Esperando en el conservatorio

Sexo con una desconocida en un lugar público- Te puede suceder a ti tambien.

CONSERVATORIO

Acabo de llegar y ya me miro el reloj impaciente para saber cuánto falta todavía para que la clase de mi hija termine. Hoy me ha tocado acompañarla a su clase de guitarra en el conservatorio.

Tras unos minutos de ojear las deslustradas revistas y antes de que empiece el aburrimiento, llega una mamá con su hija. Esta se va apresuradamente hacia la clase llevando el un clarinete en la mano.

La mujer se disculpa sin motivo por llegar tarde. Luego se sienta, cruza las piernas y se pone a leer una de las revistas. Al poco tiempo y de forma progresiva empieza a hacerme preguntas para satisfacer su curiosidad. Pronto me dice que está muy extrañada por mi presencia pues no es habitual que los padres acompañen a los hijos a estas tempranas horas de la tarde.

Resulta ser bastante entrometida y cotilla, pero no me importa seguirle la corriente pues la charla intrascendente es mejor que pasar una hora larga mirando hacia el techo. La mujer tiene muy buena presencia. ¡lástima que no se le ocurra algo más interesante para pasar el rato!.

Lleva una falta oscura que resalta su buena figura. Deja a la vista un tobillo desnudo muy sensual. Tiene los pies medianos y muy inquietos, enfundados en unos zapatos negros, de punta puntiaguda y tacón mediano.

Alguien me dijo una vez, que  mover los pies haciendo que la puntera se dirija hacia el cielo, era síntoma de zozobra y de energía contenida a punto de liberarse. A esta curiosa mujer parece que le aplica el dicho pues no para de dar pataditas al aire.

Se levanta y va hacia la esquina donde está el revistero. En el rincón también hay una lámpara que lanza su luz atravesando la tela semi trasparente de la falda. Esto me permite ver nítidamente el contorno de sus piernas y la parte baja de su pubis sujeto por la braga, tiene un “puente” espectacular entre las piernas.

Ella no se da cuenta que la visión que tengo es muy parecida a como si estuviese en ropa interior, y sigue dándome el culo para que lo contemple con descaro sin que ella se dé cuenta. Después de unos minutos de rebuscar, encuentra algo interesante y se va hacia su silla.

Cruza las piernas y se sienta un poco de lado. Me enseña bastante trozo de pierna y no deja de dar pataditas al aire.

Ha conseguido que se me ponga bastante dura y ahora con disimulo la observo e imagino como será echar un casquete con ella. Debe estar bastante bien y quizás sea de las mujeres que te sorprenden en la cama. Por un instante me la imagino sentada sobre mi cabalgando alegre y dándome sus pechos a chupar en plan vicioso.

Inmerso en estos pensamientos apenas me doy cuenta que ya ha pasado la hora de la clase.

Me miro el reloj y le anuncio que ya deben estar a punto de salir los críos. Vamos hacia la salida y allá hay otras madres esperando. El espacio es muy reducido. No entiendo porque todos tenemos esa tendencia de querer estar siempre en primera fila solo para ganar unos segundos al recoger a nuestros crios.

La mujer se  queda a mi lado esperando y en unos instantes nos vemos rodeados por otras madres y algún padre. Por un instante siento una tentación enorme de tocarle el culo para palpar si es tan rico como me ha parecido al verlo al trasluz, pero no me atrevo.

-       “Hoy parece que se retrasan”, me comenta y después se pone de forma que es imposible evitar que mi mano le roce el trasero.

Esta tan bien situada que haciéndolo adrede no quedaría mejor. ¿será que quiere que se lo toque? La duda parece razonable, pero no es más que una excusa que busco para poder hacerlo.

Tiene un culo muy tierno. Con el dorso de la mano le doy un par de golpecitos “involuntarios”.

-       “Menos mal que ya solo quedan un par de semanas para fin de curso”, me dice ella revolviéndose un poco.

