Esta fue la primera vez que fui infiel
Ricardo, un compañero de trabajo me llevo a la infidelidad.
Creo que falto la narración de la primera vez con Ricardo, quien era mi compañero de trabajo y teníamos que permanecer juntos en un cubícalo por varias horas. Esto orilla a que poco a poco se genere una confianza extrema y se rompa el hielo, llegando a cometar alguna intimidades.
Claro, todo esto después de un año y medio de trabajar juntos, a veces salir de fiesta con los demás compañeros, hasta que de tanta familiaridad, sin más ocurrió el sexo.
Fue un viernes que nos tomamos el día, estuvimos comiendo y bebiendo, después de una conferencia en donde por cierto había sido edecán, pero esta ocasión me pase de copas, todos mis compañeros hombres me acosaban, sobre todo por la minifalda negra color negro que portaba y que dejaba ver más de la mitad de mis mulos.
Varios quisieron bailar y ya borrachos me decían mamacita, estas superbuenota, incluso Ricardo con decencia me dijo, no cabe duda tienes unas piernas estupendas, riquísimas, lastima que no seas mi mujer, pero por lo menos te tome unas fotos.
Ya era casi de noche, cuando ya mareada me retire sin avisar, pues además tenía que ir al trabajo a recoger unos documentos que había olvidado, así que, sin avisar salí del bar, pero de repente apareció Ricardo, y me dijo que me llevaba, yo la verdad pocas veces había subido a su auto, y como estaba mareada, acepte me llevara a la oficina y me pasara a dejar al centro de la ciudad para tomar la colectiva y trasladarme a mi casa.
Cuando llegamos a la oficina comenzó a lloviznar, atravesamos el patio, abrimos el cubícalo donde por alguna horas trabajábamos. Encendimos la luz, el velador no llegaba aún, tome los papeles, pero al salir tenía enfrente a Ricardo.
Fue rubito, me beso, no opuse resistencia y mi temperatura subió aceleradamente, luego Ricardo, me volteo quedando a espaldas mias, me retranco en el escritorio, beso mi cuello, sus manos tomaron mis senos, bajaron por mi cuerpo y alzaron la minifalda negra de piel, sus palmas recorrieron mis nalgas cubiertas con mis panties y mi tanga, jalo de la comisuras de las panties color natural y las bajo, sus manos bajaron hasta las rodillas mis panties, escuche como se quitaba el cinturón, percibi como se bajaba los pantalones, y en unos minutos, pude, por ves primera sentir una verga que no era la de mi marido.
Yo trataba de colocarme, de ayudarle a que ese instrumento de carne se metiera, estaba grueso, firme y muy parado, mis nalgas las alzaba, se restregaban en su pene, con las zapatillas de tacón y las panties a medias piernas, me costaba y el alcohol que ambos traíamos nos dificultaba colocarnos.
Picaba levemente mi ano, su pene buscaba afanosamente mi vagina, hasta que me tuve que doblar sobre el escritorio, tirando todos los papeles, quede con la cabeza recostada en el escritorio y parte de mi cuerpo, tuve que pasar mis manos hacia atrás para tomar su pene, lo que hizo que me estremeciera y le gritara, no Ricardo, la vamos a regar, ponte un preservativo, me puedes embarazar, no lo hagas, aquí no, mejor otro día.
Ricardo no hizo caso a mi suplica, percibia que yo si queria, así que ayudado por una de mis manos, le indique donde estaba mi vagina y así, rápido penetro su palo y ambos comenzamos a movernos. Ricardo me apretaba contra el escritorio, empujaba su pija, una y otra vez, diciendome mmmmm, ahora si te tengo pinche vieja putona, como me gustas, como me gusta tu culo, tus pechos grandotes y tus piernotas. Estas bien buenota. No se que tiempo duramos, pero me dio varias embestidas, sus manos se deleitaban con mis muslos, abrian más las comisuras de mis nalgas, mi blusa roja se desabotono, el fue a los pechos, bajo mi bra color rojo, yo estaba exitadisima y comence a gemir y a gritar, más papacito, muevete, empujalo más metelo más, metemela toda tu verga.
Ricardo también eyaculo porque grito de placer, me llamo por mi nombre, me dijo, que pinche vieja buena tengo, hasta los huevos te estoy metiendo, tienes unas piernotas tan, tan hermosas, torneadas y carnosas. Ahahahahhaha. Que Rico.
Todavía nos quedamos pegados un rato, el semen bajo por mis muslos, me subi la tanga y las panties, me cubri con un abrigo y me llevo al centro de la ciudad, tome el colectivo y todavía cuando llegue a casa, mi tanga, mis panties y hasta mis zapatillas tenían un liquido pegajoso color blanco. Así me quede dormida mi esposo llego después, afortunadamente no me despertó.