestro ardiente semen hasta quedaros totalmente vacios.

Finalmente os apartáis. Coges a Herta en brazos y la depositas sobre la camilla. Es una lástima que conserve sus recuerdos, podría haber sido todo lo que necesitabas. La observas de nuevo jadeante, brillante de sudor y con el semen de ambos escurriendo entre sus piernas.

Ella sonríe y abriendo las piernas se masturba con suavidad invitándote a follarla de nuevo. No sabes cómo pero vuelves a estar empalmado de nuevo y no te lo piensas...

Seis meses después...

Te sientas en el sofá con una caja de clínex al lado y te dispones a ver la nueva película de Herta. Hay que reconocer que le va bien. Cuando resucitó a nadie pareció importarle de donde venía y ha vuelto a su trabajo, eso sí con un nuevo compañero de trabajo. Al parecer la polla de Feldman hace furor y  se ha convertido en una estrella del porno. ¡Hay que joderse! ¡Las vueltas que da la vida! Tú sin embargo, sin atreverte a volver a repetir el experimento has vuelto a España, has terminado la carrera y sigues sin comerte un colín.

Pones la película y tratas de evadirte de tu aburrida realidad. Al parecer la película es una parodia de El Jorobado de Notre Dame y estás empezando a pelártela viendo como Herta baila desnuda colgando de las cuerdas del campanario cuando alguien llama a la puerta.

Renegando te metes la minga en los pantalones y te acercas a la puerta preguntándote quién coños será a esas horas de la noche. En el descansillo dos hombres trajeados con pinganillos y gafas de sol te ordenan amablemente que les acompañes. Estás a punto de negarte, pero hay algo en sus caras que te dice que no conviene cabrearles.

Fuera os espera una limusina. En cuanto te sientas, el vehículo sale quemando rueda en dirección al aeropuerto.

—Lo siento, pero no he traído el pasaporte. —dices intentado escabullirte.

—No se preocupe, no es necesario.

La limusina se salta la entrada al aeropuerto y se dirige directamente a las pistas aparcando al lado de un Lear Jet. Sin una palabra te empujan suave pero firmemente hasta el interior del avión. Como en un sueño te ves elevado en el aire y tras un viaje de poco más de una hora aterrizas en París Orly. ¿Qué demonios haces allí? De nuevo sin perder un segundo los hombres de negro te sacan y te meten en otra limusina similar a la anterior. Solo cuando entras en el recinto de Eurodisney empiezas a imaginar que es lo que te ha traído hasta aquí.

No tienes ni idea de cómo diablos se han enterado, pero cuando la limusina entra en una de las naves de mantenimiento descubres una réplica exacta del laboratorio de Frankenstein.

Sales de la limusina y se acerca a ti otro hombre trajeado. Este parece ser más educado y te ofrece la mano presentándose como Calvin Smith. Mientras te enseña el instrumental, con el rabillo del ojo ves como dos hombres sacan un bloque de hielo de una cámara frigorífica. Os acercáis y en el interior distingues el cuerpo de Walt Disney.

—Supongo que ya te imaginas lo que queremos de ti. —dice el hombre hurgando en su bolsillo.

Tú vas a decir que es imposible que esa etapa de tu vida ha terminado, pero el hombre saca un cheque en blanco y no tardas ni una milésima de segundo en ordenar a los operarios que metan a Walt en el microondas....

FIN

13

¡Malditos sean tus viejos y el resto de tu familia! No te extraña que la I+D en España esté tan mal. Con la mierda de pasta que te han dado, después de conseguir el cuerpo no te ha quedado nada para comprar un cerebro nuevo, así que tendrás que cruzar los dedos y esperar que el traumatismo y el posterior tratamiento no hayan deteriorado demasiado el cerebro de la mujer. La observas allí desnuda y tumbada, con los pechos turgentes y los pezones apuntando al cielo y llegas a la conclusión de que con que sea capaz de mover las manos y las piernas te llegará.

Todo parece aliarse esta noche para acompañar tu experimento. Has colocado a tu desconocida sobre una mesa de acero y después de repararle el hueso temporal y coserle el cuero cabelludo con habilidad le has conectado cables en la frente, el cuero cabelludo, el torso, las manos y los pies. Luego te has pasado dos horas empalmando cables de la torre de alta tensión a tu instalación eléctrica. Esto no es piratear canal plus y estas a punto de palmarla carbonizado un par de veces, pero finalmente lo consigues. Las nubes se han estado arremolinando toda la tarde mientras estáis con los últimos preparativos. La tormenta descarga con toda su intensidad, la lluvia repiquetea con fuerza contra la pizarra del tejado y se cuela por las goteras haciendo que te sientas en medio de una vieja película de Vincent Price.

Ha llegado el momento. Le haces una señal a Feldman y este conecta los fusibles. La energía fluye por los cables y el cuerpo de tu futura novia se contrae y se comba al ser atravesado por miles de voltios mientras rezas para que no se parta en dos y arda junto con el enorme transformador que envía el voltaje correcto a tu sujeto de experimentación.

Cuentas los segundos mientras la corriente vivificadora recorre el cuerpo del sujeto, 12, 13, 14 ... en ese momento los cables no aguantan más y se desintegran en un fogonazo, rodeado por una nube de chispas, miras por la ventana y observas desde lo alto de la torre como las luces de la ciudad se van apagando hasta quedar totalmente a oscuras.

Te giras y te diriges a la mesa donde yace tu experimento, no estás seguro de que la instalación haya aguantado el tiempo suficiente. Sobre la mesa dónde yace el cuerpo nada se mueve. Te acercas expectante, analizas las constantes preocupado y de repente ves como la mano izquierda se mueve. No puedes evitar un grito de triunfo..... ¡ESTÁ VIVA!

Fascinado empiezas a quitar enchufes y cables de alimentación mientras la mujer reanimada abre los ojos con aire desorientado. Cogiendo un estetoscopio la sientas sobre la camilla e intentando apartar la mirada de sus pechos la auscultas con atención. Todo parece estar en orden, sus latidos son fuertes y rítmicos y su sistema digestivo también parece funcionar adecuadamente.

—¿Qué es esto?... ¿Dónde estoy?... —afortunadamente a fuerza de ostias tu alemán ha mejorado lo suficiente como para poder entender estas preguntas vacilantes.

—Tranquila, estas en lugar seguro. —le dices cogiendo su mano y suspirando de alivio al ver que el cerebro no estaba tan mal como sospechabas.

En ese momento tus palabras parecen despertar algún recuerdo y mira a su alrededor con temor a la vez que se tapa el cuerpo con la sábana. Es evidente que el trauma de su muerte ha vuelto golpeándola con fuerza.

—¿Dónde estoy? —vuelve a preguntar— ¿Eres uno de los hombres de Wolfgang?

—No, claro que no. No quiero hacerte ningún daño.

La mujer te mira un instante y cuando ve en tus ojos que no mientes, se derrumba y se echa a llorar. Tú, sin saber muy bien qué hacer, la abrazas y ella se agarra a ti con desesperación. Mientras lo haces, tomas una decisión. Es evidente que la mujer cree estar en peligro. Tu primer instinto es darle algo de ropa y abandonarla a su suerte, pero hay algo en ella, quizás sea su fragilidad, que te atrae poderosamente.

Cogiendo ropa que habías preparado previamente para ella, la vistes y cogiéndola delicadamente por los hombros le dices que se lo contarás todo, pero que este no es el lugar adecuada. Despidiéndote de Feldman que te mira con cara de envidia, la llevas a la pensión y eludiendo con habilidad a tu casera la cuelas en tu habitación.

Antes de nada calientas un par de sopas deshidratadas y coméis un poco. La sopa, a pesar de estar asquerosa os calienta el cuerpo y parece reconfortar un tanto a la mujer. Es entonces cuando procurando ser lo más delicado posible le cuentas como conseguiste su cuerpo y lo que hiciste con él.

Cuando terminas la mujer te mira. Dos grandes lagrimones surgen de sus ojos que siguen siendo grises, pero ahora te parecen cálidos y tristes.

—Entonces he estado muerta...

—Sí y ahora lamento mucho haber hecho todo esto. Reconozco que he sido un irresponsable. Nunca pensé que recuperarías tus recuerdos. Si decides denunciarme lo entenderé... —respondes compungido— Sí recuerdas todo te ayudaré a recuperar tu vida, aunque eso me suponga la cárcel.

La mujer abre un poco más los ojos, sorprendida por tu sinceridad y te abraza. Asombrado le devuelves el abrazo sin reparar en el ligero aroma a formol y corrupción que desprende.

—La verdad es que no recuerdo demasiado. Sé que me llamo Ilse Müller y tengo la sensación de estar en peligro, pero no recuerdo mucho más, solo destellos, como las fotos de un álbum; jugando con mi hermano Dieter, corriendo en alguna competición, saludando en una ceremonia de graduación con el diploma en la mano... Y cuando intentar escudriñar algo más me bloqueo... ¡Es tan desesperante!

—Tranquila, en estos casos lo mejor es relajarte y dejar que los recuerdos vengan a ti espontáneamente. ¿Por qué no te das un buen baño relajante? Seguro que eso ayuda.

Antes de que ella pueda decir nada te diriges al baño, le preparas la bañera y la dejas sola para que se desnude y se meta en ella. Desde la habitación oyes el agua chapotear débilmente y tienes que controlarte para no desnudarte y meterte en la bañera con ella. Para distraerte de esos pensamientos abres el portátil y haces una búsqueda del nombre de la mujer. Enseguida lo entiendes todo.

Entusiasmando entras en el baño como una tormenta. Ilse pega un respingo asustada y se tapa el cuerpo. Tú, azorado, interpones el portátil entre tus ojos y ella y deshaciéndote en disculpas le dices que has encontrado algo. Apoyas el ordenador en una banqueta a la altura de los ojos de Ilse y le explicas lo que has encontrado sobre ella en internet.

Al parecer Ilse Müller es la única heredera de la fortuna de los Hoffenstauffen, una de las familias más ricas de Alemania. Por lo que has podido averiguar, llevabas casada con el barón  Hoffenstauffen diez años cuando un paro cardíaco acabó con su vida hace una semana. A pesar de que le barón lo dejó todo arreglado y todos saben que Ilse será la que lo herede todo, falta una formalidad. En unos días debería estar presente en la lectura del testamento para poder heredar, si no, la fortuna de la familia irá a parar a los avariciosos sobrinos.

Ilse no necesita más información. De repente lo recuerda todo. La visita de su sobrino Wolfgang, la pelea y el golpe con la estatuilla de bronce en la cabeza y la... muerte.

La mujer abrumada se desmaya y tú tienes que pescarla de la bañera para que no se ahogue. Con suma delicadeza la secas y la llevas a la cama. Instantes después se despierta y te acaricia la cara mirándote a los ojos.

—Me has salvado la vida... otra vez.

—Bueno, no sé si lo de esta noche puede llamársele técnicamente salvarte la vida. No sé si estoy muy orgulloso de ello.

—¿Si hubiese estado muerta solo unos segundos y me hubieses aplicado las palas para reanimarme te sentirías culpable? —pregunta ella.

—No. —respondes tú.

—Pues piensa que esto es lo mismo solo que han pasado algo más que unos segundos. Y por si fuera poco estas luchando contra una injusticia.

Tú abres la boca para replicar pero ella te tapa la boca con un beso. Sorprendido te dejas hacer mientras ella pega su cuerpo desnudo contra ti. Tratas de pensar con claridad, pero te sientes atraído y abrumado por su presencia y el aroma a jabón que emana de su piel, así que dejas que ella deslice las manos finas y cálidas bajo tu ropa, explorando tu cuerpo sin dejar de besarte lo labios el cuello y la mandíbula.

—No sé si deberíamos hacer esto....

—Deja ya de culparte. Mi vida, a pesar de lo que parezca ha sido una continua humillación. No sé lo que dice internet sobre el barón, pero era un grandísimo hijo de puta. Me humillaba constantemente y me obligaba a someterme a las perversiones más abyectas. Tú sin embargo además de devolverme mi vida me has tratado con respeto. Sé que te sientes atraído por mí y yo siento exactamente lo mismo. Déjate de tonterías y déjame demostrarte mi agradecimiento.

El pequeño discurso acaba con tu resistencia y por fin le devuelves el beso. En cuestión de segundos estas desnudo encima de ella acariciando sus pechos y reposando tu polla erecta su pubis deseando que ella sienta y comparta tu excitación.

No la penetras inmediatamente. Tenéis toda la noche así que sin apresurarte acaricias su cuerpo y lo recorres completamente con tus besos. Notas como ella está tan excitada como tú. Sus pezones se erizan y los labios de su vulva se hinchan y se enrojecen ligeramente. Excitado acercas tus labios a ellos y les das un suave lametón. Ilse suspira y abre un poco más las piernas invitándote a explorarla. Tú la ignoras y coges una de sus piernas, admirando su pálida esbeltez, acaricias y mordisqueas sus muslos, sus pantorrillas y sus tobillos mientras ella incapaz de contenerse se masturba.

Apartando sus manos con brusquedad te inclinas y envuelves su sexo con la boca. Ella gime y comba su cuerpo presa de un placer incontenible. Tú chupas, lames y mordisqueas glotonamente hasta que no puedes controlarte más y colocándote entre sus piernas la penetras con suavidad.

Ilse suelta un largo gemido y te mira los ojos antes de agarrarse a tus brazos y pedirte que le hagas el amor. Tú entras en ella una y otra vez con suavidad sin dejar de acariciar su cuerpo esbelto y elástico conteniendo tu ardor intentando que este placer se prolongue indefinidamente en el tiempo.

Entre gemidos Ilse te susurra al oído palabras de amor que te excitan y a la vez generan en ti una sensación de amor profundo y sincero. Con un suave empujón Ilse se aparta y se levanta de la cama dándote la espalda.

Observas encandilado su culo y sus piernas y te levantas para acariciarlos. Ella aparta la melena y se gira para mirarte mientras separa sus piernas en una invitación inequívoca. Tú te pegas aun más contra ella, deslizas tus manos por su vientre y te agarras a sus pechos mientras le das un largo beso a la vez que la empujas con suavidad contra un aparador sobre el que ella apoya las manos.

Incapaz de esperar un segundo más guías tu miembro hasta su vagina. Esta vez te dejas llevar por la lujuria y sin romper el contacto visual con ella, le propinas una larga serie de empujones secos y profundos que la hacen estremecer hasta que no puedes contenerte más y te corres con un ronco gemido. Deseoso de que ella sienta lo mismo aceleras aun más tus embates hasta que su cuerpo tiembla atravesado por mil relámpagos de placer.

Ilse gime y se retuerce con sus piernas cruzadas en torno a tus caderas, mientras tú la sujetas manteniendo tu polla dentro de ella, sintiendo las contracciones de su sexo recorrido por un prolongado orgasmo.

Finamente Ilse se separa y poniéndose de puntillas, te abraza con gesto satisfecho. La coges en brazos y sin dejar de besarla la llevas a la cama.

El resto de la noche la pasáis haciendo el amor, aprovechando los pequeños descansos que os dais para hacer planes.

