Esta es mi historia
Os cuento un breve retazo que narra unos días en la vida de uno de los comentaristas mas cachondos y calientes de la página. Espero que os guste.
★ ★ ★ [El día de la gran inauguración]
(Viernes 28 abril de 2004)
Durante esos breves pero intensos segundos en los que había logrado evadirme del bullicio consumista, disfruté de la paz y relajación que merecía.
Odiaba ese lugar y por supuesto a toda esa gente que había ido hasta allí para comprar de forma tan compulsiva.
Mi presencia aquella tarde, en ese concurrido centro comercial era fortuita, pues había sido llevado contra mi voluntad.
Para nada me apetecía estar en la apertura de un centro comercial, pero como buen marido calzonazos no pude decir que no.
Sobre la mesa descansaba sin la atención que merecía ese aperitivo, consistente en una tapa de ensalada murciana y una caña de cerveza para remojarla. Mis extrañados ojos escrutaban al tipo que se había sentado en mi mesa para empezar a hablarme como si me conociera de toda la vida.
Miré al resto de las mesas y las hallé llenas a reventar de clientes víctimas de esa misma fiebre consumista y a los que poco o nada parecía importarles el que un desconocido hubiera venido a importunarme.
-Perdona pero no querría hacerte sentir incómodo-Me dijo al verme algo molesto por su intromisión.
-¡Pues has logrado hacerlo!
Me miró sonriente pero sin decir nada, hubiera esperado que se levantara y se fuera, pero no lo hizo, por lo que volví a hablarle
-Puesto que has decidido sentarte en mi mesa, me gustaría saber cuál es el acuciante motivo.
Volvió a mirarme durante unos segundos, pero esta vez se decidió a hablar.
-Te he reconocido por la voz y ahora que te escucho tan de cerca no tengo ninguna duda al respecto. Esa autoritaria voz que posees tiene un tono inconfundible y a la vez imposible de olvidar.
Olvidando por completo mi pasado de militar decidí sacar mi sarcasmo a pasear para contestarle
- Si... con ella podría haberme dedicado a hacer radio pero el destino no logró ponerme nunca un micrófono en la boca.
Me miró sonriente antes de proseguir
-Cuando le has dicho a tu esposa que no te salía de los cojones el gastarte ese dinero en un pijama… No he podido evitar reírme.
Lo miré extrañado antes de responderle.
-Así que además de sentarte a importunar en las mesas que están ocupadas también disfrutas inmiscuyéndote en las conversaciones ajenas- Le reproché mientras le daba un trago a la cerveza.
Seguía sin saber que quería de mi ese tío y porque me había seguido desde la alejada sección de ropa interior masculina hasta la cafetería.
-Esa voz la oí con cierto temor hace tiempo y no me ha costado reconocer dónde fue.
-Entiendo entonces que serás algún antiguo soldado del cuartel que gozó de mis abruptos gritos durante su instrucción.
El joven se sonrió y agarrando uno de los tenedores de la cesta del pan, empezó a dar también cuenta de mi tapa.
-No, … nunca estuve en su batallón y tampoco a su servicio. Me sorprende ver que ni siquiera se acuerde de mí en absoluto.
Ese hombre, por lo que se, había estado presente en la discusión que acababa de tener con mi esposa. De hecho la había dejado plantada en la sección de ropa interior masculina, y todo ello por negarme a participar en una absurda fiebre consumista.
-¡Duermo en pelotas!, ¿para qué cojones quiero yo un pijama de rayas?.- Le había casi gritado al insistirme que me metiera a los probadores para ver cómo me quedaba un carísimo pantalón de marca, que solo usaría para dormir.
Al gritar, parte de las miradas de los muchos clientes que había en esos momentos en el abarrotado centro comercial, se dirigieron inevitablemente hasta nosotros.
El propio dependiente que sostenía en esos momentos el pijama de rayas, elegido por ser de mi talla, agitó algo nervioso la prenda en el aire.
Posiblemente ese hombre dudaba en si debía felicitarme a mí por machote o compadecer a mi esposa por tener a un cafre por esposo.
Yo solventé como pude el rubor que le entró a mi esposa diciéndole:
-Estaré en la cafetería tomándome algo. Cuando quieras que nos marchemos, ya sabes dónde debes buscarme.
Ella rebusco entre las prendas como si esa discusión nunca hubiera ocurrido y el resto de los alarmados clientes al no reconocer en nuestros rostros, una cara conocida con la que chismear posteriormente con sus amigas, volvieron a sus compras.
Ahora me veía de nuevo importunado, no por mi mujer sino por ese tío al que estaba seguro de no conocer de nada.
-Pues ya me contaras el porqué me has seguido hasta aquí.
-Soy un antiguo soldado de reemplazo y no he podido evitar seguirle para agradecerle lo mucho que hizo por mí hace años.-Me dijo el hombre que compartía mesa conmigo y que ya de paso se había merendado parte de mi tapa.
-No recuerdo ni tu nombre ni tu cara, pero supongo que es normal. Si tuviera que recordar a todos los soldados que han estado a mi servicio...
Sus carcajadas me volvieron de nuevo a la realidad de mi aperitivo a medio consumir
No, no, oficial. Se equivoca, lo que me gustaría agradecerle es aquello que hizo por nosotros cuando “olvidó” denunciarnos por aquel lamentable suceso que presenció esa noche en el gimnasio del cuartel
★ ★ ★ [La ronda nocturna]
(12 de octubre de 1993)
Posiblemente era de los pocos oficiales que hacía la rutinaria ronda de reconocimiento durante las noches en las que me quedaba como retén.
