Espiando a Bea: diez años después (17)

Continuación del relato Espiando a Bea, donde su novio Carlos, la descubre siéndole infiel. Una vuelta anticipada de un viaje,le hace encontrarse con su novia y dos amigas en casa. Y no están solas.Una noche agónica, escondiéndose por toda la casa y asistiendo al cortejo finalmente consumado de Bea

COMENTARIOS DEL AUTOR.

Bueno, sé que el final de este relato ha creado cierto revuelo. Soy consciente que a muchos/as ha podido no gustaros, e incluso decepcionaros. Pero creo que debía ser fiel a la idea original, que me rondaba la cabeza cuando decidí escribirlo.

Este post es básicamente para contaros un poco de donde viene esta historia y cómo y por qué la he planteado así. La mayor parte de lo que comenté a Sigrid en su día, vale también ahora, ya que en muchos casos, veo que las sensaciones y reacciones que os ha provocado, son similares.

Antes de nada agradeceros el tiempo que habéis dedicado a leer este relato. Uno no solo escribe porque le apetezca, o porque quiera construir el relato que a él le gustaría leer. En mi caso también lo hago porque quiero compartir. Me apetece tanto crearlo, cómo que los demás disfruten del resultado.

En ese sentido estaré muy contento si os he hecho pasar un buen rato.

Os agradezco también a aquellos/as qué habéis tomado la molestia extra de comentar. Os doy las gracias por los ánimos recibidos y por las buenas (y las malas también) críticas.

He seguido con mucho interés vuestras hipótesis y propuestas, así como los análisis qué habéis ido haciendo a lo largo de la historia. Algunas de las ideas y giros que habéis planteado, me han parecido muy interesantes y oportunos, y tentado he estado en alguna ocasión, de incorporarlos al relato.

Sin embargo, he decidido ser fiel a la idea original hasta el final, básicamente porque cuando ya tienes una historia pensada y estructurada, introducir cambios conforme te los van proponiendo, suele dar mal resultado. Al final, te encuentras con algo que no es lo que tú habías querido escribir, y generalmente, acaba notándose.

Pero como he dicho, quería ser fiel a la realidad. Este no es un relato ejemplarizante ni complaciente. La vida, a veces, es así de puñetera. A pesar del regusto amargo que haya podido dejaros, o incluso enfado, a veces, las cosas simplemente pasan de esta manera, cómo le sucedió al protagonista.

Esto es como ir al cine: el que solo le guste reír o los finales felices, solo verá comedia y películas de Disney. Los que entiendan que disfrutar también puede ser llorar, estremecerse, sentir miedo, indignación, aprender, cuestionarse las cosas o pensar distinto, ampliará notablemente su catálogo de experiencias y de películas.

Reconozco que soy bastante travieso y posiblemente no os he dado el relato que esperabais, pero precisamente por eso, espero que también lo hayáis disfrutado tanto o más que si hubiera sido dictado por vosotros mismos. Ojalá lo leáis dentro de un tiempo y encontréis cosas nuevas, matices que antes habíais pasado por alto. Ojalá que os vuelva a gustar releerlo. Quizás hubierais preferido algo con menos sorpresas, con menos giros y más en la línea de lo que esperabais.

En fin vosotros/as tenéis la palabra. Ya me contareis.

Yo ahora me voy a limitar a explicaros un poco, como he visto la historia y por qué he escrito el relato de esta forma, que por supuesto, no es la única ni la mejor posible.

También debo señalar que estaba encorsetado por el relato de Randor, otro estilo, frente al cual, yo opté por no hacer una copia, sino a un relato nuevo, con un nuevo punto de vista, dar también un estilo propio. De otra forma creo que me hubiera sonado a mala copia. Respecto al argumento, tenía que ceñirme al punto de partida del original, que no podía cambiar. Eso hace que algunos giros argumentales estén un poco forzados. Para que mi relato resultara del todo creíble tenía que modificar algunas cosas del original, y esa era una licencia que no pensaba tomarme: demasiado amable fue Randor, animándome a publicar, como para que yo le enmendara la plana.

