Espíritu de equipo

Joder. ¿Que estaba pasando? Nunca me había ocurrido nada igual. ¡Me estaba empalmando recordando el cuerpo desnudo de un tío!. Y a mi nunca me habían ido ese tipo de relaciones. Me gustaban las mujeres aunque era un hombre cabal y nunca había engañado a mi esposa. Los hombres nunca me habían atraído. De hecho mi hija me tachaba de homofóbico cuando surgía alguna conversación sobre ese tema.

Tras recorrer la escarpada carretera de montaña al fin el taxi llegó a su destino. Ya anochecía cuando entré en el vetusto hotel. Tal como me esperaba era una mala imitación de un chalet alpino con profusión de trofeos de caza en sus paredes. Me dirigí a la recepción y toqué una bruñida campanilla. Tras unos instantes de una puerta salió un recepcionista que por su edad y su vestimenta posiblemente hubiese inaugurado el hotel.

  • Buenas noches Señor. Bienvenido.
  • Buenas noches vengo a la convención de Logasa. - le dije mientras le entregaba mi documento de identidad.

Comenzó a teclear en un ordenador y a los pocos minutos me entregaba un papel a firmar. Arrancó la copia y me la entregó. De forma inmediata dio una fuerte palmada a la campanilla. Veloz apareció un botones ataviado a la vieja usanza.

  • Acompaña al Sr. a la 317. Le deseo una grata instancia.- añadió
  • Muchas gracias - le respondí

Me dispuse a seguir al muchacho al ascensor cuando a mi espalda oí decir al viejo recepcionista.

  • Le recuerdo que no se permite fumar en las habitaciones.

Torné la cabeza le eché una mirada heladora y sin responder proseguí mi camino.

El modernísimo ascensor contrastaba con la decoración del edificio  lo que me hizo pensar que tal vez o este no era tan antiguo como parecía o bien se había remodelado recientemente. En el amplio pasillo que conducía a la habitación confirmé que había tenido una reciente restauración,  bien lo denotaba la pulcra moqueta y las puertas de estilo moderno.

El jovenzuelo imberbe que me acompañaba abrió la puerta de la 317 y depositó la maleta en la entrada de la habitación para luego entregarme la tarjeta que servía como llave. Mecánicamente le di una propina y tras desearme buenas noches salió de la estancia.

Era una habitación doble con un gran ventanal por el que se podían todavía vislumbrar las montañas que rodeaban al lugar. Me senté en una de las camas y boté para comprobar la calidad del colchón. Era evidente que no habían reparado en gastos en la última reforma.

  • Buenas noches.

Mire sorprendido hacia donde había surgido la voz y en la puerta del baño vi a un hombre secándose las manos. Me levanté como un resorte.

  • Lo siento creo que en recepción se han confundido de habitación - me disculpé
  • ¿Eres de Logasa? - me preguntó risueño
  • Sí - le contesté.
  • Entonces no se han equivocado de habitación.
  • ¿Como?
  • Verás, el Director General siempre contrata habitaciones dobles para compartir. Dice que así se fortalece el espíritu de equipo. Veo que es tu primera vez ¿No?
  • Si me he incorporado recientemente a la plantilla en la sucursal de Vitoria. Nadie me advirtió de esta circunstancia.
  • Lo siento en la empresa ya es una tradición. Se imaginarían que estabas al corriente
  • Pues no y yo prefiero dormir solo. Llamaré a recepción y pediré una habitación individual
  • Ni lo intentes- me dijo el desconocido.
  • ¿Por qué?
  • Primero es temporada de caza y el hotel está completo. Segundo no creo que al Sr Director General le gusté mucho que no te impliques en fortalecer el espíritu de equipo- me dijo con retintín.

Fruncí el ceño y le miré desafiante.

  • Perdona que no me haya presentado -me dijo acercándose a mi y tendiendome la mano.- Me llamo Hector y vengo de la delegación de Cantabria
  • Yo soy Pablo  - le respondí estrechándosela.

Nos quedamos mirándonos. La verdad es que era una situación incómoda para mí y él lo debió de entender porque se dirigió al armario, cogió una americana de sport y me dijo.

  • Bueno te dejo solo para que te instales con comodidad. - se dio la vuelta y se encaminó a la puerta de la habitación

Cuando cerró la puerta no pude reprimirme y solté.

  • ¡Joder vaya mierda!

Ya me imaginaba que la reunioncita iba a ser un auténtico coñazo pero encima tener que compartir habitación con un desconocido ya era el colmo. De mal humor me puse a deshacer la maleta. Gracias a Dios me había dejado espacio suficiente en el armario. Una vez acabada la labor me dirigí hacia el teléfono

  • Buenas noches Monica - dije cuando descolgaron.
  • Buenas noches has tenido un buen viaje.
  • Un poco pesado pero he llegado bien.
  • ¿Y qué tal el Hotel?
  • Un auténtico mausoleo de cazadores. Pero está todo nuevecito.
  • Bueno no ves como no es para tanto.
  • Para tanto no para más. ¡Tengo que compartir la habitación!

Oí la risa de mi mujer al otro lado del hilo telefónico. Me conocía bien y sabía lo celoso que era de mi intimidad.

  • No te sulfures cariño. ¿ No puedes pedir otra habitación?
  • No el hotel está completo y además según me a dicho mi compañero de cuarto,  así lo organiza la empresa para fortalecer el espíritu de equipo. Y una mierda, será para ahorrarse la pasta- contesté malhumorado
  • Bueno, bueno no te hagas mala sangre. Un semana pasa enseguida.
  • Ya me diras aqui en medio de la nada y con la única diversión de oír a cuatro bestias narrando sus hazañas cinegéticas. Se va hacer eterno. ¡Me cago en el Sr. Director General y todos sus muertos!
  • No grites. ¿Desde dónde me llamas?
  • Desde la habitación.
  • ¿Y no te oirá tu compañero?
  • No. Por lo menos ha tenido la decencia de bajar a tomar una copa mientras yo me instalo.
  • Bueno pues hazlo. Y luego vete tú también a tomar una copa. Para ir conociendo a tus compañeros. Prometeme que te portaras bien ya sabes como necesitamos este empleo.
  • Vale, Vale. Seré buen chico.
  • Buenas noches cariño y que duermas bien
  • Buenas noches

Tras colgar me dirigí a la ducha. En el espejo del cuarto  de baño todavia se podia observar el vaho del agua caliente. Hector se debía de haber duchado con anterioridad. Cuando me iba a sentar en el taburete para descalzarme pude ver una prenda blanca encima. Evidentemente eran unos calzoncillos.