Era el día de la fiesta nacional, y nadie me hubiera echado en cara mi falta de supervisión ante los pocos soldados de la tropa que quedaban en las casi desiertas instalaciones.
Siempre he pensado que el mejor día para invadir un país es el día de su fiesta nacional, en el que todos sus soldados se encontraran en sus casas disfrutando de un merecido permiso o en los cuarteles completamente borrachos o colocados con alguna otra sustancia.
(Ambas cosas habrán sucedido después de haber logrado reunirse a escondidas del ignorante oficial de guardia)
Mi misión no era por tanto otra que la de controlar que aquellos a los que se les había puesto de guardia estaban en sus puestos y no bebiendo en la cantina presumiendo de lo listos que eran, por lograr haberle dado esquinazo a los mandos
Mis pasos me habían llevado de una garita a otra obteniendo como resultado una inspección sin incidentes, de hecho estaba a punto de volver a mi departamento cuando vi la puerta de los gimnasios entreabierta.
Pensé que este descuido era algo intolerable así que entré en el interior para comprobar porque esa puerta no había sido convenientemente cerrada y de paso verificar quién sufriría mis iras cuando se descubriera al responsable.
“Los militares somos así: capaces de permanecer impasibles ante una invasión enemiga en la que se producen cientos de bajas, pero dispuestos a montar un pollo porque alguien se ha dejado una puerta sin cerrar”
Esperaba escuchar dentro, las risas de unos cuantos soldados borrachos celebrando a escondidas con una botella metida de extranjis en el cuartel, pero en ningún caso esos sonidos tan característicos.
Los gemidos que se empezaron a oír nada mas atravesar la puerta me parecieron distantes y difusos pero perfectamente claros unos segundos después.
Eran los gemidos de una buena y caliente follada.
Mis pasos avanzaron sigilosos hacía la dirección de donde provenían los ruidos alentados en parte por la vil forma en la que el degradante acto se estaba produciendo.
-Vaya polla tienes cabrón. Me vas a partir el ojete con tu rabo.
-Eso pretendo que termines siendo incapaz de andar.
Su voz entrecortada me lo decía. Esos dos militares estaban pasando un rato agradable alejados del resto de la tropa. Tal vez por eso se habían ocultado alli
Avancé sigiloso unos pasos pasos mas, aun sabiendo que tal vez si hacía demasiado ruido podrían percatarse de mi presencia, en ese momento y lugar.
Las voces se escuchaban con sorprendente claridad a continuación
-¿Tioooooooo, ….te falta mucho?
-No, nooooooo….. estoy casi. Aguanta un poco más,… no te corras aunnn.
Provenían de una zona del gimnasio que estaba a oscuras pero la poca luz que entraba en el mismo a través de las ventanas y el aclimatamiento de mis ojos a la escasa luz reinante me permitía ver con cierta claridad
Uno agachado en pelota picada y puesto culo en pompa hen dirección al otro que agarrándolo de la cintura le embestía sin piedad.
-Venga joderrrrrrr, … dame más rápido y córrete ya, …que tengo que ir a relevar a Martínez.
Entendí con las palabras del desnudo y sumiso soldado el porqué de tanta prisa. Se lo estaban follando antes de ir a hacer el correspondiente relevo en la guardia y si se demoraba mas tendría que aparecer en pelota picada en la garita, pues por la hora en la que nos encontrábamos, poco tiempo le quedaría ya para vestirse después de la inminente corrida
No se dieron ni cuenta esos dos ilusos que en su particular fiesta nacional de celebración del mariconeo, el oficial de guardia acababa de ser invitado.
Y con un puesto en el palco de autoridades ya que desde mi posición podía ver a esos dos completamente en pelotas, dando el uno y recibiendo placer el otro.
Sus cuerpos sudados brillaban en la semioscuridad. Cuando por el día eran obligados a correr y ejercitar los musculos en ese lugar se quejaban por el tremendo calor que hacía alli dentro. Ahora que, el ejercicio, lo hacían por puro y depravado vicio parecían gozar extrañamente con ello.
-¡Qué polla tienes cabrónnnn!. Ayyy, joderrrr… que pollaaaaahhhh- Gemía el mas mariconcete de los dos a la vez que se mordía los labios, para no gritar
A pesar de tener que ir a relevar al tal Martínez, parecía no tener la prisa que sus palabras decían. Mientras recibía polla se la cascaba, parando de vez en cuando y agitando el culo para acoplarse al rabo invasor, era evidente que estaba intentando estallar a la vez que su compañero de fechorías
Los dos cuerpos lucían sudorosos, semidesnudos, estaban follando a saco y con mucho vicio. El menos corpulento hacía de sumiso, era el que ponía el culo vamos, rogándole a su colega de follada para que acelerara el ritmo
-Eres más putaaaaa, …ahhhh siii, … más que las gallinas…
Le faltaba cacarear a ese maricón, porque el otro ya se empeñaba en demostrar con cada embestida que era un buen macho follarín. Uno de eso que cuando te dan lo notas viendo cómo te desgarran por dentro, pero sin querer que paren de hacerlo.
-¡Para una vez que hemos coincidido!- murmuró el sumiso, mientras se agarraba a los barrotes de madera donde se hacían los ejercicios de estiramientos
-Pedazo de maricón,… siiiii hasta me he enteradooooo que has cambiado el turno, … ahhh siiii, … para coincidir conmigoooooo.
