Esperando al autobús

Me aburria esperando en la estación, no sabía que hacer, hasta que entré en los servicios, y sin darme cuenta, aquel hombre había metido su mano en mi paquete y después tendría su polla en mi boca...

Estaba en la estación de autobuses, quedaba aún media hora para que partiera mi bus. Sin batería en el móvil, ni mp3, ni ningún entretenimiento. Me hacía pis, así que decidí acercarme a los baños de la estación. Al entrar estaba todo un poco sucio, se percibía el olor a orina y había cuatro urinales y cuatro cubículos con retretes. En un urinal había un señor, de unos treinta o treinta y cinco años, con el pelo negro como el tizón, era bastante apuesto, vestía con pantalones cortos, le llegaban a las rodillas, mostraban unos gemelos muy fuertes, y dejaba imaginar que tendría unos cuádriceps bellísimos. Le hacía un culito muy bonito, redondito, parecía duro y terso. La camiseta que llevaba era azul, dejaba ver que no tenía barriga, al contrario, parecía que tenía bien definidos los abdominales y los pectorales, un macho de verdad. No tenía barba, sólo lo justo de no haberse afeitado en un par de días. Estábamos solos. Antes de empezar a relatar lo sucedido, diré que tengo veinte años, soy muy delgado, rubio, muy mono y guapete, con pinta de niño.

Al entrar saludé con un simple hola, me dispuse a ponerme al lado de su urinal, me saqué la polla y empecé a mear. Noté como el hombre que había a mi lado se asomaba a mirármela. Mientras observaba mi meada se sacudía su polla ligeramente, disfrutando del panorama que sin querer, yo le estaba ofreciendo. Mi polla se notaba flácida, pequeña, pero al notar sus miradas iba creciendo mi excitación y el morbo que sentía, haciendo que notase que pronto se precipitaría una erección.

Dada la situación, pensé en mirar su paquete, él lo tenía todo erecto, estaba empalmadísimo, mostraba una polla enorme, de unos 20 centímetros, bastante gruesa y con venas. Se la masajeaba suavemente, con un ligero vaivén, a veces suspiraba algo más fuerte, se le notaba excitado, me fijé en su torso y sus pezones se marcaban a través de su camiseta, entonces subí la cabeza y nos cruzamos con una mirada algo perversa. Noté vicio y placer en esa mirada, le brillaban los ojos, unos ojos marrones, llenos de lujuria.

Entonces mi aparatito se activó, hacía tiempo que había dejado de mear y empezó a empalmarse, a ponerse duro, esa mirada viciosa fue la que activó todo mi ser, y me activó a mí. Empecé a masajear suavemente mi polla, mientras él me miraba, aún no sabía su nombre, no sabía nada de él, sólo habíamos intercambiado un saludo cortés y ahora me moría de ganas de intercambiar nuestros flujos más íntimos.