  • Joder lo que me faltaba andar recogiendo los calzoncillos de otro tío. - Me dije de mal café.

Me desnudé con rapidez y me metí en la bañera. De nuevo me hirvió la sangre. La brillante porcelana estaba aqui y alla salpicada de unos pelos rizados que me imagine de donde habían salido.

  • Para más inri el muy guarro me deja la ducha llena de pelos de púbicos. ¡Si será cerdo el tio!. -dije en voz alta

La puerta del baño se abrió y Héctor asomó la cabeza. La mampara era de cristal y me encontré totalmente desnudo bajo su mirada.

  • Perdona Pablo fue un descuido. He vuelto por la cartera. Ya me voy

Debió de darse cuenta de que también había olvidado los gayumbos sobre el taburete porque entró y los cogió con prontitud, tras volver a disculparse , salió cerrando la puerta.

Al fin descubrí mi sexo que había ocultado de forma automática con mis manos y sentí como el rubor calentaba mis mejillas a causa de la incómoda situación que se había producido.

Tras ducharme y vestirme decidí hacer caso a mi mujer y bajar a tomar una copa. El bar medio en penumbra, iluminado por lamparitas encima de las mesas, era una mezcla entre un cabaret berlinés de los años 30 y un refugio de caza. Aquí y allá se veían grupos charlando animadamente.

Me dirigía a la barra cuando vi a Héctor tomando una cerveza en ella. Al percatarse de mi presencia me saludó con la mano. Le respondí con un golpe de cabeza y cambié mi trayectoria dirigiéndome a una mesa apartada, lejos del resto de la gente.

No pasó ni un minuto cuando vi a mi compañero de habitación dirigiéndose hacia donde me encontraba con dos cervezas en la mano.

  • Reitero mis disculpas por mi falta de pulcritud. Te he traído una cerveza ¿Te vale?

Tras mirarle durante unos instantes la acepté haciéndoselo saber con un golpe de cabeza.

  • ¿Me puedo sentar contigo? - me preguntó
  • De acuerdo- le dije aunque no me apetecía para nada tras haberme visto desnudo en la ducha.
  • Verás estaba acabando de recoger el baño cuando tu llegaste, al ver como te incomodó el que tuviéramos que compartir habitacion, decidi dejarte solo para que te serenases. Se me olvidó que no había acabado de adecentar la bañera. No soy un guarro no te preocupes - me dijo con una pizca de ironía en su voz.
  • No tiene importancia - le contesté.
  • El entrar cuando te estabas duchando fue debido a que escuché tus palabras. Siento haberte pillado por sorpresa en pelota picada.
  • Ya te he dicho que no tiene importancia. - le contesté sin poder evitar sonrojarme.
  • Hemos empezado con mal pie pero no te preocupes. Ya veras como se van arreglando las cosas. No obstante si quieres comento con algún compañero para cambiar mi puesto con él. - me dijo solicito.
  • No, no es necesario. También tengo que disculparme yo por mi comportamiento pero ha sido una sorpresa el tener que compartir habitación.
  • No te gusta compartir¿Verdad?
  • No no es eso. Es que me gusta dormir solo. Bueno con mi mujer si. -le dije
  • ¿Estás casado?
  • Si,felizmente casado.
  • ¿Tienes hijos?
  • Una jovencita adolescente. ¿Y tu estas casado?
  • No por el momento. Me contestó risueño
  • Eres soltero entonces.
  • No, pero tras cuatro matrimonios he decidido que estar casado no es lo mio. Además ya no me puedo permitir más manutenciones tras cuatro divorcios.
  • ¿ Tienes hijos?
  • Cinco. Una parejita con la primera, dos chicos con la segunda y tercera, y con mi última esposa una niña que ahora tiene dos añitos.
  • Pero eres muy joven para tanto divorcio ¿no?
  • Bueno no te creas ya hace unos años que cumpli los cuarenta

Me quedé observándole. La verdad era que a pesar de su pelo canoso y ligeramente largo bien podría rondar los cuarenta y cinco años. Tenía unas facciones muy varoniles, una sonrisa encantadora que mostraba una dentadura perfecta y cuidadisima, una mirada profunda y cautivadora con unos ojos verdes como esmeraldas. Podría decirse que era un hombre guapo, bueno mas que guapo muy atractivo y varonil. De esos tipos que consiguen que las mujeres caigan rendidas a sus pies. Su historia lo confirmaba.

  • Pues no los aparentas. Pareces más joven- le dije
  • Bueno me cuido. Tu tampoco estas nada mal. ¿Cuantos años tienes?
  • Cincuenta y cinco.
  • Pues nadie lo diría, tienes un cuerpo más que potable. Y lo he visto al natural - me dijo con una pícara sonrisa de medio lado.

Me sonrojé hasta la punta de las orejas. Consciente de mi turbación Héctor cambio de conversación.

  • Bueno así que es tu primera vez. Te voy a poner en antecedentes del programa de actividades. En la mañana cada uno a su bola. Los hay que salen de caza, otros se hacen unos hoyos en el campo de golf o se van al spa o a la piscina. Luego una opípara comida, una pequeña siesta y de siete a nueve de la tarde reuniones de trabajo. Cena, copas y luego cada uno se lo monta como quiere.
  • ¿Como que se lo monta como quiere?
  • Ves el personal - me dijo señalándome con la cabeza el bar a rebosar.
  • Si ¿Y?. - le confirmé extrañado
  • Ya te he dicho que hay muchos cazadores. Algunas son profesionales.
  • ¿Como que “algunas” son profesionales?
  • Si que cazan por dinero
  • ¿Me estas diciendo que hay putas? - le dije escandalizado
  • Escorts o Señoritas de compañia no seas soez - me reprendió.
  • Esa chica tan mona que está con ese señor es una pu… una Escort.- rectifique a tiempo.
  • Si. Y aquel muchacho  tan guapete también.
  • ¿¡Chaperos también!?
  • Si tambien es un Escort . Aquí se caza a pelo y a pluma. Ya me entiendes- me dijo divertido.
  • ¿Y el Director General está al tanto de ello?.
  • Al Sr Director General le gusta mucho cazar . Y tira a todo lo que se mueve- me dijo con la risa bailándole en los ojos.

De repente sonó ruidosamente el toque de un gong.

  • Hora de cenar - me dijo Héctor levantándose

Mientras nos dirigíamos al comedor al pasar al lado de una de las chicas me dijo.

