Está de vacaciones

Una buena esposa y madre se da un respiro durante sus vacaciones

En el apartamento situado enfrente del mío se aloja una familia que parece muy convencional y educada. El padre es un hombre tranquilo que parece que va muy por libre; la mujer, algo más joven, es simpática, y sin ser una belleza conserva un tipo más que aceptable, aunque no parece sacarle nada de partido.

En vez de resaltar lo que tiene más bonito, pareciera que trata de ocultarlo, de disimularlo, para pasar discretamente desapercibida. Tienes dos chavales, adolescentes en estado puro, que no paran ni un solo instante tranquilos en ocasiones molestando a los otros huéspedes.

Durante unos días les he observado y he llegado a la conclusión que la aparente tranquilidad podría estar a punto de saltar por los aires. Los chavales pujan entre sí y contra sus padres, tratando siempre de vencer en todas y cada una de las frecuentes disputas entre ellos y frente al mundo.

La pareja se muestra aburrida, cansada de la rutina, da la impresión de que ya se lo han dicho todo, que no tienen nada que contarse uno al otro. Solo coinciden cuando tienen que reprender a uno de sus hijos o a los dos tras alguna trastada.

En la piscina, los chavales juegan, van de un lado a otro alocados y se les ve muy interesados por llamar la atención de las jovencitas que haya a su alrededor. El resto de huéspedes del apartahotel no podemos estar muy contentos con su molesta actitud.

El padre suele pasar largos ratos leyendo el periódico sin apenas moverse de su sitio. Ella es mucho más inquieta, lee algún libro, escucha música con los wallman, pasea por el borde del mar, toma el sol, nada en la piscina o pasa un buen rato baja el chorro de agua de la ducha para sofocar el calor...

Cuanto más la miro, más me gusta... su piel ligeramente tostada, su cuerpo menudo modelado por algún deporte suave, su bonito pelo castaño recogido en el cogote con una pinza, su andar pausado y elegante han logrado captar mi atención, y la sigo con cierta curiosidad con la mirada allá donde va.

La veo desenvolverse ausente, siempre como flotando, encerrada en su burbuja sin apenas interactuar con el entorno. Adivino que su vida discurre dentro de los anchos márgenes de la "normalidad". Es una lástima que se consuma en la rutina pues tiene algo que me atrae.

La observo cuando se unta cuidadosamente de crema todo el cuerpo y cuando se pone bajo la ducha. Allí suele, disimuladamente, separar la braguita para que el chorro caiga directamente sobre su pubis, luego se la coloca con cuidado para que no se vea ningún pelito en las ingles. Imagino que debe tener un coño peludito pues en la braguita resalta un abultamiento notable.

Me siento muy bien cuando nos cruzamos en cualquiera de las instalaciones, siempre me mira fijamente a los ojos, me sonríe de una forma especial o me saluda muy educadamente. Únicamente lo hace conmigo y eso me agrada mucho. Yo diría que le he caído bien.

A mis veintiséis años tengo que decir que estoy en mi mejor momento. Mi cuerpo joven y vigoroso me acompaña en esta época de mi vida. Resulta atractivo para las mujeres lo que me permite tener diversas aventuras con chicas de mi edad.

Mi vecina es una mujer madura, no tiene un cuerpo espectacular, no es especialmente atractiva pero tiene algo que me atrae…que me atrae mucho. Es una mujer de las que te puedes encontrar por la calle, en el supermercado…corriente…aunque muy apetitosa.

En algún instante he fantaseado con ella, pero se me hace muy difícil imaginar que pueda llegar a una infidelidad o algo parecido, pues no parece que sea una mujer “aventurera”.

Esa percepción de que yo soy algo para ella, me empuja a buscar un contacto más cercano. Me siento tentado a intentarlo. Me gustaría disfrutar de ese vino, de su aroma, de su cuerpo, de su personalidad… con una pizca de alegría en cada sorbo. Estamos de vacaciones, tiempo de paréntesis y relajación, que permite unas licencias que en la vida cotidiana no nos podemos permitir.

Estando en la piscina, la observo como se ata un pareo a la cintura y se pone una pamela. Igual que ha hecho otras tardes intuyo que se irá hacia el apartamento a esperar que el resto de la familia vaya apareciendo allí.