Entonces tomó él la iniciativa me agarró el paquete, empezó a masajearme. Yo me dejé hacer, no era su primera vez, pues se notaba que sabía lo que se hacía, me pajeaba, yo me mostraba nervioso, no era la primera vez que tenía contactos con hombres, pero tampoco era muy experto, torpemente puse mi mano en su polla, haciendo caso del gesto que me hubo hecho anteriormente, se la toqué, la agarrarla noté que era más gorda de lo que había visto a simple vista, casi no llegaba a rodearla con mi mano, y empecé a acariciarla, me moría de ganas de ponerme de rodillas y meterme ese elemento en la boca, pero cualquiera podría entrar en el servicio. Al recapacitar en esto, le hice un gesto para indicar que nos metiéramos en el cubículo de algún retrete y así hicimos, nos metimos los dos algo acalorados, con nuestras pollas duras chocando entre sí, cerramos la puerta y nos empezamos a besar, movía su lengua con mucha habilidad, deseé que se tragara mi polla para sentir ese placer, pero antes tenía que sofocar mis ganas de carne, así que me agaché y me metí esa polla tan enorme en mi boca, me costó al principio, me hice daño en la mandíbula al intentar abrir tanto, pero finalmente entró, entró esa pedazo de polla, una polla de verdad, gruesa con venas, grande… seguramente lechera, deseaba que llegara el momento en el que me inundara de leche, pero aún tenía que disfrutar de esas dimensiones y lamer cada rincón de esa polla descomunal. Le metí la lengua por los testículos, él se estremeció y dejó escapar algún que otro gemido, estaba disfrutando de todo lo que le hacía, se contraía, se agarraba a la pared, se convulsionaba a cada roce de mi lengua con su instrumento. Quise subir para que él se dedicara un rato a la mía pero me agarro fuertemente la cabeza y me siguió follando la boca, con unas acometidas brutales, me ahogaba de vez en cuando, pero yo me excitaba muchísimo al ver a este macho, gimiendo de placer, y bombeándome con toda su fuerza. Sólo veía su abdomen porque se había levantado un poco la camiseta, terso, duro, sexy, me entraron ganas de recorrer todo su cuerpo con mi lengua pero ahora la tenía ocupada, estaba ocupada con la parte que más placer le daba, chupaba y relamía su polla como si no hubiera final. Mientras tanto yo me pajeaba, era tal mi excitación que si seguía unos minutos más me correría y no, aún no quería que este encuentro tan especial se acabara, no aún, no con este hombre.

Me saqué su polla de la boca y le besé, nos besamos, con mucha pasión, pero más que pasión lo que había era desenfreno y vicio, morbo, sexo… Me cogió la polla la masturbó, su echó saliva en un dedo y fue a mi culo, intentando dilatarlo.

-          No, ahí no, nadie me ha follado el culo, soy virgen

-          ¡Anda! Un virgencito aquí, va a ser un placer abrirte por primera vez, relájate y disfruta

-          No, mejor no, que eso que tienes es muy grande, no estoy preparado aún

-          Si tu boca pudo con ella, tu culo también – me dijo.

Intento que su dedo entrara y lo consiguió pero yo grité de dolor, fue su insignificante dedo pulgar y me hizo polvo mis entrañas…

Al final desistió me dio media vuelta me agarró la cabeza, la puso a la altura de su polla, y empezó de nuevo a follármela. Esta vez volví a gemir, pero del gusto, me gustaba notar su polla en mi garganta, sus pelotas rozando mi mentón con unos pelos suaves, que cada vez que me rozaban me hacían estar más cachondo si cabía.

Sacó su polla de la boca, y descargó toda su lefa en mis labios y cara, salían chorros a borbotones, nunca había visto una corrida tan abundante ni placentera, yo estaba a mil, con un roce también estallaría como él, me levantó, cogió mi polla y la pajeó unos segundos y estallé igual que él, llenándole sus músculos abdominales de leche caliente, mientras él lamía de mi cara su lefa y disfrutaba pasándomela a la boca con su lengua. Noté su sabor, era dulce, deliciosa, quería que otra vez se me corriera en la boca, dentro… y que su metralla me llegara hasta la campanilla. Cogió papel de baño, me limpió y a continuación se limpió mi lefa de su cuerpo.

-          Hemos pasado un buen rato ¿eh? – me preguntó

-          Sí, ha estado genial

-          Yo estaré todos los días a las 19h por aquí a ver qué encuentro

-          Ahm – Titubeé

-          Espero verte de vuelta, por cierto, me llamo Manu

-          Encantado, yo soy Pepe – Dije mientras le estreché la mano, con manchas de mi semen.

-          Pepe, yo te abriré ese culo, resérvamelo, tú y yo vamos a jugar en sitios más privados, con más tiempo y más acalorados

Sonreí, sabía que volvería, quería repetir la experiencia con Manu, me moría de ganas… temía por mi culo, por el día que él lo abra… pero la curiosidad es más fuerte, y la curiosidad mató al gato, a ver qué pasará con este felino.

PájarosEnLaCabeza