  • Si quieres luego entablamos amistad con unas señoritas y nos montamos una orgía.
  • ¡Ni lo sueñes! - le contesté enojado
  • Bueno si te va mas la pluma podemos llevar también a un muchacho

Me detuve en seco y le miré furibundo a los ojos.

  • ¿Por quién me tomas? A mi no me van esos rollos. ¡Te enteras! -  le dije
  • Anda, anda. Era una broma - me dijo mientras me palmeaba la espalda.

Nos sentamos en una mesa con más compañeros de Logasa que Héctor me presentó. La conversación se inició centrándose en el interés por las familias respectivas para luego derivar a temas de la empresa. Pero en los postres ya desinhibidos por la generosa libación del vino, se empezó a hablar de cosas menos serias y pronto se dirigió a los Escort que pululaban  este año. El tema me incomodaba así que me mantuve callado mientras la charla se deslizaba por anécdotas cada vez más tórridas. Estaba francamente incómodo escuchando las historias picantes de otros años y los propósitos del actual, aduciendo el cansancio del viaje me despedí dirigiéndome a la habitación.

Ya en la cama, recordando las conversación de la sobremesa sin poder evitarlo, tuve una erección. La carne es débil y comencé a frotarme suavemente para acabar masturbandome sin ambages. Estaba en ello cuando la puerta se abrió.

Saqué rápidamente la mano de entre las sábanas y recompuse la ropa de la cama ocultando como pude el estado en que se encontraba mi verga.

  • Pensé que estabas dormido. Por eso no llamé a la puerta. ¿ Te he despertado? - me dijo con una sonrisa burlona.
  • No aún no. Te has retirado pronto. - le dije
  • Si yo tambien estoy agotado del viaje.

Se quitó la chaqueta que arrojó sobre un descalzador y luego empezó a desanudarse la corbata para quitarla finalmente. A continuación comenzó a desabotonarse la camisa.

  • Joder este tipo va a desnudarse en mi presencia- comprendí de inmediato.

Así que cogí un informe de la empresa que tenía sobre la mesilla de noche e intenté enfrascarme en su lectura. Pero me fue imposible, mis ojos se escapaban de vez en vez curiosos .

Cuando quitó la camisa quedó al descubierto un torso, sin una gota de grasa, donde se perfilaban a la perfección toda su musculatura. Era alto y delgado pero muy ancho de hombros, como un nadador, y de cintura y caderas estrechas. Se dio la vuelta y procedió a sacarse los pantalones y calzoncillos. Tenía un culo pequeño pero respingon y unas piernas largas y estilizadas. Desnudo parecía más alto aún. Seguro que pasaba del metro noventa.

Cuando se dio la vuelta me pilló mirándole. Y sonrió.

Entonces lo vi. Entre sus piernas colgaba un enorme badajo bajo un tupé de pelo ensortijado. Creo que en mi cara se reflejó la sorpresa al ver la herramienta que se gastaba. De hecho creo que permanecí con la boca abierta mientras le miraba asombrado.

  • Suelo dormir desnudo. ¿Te importa? - me dijo cuando se desprendió de todas sus prendas.
  • No, no - le dije azorado mientras intentaba recuperar la compostura.

Se acercó al lecho caminando entre las dos camas. Su trompa se balanceaba con su marcha. Cuando estuvo próximo a mi de nuevo la miré con detalle. El rabo le llegaba a media pierna. Se metió en la cama y me dijo.

  • Vas a leer o apago la luz.
  • No, apaga si quieres. - le conteste colocando el informe sobre la mesilla y apagando mi lámpara.

La habitación se quedó a oscuras.

No conseguía conciliar el sueño. Y menos oyendo los ruidos de mi compañero en su cama. Además tenía la polla a punto de reventar. Todavía no lo comprendía pero me había excitado viendo su cuerpo desnudo. Y sobre todo aquel cipote bailando tan próximo a mi. Me comencé a tocar y creo no equivocarme si afirmo que Héctor hacía lo mismo en su lecho. Tras unos minutos sentí como gruñía quedamente. ¡Se acababa de correr, pensé!  Y de forma instantánea mi polla empezó a eyacular mientras yo reprimía cualquier sonido que saliera de mi boca mordiendo la almohada.

Cuando desperté a la mañana siguiente noté el pantalón de mi pijama acartonado y recordé lo que había ocurrido en la oscuridad de la noche. Inquieto miré hacia la cama de mi compañero de cuarto. Estaba vacía.

Me levanté y fui al baño. Tampoco se encontraba allí. Al volver a la habitación vi una nota sobre el escritorio de la habitación

“He ido de caza. Espero que hayas dormido bien. Nos veremos más tarde” había escrito en el papel.

Sabiendome solo,curioso me acerqué a la cama de Héctor y retiré la ropa que la cubría. La gran mancha grisácea sobre la sábana confirmaba que se había corrido y abundantemente.

No se por que lo hice pero no lo pude evitar. Me agaché sobre la sábana y olí aquel líquido reseco. Y como un resorte mi polla se empinó mientras lo hacía. Avergonzado corrí hacia la ducha.

Durante toda la mañana anduve deambulando por el hotel y sus alrededores. El paisaje que lo rodeaba era espectacular. Frondosos bosques tapizaban las ladera de las montañas y en la cima ya se podían ver las primeras nieves. A ratos en la lejanía se oían las detonaciones de los cazadores. También visité el spa y la piscina, eran unas instalaciones impresionantes en las que no se habían reparado en gastos. Por ellos remoloneaban muchachos y muchachas de muy buen ver, tal vez recuperándose de los trabajillos nocturnos. No pude evitarlo y se me puso tiesa recordando lo que Héctor  me había contado. Recoloqué el rabo disimuladamente y me fui pitando.

Al fin llegó la hora de comer y me dirigi al salon comedor. Advertí que había muchas mesas vacías. Tal vez los cazadores llevasen su picnic y no asistieran al almuerzo. Entre los ausentes se encontraba mi compañero de cuarto. Mejor así, me dije. De esta forma podría comer solo. Mientras lo hacía no dejaba de pensar en la noche anterior. En el cuerpazo de Héctor y de cómo me había excitado viendo su sexo. Verdad sea dicha que calzaba bien el condenado. No tenía nada que envidiar a muchos actores porno. Y de nuevo se me volvió a empinar.

Joder. ¿Que estaba pasando? Nunca me había ocurrido nada igual. ¡Me estaba empalmando recordando el cuerpo desnudo de un tio!. Y a mi nunca me habian ido ese tipo de relaciones. Me gustaban las mujeres aunque era un hombre cabal y nunca había engañado a mi esposa. Los hombres nunca me habían atraído. De hecho mi hija me tachaba de homofóbico cuando surgía alguna conversación sobre ese tema.

