Espérame en el hotel (FINAL)

El relato llega a su fin, ¿tendrá mi sumiso su ansiado orgasmo?

Dejo el bote abierto a tu lado y me alejo hasta la mesa en la que descansan las mordazas. Cojo una y me vuelvo a colocar a tu lado. A la vez que te acaricio la cara rodeo tu cabeza para volver a amordazarte,  esta  vez  con  la primera de todas las mordazas que cogiste, la que tenía un anillo algo más pequeño que la que acabé seleccionando. Aun así  creo que te sigue pareciendo bastante  grande. Vuelvo al bolso y cojo otra cosa. Debes pensar que el bolso es infinito. Me vuelvo a acercar y coloco un collar muy mullido y grueso alrededor de tu  cuello  que  te abraza completamente la garganta. Lo fijo en un agujerito que hace que te quede bien colocado pero vuelvo a tirar de él y lo fuerzo al siguiente agujero. Te cuesta un poco respirar pero como no puedes cerrar la boca, lo aprovechas para intentar coger más cantidad de aire.

Ato una pequeña cadenita al collar y la coloco sobre tu espalda. Ante el inesperado frío que sientes te  mueves ligeramente y la cadena cae  sobre el colchón.  Te azoto bien fuerte el culo para corregirte y vuelvo a colocar la cadena encima. Esta vez has aprendido a estarte quieto. Pongo mis manos en tus caderas y te indico que te gires hasta estar perpendicular a la cama y yo me pongo de pie en el suelo encarando hacia tus glúteos.

Me acerco un poco y sientes como el consolador se ajusta entre tus piernas. Comienzo a masajear con las manos enguantadas todo tu culo y tiro de los glúteos para abrirte un poco más el ano. Cojo el extremo del plug y tiro y empujo lentamente haciendo que se mueva más y más. Junto con el plug introduzco otro dedo. Esta vez tú voz sí que se proyecta al exterior de una forma clara aunque lamentable. Te doy otro azote que te hace volver a quejarte.

-No quiero volver a escucharte ni una sola vez más.

Te vuelvo a azotar por haberte quejado por el anterior y esta vez consigues quedarte callado. Muevo el dedo que sigo teniendo dentro de ti y comienzo a retirarlo. Sé que te sientes muy impotente ante mí, sobre todo por estar en esa postura sin estar atado ni limitado de ningún modo, y siendo solamente esclavo de mis deseos.

Comienzo a retirar el plug y tu ano comienza a dilatarse en gran medida. Para cuando lo saco se cierra por completo y te sientes muy violado y con una sensación muy extraña. Suelto el plug a tu lado y cojo el tubo de lubricante. Vuelvo a mojar los guantes y escuchas el  rozamiento del  látex con la silicona del consolador. Sabes lo que se viene y no puedes dejar de pensar en ello. Es la primera vez que vas a sentir algo así y no tienes ni idea de qué esperar.

Mis dedos vuelven a empujar tus glúteos y a abrirte el ano. Sientes el frío del consolador intentando abrirse paso mientras empujo con mi cadera y tiro de la tuya. No puedes expresar lo que sientes. Pero yo sé que se trata de impotencia, dolor, placer, odio, amor, felicidad, tristeza, violación…

Un grito quiere abandonar tu garganta pero esta vez eres tú quien lo reprime y no ninguna de mis mordazas. Sé que puedes tener muchos fallos pero por  lo  menos  aprendes rápido. Me doy cuenta y me siento decepcionada. Aumento un poco el ritmo y la fuerza de mis penetraciones, tirando más de tus caderas y moviendo las mías con más intensidad.

Quieres volver a gritar pero vuelves a contenerte. Estoy aún más  decepcionada así  que te doy un fuerte azote y aumento más el ritmo. Sigues conteniéndote aunque sé que has alcanzado el límite de lo que puedes callar. Tiro de la cadena que ha caído ya de tu espalda y paso a tirar de ella para seguir moviéndote. Te falta la respiración y sientes algo cada vez más intenso. Has perdido la batalla, no puedes evitar dejar que tu voz salga de tu boca y te azoto más fuerte como reprimenda.