Como he dicho antes, este relato no estaba pensado para ser publicado en principio, sino como un regalo para Sigrid. Es posible que hayáis encontrado inconsistencias y fallos, pero tened en cuenta que se escribió prácticamente de un tirón, a la estela de Espiando a Bea. Hoy lo reviso, y efectivamente me dan ganas de rehacer algunas cosas y giros, pero creo que al final, lo mejor es dejarlo como está, por los motivos que antes he expuesto. No quiero que pierda la originalidad, ni la frescura (o precipitación, según se mire) con que fue escrito. También tenía claro que debía regalarle a Sigrid un final lo más feliz posible, dentro de la mala baba que me caracteriza, con reencuentro. Pero hasta ahí las concesiones. Ya avisé que no iba a ser fácil ni cómodo, no quería un relato previsible, complaciente y plano, de buenos y malos. Eso no suele pasar en la vida real (uno puede ser un héroe al mediodía y el peor villano por la tarde), y además, no quería dejar indiferentes a los lectores.

Cuando leí el relato original, me pareció interesante. Cómo lector me pareció excitante, entretenido y adictivo.

Luego, en una segunda revisión tuve que valorarlo desde otro punto de vista. A la hora de escribir una continuación, lo primero que tenía que hacer era el argumento, el armazón sobre el que se iba a sustentar. Y ahí me condicionaba lo ya escrito por Randor con tanta maestría. No podía salirme de su historia ni reinventármela, tenía que partir de lo escrito por él. Como escritor, me pareció que el éxito del relato original no estaba tanto en su argumento, cómo en la forma de narrarlo. Realmente la historia era muy básica y sin grandes giros. Chico y chica tienen una relación amorosa. Inician un pequeño juego de morbo. Chica va más allá y acaba poniendo los cuernos a su novio. Novio dolido la deja o… no.

En todorelatos hay muchas historias reales similares, contadas por sus protagonistas. Donde el relato estaba realmente conseguido, es en el suspense que el autor consiguió imprimir a la historia, lo bien relatados que estaban los sentimientos contradictorios del protagonista y lo bien desarrolladas que estaban las escenas.

Volviendo al argumento, este me creaba dudas en alguno de sus términos.

¿Cómo es posible que Carlos no interviniera sino que se limita a ser un voyeur durante toda la noche, sin perderse un solo detalle, como si en vez de estar sufriendo lo estuviera disfrutando? ¿Cómo es posible que Bea, después de haber aguantado toda una noche de asaltos, de acoso y derribo, a la mañana siguiente nada más hacer su aparición Quique, se echara sin más en sus brazos, prácticamente abriéndose de piernas para él?

¿Cómo es posible que Carlos una vez más, asiste a lo que es una infidelidad en toda regla sin intervenir y sin decir nada?

Me pareció que este relato, lineal en su argumento aunque muy bien ejecutado en su desarrollo, básicamente ofrecía dos posibilidades para su continuación: o bien reconciliación o bien ruptura definitiva.

Yo me decanté por la primera opción, que pensé que era la que más le gustaría a Sigrid, por lo que habíamos hablado. Pero como os dije al principio, no iba a ser fácil ni sencillo. Realmente me salía un relato bastante previsible. Carlos se vuelve a juntar con Bea y le echa en cara todo el sufrimiento pasado, Bea se arrepiente y aprende la lección, pide perdón y le ruega que vuelva con ella. Finalmente, Carlos la perdona y vuelven a estar juntos.

Demasiado simple, demasiado previsible y posiblemente, demasiado aburrido.

Así que las ideas que me rondaron la cabeza (reconozco que también tengo mi punto de gamberro) fueron las siguientes:

1º habría reconciliación al final, pero toda la trama del relato parecería conducir en dirección contraria, a la ruptura definitiva.