Traté de apartar esos pensamientos de mi cabeza y continúe con el almuerzo. Pero inconscientemente mi pensamiento retornaba a aquella trompa bamboleante.

Cuando acabe de comer me encaminé a la habitación con la intención de echarme una buena siesta.

Me era imposible conciliar el sueño. Daba vueltas en la cama y mi verga estaba en pie de guerra. Decidí hacerme una paja y le levanté a la búsqueda de un pañuelo para no pringarlo todo. Abrí la puerta del armario y mientras buscaba entre mis ropas, no pude dejar de fijarme en los calzoncillos usados que el dia anterior Hector habia olvidado sobre el taburete del cuarto de baño. Sin poder reprimirme los cogí. Los acerqué a la nariz y aspiré profundamente. Un olor almizclado a sexo de hombre me entró por las narinas. Me excitó sobremanera. Con ellos en la mano me dirigí presuroso a la cama y comencé a masturbarme mientras olfateaba la prenda. Su olor actuaba como un potente afrodisíaco pues consegui una ereccion como hacía años que no tenía. Cuando estaba a punto de derramarme rodeé la verga con la prenda y eyaculé sobre su tela. Fue un orgasmo increíble, prolongado e intenso.

No había acabado aún de limpiarme cuando oí la puerta abrirse.

  • Buenas tarde dormilón.¿Que echando una siesta? - dijo Héctor tras cerrar la puerta.
  • Si ya ves - apenas atiné a decir totalmente desencajado.
  • ¿Y qué tal el dia? ¿Te has divertido?
  • He recorrido el hotel y los alrededores. ¿Y tu? ¿Se ha dado bien la caza?
  • Pues no, hoy no ha caído nada, pero ya caerá. Eso sí me he dado un palizón montaña arriba montaña abajo. Voy a darme una ducha porque huelo como un jabalí

Y era cierto un olor fuerte, montuno, a sudor y macho inundaba la habitación. Entró en el baño y se oyó el ruido del agua en la ducha. Presuroso me levanté de la cama para ocultar los calzoncillos de Héctor en el fondo de uno de los cajones del armario y corrí de nuevo a encamarme.

El repiquetear de agua de la ducha cesó y al poco rato se abrió la puerta del baño. Entre una nube de vapor salió mi compañero ataviado con un corto albornoz blanco que apenas le llegaba a media pierna. Arrojó la ropa sucia sobre su cama para luego sentarse frente a mi cara.

  • Joder esto ya es otra cosa. La verdad es que apestaba .- dijo acercando la ropa usada a la nariz. - Por cierto ¿Esto es tuyo, verdad? - me dijo mientras me mostraba mis pantalones del pijama

¡ Dios, había olvidado recogerlos tras haber lavado la corrida de la noche anterior.

  • Que…¿Has tenido algún accidente? - me preguntó divertido.
  • Veras… - empecé a balbucear.
  • No pasa nada. ¿Somos hombres, no? Y ya se sabe lo que pasa. Cuando se te cargan los huevos no queda más remedio que… - y movió la mano en actitud masturbatoria..

Me pusé como la grana.

  • Por cierto, yo también tengo que lavar unos calzoncillos. Esta mañana también me levanté palote. - Me dijo guiñandome un ojo.

Se dirigió al armario y empezó a revolver entre la ropa. Así que no solo se la había cascado en la noche, por lo visto también por la mañana se había hecho una paja, acabé por deducir.

  • Joder no se donde coño los habré metido. Pensé que los había dejado encima de la ropas, pero no los encuentro.

Empezó a abrir y cerrar los cajones hasta que de repente exclamó.

  • Eureka aquí están. No me acordaba que los hubiese metido en un cajón

Se dirigió hacia la cama y se sentó de nuevo frente a mi. Esta vez abrió las piernas y pude ver, en todo su esplendor, su larga trompa descansando sobre la cama. Inquieto me removí entre las sábanas sintiendo como se me volvía a poner tiesa la polla.

  • Joder no sabia que este hotel era tan húmedo. Todavía no se ha secado. - Me dijo desplegando la prenda frente a mis ojos.

Efectivamente al lado de una mancha amarillenta se observaba otra gris que delataba la humedad de la prenda. Lo que él no sabía era que aquella no era su leche sino la que yo había derramado hacia unos instantes. Solo de pensar que su semen había estado en contacto con el mio estuvo a punto de hacerme derramar de nuevo.

  • Bueno voy a lavarlos y a vestirme. Tu debes hacerlo también, la reunión está a punto de comenzar.

Tras la soporífera presentación del Sr Director General se procedió a la exposición de los planes de la empresa de cara al próximo ejercicio y se formaron los grupos de trabajo para el resto de las jornadas. Se prepararian una serie de ponencias que se presentarían la víspera de nuestra marcha. Hector y yo formamos un equipo de la zona norte de España con otros dos compañeros. Tras organizar todos los equipos fuimos a tomar una copa antes de la cena para luego ir a cenar.

En la noche al llegar a la habitación Héctor comenzó a desnudarse de forma inmediata. Recordando lo ocurrido la noche anterior cogí mi pijama y corrí presuroso a cambiarme en el baño. Me demoré un buen rato con la esperanza de que cuando saliera ya estuviera acostado. Y si lo estaba pero no de la manera que yo pensaba.

Estaba recostado en la cama, medio incorporado sobre un codo y exhibiendo toda su desnudez. La trompa descansaba, como una boa aletargada, sobre uno de sus muslos.

  • Estaba esperando para lavarme los dientes - me dijo divertido ante mi cara de sorpresa

  • A perdona. No me daba cuenta. - y azorado me introduje con prontitud entre las sábanas.

Tras salir de hacer sus abluciones se paró delante de mi cama. Su cipote colgandero quedó frente a mis ojos y a no más de dos palmos de mi nariz.

  • Bueno espero que descanses. - me dijo
  • Muchas gracias yo te deseo lo mismo - le contesté intentando apartar mi mirada de su entrepierna.

Cuando ya estaba a punto de marcharse se detuvo y me dijo.

  • Por cierto si quieres cascartela por mi no te cortes. Y si necesitas ayuda me lo comunicas y te echo una mano - me dijo partiendose de risa
  • Je je. No muchas gracias voy a dormir - le conteste azorado e inmediatamente apague la luz de la mesilla y me dispuse a hacerlo.

