Esquivando la moral

Yo contabaapenas con 18 años y mi novio, ahora mi esposo, . Estabamos justo en la edad donde todo representaba algo nuevo.

Hola a todos.

Esta es la primera ocasión que me atrevo a narrar mis vivencias intimas.

Tome esta decisión porqué descubrí esta pagina, y debo aceptar que muchos de los relatos que aquí he leído me parecen estupendos y me enciende, pero yo quiero aportar y conocer las opiniones de los lectores sobre mis propias vivencias.

Seleccione mi primer encuentro anal porque fue el que me inicio en el verdadero sabor del sexo

Esta primera historia es 100% real, como todas las que iré subiendo.

Yo contabaapenas  con 18 años y mi novio, ahora mi esposo, . Estabamos justo en la edad donde todo representaba algo nuevo.

Teníamos solo un año de relación, y ya habíamos probado la cercania desnuda de nuestros cuerpos, aúnque nos manteníamos al margen de tener relaciones sexuales. Yo seguía siendo virgen, pues me apegaba a las reglas de mi conservadora familia, pero esto no impedia que Mauricio y yo nos dieramos placer de forma oral o manual.

En varias ocasiones, cuando teníamos oportunidad de estar solos en mi casa, nos desnudabamos y jugabamos en la cama. Confiezo que esos juegos juveniles me ponian extremadamente caliente, pero aún así nos controlabamos.

Fue Mauricio quien me ayudo a perder el temor a los hombres, y aunque no fue mi primer novio, si fue al primero que vi desnudo, al primero que le hice sexo oral, etc.

En una ocasión mis padres salieron de viaje y mi hermana mayor los acompaño. Me quede en casa sólo mi hermana menor de 18 años. Ella tendría una reunión con sus amigas en otro lugar, lo cual me dejaba completamente libre la casa para que Mauricio y yo tuvieramos uno de nuestos apacionados encuentros al desnudo. Lo llame, y él llego a las 17:00 hrs aproximadamente. En cuanto entro por la puerta nos abrazamos y besamos. Sabíamos lo que queríamos, pero no sabíamos hasta donde llegaíamos. Lo tome de la mano y lo lleve hasta la recamara de mis padres. Nos desnudamos mutuamente y nos acostamos sobre la cama kingsize, a nuests anchas.

Nos besabamos como locos. Él me apretaba las nalgas, las separaba e introducia ligeramente sus dedos en mi vagina. Fue bajando su cabeza hasta ponerla entre mis piernas e intercambio sus dedos por la lengua. Yo estaba en la luna del placer, tendida sobre la cama boca arriba y con las piernas separadas. En un momento Mauricio me giro y me puso a gatas de tal forma que mis rodillas quedaran al filo de la cama. Él se arrodillo en el suelo, y mis nalgas quedaron a la altura de su cara en esa posición su lengua llegaba más adentro de mi. Mauricio disfrutaba, él lo decia, de hacerme sexo oral, y mientras paseaba su lengua por toda mi entre pierna, se frotaba su pene, el cual no era pequeño. Tiene un largo de 20 cm y un maravilloso grosor, yo disfrutaba chuparlo, y en ocasiones, dependiendo de mi grado de exitación, que me llenara la boca de semen.

Moría de ganas por conocer la sensación de sentirlo en mi vagina, pero como ya dije antes, estaba formada con principios muy apegados a la "moral", los cuales hoy en día no practico más.

La lengua de Mauricio seguía y seguia dandome placer. Su saliva y mis flujos eran tan abundantes que se deslizaban por mis muslos. Yo estaba totalmente húmeda y exitadísima, pero lo que detono mi placer y la perdida de mi cordura fue en el momento en que Mauricio me dio una tremenda lamida desde mi clitoris hasta el ano; en ese momento estalle, él se dio cuenta y ahora dirigio su consentración a mi pequeño culito; lo chupo, le dio pequeñas mordiditas, lo fue dilatando poca a poco, y de repente me ensarto la lengua hasta el fondo. ¡Que sensación tan increible! no la puedo describir, casi pierdo el sentido, solo recuerdo que en esa posición, a gatas, con  cabeza recargada en la almohada y mis piernas separadas para recibir todo lo que mauricio me quisiera dar, solo atine a encorbar mi espalda hacía abajo para levantar más lmis nalgas y facilitar las enbestidas de la lengua de mi amado.