Pasáis el resto de la semana escondidos hasta que llega el día de la lectura del testamento. Cinco minutos antes de que expire el plazo os presentáis cogidos de la mano. Por el estupor general, sabéis inmediatamente que todos los sobrinos están en el ajo. Tras un primer momento de duda, todo miran a Wolfgang con cara de pocos amigos. El abogado parece no darse cuenta y procede a la lectura del testamento y cuando termina a petición de Ilse abandona el despacho.

El discurso de Ilse es corto. Básicamente les dice a sus familiares que si alguno de ellos vuelve acercarse a menos de dos kilómetros de ella les destruirá. Nunca has visto una cara de determinación semejante y los sobrinos vencidos se retiran. Saben perfectamente que ya no tienen nada que hacer.

Os quedáis solos en el despacho. Ilse te abraza y te da un largo beso.

—¿Qué tal si vamos a nuestro castillo, barón?

—Ah, ¿Pero tenemos un castillo? —preguntas tú.

—En realidad tenemos dos. El de Mónaco solo es para las vacaciones.

Sonriendo coges a Ilse por la cintura y la acompañas fuera del despacho. Cuando llegaste a Alemania te imaginabas muchas cosas, pero jamás se te hubiese ocurrido una forma tan tortuosa de dar el braguetazo del siglo...

FIN

14

Tira el dado; si sacas un uno, tu familia no ha sido nada espléndida y solo consigues cincuenta asquerosos pavos. Si sacas un dos, te han dado cuatrocientos. Si consigues un tres o un cuatro, has logrado que se estiren un poco más y te dan setecientos cincuenta. Si lo que consigues es un cinco o un seis, has vuelto a engañar a esos lelos y les has sableado mil euros que se unen a los mil que has ahorrado trapicheando con la maría que tienes plantada en tu apartamento. (Apunta el dinero del que dispones y no olvides sumarle los mil euros que has logrado ahorrar) ve a 1

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¡Tu familia son una pandilla de usureros! A pesar de que te has arrastrado y has suplicado no has conseguido sacarles ni un triste euro. Aunque en realidad, pensándolo bien, tampoco puedes culparles. Después de aquella vez que les sacaste pasta para un viaje al CERN que resultó ser un fin de semana de juerga antológico en Ibiza o la vez que les sacaste otro montón de pasta para estudiar inglés y que en realidad consistió en  una semana de vacaciones bestial en Magaluf, no te extraña que estén un poco escaldados y  tampoco puedes culparles. Encogiéndote de hombros te conformas con los mil euros que has ahorrado trapicheando con la maría que cultivas en tu apartamento y te diriges al corazón de Baviera. (Apunta el dinero del que dispones y no olvides sumarle los mil euros que has logrado ahorrar) ve a 1

16

Tienes que reconocerlo, esta tía te da mal rollo. A pesar de que el resultado del experimento ha sido un éxito, no terminas de estar contento. Cuando te embarcaste en este proyecto te imaginabas que el resultado sería una mujer mucho más inocente a la que poder modelar el carácter hasta conseguir tu mujer ideal. Pero esta mujer es inteligente e independiente y a pesar de estar ofuscada, sabes que esta situación no durará mucho tiempo y cuando espabile te verás en un lío de tres pares de cojones.

Lo meditas un buen rato mientras la mujer está trasteando en el cuerpo de Feldman que se deja hacer con una sonrisa babeante. Finalmente viendo la actitud de Feldman se te ocurre una salida que quizás no termine en desastre. Le venderás la chica al bedel y con lo que saques volverás a intentarlo. Quizás cambiando ligeramente el voltaje o el amperaje puedas conseguir el resultado deseado.

En ese momento con las dos manos ocupadas la sábana resbala y observas de nuevo el cuerpo desnudo de la mujer y te dices que antes de venderla quizás puedas echarle un polvo antes de que se recupere de la confusión creada por su resurrección.

Caliente como un burro te acercas y recoges la sábana y de paso que se la vuelves a colocar  aprovechas para recorrer y palpar su cuerpo hasta que tus manos se cierran en torno a sus pechos.

La mujer se pone rígida un instante mientras tú te aprietas contra ella, pero no te rechaza así que tu aprovechas la situación.

—Cariño, ahora no. Estoy con un paciente.

Al menos no te ha soltado un mamporro así que con la excusa de que está a punto de venir un colega a cuidar de él la coges por la muñeca y te la llevas por un corto pasillo al ala de internamiento de pacientes y la metes en la primera habitación que encuentras con la puerta abierta. Feldman tumbado en la camilla te mira con acritud, pero tú le guiñas un ojo a espaldas de Minnie y con un gesto le dices que te espere allí.

La cama de muelles no parece demasiado cómoda y el colchón esta mohoso, pero tú le quitas la sábana a la mujer y lo cubres con ella. Tu ratoncita mira alrededor con curiosidad pero no parece extrañada por el mobiliario ruinoso y el aparente desorden. Tus ojos en cambio solo están fijos en ese cuerpo de diosa e incapaz de contenerte más la abrazas por la cintura y le besas el cuello y la mandíbula.

Al principio la mujer no parece reaccionar, pero poco a poco tus labios y tus manos le van recordando sensaciones olvidadas en la muerte y en cuestión de un par de minutos está retorciéndose y gimiendo.

—¿Pero no estabas trabajando? —pregunta ella a pesar de que notas que cada vez está más excitada.

—No te preocupes, ahora mismo tengo media hora de descanso. Mis colegas se ocuparan de mis pacientes durante un rato. —respondes controlando tu exasperación.

Antes de que se le ocurra alguna idiotez más, te desnudas apresuradamente y con suavidad la empujas hacia la cama. Ella obediente se deja tumbar boca arriba y abre las piernas complaciente. Tú te lanzas sobre ella. Has perdido la cuenta del tiempo que hace que no echas un polvo en condiciones y nunca lo has hecho con una belleza semejante, así que no sabes ni por dónde empezar. Tus manos y tus labios van de los pechos a la boca, de la boca a las manos, de las costillas al ombligo, hasta terminar en su sexo.

A pesar de que sabe un poco a rancio, nunca has degustado nada tan suculento. Introduces tu lengua en su sexo acariciando las paredes de la vagina, la vulva y el clítoris haciendo que la mujer se revuelva entre fuertes gemidos.

Ha llegado el momento e incorporándote te coges la polla y la diriges a su coño. Cuando vuestros sexos contactan un chispa de estática salta entre vosotros haciendo que durante un instante te olvides de respirar asaltado por una oleada de placer inesperado que casi hace que te corras.

Cuando te recuperas vuelves a acercar tu polla expectante, pero no pasa nada, así que le clavas tu miembro hasta el fondo. Tu exótico experimento gime y se agarra a tus brazos hincando sus uñas en ellos mientras tu empiezas a moverte en su interior cada vez con más intensidad. Vuestros pubis chocan con violencia y el placer estalla con cada golpe. Al parecer Minnie está disfrutando como una loca porque no para de pedirte más y más. Tu tratas de complacerla, pero finalmente tienes que separarte un instante para no correrte.

Ella hace un mohín y se explora el sexo con sus dedos antes de llevárselos a la boca. La observas saborearlos mientras acaricias su vientre y sus muslos hasta que aparta las manos de sus labios y se da la vuelta poniéndose a gatas y meciendo ligeramente las caderas. La visión de ese culo redondo te ciega y te abalanzas sobre ella. Tus labios se cierran en torno a su vulva mientras con un dedo le exploras el ano. Ella gime y se retuerce justo antes de que un orgasmo la paralice.

Tú apenas te das cuenta y sigues besando y lamiendo su sexo rebosante de flujos unos minutos más antes de cogerte la polla y penetrarla de un solo golpe. Minnie grita y pone el culo en pompa para que le des más fuerte. Entre bramidos la agarras por las caderas y la das polla con todas tus fuerzas. Ambos rebotáis en el somier de muelles y una nube de polvo os rodea. Los ojos te pican y estás a punto de estornudar, pero ya no puedes parar, nada te puede parar. Te corres abundantemente dentro de tu ratoncita y sigues empujando dentro de ella con golpes secos y apresurados hasta que ella se derrumba en medio de salvajes alaridos de placer.

Caíes exhaustos sobre la vieja cama carcomida que no aguanta más y se rompe dando con vuestros huesos en el suelo.

Cuando te repones la miras de nuevo y estás a punto de arrepentirte, pero su mirada cada vez más despierta e inteligente te dice que no es buena idea. Tras un par de minutos la ayudas a levantarse y la llevas de nuevo a la torre donde Feldman te espera sentado sobre la mesilla. Tú le indicas a Minnie un armario donde has guardado un poco de ropa que has robado de un contenedor y mientras la mujer trastea con las prendas, Feldman y tú entabláis un corto regateo. Como esperabas el bedel está loco por quedársela y no parece estar nada preocupado por la actitud de la mujer así que consigues sacarle bastante más de lo que esperabas.

Al día siguiente te levantas pensando en repetir el experimento, pero cuando llegas a la universidad te das cuenta de que no lo pensaste bien cuando le vendiste la mujer a Feldman. El bedel no aparece por ninguna parte y lo necesitas para conseguir nuevo material. Por si fuera poco,  el apagón que has provocado ha generado una reacción en cadena fundiendo cientos de transformadores y hundiendo en la oscuridad todo el sur de Alemania.

Por lo que logras entender de las conversaciones que captas a tu alrededor, los alemanes son unos fanáticos del orden y están cabreadísimos. Afortunadamente con la descarga los cables que habías empalmado se desintegraron y eso hace que los Fritzs estén totalmente desorientados.

Los días pasan y por fin comienzas a sentirte un poco más seguro. Según los periodistas la investigación ha llegado a un punto muerto y por fin puedes pasearte de nuevo por la facultad y terminar tu beca. Las últimas semanas las dedicas a estudiar y logras aprobar la mayoría de los exámenes. Al que no has vuelto a ver es a Feldman, así que cuando aparece el último día para despedirse te sorprendes bastante.

Le saludas amigablemente aunque le notas un poco diferente. Le preguntas que tal está y el te responde que es el hombre más feliz del mundo. A pesar de todo notas algo raro en él. Unas gotas de sudor corren por su frente y tiene en los labios una mueca extraña como si llevase estreñido varios días. Solo cuando te acercas un poco más notas que ha crecido.

—¿Qué tal Minnie? ¿Recuerda algo?

—No, no tiene ni idea de lo que pasó. Lo único que conserva es su aptitud para la medicina.

—Eso es estupendo. —le digo intentando imaginar cual es el pero y solo cuando le palmeo la espalda y se me clavan unos hierros en la palma de la mano empiezo a entender.

—Sí, amigo. —me confirma levantándose un poco el jersey para enseñarme una maraña de hierros que se le clavan dolorosamente en la espalda, presionando y tirando hasta colocar su retorcida columna vertebral en su posición anatómica— El sexo es genial. Su cuerpo es un volcán, pero como no puede tener un trabajo emplea todos sus conocimientos en mí. Me ha puesto un arnés de hierro que cubre todo mi tronco y por medio de tornillos y roscas me está devolviendo la columna a su sitio. Duele un poco, eso sí. —añade ahogando un gemido cuando cambia de postura— Pero las noches cuando me quito el trasto y nos metemos en la cama lo compensan...

FIN

17

Tienes que reconocerlo, esta tía te da mal rollo. A pesar de que el resultado del experimento ha sido un éxito, no terminas de estar contento. Cuando te embarcaste en este proyecto te imaginabas que el resultado sería una mujer mucho más inocente a la que poder modelar el carácter hasta conseguir tu mujer ideal. Pero esta mujer es inteligente e independiente y a pesar de estar ofuscada, sabes que esta situación no durará mucho tiempo y cuando espabile te verás en un lío de tres pares de cojones.

Lo meditas un buen rato mientras la mujer está trasteando en el cuerpo de Feldman que se deja hacer con una sonrisa babeante. Por un instante se te pasa por la cabeza vendérsela a tu ayudante, pero en el fondo te sientes responsable, así que la coges de la mano y la apartas del Bedel que refunfuña al ver como apartas las manos cálidas de la doctora de su vientre.

Con suaves empujones la apartas de su paciente y la guías hasta un armario donde has metido ropa que has robado de un contenedor, diciéndola que ya está lista para que le den el alta. Te cuesta unos minutos convencerla. Te hace pregunta tas pregunta hasta que estás a punto de perder los nervios, pero tú le respondes con escuetos monosílabos mientras la ayudas a vestirse.

Rodeándola por los hombros te la llevas rápidamente seguido por la furiosa mirada de Feldman que evidente quiere que la doctora le haga el reconocimiento completo. Cuando salís al exterior, la oscuridad del apagón os protege de miradas indiscretas. Es evidente que Minnie aun esta acostumbrándose a su nuevo cuerpo, pero no puedes perder tiempo así que la coges por la cintura para ayudarla a mantener el equilibrio y la llevas tan rápido como puedes. Finalmente, con un suspiro de alivio cierras la puerta de tu habitación a tus espaldas.

Justo en ese momento alguien pica a la puerta haciéndote pegar un salto. Obligas a la doctora a esconderse en el baño  cagándote en Feldman. Seguro que te ha denunciado a la policía al FBI a la CIA...

Abres la puerta cagado de miedo para dar con la rubicunda cara de la dueña de la pensión. Casi no entiendes la jerga de la Selva Negra de la que es oriunda la mujer, pero la media docena de velas perfumadas que lleva en la mano de tan una pista de la razón de su aparición. Tras darle las gracias cierras la puerta y enciendes las velas colocándolas sobre todas las superficies horizontales de la habitación.

La luz de las velas le da un aire íntimo a la habitación, el adecuado para hacer confesiones. Minnie sale del baño con timidez, pero con el rostro serio. Es evidente que su confusión está disipándose.

—Tú no eres mi marido, ¿Verdad?

—Tienes razón.

—Aun no lo recuerdo todo. —dice ella— Pero sé que me llamo Ulrica y sé que jamás he estado casada. ¿Me puedes explicar qué está pasando?

Sabes que esa mujer no se va a dar por vencida hasta conocer la verdad y tras meditarlo unos segundos reconoces que es mejor que la oiga de tus labios antes de que ella se entere por su cuenta. Además cuentas con su formación científica para que entienda y agradezca el haberla resucitado lo suficiente como para que no te denuncie.

Con un gesto de la mano la invitas a sentarse a tu lado y le cuentas todo, de pe a pa, omitiendo únicamente el objetivo de tu experimento. Ella al principio parece un poco incrédula, pero yo le enseño los diarios de Victor. Pasamos varias horas estudiando las notas y comentando las conclusiones hasta que las primeras luces del amanecer nos sorprenden.

—Tengo otra pregunta. —dice ella.

—Adelante.

—¿Por qué me elegiste a mí?

—Bueno, el cerebro del cuerpo que llevas ahora estaba inservible así que conseguí el tuyo por medio de Feldman.

—Así que fue una casualidad, no me escogiste por mi talento. En realidad la elegiste a ella. —replica Minnie apretándose los pechos con indignación. Me puedo imaginar por qué.

—Yo... En realidad no...