Evidentemente no lo conseguí. Mi corazón latía de forma desaforada y mi polla de nuevo se puso guerrera. Tampoco contribuyó mucho a que consiguiera conciliar el sueño los ruidos en la cama de al lado cuando Héctor apagó la luz.

El que no se cortó ni un pelo fue él. Sus jadeos y el rechinar de la cama delataba bien a las claras lo que pasaba entre las sábanas. Es más, creo que intencionadamente incrementaba la algarabía tal vez para aumentar mi desazón. No se que juego se traía conmigo pero estaba consiguiendo volverme loco.

Tuve una noche agitada, cargada de sueños eróticos en los que intervinieron, y de qué forma, Hector y su trompa fabulosa. Era la primera vez que tenía sueños homoeróticos y cuando me desperté me costó discernir entre la realidad y mis oníricas fantasías.

Al echarme mano al paquete confirmé que mis sueños, además de lascivos, habían sido húmedos. Nervioso mire a la cama de al lado y comprobé aliviado que Héctor aún dormía. Así que corrí hacia la ducha para borrar las huellas del delito.

Una vez acabé de ducharme y lavar con esmero el semen de mi pantalón, salí con él en la mano con la intención de ocultarlo de la vista.

Cual no sería mi sorpresa al ver a mi compañero despierto  y masturbandose frenetico bajo las sabanas.

  • Huy perdona - me dijo al notar mi presencia.

Mi estampa debía de ser un poema, allí de pie, con el pantalón de pijama en la mano, los ojos desorbitados y la boca abierta de par en par.

  • Es que mira como estoy - dijo apartando las sábanas.

Si aquel cipote impresionaba dormido, cuando estaba bravío asustaba. Gordo y grande como un cirio pascual descansaba sobre su barriga sobrepasando el ombligo. Sus testículos pequeños y prietos, hacían que la tranca pareciese inmensa. Además de por sus proporciones destacaba por la perfección de sus formas, un largo y pálido palo sobre el que se coronaba un sonrosado glande con la forma de un corazón.

  • Déjame que pasé a la ducha a rematar la faena - dijo levantándose con rapidez.

Al pasar a mi lado, con la polla como una cucaña, se percató del pantalón goteante que tenía en mi mano.

  • Que otra vez de colada - me espetó con una sonrisa torcida- Va a perder color con tanto lavado - añadió socarrón

Me pusé como un tomate y mi frente se perló de sudor. Al oír el golpe de la puerta al cerrarse dos goterones resbalaron por mi cara. Me vestí sin delación y huí como alma que lleva el diablo.

Al atardecer me dirigí a la sala de reuniones. Mis compañeros de equipo ya estaban sentados en su mesa.

  • ¿Dónde te has metido todo el dia? - me preguntó inmediatamente Héctor
  • He estado en el monte. Necesitaba caminar. - le respondí
  • Ahora estarás más relajado - añadió con una sonrisa picara.
  • Si
  • Pues hala a trabajar - me indico pasandome unos papeles y un boli.

Nos enfrascamos en la discusión de la temática que habíamos elegido para nuestra ponencia. Hubo un momento en que su pierna rozó la mía y la aparté de inmediato. Al poco rato de nuevo hubo un leve roce, pero ahora fue él quien  que apartó la suya mirándome a la cara como pidiendo disculpas. Pero casi al finalizar la reunión volvimos a tener contacto. En esta ocasión ninguno de los dos nos retiramos. Entonces Héctor empezó a bailotear lentamente con el pie produciendo un  acariciador roce en mi muslo. Sin poder evitarlo mi verga empezó a crecer. En ese momento se dio por finalizada la reunión de trabajo.

Esperé a que todos se levantasen intentando que me bajase la erección. Pero me fue imposible.

  • ¿ Que nos vamos? - me dijo Héctor que aguardaba por mi.

Me levanté azorado e intente taparme con los papeles pero cuando vi a Héctor risueño, mirándome el paquete, comprendí que había descubierto mi secreto.

  • Anda vamos no seas tonto - me dijo sonriente.

Tras la cena, cuando me disponía a retirarme a la habitación, Hector me detuvo agarrándome por un brazo.

  • Vamos a tomarnos una copa en la terraza hace una noche preciosa. Parece como si estuviéramos en verano. Además quiero hablar contigo. - me dijo
  • ¿De que?
  • Nada trascendental. Cosas del trabajo - me aclaró

En verdad era una hermosa noche estrellada. La tenue luz de la terraza permitia que uno se deleitase con aquella limpida bóveda celeste enmarcada por la negrura de las montañas.

Una vez el camarero nos sirvió la copas quedamos solos en el mirador. Tras observar al cielo durante minutos al fin Héctor rompió el silencio.

  • ¿Fumas?
  • A veces - le dije mirándole a la cara.
  • ¿Quieres uno? - Me dijo ofreciéndome la cajetilla abierta
  • Vale , porque no.

Se acercó hacia a mi para prender el cigarro. Yo hice lo propio . En el primer intento el encendedor se apagó por una leve rafaga de viento. Coloqué mis manos a modo de pantalla y volvió a intentarlo. Mientras encendía el cigarrillo noté su mano acariciar la mía. Sorprendido le miré a los ojos, brillaban como ascuas a la luz de la llama.

  • Gracias - le dije retirándome

Nos quedamos mirando mientras fumábamos.

  • Anoche hablaste en sueños - me dijo de repente.

Me quedé estupefacto pensando en lo que pudiera haber dicho.

  • No me di cuenta - le contesté mientras cogía el vaso y daba un prolongado trago
  • Suele ocurrir - me respondió
  • ¿El que? - le dije azorado
  • Que uno no sea consciente de su inconsciente . - me aclaró con amplia sonrisa.

Decidí coger el toro por los cuernos y desafiante le espeté.

  • Bueno. ¿Y qué dije?
  • Pronunciaste mi nombre.
  • ¿ Y era de eso de lo que querías hablarme? Que en sueños pronuncié tu nombre - le dije malhumorado - ¿Acaso es un pecado?
  • No . Pero para algunos podría serlo las palabras que lo acompañaban. Aunque no para mi.

Me quedé petrificado.

  • Ya te digo que no me acuerdo de nada - le respondí altanero
  • Pues yo me acuerdo de todo. De tus palabras, de tus gemidos y de lo bien que lo estabas pasando.
  • ¿Que insinuas?
  • No insinuo nada, lo afirmo. En tu sueño yo te hacía el amor y tu gozabas con ello. Me excitaste de tal manera que apunto estuve de meterme en tu cama y hacer tu sueño realidad.
  • ¿Y que te detuvo?.
  • Te quiero despierto, que seas mío con los cinco sentidos.
  • No digas tonterías eso jamas ocurrira. No se lo que te pudiste imaginar, pero a mí no me van los hombres.
  • Yo pensaba lo mismo hasta que te conoci. - me dijo dulcemente mientras su mano acariciaba mi pierna

Aparté su mano, cogí mi bebida y la apuré de un solo trago.

