Esta mujer me llevará por el mal camino 28
Os cuento como conocí a Cristine, una chica, de la que leereis muchas historias a partir de ahora.
Era principios de Agosto, un viernes, estábamos Mireia y yo en el despacho trabajando (por raro que os pueda parecer). Ese día Mireia cogía vacaciones hasta finales de mes, y yo el lunes siguiente empezaba una ruta por EEUU de diez o quince dias, por trabajo.
Era un dia muuuy caluroso, a las diez de la mañana. Mireia vestía una mini falda floreada, un top palabra de honor blanco, y unos zapatos de tacon de verano. Estaba preciosa.
Después de repasar bien el planing de mi viaje, las reuniones que tenía y analizar los resultados que llevábamos hasta la fecha, me dijo:
-nos podriamos hacer uno homenaje hoy, que estaremos muchos dias sin vernos.
Al tiempo que decia esto, se levantaba de la mesa, y se iba a su despacho. Yo me empalmé en dos segundos.
Le dí un par de vueltas, y analicé la situación. Susana había salido de ruta por Europa con Vanessa y Tete. Habían alquilado una autocaravana super guapa, y la idea era “encontrarnos” en Ginebra la última semana del mes, pero para eso aún quedaban casi tres semanas. Sabía que aquel fin de semana, estaba completamente solo en Barcelona.
Mireia se iba el viernes por la tarde (la tenía que llevar al Aeropuerto), Roger estaba también fuera, asi que tenía que aprovechar el momento.
Como en nuestros inicios, le envié un whatsapp a mi secretaria: “voy un momento a casa. Dame veinte minutos”.
Cogí la moto, y subí hasta mi casa a por algo de “ayuda”. Al abrir el cajón de las sorpresas, tenía dos opciones, pastillas azules, o polvos blancos.
Me decidí por las primeras, pues no eran ni las once de la mañana.
Volví disparado para el despacho. Al llegar al edificio, Mireia me esperaba en la terraza del bar que hay debajo. En pleno Paseo de Grácia, en agosto, aquello estaba a reventar de turistas.
Desayunamos los dos juntos, y a media mañana, subímos los dos a nuestro despacho.
Ya en el ascensor (el despacho está en el último piso de un edificio antiguo completamente restaurado, y el ascensor es abierto, con rejas metálicas en ambos lados, y varias puertas) me avalancé sobre ella, que se dejo hacer, y le metí la mano en su precioso coño. Mireia, levantó una de las piernas para ponérmelo muy facil.
Entramos al despacho, nada más cerrar la puerta, le levanté la falda por detrás, llevaba unas braguitas negras con transparéncias. Se las bajó con toda sutileza, para que pudiese observar su imponente culo, y entre sus piernas poder ver asomar su precioso coñito rosa.
Me fui a mi despacho, y me tomé media pastillita azul.
Mireia entró en su despacho, y salió del mismo con un arnés puesto. Me hace grácia recordarla con una polla de veinte centímetros asomando debajo de su minifalda.
Se sentó en mi mesa, y yo hice lo mismo en mi silla.
Con una sutileza enfermiza, fue separando sus piernas hasta que el dildo que tenía entre ellas quedó bien erecto. Me acerqué y lo chupé un poco. Estaba a mil.
Me levanté, y me desnudé completamente. Me fui para la butaca, y me apoyé en ella, poniéndo el culo bien en pompa.
Mireia separó mis nalgas, y me dedicó una señora comida de ano, masturbándome con sus dedos, e introduciendo alguno, para irme dilatando.
Acto seguido, se puso en pié, y me folló el culo durante un buen rato. Pasados unos cuantos empujones tuvo un orgasmo.
Yo, con mi polla más dura que un palo, esperaba mi turno.
Me senté en el sofá, mientras Mireia se quitaba el arnés. Con mucha delicadeza, y contoneo, se sentó encima mio. Se levantó la faldita, para que pudiese observar mi polla desaparecer entre sus piernas. Se la introdujo entera, y se quedó quieta unos instantes mientras me besaba, y nuestras lenguas enloquecian juntas al encontrarse. Entonces empezó unos diabólicos movimientos que me hacían enloquecer de gusto.
Mireia gemía como una loca, y no cesaba de contornearse con mi miembro entre sus piernas. Yo la agarraba fuertemente del culo, y besaba sus tetas, en la medida que sus movimientos acercaban sus pezones a mi lengua.
-porque no te pones a cuatro patas preciosa?-le dije entre jadeos.
Ella sonrío, sin ser muy bien consciente de lo que le esperaba.
Se puso completamente espatarrada encima del sofá, con su culo en pompa. Agarré el arnés que rondaba por allí, y le introduje la polla de plástico en su mojado coño. Mireia soltó un grito de gusto ensordecedor. Le pedí que se lo aguantara ella con una de sus manos, y así lo hizo.
Se castigaba el coño a saco con la polla de silicona. Entonces, le separé las nalgas, y con delicadeza pero sin piedad, le follé el culo. Mi polla estaba dura como una piedra, así que perforo su ano sin demasiados problemas.
Mireia cogío aire unos segundos, y empezó a gemir a grito pelado. Sin dejar de autofollarse con el vibrador, yo le envestía el culo ahora ya a lo béstia. Entonces tuvo su segundo orgasmo. Con todo el cuerpo sudado, y con una cara de gustazo que daba envídia mirarla, se dió la vuelta, y acercó su boquita a mi polla para que la metiese dentro.