Mantengo la mano firme en la posición y esta termina por colocarse justo en medio de sus cachetes.  La muevo milimétricamente haciéndola girar para frotar en medio del culo. Uhmm ¡qué bueno! A mi el contacto me ha gustado y ella no se da por enterada.

Poco a poco van apareciendo los niños. La mujer se adelanta para recoger a su hija. Ya de vuelta y camino de la salida se detiene un instante para decirme:

-       “Por hoy ya estamos listos. Mañana vuelta a empezar”.

Lo interpreto como una citación  y empiezo  a soñar como dar rienda suelta al calentón que me ha provocado. Por fin llega el día siguiente y la escena casi se repite exactamente igual que ayer. Hoy lleva una falda mucho más corta y enseña parte del muslo. Se levanta un par de veces y se exhibe para que la pueda ver bien. Realmente la señora está muy apetitosa.

Se me pone dura mirando con cierto descaro las piernas al tiempo que le sigo la conversación. Me levanto y le dejo ver el bonito bulto que se me está formando en el pantalón para que vea que no me corto y que yo también tengo algo que enseñar.

-“¿sabes dónde está el lavabo?”, le pregunto.

-       “Si claro, pero no sé si lo encontraras, está un poco escondido… te acompaño”, dice ella muy amable.

Me conduce por los pasillos desiertos. Parece mentira que tras la paredes haya clases repletas de pequeños músicos castigando a sus inocentes instrumentos y aquí no se vea a nadie. Aprovecho para echarle una miradita a su trasero que se mueve acompasadamente con sus pasos.

-       “Aquí es”, dice señalando una puerta sin ninguna indicación.

Pongo cara de extrañeza y ella opta por entreabrir la puerta para mostrarme el camino. Cruzo por delante de ella y me vuelvo a mirarle a los ojos. Ella me mira también, pasa un instante, un segundo o un minuto, siento una fuerza que me impulsa a tomarla entre mis brazos y darle un beso apasionado.

Ella me deja hacer pero no responde. Sigo con los besos y le meto mano a la nalga. Ella sigue impasible como si no fuese ella. Me corta mucho esta pasividad tan manifiesta pero continuo metiéndole mano.

Le pongo la mano debajo de la falda y le palpo su coñito. Parece que he llegado al resorte secreto. Su respiración se acelera y su cuerpo empieza a reaccionar.

Atropelladamente le subo la falda hasta la cintura y empiezo a sobarle el coñito con delicadeza pero con mucha determinación. Poco a poco se va dejando vencer por los estímulos, terminando por pasar un brazo por encima de mis hombros para poder mantener la vertical sin miedo a derrumbarse ante la avalancha de sensaciones que experimenta.

Le cuelo los dedos por debajo de la braga y palpo su generoso monte de venus, blandito y bien poblado de pelos. Desciendo un poco más y uno de los dedos se cuela en medio de la rajita.

Para poder manipular mejor trato de quitarle la braga. Ella se resiste. He llegado a uno de los límites.

Las bragas quedan lo suficientemente flojas como para poder manosear la zona a placer.

Esto sí que me lo deja hacer y yo le doy gusto tanteando sus labios exteriores y metiendo el dedo en medio de estos.

Me pongo a su lado y la masturbo a conciencia. Pongo todo mi interés y experiencia en estas lides para conseguir que esta desconocida se corra en mis brazos. Siento como su chochito se va humedeciendo progresivamente, como se dilata y como se enardece.

Lo más probable es que no pasemos de esto, pero me siento contento de poder hacer que se estremezca ante mis caricias. Hago que su cuerpo se ondule una y otra vez para adaptarse a mis manipulaciones.  Acelero el ritmo al tiempo que ella acelera su respiración, la mantengo un suspense un instante y luego continúo hasta que consigo que se corra.

Manteniendo la mano bajo su braga dejo que se recupere y que recobre la compostura.

Me da un beso en señal de agradecimiento y se va sin decir ni una palabra pero moviéndose alegre y complacida.

-       “La próxima vez que necesites venir la lavabo no dudes en avisarme”, dice la muy picara.

Deverano.