—¿Sabes que en mi antiguo cuerpo era virgen? —le interrumpió ella quitándose la ropa hasta quedarse en ropa interior frente al espejo del armario— Todos mis colegas me estimaban por mi intelecto, pero como era baja, rechoncha y mi rostro era vulgar, ni se les ocurría acercase para conocerme un poco más a fondo. Ellos creían que no lo sabía, pero me llamaban la cerdita o la bola de billar... —su discurso se interrumpió con un gemido— Por eso doné mi cuerpo a la ciencia, porque lo odiaba... Ahora sin embargo me has dado un cuerpo espléndido. Quizás después de todo Dios es justo.

Ulrica se da la vuelta. Estaba espléndida aun con aquellas bragas gastadas y el sujetador agujereado.

—No sé por qué. Será el morbo, pero quiero que tú seas el primero. —dice soltándose el sujetador y sentándose encima de ti. El contacto de su cuerpo en tu regazo te excita instantáneamente y cuando ella acaricia tu mejilla y te besa tú respondes con entusiasmo. Después de todo quizás estuvieses equivocado con ella. Apartando con cuidado los diarios de Frankenstein os tumbáis sobre la cama. Coges entre tus manos sus deliciosos pechos, los besas y chupas sus pezones provocando un primer gemido de excitación de la mujer.

Con suavidad, procurando no asustarla, te colocas a su lado y acaricias su cuerpo con lentitud besando su cuello y su barbilla hasta que finalmente deslizas tu mano por debajo de su braguita. Ulrica gime al sentir tus dedos deslizarse dentro de ella y acompaña tus movimientos con leves sacudidas de sus caderas. Su vagina se encharca y cubre tus dedos de deliciosos jugos. Decides que ya está preparada y tras ayudarla a deshacerse de las bragas le abres las piernas y te colocas entre ellas. El contacto de tu polla erecta y caliente sobre su pubis le provoca un leve sobresalto, pero tú, sin apresurarte, la besas de nuevo y la acaricias hasta que se relaja de nuevo y en ese momento la penetras.

Ella suelta un largo gemido y se agarra a ti con brazos y piernas. Satisfecho por su reacción la miras a los ojos a la vez que comienzas a moverte en su interior con en empujones amplios y lentos golpeando con suavidad tu pubis contra el suyo. Ulrica te devuelve la mirada mientras se muerde el labio ansiosa.

No puedes creer tu suerte. Al fin tienes lo que querías. Ulrica es la mujer de tus sueños, amasas sus pechos con avaricia acaricias su vientre y sus piernas y saboreas su boca. Entre gemidos ella te aparta un instante para ver como tu polla entre en su coño. Tú te yergues y llevado por el frenesí la penetras con más violencia haciendo que todo su cuerpo se estremezca.

A punto de estallar te apartas para darte una tregua. Acaricias su sexo con tus dedos y le besas los muslos, las pantorrillas y los pies encogidos por el placer. Tras unos segundos encuentras su punto G y se lo acaricias sin dejar de besar sus tobillos y mordisquear los dedos de sus pies hasta que no puede aguantar más y se corre. En ese momento tú te lanzas sobre su sexo y lames y sorbes los flujos que asoman de su coño mientras el cuerpo de Ulrica se retuerce y se estremece.

Sin darle tregua la das la vuelta y tras besar su culo y recorrer su columna con tus besos te colocas sobre ella y la penetras de nuevo. Ulrica gime y suelta un jadeo al sentir el peso de tu cuerpo, pero enseguida comienza a apremiarte para que le  des más fuerte. Esta vez no haces prisioneros y la follas con todas tus fuerzas. Tu polla entra y sale de ese delicioso cuerpo que tiembla suda y gime con cada uno de tus empeñones.

El tiempo parece disolverse y cuando te das cuenta estas sobre ella descargando brutales empujones que ella recibe con evidentes muestras de placer. Sus gemidos se vuelven tan fuertes que tratas de taparle la boca para evitar un escándalo. Ella gime y te muerde los dedos hasta que un segundo orgasmo la obliga a desplomarse sobre la cama contigo encima.

Inmediatamente ella te aparta y te obliga a tumbarte boca arriba. Acercándose a gatas te sonríe con malicia y besa la punta de tu polla que se estremece hambrienta. Tú te revuelves inquieto y excitado deseando cogerla por la melena y obligarle a tragarse tu polla de un solo golpe, pero ella te ignora y lame con suavidad, disfrutando de tu impaciencia.

Finalmente se mete tu polla en la boca y le da un fuerte chupetón. Tu estremeces y hundes tus manos en su cabello acompañando sus intensos chupetones hasta que no puedes más y apartándola con suavidad te corres sobre sus pechos y te derrumbas satisfecho en la cama.

—Nunca había sentido nada parecido —dice Ulrica tumbándose aun jadeante a tu lado y jugando con tu semen aun tibio.

—Tú también has estado excepcional. Nunca había estado con una mujer tan ardiente. —dices sinceramente sin poder dejar de imaginarte cómo será pasar los días y las noches follando con esa amazona.

Ella se muestra complacida por tus palabras y se tumba sobre ti besándote dispuesta para un nuevo asalto...

Te despiertas unas horas después y sin abrir los ojos buscas el cuerpo tibio de Ulrica a tu lado sin conseguirlo. Abres los ojos buscándola por la minúscula habitación sin resultado. Aun confundido la buscas en el baño. No están ni ella ni su ropa. Intentas engañarte pensando que quizá ha ido a comprar algo para desayunar, pero tras media hora estás convencido de que no va a volver. Encogiéndote de hombros te dices que podía ser peor... hasta que diriges tu mirada a la mesa donde habías dejado los diarios de Víctor y ves que han desparecido... Quizás, después de todo sus compañeros de trabajo no solo la odiaban por su aspecto.

Un año después...

A la mierda. Acabas de salir de una guardia de cuarenta y ocho horas cuando enciendes la tele y te encuentras con la cara de Ulrica en primera plana. Está un poco diferente y ya no se llama Ulrica, ahora es Greta. Se ha cortado el pelo, se lo ha teñido de rubio platino y no lleva maquillaje. También ha ganado un poco de peso haciendo su figura más rotunda evidentemente para que nadie reconozca el cuerpo que lleva ahora.

Mientras te preparas unos cereales subes el volumen para enterarte de que va la cosa. Tus sospechas se ven confirmadas inmediatamente cuando anuncia que ha conseguido revivir a un animal muerto entre las muestras de asombro y los aplausos de los periodistas. Por fin el ser humano a vencido a la muerte. Naturalmente no os menciona a Víctor Frankenstein o a ti para nada. Mientras la ves acariciar con fingida ternura el pastor alemán que ha resucitado no puedes evitar sentirse como el pobre bicho... Seguramente cuando  termine con él lo abandonará en alguna perrera.

Afortunadamente no todo son desgracias. Previendo lo que iba a hacer has invertido todos tus ahorros y los que has podido sablear a amigos y familiares en empresas de crionización. A partir de ahora todo el que muera querrá que congelen su cuerpo hasta que haya una solución a su problema y Ulrica pueda revivirle.

Durante los siguientes días las acciones suben como la espuma. No ganarás el premio nobel, pero con el dinero que has ganado en cuanto termine el MIR podrás montar tu propia consulta. El mundo no es perfecto, pero tampoco te puedes quejar.

FIN

18

Tienes que reconocerlo, esta tía te da mal rollo. A pesar de que el resultado del experimento ha sido un éxito, no terminas de estar contento. Cuando te embarcaste en este proyecto te imaginabas que el resultado sería una mujer mucho más inocente a la que poder modelar el carácter hasta conseguir tu mujer ideal. Pero por culpa de Feldman ahora tienes una demente incapaz de controlar sus más bajos instintos.

Entre gritos y reniegos conseguís volver a atarla a la camilla mientras la mujer se retuerce y se debate insultándoos y desafiándoos a que la folléis. Vosotros la ignoráis y os dedicáis a abroncaros el uno al otro hasta que su cuerpo sudoroso y su palpitante llama definitivamente tu atención.

Te acercas a ella y meditas que hacer con la criatura. Acaricias su cuerpo y la mujer gime y se retuerce intentando atraer tus manos hacia las partes más sensibles. La verdad es que es un pibón y así, atada, no parece tan peligrosa. Te acercas un poco y te inclinas. Le besas el pecho y coges el pezón entre tus dientes. Aprietas y estiras. La mujer grita y se retuerce pero luego te sonríe y te pide que le des más. Esta vez le chupas el pecho y le besas el cuello y la barbilla cada vez más excitado.

Finalmente tomas una decisión. No puedes arriesgarte a quedártela. La beca terminará pronto y es evidente que no puedes meter a esa mujer en casa de tus padres. Con el abuelo salido en casa, no te puedes imaginar la que esos dos podrían liar. Así que decides que se la vas a vender a Feldman, pero antes le echaras un buen polvo.

Apartándote hablas un rato con Feldman. Es un hueso duro de roer, pero al final le sacas mil quinientos euros por ella. El pretende llevársela ya, pero tú le exiges primero la pasta, es la última vez que te lía. Refunfuñando se va prometiéndote que en media hora estará de vuelta. Es todo lo que necesitas para despedirte adecuadamente de tu criatura.

En cuanto la puerta se cierra te acercas a ese cuerpo escultural y le sueltas las correas de las piernas. La mujer se retuerce y abre las piernas mostrándote el sexo enrojecido de deseo. Con una sonrisa observas el cuerpo digno de un diosa y te acercas de  nuevo. Le besas el vientre y saboreas su piel degustando la mezcla de sudor y excitación.

Apresuradamente te desnudas y te subes a la mesa con la polla erecta. Avaricioso acaricias todo su cuerpo, estrujas sus pechos y exploras su sexo. La mujer gime y se retuerce frotando su pubis contra tu polla erecta e intentando provocarte para que la penetres.

Tú la ignoras y le das un largo beso ella responde con entusiasmo te lo devuelve metiéndote la lengua hasta la garganta y cuando intentas deshacerlo atrapa tu labio entre los dientes y te da un fuerte mordisco. Tú te apartas con un grito mientras ella te sonríe ausente y paladea tu sangre.

Decididamente esa mujer es peligrosa. Aun así sigues excitado y tras darle un bofetón para que se comporte, te coges la polla y se la clavas de un solo golpe. La mujer grita y te escupe, pero en cuanto empiezas a moverte sus insultos se transforman en jadeos y gemidos. Su coño es delicioso y no tardas en olvidarte de lo tarada que está y la follas con todas tus fuerzas, acariciando su cuerpo y mordiendo y chupando sus pechos.

La criatura, indefensa, abre y cierra sus manos impotente gimiendo y clavándose las uñas en las palmas. En cuestión de segundos está gritando como la loca que es y no puedes evitarlo, la agarras por el cuello y aprietas con fuerza sin dejar de empujar con todas tus fuerzas. Ella se ríe mientras sus labios toman un tono violáceo justo antes de experimentar un orgasmo monumental. Su cuerpo se convulsiona repetidas veces y un chorro de flujos sale disparado de su vagina salpicándote el vientre.

Te apartas y la observas hasta que los últimos espasmos de placer se agotan y cuando vuelves a acerarte le levantas el culo y escupes sobre su ano. Ella grita y lucha inútilmente contra sus ataduras mientras tú le metes el dedo en el culo. Su esfínter se contrae furiosamente. Tú no puedes evitar relamerte imaginando el efecto de esos espasmos en tu polla y no esperas más. Te coges la polla y se la metes de un golpe hasta que tus huevos hacen tope.

La criatura aúlla, te insulta y se retuerce a la vez que su esfínter se contrae furiosamente produciéndote un intenso placer.

Poco a poco el dolor va dando paso al placer y cogiéndola por los tobillos le separas las piernas y le pones los pies a ambos lados de su cabeza para poder sodomizarla más cómodamente. Los movimientos de tus caderas se aceleran y la mujer gime y grita desafiándote a que le des más fuerte.

Dándote un respiro te apartas y acaricias el cuerpo de la criatura distraídamente, observando como la su cuerpo se crispa y se retuerce con cada caricia. Finalmente  giras las caderas de la mujer hasta poner su cuerpo de lado y juntando sus piernas a un lado la vuelves a sodomizar. Esta vez, con el culo dilatado, no hay protestas, solo hay gemidos de placer que te encienden aun más. Agarrada a su culo y a sus muslos la penetras con todas tus fuerzas hasta que no puedes más y rellenas su culo con tu semilla. Durante unos segundos empujas lo suficiente como para que la mujer se corra de nuevo entre gritos de placer y te derrumbas jadeante sobre ella.

Veinte minutos después, cuanto llega Feldman con el dinero, tu ya estas vestido de nuevo. Sonriendo le deseas suerte con su nueva adquisición y te alejas alegre de haberte librado de ese marrón.

Durante los siguientes días te olvidas de lo pasado sin dejar de pensar de la que te has librado y te dedicas a estudiar sin descanso. Finalmente apruebas todas la asignaturas y estas a punto de dirigirte a la pensión a preparar tus maletas cuando un Porsche 911 nuevecito se para a tu lado.

De él sale Feldman. A pesar de las cadenas de oro y el traje de Armani su aspecto sigue siendo igual de perturbador.

—¿Qué tal, amigo? —le saludas— ¿Cómo te va?

El te devuelve el saludo con entusiasmo y te cuenta que le va de fábula. Que Michelle, que es como ha decidido llamarla y él se han hecho socios, aunque por lo que te explica básicamente se ha convertido en su chulo.

Dándote las gracias te dice que la chica  es una mina de oro. Su ansia inagotable de sexo hace que los hombres se vuelvan locos y hagan cola para follársela y cuando termina la jornada follan como bestias mientras cuentan el dinero.

Finalmente le felicitas y al despedirte le das la mano en ese momento te das cuenta que le falta la última falange del dedo pulgar. Al parecer no todo ha sido gratis y en un arrebato de pasión le ha arrancado la punta de su dedo. Sin poder evitar un escalofrío te despides pensando que librarte de esa mujer es lo mejor que has podido hacer.

Vuelves a casa dispuesto a terminar la carrera y olvidar cualquier experimento absurdo aunque en el fondo sabes bien que si te has llevado los diarios de Víctor contigo es por algo...

FIN

19

Estás a punto de rendirte y venderle la criatura a Feldman, pero hay algo en sus ojos, una mirada de indefensión que termina por convencerte. En el fondo te sientes responsable de ella y no puedes dejarla en manos de ese cabrón. Seguro que tiene algún retorcido plan  para abusar de ella.

Afortunadamente te has traído un botiquín por si surgía una emergencia y revuelves en él hasta sacar un bote de ansiolíticos. Lo abres y sacas una píldora. Antes de volver a cerrarlo observas a la mujer debatirse a grito pelado en la camilla donde la habéis atado y decides que una pastilla no será suficiente. Vacías un cuarto del frasco y le obligas a la mujer a tragárselas una a una.

Media hora después la mujer empieza a dar muestras de estar un poco más tranquila. Ha dejado de debatirse y mira a su alrededor con aire confuso. Rápidamente la desatas y la vistes con ropa que has robado de un contenedor. Le limpias un fino hilo de baba que escapa de la comisura de su boca y te la llevas ignorando la mirada ansiosa de Feldman.