Al pasar por delante me saluda tan educada como siempre, y la veo alejarse hacia el interior del edificio. Es el momento de poner en marcha mi plan para abordarla y comprobar si es posible tener algo con ella.

Me adelanto y la espero escondido al final del pasillo donde están nuestros respectivos apartamentos. Oigo llegar el ascensor y siento como se me hace un nudo en la garganta. Estoy a punto de hacer algo con una completa desconocida que ni yo mismo imagine fuera capaz de intentar.

Ella llega distraída, abre la puerta y entra. Antes de que pueda cerrarla, pongo la mano impidiéndole que la cierre. Se sorprende mucho, se echa a un lado y espera de mi alguna explicación sobre mi inesperada acción.

Avanzo obligándola a retroceder dentro, cierro la puerta a mi espalda, la miro a los ojos. Sin mediar palabra, la cojo por la cintura y me acerco hasta darle un beso en los labios. Me rehúye, insisto, la sujeto y aprieto mi boca con la suya. Parece que cede en su forcejeo y mi beso se hace más tierno.

Ella aprovecha para morderme el labio hasta hacerme daño, tanto que siento como la sangre brota caliente. Me retiro dolorido, la suelto y no sé qué decir. Mis expectativas han resultado equivocadas y mi instinto me ha dejado en mal lugar, al borde del desastre. Seguro que va a haber problemas.

Nervioso trato de pedir disculpas y no encuentro las palabras adecuadas, un hilillo de sangre sale por la comisura de los labios.

—Perdona, no sé lo que me ha pasado por la cabeza. Eres tan atractiva y te he visto tan sola que algo me ha impulsado a cometer esta locura. Siento haberte violentado... perdóname. Lo siento mucho — le digo mientras tomo el amargo camino de retirada.

— No, no te vayas por favor, perdóname tu... he reaccionado como una colegiala. Me siento muy halagada por lo que me dices, no debes sentirte mal... son cosas que pueden pasar...— me dice con tono conciliador

—Me ha cogido tan de sorpresa que no he sabido controlar mi respuesta— añade.

Antes de que termine la frase me acerco y nos fundimos en un beso esta vez consentido y querido por ambos. Después de este primero vienen otros cada vez más apasionados.

—No, aquí no… es peligroso… podrían venir en cualquier momento— dice apartándome con sus manos.

—Si, lo entiendo…vamos a mi apartamento que está aquí justo enfrente— le digo mientras desandamos el camino hasta la puerta de salida.

Cruzamos el pasillo y entramos en mi apartamento. Tras cerrar la puerta, vamos dando tumbos por el corto pasillo hasta llegar a la sala principal. Allá, en una esquina nos detenemos para acariciarnos como dos adolescentes alocados.

La lujuria se apodera de nosotros, mi vecina se mueve por comerme la boca y yo necesito abrazarla haciendo mío su cuerpo. Llevo mi manos por encima de su bikini sobándole los pechos y luego por debajo del pareo hasta la braguita.

De un tirón prácticamente se la arranco dejando su pubis desnudo; a continuación me bajo mi traje de baño liberando mi polla que ya luce esplendida.

La cojo por la parte posterior de los muslos y la izo hasta por encima de mis caderas. Ella enrosca sus piernas alrededor de mi cuerpo, se abraza alrededor de mi cuello. La punta de mi pene descubre los húmedos labios de su vagina y busca la penetración.

Con un brazo la sujeto por la cintura para mantenerla en la posición, la mano libre le cojo por el hombro y estiro hacia abajo para para ensartarla bien profundo.

El placer es inmenso y la excitación  insuperable. Bombeo varia veces apretándola contra la pared. Mi apasionada vecina no deja de resoplar junto a mi oído y de decirme que siga, que siga...sin parar.

—Ufff, así…así… dámela toda… t o-o-o-d-a-a-a   ahhhhh”, me suplica mientras no dejo de darle fuertes culadas que hacen que mi polla le llegue bien adentro.

Siento como mis piernas flaquean, no soy tan fuerte como para mantener una mujer en vilo y al mismo tiempo disfrutar de un polvo tan intenso. Me doy la vuelta, doy un par de pasos y la dejo apoyar el culo sobre una mesa cercana.

