Esposa viciosa mamona, Cap.2

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Esposa viciosa mamona


Título original: SlutWife Cum Sucker P2

Autor: Judeth (storygirl@bigfoot.com)

Traducido por GGG, diciembre de 2004

Capítulo 2

La carta de Babette a Kathy continuaba:

Estaba allí tumbada, el coño, el culo y la boca cubiertos de corridas, el cuerpo manchado con su pis. Era increíble, me sentía como si todavía me estuviera corriendo, el coño palpitando y sentía aquellas pequeñas sacudidas que me llegaban hasta los pezones. Era casi tan bueno como cuando nos lo hicimos con aquellos marines en el edificio abandonado, cerca de la base. Cuando nos hicieron arrodillarnos en el viejo baño y nos usaron como orinales, pero esta vez bebí algo, casi me gustaba.

Alan volvió esa tarde mucho más tarde y me llevó de la correa fuera del establo, me ató a un poste y usó una manguera conmigo. El agua estaba gélida y estuvo intentando acertarme en el coño con ella. Cuando estuve limpia me volvió a llevar a la casa, cuando me llevó dentro cuatro operarios del rancho miraron estúpidamente e hicieron comentarios entre ellos. "Dúchate puta, y ponte tu ropa más excitante, vamos a una fiesta." Fui al baño mientras Alan llamaba por teléfono.

Empleé mucho tiempo en lavarme, paladeaba el sabor de las corridas mientras se iba de mí. No podía creer el estado de excitación en el que me encontraba, incluso en la facultad nunca me había sentido tan salida. Me volví a afeitar la entrepierna asegurándome de que estuviera lisa como la seda, y me puse mi traje de 'matona' tipo oeste. Me puse una minifalda vaquera ajustada totalmente abotonada por delante, una camisa de seda blanca tipo oeste tan transparente que podían vérseme los pechos a su través, y Alan me había dejado un par de botas blancas de "cowboy" con incrustaciones que dibujaban corazones y flores. Me sujeté el pelo en alto con una cola de caballo que me caía por el cuello y la espalda. Utilicé solo el maquillaje necesario para resaltar los ojos y lápiz de labios rojo brillante del que no se corre para cubrir mis gruesos labios. Me estaba poniendo caliente solo de mirarme en el espejo. Cuando bajé, Alan me estaba esperando con un collar blanco en la mano, a juego con las botas. Caminé hacia él y me arrodillé delante y esperé. Dijo, "Puta," y miré hacia arriba, me abofeteó con fuerza tirándome al suelo, luego me tiró el collar y yo me lo puse. No hablamos mientras andábamos hacia la camioneta, entramos y me levantó la falda de forma que mi coño quedara expuesto, "sepáralas" ordenó, lo hice, y me palmeó allí.

"Ouuu" pegué un respingo y cerré los muslos, "ábrelos, perra" chilló y siguió azotándome el coño desnudo mientras nos dirigíamos hacia la ciudad. Se paró a poner gasolina y me dijo que no moviera las piernas, me senté allí mientras el empleado venía a ponerle gasolina a la camioneta. Estaba toda sonrojada, podía verme. Cuando el empleado empezó a limpiar las ventanas vio mi coño todavía rosa brillante de la azotaina que había recibido, intenté mirar a otro lado pero también intentaba ver sus reacciones. Estaba mirando directamente hacia él, limpiando la ventanilla una y otra vez, relamiéndose los labios. Notó que le miraba y me mandó un beso y luego se lamió los labios de modo que no pudiera olvidar su intención. Alan estaba fuera, en el garaje, sonriendo mientras observaba toda la cosa. Vino y le dijo algo al empleado que parecía totalmente de acuerdo con lo que él le había dicho. Vinieron hasta mi puerta y Alan la abrió. "Le dije que andaba mal de dinero, pero dice que puedes pagarle por la gasolina." El empleado sonreía de oreja a oreja, cuando Alan me dijo que saliera y me diera la vuelta poniéndome de cara a la camioneta. Alan me empujó poniéndome la cara en el asiento, me separó bien las piernas y me levantó la falda. Estaba totalmente abierta cuando vi que el empleado se ponía detrás de mí. Le escuché balbucear su agradecimiento a Alan mientras se bajaba la cremallera y se le caían los pantalones. Sus manos vagaron por mi culo y muslos, metiéndose en mi coño empapado. "Dios, es un buen pedazo de carne," dijo mientras sus dedos me penetraban.