Le follé la boca, se la metía hasta la garganta, tuvo incluso arcadas un par de veces. Sin dejar de chupármela, esperó a que le llenara la boca de leche. Mi semen se le salía por la comisura de sus labios, y se deslizaba por mi polla. Con la boca llena de semen, me continuó comiendo polla y huevos, para acabar lamiéndolo otra vez, y dejarla límpia.
La cara de vicio de Mireia jugando con mi semen, es una de esas cosas que guardas en la retina de por vida.
Eran las doce y media de la mañana. Sin ropa de recambio, nos metímos en la ducha juntos.
Entre sobeteos y magreos varios, mi pene seguía empalmado, así que no tuve más remedio que follármela otra vez, esta vez por delante, y durante un buen rato. Mireia buscaba mi boca entre jadeos, y no paraba de gemir.
La segunda, dentro de la ducha, otra vez en la boca.
Aquel día me propuse que Mireia tragara todo lo que no tragaría durante todo el mes.
Nos vestímos, y mientras Mireia recogía su despacho, yo mandé unos correos para dar por finiquitado el día.
Recuerdo perfectamente escribir un mail, notando mi polla completamente empalmada. A punto estuve de hacerme una paja.
Nos fuimos a comer andando, y después fuimos a su piso para prepararse para ir al aeropuerto. El antiguo piso de Susana (recordareis que Miriea se lo aqluila a mi mujer) es muy especial para mi, pues fue mi primera vez para muchas cosas.
Nada más entrar, le subí la falda, y la fui empujando hacía la habitación. Se dejó caer en la cama, y después de quitarle las braguitas, me abrió sus piernas, mientras con su mano, separaba los labios de su coño, para que pudiese dedicarle una merecidísima sesión de lengua a su precioso clitoris.
Me entretuve con cada pliegue y cada arruga de su impresionante coño. Notar como se estremece en cada beso, cada lenguetazo es una maravilla. Y el sabor que deja en tu boca es para no querer parar nunca de comérselo.
Cuando se iba a correr aprisionaba mi cabeza con sus piernas y sus manos, para que no parara. No te puedes escapar de su trampa. Y el premio era una preciosa corrida, con mi lengua entre sus piernas.
La estuve comiendo durante un buen rato. Tuvo un orgasmo, y no paré hasta que tuvo otro seguido.
Mi polla, entre mis piernas, estaba a punto de estallar ella sola, con el simple roce de las sábanas.
Con la mandíbula echa polvo, fui trepando por su precioso cuerpo, una pequeña parada en su ombligo, otra un poco más larga en sus pechos, y después de su cuello, buscar su boca. Su piel húmeda de sudor, es una delicia. Traspira sexo por todos sus poros.
La follé lentamente, disfrutando de sus gemidos, y comiéndomela a besos.
Me dí la vuelta, para que llevara ella la iniciativa un rato. Se puso de pié en la cama, y se sentó encima de mi polla apoyándo sus manos en mi pecho. Se introducía mis veinte centímetros enteros hasta el fondo. Aceleró un poco los botes, y la avisé que me iba a correr. Me miró a los ojos, y sin dejar de hacerlo, se apartó para meterse mi polla entre sus labios. Me masturbó con la boca abierta, y su lengua rozando mi capullo, y se apresuró a recojer mi corrida, y esta vez si, compartir conmigo en un largo morreo.
La deje que se acabara de preparar, y me fui a mi casa a por mi coche.
Al volver, me estaba esperando en el portal. Cargamos su maleta, en la parte de detrás de los asientos, pues el 911 de Roger tiene un maletero ridículo.
Rumbo al aeropuerto, fui todo el camino empalmado, solo porqué me la imaginaba comiéndome la polla en el coche.
Al llegar sufrímos la huelga de personal de seguridad en persona. A punto estuvo de perder el avión (cosa que deseé durante un buen rato).
Nos despedimos, que parecíamos dos novios. Y cuando estaba ya en pleno barullo de la cola del control de seguridad, me fuí.
Al sentarme en el coche, me quedé un rato pensativo: eran las ocho de la tarde. Me había corrido unas cuantas veces, pero al saber que estaba solo, sentía la necesidad de aprovecharlo. Miré en el móbil, un par de páginas de contactos. Entre muchas opciones, destaqué dos, un chico africano con una polla de escándalo, o una preciosa travesti de metro ochenta, melena morena por encima del hombro, y un cuerpo simplemente perfecto. Tenía una muy buena polla, tamaño similar al mio, y un tatuaje debajo del ombligo que me puso cachondo.
Pensé que el chico africano me destrozaria el culo, y que con la travesti, podía tener algo más íntimo.
La llamé antes de encender el coche, y me contestó con una voz mucho más femenina que las travestis que conozco (y son varias).
Me dijo que cobraba 150 euros la hora, y que estaba sola en un piso en Muntaner.
Encendí el coche, y salí disparado del parquing.
Al llegar a su piso, la volví a llamar, para que me dijese el número y subir.
Al abrirme la puerta, casi me caigo de culo. Una preciosa mujer, alta como yo, con un corsé de encaje negro, un tanga y unos ligueros con medias de rejilla. Zapatos de tacón alto, y labios rojo carmin.
Me quedé unos segundos atontado en la puerta, y Cristine, se dio cuenta.
