Esposa viciosa mamona, Cap.1

Primeras revelaciones

Esposa viciosa mamona


Título original: SlutWife Cum Sucker P1

Autor: Judeth (storygirl@bigfoot.com)

Traducido por GGG, diciembre de 2004

Habíamos adquirido recientemente una tierra en Arizona y, según la ley del estado, teníamos seis meses para verla y aceptar o rechazar el trato. Tenemos dos hijos y siempre habíamos planeado buscar un pedazo de tierra para darles un hogar permanente, había vuelto a la facultad para terminar mi graduación y andábamos pillados de dinero, como es habitual. Se acercaba el comienzo de la primavera y parecía el mejor momento para hacer la excursión y ver la propiedad. Yo podía quedarme con los chicos y Babette podría volar allí e inspeccionar la tierra. Siempre había soñado con un hogar permanente de modo que me imaginaba que sería ella la que elegiría la tierra. Mi esposa Babette es una mujer guapa, 5 pies 8 pulgadas de alto (como 1,70 m), 115 libras de peso (unos 52 Kg.), medidas 36-24-34 (91-61-86), pelo rubio rojizo y ojos verdosos. Tenía ese aspecto que dice 'Fóllame', y acostumbraba a vestirse de forma que lo acentuara, nada más, pensaba yo.

Habíamos tenido unos comienzos difíciles en nuestra relación, su madre me odiaba como suele ocurrir, y había una parte de su personalidad que no podía apartarla de los demás hombres. Había habido varias ocasiones en las que me había engañado para satisfacer su apetito de pollas. Cada vez que empezaba con un trabajo nuevo acababa encontrando algún tío allí que la ponía caliente, y tenía que buscar el momento de encontrar la ocasión y chupársela. Le encantaba el sabor del esperma, y llegaban a conocerla como 'puta mamona' en todos los sitios en que trabajaba. Esto era particularmente hiriente para mí porque rara vez me la chupaba, y nunca había querido que me corriera en su boca.

Habíamos pasado meses con un consejero matrimonial y creía que finalmente aquella parte de su personalidad estaba bajo control, ya me daría cuenta de que estaba equivocado otra vez. Encontré una copia de una carta que iba a mandar a su amiga Kathy, habían formado 'equipo' en la Facultad, dedicándose al puteo las dos juntas, habían conseguido en aquel tiempo una cierta reputación, y todavía se sentían muy cercanas. Copié con un escáner la carta y la volví a dejar en su cajón antes de que la enviara. Aquí está:

Kat,

Voy a decirte lo que pasó en Arizona. Creo que por fin he llegado a la cima en mi puterío, fue magnífico. Hará soportable mi vida con Steve, al menos hasta que nos cambiemos a nuestra nueva tierra.

Tomé un vuelo nocturno a Arizona, Steve me dejó en el aeropuerto y en cuanto se fue me cambié la ropa que llevaba puesta por uno de los atuendos especiales que había adquirido para el viaje. Me había afeitado el coño por la mañana, después de que Steve se hubiera ido a clase, me encanta la forma en que me asoman los labios del coño cuando está afeitado. Me puse una minifalda negra con ligas rojas, medias negras y tacones rojos como en los viejos tiempos. Me había comprado esta blusa roja de licra realmente ceñida con escote generoso, que encajaba apenas en los pechos, dejando el vientre y el ombligo al aire, y la cazadora negra de cuero de motorista. Por supuesto ni bragas ni sostén. El avión estaba bastante vacío y tenía las últimas cinco filas a mi disposición. Al cabo de una hora de vuelo las cosas estaban tranquilas, la película eran unos dibujos animados sobre un cerdo y estaba aburrida. Me sentía cachonda y empecé a masturbarme, fantaseando sobre la vez en que nos lo hicimos con aquellos cinco tíos en la playa después de la fiesta anual de la universidad. Estaba en el punto en que nos hicieron arrastrarnos y empezar a chupársela, estaba realmente caliente, con tres dedos hundidos en el coño mientras me toqueteaba el agujero del culo. Ni siquiera me di cuenta del tío que estaba de pie mirándome, hasta que me puso la mano en un pecho y me preguntó si necesitaba algo. Abrí los ojos y me encontré a unas pulgadas de un bulto enorme que llenaba sus vaqueros. Le miré, todavía jugando conmigo misma, a punto de correrme. Solo me dejé hacer, me estrujó la teta izquierda y me pellizcó el pezón. Estaba tan a gusto que volví a cerrar los ojos y seguí follándome. Se sentó a mi lado y empezó a sobarme las tetas con fuerza, de la forma en que me gusta. Me besó y su lengua parecía querer bajarme por la garganta. Recordaba la forma en que los tíos nos sujetaban las cabezas mientras nos salpicaban la cara con sus corridas. Me agitaba mientras su boca atenuaba mis gemidos, cuando me corrí.