Mientras lo enculaba el machote alto y fuertote lo agarraba de las caderas, llenándole a la vez el culo de polla y la conciencia de reproches por ser una vulgar maricona.
-¿Qué quieres que haga si cada vez que sales de permiso, te vas corriendo a ver a tu novia para acabar follándotela?- Le replicó el joven soldado bastante ofendido.
Era evidente que el enculado soldado estaba algo molesto no por tener tremenda tranca horadándole el culo sino por ser el segundo plato de ese semental.
El follador con novía, debía ser uno de los pocos Infantes de marina que se habían quedado como retén en la base. Al tratarse de un cabo, estaba exento de hacer guardias y por lo que estaba viendo en esos instantes pensaba que gozaba también del derecho de poder trincarse a los soldados que se quedaban para cumplir con esas otras obligaciones a las que él no tenía el deber de acudir.
-Si es que es lo que yo digo,… que eres un puto marica ….y nooooo… tienes remedioooooo
-Fueste tu el que empezaste buscando una mamada, … solo para probar- murmuró el enculado mientras arqueaba la espalda y empezaba a menarse con celeridad el rabo.
El enculado estaba a punto de llegar, y la follada estaba cumpliendo con el objetivo esperado
El cuerpo del Infante de marina seguía embistiendo con fuerza, haciendo que el claro sonido de un culo chocando contra un fornido cuerpo que lo embestía se hiciera perfectamente audible …y a la vez sonoro
-Que culazo tienes cabrónnnn!
Plafff, plafff, plafff. Se oyó como única respuesta por parte del enculado
Bajo mi pantalón mi rabo se había hinchado hasta reventar, pero mi mala suerte había querido que llegara casi en el momento justo del éxtasis
-Si, sigueeee… dame, ahhh siiii, nooooo… paresss
-Me voy yaaaahhh, …me voyyyyyyyy
El militar con aspecto de semental terminó preñando el culo que lo acogía. Después de hacerlo se dejo caer sobre la sudorosa y desnuda espalda de su compañero de fechorías para besarlo.
Empezaron a morrearse con la cabeza girada el uno, mientras el otro con su tranca aun metida dentro del culo glorioso, iba soltando los calientes y buscados disparos de su esperma
Yo por mi parte, como oficial de guardia, de más alto rango, gozaba en esos instantes de un tremendo calentón y este debió de salir por algún lado.
Así que empecé por dar una voz para poner firmes a esos dos, algo que resultó por lo menos cómico.
Uno de metro noventa y con la polla caída y chorreando semen. Una mano en la cabeza, haciendo el obligado saludo, pero temblando de miedo. Con la otra mano intentaba sujetar sus ropas temiendo que si ese mancillado uniforme caía al suelo la represalia sería todavía peor.
El otro de metro cincuenta, bastante menos nervioso, todavía empitonado y con el culo supongo que abierto, ya que el fusil con el que se acababa de batir, no era precisamente pequeño. Tenía cara de no saber muy bien las consecuencias que podría tener aquello para su permanencia en el cuartel. (Era en definitiva un maricón sin cabeza que había logrado engatusar al otro)
Al rodearlos mientras le soltaba la retahíla de insultos e improperios que merecían, vi como ese culo mancillado seguía chorreando el semen del policía militar que tenía al lado
Mas turbado si cabe por ser incapaz de controlar mis propios pensamientos seguí con la bronca. Esta vez les hablaba de la forma en la que avergonzaban con esos actos al glorioso Ejército Español. También los emplacé a que se presentarán ante mí al lunes siguiente para cumplir con la obligación de formular el correspondiente arresto.
★ ★ ★ [Cumplir con mis obligaciones]
El tío que tendría por ese entonces unos treinta y tantos, y que dicho sea de paso se había empeñado en pagarme la consumición en el centro comercial no estaba en lo cierto.
Al día siguiente no solo no había “olvidado” el incidente sino que estaba dispuesto a seguir con el procedimiento reglamentario.
El Infante de marina, sería juzgado y posteriormente enviado a una prisión naval durante un mínimo de veinte días por incumplir con las obligaciones del cargo mientras que el enculado sería expedientado y arrestado casi los mismos días
El caso es que me compadecí de ese militar que se derrumbó a llorar nada más sentarse en la mesa de mi despacho. Lo hizo tras empezar a leer el documento que había puesto en sus manos.
Me habló de su familia, pertenecía a una estirpe de militares. El no valía para estudiar y era por promoción interna como lograría ascender en el ejército. Una mancha como esa truncaría su carrera para siempre.
-Los maricones no tienen cabida en el ejército- Le dije mientras me incorporaba para mirar por la ventana viendo como multitud de soldados hacían su instrucción ajenos por completo a mis pensamientos.
-¡Lo sé!. Fue un calentón mi sargento. Le juro por mi madre que yo no quería hacerlo.
-¡No jures ni metas a tu pobre madre en esto!, cabo. Bastante tiene ya con tener a un hijo cogeculos.
-Le ruego se olvide de todo esto. Le pagaré lo que quiera pero por favor no manche mi expediente de esta forma.
Por primera vez en mi profesión decidí olvidar el incidente aunque he de reconoceros que alguna que otra paja cayó al rememorar esos hechos.