Pasé y me dió un piquito. Como si la conociese de toda la vida, la agarré con una mano por su precioso culo, y la acerqué a mi. Me miró fijamente a los ojos, y me dio un señor morreo. Nos morreamos durante unos minutos, en los que pude notar su preciosa polla rozar mi pierna.
Le dejé la pasta en el mueble del recibidor, y sin siquiera tocarla me llevó de la mano a su habitación, decorada con velas, y con sabanas de color vino, de seda (una horterada, que quereis que os diga....).
Me desnudó entero, con mucha calma y suavidad. Me sentó en la cama, y sin dejarme meterle mano, abrió la mesita de noche, y sacó un portafolios, que me entregó (si os cuento las tonterias que me pasaron por la cabeza en aquel momento os tronchais de risa).
Era una análitica de hacía dos días, en la que decía que a parte de los trigliceridos un poco altos, de todo lo demás estaba completamente límpia.
No soy un putero experto, pero en mi experiéncia, nunca lo había visto, y sinceramente, me pareció genial.
Cristine, se desabrochó el corsé, y me dejo ver sus enormes enormes pechos. Me incorporé y jugué con ellos, al tiempo que le iba bajando el tanga. Fui bajando por su barriga, y con su polla en mi mano. Me dediqué unos segundos a besar el tatuaje que me había puesto cachondo en el coche. Empecé a comerle los huevos, me refregaba su polla por la cara, mientras mi lengua jugaba con aquellos testículos perfectamente depilados.
Entonces me metí su flácida polla en la boca, y empecé a lamerla como si fuese la primera vez que lo hacía. Su polla se puso dura rapidamente, y la estuve lamiendo durante un buen rato.
-me dejarás follarte Karlo?-me preguntó con voz de niña buena.
Me levanté, y le di un beso en la boca, y en su oido le susurré:
-si, pero con una condición: quiero tu leche en mi boca.
Se le dibujo una preciosa sonrisa en la cara, mientras me tumbé en la cama, boca arriba, y levantando mis piernas y agarrándome la polla y los huevos, esperé a que Cristine me follara.
Se puso un condón, y un poco de lubricante. Como la tenía bien dura me la metió hasta dentro sin contemplaciones. Me folló a saco desde el principio. Me agarraba las piernas, y se ponía a mil, sacando su polla completamente, y volviéndola a meter hasta dentro sin pestañear.
Cuando se animó más aún, sin poderlo remediar, se corrió dentro de mi culo. Se dejó caer encima mio, y mientras me besaba me susurró:
-lo siento, lo siento, es que me has puesto a mil.
-no pasa nada, tranquila....
Cristine, sacó su flacida polla de dentro mio, y se tumbó boca arriba. Se quitó el condón, y dándole la vuelta, dejo caer su propio semen encima de su polla.
Al verlo, me fui disparado, y me la metí entera en la boca. Lamí y tragué su leche mirándola a la cara, y tan bien lo hice que se le volvió a poner dura.
-si siguies asi me corro otra vez cabrón-me dijo entre gemidos.
Dicho y echo, agarrándole la polla por la base, la fui lamiendo con esmero, como yo se hacer. Mis labios acompañaban mi lengua, que mantenía la polla húmeda. Sabía a semen, y eso aún me ponía más cachondo. A veces me separaba un poco para cojer aire, y un hilo de líquido quedaba colgando entre mi boca y su capullo. Entonces lo lamía y lo tragaba. Cristine, me agarró por la cabeza, y ayudada por su culo contra la cama, me envestía la boca, y me la follaba. Su capullo tocaba lo mas hondo de mi garganta. La metío hasta dentro, y soltó su segunda corrida, esta vez si, en mi boca.
La pobre quedó extenuada en la cama, y yo, tumbándome a su lado observé que ya había pasado la hora. Ella también se dió cuenta, pero pareció no importarle.
Se fue a por mi olvidada polla, y ayundándose con sus enormes y duras tetas, me la puso bien dura.
Le pedí que se pusiera a cuatro patas, a lo que accedió con gusto. Me enfundé un paraguas, y le endiñé la polla, con fuerza, igual que había hecho ella hacía un rato conmigo. La verdad, para sorpresa mia, aquel precioso y perfecto culo, también era estrechito y prieto, así que después de follarlo duro durante un rato, me corrí en su interior.
Me dejé caer en la cama, mientras Cristine se acercó a mi polla, me sacó el preservativo, y me la chupó durante un rato, hasta dejarla limpita y reluciente.
Se tumbó a mi lado, apoyando sus pechos en mi brazo y pecho, y me preguntó si fumbaba.
Al decirle que sí sacó un canuto del cajón, y lo encendió. Lo compartimos, y con los ojos como chinos nos fuimos juntos a la ducha.
Me ofrecí a enjabonar aquel precioso cuerpo, para así poder sobarla otra vez. Aquella mujer parecía una escultura. Con sorpresa, que en sí también era una obra de arte.
Mientras desde su espalda sobaba sus pechos, le susurré al oido:
-te invito a cenar, que me dices?.
-tengo que mirar el teléfono, no se si vendrá alguien más.
-que le den al que quiera venir. Hoy eres mia, toda mia.
-dejame salir y mirarlo.
Salió, se secó con una toalla, y se fué. Al segundo volvió con una toalla seca en las manos, y su teléfono en la otra.
-me piden una cita a las once de la noche, y son las diez. Que quieres hacer?