De un momento a otro siento como tus brazos fallan al sostener tu cuerpo y acabas desplomándote de cara sobre el colchón aunque tu culo sigue levantado y unido a mí. No me detengo. Agarras fuertemente la sábana. No me detengo. Sigues gritando. No me detengo… Y de repente todo se vuelve blanco para ti.

¡Por fin! Mira que ha costado que grite… Parece que al final es mejor de lo que pensaba y todo… No era todo palabras el chaval este…

Mucho hacerse el valiente y el duro pero mira como le han fallado los brazos y ha acabado mordiendo almohada…

Bueno… Voy a sacar esto lentamente ahora que parece que está medio atontado. Seguro que no se da ni cuenta.

La verdad es que ha aguantado muy bien y la velocidad con la que me ha hecho moverme… He sentido tanto yo también… Estoy un poco cansada. Creo que voy a jugar solo un poco más con él y lo dejaré estar por hoy…

-Venga, espabila un poco que tampoco ha sido para tanto señorito…

Intentas levantar la cabeza para mirarme. Me he colocado delante de ti y el pene de plástico cuelga cerca de tu cabeza.

-Levanta – digo mientras te cojo del brazo para indicarte que  te  pongas  de rodillas.

Intentas mover los brazos pero te cuesta un poco, ahora mismo estas algo falto de fuerzas. Al moverte sientes como te duele el ano por lo que acabo de hacerte y al bajar la cadera no puedes evitar algunos espasmos automáticos para recuperar lentamente su forma original.

Cuando consigues incorporarte coloco tu mano en tu barbilla y te acerco la cabeza hacia a mí. Sin que sepas muy bien lo que está pasando introduzco el pene en tu boca y con la otra mano acompaso tu cabeza para que lo chupes entero. Intentas cerrar la boca pero la mordaza te lo impide así que no puedes evitar sentir el horrible sabor que tiene. Tiro más de tu cabeza haciendo que te llegue hasta la garganta y no puedes reprimir la arcada que sientes. Aligero un poco la tensión pero sigo haciendo que lo chupes sin parar mientras te miro sonriendo de oreja a oreja.

Al poco tiempo me canso y lo saco de tu boca. Te empujo y te tiro sobre la cama. Me alejo un poco de ti. Me quito el arnés y lo pongo junto al bolso. Me acerco a ti de nuevo y te quito la mordaza de la boca y las pinzas de los pezones. Finalmente comienzas a notar como desaparece muy lentamente el intenso dolor que no has parado de sentir.

-Ven levanta, que lo has hecho muy bien para ser el primer día…

Te levanto de la cama. No puedes hablarme por todo lo que sientes ahora mismo. Te doy el arnés y te mando a limpiarlo. Para cuando sales del cuarto de baño estoy sentada en el sofá. Me he vuelto a cambiar a la ropa que llevaba antes, aunque no me he puesto los tacones y mis pies descansan, descalzos, sobre la mesa de nuevo.

-Deja eso donde sea – te digo, hablando sobre el arnés – y ven aquí que te falta una última tareílla por hacer.

Me subo la falda de tubo y  dejo mi vagina al descubierto. Te agachas delante de mí y abro las piernas, colocando una encima de cada uno de tus hombros. Cierro las piernas aprisionando tu cabeza.

-Hasta que no acabes no vas a salir de aquí.

Asientes a modo de agradecimiento por el increíble privilegio que te estoy ofreciendo, sacas la lengua y te pones a trabajar.

Tras el primer orgasmo libero tu cabeza, haciéndote  entender que puedes salir pero, en su lugar, te quedas besándome toda la  zona  alrededor  de  mi vagina y acariciándome las piernas. Cuando ves que me he recuperado un poco vuelves a comenzar.

Tras el segundo orgasmo te separo abruptamente de mí, no puedo con un tercero, por lo menos no ahora mismo.  Tras recuperar un  poco el aliento coloco una mano a cada lado de tu cara, te acerco un poco a mí a la vez que me inclino.

Te doy un beso en la frente y te susurro.

-Eres libre señorito.

Espero que haya gustado la saga. Si teneís críticas, sugerencias o ideas, encantada de recibirlas en el correo