Fuera, la oscuridad es tu aliada, te deslizas por las calles vacías con tu criatura tambaleante firmemente cogida por la cintura y en menos de veinte minutos estáis en la pensión.

En cuanto entras en la habitación, apenas has acomodado a la criatura cuando alguien pica a la puerta haciéndote pegar un salto. Obligas a la mujer a esconderse en el baño  cagándote en Feldman. Seguro que te ha denunciado a la policía, al FBI, a la CIA...

Abres la puerta cagado de miedo para dar con la rubicunda cara de la dueña de la pensión. Casi no entiendes la jerga de la Selva Negra de la que es oriunda la mujer, pero la media docena de velas perfumadas que lleva en la mano te dan una pista de la razón de su aparición. Tras darle las gracias, cierras la puerta y enciendes las velas colocándolas sobre todas las superficies horizontales de la habitación.

Cuando la sacas del baño, la mujer mira hipnotizada a su alrededor. La luz cálida de las velas os envuelve creando una atmósfera mágica. El parpadeo de las llamas se refleja en las pupilas dilatadas por la droga de tu criatura haciendo que te sientas irresistiblemente atraído por ella. No puedes evitarlo y le das un beso. Ella responde con una sonrisa ausente y se cuelga de tu cuello devolviéndote el beso.

Poco a poco la excitación va apoderándose de vosotros y cuando te das cuenta estás arrancando la ropa de tu criatura acariciando su cuerpo y saboreando su piel. La mujer gime y se retuerce haciendo que sus pechos tiemblen y se bamboleen invitadores. Atraído por ellos los besas con suavidad y le chupas los pezones. Un chispazo de estática parte de su pezón y estalla en tu lengua, poniéndote el vello de punta.

Tu princesa reparada gime y cogiéndote de la nuca aprieta tu cara contra u cuerpo, tú la empujas contra la cama y la tumbas sin dejar de besar y mordisquear su cuerpo cada vez más excitado.

Finalmente llegas hasta sus muslos y admiras su pubis cubierto por una fina capa pelo erizado y chispeante. Envuelves su sexo con la boca y  ella se retuerce de placer hasta el punto de que tienes que agarrarla por los muslos y emplear todas tus fuerzas para poder inmovilizarla y seguir comiéndole el coño. Los gemidos se transforman en gritos y tú sigues lamiendo sin hacer caso de las pequeñas descargas de estática que se producen cada vez más frecuentemente cada vez que tu lengua acaricia su clítoris o se cuela en el interior de su vagina.

Finalmente te separas y colocándote sobre ella golpeas su pubis con tu polla. Ella gime y se retuerce con cada impacto hasta que no aguanta más y cogiéndote el miembro se lo introduce con un largo gemido.

Tu miembro resbala con suavidad en el estrecho conducto produciendo un intenso placer. Ella, al sentirse dentro, mueve sus caderas loca de placer y te clava las uñas en las costillas dejando rojas líneas de sangre en tus costados. Tú, cegado como un toro, la embistes sin darte apenas cuenta llevándola cada vez más cerca del orgasmo y en ese momento es cuando las cosas se ponen feas. Un chispazo más fuerte que los anteriores hace que tus músculos se contraigan haciendo que tu polla se hinque más profundamente en el coño de la criatura, esto a su vez la excita aun más generando un chispazo aun más fuerte que genera una nueva contracción involuntaria de todos sus músculos estableciéndose un circulo vicioso que no puedes parar hasta que una monumental descarga te recorre desde la lengua hasta el escroto y provoca que eyacules con un grito ahogado.

El calor de tu semen la lleva al clímax y es entonces cuando los relámpagos se suceden cada vez más intensos y frecuentes hasta que incapaz de aguantar cometes un error fatal al intentar separarte. Es entonces cuando se produce un colosal arco voltaico. Todo tu cuerpo entra en ignición y notas como se convierte en cenizas en medio de un dolor indescriptible. Mientras te hundes en las nieblas de la muerte, no dejas de pensar que al igual que Víctor, intentaste emular a Dios y solo has conseguido crear un monstruo.

Tres meses después...

—Hola, teniente. ¿Qué tenemos?

—Buenas, jefe. Esta vez hemos estado casi a punto de cazarla.

—¿Estamos seguros de que es ella, Smallbird?

—Sí, es el mismo modus operandi. Mujer sola con aspecto de estar perdida. Uno o varios hombres la abordan y se la llevan y cuando están solos, aparentemente practicando alguna forma de sexo se produce una intensa deflagración con el resultado de una mujer escapando del lugar del crimen y uno o varios hombres convertidos en un montoncito de ceniza. —responde el detective apartando con su mano un poco de carbonilla de la solapa de su cazadora de cuero— Solo que esta vez tenemos testigos. Al parecer ella paseaba sola por la calle  con aire ausente cuando una manada de cinco tíos la rodearon y empezaron a sobarla. Ella no pareció reaccionar aunque según ese hombre de allí tampoco dio señas de desear nada de lo que estaba pasando. —dice señalando a un hombre mayor que sigue hablando con un agente— El anciano intentó intervenir, pero uno de los tipos le dio dos empujones y lo amenazó con darle una patada en el culo, así que el anciano se apartó y nos llamó.

—Entiendo....

—El caso es que el hombre estaba tan nervioso que el de emergencias tardo un buen rato en entenderle y mientras tanto los imbéciles esos se llevaron a la chica a ese portal. —dice señalando la puerta chamuscada y cubierta de espuma de extintor— El resto solo lo suponemos. El caso es que probablemente intentaron abusar de ella, pero la desconocida parece tener alguna especie de arma. El testigo, desde el banco vio una serie de fogonazos que se hicieron cada vez más intensos hasta que se produjo una explosión y una llamarada. La puerta se abrió de par en par con la explosión y de entre el humo negro emergió la mujer con la ropa echa girones pero indemne mientras los agresores se consumían.

—¿Ha llegado la juez para poder llevarnos los cuerpos? —pregunta el comisario.

—No esperes mucho de la autopsia los de patología van a tener que recoger los cuerpos con una aspiradora. No sé qué coños usa esa tipa, pero han ardido hasta los huesos.

—¿Tenemos una descripción de la joven?

—Nada, el anciano solo dice que era una mujer muy hermosa, pero no le he sacado nada más. Sospecho que no quiere mandar a esa mujer a la cárcel por una pandilla de cerdos borrachos.

En ese momento un grupo de periodistas se acerca a ellos deslumbrándolos con los focos de sus cámaras y poniéndoles las alcachofas en la cara sin parar de hacer preguntas.

—¿Es un nuevo ataque de la Antorcha Humana?

—¿Es cierto que ha reducido a cinco hombres a carbonilla?

—¿Van a llamar a la Unidad Militar de Emergencias para evitar que se propaguen los incendios?

Smallbird aparta a las cornejas y las deja acechando a su comisario sin dejar de pensar en el circo que se está montando. La prensa compite por colgarle el nombre más original; la Antorcha Humana, la Mujer Explosiva o la Cerilla Humana. Las feministas la consideran una heroína y la llaman la Primera Vengadora. El caso es que el detective no puede dejar de pensar en que más que jugarse el cuello para atrapar a esa mujer, prefiere dejar que siga librando al mundo de todos esos putos pervertidos.

FIN

20

Te has girado rápido, pero no lo suficiente. Mientras acariciabas a la mujer, Feldman no ha estado parado y ha cogido una barra de hierro. Ahora entiendes por qué te ha ayudado de tan buena gana. El muy cabrón se ha limitado a observar y esperar mientras tú hacías todo el trabajo y ahora te ataca dispuesto a quedarse con la criatura. Feldman no es fuerte ni rápido, pero te ha pillado totalmente por sorpresa y cuando intentas reaccionar es demasiado tarde y la barra de hierro se estrella contra tu cabeza con un crujido ominoso. Enseguida sientes como se te paraliza la mitad del cuerpo. Mal asunto, seguramente sufres una hemorragia cerebral masiva. Te giras e intentas arrastrarte en dirección a la salida mientras Feldman coge a la mujer y magrea su cuerpo. Es evidente que la criatura no está cómoda y no para de mirarte suplicante. Tú, impotente, ves como Feldman se baja los pantalones y te sonríe con malicia antes de arrinconar a la mujer que se debate temblorosa contra el armario. Tu intentas gritar furioso al ver como Feldman se abalanza sobre ella con violenta lujuria, pero poco puedes hacer antes de perder la conciencia para no recuperarla jamás.

FIN

21

Te has girado rápido, pero no lo suficiente. Mientras acariciabas a la mujer, Feldman no ha estado parado y ha cogido una barra de hierro. Ahora entiendes por qué te ha ayudado de tan buena gana. El muy cabrón se ha limitado a observar y esperar mientras tú hacías todo el trabajo y ahora te ataca dispuesto a quedarse con la criatura. Feldman no es fuerte ni rápido, pero te ha pillado totalmente por sorpresa. Afortunadamente por puro instinto has levantado el brazo izquierdo para protegerte y el golpe que iba destinado a tu cabeza se estrella contra tu antebrazo.

El dolor es muy agudo, pero afortunadamente no te ha roto el brazo. Feldman chilla frustrado al ver que ha fallado el golpe e intenta levantar su arma de nuevo, pero no le das la oportunidad, alargando el brazo bueno agarras la barra de hierro por el otro extremo y siguiendo las enseñanzas del señor Miyagi tiras de ella para acercar a tu agresor y le arreas una patada en las pelotas con todas tus fuerzas.

El bedel suelta la barra inmediatamente y con un gemido se deja caer al suelo agarrándose los huevos y mascullando juramentos.

—¡Cabrón! ¡Hijoputa! ¡Te denunciaré!

—Adelante, —respondes— Inténtalo. Yo diré que me liaste aprovechando que no entendía el alemán y luego me chantajeaste para que hiciese todo esto. Es tu palabra contra la mía. ¿A quién crees que creerán?

Feldman te mira con odio. Sabe que tienes razón. Nadie confiará en el tipo feo y jorobado si enfrente tiene a un tipo tan atractivo y simpático como tú. Sin dedicarle una mirada más coges a tu creación por el brazo y la sacas del lúgubre laboratorio mientras Feldman intenta incorporarse.

—No entiendo qué es lo que pasa. ¿Quién era ese tipo? ¿Por qué te ha atacado? ¿Y por qué no recuerdo ni siquiera mi nombre? —pregunta ella evidentemente angustiada.

—Te llamas Minnie, —no se te ocurre mejor nombre para tu ratita de experimentación— el resto será mejor que te lo explique cuando lleguemos a casa. —respondes intentando darte tiempo para idear una historia que no resulte totalmente absurda.

Al abrigo de la oscuridad que os proporciona el apagón os deslizáis por las calles y en veinte minutos estáis en tú habitación. Justo en ese momento alguien pica a la puerta haciéndote pegar un salto. Obligas a la doctora a esconderse en el baño. Cagándote en Feldman te dispones a abrir la puerta. Al final ese jorobado hijo de puta ha resultado  estar más furioso de lo que esperabas. Seguro que te ha denunciado a la policía, al FBI, a la CIA...

Abres la puerta cagado de miedo para dar con la rubicunda cara de la dueña de la pensión. Casi no entiendes la jerga de la Selva Negra de la que es oriunda la mujer, pero la media docena de velas perfumadas que lleva en la mano te dan una pista de la razón de su aparición. Tras darle las gracias cierras la puerta y enciendes las velas colocándolas sobre todas las superficies horizontales de la habitación.

La luz de las velas le da un aire íntimo a la habitación, el adecuado para hacer confesiones. Minnie sale del baño con timidez, pero con el rostro serio. Durante unos segundos repasas la historia que te has inventado y sabes que es una idiotez que no se sostiene. Miras a la mujer a los ojos y sabes que deberías contarle la verdad, pero eres un cobarde. Su aire dulce e indefenso te desarma y tras darle un largo abrazo la sientas a tu lado y le cuentas una historia en la que se mezclan mafia rusa, drogas y polis corruptos y en la que quedas tú como el héroe que la saca de ese lío. Entre lágrimas de cocodrilo le cuentas como la sacas bajo una lluvia de balas y te lamentas amargamente de no poder rescatarte antes de que uno de los malos le diese un golpe en la cabeza que le provoca una conmoción y la amnesia. Cuando terminas esperas gritos e insultos, pero Minnie te sorprende y te besa con dulzura. Cuando te pregunta qué vais a hacer ahora, le dices que lo mejor es iros del país y adoptar una nueva identidad para evitar que los polis corruptos o los mafiosos den con ella.

Minnie se lo traga todo y te abraza. Tu hundes tu cara es su melena fragante y le besas el cuello con suavidad, alucinado de que ella se lo haya tragado todo. Tu experimento ha sido un éxito completo. Sonriendo embelesados os tumbáis en la cama el uno frente al otro sin dejar de miraros y os abrazáis hasta quedaros dormidos.

Tira una moneda al aire.

Sale cara. Ve a 28

Sale cruz. Ve a 29

22

Observas arrobado a tu criatura mientras ella mira a su alrededor con aire confundido y un poco airado. Deberías haberte tomado más tiempo en observar su comportamiento antes de desatarla, quizás no hubieses desatado el Armagedón, pero al ver el hermoso resultado de tu creación te empalmas inmediatamente y sueltas las cinchas que la inmovilizan sin otro pensamiento que metérsela hasta el fondo del culo.

Ella también parece tener un solo pensamiento en su mente, pero desgraciadamente no es el sexo. En cuanto tiene los miembros libres se lanza sobre ti emitiendo unos gritos escalofriantes y comienza a arrancarte la ropa a mordiscos intentando llegar a tu tierna carne.

Estás tan aterrorizado que apenas sientes nada cuando la criatura te arranca un trozo de muslo y se lo traga golosamente. Por fin sales del estupor y le pides ayuda a Feldman que se lanza sobre la espalda de la mujer intentando inmovilizarla. Parece mentira, pero aquella etérea criatura coge el brazo de Feldman que rodea su cuello y sin aparente esfuerzo lo separa con facilidad y de un tirón le desarticula el hombro. El bedel pega un grito y caeal suelo del laboratorio hecho un ovillo.

La bestia no se lo piensa y se lanza sobre su cuello clavándole los dientes profundamente en la carne y arrancando un enorme bocado. Al desgarrar la carne se rompen los vasos del cuello cubriendo el voluptuoso cuerpo de tu creación con una lluvia de sangre cálida y espesa.

Durante un instante se lame con deleite el líquido tibio y sabroso de sus hombros y sus pechos. Tú la observas congelado por el horror hasta que eres consciente de que si no te mueves tú serás el siguiente.

Intentando no hacer ruido te pones en pie, pero la herida en el muslo te juega una mala pasada, vacilas y para no caerte tienes que apoyar la mano en unos estantes derribando un par de herramientas que caen al suelo estruendosamente. La criatura, que hasta hora te estaba dando la espalda, levanta la cabeza de su presa y se gira con una mirada ávida. Estas jodido y lo sabes. Aun así intentas escapar cojeando y dejando un rastro de sangre tibia que vuelve loca a tu agresora.

