Esposa Infiel… Compañera de trabajo

Una feriado desenfrenado con una compañera de trabajo... que resulto ser tremenda mujer

Dentro de las actividades cotidianas he tenido que departir con una compañera de trabajo encargada del área sanitaria, hueso duro de roer (en su trabajo), de oídos sensibles, astuta y mordaz, bastante recatada y buena onda.

Ella es Gisela, cuarentona, cuerpo de guitarra (cinturita entonada, contorneadas caderas, trasero enorme y bien formado), de busto mediano, con cabello negro canoso y rostro agradable, viste siempre con ropa muy holgada, para ocultar su figura.

Con un nuevo proyecto en ciernes, comienza la interrelación entre nuestras áreas y con el alternar diario nos fuimos conociendo cada vez más, hizo amistad con Paola (mi asistente) y se llevaban de maravillas.

Durante un par de semanas, día a día afianzamos la relación laboral, y al tratarla me encontré con una mujer en sus cabales, derecha y de gran apego a sus hijos, esposa abnegada, no critica a su marido para nada ni siquiera cuando bromeamos, aunque no le gustan las malas palabras y esquiva a las conversaciones en doble sentido.

Ella es bastante descuidada en su aspecto personal, siempre anda desaliñada y sin maquillaje, ni siquiera labial, con muchas canas y apenas peinada; Paola le ofreció en varias oportunidades llevarla para un arreglo completo, al cual Gisela rechazaba.

En esa época de año nos preparábamos para la celebración de Fiestas patrias, la empresa lo celebraba en un conocido hotel miraflorino, por lo que las mujeres tenían libertad de salir temprano para arreglarse; eran las 10:00 am y me encuentro a Paola y Gisela paradas fuera de mi oficina pidiéndome permiso para salir a “arreglarse” para la fiesta, acepte sin reclamos; Lunatacas, estamos yendo para que le den un tratamiento a completo a Gisela y eso va a tomar tiempo – dijo Paola, me parece bien ya era que te arregles para tu marido – conteste; ¡No lo hago por él! Lo hago por mi, quiero verme bien – replico Gisela algo enfadada; ok, ok salgan de mi vista antes de que me arrepienta – atine a decirles.

Por cosas que no vienen al caso, Paola no podía asistir a la fiesta y tuve que llevarla al aeropuerto ya que viajaba a AQP, me pidió, encarecidamente, que recoja a Gisela de su casa y la lleve a la fiesta.

Alistado para la fiesta, llame a Gisela para que me espere porque la recogería en taxi; llegue a su edificio y la espere en el lobbie, grande fue mi sorpresa al ver su esbelta y contorneada figura enfundada en un vestido blanco y negro, bien peinada, suavemente maquillada y sonrisa reluciente, no la reconocí, la habían producido muy bien, cabello arreglado, manicura y pedicura; y no se que más, era otra mujer, opuesta a la que conocía, cambiada para bien, sólo atiné a cogerla por la mano y darle una vuelta para deleitarme con su figura y lanzarse un par de piropos, que los recibió sonriente y sonrojada.

Llegamos al local y una vez dentro fue la más asediada, los lobos no dejaban de rondar; esto motivo a que mi compañera” se me pegue más de lo acostumbrado.

Tragos van tragos vienen, la note bastante empilada, Gisela mostro su lado más femenino y divertido, bailaba y disfrutaba de la fiesta, el contorneo de sus caderas llamó mi atención y la de muchos en la fiesta, ya que no paso desapercibida para nadie, tuve que apropiarme de ella un buen rato y así marcar territorio, era la primera vez que la veía con otros ojos, simplemente estaba buena.

Ya la juerga estaba en su apogeo, mi acompañante disfrutaba de la fiesta y la pasaba bien; sin embargo, tuve una fijación, las contorneadas caderas de Gisela, el movimiento de sus nalgas; era la primera vez que la veía con más detalle y realmente no estaba nada mal, mi verga empezó a cobrar vida de tanto que la observaba.

Estuvimos en un grupo ameno, ella bailó hasta que se cansó, se me acerco y departimos un rato más, en plena tertulia suena su celular, era su esposo que le informaba que ya habían llegado a su destino, me comento que su familia había viajado a Tacna para pasar fiestas y que ella se quedaría en Lima, sola, esos días, al parecer había un distanciamiento con el esposo, eso jugaría a mi favor.