-ya te he dicho, que te quiero toda la noche.
-ok, pues le digo que no.
-después nos paramos en un cajero, y nos lo llevamos-le dije yo para romper el hielo, pues parecía contrariada.
-no te preocupes-continué yo en tono más serio-lo pasaremos bien.
-ya, pero tengo que trabajar. Si no trabajo por las noches, durante el dia apenas tengo clientes. El viernes es el mejor dia de la semana. Pero me apetece más venir contigo, que trabajar.
-pues eso, después lo finiquitamos, tranquila.
Volvímos a su cuarto, y nos vestímos. Le comenté que pasaríamos por mi casa, pues me quería poner cómodo.
Recuerdo que al llegar al parquing y ver el espectacular nueveonce de roger blanco, con su capota de lona rojo burdeos igual que los asientos, Cristine esbozó una sonrisa igual o casi, que cuando le estaba comiendo el miembro.
Aquella chica tan alta, con su falda de color negro, y sus largas piernas acabadas en unos taconazos, todavía lucían más el coche.
Como era de noche, decidí descapotarlo, y con su escandaloso motor, aún era más emocionante conducirlo.
Cristine, decidió aumentar el nivel de emocion, abriendo sus piernas, y dejando ver su polla mientras ponía su tanga a un lado. Con mi mano derecha, la agarré y la empecé a masturbar. Al ser de noche, me imagino que no nos podía ver nadie en los semáforos. Si recuerdo un chaval con una moto, que se giro para ver el coche, y no pudo evitar girarse otra vez, para asegurarse que era cierto lo que le parecía haber visto.
Al final, hice un pequeño cambio de planes, y fuimos a cenar. Era ya muy tarde, y no quería tener problemas para encontrar mesa.
Al aparcar el coche, Cristine, me pidió unos segundos para que su polla volviera a su diminuto tamaño, y poder escondérsela. La verdad, es que la situación nos hizo reir un montón.
Durante la cena, nos triquilamos una botella de vino, y parte de otra. La verdad, para no conocernos de nada, nos reimos juntos un montón. Al salir, pude comprobar que iba bastante pedo. Al sentarnos en el coche, todavía me lo pareció más, y al enchegar el coche, me lo pareció del todo, así que lo deje en aquel parquing, y fuimos en taxi a mi casa, para poder cambiarme.
Cristine, se puso a pedir un taxi, y casi provoca un accidente. Al subirnos, el coche, bajó por Muntaner, y al llegar a Diagonal, nos encontramos un pedazo de control de alcoholémia. Menos mal, me dije.
Al llegar a casa, subímos, y ya en el ascensor, empezamos con los magreos.
En el recibidor ya la tenía de rodillas con mi polla entre las manos. Se la metió en la boca, y se la empezo a comer como si no hubiese cenado.
Ella solita, se puso en pié, se puso de espaldas a mi, y levantándose la falda, me señalo su ano con uno de sus dedos. Le aparté el hilo del tanga, y previa precaución y lubricación, me la follé en el mismo recibidor. Debido al exceso de bebida me corrí bastante rápido, aunque con un gustazo tremendo.
Cristine, se dio la vuelta, y apartando la parte delantera de su tanga, dejo su polla a la vista. Me arrodillé, y me la metí en la boca. En pocos segundos la tenía bien dura, así que me levanté, y me puse de la misma manera que ella lo había hecho hacía unos minutos.
Puso poco lubricante, y me hizo algo de daño, pero todo y con eso, al poco rato su polla entraba y salía de mi ojete con suma delicadeza y facilidad.
Me agarró por las caderas, y se corrió en mi espalda. Me hizo grácia que lo recogiera todo con la boca, y lo compartiese conmigo.
Me cambié rápido de ropa, pues Cristine se moría de ganas de salir a bailar.
Cogí la harina de la mesita, pues pese no haber mucha, nos daría para un poco de colocón. Ya en recibidor, se la enseñé y le pareció genial.
Al bajar, la história fue conseguir un Taxi. Era la una de la madrugada, y vivo en la zona alta de la ciudad, con lo que el tráfico es cero, y logicamente, los Taxis también.
Caminamos un buen rato, hasta llegar a la Av.Person, donde ya hay más movimiento. Al final, tuvímos la suerte de encontrar uno, que nos llevaría al puerto olímpico, justo en la otra punta de la ciudad.
Cristine, me insistió mucho en ir a un local, que esta al final de la Calle Marina. Al entrar entendí porqué. És un club privado, que si no conoces, no encontarías nunca. Además, estaba lleno de travestis, y cuando digo lleno, es lleno. Nunca había visto tantos juntos. Logicamente había mucha más gente, a pesar de ser bastante pequeño, creo que doscienteas personas había en aquel momento.
Fuimos directos a la barra, y nos pedímos dos copas y dos chupitos.
Al final de la barra estaba Jackie, que me reconoció y me vino a saludar efusivamente. Me sorprendió la cara de Cristine, pues no le hizo ninguna grácia. Después de saludarla, me preguntó:
-de que la conoces?
-a Jackie ?-pregunté yo haciéndome el interesado-hemos coincidido en alguna fiesta un par o tres de veces. Conoce a mi mujer también.
A la tiparraca se le pusieron unos ojos como platos. Entonces le conté el tipo de vida que yo llevaba, y creo que en aquel momento se “enamoró” de mi.