  • Mejor dejamos la cosas aquí - le dije levantándome

Le dejé en la terraza y me dirigí hacia el ascensor. Mientras aguardaba que descendiese de las plantas superiores me atacó una sofoquina. En realidad lo deseaba, con tal intensidad como nunca pude imaginar.

Estaba a punto de cerrarse las puertas cuando una mano las detuvo y Héctor entró en el elevador. La puerta se cerró  tras él y comenzó a ascender. A medio camino pulsó el botón de parada.

  • Créeme no pretendía ofenderte - me dijo

Luego se acercó a mí y me besó suavemente en los labios

  • ¿Pero qué haces? - le espeté sorprendido.
  • Te deseo. Te deseo desde el primer momento que te vi botando como un niño travieso en la cama. No me preguntes por qué, yo mismo no lo comprendo.

Permanecimos uno frente al otro, observándonos sin saber qué hacer. Hector dio el primer paso, me estrechó entre sus brazos y volvió a besarme apasionadamente. Al principio ofrecí resistencia, pero en el instante en que su lengua entró en mi boca y acarició la mía se derribaron todas mis defensas. Nuestros cuerpos se enlazaron en un beso apasionado. Su mano comenzó a frotar mi sexo y la respuesta fue instantánea. Mi polla se puso tiesa con sus caricias.

  • No ves cómo tú también lo deseas - me dijo al oído con un leve susurro.
  • Si lo deseo. - le contesté con un profundo suspiro.

Volvió a poner el ascensor en marcha y cuando las puertas se abrieron, me cogió de la mano y me arrastró hasta la habitacion. Mi corazón latía desbocado y, aunque temeroso del paso que iba a dar, estaba decidido a ser suyo, a entregarme sin reservas.

Abrió la puerta y penetramos en la oscuridad del cuarto. Sin demora nos arrojamos el uno en brazos del otro y nos devoramos con frenesí. Mientras nos besabamos nuestros sexos se frotaban, a través de la tela, enloquecidos por la pasión.

Empezó a despojarme de la ropa mientras me besaba por doquier. En el momento que me chupó en el cuello creí desfallecer. Luego sus labios recorrieron mi pecho desnudo y mordieron mis erectos pezones. Un profundo y gutural suspiro me salió de lo más hondo. Yo acariciaba su pelo animandole a proseguir totalmente seducido por sus avances.

Seguidamente sus manos se dirigieron hacia mi sexo, lo acarició y agarró mi polla a través del tejido. Al fin desabrochó mi cinturón y sentí bajarse la cremallera. Una mano se deslizó por la goma de mis calzoncillos a la busca de mi verga. El leve roce de su cálida piel a punto estuvo de hacer que me corriera, pero me contuve y le dejé que me acariciara mientras yo buscaba su boca ansioso.

Tiró de pantalones y calzoncillos que cayeron al suelo. Ahora estaba totalmente desnudo ante él. Su mano se cerró sobre mi tronco masturbandome lentamente. Notaba como mi humedad mojaba su mano. Luego sus ágiles dedos jugaron con mi glande descapullado deteniéndose en el frenillo. Puedo jurar que nadie me había hecho antes una paja como aquella. Cuanta razon tenian aquellos que decían que nadie como un hombre sabe lo que le da placer a otro hombre. Me masturbó durante minutos hasta que temeroso de derramarme y ansioso por explorar su cuerpo, aparté sus manos de mi sexo y encendí la luz.

  • Ahora déjame a mi, quiero ser yo quien te de placer y quiero verlo - le dije tras besarle.

Desnudé su torso, lamí y chupé cada rincón de su deseada piel. Héctor se dejaba hacer entre gemidos de placer. Y como él hiciera antes, me encaminé en busca de su sexo. Mis manos nerviosas le desabrocharon el pantalón, ansioso de ver aquella polla que me había hechizado, tiré de sus prendas hacia abajo dejándola al descubierto. Mis manos recorrieron su sedosa piel y acabaron acariciando sus testículos. Cerré los dedos rodeando su contorno. Apenas podía abarcarlo dado su grosor.

  • Dios que grande es , Héctor - le dije mientras la miraba maravillado.

Le bombeaba mientras mis ojos iban del imponente cipote a sus ojos en busca de aprobación. Hector entre sonrisas suspiraba y jadeaba. Me fui agachando mientras lamia y besaba su cuerpo hasta quedar de rodillas a sus pies. Aspiré su fragancia y luego mi lengua golosa libó el néctar que de su falo brotaba. Lo paladeé con deleite. Su sabor entre dulce y salado me agradó. Entonces mi lengua lamió todo el tronco hasta llegar a su escroto en el que me entretuve lamberón. Alcé los ojos y le miré a la cara, con esfuerzo  incline su miembro granítico y entreabriendo mis labios poco a poco introduje su glande en mi boca. Héctor me miraba subyugado. Cuando acabé de engullir el balano, cerró los ojos, alzó la cabeza mirando al techo y emitió un profundo suspiro.

Mi lengua acarició su carne aterciopelada.

Mamé y mamé aquel mórbido mamelón  que apenas mi boca lograba albergar. No era posible tragarse aquella tranca pero impetuoso lo intenté. Su punta traspasó la campanilla pero no conseguí tragar ni la mitad de la polla. Al fin extenuado solté mi presa. Héctor me ayudó a incorporarme y  tras besarme me dijo.

  • Ven

Corrió hacia la cama despojándose como niño juguetón del resto de las prendas y yo fui tras él haciendo lo mismo. Al llegar a su lado puso su mano en mi pecho y me arrojó en el lecho. Se agachó al lado de la cama y hambriento me engulló el rabo. Creí morir de gusto. Fue luego cuando se entretuvo mamando mi polla, chupándome los huevos ,mordiéndome el frenillo y acariciándola toda ella con su lengua glotona

  • Dios que gusto - exclamé arrebatado

Se subió a la cama y ofreciéndome mi mamadera nos enlazamos tragandonos las vergas. Irrumatio y fellatio, fellatio e irrumatio en cadenciosa danza. Hasta que incapaz de soportar tanto placer me derramé en su boca. Mientras yo desencajado estallaba en un orgasmo indescriptible él buscó su propio placer en la mía. Noté como su verga se  hinchaba y ya colmada y a punto de descoyuntarme, estalló en un aluvión inagotable que me afané en tragar pero que acabó desbordandose, derramandose por mi cara. Seguimos chupando y chupando hasta que no hubo mas leche en el tetero.

