Esposas drogadas (2)

Pero esa noche sería especial. No serían solamente sus manos las que tocasen el cuerpo de su mujer. Había invitado a su gran amigo para que también disfrutase de sus curvas.

Esposas drogadas (2)

Soraya regresó tarde del trabajo y agradeció infinitamente que Jaime tuviera la cena preparada. En las últimas semanas se había comportado especialmente cariñoso. Lo que más me llamaba la atención era que no la requería sexualmente en la cama más de lo acostumbrado. Al principio pensó que tenía una amante, pero pronto descartó esa idea porque su esposo pasaba casi todo el día en casa, a excepción de las horas dedicadas al trabajo.

Ella no sospechó en lo más mínimo, cuando él le ofreció una taza de café. Jaime ya había colocado las dos gotas que le garantizarían varias horas de entretenimiento con el cuerpo inerme de su ingenua esposa. Algo que había repetido casi todas las semanas.

Pero esa noche sería especial. No serían solamente sus manos las que tocasen el cuerpo de su mujer. Había invitado a su gran amigo Miguel para que también disfrutase de sus curvas.

En realidad, era un intercambio, pues Jaime disfrutaría del cuerpo de Karen, la esposa de Miguel, en una próxima oportunidad. Era un acuerdo recíproco.

Soraya le dijo a su esposo que se daría una ducha. Jaime tuvo la precaución de acompañarla en el baño para evitar que la droga le provocase una caída en la ducha. La mujer no sospechó nada, mientras tomaba una ducha rápida y luego se fue a la cama. Envuelta en una toalla gigantesca. Una toalla más pequeña cubría su cabello.

Pusieron una película. Jaime no veía la hora que la droga hiciera efecto. Pronto Soraya empezó a cabecear y luego de unos minutos dormía plácidamente sin tener conciencia de lo que se avecinaba.

Cuando el hombre estuvo completamente seguro que su mujer dormía profundamente debido a los efectos del somnífero, le escribió a Miguel. Éste llegó raudamente, pues había estado esperando a unas pocas cuadras, viendo la televisión en una cafetería poco concurrida.

Cuando abrió la puerta, Jaime tenía una sonrisa de oreja a oreja. Miguel le agradeció por la oportunidad de disfrutar del cuerpo de su mujer.

Esperaron unos minutos en la sala, mientras conversaban sobre temas diversos. Jaime no veía la hora de pasar al dormitorio, pero Miguel tenía una paciencia de espartano. Sabía que era mejor asegurarse que la droga completase su efecto.

Finalmente, pasaron a la alcoba. Soraya estaba sobre la cama, cubierta solo por las dos toallas. Jaime le retiró la que cubría la cabeza. Con el cabello suelto y sin pizca de maquillaje se la veía más joven de lo que era.

Jaime se colocó a la derecha de la mujer y Miguel ocupó el lado izquierdo de la esposa de su amigo. Entre ambos fueron despojándola de la enorme toalla que la cubría. El cuerpo recién lavado y completamente depilado de la mujer, era un deleite para los ojos de ambos hombres.

Las manos de ellos se multiplicaron sobre el cuerpo de Soraya. Miguel le dedicó especial atención a los pechos. Luego de manosearlos por un buen rato, empezó a lamerlos. Jaime estaba cada vez más excitado, mientras veía como su amigo se aprovechaba del estado de su mujer.

Sin mediar palabra ni solicitar permiso. Miguel sacó su verga y abriendo la boca de Soraya, se la introdujo sin contemplaciones. Jaime pudo ver como su esposa no se resistía en lo más mínimo a que una verga ajena a la de su marido, le llenase su orificio bucal. Se despojó de su ropa conforme se excitaba cada vez más.

Con los testículos a punto de explotar, Jaime también se desvistió y se acomodó para penetrar a su mujer por la vagina.

La mujer estaba completamente drogada, ambos hombre usaron su cuerpo a su antojo. Miguel fue el primero en eyacular, sobre los pechos de Soraya. La limpió con particular cuidado. Jaime, por su lado, no tuvo la menor duda de llenar su vagina con con su lefa. Después de todo, era el marido, así que podía tomarse esa libertad.

Ambos hombres se tomaron un descanso y luego de beber una copa de vino, brindando sobre el cuerpo desmayado de la mujer, vovieron a manosear el cuerpo de Soraya. Miguel sugirió voltearla para así disfrutar de las nalgas femeninas. Las masajeó por un buen rato, mientras Jaime imitaba el procedimiento de meterle la verga a su boca. No era tan fácil hacerlo en esa posición, pero esforzándose un poco, lo logró.

Miguel estimuló con un dedo el ano de Soraya. Con la mirada le preguntó a Miguel si podía sodomizarla, a lo que el marido de la mujer dio su consentimiento. Él ya había disfrutado de ese orificio en varias ocasiones, gracias a las oportunidades que la droga le había proporcionado.

El hombre la penetró por la vía anal y le metió unos bombeos hasta que estuvo a punto de eyacular. Supo controlarse para retirarse el tiempo suficiente para colocarse un preservativo y luego terminar la tarea, eyaculando en el profiláctico mientras la seguía sodomizando.

Jaime por su parte, se masturbó sobre la espalda de su mujer y quedó más que satisfecho con esa nueva experiencia.

“La próxima semana nos divertiremos con mi esposa”, prometió Miguel al despedirse de su amigo.

_______________________________________________________________________

Relato escrito a pedido de uno de mis lectores. Es solo fantasía. El lector y yo estamos en contra de todo acto que atente contra la libertad sexual de las mujeres y de las personas en general.

Seguiré con esta serie según las lecturas y comentarios, así como la decisión del lector. Agradezco la comprensión de todos.