Me cogió de la mano, y me llevó al baño. Era unisex, y constaba unicamente de cuatro cabinas individuales. En la cola, se podían escuchar gemidos claramente.
Al final, obté por sacar la llave de mi casa, abrir la bolsita, y hacerlo allí mismo, pués teníamos 6 personas delante, y no teniamos claro lo que iban a hacer en el baño.
Recuerdo que una camarera me pidió discreción hablándome al oido.
Justo cuando acabo Cristine, cerre el asunto, y apareció Jackie otra vez, con una amiga.
Esta vez las presenté, y Jackie nos presentó a su amiga, que la verdad, no puedo recordar el nombre.
Charlamos aún en la cola del lavabo, hasta que incluso nos tocó entrar.
-nosotros ya estamos-dije yo, tonto de mi.
-entrad con nosotras-nos dijo Jackie.
Cristine asintió, y entramos los cuatro. La verdad es que era pequeño, pero cabíamos aceptablemente bien.
Después de reempolbarnos la nariz, noté que Cristine, se había quedado rallada, así que ya en la puerta, le dije si quería que nos fuesemos a casa.
Asintió rapidamente, así que nos tomamos la copa que teníamos a medias y nos fuimos.
Recuerdo que Jackie le dijo algo al oído, al darle dos besos.
Al dármelos a mi, también me dijo al oido:
-no te pases con la chica, ella debe saber que los hombres como tú no existen. Y es muy joven.
Asentí con la cabeza, sin tener ni pajotera idea de que quería decir.
Al subirnos al taxi, que esta vez si fue fácil de encontrar, le pregunté por curiosidad que le había dicho Jackie.
Primero se hizo la tonta, y después desvío la conversación por otros lares.
Al final llegamos a mi casa, no sin echarle la bronca al taxista, que nos tomó por turistas, y ya en el ascensor, se avalanzó sobre mí, sin dejarme otra opción que no fuese comerle la boca.
Entramos, y esta vez si llegamos a la habitación de “invitados” (es un acuerdo que tenemos mi mujer y yo, cuando llevamos “extraños” a casa).
La puse mirando al cristal, y la dejé en ropa interior, que está espectacular.
Por enésima vez, le comí la polla con unas ganas tremendas. Ella se tumbó en la cama, y abrió sus piernas. Yo mientras le lamía aquella preciosidad, le metía dos dedos en el culo.
Abrí bien sus piernas, y sin dejar de masturbarla, le follé el culo. Cristine cerraba los ojos y se tapaba la cara, mientras yo, con mis empujes la movía entera. Sus pechos rebotan arriba y abajo, y la chica no cesaba de gemir. Su polla estaba a punto de estallar, hasta que lo hizo, encima de su propia barriga. A los pocos minutos, me corrí yo también en su barriga, mezclando las dos leches. Lamí lo que pude, y bese a la chica profundamente. Nuestras corridas se derramaban por nuestras barbillas, mientras los dos no cesábamos de darnos besos y lenguetazos.
Menudo vicio tiene la tía.
Acto seguído, le ofrecí ducharnos, lo que aceptó con agrado.
Al salir de la ducha, vi que se ponía la falda, y le pregunté:
-donde vas Cristine?
-a mi casa, me imagino que querrás dormir...
-si claro, pero pensaba que te quedarias a dormir aquí.
-tu quieres que me quede?
-claro, habíamos quedado asi no?
-no lo sé, pero si quieres que me quede, me quedo.
Salímos los dos de la habitación, y fuimos a la cocina. Me lié un canuto, para hacernos bajar un poco el colocón, y nos lo fumamos en la mesa de la cocina.
-que te parece si nos vamos a pasar el finde juntos?-le pregunté de sopetón.
-seguro?
-joder. Claro que si, espera aqui un momento.
Fui a mi habitación a por mi tablet, y me puse a buscar hoteles. Tenía en mente uno al que solía ir con mi ex-mujer.
Hice la reserva mediante booking, y solo les quedaban suites. Eran como una espécie de bungalows de obra con un jacuzee exterior privado. El hotel tenía restaurante gourmet, y otro normal. Temporada alta. Un pastizal.
Cristine flipó con el precio de la habitación.
Pacté con ella un precio, y me contestó que le pagase lo que quisiera. La verdad era todo un poco extraño.
Nos fuimos a la cama, pasada una hora en la cocina fumando.
Al llegar, se desnudó, y se tumbó encima mio. Me llenó la cara de besos. Fue bajando por mi cuerpo, sobándome con sus enormes tetas, hasta llegar a mi polla. La chupó durante un buen rato, pensé que me costaría correrme pues iba bastante morado aun. Ella, que no se rendía chupaba a conciéncia y consiguió ponermela dura como un palo.
Se acercó a mi, y me susurró al oido:
-quiero tu leche en mi culo Karlo.
-estas segura?-le pregunté yo agradeciendo el voto de confianza-me hago análisis a menudo, y estoy limpio, pero te fias de mi?
Ella asintió con la cabeza, y volvió a meterse mi polla en la boca. Hasta la garganta unas cuantas veces, y entonces se tumbó a mi lado.
Pillé la indirecta rapidito, y me puse encima suyo. Abrlió sus piernas, y metí mi polla dentro de su ojete en posición clásica de misionero.
Al notar sus paredes interiores aprisionando mi polla, casi me corro de gusto. Conseguí aguantar unos minutos follándola, hasta que le llene el culo.