"Rellénaselo," se rió Alan mientras su polla se abría camino en mi raja. Unas manos sucias se pusieron en mis hombros y cuello mientras el empleado golpeaba dentro de mí, haciéndome perder el equilibrio. Bombeó atrás y adelante con fuerza y velocidad, mis piernas meneándose a su alrededor. Gruñía en cada asalto, este chico no había tenido un coño en mucho tiempo, y se estaba recuperando del tiempo perdido. Finalmente le oí gruñir mientras su simiente se esparcía en mi matriz, seguía bombeando y diciendo, "Jodida furcia, jodida furcia, jodida furcia." Alan le retiró y le dijo que fuera luego al "Bull Pen" para hacer otro intento. Dijo que por supuesto que lo haría. Alan me dijo que volviera a la camioneta y que me pusiera la mano debajo de la raja para que la corrida no cayera en las fundas de los asientos. Mientras nos movíamos la corrida se salió encharcándome la mano, se lo dije y se limitó a reírse y a decirme que me la comiera. Me llevé la mano a los labios y lamí la corrida, limpiándome la palma. Otra vez me levantó la falda y siguió palmeándome los labios del coño hasta que llegamos al bar.

El luminoso parpadeaba en el cielo nocturno, "The Bull Pen", Alan me echó a un lado y me besó profundamente, aquí tienes tu fantasía favorita, nena, espero que la disfrutes tanto como yo. Me dio cantidad de instrucciones y yo me mostré de acuerdo, luego entramos. Balanceé las caderas y me moví de la forma más seductora, como se me había recomendado, uno tras otro los ojos se volvían hacia mí. Algunos saludaban a Alan, algunos voceaban o silbaban mientras caminábamos hacia la barra. Era como todos esos bares del Oeste que ves en las películas, ruedas de carro, calaveras de vaca, pieles, pistolas y fotos de vaqueros en acción. Todo el mundo con sombreros y botas, la mayoría hombres pero había unas diez mujeres. Debía haber al menos cincuenta personas, y eso que todavía era temprano. La barra era enorme, colocada en un óvalo asentado en mitad de una gran sala, había por todas partes numerosos vestíbulos que conducían a otras zonas del bar. Alan me llevó a un taburete en la parte trasera, alejado de la puerta, me dijo que me sentara. Cuando me encaramé al taburete la falda resultó demasiado corta para esconderlo todo, y cuando me senté mi húmedo coño quedó totalmente a la vista, todos los hombres estaban mirando, un clamor de animación se alzó cuando Alan dijo, "Separa los muslos, puta." Alan empezó a pasearse entre la multitud dejándome allí, sonrojada. Los hombres se acercaban sin intentar disimular sus miradas a mi entrepierna.

"Hola nena, ¿cómo te llamas?" Contesté como se me había indicado, "Soy Putilla Corridas, Señor," se rió y dijo "Apuesto que lo eres." Otro me preguntó que estaba haciendo allí, y contesté como me había dicho Alan, "Estoy aquí para conseguir su corrida, Señor," "Bien, nena, ya lo creo que la vas a conseguir,"

Otro dijo, "Eh, Puta Corridas, puedes empezar conmigo." Yo me estaba poniendo roja porque Alan me había dicho que siempre que alguien usara el nombre "Puta Corridas" tenía que contestar diciendo, "Por favor, azote mi coño de putilla, Señor, por favor." Me abofeteó el coño desnudo, podía oírse en todo el bar, estaba siguiendo las órdenes de Alan y a los hombres les encantaba. "Puta Corridas," "Por favor, azote mi coño de putilla, Señor..." PLAS, "Puta Corridas," "Por favor, azote mi..." PLAS, "Puta Corridas," "Por favor..." PLAS, "Puta Corridas," PLAS, "Puta Corridas," PLAS, PLAS, PLAS, PLAS. Me ardía el coño y estaba rojo brillante de la azotaina que se estaba llevando, también goteaba de mojado, me estaba empezando a correr. La azotaina continuó hasta que empecé a correrme, agitándome y gimiendo mientras el néctar me goteaba de la raja. "Mirad cómo se va esa jodida furcia, quiero eso ahora" los hombres decían cosas como esa todos a la vez, yo estaba aturdida por el grado de excitación al que estaba sometida, las pollas parecían rodearme, las manos tiraban de mis piernas y mis pechos. Me desabotonaron la falda y me abrieron la camisa, apareció Alan y sus fuertes brazos me rodearon llevándome hasta el centro de la sala. Me sostuvo un momento y me sentí tan segura y a salvo, esto era lo más loco que jamás había hecho o pensado hacer. Estaba asustada de todos aquellos hombres, estaban tan borrachos y calientes, me alegraba de que Alan los hubiera parado antes de que fuera demasiado tarde.