El blanducho ni siquiera gozó de mi presencia cuando se pasó por mi despacho a la hora convenida. En mi lugar se encontró con una orden de arresto en la mesa de mi secretario y en la que lo destinaban a limpiar las letrinas de su barracón durante los cuatro meses que le quedaban de mili obligatoria.
★ ★ ★ [Una proposición indecente]
(Viernes 28 abril de 2004)
-¡Fíjese Oficial, que de no haber sido por su
generosidad nunca habría terminado viviendo en esta bonita ciudad!
Su afirmación me descolocó completamente. Era la primera vez que alguien consideraba un acto de generosidad el que te enviaran durante cuatro meses a limpiar letrinas
Lo miré sin saber y comenzó a hablar de nuevo
-Yo era un chaval de pueblo, un pardillo que me deje llevar. Ese policía militar me engatusó a cambio de un par de caladas a un porro, pero gracias a usted no vi manchado mi expediente y me pude presentar a una oposición para funcionario en este ayuntamiento.
-Celebro que te haya ido bien en la vida, ahora tengo que marcharme-Le dije mientras intentaba levantarme de la mesa.
-Espere un momento, oficial, porque todavía no he terminado.-Al decirlo me agarró de la mano evitando que me levantara.
Miré temeroso hacia las otras mesas y por suerte en ninguna de ellas se habían percatado de este leve contacto homosexual entre dos hombres que parecían hablar de lo desgraciados que eran al tener que a sus respectivas mujeres gastando el dinero dios sabe dónde y en qué.
Aparté la mano rápidamente y volví a mirarlo
-Mira no tengo nada contra ti y creo que como bien has dicho te lo demostré en su día, al no denunciarte. Así que sigo sin entender por qué me has abordado de esta forma para contarme y de paso... (hice una meditada pausa)... recordarme todo esto.
-Ya se lo he dicho, Oficial, quiero agradecer todo lo que hizo por mí. Su mirada estaba llena de picardía. ¿Era posible que ese tipo se estuviera insinuando tan abiertamente ante alguien como yo?
-Me considero entonces bien pagado con la consumición, ahora tengo que irme
-¿De verdad no le interesa saber lo mucho que disfruté mientras limpiaba en esas letrinas?
Su pregunta no me supo a reproche, estaba cargada de vicio y al mirarme lo vi relamerse de forma sutil
-En la mili hay mucho soldado, cansado de pasar incontables horas allí, aburridos y calientes. Como jóvenes que son, no paran de pesar en el sexo, algunos se pajean a escondidas y otros, los más descarados lo hacen en público. No todos “entienden” pero si hay muchos que saben aprovechar las situaciones que se les presentan.
El ahora funcionario del ayuntamiento vio como me sentaba en la mesa para seguir escuchando ese relato. Reconozco que me había picado la curiosidad por saber que había hecho ese marica después de que lo sancionara de esa forma.
El exsoldado lo vio como una primera victoria en esa guerra particular y volvió a sonreírse.
-Algunos supieron ver que en esa condena que me habían puesto había algo más que una sanción justa por una noche de borrachera durante el día de la fiesta nacional.
-Déjame adivinar, quieres contarme que gracias a mi te convertiste en la mas zorra del cuartel
-¿No le parece irónico?-Me preguntó el sonriente.
-Lo que me parece es que ya eras marica, antes de llegar y que por las circunstancias terminaste desatando ese instinto rodeado de tanto hombre. ¡No eres ni el primero ni el último al que le pasa eso!
-Ya, pero al fin y al cabo el mérito se lo debo a usted, ya que me envió a limpiar todos y cada uno de los baños de los barracones aun sabiendo que en esos sitios apenas existe intimidad. ¿Se hace una idea de la cantidad de pollas que vi durante esos primeros días en los que me lamentaba por haber sufrido de esa condena?
-Puedo hacérmela, … siento si se te hizo largo. Pero tal vez deberías haber venido a pedirme que la suavizara.-Le dije mientras pensaba que tal vez sí que me habría pasado con él. Al Infante de Marina no le había puesto arresto alguno, y sin embargo a él…
-Las pollas a esos aseos no llegaban como a las duchas en las que todos corríamos para darnos un lavado rápido antes de formar delante del oficial de guardia. A ellos llegaban algo más infladitas. Al principio miraba de reojo, pero poco a poco fui ganando confianza y empecé a hacerlo con mucho mas descaro.
Los reclutas me terminaron poniendo el apodo, más adecuado para estos casos y comenzó con ello el cachondeo.
-Fregonas, …puedes sacarle lustre a esta de aquí si te ves con ganas- Me soltó uno de los veteranos una tarde que entró a mear solo al aseo y me pilló mirándole de reojo la polla.
-Podría haber salido del cubículo, sin más, pensando en lo gilipollas que eran esos veteranos cuando ya se veían con un pie fuera del cuartel, pero harto como estaba de tanta mofa con mi apodo y con lo mucho que me gustaban los inodoros decidí darme un gusto al cuerpo al ver que ese soldado aunque molesto parecía receptivo.
-Cuando se la agarré, el soldadito no se apartó, al contrario, suspiró ligeramente al notar una mano amiga en su endurecida herramienta y miró de reojo hacía atrás para comprobar que nadie podría pillarnos en situación tan comprometida.
Esa en definitiva era una buena polla, para volver a meterme en un lio así que arrodillándome ante el cada vez mas sorprendido soldado me la metí en la boca.