No soy de bailar mucho, pero era la ocasión perfecta, la tomaba por cintura y deslizaba mis manos por sus caderas, incluso llegue a palpar la dureza de sus nalgas, en cada vuelta que le daba le pegaba mi verga contra sus nalgas, Gisela no decía nada; ella lo noto y se me pegaba más como que le entraba al juego o que le gustaba lo que le hacia.

Como en toda fiesta los borrachos no faltan y era momento de retirarse, así que le propuse a Gisela para irnos, aceptó y nos retirarnos del local sin despedirnos, fuimos a un bar de la zona, íntimo y continuamos departiendo, con sus respectivos tragos, Gisela estaba bastante empilada, cada vez se pegaba más a mi, estábamos parados al lado de la barra, y aprovechaba para pegarla hacia a mi, haciendo que sienta mi verga.

Situación que no le fue extraña; Lunatacas, siento que te has entusiasmado y estas algo alterado – dijo Gisela, claro tú me estas poniendo así – conteste.

¡Qué va! Ya no estoy para esos menesteres.

¡Qué dices! Estas a pedir de boca y sí por mi fuera aquí mismo te saco el vestido y te doy vuelta.

¡Estas loco! ¿Cómo vas a decir eso?

Mira nada más como me has puesto – cogí su mano y la llevé a mi entrepierna. Sentí como todo su cuerpo se estremeció y me acerqué para besarla; ella me detuvo suavemente. Lunatacas, hace ya buen tiempo que mi marido no me toca y la falta de sexo me tiene muy alterada, no sabes la cantidad de veces que tengo que tocarme para calmarme – contesto Gisela, me quede en una pieza, hacia mucho tiempo que no escuchaba eso de una mujer, me acerque y la bese, esta vez ella acepto y nuestras lenguas y labios se fusionaron en una inacabable sesión de besos, lujuriosos y descarados.

Antes de que recapacite en su accionar, salimos del local y fuimos a mi departamento, sin dejar de besarnos en todo el camino y aprovechando para meter la mano por donde se pudiera; una vez en mi departamento. Gisela corto la sesión, parecía que dudaba, pero sólo fue eso.

Volvió a besarme y esta vez con mayor intensidad. Nuestras ropas volaron por los aires; pero una llamada a su celular nos cortó todo intento de seguir, era su esposo.

Mientras ella hablaba por celular, le alcance una pijama tipo vestido corto para que se ponga, ella la cogió y se la puso delante mío, con esta acción, tenía la mesa servida, me puse más cómodo y saque los preservativos y el lubricante, uno nunca sabe cuando los necesite y cuántos necesite J

La conversación duro más de lo que hubiera esperado y me retire a mi habitación, con la ilusión muerta de hacer algo, el marido se la olió – dije para mi mismo, como no tenía sueño y estaba sediento, me dirigí a la cocina para beber algo, encontrándome con Gisela, que tenía la cabeza metida en la refrigeradora, con el enorme trasero levantado, pude apreciar sus redondas nalgas, resaltaban sus contorneadas caderas, con los pezones parados y duros (por la exposición al aire frío, lo note al momento que cerro la puerta), era obvio que no era su talla, ufffff, me puso a mil por hora y mi verga volvió a cobrar vida, ella nota mi presencia, se incorpora y me ofrece una cerveza, esbozando una gran sonrisa, Lunatacas, ¡sigues emocionado! – me dijo Gisela, mirándome pícaramente y señalando mis partes nobles, uyyyy, disculpa pero el panorama invitaba – conteste.

Sonriendo se retiro de la cocina, acomodé mi verga en el pantalón ya que me empezaba a incomodar y salí hacia la sala, encontrándola sentada en el sofá, ¿qué paso? ¿algún inconveniente con tu esposo? – le dije.

Lunatacas, no tengo sueño, recogiendo sus piernas sobre el sofá e invitándome a sentarme a su lado, jale un puff y me senté frente a ella, conversamos un rato, Gisela cruzo las piernas y mostro más de lo debido, pude apreciar esa pelambrera oscura que escapaba de entre sus piernas, poniendo en evidencia que no llevaba ropa interior, ufffff, mi mirada se clavó en esa zona, queriendo ver más, ella lo noto y lentamente reubicó sus piernas para mostrar más.

Lunatacas, ¿te gusta lo que ves? – clavando la mirada en mis ojos.

Claro que me gusta lo que veo – sin retirar la mirada de esa zona.