2º la trama debería dar respuesta a algunas de las lagunas del relato original. En él se daba a entender que Carlos y Bea tenían una especie de juego morboso. No se explicaba muy bien la naturaleza de ese juego, pero hay pistas qué dan a entender de qué iba la cosa. Carlos no era ajeno al flirteo de Bea con Quique. Incluso se da a entender que era consentido por él o posiblemente inducido. En ningún momento se habla de que el juego fuera para los dos, es decir, que Carlos también flirteaba con otras mujeres para añadir morbo a su relación de pareja con Bea. Era un tema parecido a los estados iniciales de los cuernos consentidos, como tan bien se explica en otros relatos de este foro. El morbo solo procede de exponerla a ella a otros hombres.

Según el relato, parece que el asunto se les fue de las manos. Esta es la explicación para mí más convincente y que da respuesta a la actitud de Carlos durante aquella noche y mañana siguiente. Si Carlos no intervino, es porque él había formado, al menos en el inicio, parte del juego. En condiciones normales, cualquier pareja de Bea no habría aguantado toda la noche espiando y sufriendo sin intervenir. Si Carlos lo hizo, fue porque tenía que comprobar si el juego había ido demasiado lejos o no. La duda de hasta dónde llegaría Bea, había anidado en su cabeza y tenía que despejarla.

Pero no es era esa la única duda. El relato de los hechos que hace el mismo Carlos, es el relato de un voyeur que a la vez que sufre, también disfruta de lo que está viendo. Esos sentimientos encontrados son los que provocan la confusión que le impide actuar. Respecto a Bea, para mí una respuesta posible al juego que traía, era que se suponía apoyada por Carlos para iniciarlo y llevarlo adelante. A lo largo de esa noche y por lo que se deja ver en el relato, no fue la primera ni la única vez. Camina sobre el filo de la navaja, teniendo que decidir por su cuenta, si ha llegado demasiado lejos o todavía puede ir un poco más allá. Esto, solo tiene lógica, si ella misma alberga dudas acerca de hasta dónde quiere llegar su novio. De qué es lo que realmente le pone. Si el juego morboso o finalmente acabar viéndola en brazos de otro.

En un simple juego dónde ambos hubieran fijado claramente las reglas y los límites, no habría lugar para el margen de confianza que ella se toma con Quique.

La única explicación posible a toda una noche conteniendo a este último, para acabar echándose en sus brazos a la mañana siguiente, apenas llega, tenía que ser su propia calentura, agotada durante toda la noche de luchar contra Quique y contra sí misma, además de que posiblemente en el fondo pudiera pensar, que a Carlos le pondría terriblemente cachondo esta situación. Bea, no aparece retratada como una chica influenciable, poco inteligente o inocente. De alguna forma ella conocía muy bien a su pareja y debía intuir el porqué de ese juego y a dónde podría llevarlos.

Traspasó los límites empujada por su misma calentura y deseo, pero posiblemente también, porque de alguna forma creía que eso era lo que quería su novio. También puede ser, que se engañara conscientemente respecto a esto último, simplemente para justificar no haber sido capaz de resistirse.

Pero ¿qué era lo que quería realmente Carlos?: posiblemente ni él lo sabía. Por eso no intervino. Por eso no fue capaz de enfrentarse a Quique ni a Bea. Todo aquello lo había superado, pero en el fondo, quizás él era consciente de que también lo había buscado de alguna forma y se había dejado llevar por el morbo. Lo que pasa es que había sucedido todo tan rápido, que no era capaz de asimilarlo. Como una sobredosis. Quizás fuera un camino que él tenía pensado recorrer poco a poco, parando para asimilar y asumir y solo dando pasos cuando estuvieran seguros.

En fin todo esto es lo que he tratado de reflejar en la continuación.