-Joderrrr, …siii, … ahhhh-gritó.
-Su polla sabía bien, … por eso comencé a relamerla con gusto haciendo que el pobre chaval se viera en un tremendo problema.
-Si me avisaba de que iba demasiado deprisa, tal vez dejaría de sentir ese tremendo gustazo, pero si no lo hacía iba a…
-Apenas me dio tiempo a reaccionar, me la acababa de engullir hasta los huevos y empezaba a sacarla lentamente de mi hambrienta boca cuando su duro rabo empezó a soltar lefazos de forma incontrolada.
-Me manchó la cara y el pelo con los dos primeros trallazos. El resto de la leche que salía a borbotones por esa endurecida polla me la tragué y me encantó hacerlo
Algo avergonzado por esa suerte de pornografía relatada apuré mi tapa mientras notaba como bajo mi pantalón mi polla, endurecida sin remedio, reclamaba una paja rapida
Mi acompañante siguió hablando, contando sus particulares historias de la puta mili, gozando al ver como mis ojos miraban nerviosamente a las mesas que nos rodeaban y disfrutando al ver cómo no podía controlar mis ganas de salir cuanto antes de allí para poder cascarme una paja con sus recuerdos
Gracias al relato descubrí como el antiguo recluta mamó las pollas que quiso y también lo encularon bien mientras cumplía con el arresto. El fregonas decidió disfrutar de los meses que le quedaban de mili de la mejor forma posible. Yo en parte me sentía responsable por ello, pero en lugar de sentirme avergonzado, estaba tremendamente excitado.
Abruptamente tuvimos que dejar la conversación, pues mi mujer entró en la cafetería cargada con bolsas, acompañada por una de mis hijas y mi yerno que las seguía unos pasos por detrás, demostrando con ello que era un mucho mejor calzonazos que yo
-Mira con quién me he encontrado en la sección de zapatería- Me dijo ella mientras miraba a mi acompañante
Me incorporé para darle el beso de rigor a mi hija y un falso apretón de manos a mi yerno
Todos miraron a mi acompañante que sonriente los miraba después también de levantarse para dejar el sitio libre a mi señora que se sentó para empezar a sacar los muchos trapos comprados y que mostraba orgullosa a mi hija
Les presenté a mi acompañante como un antiguo recluta que estuvo a mi servicio como secretario y con el que me había encontrado mientras pedía en la barra
Encontraron casi normal la coincidencia y volvieron a sus cosas mientras los tres hombres las veíamos sacar cosas de las bolsas
Mi mujer le mostró el jodido pijama de rayas a mi hija mientras le decía
-Yo al final le he comprado esto a tu padre. Sabes que el muy cretino me ha dicho que no se lo iba a poner
Mi hija, mi yerno, y mi mujer me miraron extrañados esperando una salida de tiesto como la que le había dado a mi propia esposa en la sección de ropa interior
Pero me negué a hacerlo y más teniendo todavía al ex militar mirándome sonriente
Acababa de soltar las frases de rigor que servirían de despedida, pero espero paciente por ver cuál sería mi respuesta ante los recién llegados
- No tenías que haberme comprado nada pues yo me apaño con bien poco
-Tonterías, ya verás lo “agustico” que duermes con esto desde ahora, además hemos subido para decirte que no hace falta que nos esperes, nuestro yerno se ha ofrecido para acompañarnos mientras seguimos comprando
No supe si debía agradecer el reproche de mi esposa o felicitar a mi yerno por resultar más sumiso y calzonazos que yo, pero sin más pague su consumición y me dirigí raudo hacía el parking llevando en las manos un cargamento de bolsas para dejarlo en casa.
En ella esperaría a mi mujer viendo la tele (versión oficial) o haciéndome un pajote antológico con los recuerdos del hombre con el que me había encontrado por casualidad
★ ★ ★ [Algo mejor que hacer]
Junto a la máquina que validaba los tickets del aparcamiento encontré al antiguo soldado y no dudé en que me estaba esperando
Introduje el ticket en la maquinita y maldije de paso a la cadena de establecimientos por obligarme a pagar pese a haberme gastado en una tarde la mitad del presupuesto familiar.
-¡Liberado al fin de la familia!-me dijo ese cretino mientras se colocaba a mi lado.
-Sí, las compras no son lo mío- Le contesté mientras metía un billete dentro de la ranura
- Puesto que se te ha quedado la tarde libre he creído conveniente esperarte para seguir hablando de mi pasado
Me agaché para recoger las monedas y le contesté algo grosero
-Me importa una mierda tu vida y las cosas que hagas o hicieras con ella
-Tranquilo amigo ya te he dicho antes que no deseaba importunarte
Ambos hubimos de dejar el sitio libre para que otro cliente pagara su sablazo por aparcar, e inevitablemente me acompañó hasta el coche
-Podrías acercarme hasta mi casa, he venido sin coche y vivo en la zona de los Mateos
Me pillaba en cierto modo de paso, pues es una zona de la ciudad por la que debía pasar, pero estuve a punto de negarme. Al verme dudar el exmilitar volvió a la carga
-Aquella noche te empalmaste como un burro al descubrirnos. Hoy lo has vuelto a hacer mientras te hablaba de mis andanzas por el cuartel. ¿De verdad que no te apetece que te enseñe mi casa y de paso te agradezca todo lo que hiciste por mí?
-La verdad es que nunca antes he estado con un tío- Le dije mientras abría el coche.
