Espíritu

Una sublime experiencia sobrenatural.

ESPÍRITU

Son las 6:30 pm, linda hora para salir de mis actividades del colegio. Es una tarde lluviosa y fría; la corta falda del uniforme no logra cubrir mis muslos del helado viento que cruza el patio de mi lugar de estudios, y a la vez me aplasta la blusa contra el pecho.

Mi padre se encuentra afuera, aguardando por mí, desesperado. Sin duda estresado e irritado, preguntándose por la razón por la cual no he salido aún de estudiar. Lo comprendo, el trabajo y el tránsito provocado por las lluvias han quebrantado sus nervios.

Durante el camino él enciende la calefacción, la cual acaricia mis piernas, creando en mí una sensación que no experimentaba desde hacía mucho tiempo. Poco a poco me abro, dándole camino al calor hacia el punto más intimo de mi cuerpo, lo cual me causa un ligero sentimiento de placer.

Llegamos a la casa, bajo cansada e inmediatamente mi madre nos llama a cenar. Yo mientras tanto no me puedo quitar esa sensación que me invadió en el carro, y que puso mi cabeza y mi cuerpo al revés.

Finalmente llego a mi cuarto, mi templo, ahora si podré descansar, apago la luz; un momento… ¡algo no esta bien!, ¡siento una presencia extraña!; escucho el cerrojo de mi puerta girar, ¡estoy atrapada!, trato de regresar al interruptor pero antes de dar el primer paso escucho una respiración acercándose a mi. Por alguna extraña razón no tengo miedo. De pronto, siento unas manos por detrás que me toman de las caderas, y percibo un intenso resuello justo en mi nuca, junto con una extraña energía que envuelve todo mi cuerpo; las manos comienzan a recorrerme por completo, una de ellas abre mi blusa y, casi al mismo tiempo, la otra comienza a bajarme el sostén, dejando finalmente mis pechos al descubierto.

De manera suave, pero autoritaria, me arrastra hacia mi cama, ahora las manos suben mi falda lentamente, amasan mis glúteos de manera deliciosa, se colocan una de cada lado de mi ropa interior y la bajan lentamente, acariciando todas mis piernas en el trayecto; siento un leve empujón el cual me obliga a recostar mis manos sobre la cama, quedo boca abajo con mis nalgas elevadas a su merced. En un instante una lengua ardiente pasa por mi vagina, ¡que delicioso!, me quema de placer por dentro. De nuevo las manos sobre mi cuerpo, me toman de la cintura y me halan hacia atrás. En una embestida un pene entra sin piedad en mi vulva, me penetra una y otra vez con fuerza y rapidez. El silencio se corta con los gemidos de placer que mi boca exhala aunque yo inútilmente trate de contenerlos.

Ahora mi visitante me gira y me recuesta de espaldas, no puedo evitar abrirme y de nuevo siento como me embiste con fuerza y lujuria. Su boca invisible besa mis senos, y sus manos atrapan a las a las mías de las muñecas. Siento como me penetra cada vez más y más fuerte, llevándome hasta el límite del orgasmo, el cual viene acompañado de una gran explosión y un gran grito de placer que nace de mi garganta. Me deja completamente exhausta y en ese momento ya no escucho nada más, mi amante se ha perdido en la oscuridad. Me levanto con dificultad y con mis labios íntimos aún ardiendo, me dirijo al interruptor y al encenderlo me doy cuenta de que no hay nadie, busco por toda mi habitación y no encuentro nada, únicamente mi ropa interior en el suelo.

Llena de placer y confusión me dispongo a dormir, pensando en lo sucedido, algo que jamás volverá a pasar en mi vida; aunque me encantaría que cada noche mi amante apareciera y me hiciera suya como esa única vez.