Alan levantó la mano y los hombres se callaron, esperó hasta que todo estuvo en silencio. Me volvió hacia la multitud y me preguntó cómo me llamaba. "Soy Putilla Corridas, Señor." "Bienvenida al Bull Pen, Puta Corridas," Alan había dicho mi nombre, "Por favor, azote mi coño de putilla, Señor," otro rugido se elevó mientras Alan me doblaba hacia atrás y empezaba a azotar mis expuestos labios, una y otra vez, "Más, más, más, más, más," el soniquete llenaba el bar. Las mujeres también chillaban, yo gritaba mientras soportaba el dolor y la humillación. Finalmente se detuvo y dijo, "es hora de que montes al Toro," estaba aterrada, nunca había tocado de esa forma a un animal, y desde luego no a un monstruo como un Toro. Me sentí aliviada cuando me llevó a un toro mecánico situado en un rincón del bar. Los hombres estaban colocando sillas alrededor, fui levantada y colocada encima del Toro, Alan me ató la cintura y las piernas, los hombres se subieron en las sillas y dejaron caer los pantalones dejando al descubierto sus pollas hinchadas. El Toro empezó a moverse arriba y abajo, y de lado a lado, lentamente, los hombres se la estaban meneando mirándome. El toro se movió más deprisa, y los hombres se la menearon más aprisa, intentaba desesperadamente aguantar, aunque atada era difícil. Los hombres empezaron a llamarme cosas y a reírse, gritando lo que iban a hacerme. El toro corcoveaba y giraba, mientras el primero de los hombres disparaba hacia mí su corrida. Me alcanzó en la camisa por encima del pecho izquierdo, luego en el hombro. Empezaron a volar las corridas, dándome en las piernas, los brazos, la cara, en el pelo, hilos de corrida se enganchaban entre sí cruzándome la cara y el cuerpo. Empecé a correrme de nuevo, agitándome y haciendo ruidos incoherentes. Nuevos hombres reemplazaron a los que se habían gastado, mi camisa estaba pegada a la piel, empapada de corridas, me goteaban en la boca. Las corridas se iban de mi cuerpo tan aprisa como se depositaban allí. Estaba corriéndome todavía cuando el Toro dejó de moverse pero los hombres seguían rociándome. Ahora sus disparos me aterrizaban de lleno en la cara y el pecho. Era una Puta Corridas, más que nunca en mi vida. Lamía las corridas intentando cazarlas con la lengua, lamiéndomelas de los labios.

Alan desató mi cuerpo estremecido y tuvo que soportar mis temblorosas piernas mientras me bajaba a uno de los vestíbulos, los hombres nos seguían haciendo comentarios y riéndose. Empezaba a recuperar un tanto el equilibrio, tenía la visión borrosa debido a las corridas en los ojos. Alan anunció a la multitud que la fiesta estaba a punto de empezar, me empujó dentro del tumulto y les dijo que me violaran como a la furcia que era. Me agarraron y me estrujaron las tetas y me toquetearon mientras me besaban y me lamían la cara. Uno dio la vuelta a mi alrededor y me abofeteó la cara varias veces, llamándome sucia fulana y puta asquerosa, las manos me rasgaron la blusa y la falda dejando expuesto mi cuerpo empapado en corridas, el collar y las botas blancas y el liguero rojo y las medias negras me hacían parecer la fulana que siempre había sido. Empezaba a sentir que otra vez se preparaba mi corrida, manos fuertes estrujaban y pellizcaban mis grandes tetas, estaba gritando y gimiendo mientras me forzaban a ponerme de rodillas. El que me había abofeteado me dijo que le besara las botas, cuando vacilé me abofeteó con fuerza la cara y me empujó la cabeza hacia abajo. Caí a sus pies besando y lamiendo sus botas. Sentí un pie en la espalda que me mantenía abajo mientras era humillada.

"Suplica pidiendo nuestras pollas" dijeron, "suplica.". Les rogué que me dejaran descansar y alguien me tiró del pelo y me escupió en la cara. Empecé a suplicar pidiéndoles las pollas, que aparecieron rodeándome. Tenía la cabeza sujeta mientras las pollas me atizaban y me abofeteaban la cara metiéndose, en mi boca y asfixiándome. Mi cuerpo empezó a agitarse y a correrse cuando empecé a chupar, no recuerdo cuantas polla me comí, pero todas descargaban cantidades de corrida por mi garganta abajo. Alguno de los tíos se estaban masturbando en una jarra de cerveza y me la pasaron y me ordenaron que me la bebiera. Hice lo que me decían y se rieron mientras me sobaban. Luego hicieron que me pusiera en pie y me arrastraron a otra parte de la sala. Vi una gran mesa de billar cubierta con una colchoneta delgada. Me levantaron y me colocaron con la espalda contra la mesa de billar, con la cabeza colgando por el borde. Había manos sujetándome los brazos y las piernas, les veía acercarse, la cabeza colgando hacia el suelo con la parte superior hacia abajo. Una polla se colocó al nivel de mi cara, se hundió en mi boca hasta la garganta. Uno por uno me follaron la garganta depositando su corrida caliente para que me la tragara.