Mil imagenes pasaron por mi cabeza. Saqué calculos y congeturas. En ese momento lo decidí; me di la vuelta y me sente frente a Mauricio, le pedí que se pusiera de pie, y una vez que  lo hizo me introduje todo su miembro en la boca. Estaba tan erecto, largo y ancho que me costo trabajo contenerlo, pero mi misión era llevarlo a su máximo tamaño. Le di unas buenas mamadas, cuando lo saque de mi boca escurria mi saliba y liquido preseminal. Tome de la mesa de noche de mi mamá una creama humectante, y le hunte una cantidad generosa al falo de Mauricio que se mostraba esbelto, venoso y grande. Una vez lubricada esa tranca me volví a acomodar a gatas y tomando otra cantidad de crema la hunte ahora en mi ano. Lo frote por fuera e introduje un par de dedos en el para garantizar que se dilataba.

Tome nuevamente mi posición a gatas; piernas separadas, cabeza contra la almohada, curve mi espalda para levantar mis nalgas, y pase mi mano por entre mis pieranas para tomar la gran verga de Mauricio. la frote un par de veces para que no perdiera dureza, y acto seguido la jale para apuntar su gran cabeza contra mi culito. Mauricio estaba en silencio, seguramente confundido por mi proceder, pero no podía negar que estaba caliente, exitado y dispuesto a obedecer. Fue él quien hizo un esfuerzo para que esa brillante punta entrara en mi esfinter. Pude sentr el esfuerzo de la presión del ariete tratando de abrirse campo, y justamente cuando la cabeza entro sentí como mi ano intentaba cerrarse por si mismo, esto me genero un dolor intenso; ¡estaba perdiendo mi virginidad por el culo!.

Mauricio empujaba lentamente mientras yo sentia como la dureza de aquel falo entraba poco a poco. No tenía adentro ni siquiera la cuarta parte y me sentia llena, pero ya no podía esperar más; se apodero de mi una locura que quería más, así que hice lo impensable; lance mis nalgas hacía atrás con toda mi fuerza y de un solo golpe me ensarte las otras tres cuartas parte de la verga venosa. Mis nalgas solo se detuvieron cuando chocaron con las ingles de mi novio. Lance un gemido tan grande que lo acompaño una lluvia de mis fluidos vaginales.

Le pedí a mi novio que no se moviera, ni siquiera un milímetro. Mi ano tenía que acostrumbrarse al invasor que tenía clavado hasta las entrañas. Después de unos momentos empece a moverme hacía adelante y atrás, pero solo un poco. Apenas me sacaba un centimetro de verga e inmediatamente me empujaba contra Maurico para recuperarlo dentro. Estos movimiento se repitieron hasta que por fin logre que mi esfinter recorriera toda la longitud de ese falo de principio a fin. El dolor se transformo en placer. Me escurria la vagina, nunca pense que eso pudiera llegar a suceder.

Mauricio empezo a participar activamente; me tomo con sus grandes manos de mi cintura, y me jalaba hacia él para que esa verga entrara de golpe. ¡Méte y saca! ¡Méte y saca! ¡QUE LOCURA! Aún me acuerdo y me humedezco.

Le avise a Mauricio que estaba agotada, que ya no aguantaba pues por lo menos ya había experimentado tres orgasmos intensos. Entonces sentí que Mauricio me dio un último jalon hacía él, pero con todas sus fuerza. Pude sentir cuando la cabeza de su verga choco contra el fondo de mi intestino, cuado esa tranca empeso a latír y el momento justo cuando exploto; ¡Chorros de semen me estaban bañando las entrañas! imaginen la cantidad de un chamaco de 18 años. Se quedo quieto sobre mi espalda tratando de recuperar la respiración. Cuando se incorporo empezo a retirar su falo, aun erecto y duro, de mi culito. Se escucho un ¡plop!, y acro seguido una cascada de semen empezo a fluír de mi culo. Lo sentía escurrir, sentia lo caliente. Mauricio puso su mano para que cayera en ella, y me lo hunto a modo de valsamo en mi herido anito.

Fue de esta manera que descubrimos que, por el momento,  no era necesario violentar las reglas "morales", y que podiamos obtener gran placer de otra forma.

Durante nuestro noviasgo el sexo anal fe el complemento ideal de nuestra duradera relación.

He disfrutado narrar esta historia personal. Espero que la disfuten tanto como yo.

Besos a todos.