Esposo, esclavo y sumiso

Como mi esposa descubre el sumiso que hay en mi.

Me llamo Carlos,  tengo 21 años y soy muy tímido, mi madre falleció haces años, vivía con mi padre y su segunda mujer, la convivencia en casa no era buena por lo que decidí buscar pareja para independizarme.

Debido a mi timidez, no tenia amigos, ni por supuesto amigas, mi vida social se limitaba a mis compañeros de trabajo, en la cadena de montaje, de la fábrica donde trabajaba.  Me atreví a poner un anuncio en una Web de contactos, así fue como conocí a  Sílvia.

Ella tenía 35 años, estaba divorciada, era Directora Comercial de unos laboratorios, su sueldo era cuatro veces superior al mio, tenia un fuerte y autoritario carácter.

Al cabo de unos meses de relación, me propuso que viviéramos juntos en su casa, a lo que accedí sin rechistar. Como que su trabajo era muy estresante y yo trabajaba solo por la mañanas, me dijo que yo seria quien hiciera todos los trabajos domésticos, así que preparaba la comida, planchaba, fregaba los platos iba a comprar, etc.

Cuando ella llegaba de trabajar, le hacia un masaje corporal y después le preparaba un baño. En el aspecto sexual, yo actuaba de pasivo, ella decidía cuando y como hacíamos el amor, siempre buscando primero su satisfacción. Nuestra relación era casi de ama vs sumiso, pero sin establecerlo previamente, pero yo era feliz, me sentía protegido.

Hubo algunas situaciones que hicieron que Sílvia tuviera cada vez más claro su papel  de ama, por ejemplo un día cuando planchaba uno de sus vestidos preferidos se me quemo, cuando llegó y lo vio, me pegó y me dijo que era un inútil, tuve una erección. Otro día me descubrió en el baño masturbándome, se enfado mucho, dijo que yo solo podía eyacular cuando ella quería me cogió me ato en la cama y con un cinturón me pegó en el culo hasta dejarlo rojo, empece a excitarme con una gran erección hasta que no pude más y tuve un orgasmo, su cabreo fue monumental, me hizo tragar el semen del  suelo con la lengua y me dejo atado en el suelo de la cama hasta el día siguiente.

Este incidente fue el punto de inflexión en nuestra relación, a partir de este momento, Sílvia empezó a interesarse por el mundo de la supremacía femenina y la sumisión, leyó libros, busco información por internet, etc.

Hasta que  al cabo de unos días me dijo que tenia que hablar seriamente sobre el futuro de nuestra relación, dijo que quería casarse conmigo, pero con una condición,  que yo tenia que ser su esclavo sumiso 7/24,  con las siguientes  condiciones:

1.- Eres un esclavo-sumiso y me perteneces.

2.- Tu único fin es servirme y colmar mis deseos y voluntades.

3.- Podre utilizar y disponer tu cuerpo como quiera..

4.- Puedo prestarte o alquilarte como esclavo-sumiso a otras amas y dominas.

5.- Solo podrás eyacular cuando yo te de mi permiso.

6.- Te dirigirás a  mi como MI AMA.

No dude ni un segundo en aceptar la propuesta, le dije que  estaba enamorado de ella y que nada me hacia tan feliz como ser su esposo, esclavo y sumiso, servirla y complacerla en todo lo que ella quisiera.

Las primeras decisiones que adopto, fue ponerme un cinturón de castidad, me compro un collar de perro, que tenia que llevar puesto todo el día, con una placa que ponía: Carlos esclavo-sumiso propiedad de Ama Sílvia y mandó tatuar su nombre en varias partes de mi cuerpo,  en el tobillo, en el brazo y en la espalda encima del culo, así dijo tendría siempre claro quien es Mi Ama.

Hubo cambios también en nuestra sexualidad, solo me dejaba eyacular, en el mejor de los casos, una vez al mes. En nuestra habitación instaló una argolla metálica en la pared y a menudo, cuando regresaba de mal humor del trabajo,  me ataba en ella y me azotaba,  con una fusta o  un cinturón de cuero.

A veces me costaba  controlar la eyaculación, cuando no lo conseguía se cabreaba muchísimo, un día que me corrí sin su permiso me ato en la cama me puso a cuatro patas como una perrita y saco de un cajón un arnés con un pene de látex, lubrico mi ano y me folló, estuvo durante cinco minutos con un mete y saca,  llore de dolor, era la primera vez y mi culo no estaba dilatado.

Me dijo que no me preocupara que iba a dejar mi culo como una vagina. A partir de este  momento tenia que llevar durante todo el día dildos de distintos tamaños para que mi culo se fuera dilatando.

Todo  esto ocurría en la intimidad de nuestro hogar, pero Mi Ama dio un  segundo paso en mi proceso de sumisión que fue las humillaciones públicas o ante terceros.

La primera de ellas ocurrió un día que acompañe a mi esposa de compras, estábamos en una boutique,  había dos dependientas, una de ellas iba con minifalda, se agacho a recoger algo del suelo, quedando su diminuto tanga a la vista a mi se me fueron los ojos, mi mujer se dio cuenta y me abofeteo delante de ellas diciendo que esto no se hacia y me obligo a pedirle perdón a la dependienta, y tuve que explicar a las dos chicas que yo era un esclavo sumiso propiedad de mi Ama Silvia.

Por indicación de Mi Ama, como castigo tuve que quedarme todo el día en la tienda a plena disposición de las dos chicas. Me preguntaron como me llamaba, les dije que Carlos, - para nosotras hoy seras Carla, tuve que barrer la tienda, ir a buscar cafés y recoger la  ropa  que dejaban  las clientas,  si alguna de las clientas habituales preguntaba quien era yo, les decían que era un mariquita que tenían aprueba como ayudante.

Mi esposa tenia una amiga íntima, que no se creía que yo era un esclavo sumiso, para sacarla de dudas me presto a su amiga durante un fin de semana, estaba divorciada y había tenido una mal experiencia en su matrimonio y tenia cierto odio hacia los hombres.

Llegue a su casa y le dije hola buenos días soy el esclavo sumiso de Mi Ama Sílvia y vengo de parte de  Mi Ama para lo que usted precise.

  • Hola esclavo este fin de semana vas a ser mi perro sumiso, desnudate. Me quede solo con el cinturón de castidad y el collar puestos, me ató  y  me dio más de 20 latigazos en el culo.

  • Esto es para que sepas quien manda aquí y que tu eres un puto esclavo de mierda. Después se sentó en un sillón, se bajo las bragas y me  dijo – Ahora vas a  chuparme el coño hasta que te diga basta. Me puse como un perro a chupar y lamer el coño, creo que se corrió tres veces. Después me puso boca arriba, se situó de pie encima mio, se meo en mi cara diciéndome que me tragara hasta la última gota. Se fue a dormir a su habitación, no sin antes ordenarme que barriera y fregara toda la casa y lavara y planchase toda la ropa que había.

Al volver a casa, Mi Ama me felicitó por mi comportamiento, su amiga había quedado contenta con mis servicios. Como premio, aquella noche dejo que me corriese mientra me follaba por el culo con su arnés. Yo era feliz, era un esclavo sumiso y humillado.