Siguió tocándome mientras me echaba hacia atrás y sentía las oleadas cruzándome el cuerpo, cuando abrí los ojos y vi al vaquero rubio de ojos azules más delicioso que haya visto nunca. Era guapísimo, me besó de nuevo y me fundí entre sus brazos. Se llamaba Alan, vivía cerca de Benson, Arizona, a unas 20 millas (unos 32 Km.) de la tierra que compramos. Creo que este traslado es la respuesta a mis plegarias.

Nos quedamos allí sentados, hablando del desierto que decía que le encantaría enseñarme. Me sentía tan putilla, como en los viejos tiempos, y le dije que esperaba que me enseñara algo más. No lo captó así que me incliné hacia él y le susurré al oído, "Puedo ver tu polla, por favor." Estaba sorprendido así que seguí jugando. "Por favor, de verdad que quiero verla, por favor," le mordisqueé la oreja y susurré, "por favor, ¿puedo?" Dijo "claro," y empecé a desabrocharle el cinturón. Miré alrededor y vi que no había nadie por allí, creo que la mayoría de la gente estaba dormida. Le abrí los pantalones y saqué la mejor polla que había visto en años. Por lo menos de 7 pulgadas (unos 18 cm) suave y muy lisa, empezó a gemir cuando la rodeé con los dedos y se la acaricié. "Preciosa," le dije mientras bombeaba. Se puso dura y alcanzó unas 9 pulgadas (unos 23 cm) de polla tiesa y gruesa mirándome. Le miré a los ojos, me relamí los labios y dejé caer la cabeza en su regazo. Dejó escapar un gemido sonoro cuando le besé la cabeza. Miré hacia arriba y con mi mejor súplica dije, "por favor, ¿puedo chuparla?" "Cla-claro," dijo mientras mi boca se deslizaba por el dardo. "Mmmm". Lamí el dardo con la lengua mientras la montaba arriba y abajo, lentamente, dejándola salir de la boca y acariciándola con los labios. La besé varias veces y luego volví a lamerla. Sus manos rodeaban mis tetas y las estrujaban mientras chupaba. Me pellizcó los pezones y tiró de ellos al ritmo de mis chupadas. Le miré y le dije que me encantaba su polla, que me encantaba que fuera rudo y me tratara como a una puta. Tenía una sonrisa tontorrona en la cara. Luego cambió a una expresión apasionada y me empujó la cabeza hacia abajo forzando a la polla a entrarme en la garganta. Me mantuvo allí mientras me asfixiaba un poco, respirando por la nariz. Tiró hacia arriba de mi cabeza, al aire, y luego la volvió a empujar hacia abajo, una y otra vez.