Ni siquiera logras llegar a la puerta. La criatura te derriba y hunde sus dientes en tu culo arrancando grandes pedazos de carne. Tú te das la vuelta intentando apartarla a patadas cuando por el rabillo del ojo ves como Feldman, que hace rato debería estar muerto, comienza a debatirse de nuevo y con movimientos espasmódicos comienza a levantarse.

La visión te golpea y por fin eres consciente de la catástrofe que estás causando. Con un grito, lo que antes era Feldman, olfatea en el aire hasta que os ve y se acerca con un reguero de sangre negruzca cubriendo su cuello y su torso y el brazo izquierdo balanceándose inerte.

En cuestión de segundos está inclinado sobre ti y se ha unido a tu creación en el banquete donde tú eres su primer plato. Paralizado de terror lo único que sientes es como la oscuridad se apodera de ti...

Tres días después...

Pensabas que todo había terminado, pero la tortura no ha hecho sino comenzar. Estas merodeando por las calles de Landshut en compañía de varias criaturas de tu misma naturaleza, pero no eres consciente de nada salvo de ese dolor de cabeza tan intenso que te enloquece impidiéndote pensar. Sabes que lo único que lo calmará aunque solo por unos pocos minutos, es la carne y la sangre humana e impotente tu conciencia solo puede observar horrorizada como te lanzas sobre cualquier cosa de sangre caliente que se cruza en tu camino. Da lo mismo, gato, perro, rata o humano, el caso es que su sangre tibia corra por sus venas...

Doblas una esquina y tú y tu grupo os dais de bruces contra unos tipos vestidos de negro que te apuntan con pistolas. Un hombre se adelanta y acercando un megáfono a su boca os grita algo. Sabes que son palabras, pero las oyes muy lejanas de forma que se diluyen en aquel taladrante dolor sin llegar a tu conciencia.

La perspectiva de degustar carne fresca y apaciguadora os pone frenéticos e ignorando los balbuceos del hombre os lanzáis a la carga. Los hombres abren fuego. Notáis el impacto de las balas. A uno de tus compis le revientan la cabeza de un balazo y cae inerte al suelo, pero es vuestra única baja. El resto de las balas impactan en vuestros cuerpos haciendo poco más que desequilibraros momentáneamente. Los policías se quedan anonadados al ver que las balas no os hacen daño y vosotros aprovecháis para lanzaros sobre ellos e hincar vuestros dientes en cuellos y vientres desgarrando carne y bebiendo deliciosa sangre.

Durante unos minutos el dolor se hace soportable, pero entonces sobreviene la culpabilidad. Miras a tu alrededor y solo ves la muerte que has provocado. Sabes que has iniciado una marea que nadie va a ser capaz de parar. Deseas matarte y coges el arma de uno de los policías con la idea de acercarla a tu sien y acabar con tu vida, pero el dolor vuelve antes de que consigas reunir fuerzas y todo atisbo de pensamiento lógico abandona tu mente, eres un maldito zombi.

FIN

23

En efecto, la mano izquierda se mueve, pero cuando sueltas las cinchas que la sujetan a la camilla ves que es lo único que mueve. Exploras el cuerpo de la mujer y compruebas que está sumido en una parálisis espástica. Las exploraciones neurológicas son igual de desalentadoras. No tiene reflejos y su vista permanece fija en el techo. Es evidente que el cerebro de la momia estaba demasiado deteriorado y aunque la criatura está caliente y sus órganos parecen funcionar no crees que pueda realizar ninguna acción voluntaria.

Suspirando con contrariedad observas ese hermoso cuerpo que es poco más que una muñeca. Acaricias su vientre y recorres los pechos de la mujer con la mano. Es una lástima, no puedes evitar pensar en lo cerca que has estado de conseguir tu objetivo. ¿Y ahora qué coños vas a hacer?

Te quedas mirando a la criatura y te preguntas como será follarse ese cuerpo inerte. Nunca has sido el tipo de tío que emborracha a las chicas para poder follárselas mientras están inconscientes. Desde luego no es lo que esperabas y ahora tienes un problema.

En ese momento Feldman se acerca  y observa a la criatura.

—Una lástima, has estado muy cerca.

—Si no me hubieses vendido un cerebro hecho polvo, lo hubiese conseguido. —le recriminas— Ahora estoy jodido. La criatura no me sirve y tampoco voy a matarla, ¿Qué cojones voy a hacer con ella?

—¿De veras no la quieres?

La mirada ansiosa que lanza Feldman al cuerpo yacente no da lugar a dudas. La desea más que nada en el mundo. Ha llegado la hora de la venganza, vas a hacerle pagar a ese cabrón el haberte servido un cerebro caducado.

—No es que no la quiera... —respondes rascándote la cabeza teatralmente— Pero estaría dispuesto a vendértela, siempre que el precio sea justo.

Feldman pone mala cara y te mira rencoroso.

—¿Qué te creías? ¿Que te la iba a regalar? —le preguntas— ¿Acaso no me cobraste por el cuerpo y por el cerebro?

—Está bien, ¿Cuánto quieres por ella? —pregunta ansioso.

—La verdad es que todo este experimento me ha resultado bastante caro y teniendo en cuenta que lo más parecido a ella es una Real Doll que andan por los ocho mil euros, no creo que valga menos de veinte mil... —aventuras a pesar de que sabes que te estás pasando ocho pueblos.

—Vamos tío. No me jorobes. Tu mismo lo has dicho, no es más que una muñeca...

—Es mejor que una muñeca. Ninguna muñeca es cálida y tiene el tacto natural que tiene esta criatura. Si la cuidas adecuadamente te durará mucho más tiempo.

Feldman te mira intentando sopesar las ganas que tienes de librarte de ella y tu acaricias su sexo con aire protector. Ese gesto termina por convencerle y finalmente te hace una oferta mucho más alta de lo que esperabas.

—Está bien. Te doy catorce mil...

—No sé. —finges dudar— Me sigue pareciendo poco. Quizás si subes a dieciocho mil quinientos...

—Diecisiete mil son todos mis ahorros. No te daré un céntimo más. —replica el bedel con un resoplido.

—Está bien, trato hecho.

Con una sonrisa os estrecháis la mano. y tras abrazaros y palmearos la espalda Feldman hace el amago de coger a la criatura en brazos.

—Un momento, primero el dinero, luego la chica.

Feldman te mira frustrado e intenta protestar:

—¿Acaso no te fías de mí?

—La verdad es que después de proporcionarme un cerebro podrido, no demasiado. —replicas.

—Tardaré un buen rato en reunirlo...

—No tengo otra cosa que hacer. —dices cruzándote de brazos— Esperaré.

Feldman sabe que no te va a convencer así que no pierde el tiempo y se va apresuradamente, los bancos están a punto de cerrar.

Te quedas solo con la criatura y la miras. Sin darte cuenta has estado acariciando la vulva de la criatura mientras negociabas y ahora esta hinchada y caliente. Quizás un polvo antes de despedirte de ella...

Tiras de ella y la sientas sobre la camilla, la parálisis  espástica hace que mantenga la postura en la que la has colocado, es como una muñeca. Acercas tus manos y acaricias sus pechos. Sintiéndote un poco raro acercas tu boca y le das un beso. Es como si besases un pescado muerto, aun así, ese cuerpo desnudo y espectacular frente a ti es suficiente para excitarte así que decides dejarte de prolegómenos y bajándote la bragueta, separas las piernas de la criatura y la penetras. El sexo de la criatura te acoge cálido y lubrificado haciendo que te olvides de todo nada más que del intenso placer que estás experimentando.

Sin dejar de follarla amasas sus pechos, acaricias su cuerpo y muerdes sus pezones, ella no se queja ni se retuerce así que te dejas llevar y le das más fuerte mientras golpeas sus pechos suavemente observando cómo se bambolean.

Estás disfrutando, aunque cada vez que levantas la mirada y te encuentras con el gesto ausente de la criatura sientes un escalofrío. Para evitarlo te separas y la colocas de pie de espaldas a ti y con las manos apoyadas en la camilla. Le separas las piernas y la pones de puntillas. Ella mantiene la postura y acaricias sus músculos de sus piernas y su culo tensos y cubiertos de sudor. Le besas y le muerdes el culo y exploras con suavidad la entrada de su ano preguntando te si... No te lo piensas más y agarrando la melena tiras de ella con fuerza y le metes la polla en el culo de un solo golpe. El culo estrecho y cálido abraza y estrangula tu polla intentando rechazarte con contracciones involuntarias y no puedes evitar un gemido de placer. Te agarras a las caderas de la criatura y comienzas a sodomizarla, primero lentamente, luego más rápido hasta que te encuentras sodomizándola con todas tus fuerzas, levantándola del suelo con cada empujón hasta que no puedes aguantar más y te corres dentro de su culo.

Te quedas tumbado sobre el cuerpo de la mujer un par de minutos hasta que tu polla se relaja y sale de su culo. Finalmente te separas y tras acariciarla suavemente vuelves a tumbarla sobre la camilla y te subes la bragueta.

Tras un par de horas repasando los diarios de Víctor para matar el tiempo, Feldman llega por fin con la pasta y tú te largas contando los billetes. El muy cabrón te ha escaqueado trescientos euros, pero no vas a reclamar. En el fondo sientes que te has sacado un peso de encima.

Pasan los días y tu beca está a punto de terminar. Sin distracciones, te has dedicado a estudiar y has aprobado todas las asignaturas. Con el dinero que te dio Feldman te has comprado una vieja furgoneta Volkswagen que piensas usar para recorrer Europa cuando termine el curso.

El último día te encuentras con Feldman. Lleva a su chica en una silla de ruedas. La mujer esta espectacular vestida impecablemente. El bedel se acerca a mí y te abraza emocionado agradeciéndote lo que has hecho por él y asegurándote que la criatura ha cambiado su vida para siempre y que es hombre más feliz del mundo.

Tú le devuelves el abrazo encogiéndote de hombros. Te gustaría saber si la mujer piensa lo mismo, pero lo más seguro es que no sienta nada así que en el fondo te alegras por él. Tras felicitarle  y lanzar una última mirada a la mujer te despides y montas en tu furgoneta que ya has cargado con todas tus cosas para volver a España. En un pequeño baúl, protegidos cuidadosamente en una bolsa impermeable reposan los diarios de Víctor. Quizás más adelante, cuando las circunstancias sean adecuadas, puedas repetir el experimento, esta vez con éxito.

FIN

24

Sabes que no es  buena idea quedarte con ella. A pesar de no parecer especialmente inteligente, bastaría un pequeño desliz para verte metido en un lío de mil demonios. Mientras lo meditas la joven se ha levantado tapándose la parte delantera del cuerpo con la sabana y observa toda la maquinaria que la rodea con curiosidad.

—Y todos estos trastos, ¿Para qué sirven? —pregunta la joven interesada.

—Ah, ¿Pero no te acuerdas? —dices tú intentando aprovechar la situación— Es el escenario para una película.

—¡Una película! —dice ella súbitamente alegre— Mi agente siempre me decía que no tenía madera de actriz porque me cuesta un poco memorizar los diálogos.

—Sí, pero me conociste a mí y ahora yo soy tu agente, además de tu pareja. —dices tú cruzando los dedos.

Inga se vuelve y te mira confundida, pero parece tan emocionada con la perspectiva de protagonizar una película que no se lo piensa y de un salto se cuelga de tu cuello. Obviamente la sábana que la cubría a resbalado hasta el suelo y aprovechas para acariciar su cuerpo desnudo.

—Gracias, mi amor. —dice ella dándote un delicioso beso.

Te sientes un cerdo, pero no por eso dejas de devolverle el beso y acariciar su culo y su espalda mientras llevas a Inga hasta la camilla. Con dificultad logras separarte de ella y te apartas para observarla unos instantes. Ella, sentada en la mesa de operaciones, te mira y abriendo ligeramente las piernas para mostrarte su sexo excitado, se lleva la mano a la boca y se muerde el dedo índice. Olvidando cualquier escrúpulo, te acercas a ella y la besas mientras acaricias y pellizcas suavemente sus jugosos pechos. Inga gime y se estremece antes de separarte de un empujón y arrodillarse ante ti.

Los dedos largos y finos de Inga se mueven con eficiencia soltando botones y quitando prendas hasta que tiene tu polla a la altura de sus ojos. Unos ojos grandes y profundos que con una sola mirada hacen que tu miembro se ponga inmediatamente duro. Inga sonríe al ver el efecto que produce en ti y acercando su boca le da un rápido lametón a tu polla, haciendo que esta se retuerza ansiosa.

La observas desde arriba y no puedes evitar sentir un ramalazo de placer al observar su mirada limpia, inocente y cargada de amor en esos bonitos ojos mientras juega con tu miembro. Desde luego si de algo estás seguro es que has superado a Víctor. Tu obra es perfecta.

Estos pensamientos se diluyen cuando tu criatura se mete tu polla en la boca y le da un largo chupetón. Tú apoyas la mano en su cabeza y acompañas sus chupadas con leves movimientos de tus caderas.

La verdad es que Inga es una verdadera experta y utiliza sus labios y su lengua sabiamente, chupando con fuerza y acariciando tu pene con la lengua cada vez que se  lo mete  y rozando el glande con sus dientes cada vez que se retira para coger un poco de aire.

A punto de correrte te retiras un instante pero tu polla y su boca siguen conectados por un grueso hilo de saliva. Inga sonríe y juega con él hasta que cae entre sus pechos. Dominado por un deseo incontenible la obligas a levantarse y obligándola a apoyar las manos sobre la camilla, separas sus piernas y la penetras. Su cuerpo de modelo se tensa al sentir tu polla deslizarse en su sexo hasta hacer tope. Inga se pone de puntillas y acompaña cada uno de tus empujones con un grito de placer que reverbera en la cúpula de la torre.

Sin dejar de follarla deslizas tus manos por su espalda y sus costados y te agarras a sus pechos dándole una larga y rápida serie de empeñones que provocan que Inga se corra por primera vez.

La criatura grita y se estremece y de no ser porque la estas sujetando por la cintura caería desmadejada al suelo. Temiendo que se te resbale la sientas sobre la camilla y dejas que se recupere un poco aprovechando para besar su cuello y acariciar sus pechos. Aun jadeante Inga te coge por el pelo y dirige tu cabeza hacia sus pechos. Tu atrapas un pezón entre sus labios y chupas hasta que se pone duro. Lo golpeas con tu lengua y lo mordisqueas con delicadeza arrancando un largo gemido a la joven.

Inga se echa un poco hacia atrás y abre las piernas mostrando su sexo tumultuoso. Acercas tu boca y con tu lengua saboreas los jugos orgásmicos que rebosan de la vulva. El sabor de su sexo te excita aun más y le comes el coño con intensidad durante unos minutos hasta que ella te suplica que se la metas de nuevo. No te haces de rogar e incorporándote ten+ introduces de nuevo dentro de ella. El cuerpo de la criatura tiembla de arriba abajo. Acercando su boca a tu oreja te susurra que te ama haciendo que todo te de vueltas. ¿Será verdad lo que siente? ¿O será producto de su confusión? De nuevo las dudas te asaltan, pero un nuevo gemido ansioso de tu criatura te devuelve a la realidad y abrazando a Inga la asaltas con todas tus fuerzas. Inga grita y te rodea con las piernas clavando su talones en tu culo como si fuese una amazona azuzando a su montura.