Aprovecho para meterse dentro y tras colocarse el cinturón, se volvió para decirme.
-Siempre hay una primera vez para todo ¿no crees?
Por el camino pensé varias veces en parar y dejar que se volviera andando hasta su casa pero sin saber cómo ni porque decidí no hacerlo.
Había logrado calentarme hasta tal punto que si no descargaba pronto terminaría con un dolor de huevos de la ostia.
Me prometió que podría hacerlo en su boca y eso me encendió más. También lo hizo el hecho de que rebuscara entre las bolsas de la compra y sacara el pijama de rayas para decirme.
-Quiero que te pongas esto. Me gustaría comerte la polla con el puesto mientras ambos nos acordamos de lo que tu mujer se está perdiendo
Me ofreció una copa que rechacé, también rehusé el ofrecimiento de que me enseñara la casa.
-Solo he venido aquí para que me hagas una mamada- Le dije algo molesto al ver como más que nada quería que permaneciera allí mucho más tiempo del que yo pretendía estar.
-Muy bien, ponte ese pijama y te la comeré gustoso.- Me dijo él mientras se sentaba en el solfa.
Entré en el aseo para ponerme el pantalón del pijama. Me miré en el espejo antes de salir y dude en si todo aquello no sería una auténtica locura.
“Lo era, ¡lo sé!”, pero finalmente abrí la puerta del baño y salí a pecho descubierto en busca de ese hombre
Llegué al salón donde ese hombre miraba la tele ajeno a mi presencia.
-¡Ya estoy preparado!- dije yo mientras me colocaba el rabo algo morcillón dentro del pijama
-Entonces acércate que vamos a pasar revista- Me dijo él mientras se incorporaba para verme mejor.
Miró mi cuerpo semidesnudo y se relamió, esta vez con total cara de vicio.
-¡No te queda mal!. Tú mujer tiene buen gusto
Lo hizo después de echar mano a mi paquete y encontrar una polla morcillona que empezaba a abultar el pantalón del pijama.
-¿Quieres que me desnude o prefieres que te la chupe vestido?
Mostré mi indiferencia con el encogimiento de hombres que hice y me senté en el sofá mientras miraba la decoración algo nervioso.
-Tengo que estar en casa antes de las nueve- Le dije al ver como se sentaba a mi lado y me echaba mano al paquete.
-Tranquilo tenemos todo el tiempo del mundo, relájate y gozaras más. La noche en la que nos sorprendió usted se puso tremendamente cachondo al ver cómo ese policía militar me follaba. Ahora aunque te cueste reconocerlo también lo estas.
-No me llames “de usted” que me haces parecer un viejo.
-Entonces te llamaré sargento
-Como quieras
Su respuesta fue la de arrodillarse y comenzar a sobarme el bulto.
Comprobé como las persianas estaban lo suficientemente bajadas como para evitar que algún vecino viera lo que se cocía en ese piso y me deje llevar
Mi polla se había puesto a tope con las caricias que sobre la tela ese maricón declarado le estaba dando.
Se acercó y me beso. Fue algo frio al principio, mas por mi parte que por la suya pero finalmente me solté y le metí la lengua hasta las amígdalas.
-Besas muy bien sargento-me dijo cuando nos soltamos.
-Estoy jubilado, ya no soy ni militar- le contesté algo nostálgico, al ver como se arrodillaba delante de mi abultado pantalón del pijama.
-¿Para follarme también lo estás?-me preguntó mientras abría los botones de la bragueta y sacaba mi polla por la abertura.
-No supongo que no, aunque no sé si sería capaz de follarme un culo
-¡Lo serás!. La teoría se aprende rápido.
Sacó el rabo, ya bastante duro por la abertura que hacía de bragueta, y le dio un lametón.
Suspiré de gozo y me eche hacía atrás. Recostándome en ese sofá
-Te ha babeado bien el rabo con lo que te he contado
No pude negárselo pues me había excitado bastante con su historia
Acarició mis peludos huevos mientras admiraba la erección que tenía ante sus ojos. Después con la lengua y sin dejar de mirarme dio un nuevo lametón desde la base del rabo hasta la punta del capullo.
Me estremecí de gusto y alce el culo durante el avance de su lengua.
-¿Voy bien, con la mamada, mi sargento?
-¡De puta madre soldado!
Retiró la piel hacía atrás y se lo engulló con cierta glotonería.
Miré hacía la lámpara mientras un suspiro salía por mis labios. Mi mente se negaba a aceptarlo pero todo mi cuerpo se negaba a resistirse al placer.
Ese hombre me la chupaba como nunca antes me lo habían hecho y con ello estaba logrando encenderme cada vez más.
Cuando me vio listo para dar el siguiente paso se incorporó para empezar a desnudarse.
Yo me acerqué y retiré sus ropas lleno de ganas. Me fijé en su pecho desnudo. Lo rocé con la yemas de mis dedos y encontré cierto placer en la caricia.
Iba depiladito y no me resistí en la tentación de comerle el pezón.
Mordí en uno en lamí el otro, mientras el funcionario me mostraba con sus gemidos que aunque no se tuvieran tetas para apretar las caricias en esta parte también resultan placenteras.
-Tenemos que hacer esto rápido pues debo estar en casa antes que mi mujer.
Suspiró y dejó caer sus pantalones al suelo. Yo por mi parte estiré de sus calzoncillos dejándolo completamente en pelotas y arrodillado sobre el sofá.