Esboza una coqueta sonrisa y toma un gran sorbo de cerveza, como dándose valor - ¿Te parezco atractiva?

Eres una mujer muy guapa, volviendo a mirar su entrepierna.

Acomodó sus pies sobre el sofá y mostrando a todo dar su zona púbica. Dejo la cerveza a un lado, se paro, acercándose, para sentarse sobre mis piernas, ofreciendo sus labios, nos besamos, corto, ¡No! ¡no puedo hacer esto! – susurró Gisela, tratando de retirarse, no la deje ir, tomándola por la cintura y volviéndola a besar, nuestros labios se unieron en un sin fin de lujuriosos besos y nuestras lenguas empezaron una batalla descomunal. Su duda se disipo tan pronto como vino.

Estuvimos besándonos buen rato, una de mis manos acariciaba sus redondas nalgas tratando de encontrar su vulva desde atrás, ella recogió la bata para facilitar mis caricias, mi verga estaba hinchada y dura, antes de encontrar su vulva sentí su arrugado agujero y pulsee para ver que hacia, sólo reculo un poco sin dejar de besarme.

Gisela se paró y me jalo hacia el sofá, la cogí por la cintura e hice girar, pegándome lo más que pude a ella, haciéndole sentir mi verga entre sus nalgas, giró la cabeza para besarme, le amase las tetas, en este punto sus pezones estaban reventando de los hinchados que estaban.

Sesión sobre el sofá

La recosté sobre el sofá, la seguí besando, su respiración era cada vez más fuerte, me pare y ella libero mi verga del pantalón. ¡Lunatacas, estas listo!, comenzó a hacerme una suave paja, ufffff, estaba ido, para luego sentir como engullía mi verga con su boca, con movimientos algo torpes, se esmero mucho y yo estaba nublado, ufffff, esa boca quemaba.

Gisela se dejaba llevar, levante sus piernas y “me clave” entre ellas, pude apreciar su bello púbico recortado, en forma de triángulo, corto y perfilado, su vulva oscura de pequeños labios apenas abiertos, los jale con mis labios, introduje mi lengua para buscarle el clítoris, pequeño, muy bien escondido, lo succione a placer, ella se deshizo en un charco de jugos vaginales, que rico sabor de esta hembra, la mezcla de sus jugos con el sudor hacían que me ponga bruto y no dejaba de meterle la lengua, lamía, mordía sus labios, succionaba, ensalivaba, hummmmm, sí, hummmmm, sigue lamiendo, hummmmm, sí, hummmmm, sigue lamiendo – exclamaba Gisela, a la vez que acariciaba mis cabellos.

Unos minutos más bastaron para dejarla lista, me coloque el preservativo y acomodé mi verga en la entrada de su vulva, ella me rodeo con sus piernas y lentamente la fui penetrando, hasta que nuestras caderas chocaron, Gisela se había soltado las tiras de la bata y liberado sus tetas para que acaricie sus henchidos pezones.

Mi amante me miraba fijamente a los ojos, empecé el bombeo, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, Lunatacas, hummmmm, no pares, hummmmm, sigue, hummmmm, sí – exclamaba Gisela extasiada totalmente. Entraba y salía sin oposición alguna de su vulva, estaba tan lubricada que parecía que no había fricción entre nosotros, ella se acomodó y comenzó a menearse agradablemente, ufffff, el goce era mutuo.

La posición y el sofá la hicieron resbalar su cuerpo por lo que quedo con la cabeza muy pegada a su pecho y la incomodaba, así que me retire, ella se acomodo, me saco el preservativo para llevarse mi verga a la boca, ufffff, succionaba mi glande con ahínco, y lamió mis testículos, para terminar, pajeándome suavemente.

La voltee arrodillada con los brazos apoyados en el respaldar, puso el culo en pompa, apreciar ese enorme y hermoso trasero de nalgas redondas, enormes y carnosas, me llamo la atención su dureza, un par de manasos retumbaron en la sala, mire su arrugado ano, marrón oscuro, entre abierto, evidencia de que ya había sido usado, baje y hundí mi rostro para saborear sus jugos vaginales, seguí lamiendo en esa zona, un profuso beso negro y Gisela se deshizo, hummmmm, Lunatacas, hummmmm, atinaste, hummmmm, qué rico, hummmmm, sigue, hummmmm – exclamaba muy excitada Gisela.