Llevado por un frenesí que jamás has sentido le das polla con todas tus fuerzas mientras estrujas uno de sus pechos sin contenerte hasta que explotas dentro de ella llenando su sexo con tu leche hasta que tu semen rebosa. Inga a su vez te hinca las uñas en la espalda al recibir los ardientes chorros de tu semilla y se corre con un largo gemido.

Permanecéis abrazados y jadeantes sin querer separaros hasta que Inga levanta la cabeza.

—¡Vaya! Creo que ya ha llegado el equipo de filmación.

—¿Qué coño? —dices volviéndote extrañado en la dirección en la que Inga tiene fijada la vista.

Lo que ves te produce un escalofrío. Feldman está de vuelta... y no viene solo.

Sabes que estás en peligro y no te lo piensas. Sin pensar siquiera en tu ropa, echas a correr y te diriges hacia la puerta opuesta, pero los hombres que acompañan al bedel estaban esperando tu reacción y  mientras te volvías se han deslizado por una de las paredes laterales cortándote la retirada.

En una acción desesperada bajas la cabeza y envistes contra ellos... obviamente sin éxito. En menos de dos minutos Inga y tú estáis atados y arrodillados en el suelo del laboratorio.

Un tipo enorme con unos brazos tan gruesos como tus muslos se acerca y os observa con escepticismo.

—Mi amigo Feldman me ha informado de tu experimento. —dice el hombre con una mirada tan fría que hace que te mees encima— La verdad es que cuando me lo contó no terminaba de creérmelo. Pero yo mismo le di el cuerpo de Inga y se perfectamente que estaba más muerto que Stalin. Eres un tío con suerte. ¡Vas a tener el honor de ser el padre del Cuarto Reich!

Detrás de él todos sus compinches, Feldman incluido, levantan la mano derecha y empiezan a gritar ¡Heil Hitler! como posesos y no paran hasta quedarse sin aliento. Una gruesa gota de sudor corre por tu sien, pero aun así no te imaginas que coños puede querer esa manada de bestias de ti. El cabecilla te vuelve a mirar y lo último que ves antes de quedar inconsciente es un puño acercándose a tu cara con esvásticas tatuadas en sus nudillos.

Pasas los siguientes tres días atado y amordazado en un pequeño armario. La única manera de medir el tiempo es por las visitas de tus captores para darte de comer. De Inga no has vuelto a saber nada y te sientes cada vez más culpable.

Tras cuatro días la puerta se abre y la cara Hermann, que así se llama el jefe de esa banda de bestias, se muestra ante ti sonriente. De un tirón te obliga a ponerte de pie y te pone una capucha que tapa tu visión.

Paralizado por el terror dejas mansamente que te suban a un choche y haces un viaje de tres horas, cuando el trayecto termina, te meten en lo que parece un ascensor y que por el tiempo que pasas en él parece llevar directamente al infierno.

Finalmente te sacan la capucha y te encuentras en una enorme gruta cavada en la roca, llena hasta los topes de cables, fusibles y bovinas.

—Estas en unas minas de sal en lo más profundo del macizo del Harz. —dice Hermann— Aquí hemos recreado para ti el laboratorio de Landshut y Feldman te ayudará en tu tarea.

—¿Mi tarea?

—Sí, tu tarea. Todo está preparada. Y el momento es propicio. Nunca desde el fin de la segunda guerra mundial Europa ha estado más dividida. Los ingleses se apartan del continente y Francia está sumida en una ola de conservadurismo y xenofobia. Los inmigrantes son una riada que nos inunda, la bestia del este se levanta de nuevo amenazando a la civilización y Estados Unidos se aísla en la autocomplacencia. Y aquí, nosotros hemos crecido poco a poco y hemos estado preparando el advenimiento de un Cuarto Reich, solo necesitamos un líder que este a la altura de la tarea. Capaz de atraer a nuestro bando a los que ansían el orden y los que creen que Alemania solo se salvara con la purificación de la raza...

Cagado de miedo observas como Hermann se dirige a una camilla sobre la que reposa un cuerpo tapado con una sábana. Feldman te coge del brazo y te acerca a la camilla. En ese momento el hombre tira de la sabana y descubres el cuerpo de un hombre con un uniforme de gala de las SS. No eres un experto, pero inmediatamente reconoces la cara de Reinhart Heydrich, el carnicero de Praga.

—Mi padre robo el cuerpo de su sepultura para evitar que esos piojosos comunistas le pusieran las manos encima y lo mantuvo congelado esperando que surgiese una ocasión como esta. Cuando Feldman apareció pidiéndome un cuerpo sabía que había llegado la hora. Tú nos ayudarás a devolverle a la vida.

—Yo no ... En realidad no sé si podré... —intentas negarte aterrorizado.

—Me ayudarás o morirás. Tú eliges. —te dice Hermann con cara de pocos amigos.

Sabes que  no tienes alternativa. En el fondo te quieres demasiado como para sacrificarte por el bien de la humanidad, así que comienzas a trabajar, consciente de que probablemente estás comenzando una nueva era de terror en la historia de la civilización...

FIN

25

En cuanto sales de la pensión y te alejas unos metros, compruebas que tu intuición no te ha fallado. Amparado por las sombras causadas por el apagón observas como Feldman acompañado de una docena de cabezas rapadas entran en el edificio. Te gustaría ver la cara que ponen cuando no te vean ahí, pero decides que es más seguro escurrirse en la oscuridad con tu criatura.

Inga se deja llevar mansamente por las calles de Landshut. Aun parece bastante confusa. Tras veinte minutos de caminata estáis de nuevo en tu habitación. Por fin respiras aliviado aunque esa sensación no dura mucho tiempo. Apenas has cerrado la puerta cuando alguien pica a la puerta haciéndote pegar un salto. Obligas a la doctora a esconderse en el baño  cagándote en Feldman. A pesar de que nunca le has dicho dónde vives, quizás te haya estado vigilando y sepa dónde encontrarte.

Abres la puerta cagado de miedo para dar con la rubicunda cara de la dueña de la pensión. Casi no entiendes la jerga de la Selva Negra de la que es oriunda la mujer, pero la media docena de velas perfumadas que lleva en la mano te dan una pista de la razón de su aparición. Le das  las gracias a la casera, cierras la puerta y enciendes las velas, colocándolas sobre todas las superficies horizontales de la habitación.

La luz de las velas le da un aire íntimo a la habitación, el adecuado para hacer confesiones. Inga sale del baño con timidez, pero con el rostro serio. Es evidente que su confusión está disipándose.

Tu criatura está irresistible hasta vestida con unos vaqueros viejos y un jersey lleno de bolas, pero su cara ha cambiado, ahora está seria y sus ojos son acusadores. Se te ocurren mil mentiras con las que justificar tus acciones, pero finalmente optas por contarle la verdad. Con un gesto serio la dices que se siente a tu lado y le cuentas todo lo que sabes sobre su muerte y como la has devuelto a la vida.

Ella escucha con atención sin poder evitar que un grueso lagrimón emerja de sus hermosos ojos verdes y cuando terminas te mira con intensidad y levanta el brazo. Tú cierras los ojos esperando un buen bofetón, pero ella te sorprende acariciando tu mejilla.

—¿No estás enfadada? —preguntas.

—¿Por qué iba a estarlo? Me has devuelto a la vida y me has dado una nueva oportunidad de alejarme de aquella vida estúpida y sin sentido.

—Pero eras una de las modelos más apreciadas del país...

—Sí, era rica y famosa, pero no tenía vida. Desde la adolescencia, lo único que hecho ha sido viajar de un lado a otro del planeta constantemente, pasar hambre continuamente y desfilar semidesnuda ante los ojos de desconocidos y a veces incluso algo más...

No hace falta que termine la frase para saber que la sobredosis no fue un accidente y eso te hace pensar en lo dura que debe ser ese tipo de vida para mujeres tan jóvenes.

La mirada de intensa tristeza que refleja la joven al expresarse hace que una oleada de ternura y compasión te envuelva. Por primera vez te fijas en la mujer y no en su cuerpo. Acercándote un poco más, la acoges entre tus brazos y la estrechas contra ti. Ella se deja hacer y  apoya la cabeza en tu hombro agradecida. Tú inclinas la cabeza y le besas la frente, tratando de que se sienta protegida.

Inga levanta la cabeza y te mira. Lentamente acerca la mano y acaricia la línea de tu mandíbula y acercando sus labios te da un beso suave. La tibieza del contacto hace que todo su cuerpo se estremezca, pero sientes que lo que estás haciendo no es los correcto, así que tratas de separarte.

Inga sin embargo tiene otros planes. Con caricias y besos suaves te dice que no pasa nada y que realmente te desea y cuando te das cuenta estáis desnudos acariciándoos y basándoos sobre la cama.

Te sientes un poco raro, pero al final te dejas llevar y poco a poco te olvidas de todo lo que te rodea, centrándote en besar ese cuerpo maravilloso, esos labios invitadores y esos pechos grandes y juveniles.

Sin apresurarte, te pones sobre ella y la besas de nuevo. Inga te rodea con sus piernas y con un nuevo beso te suplica que la folles ya. Su sexo, cálido y estrecho, recibe tu polla produciéndote un intenso placer. Inga te recibe con un largo gemido y te coge por el pelo obligándote a mirarla a los ojos mientras te deslizas dentro de ella. Te sumerges en sus ojos aguamarina y observas cada uno de sus gestos de placer. Su sonrisa, sus gemidos, la forma en que se dilatan las aletas de su pequeña nariz o en la que se muerde el labio inferior cuando tu polla entra en ella con especial intensidad.

Tus empujones se hacen tan intensos que arrastras a la joven por la cama con ellos. Inga gime, se agarra a tu culo con sus manos y  arquea su espalda con cada penetración, pero en ningún momento rompéis el contacto visual. Te inclinas y la besas con suavidad y ella te devuelve el beso con desesperada violencia. Las lenguas de ambos luchan y tus empujones se hacen aun más rápidos y secos hasta que la modelo no aguanta más y se corre con un largo gemido.

Tú te separas para darle un poco de descanso, pero Inga esta casi inmediatamente preparada para un nuevo asalto y monta a horcajadas sobre ti. Con un gesto rápido se mete tu polla y comienza a saltar sobre ella. Tú observas hipnotizado sus pechos, alargas tus manos y los estrujas. Inga gime y se inclina sobre ti. Sus senos caen pesados y se bambolean justo a la alcance de tu boca. Coges uno de ellos y te lo metes en la boca. Lo saboreas. Es delicioso. Inga gime y mueve sus caderas con fuerza mientras tu lengua juega con su pezón. Llevado por la excitación, te pones en pie con ella en tu regazo y poniendo tus brazos bajo sus piernas comienzas a levantarla y dejarla caer sobre tu  polla. Sus gemidos se convierten en gritos que ahogas con tus besos para no alertar a la casera.

A punto de correrte sientas a Inga sobre un pequeño escritorio y das rienda suelta a tu pasión. La embistes con todas tu fuerzas mientras Inga salta e intenta agarrarse con brazos y piernas hasta que no puedes más y te corres.

Inga recibe tu leche con un gemido y tú sigues empujando con la misma intensidad hasta que un nuevo orgasmo la asalta.

Jadeando como una locomotora vieja te llevas a tu criatura a la cama y sin separaros os quedáis dormidos...

Los siguientes días son una vorágine de sexo. Inga y tú no os separáis en ningún momento. Estáis tan enamorados que todo el mundo a vuestro alrededor se difumina y ni siquiera acudes a los exámenes finales, lo que ha sido una suerte porque cuando te acercas el último día para firmar unos papeles te enteras de que el cabrón de Feldman ha estado toda la semana buscándote.

Eso no es nada bueno. Mirando a tus espaldas constantemente vuelves a la pensión y hacéis las maletas. En un par de horas estáis en un autobús que os llevará de vuelta a casa, porque ya habéis tomado una decisión; queréis vivir juntos para siempre. No tenéis ni idea de cómo vais a hacerlo. Inga no tiene identidad y no puede ni quiere recuperar su vida anterior, pero todo eso son pequeños inconvenientes comparados con el intenso amor que ha florecido entre vosotros...

FIN

26

—Lo que no sé es que cojones hago aquí. —dice ella— Lo último que recuerdo era que estaba en una fábrica de plásticos abandonada, atada a una silla...

De repente sus bonitos ojos grises se quedan velados por el terror y el sufrimiento.

—¿Eres tú uno de ellos? —te pregunta.

—Perdona, pero no sé a que te refieres...

—Me llamo Anke Fischer, soy la fiscal antidrogas en Hamburgo y unos sicarios a las ordenes de un cártel mejicano me secuestraron y me torturaron. —dice la mujer tocándose la herida suturada de su pierna.

Tú escuchas acojonado la descripción de las vejaciones a las que la mujer se ha visto sometida hasta que llega el momento en que un poco confundida describe su propia muerte. Es entonces cuando hace la pregunta que has estado esperando desde que esos ojos grises e inquisitivos se abrieron.

—¿Si estaba muerta, cómo coños estoy ahora aquí, respirando?

—Verás... —intentas explicarte.

—No me cuentes rollos. Se perfectamente cuando alguien me miente, así que la historia de que me encontraste con un hilo de vida no va a colar.

Sabes que no tienes otra opción y le cuentas toda la verdad. No esperas que esté dando saltos de alegría, pero al menos esperas algo de agradecimiento. En vez de ello te dice que estas detenido por robo y profanación de cadáveres, experimentación con seres humanos y no sé cuantos cargos más.

Acojonado intentas salir por patas, pero ella es más rápida y con un tubo de hierro te derriba. Intentas gritar pidiendo ayuda a Feldman, pero esa sabandija hace tiempo que intuyendo el peligro se ha escurrido entre las sombras.

En cuestión de minutos estás en un furgón policial rodeado por cuatro miembros GSG 9 que parecen desear que muevas un párpado para arrearte una hondonada de ostias. La justicia alemana no es como la española en cuestión de horas estás en el trullo sin posibilidad de fianza y quince días después en medio de una tormenta mediática en la que los medios te comparan con el doctor Menguele, el juez te sentencia a quince años de cárcel ante la mirada satisfecha que te dirige Anke desde el banquillo de los fiscales.

Tres años después...

Tu familia está tan avergonzada de tus actos que no ha ido a visitarte siquiera una vez, así que no te puedes imaginar quien ha podido solicitar una entrevista contigo. Cuando llegas a la sala de entrevistas te encuentras con un tipo trajeado sentado muy recto en su silla.

En cuanto te ve aparecer se levanta de la silla y se acerca a ti. Es un hombre calvo y bajo, de una edad indefinible entre los cincuenta y los setenta, con un enorme bigote grisáceo y muestra unos modales envarados, como si  se sintiese profundamente incómodo en este ambiente.

—Buenos días, Her Doktor. Mi nombre es Gunnar Olessonn y represento a la academia sueca. Es para mí un honor informarle de que ha resultado elegido como el ganador del premio Nobel de Medicina de este año por los avances realizados en bioelectricidad y en la lucha contra la muerte.