3º el relato no debía centrarse solo en Carlos y Bea. Los demás personajes también deberían cobrar importancia en la trama, interactuando y formando parte de la historia, no sólo como simples espectadores. El efecto de lío respecto a las versiones de cada personaje que algunos señaláis, es cierto y además buscado. Lo hice a propósito. En las historias de verdad pasa así, cada uno tiene su trocito de verdad, que es puesta en cuestión cuando se cambia de personaje y perspectiva. En los casos reales, siempre queda un cierto regusto a incomprensión y a no saber toda la verdad. Esto no es como un paisaje, que solo tienes que elevarte para verlo desde arriba. Cada ángulo desde el que miras, te da una perspectiva distinta e incluso opuesta de las cosas y los hechos.

De ahí la relación de Carlos con Nerea, la de Carol con Felipe, las apariciones de Javi y Jorge, así como la evolución de cada uno de los personajes después de los sucesos, hasta el día de hoy. La idea, era un relato multifocal visto desde distintos puntos de vista, dónde cada uno aporta su explicación o su contribución a la historia. No hay solo una verdad, sino muchas.

4º había que dar un vuelco a los personajes. Quería sorprender y por tanto decidí acercarme algo más a la realidad, dónde en el fondo, la mayor parte de la gente no es del todo buena ni del todo mala. La idea de un Carlos amoroso volcado en su relación con Bea, que es vilmente engañado y sufre, mientras que ella es la mala que se divierte y le pone los cuernos, insensible a su sufrimiento y dolor, no me parecía creíble, no me cuadraba con lo que se daba a entender en el primer relato. Lo único cierto es que se querían y si al final se dan otra oportunidad, es porque asumen que ambos lo han hecho mal.

De ahí el Carlos manipulador qué empuja a Bea a jugar con Quique. Un Carlos al que le ha picado el gusanillo del morbo y qué inconscientemente, se mete en un juego que cree capaz de manejar. Igual que cualquier otra persona que cae en la adicción a las drogas, al alcohol o al juego. Quizás, realmente, no haya tenido mala voluntad y seguro que en ningún momento ha dejado de querer a Bea, pero simplemente se ha metido en un juego de imprevisibles consecuencias.

De ahí también su confusión y su rabia. El hecho de arremeter inconsciente, contra todos los que rodean a Bea, Nerea, Carol, Quique y su propio amigo Javi... En una situación de crisis y de ansiedad, sale lo peor de él. Trata de aislar a Bea para poder manejarla, para poder castigarla y luego perdonarla, sin cuestionarse a sí mismo y eso, solo lo puede hacer si ella está sola y confundida. Si no, tendría que asumir su responsabilidad, que también la tiene en todo esto. O incluso la posibilidad, qué es la que finalmente se materializa, de que Bea sea la que lo deje a él.

Carlos metió la pata iniciando un juego que se le fue de las manos y la volvió a meter actuando de esta manera, en vez de sincerándose con Bea. Buscó una forma de salvarlo todo: su relación, su deseo de venganza y el no tener que confesar a Bea su parte de culpa. Lo único que consiguió, sin embargo, fue perderlo todo.

La prueba de hasta qué punto esto lo obsesiona, es que pasan los años y él sigue pendiente de Bea. Cuando por fin se entera que ha cortado, decide actuar sin tener todavía claro cómo lo va a hacer: si va a romper definitivamente su vínculo emocional con Bea, echándole en cara su comportamiento y descubriéndole que él supo todo lo que hizo esa noche y esa mañana, o si por el contrario, lo que va a hacer, es perdonar e intentar recuperar la relación, ahora que surge una nueva oportunidad.

Finalmente hace las dos cosas. Piensa que solo situando a Bea frente a su infidelidad, ella perdonará su relación con Nerea y estará receptiva a su propuesta, tantos años después de volver a intentarlo.

Y no se equivoca.