Dejé mi polla dentro unos segundos más, disfutando del instante.
Al sacarla, un hilo de semen rebosaba de su culo. Impresionante.
No me conformé, y agarrando su preciosa polla, me la metí en la boca. La chica estaba muy puesta, ya que en tres lametones la tenía dura como una estaca.
Sin dejar que se moviera, me puse un poco de lubricante en el culo, y me senté en mirándola a los ojos. Me fui dejando deslizar por aquella preciosa polla, que ahora si, podía notar dentro de mi. Estuve cabalgando aquella hermosura durante un rato, hasta que me pidió que me tumbara.
Me puse como hacía un rato estaba ella, abrí las piernas bien, y rozando con sus enormes pechos mi pecho, me metió la polla dentro otra vez.
Fue aumentando el ritmo, hasta que de pronto pude notar como su polla se quedaba flácida dentro de mi, y también como algo se escapaba de mi ano. Logicamente era su semen que salía de dentro de mi culo.
Los dos nos quedamos un rato tumbados en la cama, pensativos. A gusto. Muy a gusto.
A la mañana siguiente nos despertamos a las diez mas o menos.
Abrí los ojos, porque noté que me estaba besando en la espalda.
-buenos dias-me susurraba.
-buenos dias-contesté yo medio zombie.
Cristine fue bajando por mi espalda, y se paró en mi culo.
Sin decirle nada, me di la vuelta, y acto seguido me cogió la polla con los labios. Le pedí que se diese la vuelta, y acabámos haciendo un fantástico 69.
Me llenó la boca de leche en poco rato, y después hice lo propio con ella.
Nos fuimos a la ducha, y nos pusimos en marcha.
Hay pocas maneras mejores de empezar el día.
Pedimos un taxi, y fui a dejarla en su casa primeor, y a buscar el coche de Roger que seguía en el parking de la noche anterior.
Subí al coche, y me fui para casa de Cristine. Esperé debajo de su casa y en dos minutos apareció con un vestido de playa.
Pasamos la mañana en la playa de Llefranc, en la costa Brava. Comímos en un chiringuito, y después de comer nos fuimos al hotel que estaba en el interior.
Se trata de una casa de finales del siglo XIX, completamente restaurada.
Habían adaptado las cuadras, como suites de lujo, con un pequeño jardin privado y una piscinita.
Hicimos el checkin los dos, y nos fuimos para la habitación. Un botones se encargaba de aparcar mi coche en mi plaza privada, y traerme las maletas.
Los botones del hotel se hacían polvo con Cristine.
Reservamos un masaje a las 19.30 en la zona del balneario, y ella reservo no se que tratamiento facial.
Al llegar a la habitación, Cristine se quedo alucinada.
La ayudé a instalarnos, y desnudándome, le sugerí que fuesemos a nuestra piscina.
Se metió en el agua conmigo, sin quitarse el bikini. Nos pegamos el lote dentro del agua durante bastante rato. Disfruto comiéndole la boca a esta mujer.
Le desabroché el sujetador y le comí sus impresionantes tetas durante unos minutos.
La verdad, es que esta chica, sin maquillaje ni nada, sigue siendo preciosa. Se le notan un poquito más sus rasgos masculinos, pero es super atractiva.
-quieres que te folle Karlo?-me susurraba en el oido-quieres que te vuelva a llenar el culo de leche?
Sin ni siquiera contestarle, salí para fuera, me tumbé en la tumbona, y abrí mis piernas.
Salío del agua, se acercío a mi, y con mi cabeza entre sus piernas, se quitó las braguitas. Se agarró su miembro, y me lo metió en la boca. Empezó a follarme la boca aumentando el ritmo a cada empujon, yo no paraba de masturbarme.
Cuando tuvo suficiente, me ayudó a levantarme, para tumbarse ella.
Yo de pié en el suelo, bien espatarrado, me senté encima de su polla, que se abrió paso en mi interior sin oponer resisténcia. Me quedé unos segundos quito, notaba como le palpitaba la polla dentro de mi culo, que la apretaba de una forma exagerada. Entonces empecé a subir y bajar, despacito. Como estaba comodo, me recreé mucho en notar bien su polla dentro mio. Cristine me miraba a los ojos sin dejar de gemir.
Fui aumentando el ritmo, hasta sentir como me follaba fuerte. Entonces me quedé quieto, y era ella la que marcaba el ritmo, y me empezó a follar mas fuerte, muy fuerte. Me hacía polvo de gusto, no podía evitar soltar gemidos bastante exagerados. Durante unos miutos Cristine me castigó el culo de manera brutal, y yo me moría de gusto.
Se quedó quieta haciendo fuerza en mi interior, y pude notar de nuevo como me llenaba el culo de leche. Me dio unos cuantos empujones más, aprovechando su propia leche como lubricante, se acercó de nuevo a mi boca, para que pudiera notar su sabor mas intenso. Me entretuve en cada milímetro de su flácida polla que sabía de maravilla.
Era casi la hora del masaje, así que nos pusimos un albornoz y nos fuimos al spa.
Me hicieron un buen masaje, y por lo que contó Cristine a ella también.
Cuando acabé, me fui para la habitación mientras ella se hacía el tratamiento facial. Me di una ducha rápida, y me tumbé en la cama.
Pasado un buen rato, apareció Cristine, y me despertó con un dulce beso.
-estoy en deuda contigo-me dijo.