Las mujeres me rodearon y echaron a los hombres, "Pobre nena," dijeron, y "no te preocupes, te ayudaremos, cariño," me ayudaron a levantarme y a bajar de la mesa, goteando corrida por todo el cuerpo dolorido y la boca. Una mujer notó la corrida que tenía en el carrillo, la probó y dijo, "Eh, perra, esta es una corrida de Charlie, que coño haces chupando la corrida de Charlie." Intenté decir algo pero me abofeteó en la cabeza y caí hacia delante, encima de la mesa de billar. "Esta furcia de ciudad ha estado intentando robar las corridas de nuestros hombres. Enseñémosle a esta perra de ciudad que no puede venir aquí y llevarse la corrida de nuestros hombres."

Me tumbaron en la mesa sobre el estómago y me ataron las manos por encima mientras ataban las piernas, bien separadas, a las patas de la mesa. Unas manos empezaron a azotarme con dureza, decían que era una sucia Puta Corridas. Me abofetearon y me azotaron, diciendo lo mala chica que era, que no valía una mierda. Me arañaron los muslos con las uñas y me las clavaron en el dolorido trasero mientras continuaban degradándome, diciendo que era un pedazo de mierda sin valor. Dijeron que debía ser tratada como la mierda que era y me dijeron que sería mejor que suplicara que sus hombres me follaran el culo. Empecé a protestar, era demasiado por el momento, parte de mi cerebro quería parar pero otra parte quería más. Las bofetadas y los azotes empezaron de nuevo, luego vi que una mujer venía hacia mí con un taco de billar, "suplica que los hombres te follen el culo o te lo follaré con esto."

Supliqué pero dijeron que no era lo bastante convincente. Me dijeron que se lo pidiera y que dijera "Por favor, folladme el agujero de mi culo de putilla." Hice lo que me decían, supliqué y rogué que me metieran pollas en el culo. Finalmente sentí que me abrían bien el culo mientras alguien me escupía en el agujero y una gran polla era forzada dentro de mi agujero pulgada a pulgada. Una mujer saltó sobre la mesa se levantó la falda y me empujó la boca hacia su coño. Uno tras otro los hombres me follaron el culo, corriéndose sobre mí o dentro de mí. Cada tío lo hacía más de una vez. Las mujeres hacían turnos para hacer que les lamiera el coño mientras animaban a sus hombres.

El culo me ardía cuando me soltaron. Me dejé caer en el suelo cubierta por sus corridas. Las mujeres me arrastraron de la cola de caballo hasta el baño, allí olía a pis, y me sentaron en el frío suelo del váter y me empujaron la cabeza hacia atrás, sobre la taza. Tenía el pelo en el agua cuando me ataron la cabeza, mientras podía comprobar que muchos hombres nos habían seguido para mirar. Una por una las mujeres entraron a la cabina, se montaron en mi cara y se mearon encima de mí. Decían que estaban limpiando a la furcia Puta Corridas, me salpicaban por todas partes, luego una me meó en la boca y me hizo tragármelo, luego otra y otra. Me dejaron allí mientras la consciencia se me iba y se me venía, el cuerpo entumecido por el abuso y los orgasmos constantes que había soportado.

Alan entró más tarde, me enganchó la correa y me dijo que me levantara y le siguiera, lo intenté pero no podía andar, tuve que arrastrarme tras él. Todo el mundo en el bar jaleó cuando me llevó entre la multitud. Alan me condujo a un apartado tras la barra donde ponían la basura, nos siguió la mayoría de la gente del bar, hizo que me arrodillara para agradecerle una fiesta tan maravillosa.

Le di las gracias por enseñarme a ser una buena Putilla Corridas y por utilizarme como la furcia sin valor que era, juré que le serviría siempre y que haría todo lo que él quisiera. Entonces dijo, "¿y qué hay de tu marido?" Le juré que Steve no significaba nada para mí, que mi único amo era su polla. Me dijo que cuando me trasladara aquí sería utilizada como la Puta Corridas particular del "Bull Pen" para atender a todos y cada uno de los clientes que lo quisieran. Juré que lo haría, la multitud se rió y jaleó.

Alan dijo que tenía que pasar una prueba más para demostrar si era merecedora de tal honor. Llamó a alguien y un par de vagabundos vinieron hacia mí, estaban borrachos y eran feos. Alan dijo a los vagabundos, "Es vuestro día de suerte, chicos, ¿queréis follárosla?" Los vagabundos no estaban tan borrachos como para dejar escapar una oportunidad de oro como aquella. Mientras todos miraban, me tiraron al suelo entre los cubos de la basura y me follaron en la boca, el coño y el culo, una y otra vez, luego me hicieron lamérselas hasta dejarlas limpias.