Obligó a mi garganta a follarse su gran polla. Sabes cómo me pone que un hombre me fuerce, la cabeza me daba vueltas, el coño me chorreaba y tenía los pezones duros como rocas. Había vuelto la Puta. Bombeé la cabeza arriba y abajo, chupeteándole la polla, cada vez más deprisa, estaba tan hambrienta. Necesitaba tanto su corrida. Me puse de rodillas, su pierna derecha sobre el asiento mientras se la chupaba. Gemía como una perra en celo pasando la garganta sobre su polla tiesa. Me paró la cabeza y me dijo, "Cómetelo, perra, déjala seca." Luego empezó a soltarme la corrida en la boca, golpeando el paladar y esparciéndola por la garganta mientras la tragaba. "Mírame, Chocho," me ordenó mientras me tragaba su descarga. Lo hice con los ojos en lágrimas mientras luchaba por tragarlo todo. Se salió de mi boca y la soltó sobre mi cara y mis labios. Lo lamí intentando cazarla toda, chupándomela de los labios mientras me salpicaba. Me restregó la polla por los labios esparciendo la corrida. Yo la lamía. Luego empezó a azotarme los labios con la polla. Me tenía sujeta del pelo mientras empezaba a azotarme la cara con su polla dura y caliente. Gemí y le miré a los ojos. Me corrí de rodillas entre sus piernas, mirándole, cubierta con su corrida. Me soltó y le lamí hasta dejarle limpio, chupando la corrida de su vello púbico y de sus muslos.

Pasé el resto del vuelo en sus brazos. Siguió tocándome el coño y las tetas, diciéndome lo puta que era. Yo asentía, eso le hacía sonreír. Me hizo contarle las cosas que había hecho con otros hombres. Le conté de la Facultad y todos los chicos con los que nos lo hicimos, y de los tíos con los que me lo hice en los distintos trabajos que había tenido. Se excitó realmente con lo de la vez que trabajaba en la tienda de coches y tuve que chupársela a todos los tíos de allí, incluyendo al jefe, en la fiesta de Navidad. Steve se habría muerto si hubiera sabido de eso, yo de rodillas con 12 tíos, chupándosela y follándomelos una y otra vez. Le dije que me encantaba que me forzaran a hacer cosas sucias, de qué manera solo me ponía de verdad que me trataran con verdadera rudeza. Dijo que me haría pasar una época que haría que mi pasado pareciera la vida de una virgen. Le dije que no podría esperar.

Alan me llevó a Benson en su camioneta desde el aeropuerto de Phoenix. Se la chupé durante casi todo el camino. Para cuando llegamos me llamaba "putilla mamona". Me gustaba. Fuimos a su rancho, era grande, como él, me llevó dentro y directamente a su dormitorio. Estuvimos allí mirándonos un instante. Me preguntó de nuevo si era en serio lo de cómo quería ser tratada. Le aseguré que sí, que necesitaba ese tratamiento para disfrutar realmente del sexo.

Me puso la mano detrás de la cabeza, me agarró un puñado de pelo y me empujó hacia él. Nos besamos profundamente y apretamos nuestros cuerpos. Me retiró y me abofeteó en la cara, luego otra vez, y otra más. Me encantaba, empecé a humedecerme mientras me llamaba furcia y chocho, abofeteándome la cara y las tetas. "Desnúdate para mí, puta" me ordenó mientras me abofeteaba una y otra vez. Me quité la blusa y me bajé la cremallera de la falda dejándola caer al suelo. Allí estaba de pie, con las ligas, las medias y los zapatos de tacón. Se limitó a sonreír y a mirar cómo me estremecía un poco, los pezones duros como rocas y los labios de mi coño afeitado sobresalientes y húmedos. Me hizo darme la vuelta y ponerme de cara a la pared, "No te muevas," dijo y salió de la habitación. Allí estaba yo temblando esperanzada, si Steve me tratara así, lo necesitaba de tan mala manera. El problema con Steve era que me trataba como a una señora, incluso cuando estábamos en la cama, me hacía el amor. Yo quería que me follaran no que me amaran.