Abrí los ojos, para observar como dejaba caer su albornoz, y apreciar su precioso cuerpo desnudo.
Me chupó la polla un buen rato, y me cabalgó durante otro buen rato. Su culo y mi polla se entendían a la perfección, y en pocos minutos, Cristine tuvo su premio.
Volvímos a la ducha, sin dejar de sobarnos y besarnos. Nos vestimos y nos fuimos a cenar.
Durante la cena, no paramos de reirnos. Cristine iba muy finita vestida, pero todo y con eso, por su altura y su tipazo, no podia evitar llamar la atención.
-tenemos dos opciones-le dije mientras esperaba el postre-salir a tomar una copa, o encerrarnos en la habitacion. Para este cometido, tengo unas pastillitas azules que nos garantizan una noche loca loca.
-sin duda, la segunda opción-contesto ella seria, y deslizando uno de sus pies por mi entrepierna.
Acabamos el postre, y nos fuimos para la habitación.
Nada más entrar, le levanté la falda y dejé caer sus braguitas en el suelo. No me hizo falta ni tocarme, que con la única imagen de su culo en pompa, se me puso dura como un palote. Menudo calentón llevaba.
Le folle el culo en el recibidor de la habitación, con fuerza, agarrándola por las caderas para hacer más fuerte cada empujón. Cristine no cesaba de gemir como una loca. Mi cabezona polla se abría paso dentro de su ano sin ninguna contemplación. A cambio, recibía una presión extrema en cada milímetro de mi polla, desde el capullo hasta la base.
Noté que me iba a correr, y le pedí a Cristine que se diese la vuelta.
Se arrodilló enfrene mio, y abrió su boca, esperando que me corriese en ella. Le solté la primera corrida en la cara y sus mejillas, y la segunda en su lengua. Entonces le comí la boca y compartimos la corrida.
Sin tiempo que perder, nos desnudamos sin dejar de besarnos, me tumbó en la cama, y me hizo el amor durante un buen rato. Con mucha delicadeza y tiento, en pocos minutos de placer, tenía el culo lleno de leche otra vez.
Nos quedamos un rato tumbados en la cama, cuando caí en la cuenta. Abrí el neceser, y saqué una pastillita azul. Nos la partímos pues consideré que tampoco nos hacía falta más.
Sin entrar más en detalles, pues no recuerdo cuantos polvos fueron, nos pasamos toda la noche magreándonos, besándonos, chupando y sobretodo follando.
A las cinco de la mañana, me hice un par de canutos y salimos a la terraza a fumar. En el jardin de al lado, se escuchaban gemidos.
Los dos nos reímos y decidimos observar. Como los jardines estaban separados por muros de un par de metros de altura, con el móvil haciéndo de espejo, nos pusimos a chafardear en plan mirón.
Una pareja de cincuenta largos, estaban follando en la amaca de su jardín.
Los gemidos eran inconfundibles.
Recuerdo que me empalmé, y Cristine también. Dejó su porro en el cenicero, y me tumbó en la amaca. Abrió mis piernas, y mientras me masturbaba la polla me folló el culo. Al ir fumado, el gustazo era todavía más béstia.
Sin privarme de gemir, estuvimos follando durante otro buen rato. En un momento, alcancé a ver los dos vecinos mirando por encima del muro. Ellos vieron que los estaba viendo mirar, y no se privaron. Estaban en estado de shock.
Cristine alternaba mi culo con mi polla. La sacaba y la juntaba con la mia, y las masturbaba las dos juntas, pegadas, entonces sin dejar de masturbarme continuaba follándome. Para deleite de los vecinos, acabamos en un 69 corriendonos uno en la boca del otro.
Al levantarnos e irnos dentro, los vecinos seguían atontados mirándonos.
Igual se pensaron que no los habíamos visto. Nunca lo sabremos.
Aquella noche, dormimos arrapapados como dos niños pequeños. Nos despertamos a las doce del mediodia.
Por la tarde, dejámos el hotel, y volvímos a Barcelona. Como buen domingo de agosto, tardamos tres horas en llegar a mi casa.
Durante el día, entre algún que otro polvo, le había estado dando vueltas a la pedazo de mujer que acababa de conocer. Desde que llevo esta nueva vida, he conocido mucha gente, hombres y mujeres. Mia, Vanessa o Mireia, tenían para mi algo especial. Pero Cristine lo reunía todo. Femenina como la que más, y tan masculina o más que yo. Dulce y cañera, simpática y seria. El único “pero” por poner uno, es que tiene 14 años menos que yo.
Pensé mucho en Roger y Sandra. Él se enamoró locamente de ella cuando la conoció, e incluso dejó a su mujer rapidamente.
No tenía nada claro que podía pasar en un futuro si me seguía viendo con Cristine. Y lo peor (o mejor, según se mire) era que parecía más colgada de mi, de lo que yo lo evidenciaba estar de ella.
Durante el camino, hablamos de nuestro pasado, sobretodo ella. Hacía de escort desde los 23 años y se vino a España. Se tiró a la vida fácil.
Al final me explicó lo que le había dicho Jackie, en aquella discoteca el pasado viernes: “cuidado no te enamores de él, hombres como él no existen”.
También me confesó que ahora que me conocía un poco más, la comprendía perfectamente.
También entendí, porqué Jackie y yo nunca hemos tenido mucho filing más allá de las veces que podamos haber follado.
Conforme entrabamos en la ciudad, cambiamos la conversación a algo más distendido.