Tú le miras extrañado y lo primero que piensas es que es una broma, pero enseguida lo descartas, ese tipo no tiene pinta de haber hecho nada gracioso en su vida. A continuación el hombre te da un sobre y en el interior hay un diploma que te acredita como acreedor del premio nobel y el cheque nominativo por la cantidad de ocho millones de coronas suecas.

Tú, totalmente descolocado, miras el diploma y el cheque y te preguntas como estará el el tipo de cambio de la corona sueca en cajetillas de cigarrillos y cuantas podrás comprar en el economato de la prisión.

27

—Soy Jana Bukowsky ¿Tú quién eres? ¿Eres uno de los amigos de Karl? ¿Dónde estoy? —te pregunta la mujer con una mirada aterrada.

—Tranquila, no sé quién es Karl. Aquí estás segura. Te lo prometo. —respondes estrechando su brazo con afecto.

—¿Qué ha pasado? Lo último que recuerdo es el ardor en la pierna. —dice la mujer tocándose la sutura por debajo de la sábana.

Durante un instante te preguntas si podrás urdir alguna mentira, pero por sus ojos sabes que no durará. Poco a poco lo recordará todo, así que optas por contarle la verdad a bocajarro. No eres un psiquiatra, pero la reacción de Jana no es la que esperabas. Simplemente te abraza y te da las gracias. Al parecer no le apetecía nada seguir muerta.

—¿Y ahora qué? —te pregunta ella.

—La verdad es que no lo tengo muy claro. Te he conseguido algo de ropa para que te vistas y te llevaré a mi pensión mientras pensamos qué es lo que podemos hacer.

Jana se pone en pie y la diriges a un pequeño armario donde has metido ropa que has birlado de un contenedor. Un poco cohibido te das la vuelta para evitar mirarla desnuda a pesar de que te sabes su cuerpo de memoria. Cuando termina te das la vuelta y no puedes evitar pensar que es una mujer realmente hermosa. El viejo vestido veraniego de manga corta con los botones por delante le queda espectacular, aunque no dejas de pensar que hasta un saco de cebollas le quedaría de miedo.

Apartando la mirada de mala gana la coges de la mano y saliendo del pabellón te internas en la ciudad oscurecida por el apagón que has provocado. Durante el trayecto que os separa de tu pensión ella te cuenta que nació en un pueblecito polaco a pocos kilómetros de Cracovia. Cuando terminó sus estudios se fue a trabajar a Cracovia y conoció a Karl. Jana se enamoró inmediatamente de él y cuando la propuso que se fuese con ella a Colonia no se lo pensó. Fue entonces cuando todo cambio. Una vez en Alemania Karl mostro su verdadera cara y la sometió a continuas palizas y violaciones, llegando incluso a cederla a sus amigos. Alejada de su familia y sus amigos, se sentía impotente. Solo quería escapar, pero las continuas amenazas de Karl la mantenían tan aterrada que no podía ni pensar.

Finalmente un día después de pasar por la manos de cuatro de sus amigos en una sola noche se decidió. No tenía nada que perder, si tenía que vivir sería en libertad, si no prefería la muerte. Aquella misma noche sin atreverse a llevar más que lo que llevaba puesto escapó. Su aventura no duró mucho. Karl sabía a dónde iría y parando el autobús en el que volvía a casa la sacó a rastras por los pelos y se la llevó.

Los dos días siguientes fueron un infierno y para que no volviese a escapar Karl le hizo una profunda herida en la pierna y la encerró en una habitación del tamaño de una caja de zapatos con un cubo para hacer sus necesidades como único mobiliario.

Durante tres días solo se abría la puerta para que Karl o alguno de sus amigos abusase de ella. Los golpes, las violaciones y la falta de higiene acabaron con su resistencia. La herida se infectó y cuando Karl se dio cuenta era demasiado tarde. Su situación se deterioró rápidamente y el cabrón de su novio no esperó a que estuviese totalmente muerta. La metió dentro de un saco y la tiró en un descampado.

Jana termina su relato justo a la puerta de la pensión y no puede contener un suspiro de angustia. Tú no puedes evitar rodearla con tus brazos y estrecharla con fuerza.

—Tranquila, ahora estás a salvo. Karl cree que estás muerta y no te está buscando.

Cuando te separas, los bonitos ojos grises de la mujer están anegados en lágrimas. Le acaricias la cara con suavidad y ella sonríe con tristeza. Se acerca y tras darte un beso en la mejilla te da las gracias. Tú, intentando disimular lo mucho que te ha conmovido su gesto, tiras de ella y la guías dentro de la pensión.

Apenas has cerrado la puerta cuando alguien pica a la puerta. Jana pega un salto atemorizada y tú la tranquilizas mientras la invitas a esconderse en el baño. Seguramente Feldman se ha ido de la lengua. A pesar de que nunca le has dicho dónde vives, quizás te haya estado vigilando y sepa dónde encontrarte.

Abres la puerta cagado de miedo para dar con la rubicunda cara de la dueña de la pensión. Casi no entiendes la jerga de la Selva Negra de la que es oriunda la mujer, pero la media docena de velas perfumadas que lleva en la mano te dan una pista de la razón de su aparición. Le das  las gracias a la casera, cierras la puerta y enciendes las velas, colocándolas sobre todas las superficies horizontales de la habitación.

La luz de las velas le da un aire íntimo a la habitación, el adecuado para hacer confesiones. Jana sale del baño sonriendo con timidez y se sienta a tu lado en la cama. Os miráis y sonreís incómodos sin saber muy bien qué hacer, hasta que ella se adelanta y te da fugaz beso en los labios. Tú la miras aun un poco indeciso y ella te sonríe tímidamente. Sus ojos brillan y su melena pelirroja acariciada por la luz de las velas despide destellos ígneos. Finalmente te armas de valor y cogiéndola con suavidad por el cuello la besas. Sus labios se abren invitadores y tú deslizas tu lengua dentro de su boca. Ella responde poniendo su mano sobre tu pecho y devolviéndote el beso cada vez con más ansia hasta que tenéis que separaros para coger aire. Pero es solo por un instante. Casi inmediatamente te vuelve a besar y cogiéndote la mano la dirige debajo de la falda del vestido. Tus manos acarician el interior de sus muslos pálidos y suaves. Deseas a esta mujer con toda tu alma, pero no puedes evitar sentir que te estás aprovechando.

—No es necesario... —dices levantando la vista y sumergiéndote en esos ojos grises.

—¿Sabes cuánto tiempo que no hago esto porque lo deseo? Ya casi ni me acuerdo. —replica ella— Eres dulce y atento, me has devuelto la vida y te deseo, así que deja de comerte la cabeza y bésame.

Tú obedeces y cogiendo la cara entre tus manos besas sus labios fugazmente, jugando con ella, apartándote cada vez que ella avanza intentando alargar el beso hasta que consigue atrapar tus labios entre los suyos. El beso es largo y húmedo estás excitadísimo, pero te controlas y en vez de tumbar a Jana sobre la cama y follarla inmediatamente, que es lo que te pide el cerebro auxiliar, sigues besando su boca sus orejas y su cuello mientras desabotonas la parte superior del vestido y deslizas tu mano para sopesar y estrujar sus senos.

Jana se aprieta contra ti un instante antes de separarse y ponerse en pie frente a ti. Con un movimiento rápido y fluido deja resbalar su vestido y se queda totalmente desnuda frente a ti. Durante un instante intentas fijar tu mirada en sus ojos pero finalmente no puedes evitar bajarla atraído por esos pechos grandes con los pezones pequeños y rosados y por el mechón ardiente que cubre su pubis. Ella sonríe y se contonea orgullosa del efecto que su cuerpo causa en ti. Unos segundos después se acerca y te ayuda a deshacerte de tus pantalones y tus calzoncillos.

El contacto de sus manos con tu miembro hace que te estremezcas y sueltes un ronco gruñido. Jana  te besa y comienza a masturbarte antes de arrodillarse y rozar tu polla con los labios.

Tu cierras los ojos y acaricias la melena de la mujer mientras ella se mete tu pene en la boca y lo chupa con suavidad llevándote al séptimo cielo. Jana es una diosa. Su lengua acaricia tu polla a la vez que sus manos acarician tus testículos haciendo que en un par de minutos te veas obligado a separarla para no correrte.

Os abrazáis de pie y os estrecháis con fuerza, palpando acariciando y besando, conociendo vuestros cuerpos. Solo cuando estás satisfecho la das la vuelta y abrazándola restriegas tu polla erecta contra su culo. Jana gime y abriendo las piernas se pone de puntillas invitándola a que la penetres.

No te haces de rogar y empujándola con suavidad para que pueda apoyar las manos en un ajado aparador diriges el miembro al interior de su sexo. La sensación en abrumadora y por el largo gemido que emite Jana, ella parece sentir lo mismo. Agarrándote a sus costados le propinas empujones lentos y amplios disfrutando de cada centímetro de su delicioso coño. Ella gime y se estremece hincando las uñas en la oscura madera y mordiéndose el labio para no gritar.

Aceleras los movimientos a la vez que deslizas tus manos por su culo su vientre y sus pechos. Estás tan ansioso que te gustaría tener seis manos para poder abarcar a tu amante entera. Jana gira su cabeza y te mira a los ojos su sonrisa te atrae y sin dejar de follarla le das un largo beso.

Entre gemidos y jadeos os separáis. No hace falta que la preguntes si esta cómoda, el brillo de sus ojos y el aspecto enrojecido y tumefacto de los labios de su sexo te indican que es tan excitada como tú, si no más. Cogiéndola por la mano la tumbas en la cama y entierras la boca entre sus muslos. Jana se retuerce como una fiera enjaulada al sentir tu lengua haciendo diabluras en su bajo vientre. No aguanta mucho mas y mordiendo las sábanas par no gritar experimenta un fuerte orgasmo. Tú la observas, acaricias su cuerpo estremecido y besas los dedos de sus pies contraídos por el placer. Apenas se ha recuperado cuando te colocas sobre ella y la penetras de nuevo. Jana te acoge abrazando tus caderas con sus piernas y guiando tu boca a uno de sus pechos. Chupas y mordisqueas con suavidad sintiendo como se hinchan y endurecen sus pezones y te vuelves loco de deseo. Olvidas toda delicadeza y la penetras con todas tus fuerzas haciendo crujir la cama peligrosamente. Jana te acompaña con gemidos, susurrando palabras de amor e hincando las uñas en tu espalda.

La ternura se convierte en lujuria furiosa. Ambos peleáis y lucháis como fieras entre las sábanas hasta que no aguantas más y te corres, incluso después de vaciar tus huevos en su acogedor sexo sigues penetrando a Jana con la misma intensidad hasta que con un grito se agarra a ti con todas sus fuerzas presa de un monumental orgasmo que prolongas con tus besos y caricias.

Os derrumbáis en la cama exhaustos aunque tú no puedes separar tus ojos de su piel cremosa ahora enrojecida por el sofoco del orgasmo. Admirado de tener una belleza semejante a tu lado acaricias su cuerpo y la besas con ternura. Es todo lo que deseas en una mujer así que la pregunta te sale de los más natural.

—Jana, ¿Quieres venir a España conmigo?

Jana te mira extrañada y tu dudas. Quizás solo quiere volverse a Cracovia y olvidarse de aventuras con extranjeros, pero inmediatamente sonríe y poniéndose a horcajadas encima de ti te come a besos mientras te dice que te seguiría hasta el infierno. Apenas tienes tiempo de analizar lo que sientes porque ambos volvéis a estar excitados. Pasas los siguientes dos meses en una nube totalmente enamorado de Jana y lo mejor es que ella parece estar igual de colada por ti.

El tiempo pasa con extraordinaria rapidez y cuando te das cuenta estás recogiendo tus notas. Milagrosamente has aprobado todas las asignaturas menos una. Al día siguiente ya estáis de camino. En cuanto llegas a casa os dirigís al consulado polaco y Jana consigue una nueva documentación. Al no haber denunciado nadie su desaparición no le resulta difícil recuperar su vida. Una vida que para suerte tuya no concibe sin ti.

FIN

28

Unos estremecimientos y un grito ahogado te despiertan. Cuando te giras ves que Minnie está debatiéndose en la cama. Con suavidad la zarandeas hasta que se despierta. Minie te mira con ojos aterrados y te abraza sollozando.

—Tranquila, solo era una pesadilla. —le dices acariciando su cara y su cabello hasta que tu criatura se serena.

—Ha sido horrible. Estaba en la cama durmiendo, cuando se oía un ronroneo lejano que cada vez se hacía más fuerte. Entonces de repente el mundo estalla a mi alrededor. El estrépito de las explosiones, el tableteo de las armas antiaéreas y el aullido de las sirenas me aturden y me impiden reaccionar. Doy vueltas en mi habitación gritando aterrada y buscando refugio mientras las ventanas y las puertas salen disparadas de sus marcos por la fuerza de las onda expansiva de las bombas. Finalmente una de las bombas cae tan cerca que solo veo el fogonazo y entonces... me despiertas.

—No pasa nada, yo estoy aquí. Solo era una pesadilla. —la consuelas imaginando que ese sueño es un residuo de sus recuerdos. Si su cerebro llevaba unos setenta años en un bote las cuentas coinciden, es más que probable que la mujer viviese los horrores de la Segunda Guerra Mundial.

Minnie se agarra a ti con desesperación y te dice que no quiere dormir más. Es entonces cuando os miráis. Su belleza te subyuga y como si fuese lo más normal del mundo acercas tu boca y la besas suavemente. Ella responde con entusiasmo y cuando te das cuenta estas arrancando su ropa y besando su cuerpo de infarto.

Bastan unos minutos para darte cuenta de que el experimento ha sido más exitoso incluso de lo que esperabas. A un cuerpo de infarto se une la personalidad de una mujer ardiente y a la vez complaciente. Con cada caricia y cada beso Minnie se estremece y gime abriendo sus piernas e incitándote a penetrarla. Tú te controlas y hundes la cabeza entre sus piernas saboreando su sexo y observando cómo se hincha y se humedece cada vez más hambriento.

Al fin accedes a sus continuas y ansiosas peticiones y la penetras. Tu miembro resbala con suavidad en su coño y ella gime y se agarra a ti con desesperación. Rodáis por la cama hasta que ella queda encima de ti. La observas mover sus caderas y acaricias sus pechos bamboleantes antes de que ella entrelace tus manos con las suyas y comience a saltar sobre tu miembro cada vez con más fuerza. Miras a Minnie a los ojos. Percibes verdadera devoción en ellos y unas ilimitada necesidad de agradarte. Eres un cabrón y lo sabes. Pero no puedes evitar aprovecharte de la situación. Amas a tu creación con todas tus fuerzas.

Minnie, ajena a tus pensamientos continua botando encima de ti hasta que se derrumba casi exhausta. La separas con un suave empujón y con dos de tus dedos la penetras y buscas su punto G. Con un largo gemido te indica que lo has encontrado. Engarfiando los dedos acaricias y lo golpeas cada vez con más intensidad, cebándote en esa sensible zona hasta que Minnie experimenta un sensacional orgasmo. La criatura se encoje y se retuerce, gime y pone los ojos en blanco hasta que se queda inmóvil y desmadejada sobre la cama.