Hector raudo se volteó y tendiendo sobre mi cuerpo buscó mi boca. En un beso apasionado maridamos nuestras esencias que degustamos como felinos lameruzos mientras nuestros húmedos sexos se acariciaban. Al fin alzó la cabeza, cogió la mía entre sus manos y mirándome amorosamente a los ojos dijo:

  • Gracias

Después empezó a lamer y besar todo mi cuerpo mientras yo gustoso me dejaba.

No pasó mucho rato cuando sentí de nuevo su virilidad inhiesta. Asombrado de tan pronta recuperación no pude contenerme y exclamé.

  • Hector pero ya estas de nuevo…
  • Por lo visto la pócima de tu verga me ha hecho invencible - me contestó risueño

Me metió la polla entre los muslos y comenzó a follarme las piernas. Sentir aquel ardiente tolete rozandome el perinéo hizo que mi polla brincase y, buscando un roce más intenso, apreté las zancas. Culeaba con parsimonia y yo agarrandole las posaderas le ayudaba en la tarea. Su cuerpo sobre mi cuerpo, su simulada monta y sus ojos deseosos inflamaron mi libido de manera tal que sin dudarlo le detuve y le dije

  • Fóllame.
  • ¿Quieres que te penetre? - me preguntó dudoso.
  • Sí quiero tenerte dentro
  • ¿Estás seguro?
  • Como que el cielo es cielo y la tierra tierra. Llevame hasta las estrellas.
  • Las puedes llegar a ver. Temo lastimarte- me dijo consternado
  • Sin dolor no hay placer

Se hizo a un lado y su mano se introdujo entre mis piernas. Sus dedos recorrieron el periné y alcanzaron mi botoncillo acariciándolo. Cerré los ojos, apreté las piernas y suspiré dejándome hacer..

Su mano se retiró de mi cuerpo y abrí los ojos.

  • Vuélvete - me dijo mientras de un brinco abandonaba el lecho.

Me giré dejando mi culo expuesto. Ansioso y temeroso aguardaba.

  • Debemos prepararte - me dijo a su regreso.

Una mano untuosa se deslizó entre mis nalgas mientras con su boca me las besaba. Con la otra separó las cachas  deslizando arriba y abajo sus dedos que extendieron una aromática untura. Por fin sentí una yema presionandome la entrada. Poco a poco fue entrando en mi.  Cuando su dedo corazón me penetró mi anillo, lo aprisioné y suspiré profundamente.

Inició entonces un mete y saca que calentó la tierna piel. Luego fueron dos los que se clavaron en mi interior mientras aceleraba el ritmo. Cuando un tercero se alojó en mi interior no pude evitar emitir un quejido.

  • ¿Te he hecho daño? - me preguntó solicitó
  • No
  • Te doy placer
  • Si mucho - le mentí
  • Perdona si te lastimo, soy nuevo en estos asuntos.
  • No te preocupes también lo soy yo

Con mi mano cogí la suya que me penetraba y la empujé invitándole a proseguir.  Sentí como la piel de mi esfínter se dilataba mientras poco a poco el dolor se mitigaba y el ardor que quemaba mis entrañas se transformaba  en fogoso placer.

  • Asi, asi - le decia entregado.
  • ¿Gozas?
  • Si
  • ¿Todavía quieres que te monté?
  • Si hazlo ya - le contesté ardiendo de deseo.

Cogió la almohada y la colocó bajo mi pubis. Luego me separó las piernas situándose entre ellas. Al sentir su cipote acariciandome entre las nalgas todo mi cuerpo trepidó. Dejó caer una buena porción de la crema que usara para dilatarme con sus manos y con la polla me embadurno con esmero.

  • Voy a entrar - me dijo al fin.
  • Te esperaba, no te demores más. - le conteste encendido.

Su glande se colocó en mi ano y comenzó a presionar.

Pero mi aro no cedía. Lo intentó repetidas veces y en cada una  mi piel se estiraba al borde del desgarro. De repente culeó con fuerza y me clavó el glande. Mi esfínter se contrajo tras su paso y una dolor punzante me recorrió el espinazo.

  • Ahh , ahhh. - Gemi traspuesto por el tormento - Espera, detente te lo ruego - supliqué.

Durante minutos quedamos como perros abotonados. Mi puerta destrozada por la penetración latía desaforada y un ardor inaguantable quemó mis entrañas. Su glande trepidaba mientras se hinchaba y desinchaba al compás de la presión al que lo sometía mi esfínter cada vez que se cerraba.

Tiernamente empezó a besarme la nuca y la espalda  mientras de mis ojos se desprendían las lágrimas.

  • ¿Duele mucho, Pablo?
  • Siii - le conteste jadeando
  • Si quieres la saco - me dijo asustado
  • No aguarda.

Paulatinamente mi cuerpo se fue relajando y con el mi ano. El suplicio fue cesando y sus besos y caricias me fueron calentando.

  • Sigue, pero ve despacio

Milimetro a milimetro fue entrando en mi. Se retiraba levemente para de nuevo penetrar un poco más en mi interior. El roce me sulibellaba y empecé a gemir de placer con cada avance.

  • Asi, asi - le decia animandole
  • ¿Ahora gozas ?
  • Si follame con más fuerza. - le supliqué

Comenzó entonces a incrementar el vigor de la monta. Desapareció todo dolor y un éxtasis gozoso se apoderó de mí.

  • Ahora si Héctor, ahora si
  • Gozas Pablo
  • Gozo
  • Sientes mi polla
  • Es como si fuera parte de mi. Dame placer Héctor - le dije pletórico.

De una última estocada me la clavó hasta la empuñadura y sus huevos acariciaron los míos. Le tenia dentro, me había empalado totalmente. El peso de aquel macho sobre mi, el calor de su cuerpo y aquella trompa mastodóntica hollando mis entrañas me causaron una luminosa revelación y al fin descubrí el placer de la entrega.

Y entonces aquel garañon empezó a montarme  frenético.

  • Ah,ah,ah - jadeaba yo con los ojos en blanco.
  • Dios que gusto. Que chochito tan apretado ocultabas entre las piernas - me decía - Te gusta mi polla Eh cabrón.
  • Si dame más polla. Rompeme el culo  - empecé a gritar

Nuestras soeces palabras aumentaban el morbo y me calentaban mas aun de lo que estaba.

