Esposo, esclavo y sumiso (2)

Carlos continua su proceos de sumisión.

Hacia ya 6 meses de mi conversión a esclavo sumiso 24/7, cada día estaba más satisfecho de esta situación, era feliz satisfaciendo a mi ama-esposa. Intentaba día a día ser un buen esclavo y no defraudar a mi ama. En cuanto a mis labores domésticas, cumplía perfectamente con mis obligaciones, el piso estaba limpio la ropa siempre al día y la comida puntualmente preparada, mi ama era mi Reina.

Esto suponía, ser la envidia de las vecinas de la escalera que veían como yo barría, fregaba, tendía la ropa mientras sus maridos estaban en el Bar o mirando el futbol por  TV.

Una vez que coincidimos en el ascensor, con los vecinos  del ático, un matrimonio de unos 40 años,  la mujer le comento a mi esposa,  -que suerte que tienes  con tu marido que te ayuda en los trabajos domésticos, a lo que respondió mi esposa,  -Carlos dile a esta señora que eres, rojo de vergüenza le dije - soy el esclavo sumiso de mi Ama y estoy para servirla en lo me ordene.  Enseñale también de quien eres propiedad – le enseñe los tatuajes con su nombre y el collar de perro que llevaba puesto. A partir de aquel día todos los vecinos conocían mi secreto y se reían de mi.

En el aspecto sexual, mi Ama seguía controlando mis eyaculaciones, solo dejaba que lo hiciese una vez al mes, a veces me dejaba eyacular mientras me azotaba el culo con un látigo estando atado a una argolla en la pared. No podía decírselo pero a mi me encantaba cuando me ponía como una perrita y con el arnés puesto me follaba, mi culo estaba ya muy dilatado y el pene de látex entraba con suma facilidad después de un intenso mete y saca me dejaba eyacular, era el sumiso más feliz del mundo. Mi sueño era algún día ser follado por un pene de verdad.

Últimamente no me dejaba que la penetrase, yo sospechaba que tenia un amante, algunas veces la oía hablar por el móvil, y también se ausentaba algunas noches.

Un sábado, después de cenar me hizo tomar 3 pastillas que saco de un frasco, me dijo que después de fregar los platos fuera a su habitación.

Al cabo de unos minutos empece a notar una fuerte erección que perduraba, al llegar a la habitación me hizo desnudar y empezamos a follar como locos yo tenia una fuerte erección y no podía eyacular, más tarde descubrir que las pastillas eran un cóctel de Viagra más un retardante de la eyaculación. Me utilizo como si todo yo fuera un pene.

Primero me hijo sentar en un sillón alto, se sentó encima de mi entrando mi pene en su vagina, y empezó a moverse rítmicamente, arriba y abajo, gritaba como una loca hasta que se corrió.

Después me hizo tumbar en la cama, cogió mi pene y lo empezó a restregar por su clítoris sin dejar que entrara en  su vagina, al poco hizo que la penetrara moviéndome como si estuviera cabalgando, hasta que también tuvo un orgasmo considerable.

Luego se situó como una perrita y la folle intensamente con un mete y saca continuo hasta que volvió a correrse.

Finalmente me hizo trabajar con la lengua, cosa que me gustaba, empece con su clítoris, de manera pausada con ligeros movimientos, mientras sus jugos vaginales invadían mi boca y continué con su ano cada vez más dilatado, succionandolo lentamente, entrando la lengua hasta donde podía, una vez más volvió a correrse. Mi pene continuaba erecto y sin eyacular.

Cuando terminamos me  hizo estirar en la bañera y me dio una lluvia dorada en la cara, una vez pasado el efecto del retardante me pajeo hasta dejar que me corriera.

A los pocos días me dijo que estaba muy satisfecha de mi comportamiento como esclavo-sumiso y quería hacerme un regalo, por lo que me concedía un deseo. Sin pensármelo dos veces le dije que mi sueño era que mi culito probase un pene de verdad. Primero me pareció que no le gusto mi deseo, pero después me dijo que cumpliría con su palabra.

El fin de semana siguiente, estábamos en casa yo estaba desnudo con el collar, la cadena de perro y con argollas en las manos y pies, llamaron al timbre  fui abrir la puerta y se presentó un hombre  alto  y fuerte de unos 30 años, - Hola soy Roberto, tu debes ser Carlos el esclavo-sumiso de Sílvia,  - hola Roberto, veo que ya os habéis presentado. - Carlos, Roberto y yo somos amantes, desde hace algunos meses y hoy Roberto va a satisfacer  tu deseo, así que vayamos a la habitación.

Una vez en la habitación, Silvia me dijo – primero tendrás que ganarte tu premio. Me ató a la argolla que había en la pared enfrente de la cama, Sílvia empezó a desnudar a Roberto hasta descubrir su  pene se lo puso en al boca y empezó a lamerlo y chuparlo hasta que una vez erecto descubrió todo su  esplendor de  mas de 20 centímetros. Yo seguía atado y muy excitado con una gran erección mientras Silvia me decía -tranquilo Carlos dentro de poco también será tuyo.

Roberto se follaba a Silvia como quería, ella berreaba como una posesa, es este caso ella era la sumisa y el el amo, la puso a cuatro patas, le lubricó el culo y la penetró, gritaba como una loca.

Silvia estaba extasiada en la cama, Roberto vino hacia mi me desato de la argolla, y me dijo - ahora yo soy tu amo y tu mi esclavo sumiso-, me obligo arrodillarme ante el – ahora chupame la polla y dejala limpia y reluciente, empece a lamer aquel estupendo pene succionando y chupando como podía, -así, así  putita, sigue chupando que veo que te gusta – se corrió, - putita trágatelo todo hasta la ultima gota.

  • Ahora ponte en la cama, que  voy hacer de ti una autentica viciosa. Me puso a cuatro patas,como una perrita, me lubrico el culo y me introdujo sus 20 centímetros de pene en mi dilatado culito, que cada vez se parecía más a una vagina, empezó a moverse con una constante mete y saca, el pene entraba y salia con una facilidad asombrosa, hasta que vi las estrellas y eyuacule. Mi sueño se había cumplido.