Espérame en el hotel III
Continuación del castigo
Con un empujón te ordeno que bajes la cabeza y comienzo a trastear con la correa de la mordaza. La desato y te quito la anilla de la boca. Tratas de mover la mandíbula para relajarla y desentumecerla pero, antes de que puedas agradecerme nada, meto una prenda de tela en tu boca y con un rollo de cinta aislante te rodeo la cabeza para que no puedas sacarla de ahí.
-No quiero estar escuchando tus gritos con lo que va a pasar a partir de ahora…
Te coloco un antifaz sobre los ojos por lo que no puedes ni ver ni hablar. Coloco la mano debajo de tu axila y te indico que te levante. Te guio por el lateral de la cama y te empujo hacia ella aunque, como no puedes ver donde estas ni puedes utilizar las manos, tampoco puedes evitar caer de bruces sobre el colchón. Tiro de tus piernas para que te coloques tumbado boca abajo y puedes sentir como me pongo de rodillas más o menos a la altura de tus pantorrillas. Coloco una mano a cada lado de tu cintura y tiro con fuerza para que levantes el culo y te dejo así de expuesto un breve periodo de tiempo mientras me giro hacia el bolso. Pese a que no sabes lo que está pasando escuchas como cojo algo y, poco después, el chasquido de unos guantes de látex apretándose al rededor de mis manos. Oyes como se abre y se cierra un tapón de lo que parece ser algún tipo de crema facial, solo que en realidad no es crema facial y los dos lo sabemos.
Oyes el frotar de una de mis manos contra la otra y, antes de esperártelo sientes como uno de mis dedos acaricia toda tu parte perianal, embadurnándola bien de algún tipo de lubricante. Tratas de forcejear pero sigues teniendo las manos aprisionadas y aunque tratas de alcanzar el guante que te está acariciando, con la otra te sujeto las muñecas y tiro hacia tu espalda para que no puedas hacer absolutamente nada. Sin poder moverte introduzco rápidamente un dedo en tu ano y lo saco con la misma velocidad.
-Uy… Has podido sentir eso?
-Mmmmmmm… — es lo único que puedes quejarte
-Tendré que repetirlo un poco más para asegurarme.
Esta vez me tomo más tiempo y lo introduzco lentamente, lo muevo e introduzco otro. Los saco y los vuelvo a meter lentamente.
Tras pasármelo bien durante un rato vuelvo a girarme hacia la bolsa.
-Vamos a probar con el más pequeño…
Trato de forzar algo en tu interior y, con todo el lubricante que hay consigo que entre.
La sensación que te envuelve sé que es indescriptible: impotencia, dolor, placer, más impotencia, pérdida de control, más placer…
-Mmmm… No, este ha entrado muy fácilmente.
-MMMMMpffff mmffffff – Trato de nuevo de quejarme.
Vuelvo a girarme y cojo otra cosa. Extraigo el plug que te he introducido y una sensación muy extraña te invade. Por desgracia solo es momentánea porque vuelvo a introducirlo rápidamente, volviendo a señalarte lo impotente que estas. Vuelvo a sacarlo y vuelves a sentir lo mismo que antes aunque con un poco menos de intensidad.
-Ahora sí que me voy a divertir…
Vuelves a escuchar el tapón abrirse y cerrarse. Coloco la cabeza del nuevo plug contra tu ano y sientes el frío del lubricante que hace que se te erice la piel… Comienzo a hacer presión pero no sucede nada. Vuelvo a usar la mano para masajear la zona, distribuir el lubricante y volver a meter un par de dedos. Mientras tengo los dedos abiertos tiro un poco y vuelvo a apoyar la cabeza del plug y a hacer algo más de presión. Saco los dedos mientras sigo empujando el plug y, finalmente, consigo introducirlo.
Esta vez la sensación es muy distinta a la anterior. Tienes algo dentro de ti que no puedes expulsar de ninguna manera ni te permite cerrar el ano. Mueves las manos y tratas de abrirlas y cerrarlas simplemente por obtener algún tipo de expresividad pero sigo sujetándotelas fuertemente.
Te acabo soltando las manos porque se que ya es demasiado tarde y no puedes hacer nada. Me arqueo sobre ti, apoyando mis pechos sobre tu espalda y haciendo que mi vagina descanse sobre tus manos atadas. No se te ocurre tocarme expresamente porque entiendes que las consecuencias serían horribles. Con una de mis manos enguantadas te agarro del cuello y con la otra te hago más presión en la boca de modo que tu nariz puede oler tus dedos. Intentas apartar la cara pero te sujeto más fuerte y te tapo la nariz.
-¿No quieres oler? Tendré que ayudarte un poco…
Te mantengo un rato en esa postura y sin que te lo esperes tiro de ti hacia atrás haciendo que te pongas derecho, tus glúteos se contraigan y, por lo tanto, el plug que te he introducido se mueva. La sensación que te invade es, de nuevo, imposible de explicar. Ante la sorpresa tratas de coger aire pero mi mano te sigue tapando la única vía posible que tienes para respirar y tras unos cuantos segundos, que para ti son eternos, te destapo los orificios nasales. Aspiras con todas tus fuerzas y el olor que entra y que te fuerzas a aspirar te hace darte cuenta de lo cruel que puedes ser y, que por desgracia, solo acabo de empezar a jugar contigo.
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