  • Que culo tienes, maricón. Calentito y estrechito como el de una jovencita.
  • Virgen era hasta que tu me desvirgaste cabrón. Así que ahora que me has roto destrozame con ese monstruo que tiene entre las patas.
  • Nunca me imaginé que te fuera a gustar tanto que te diesen por el culo.
  • Ni a mi tampoco, pero así es. Me da un gusto que me muero. Así que pon a trabajar a esa polla como dios manda, quiero que me taladres hasta que salga el fuego de mis entrañas

Babaeaba, y de que forma, sintiendo su polla rozandose en mi interior. Sus embestidas se hicieron más amplias de manera que se retiraba casi por completo dejando solo su glande en el interior para clavármela de un fuerte puntazo. Hubo un momento en que se salió de mi.

  • ¿Pero qué haces? - le pregunté inquieto.
  • Descansar tengo la polla al rojo vivo de tanto trajín - me contestó resoplando
  • Metemela, metemela - le suplique ansioso por volver a tenerle dentro.

Me cogió por las caderas y me obligo a ponerme a cuatro patas.

  • Así será mejor

Luego me besó el ojete. Creí derretirme cuando su lengua acarició su contorno. Me comió el culo con tanta delicadeza y pasión que mi polla empezó a gotear. Para finalizar metió la boca del frasco y apretando fuertemente me inundo por dentro. Fue como una refrescante corrida. Mi chocho boqueaba sin cesar como llamándole para que entrara de nuevo.

De una estocada me la clavó hasta la empuñadura. Se me había cerrado el chiquito y dolió como una auténtica puñalada.

  • Cuidado animal - le grité furioso

La sacó de nuevo y de nuevo me dio una puñalada

  • Uaaaaaaaaaaaaaaaa - aullé desesperado.

La tercera  fue menos dolorosa . Pero en la cuarta no pude menos que suplicarle.

  • Joder que gusto. Dale asi, dale fuerte

Durante un buen rato estuvo lanceándome con el venablo. De vez en vez prolongaba la separación y me acariciaba el ojete con la sedosa piel de su balano.

Aquella sí que eras una polla insaciable.

Pero yo estaba agotado. Me dolían las muñecas y las rodillas de soportar tanta embestida. Así que me desplomé sobre el lecho y dándome la vuelta quedé mirándole a la cara.

  • No me explico como las pecoras de tus ex te dejaron ir - le dije sonriente mientras le acariciaba la cara.
  • No me dejaron ir. Yo me escapé. No podían seguir mi ritmo - me dijo con sonrisa pícara.

Me incorporé sobre los codos, le miré la polla y vi la mota ensangrentada. Me llevé la mano al ojete y pude comprobar su  lastimoso estado. Parecía imposible que aquel fruncido botoncillo se hubiese convertido en la bocamina que palpaba. Me miré la mano. Las yemas de mis dedos estaban teñidas de rojo.

  • Me has roto el culo. - le dije mostrándole mi mano.
  • Te he desvirgado. Ahora me perteneces para siempre.

Me cogió los dedos y los chupó uno a uno mientras goloso me miraba. Luego se echó sobre mí y me besó tiernamente. Su cipote aplastaba mi verga y su roce hizo que de nuevo se me empinase. Tiernamente le aparté y mientras le miraba a los ojos rodeé su cintura con mis piernas, le cogí el bastón del amor y lo coloqué en la entrada.

  • Preñame - le dije anhelante.

Me penetró lentamente hasta estar de nuevo dentro de mi e inició una armoniosa pavana. Sin dejar de mirarnos nos entregamos el uno al otro con suavidad y dulzura. Nadie que no lo haya experimentado antes, comprenderá el goce que se experimenta cuando tienes, por primera vez, un hombre entrando en ti mientras te mira transportado por el placer. Mis manos acariciaban su espalda y suspiraba profundamente con cada empellón.

Y la Pavana tornose en Bolero y  este se convirtió en un Tango. Nuestros cuerpos se retorcian como sierpes copulando. Yo le arañaba la espalda, el me mordia los labios. Yo lo estrujaba con mis piernas, el me lanceaba el ano. Yo gemia enloquecido, el bramaba como un toro bravo.

  • Ay Héctor me matas de gusto
  • Y de gusto yo me muero Pablo
  • Dame polla, Cabron dame polla.
  • Te voy a dejar de rabo saciado. Ese culo de tragón va a quedar harto.
  • Follame mas duro, que me corro -  berreé con los ojos en blanco.

Aceleró bravo la monta hasta que llegó el espasmo en el que mi cuerpo estalló y  todo él se convirtió en un orgasmo. Me derramé lentamente temblando y suspirando. Mi culo se retorció y con fuerza le estrujaba el rabo.

  • Preñame Hector, preñame - le chillé arrebatado

Sentí  su polla crecer cada vez más dentro. Y entonces con los últimos trancazos disparó su leche dentro de mi en incontables trallazos. No paró de manar  hasta dejarme colmado. Su calor en mi interior me produjo un extraño orgasmo.

Aquel cipote ciclópeo me inundó con su néctar hasta dejarme saciado.

Hector cayó rendido y descanso sobre mi regazo. Los estertores de su verga latía en mi huraco y yo pletórico de goce le acariciaba ufano.

Cuando se salió de mi sentí como tras él brotaba su bálsamo. Apreté con fuerza para no desperdiciarlo.

  • Dios Pablo ha sido increíble. Un polvo para narrarlo.
  • Dejate de alardear que más tarde quiero mas rabo.

Nos dormimos abrazados y hasta en sueños follamos.

Después de esa noche hubo otras y otros días para contarlo. Nos apareamos a escondidas en el monte o en el cuarto. Me folló todos los dias y me dejo el culo destrozado. Pero nunca olvidare el primer polvo que echamos.

Pero al fin llegó la hora de la despedida.

A las puertas del hotel esperábamos los taxis. Era un día neblinoso y apenas se podía ver a dos palmos.

  • Bueno Pablo a sido un gusto conocerte - me dijo guiñandome un ojo
  • El gusto ha sido mío no lo dudes -le contesté sonriente.
  • Espero volver a verte pronto.
  • Tal vez más pronto de que lo que te imaginas

Nos abrazamos estrechamente y sentí por última vez su sexo contra el mío.

Alguien detrás de nosotros aplaudió y exclamó

  • Veis muchachos. Asi me gusta fortaleciendo el espíritu de equipo.

Era el Sr Director General