Su inmovilidad no dura mucho. Enseguida se pone a cuatro patas y poniendo el culo en pompa se masturba delante de ti. La visión del bello cuerpo desnudo y cubierto de sudor y de las costillas marcándose bajo su piel cada vez que la joven hace una profunda inspiración intentando recuperase, hacen que pierdas por un momento la cabeza. Te acercas por detrás y tras escupir sobre su ojete le metes un dedo en el culo.

Minnie gime, pero gira la cabeza y te sonríe complaciente. Tú no te lo piensas y tras lubrificar bien el estrecho agujero le metes la polla hasta el fondo de su culo. Minnie grita y muerde las sabanas con fuerza. Tú esperas unos segundos y acaricias su cuerpo disfrutando de las furiosas contracciones de su esfínter. Finalmente lo peor parece haber pasado y comienzas a moverte en el estrecho conducto disfrutando como un loco. Minnie se queja suavemente y aguanta a duras penas tus duros empujones.

Dándote un descanso te detienes y te inclinas sobre ella tirando de su melena la obligas a volverse y le das un beso que te devuelve con desesperación. Tus manos se deslizan por su vientre y acarician su clítoris. Pronto los quejidos se trasforman en gemidos y cuando vuelves a moverte en sus entrañas está excitada de nuevo. De un empujón te aparta y se pone en pie. Tú la sigues, la abrazas, acaricias todo su cuerpo y le besas los pechos, el cuello, los labios. Te gustaría tener tres bocas, dos penes y seis manos.

Hambriento le das la vuelta y separas sus cachetes su ano aun está un poco abierto y no te lo piensas, vuelves a penetrarla.

—Sí, así mi amor. Soy tuya. Tu esclava. Haz de mi lo que quieras...

Lo único que tu deseas es seguir sodomizándola hasta que el mundo desaparezca en una deslumbrante explosión. Agarrándote a sus caderas la sodomizas con todas tus fuerzas mientras ella contrae el esfínter de su ano intensificando tu placer de tal manera que te corres casi sin darte cuenta y sigues sodomizándola una y otra vez deseando más, deseando volver a eyacular una y otra vez hasta que tu semilla rebose en su culo.

Los gemidos se convierten en gritos de placer. Minnie te pide que le des más y más fuerte mientras experimenta otro nuevo orgasmo. Cuando haces el amago de parar te sienta en la cama y se vuelve a ensartar tu polla poniendo las piernas a ambos lados de las tuyas y acercando tus manos a su sexo en una invitación inequívoca. Estás exhausto, pero el abandono con que te hace el amor tu criatura te mantiene excitado. Acaricias y penetras su coño con tus dedos mientras ella salta sobre tu polla erecta hasta que le asalta un nuevo orgasmo. Sujetándola para que no caiga hacia delante la tumbas sobre la cama y la vuelves a penetrar esta vez cara a cara, mirándoos a los ojos. Recibe tus pollazos con largos gemidos y estremecimientos. Es como si los orgasmos que experimenta se hiciesen más frecuentes hasta unirse unos con otros. Tú no aguantas mucho más y con todo el cuerpo de Minnie retorciéndose eyaculas de nuevo y te derrumbas sobre ella.

Durante los siguientes minutos apenas puedes hacer nada más que jadear. Intentas separarte, pero ella te agarra con brazos y piernas ansiosa por sentir el peso de tu cuerpo sobre ella y tu miembro decreciendo poco a poco en su interior.

Esa noche hacéis dos veces más el amor y los días siguientes solo paráis el tiempo justo para estudiar un poco y superar los exámenes con aprobados raspados.

Cuando la beca termina, estáis totalmente enamorados el uno del otro. No has vuelto a ver a Feldman y tienes que recurrir a  otra gente para conseguirle una identidad a Minnie. No resulta barato, pero el acceso a todos los departamentos que tienes, te permite sintetizar ciertas sustancias en el laboratorio de químicas muy apreciadas en el mercado negro y cuando vuelves a España la has convertido en tu novia oficial. Tus padres se muestran sorprendidos por tu sensatez a la hora de escoger a una mujer dulce y hermosa y no se explican cómo siendo un capullo has logrado cazarla. Sin embargo, en cuanto llega la noche la dulce Minnie se convierte en una bestia ardiente y sedienta de sexo que solo tú y tu miembro pueden saciar.

FIN

29

Unos estremecimientos y un grito ahogado te despiertan. Cuando te giras ves que Minnie está debatiéndose en la cama. Con suavidad la zarandeas hasta que se despierta. Al abrir los ojos ves que algo ha cambiado en ella. Es algo sutil pero cuando intentas profundizar ella parece cerrarse y finge no recordar nada de la pesadilla.

La abrazas para consolarla y pronto volvéis a quedaros dormidos. Los días siguientes os vais conociendo poco a poco. Ella parece aceptar tu trola y se muestra agradecida. Deja que la acaricies y que le robes un par de besos, pero cada vez que intentas algo más te para los pies, haciendo que te pasees por el campus con un intenso dolor de huevos. Por fin termina el curso y apruebas todas las asignaturas con honores.

No has vuelto a ver a Feldman y tienes que recurrir a otra gente para conseguirle una identidad a Minnie. No resulta barato, pero el acceso a todos los departamentos que tienes te permite sintetizar ciertas sustancias en el laboratorio de químicas muy apreciadas en el mercado negro y cuando vuelves a España la has convertido en tu novia oficial. Tus padres se muestran sorprendidos por tu sensatez a la hora de escoger a una mujer dulce y hermosa y no se explican cómo siendo un capullo has logrado cazarla. Sin embargo, en cuanto llega la noche la dulce Minnie  se transforma y muestra su verdadera personalidad...

Tres años después...

El trabajo en el hospital es agotador. Tras una guardia de veinticuatro horas no sabes donde tienes la cabeza y dónde tienes el culo, pero a medida que te acercas a casa el cansancio va dando paso a una excitación cada vez más intensa.

Abres la puerta y te descalzas inmediatamente. Lo último que desearías sería contrariar a Minnie dejando una huella de tu zapato en el inmaculado parquet. Dejas la cartera al lado de los zapatos y avanzas con precaución. Al final del pasillo tu novia te espera vestida con unas botas hasta las rodillas unas medias de rejilla, un corsé del mismo color y una gorra de plato de las SS auténtica.

Minnie te mira con un gesto de desprecio y con una mano se acaricia la cruz de hierro de segunda clase que tiene ceñida a su atractivo cuello con una cinta de color rojo sangre mientras se golpea el muslo con la fusta que lleva en la otra mano.

—¡Llegas tarde! Seguro que has estado pasando el rato metiendo mano a alguna inmigrante ilegal. —te grita dándote un fustazo en la espalda por todo saludo— ¡Nunca aprenderás! Aunque tienes suerte. En el fondo te aprecio, despojo inútil y nunca dejaré de intentar educarte. ¡Desnúdate!

Casi babeando de placer te encoges en un gesto servil y te desnudas en el pasillo. Con una patada sabiamente aplicada justo detrás de tus rodillas te obliga a ponerte a gatas. Enseguida saca de no sabes muy bien dónde una correa de cuero y te la coloca alrededor del cuello con un lazo corredizo.

—Vamos, muévete. —dice tu ama— Dando un fuerte tirón a la correa.

La correa se hinca en tu cuello y te corta la respiración por un instante. Tú mansamente sigues a tu ama por el pasillo con tu polla empalmada balanceándose cómicamente.

La decoración de la sala del final del pasillo es totalmente obra de tu novia. Las paredes están cubiertas con tapices que representan escenas de las operas de Wagner y entre ellos, cuelgan estandartes rojos con la esvástica en el centro de un círculo blanco. Cada vez que las ves, una mezcla de terror, excitación, ansia y culpabilidad te asaltan. No puedes evitarlo en vez de ser el amo de la criatura, ella es la que te domina con cruel mano de hierro... Y te encanta.

Observas con atención la gran mesa de madera con los grilletes, la cruz a la que te ata para castigarte y el cepo, su más reciente adquisición, comprado en una subasta de un lote procedente de una antigua mazmorra de la inquisición y no puedes evitar un escalofrío de placer.

Tu vista se desvía hacia Minnie. Esta esplendida con el corsé realzando sus curvas y elevando sus temblorosos pechos. Tú mirada se desvía hacia  su sexo a la vista y cuidadosamente depilado, pero ella se da cuenta y te cruza la cara de un fustazo.

—Te he dicho mil veces que mantengas la mirada en suelo, esclavo. —te espeta ella rematando la frase con una patada en el costado.

Tu caes al suelo y ruedas agarrándote las costillas magulladas mientras te apresuras a darle las gracias a tu ama por la corrección. Con las extremidades temblando de deseo te vuelves a poner a cuatro patas y esperas pacientemente con la mirada fija en el brillante parquet. Oyes como tu ama se pasea alrededor de ti. Hasta el sonido de los tacones de aguja de las botas sobre la superficie de madera te parecen excitantes.

Un instante después sientes como el extremo de su fusta recorre tu columna vertebral, Tú cuerpo se encoje inconscientemente esperando el golpe y tu polla se retuerce justo en el momento en que tu ama descarga un fustazo en tu culo. El escozor es tan intenso como placentero y te apresuras a darle las gracias a tu ama de nuevo esperando que te regale con una buena serie de golpes.

—Buen chico. Así me gusta. —dice mientras golpea el interior de tus muslos con suavidad obligándote a separarlos.

En ese momento te olvidas de sus instrucciones y de nuevo apartas la vista del suelo para echarle un fugaz vistazo. No sabes cómo, pero ella siempre te pilla y te mira con gesto de rabia.

A pesar de que intuyes lo que va a pasar te mantienes quieto como una estatua. Sientes que algo toca suavemente tu escroto y a continuación un golpe duro y seco en tus testículos te hace caer de nuevo encogido. El dolor es tan intenso que te impide pensar, pero ella no te da tregua y tirando de la correa te obliga a ponerte de nuevo a gatas si no quieres ahogarte.

—Vamos perrito. No tengo todo el día. —Minnie te guía por la habitación y se sienta en el único mueble cómodo de la estancia, un amplio sofá orejero.

Tú, meneando tu rabo con alegría, coges sus botas con tus manos y mordisqueas y lames el cuero negro con delicadeza. Tu ama te recompensa con suaves fustazos en los brazos y los hombros.

—Buen chico, así se hace. —dice tirando de la correa para que avances hasta el interior de sus muslos.

Rozar sus piel con tus labios es como saborear el paraíso y por primera vez tu ama da señales de excitación; un leve movimiento de sus caderas, un ligero enrojecimiento de su sexo que hace contraste con la palidez de su piel.

Deseas abalanzarte sobre él, mordisquear su vulva y penetrar su coño con tu lengua, pero esperas pacientemente hasta que al final llega tu recompensa. Cogiéndote por el pelo tira con fuerza guiándote hacia su sexo. Con un "gracias Ama" que llega desde lo más profundo de tu alma. Envuelves su sexo con tu boca, lames, chupas y mordisqueas. El cuerpo de tu ama se estremece con el placer, un placer que deseas darle con tanta desesperación que incluso cuando tira de la correa estrangulándote tú sigues intentando llegar a su coño.

Arriesgándote a recibir otro golpe levantas la vista. Minnie tiene los ojos cerrados y se muerde los labios rojo sangre ahogando los gemidos de placer.

Bajas la mirada antes de que ella perciba que la estas observando y vuelves a tu tarea hasta que ella te separa con un empujón de su bota. Frustrado observas su sexo caliente aspirando el excitante aroma a sexo que emite.

—Sé lo que piensas. Deseas seguir lamiendo y meterme esa sucia polla dentro de mí.

—Sí ama.

—Pues olvídate, seguro que ese asqueroso apéndice tuyo habrá pasado todo el día dentro de alguna perroflauta. —dice tu ama tirando de la correa y colocándote en el cepo.

La madera se ajusta a tu cuello y a tus muñecas inmovilizándote y obligándote a adoptar una incómoda postura. Una vez asegurado al potro Minnie desparece momentáneamente de tu campo de visión y cuando vuelve está fijándose un consolador a sus caderas. Por lo que puedes atisbar es uno de esos dobles diseñados para que con cada empujón se hinque profundamente en su coño. Con un sudor frio te imaginas lo que te espera.

—Hoy yo seré yo la que te la meta.

Sin más te obliga con la fusta a abrir la boca y con un empujón de su pelvis te clava el consolador en el fondo de tu garganta. Tú gimes y te retuerces intentando respirar, pero tu ama no tiene misericordia y mantiene la polla alojada en el fondo de tu boca moviendo las caderas en círculo hasta que estas a punto de ahogarte.

Cuando se aparta respiras entre arcadas. Minnie aprovecha para recoger la saliva que rebosa de tu boca y la aprovecha para lubrificar su miembro postizo. De nuevo desaparece de tu visión y tú temeroso tensas tus glúteos intentando cerrar la entrada a tu ojete.

Inmediatamente viene el castigo. Una larga serie de fustazos en tus nalgas te obligan a gritar de dolor.

—¡Separa las piernas! El culo te arde recordándote que no debes contrariar a tu ama. Temblando de miedo sientes como tu ama frota su dildo contra tus huevos y tu periné hasta que su punta roza la abertura de tu ano.

El consolador entra en tu culo de un solo golpe, produciéndote un intenso aguijonazo de dolor. Tienes que recurrir a todas tus fuerzas para no gritar mientras tu ama te penetra sin misericordia acompañando cada empujón con un ronco jadeo de placer.

Adoras a tu ama, jamás te has sentido tan humillado, es... maravilloso. Poco a poco el dolor se transforma en un ligero ardor que rápidamente se ve enmascarado por un placer que se hace cada vez más intenso. Tu ama también está gimiendo y gritando al sentir como la parte del consolador que tiene insertada en su vagina golpea sus partes más sensibles. Te asalta con todas sus fuerzas y a pesar de que le pides clemencia ella no para y sin poder aguantarte más te corres como una fuente.

Tu ama enfadada te golpea por la espalda con su fusta para castigar tu incontinencia, sin dejar de follarte hasta que se ella también se corre finalmente.

—¡Cerdo salido! ¿Cómo te atreves a correrte antes que tu ama? Y encima has dejado perdido el suelo. —dice sacándote del potro y hundiendo tu cara en el semen que cubre el suelo.

No hace falta que tu ama te lo ordene obedientemente te dedicas a limpiar el suelo con tu lengua mientras no dejas de pensar que eres el esclavo más afortunado del universo...

FIN

Para los que consideran que buscar por el texto los números de los capítulos es un coñazo, he publicado en Amazon esta historia junto a las otras dos que ya publique anteriormente en esta página con el título "Elige Tu Propia Postura", con los hipervínculos para que el acceso a los capítulos sea sencillo:

https://www.amazon.es/dp/B07DM928XH/ref=sr_1_8?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1528565432&sr=1-8

https://www.amazon.com/dp/B07DM928XH/ref=sr_1_5?ie=UTF8&qid=1528565492&sr=8-5&keywords=alex+blame