Me incorpore, dirigí mi verga a la entrada de su vulva, ella sola reculo hasta pegar sus caderas contra las mías y comenzar a moverse de una manera descomunal, atrape con mi mano uno de sus senos y me acercaba para besarla sin dejar de bombear, ufffff, era una sensación incomparable.

Luego, Gisela me pido que me siente el sofá, se sentó a horcadas sobre mi, dirigió con su mano mi verga sentándose de golpe, para empezar una atroz cabalgata, ufffff, esta tía si resulto ser toda una maestra, me saco de cuadro y no pude contener la excitación del momento, sentí como la corriente eléctrica bajaba por mi espina dorsal hasta sentir una serie de descargas en el final de mi verga, ufffff, había llegado, mientras todavía mi cuerpo se sacudía, Gisela incrementa su ritmo frenéticamente, hummmmm, sí, hummmmm, sí, hummmmm, qué rico, hummmmm, que rico, hummmmm –Gisela alcanzaba el orgasmo.

Alcanzamos el orgasmo casi al mismo tiempo, ante tanto estímulo quedamos desencajados; pero Gisela aun con la respiración entre cortada, se acomodo y comenzó a moverse otra vez, cada vez con más intensidad, me ofreció sus tetas, las atrape en el momento y succionando sus pezones uno por uno, hummmmm, Lunatacas, hummmmm, empuja, hummmmm, levanta las caderas, hummmmm, así, hummmmm – ordenaba Gisela sin dejar de mirarme y halar mis cabellos, sintiendo como clavaba sus uñas en mi espalda, levantaba las caderas como si estuviese apuntalando algo, momentos en que, hummmmm, sí, hummmmm, sí, hummmmm, qué rico, hummmmm, sí, hummmmm, que rico, hummmmm –Gisela tenía no uno sino una serie de pequeños orgasmos; sus leves quejidos inundaron la sala, antes de que termine se metió la mano entre las piernas y con movimientos frenéticos se estimulo el clítoris y alcanzo varios orgasmos más, menos prolongados pero efectivos, quede en una pieza. Resulto que la tía era multi orgásmica o de largo orgasmo, no lo entendí en el momento.

Ambos con la respiración agitada nos quedamos inmóviles un largo rato, sudorosos y pegados uno al otro; dormitamos unos minutos, ella se recupero he hizo que nos acomodáramos en el sofá, se puso de espaldas a mi, pegando sus nalgas a mi cuerpo, y guiando mis manos para que manosee sus tetas, Gisela movía sus caderas suavemente, acomode mi verga entre sus nalgas, este estimulo logro su cometido, me puse encima de ella, jale otro preservativo y me lo puso, sonriente, me atrapo con sus piernas y mi verga por instinto encontró su vulva, a medida que la penetraba ella me miraba y abría sus ojos y boca al sentir cada cm de mi verga, ufffff, nos besamos con pasión, nuestras lenguas se entrelazaron otra vez, ¡Lunatacas, cáchame, como si fuera tu puta! – exclamó Gisela. No hubo segundo pedido y estaba bruto sentía mi verga empalmada en toda su magnitud, ufffff, que bien se sentía, ahora si había cierta resistencia, sentía como mi verga se habría paso en su interior (o al menos esa era la sensación), hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, Lunatacas, hummmmm, no pares, hummmmm, sigue, hummmmm, sí – exclamaba Gisela.

Un buen rato con el misionero en un frenesí de mete y saca, note su mayor goce cuando recogí sus piernas y coloque sus pies en mis caderas, ufffff, ahora si ajustaba mucho, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, Lunatacas, hummmmm, cáchame, hummmmm, cáchame, hummmmm – exclamaba Gisela, incremente el bombeo, veía como su vulva se tragaba mi verga, ella se pellizcaba los pezones con fuerza, sin dejar de mirarme fijamente.

La exaltación mutua era increíble, Gisela pidió cambiar de posición, acomodándose en 20 uñas, la cogí por sus caderas, no sin antes jugar con su arrugado agujero, ¿Lunatacas te gusta? – pregunto, claro que si, respondí.

Si me haces llegar otro par de veces, mi trasero será tuyo las veces que quieras – contesto con voz arrechante, no se diga más enfile mi verga a su vulva y empecé la penetración, ufffff, que hermoso panorama ver como mi verga se perdía en su interior, como sus nalgas redondas reflejaban las ondas por las embestidas que recibía, eso es lo que yo llamó un “especta”“culo”, digno de filmar.