Alan regresó, podía oírle caminar por la habitación. Me estremecí un poco, "recógete el pelo, Chocho." Lo hice mientras sentía que me ponía un collar alrededor del cuello y lo abrochaba. Me hizo girarme y sonrió. Podía verme en el espejo, era un collar rojo de perro, con remaches. Levantó una correa y me dijo que la besara. La besé, luego la utilizó para azotarme el culo tres veces mientras me sujetaba por el pelo. Enganchó la correa al collar y me obligó a ponerme de rodillas, "Bésame las botas." Lo hice, "Lámelas." Lo hice, "ahora chúpamela." Me enderecé para bajarle la cremallera, me dio una bofetada, "nada de manos, usa la boca." Luché para soltarle el cinturón y abrirle los pantalones con la boca y los dientes. Conseguí abrirlos y bajárselos. Le bajé la ropa interior con los dientes y empecé a chupársela. Me agarró la cabeza y empezó a follarse mi cara, metiéndose dentro y fuera de mi garganta hasta que se corrió. Mientras se corría se salió y me salpicó las tetas empapándolas, "Lámelas hasta limpiarlas, nena." Doblé la cabeza y levanté las tetas. Había traído una cámara y me sacó fotos de rodillas, lamiendo la corrida de mis grandes tetas redondas.

Tiró de la correa y le seguí a cuatro patas. El coño me palpitaba y lo sentía gotear muslos abajo mientras me arrastraba tras él. Me llevó afuera. Me llevó a la parte delantera junto a la alambrada que separaba su propiedad de la carretera. Me estaba poniendo nerviosa y me sentía un poco embarazada, podía pasar un coche y que me vieran, pero esto también hacía que me excitara más. Alan me hizo ponerme en pie. Me puse en pie delante de él, desnuda, mientras me miraba, me hacía darme la vuelta, me decía que me doblara, que separara las piernas y me volviera hacia él. Me dijo que caminara como una modelo y que desfilara, me estaba poniendo muy excitada y avergonzada, y obedecía.

Escuché algunas risas y vi a dos hombres junto a la alambrada, mirándome. Todo mi cuerpo se sonrojó y se me puso la piel de gallina por todas partes. Los hombres echaron a andar cuando Alan les llamó. Miraban mi coño y mis duros pezones.

"¿Qué pasa, Jefe?" dijeron. Uno era un vaquero rubio flaco y bajo, de unos 20 años. El otro era un mejicano grande, de unos 30. Alan les dijo algo, se rieron y fueron al establo. Cuando volvieron traían un saco de tela.

Alan me ordenó ponerme a cuatro patas, y el mejicano empezó a abrir el saco. La primera cosa que Alan sacó fue una fusta de montar, me agarró del pelo y me dijo que levantara el culo. Cuando lo hice me golpeó con la fusta en el culo, cuatro o cinco veces, con verdadera fuerza. Era punzante y grité cuando me dijo que le diera las gracias y le pidiera alguno más. Lo hice y me azotó allí sobre el polvo, mientras los hombres miraban y reían. Me hizo cerrar los ojos y todos se pusieron a enjaezarme. Me ponían una especie de tiras rodeando la cabeza y el cuerpo. Me rodeaban los pechos, la cintura y la espalda.

Cuando Alan me dijo que mirara sostenía un pequeño espejo. Pude verme toda embridada. "Domad a esta putilla mientras voy a la ciudad. Volveré esta tarde," dijo Alan a los hombres mientras me dejaba allí.

Uno de los hombres que estaba detrás de mí me golpeó el culo con la fusta mientras tiraba de mí a cuatro patas de la correa de la brida. Me llevaron al establo y me empujaron en una cuadra. Podía oler la mierda de caballo y la paja. Ataron la correa a la cuadra. Me miraron un rato. Luego empezaron a quitarse los pantalones. El mejicano agarró la correa y me empujó la cara hasta sus pollas duras justo delante de mí. "Chúpanosla, perra, y hazlo bien." Cuando empezaba a abrir la boca y moverme hacia las pollas la fusta me golpeó el culo tres veces. "Vamos, puta, chupa." Plas, plas, el culo se me estaba poniendo rojo. Empecé a chupar una enorme polla de 12 pulgadas (unos 30 cm), solo una o dos pulgadas entraban en mi boca (2,5 a 5 cm). Chupé la cabeza e intenté meterla dentro. El otro tío estaba detrás de mí, metiendo los dedos en mi coño chorreante y tentando el agujero del culo.