Miré su polla, dura como una piedra. Pero gire la vista hacía un lado pensando en que esa clase de miradas no eran propias de un macho
-Lámeme el coñito- me dijo mientras se abría uno de los cachetes del culo para mostrarme su también depilada entrada trasera.
Lo hice con mucho mas gusto del que suponía que iba a obtener y en parte fui alentado por sus gemidos.
Introduje los dedos por y como me parecía y el gemía en agradecimiento mientras le seguía comiendo el ojete.
Cuando paraba mi lengua veía boquear a ese delicado y jugoso ano, como si esa parte de su cuerpo estuviera deseando que mi lengua volviera profanar esa húmeda y caliente gruta.
-¿Por qué no me follas?
Animado por su insistencia, lo tumbé en el sofá y levante sus piernas hasta dejarlas caer en mis hombros. Mi dura polla se restregó en los alrededores de su ojete y creo que hasta se tragó una buena parte cuando empuje para ver cómo iba eso.
Gimió un poco, pero más por cortesía hacía mi que por el dolor que sentía. Ese culo estaba bien abierto y pese a que mi polla no es pequeña precisamente vi como se le enterraba hasta los huevos sin muchos esfuerzos.
-Aghhhhh que gorda- gritó al sentirse penetrado por completo
-¿Te gusta?-Le pregunté yo sin dejar de bombear
-Me encanta, … ah sí… se nota que sabes follarte bien un culo
-El tuyo es el primero- Le contesté mientras notaba como las primeras gotas de sudor comenzaban a resbalar por mi frente
-Pues nadie lo diría- me reprocho él mientras se abría con la ayuda de sus manos ese acogedor ojete
-¡Voy a correrme enseguida!-Le dije yo sabiendo que el intenso placer que estaba sintiendo con la follada era demasiado difícil de controlar
-¡Muy bien sargento, no lo dudes y dame bien duro!
-¿Dónde quieres la leche?
-¡La quiero dentro, sargento lefeme bien el culo con su duro pollón!
No pude mas, pues era tanto el vicio que derrochaba que empecé a correrme entre berridos y empujones, intentando sacar mi dura polla por la boca de ese cerdo pervertido que me había asaltado en el centro comercial, sabiendo que finalmente lograría de mi tan cochino comportamiento
-¿Qué hora es?-Me pregunto él mientras me dejaba ahí con todo mi cuerpo derrumbado y sin fuerzas encima del suyo. Mi polla iba perdiendo el tamaño y la dureza con la que lo había penetrado pero aun seguía metida dentro de su prieto y palpitante ojete.
-¿Por qué quieres saberlo?- Le dije con la respiración entrecortada
-Por nada…solo por curiosidad
Pero antes de lograr entender cuáles eran sus reales intenciones escuche el sonido de la puerta principal de la casa abriéndose ante la certera introducción de una llave en la cerradura.
Intente salirme de él, pero el vicioso exsoldado me agarró de mi desnudo y peludo culo dejando que mi polla y por consiguiente todo mi cuerpo siguiera pegado al suyo.
★ ★ ★ [Celos]
El militar entro en la sala de estar y al ver a su novio desnudo con mi persona follándole el culo torció ligeramente el gesto
-Buenas tardes.
-Hola José Luis. Mira con quien me he encontrado esta tarde en el Corte Inglés- Le contestó el enculado novio mientras veía como el militar dejaba las llaves en un cajón antes de volver a mirarnos, en tan decorosa postura.
-Creía que ya habíamos dejado claro el tema de traer otros tíos a casa
Se sentó en el sofá que había justo en el lateral y espero paciente a que alguno de los dos hablara.
Miré al militar avergonzado. Me había sorprendido en su casa, tirándome a su novio y sin fuerzas apenas para moverme después de haberme corrido
El profanado novio se salió de mí y acercándose hasta el enfadado militar le dio un pico como recibimiento.
-Lo sé amor y te prometí que no lo haría más pero es que este tipo es especial.
-¿Y qué tiene de especial un viejo?- Le preguntó mientras no dejaba de mirarme con cierto desprecio.
Podría haber sido un grosero y haberle soltado que aunque viejo le podía soltar con mi rabo en los dientes y partirle toda la cara de chuleta que tenía, pero en esos en esos momentos mi polla no estaba para muchos trotes y chorreando los últimos gotazos de semen desparramaba sobre mi cuerpo.
Tampoco lo estaban mis fuerzas y ese corpulento soldado me hubiera partido la cara a mí de haber dicho solo esta es mía así que decidí callar mientras ellos hablaban de sus cosas.
Cuando empezó a contarle el verdadero motivo de mi visita descubrí que ese militar formaba también parte de la historia que me había contado en el centro comercial.
Ante mis ojos tenía al que en su día fue el policía militar que me pidió por favor que guardara su secreto. Estaba algo más viejo y podría haberlo reconocido en otras circunstancias, pero reconozco que justo después de haberte corrido nuestros cerebros no rigen muy bien.
-Siempre hemos hablado de lo mucho que hiciste por nosotros y ahora por fin tenemos la posibilidad de agradecértelo- Me dijo al fin el militar ahora convertido en sargento
-No tenéis porque darme las gracias les dije a ambos mientras me incorporaba y comenzaba a ir en dirección hacia el baño para ponerme mi ropa.