Se deja hacer, relaja y apoya la espalda sobre la madera. Coloco sus piernas alrededor de mi cintura con lo que su chochito queda bien paradito, listo  para que pueda tomarlo como mejor se me antoje.

Paso mis brazos por debajo de sus muslos haciendo que la corva de la rodilla apoye sobre mi antebrazo.  Entonces empiezo realmente a disfrutar de su conchita... tan jugosa, tan  caliente, tan entregada.

Mis huevos golpean en el perineo, mus muslos golpean con fuerte contra sus nalgas. Le doy fuerte... muy seguido...fuerte, fuerte....ella gime, yo gimo, me pide más.

—Así, así…dame, dame…rómpeme el coño… hazme vibrar…no pares…no pares…así…fuerte...fuerte…fóllame como a una perra… así…asiiiii— me grita viendo que su salvaje orgasmo se acerca.

Desde la zona de la piscina llega el estridente sonido del silbato del vigilante. Piiii…piiiii. En su cabeza se dispara una reacción de alerta. Por un instante, mi vecina se paraliza y permanece atenta a la espera de nuevos ruidos. Pone sus manos sobre mi vientre obligándome a detener mis embestidas.

Piiii, piiii se oye de nuevo. Esta vez cierra los ojos, aparta sus manos de mí y relaja todos sus músculos.

—Vamos, vamos… tú sigue…ya son mayorcitos y su padre esta cerca— dice asumiendo que deben ser sus hijos los que han hecho alguna incorrección que ha merecido la llamada de atención.

—Estoy de vacaciones y me merezco una respiro— dice para animarme a continuar.

—Dámela toda…hace tiempo que soñaba con algo así…sigue…sigue…métemela toda…así…asi—

Le doy un poco más deprisa, ella gime, yo tiemblo, ella grita, se viene, se aprieta el vientre con la manos, sacude la cabeza, yo resoplo y sigo más aun,  ella suspira, jadea, grita y grita....

—Siiiiiiiiiiiiiii!...por fin….así…sigue…sigue….no pares ahora….siiiii, siiiii…—grita mientras agita la cabeza, te aprieta los pechos y hace subir y bajar su vientre víctima de los tremendos espasmos que acompañan a su orgasmo más salvaje de los últimos años.

Yo la saco, la cojo con la mano y la meneo como un poseso hasta que empiezan a salir disparados borbotones de leche hacia sus nalgas en medio de nuestro delirio.

Al final de nuestra locura he tenido un poco de lucidez y he creído prudente correrme fuera. Ella se incorpora y me da un beso muy profundo. Me toma el labio todavía dolorido y lo aprisiona hasta hacerme daño. Luego lo chupa con todo el cariño del mundo.

—No recuerdo la última vez que tuve sexo tan rico como este. Me ha devuelto la vida…No era consciente de lo mucho que me gusta…— dice mi vecina mientras va recuperando el aliento.

—Te había estado observando, en mi interior algo de ti me atraía, algo inconcreto pero poderoso, algo instintivo. No sabía qué…ni tampoco imaginaba que dieras este paso—dice mientras se incorpora apoyándose  sobre los codos.

—Pues yo desde que te vi me he sentido atraído, me parecías una fruta madura y dulce que tenía que hacer mía—, le confieso mientras le sigo acariciando la piel de sus piernas y sus caderas.

—Estoy segura que vamos a pasar las mejores vacaciones que se puedan tener. Lo que se presentaba como una continuación de la rutina podemos convertirlo en una rica aventura— afirma mientras pone sus manos sobre mi pecho .

Las hace descender lentamente hacia mi vientre para terminar cogiéndome la polla, esa que hace unos momentos estaba orgullosa y fuerte, y que ahora se muestra dócil y manejable.

—Quedamos esta noche…durante el baile podemos encontrarnos. Permanece atento a mis señales— me dice segura que esta aventura puede tener una digna continuación.

—Lo estoy deseando— le digo mientras le acaricio el interior de los muslos acercándome peligrosamente a su vulva esponjosa y húmeda.

Deverano.