La gran polla era obligada a bajar por la garganta mientras empujaba mi cabeza hacia ella, con sus poderosos brazos. Sentí al otro tío clavar su polla en mi caliente coño. "Uggghhh" embistieron los dos a la vez. Estaba clavada entre ellos, con una polla follándome el coño mientras la polla monstruosa había forzado su camino por mi garganta. Estaba amordazada y asfixiada mientras me violaban la garganta. "Vamos Puta (N. del T.: en español en el original), ordeña estas pollas, saca fuera esa porquería, furcia." La polla de detrás de mí se quitó y me estaban abriendo el culo. Le noté escupirme en el agujero. Luego forzó la polla dentro del agujero de mi culo. "¡Argghhh! ¡¡Oooohh!!" Me sentía mareada por la falta de aire, mientras seguían follándome, respirando por la nariz cuando podía.

El mejicano sacó la polla de mi garganta y mientras la meneaba me abofeteaba la cara con ella. Era tan grande y pesada, me movía la cabeza cuando golpeaba primero un carrillo y luego el otro. Me estaban follando el culo tan rápido que gruñía como una cerda y la polla que me abofeteaba me hacía gritar "¡Ooooooooohh!"

El coño empezó a tener convulsiones cuando empecé a correrme. El mejicano gruñía diciendo, "Abre la boca Puta (sic.) y cómete toda esta bonita porquería," mientras el tío de atrás se salía y se colocaba delante de mí. Me pasó la polla desde el culo a la nariz, el olor del culo era tan fuerte. Me la restregó por los labios mientras empezaba a disparar. La polla grande también estalló, por encima de mi cara, disparándome en la boca, nariz y pelo. La polla que había estado en el culo vertía en mis labios, la limpiaba en mi boca. La polla del mejicano salpicaba como una manguera, mientras grumos de corrida me goteaban de la cara a las tetas. Lamía y tragaba todo lo veloz que podía. Tragaba el delgado revoltijo, limpiando con lamidas el dardo y los huevos. Uno de ellos empezó a azotarme de nuevo mientras continuaba restregándome la cara en la corrida para limpiarla lamiéndola.

Tragué tanta corrida que me sentía llena, estaba mareada y ya no podía sostenerme a cuatro patas. Me dejé caer, todavía bajo los azotes, en las sucias pajas. La paja se pegaba a mi cara cubierta de corrida. Los hombres se reían mientras se ponían los pantalones, "Realmente ahora parece una sucia furcia." Sentí que unos brazos fuertes me levantaban el culo, luego me desmayé mientras una polla enorme se me clavaba por el culo arriba. Me despertaron de nuevo unas bofetadas en la cara para que sintiera la polla invasora en el culo. Era tan grande que dolía cada vez que golpeaba el trasero, pero dolía tan bien.

Le sentí disparar su cálida corrida en el culo, luego la sensación cambió. Empezaba a mearme dentro. Se salió y me hizo darme la vuelta. El chorro de pis caliente vertía en mi cara. Una fuerte palmada en la espalda me hizo abrir la boca, mientras se me clavaba la polla meona y me sujetaban la cabeza. Bebía todo lo velozmente que podía para no ahogarme. Me dejaron ir y me dejé caer, con los dos meándome encima. Se abrió la puerta y se fueron. El mejicano gritó, "En unas horas volverá el Jefe para llevarte a un sitio realmente bueno." Se alejaron riendo...

[Esta era la primera parte de la carta. No podía creerlo. Ivette nunca me habría hecho algo así, no podía imaginar que nada de eso fuera verdad, hasta que una tarde, dos días después de que encontrara la carta, encontré un paquete de fotos. Allí estaban las fotos de ella lamiendo la corrida de sus grandes tetas, tenía el collar, justo como lo describía. Las otras fotos no mostraban lo que había ocurrido en el establo, las habían tomado en algún bar tipo oeste, con mi mujer desnuda y una enorme multitud de vaqueros usándola de formas que ni siquiera hubiera podido imaginar.]