Al llegar al aseo, me puse mi ropa y me arreglé un poco el tipo pues sabía que en esa casa ya estaba sobrando yo, pero al salir escuche una voz que me decía:
-Que no se te olvide el pijama, sargento, o tendrás que dormir con los huevos al aire delante de tu mujer
Al entrar de nuevo en la sala de estar no solo los hallé ya penamente reconciliados sino que el sumiso y pervertido funcionario le estaba haciendo una mamada de bienvenida al militar.
Me costó entender como había podido hablar siquiera con semejante polla en la boca.
De la punta de ese soberbio e imponente rabo las gotas del líquido preseminal no paraban de salir.
El militar sujetaba de la cabeza a su mamador novio mientras me miraba con cierta insistencia. Parecía estar deseando que me quedara con ellos y es mas juraría que hasta me ofrecía a compartir semejante manjar con el comensal que tenía a sus pies.
-Si gusta sargento, puede probar usted también- Me dijo al fin después de sacarse el babeante nabo para restregarlo por la cara de su novio.
Trague saliva antes de acercarme hasta ellos pero me puse de rodillas y deje que guiaran esa dura polla hasta mis abiertos labios.
-Recuerde sargento que hizo un juramento, el de servir y proteger a su país. Ahora este soldado necesita de su ayuda.
Escuché esas palabras mientras acariciaba esos peludos huevos y dejaba que fuera el novio el que mamara durante unos segundos la chorreante polla.
Al volverme a engullir ese nabo viendo como el novio torcía el gesto algo disgustado recordé las palabras con las que me despedí de ese militar aquella tarde.
-No creo que sea capaz nunca de agradecerme el gran favor que le estoy haciendo, soldado.
Lo que jamás pensé es que ese soldado me lo devolvería de esa cochina y viciosa forma.
Los veintitrés centímetros de esa polla apenas podían llegar a notar el caliente aire a su alrededor, ya que cuando salía de una hambrienta boca entraba con rapidez en la otra para seguir siendo mamada.
José Luis suspiraba haciéndonos saber que ni yo inexperto en el arte de comer rabos, ni su novio bien entrenado durante su estancia en el ejército no lo hacíamos nada mal
-¿Por qué no preparas el culo de nuestro sargento para que pueda agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros?
La pregunta iba dirigida al novio que raudo y veloz se desprendió de su rabo para comenzar a desnudarme de nuevo
Yo miré al militar con la polla metida en la boca y negué con la cabeza, pero un lametón en mi ojete me alertó de que aquello iba mucho más en serio de lo que me imaginaba.
-Tranquilo que no eres el primer superior al que nos pasamos por la piedra, ¿verdad?- Le preguntó el militar a su novio mientras me acariciaba cariñosamente del pelo para animarme a continuar con mi mamada dejando de paso que mi ojete se relajara un poco ante los constantes y repetidos lametones que estaba recibiendo.
Saque ese chorreante pollón de mi boca para guitar cuando note como un dedo se colaba en mi virgen ojete. Pero volvía a tragármela al ver como de una forma algo rápida mi ano se acostumbraba al dedear constante que mi esfínter estaba recibiendo.
Mi polla dura a reventar me delataba. Ese trabajo me estaba dando más gusto del que fingía obtener y esos dos expertos maricones vieron en mi cuerpo algo nuevo con lo que jugar.
-Parece que nuestro sargento guarda un secretito pues este culete anda algo más abierto de lo que debería.
A esas alturas, no hallé vergüenza al confesarles que alguna vez mientras me pajeaba encontraba un placer adicional cuando mis dedos u otras cosas más grandes se metían dentro de mí profanándome mi puerta trasera. Sucede que cuando a nuestras esposas les da la menopausia nosotros pasamos por una especie de fiebre pajeríl, entonces es cuando ciertos objetos del hogar se transforman en nuestros aliados. No todos los hombres de nuestra edad gozan metiéndose cosas por el culo pero yo me encontraba entre los que no muestran disgusto cuando lo prueban.
Cansado de oírme hablar el militar me volvía a dar rabo para comer mientras le pedía al funcionario que probara a metérmela en el culo.
Vi las estrellas aunque en esos momentos solo tenía delante un abdomen lleno de vello y una polla en la boca con la que consolarme mientras me desgarraban el ano.
Clavé las uñas en el sofá mientras a mi me clavaban una polla que no era en exceso grande pero que si tenía la dureza propia de esos objetos que me abrían el culo durante mis pajas.
Alcé la vista y los vi besándose. Ambos los dos estaban por fin gozando del militar que inútilmente pensó en separarlos
Comencé a correrme exprimiendo en ese instante con mi esfínter la dura polla que me taladraba.
El otro el recien llegado empezó a lefarme la cara con dos certeros disparos de lefa espesa y caliente que hicieron que perdiera por completo el seso
Esos dos hombres se convirtieron en mis dos primeros amantes, aquellos que me mostraron un camino que hasta ahora me había negado a recorrer por temor a las habladurías.
Hoy en día todavía, sigo casado y feliz con mi esposa, pero disfruto haciendo cochinadas y guarradas con aquellos que de una forma anónima se me ofrecen en centros comerciales con aseos llenos de testosterona y ganas de sexo
También follo esporádicamente con habituales que son lo suficientemente discretos. (A no todo el mundo le gusta salir del armario para convertirse en una loca comepollas)
Muchos me conoceréis pues algunas veces comento vuestras historias. Soy un cochino vicioso que no solo vivo del sexo esporádico. También gozo leyendo y sabiendo del sexo que practican otros.