Carlos, como cualquier otro ser humano, también demuestra su otra cara, cuándo se ve sometido a la diatriba de, o bien sincerarse con Bea contándole todo, incluido la estrategia diseñada desde el despecho y así arriesgarse a que ella lo rechazara, o bien jugar solamente la carta de explicar que todo lo había desencadenado la infidelidad de la que el mismo fue testigo, con lo cual conseguirá su propósitos sin arriesgarse a una negativa suya, más que probable en caso de conocer toda la verdad.

Finalmente no tiene valor para ser del todo sincero y opta por la opción más efectiva y también la más cómoda para él.

En el fondo, Carlos, no era solo la víctima, sino que formaba también parte activa del problema y Bea, tampoco era la única culpable. No fue ella la que inició el juego y aunque cometió la infidelidad, no fue la más manipuladora y la única en causar daño a los demás.

Al final, llegamos a lo que parece una resolución feliz para casi todos. Las tres amigas vuelven a reunirse, después de que sus errores y el propio Carlos las separaran.

Quique, vuelve a ser lo que fue en un principio. Tras unos pocos años, creo que hasta él mismo creyó que podía cambiar. Un chulo, un vividor, el pistolero que hace una muesca en la culata de su revolver por cada víctima que se cobra. Pero en su misma condición lleva implícito el castigo. Tuvo una oportunidad con Bea y la ha desaprovechado. Sigue anclado en un negocio que va a menos, que no es capaz de gestionar ni de emprender. Cegado porque sigue jugando a ser un galán y un follador nato. El futuro que se le augura es totalmente decadente. No solo en lo económico y en lo profesional, sino también en lo personal, a medida que los años vayan haciendo mella en él. Por lo pronto, cada vez le cuesta más trabajo actuar como macho alfa con las jovencitas.

Nerea, que quizás fue la que psicológicamente salió peor parada de todo aquello, tarda años en recuperarse, pero al final ha encontrado el equilibrio y posiblemente, la felicidad con su nueva pareja.

Carol, al contrario, parece que le sienta mal la estabilidad. Se encuentra en una relación, atada, dónde no puede ser ella misma y que tampoco puede romper porque se quedaría sin recursos y sin el tren de vida que lleva, por no hablar de que ahora tiene que pensar en sus hijos. Curioso, que la ilusión le vuelve cuando rompe el equilibrio, cuando se arriesga, cuando se lanza a una infidelidad, en respuesta a las de su marido.

Javi, que quizá con Carlos fue el más dañado en todos aquellos sucesos, fue sin embargo, el que más rápidamente se recuperó. Tras el shock inicial, recuperó su vida y también su estabilidad. Quizas por lo duro de la experiencia y el propio shock, tuvo claro el camino. No podía simplemente a olvidar, ni esconder aquello que le hacía daño: tuvo que enfrentarse a sí mismo y entendió que solo perdonando a Nerea, podría librarse de ella.

Por último, a pesar de las mentiras, de las manipulaciones, de los silencios y de los equívocos, Bea y Carlos vuelven a intentarlo. Esto rompe con la concepción de que solo de lo bueno puede salir algo bueno (nos salimos, una vez más, del relato fácil y ejemplarizante). Quizás Carlos no sea capaz de confesarle nunca lo que hizo. Quizás en su relación, para siempre, Bea sea la única mala de la película. Pero el caso es que, a pesar de todo este cóctel, están juntos de nuevo.

Dicen que a veces el destino escribe recto con renglones torcidos…

El relato queda en reconciliación o en posibilidad de la misma, pero también abierto para el resto de los personajes. Sé que Randor quiere escribir (si no lo ha hecho ya), una historia más completa, así que de alguna forma, creí justo devolver los personajes a una especie de punto de partida. Listos para ser usados de nuevo y darles una nueva vida, si el autor que los creó, desea hacerlo.

Bueno, pues una vez más, gracias a todas/os por leer.