Con ímpetu y ganas, le di duro y parejo, Lunatacas, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, sí, hummmmm, no pares, hummmmm, sigue, hummmmm, sí – exclamaba Gisela, a la vez que clavaba las uñas en la tela del sofá, por momentos metía la cabeza, por momentos arqueaba la espalda, ufffff, meneaba las caderas y sentía ese calor intenso proveniente de su interior, preste atención a su arrugado agujero y metí mi pulgar, ahhhhhh, ahhhhhh, ahhhhhh, sin dejar de moverse y con cierto agrado acepto al invitado imprevisto.

Carajo que rico panorama tenía, la tía se maneja un trasero espectacular y la forma como rebota es de Ripley, me tome mucho tiempo en esta posición, hasta que sentí la corriente eléctrica comenzando a recorrer mi espina dorsal, ufffff, me vengo – exclame, Gisela en acto reflejo se soltó y se me trepo encima, clavándose mi verga de golpe, esta vez no se apoyo estaba a cuclillas en un sube y baja frenético, con mis manos ayudaba sus movimientos, su vulva se contraía de manera indescriptible y sus caderas golpeaban las mías, ufffff, ufffff, ufffff, esto hizo que prolongue mi éxtasis sin llegar, ella al contrario apoyo sus manos en mis hombros y continuo sus movimientos esta vez con más fuerza y velocidad, al poco rato, hummmmm, sí, hummmmm, sí, hummmmm, qué rico, hummmmm, que rico, hummmmm – Gisela alcanzaba otra seguidilla de orgasmos el primero siempre más intenso, los demás iban bajando de tono, ¡guau Lunatacas! ¡Que rico lo haces! – exclamo Gisela a duras penas.

En un rápido movimiento la tumbe sobre el sofá y hundí mi rostro entre sus piernas para empezar a saborear sus jugos vaginales, succionar su clítoris, lamer su vulva, besar y mordisquear sus labios mayores y menores, recoger los jugos con mis dedos y untarle el ano con ellos, ahhhhhh, no, ahhhhhh, Lunatacas, no, ahhhhhh – con sus manos cogía mis cabellos e instintivamente recogía las piernas para sentirme mejor, en pleno ataque no descuide su perineo ni mucho menos su ano, arrugado, marrón oscuro, con una expresión de “O”, estaba ansioso por hurgarlo y profanarlo con mi lengua y así lo hice, mi improvisada amante sólo emitía gemidos de placer, un par de minutos más y logre mi cometido, Gisela se vino en mi boca, esta vez con gemido largo y pronunciado dejándome embarrado de sus jugos vaginales, me posiciones sobre ella una vez que le deje la zona genital bien lameteada y con un par de chupetones en sus muslos. Me incorporé la tome por los muslos y le clave mi verga de golpe, ahhhhhh – exclamo Gisela, bombee con fuerza un par de minutos y con una descarga interminable para mí, alcance el segundo orgasmo.

Ambos agotados; pero extasiados nos paramos del sofá para ir a la habitación de visitas, nos tumbamos sobre la cama, Lunatacas, que bien la estoy pasando y me has hecho gozar y gritar de placer, hacia tiempo que no lo disfrutaba tanto – dijo Gisela, solo la bese. Así que lo prometido es deuda, pero te parece si lo hacemos más tarde estoy muy pero muy cansada – asentí con la cabeza y nos quedamos dormidos.

Profanándole el culo

Los rayos de sol invadían la habitación y me desperece, vi que mi compañera aun dormía plácidamente, me fui a baño a orinar y al regrese note que Gisela tenía la pijama levantada y mostraba una nalga, la acaricie con suavidad y me acerque para besarla, ella recibió mi beso, sonriente, me recosté a su lado, ella giró y me comenzó a pajear, sin dejar de besarme, se recogió y metió mi verga en su boca, ufffff, que agradable sensación, le sugerí un 69, acepto sin reparos, nos dimos muto placer y nuestras lenguas hicieron su trabajo en el sexo de cada uno, cuando estuvimos listos, se acomodo en 4 patas; Lunatacas ahora sí, no hay nada mejor que despertarse con un buen mañanero – exclamó Gisela, así es linda, es lo mejor – conteste.