-me llevas a mi casa?-me preguntó al ver que me pasaba la salida de la autovia.
-no, vamos a la mia. Me voy mañana por la noche, te quieres quedar a dormir?
-si, claro que quiero, solo faltaria.
-genial.
Paré el coche en un cajero, para sacar dinero, pues tenía claro que algo le tendría que pagar, todo y que ella no me había dicho nada al respecto.
Al subirme, se lo dí, y sin siquiera mirarlo, se lo metió en el bolso dándome las grácias.
-no vas a contarlo?-le dije con sarcasmo.
-no hace falta, me da igual lo que me hayas dado, me parecerá bien.
-grácias por la confianza.
-te la has ganado.
Las conversaciones se volvieron más directas. Entonces me dijo:
-por cierto, me llamo Cristine (en el anuncio de conctactos ponía que se llamaba Edurne). Encantada de conocerte.
Me estuve riendo un rato, mientras llegábamos a mi casa.
-crees que es posible follar en este coche?-me preguntó de sopetón, al tiempo que apagaba el motor en mi plaza de parking.
-supongo que si. Vamos a probar.
Me bajé del coche, y entre por su puerta. Me arrodillé en el suelo, donde ella tenía los pies. Le quité los zapatos, y tiré su asiento lo más atrás posible. Ella coloco sus piernas en el salpicadero, reodeándome con ellas. Su culo quedaba a la altura de mi paquete.
-ves es posible.
Cristine, arrancó el hilo de su tanga rompiéndolo y me dijo:
-follame.
Me desabroché el pantalón y ella se me acercó más. Las luces del parking estaban apagadas, la unica luz que teníamos era la interior del coche.
Me masturbé un poco, no mucho, y se la metí en su culo. Ella se agarraba su paquete con una mano, y con la otra me acariciaba la cara, para notar el gusto que etaba sintiendo. Empecé a follarla despacito, y estuve un buen rato. Cristine gemia, los dos gemiamos. Aquella postura estaba cargada de morbo, parecíamos dos adolescentes hechando su primer polvo en un coche.
Aguanté todo lo que pude, hasta que no pude más y me corrí en su húmedo culo. La dejé un rato dentro, mientras nos besábamos acaloradamente.
Cada vez tenía más claro que quería estar con esa mujer toda mi vida.
Subímos a mi casa, y nos pusimos cómodos.
Pedímos cocina japonesa para cenar, y nos tumbamos en el sofá los dos semidesnudos.
-y ahora que?-me preguntó enigmaticamente.
-ahora cenaremos-le contesté yo-y después nos cenaremos.
Sonrió, y volvió al tema:
-va, no te hagas el tonto: ahora que?
Entonces me puse serio, y le solté uno de mis monólogos:
-ahora vamos a dejar pasar un tiempo, yo estaré dos semanas fuera. Cuando vuelva te vendré a ver y hablaremos. Yo estoy con pareja, lo sabes. No me imagino estar sin ella. Pero tampoco me imagino estar sin ti, así que necesito aclararme.
-me parece bien, muy bien. Pero quiero que sepas una cosa Karlo: yo si tengo claro que quiero estar contigo. Asi que te estaré esperando.
-muy bien, pero como te decía, no te puedo asegurar nada, estoy en un mar de dudas. Tu tienes claro como soy? He pasado un fin de semana increible. Pero mañana me subiré en el avión y si me pudeo follar una azafata lo haré (era un simple ejemplo, claro está). Podrías vivir con eso? Porqué yo no podría estar contigo, dedicándote a lo que te dedicas. Lo entiendes?
-lo entiendo, y me parece bien. Al menos por ahora. Mi profesión es la que me genera más ingresos, pero puedo buscar otras maneras de ingresar dinero, tengo un master en publicidad-me decía ella, orgullosa de si misma.
-el dinero no me preocupa Cristine, ni que tengas otras relaciones tampoco. Pero que las tengas por dinero si. Lamento ser tan egoista, pero no te mentiré.
Recuero que zanje la conversación, abriendo sus piernas, y agarrando su miembro. Me lo llevé a la boca, y por enésima vez se la comí. De vez en cuando la besaba y seguía chupando. Entonces me tumbé en el sofá bocaabajo, y me folló el culo. Sentir sus pechos en mi espalda, su aliento en mi cuello, y sobretodo, su polla en mi culo, es de las mejores sensaciones que he tenido en mi vida.
Al dia siguiente, después de estar enrollados toda la noche y parte de la mañana, la acompañé a su casa en taxi, y me fui al aeropuerto.
Al llegar de madrugada (con cambio horario) a NY busqué su anuncio en la página donde lo había encontrado, y no estaba. Durante toda la semana, no la llamé (a mi mujer si, pero tardé unos dias en contarle todo) pero a Cristine no, quería tener claro lo que hacía.
Reconozco que cuantos más dia tardaba en hablar con ella, más la echaba de menos.
Era un domingo, llevaba casi una semana en EEUU, recuerdo que estaba en Chicago, un par de dias. Cometí una locura.
Le mandé un billete de avión a Cristine para el dia siguiente. Haciéndo una escala en Washington por la noche del lunes podíamos estar juntos.
Al recibir el Email me llamó en seguida. Eran la madrugada en Barcelona. Estaba emocionada y radiante.
-claro que vengo, mañana mismo cojo el avión!!-fue lo primero que dijo.