Lunatacas, esta vez quiero sentir como me llenas con tu leche, no te pongas esa cosa, me haces sentir como una cualquiera – dijo Gisela; linda al usar preservativo te cuido y me cuido – conteste; sí, pero yo no soy una cualquiera, así que no te lo pongas – reclamo. Sonreí para penetrarla suavemente, ahhhhhh, que bien se siente, ahhhhhh, esta tan dura, ahhhhhh, - exclamaba Gisela, mis movimiento fueron incrementado, la penetraba disfrutando una vez más la vista de su hermoso y perfecto trasero, luego cambiamos, ella echada boca arriba, recogí sus piernas y las puse sobre mis hombros, bombeando con fuerza; eso le causo cierta incomodidad; pero no desistió se acomodo para que la penetración sea más profunda y le di con todo, auchhhh, despacio, auchhhh, no seas tosco, ahhhhhh – reclamaba Gisela, no respondí sólo seguí penetrándola firmemente.

Variamos la posición, ambas piernas juntas, sus pies en mi pecho, la doblaba tanto como ella podía, ufffff, su vulva quemaba y apretaba más que antes, Lunatacas, hummmmm, sí, hummmmm, dale, hummmmm, sí, hummmmm, dale, hummmmm, sí, hummmmm, no pares, hummmmm, sigue, hummmmm, sí – exclamaba Gisela. Ahora con la luz natural pude ver como se rostro resplandecía y el brillo de sus ojos era notorio.

Luego de unos minutos en esta posición, ella me detiene, hace que le saque mi verga de su vulva, Lunatacas te parece si te hechas lubricante o algo por el estilo, quiero sentir tu verga en mi culo - manifestó Gisela, sin esperar segundo llamado, salí de la habitación a traer el lubricante que había dejado en la sala, ella misma me unto el lubricante y con sus dedos lo esparció en su ano, esta visión era alucinante, se volteo y puso el trasero en pompa, apunte mi verga a la entrada, lentamente fue abriéndose paso en su esfínter; auchhhh, despacio, auchhhh, que duele, auchhhh, la tienes gruesa, auchhhh; una vez que estuvo con toda mi verga en su ano, comencé el suave movimiento, para que su ano se acostumbre al invasor, para luego embestir con fuerza, ella solamente retraía sus nalgas como queriendo exprimirme, ufffff, que agradable sensación, sentía como su interior hervía y como ese anillo ofrecía algo de resistencia, calzaba exacto; más aun ver como sus nalgas rebotaban en cada embiste, ufffff, éxtasis total.

Disfrute de su ano, buen rato, ahora ella colaboraba con movimientos pélvicos y recogiendo el cuerpo o arqueando la espalda, por momentos volteaba a mirarme, la agarraba por las tetas para pegar su espalda a mi pecho y poder besarla, el espejo de la cómoda era nuestro mudo testigo, ufffff, con ritmo sincronizado la penetración continuo, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, sí, hummmmm, sigue, hummmmm, Lunatacas, hummmmm, cáchame, hummmmm, cáchame, hummmmm – exclamaba Gisela; no le contestaba solo seguí moviéndome.

Tumbados sobre la cama, de costado, de perrito en todas las posiciones posibles conmigo tras ella, en un momento cambio de posición, me hizo echar sobre la cama y se monto sobre mi verga, para comenzar una larga y apurada cabalgata, ufffff,

Gisela otra vez mostró sus dotes de amazona, montando su corcel, y apurando mi llegada, la descarga bajo por mi espina dorsal para terminar las descargas llenando su ano con mi esencia, a los pocos segundo ella alcanzaría otra seguidilla orgásmica para luego caer desplomada sobre mi pecho, con la respiración entrecortada, logro besarme, Lunatacas, ¡jamás nadie me había hecho llegar por atrás! Y créeme que lo he intentado con mi marido muchas veces – comento Gisela; la hale hacia mi para besarla.

Disfrutamos del feriado; Lunatacas, he pasado unos días maravillosos, no me sentía así desde hace mucho tiempo, he recordado cosas que ya había olvidado, te lo agradezco – me dijo Gisela antes de salir de mi departamento. Un beso de despedida y una mamada de verga con tragada de leche fue la despedida que tuvimos.

Todo tiene un principio y un fin, volvimos a nuestras rutinas de trabajo y casa, hasta el día de hoy no nos hemos vuelto a encontrar (para tener sexo), aunque uno nunca sabe lo que depara el futuro.