Espera
A veces me gusta escribir mis sueños humedos y compartirlos con su protagonista. En este caso soñe con disfrutar del sabor de mi amiga Jimena.
Sabía que estaba en un sueño desde el primer momento. Era de noche y había un ambiente extraño, con calles vacías y desconocidas para mí, donde las luces parecían encenderse solo a nuestro paso, y digo nuestro por que una mujer me había cogido de la mano y prácticamente me arrastraba hacia alguna parte. Durante un pequeño instante en que se giró para pedirme que caminara más rápido vi que era Jimena.
Era la segunda vez que soñaba con esa chica y como del primer sueño no conseguí recordar nada, parecía que mi mente se estaba ocupando de poner a salvo todas las imágenes que surgían de esta nueva fantasía, simplemente por el placer de poder describírselo todo cuando la tuviera delante.
Jimena me guiaba por la calle, con prisa, mientras me iba fijando como podía en detalles para poder guardarlos en mi memoria.
- Espera – Le dije al ver que tiraba de mi brazo con más entusiasmo.
Pero habíamos llegado a nuestro destino y vi como sacaba una llave de color rojo del bolsillo de su pantalón y abría la puerta de entrada a un edificio con el número 11 en su fachada.
Pasamos y subimos a un ascensor, sin decir nada, solo mirándonos, dejando espacio entre nosotros. Pulsó el botón del segundo piso y el elevador se puso en marcha, aquello iba a tardar un poco. Estaba oscuro y escasas luces se movían sobre el cuerpo de Jimena que parecía morderse los labios como si tuviera prisa. Me gustaba esa cara, aun más cuando le sonreí y me devolvió la sonrisa haciendo que aparecieran unos hoyuelos en sus mejillas en los que nunca me había fijado pero que ahora me estaban dando ganas de besarlos. Pensé en acercarme, pero pronto dimos un pequeño saltito, señal de que estábamos en el piso al que nos dirigíamos, y las puertas se abrieron para que pudiéramos salir al exterior.
Jimena volvió a coger mi mano y me llevó hacia un pasillo de nuevo con prisas.
- Espera – le decía sin querer realmente que esperara.
Tenía la sensación de que cuanto más nos adentrábamos en aquel edificio más a solas podía estar con ella y eso me encantaba. Me fijé en más detalles como su chaqueta o sus botas mientras la seguía.
Llegamos a la entrada del 2º B y la llave que escogió esta vez era de color verde, gracias a la cual pronto estábamos dentro del lugar en donde ella vivía. Me guió hacia su cuarto y simplemente se quedó de pie esperando que dijera algo.
Me paré un instante a mirarlo todo. Había una cama para una persona, una mesa con algunos libros y apuntes, y las paredes estaban llenas de planos, dibujos, esquemas y notas que parecían escritas por ella. No pude evitar interesarme por todo, curiosear y preguntar, obteniendo un gran resultado, ya que pronto vi como Jimena sonreía y disfrutaba hablando de su trabajo. Me explicaba todo al detalle y entusiasmada, mientras yo escuchaba con atención pero no podía dejar de fijarme en su nuca y recordar que por allí había un punto donde le gustaba sentir caricias. Ella me contaba, yo preguntaba, y cuando se giraba yo atendía, pero pensaba en dejarle sentir mi dedo entre sus cabellos en busca de aquella zona sensible y me iba acercando poco a poco. Así, con calma, llegue a posar mis manos sobre su cintura y a acercar mis labios a su pelo mientras ella, que no me vio llegar, se sobresaltó y dejo de hablar, hasta que acabo por girarse.
Nuestras bocas casi se rozaban y podía sentir su respiración mientras buscaba su mirada con la mía, tan cerca el uno del otro… Con mis manos aun en su cintura. Extendí el brazo para señalar y le pregunté por el último plano. Ella se giró pero no dijo nada, solo espero a que llegara por detrás y soplara despacio su nuca antes de empezar a besarla mientras la abrazaba.
Jimena apoyó sus manos en la mesa que tenía delante y agachó su cabeza para que pudiera encontrar con facilidad con mis caricias y besos su punto débil, hasta que volvió a darse la vuelta de repente y cogiendo mi muñeca me guió hasta la cama.
- Espera – dije de nuevo.
Quería jugar más, notar más tiempo sus labios, su respiración cálida y acariciar todo el contorno de su cuerpo. Mi plan era deshacerme de su ropa poco a poco, con calma. Me encantaba darle pequeños besos e ir cerrando los ojos, coger su labio superior y saborearlo despacio dejando que se me escapara y volviendo a por él, rozar su labio inferior con mis dientes, y luego acariciar su lengua con la mía procurando que aquello hiciera a nuestros cuerpos acercarse de forma inconsciente. Nos enredábamos en cada beso, que se hacía largo, húmedo e intenso y el calor empezaba notarse, así que a la protagonista de mi sueño le entraron las prisas y me quitó la camiseta. Sin embargo, aunque se lo permití, quise poner calma de nuevo.
- Soy un poco impaciente ¿sabes? – confesó Jimena
Y en silencio, para escuchar como su respiración se había acelerado me dispuse a enseñarle las ventajas de esperar un poco.
Le invité a sentarse sobre la cama y agachándome le quite las botas, mirándola, luego subí hasta su cuello y empecé a cubrirlo con mis besos por todas partes, dándole pequeños mordiscos o dejando que notara mis labios húmedos, hasta terminar bajando a su escote para coger la cremallera de su chaqueta con los dientes y bajarla despacio.
Me dejó sitio entre sus piernas, así que pronto estaba besando su ombligo, sus costados, y trepando por su cuerpo mientras desabrochaba su sujetador negro hasta que pude quitárselo, después, me puse saborear sus pezones con calma. Me metía uno en la boca mientras con mis dedos endurecía el otro frotándolo con las yemas y miraba los ojos de mi amante cuando me perdía por su escote y masajeaba sus pechos con mis manos sin ninguna prisa.
Disfrutando aun de probar sus pezones fui desabrochando su pantalón y quitándoselo, y luego con su ayuda, también nos deshicimos de su ropa interior. Como yo estaba agachado delante, y ella sentada en la cama, Jimena lo que venía a continuación lo esperaba y lo deseaba, pero como quería hacerla esperar empecé a recorrerla casi desde su tobillo. Trepaba con mis labios por su pierna izquierda, poco a poco, mirándola, subiendo un poco cada vez hasta ir llegando a la cara interna de sus muslos. Según subía me dejaba mas espacio y me acariciaba el pelo, volvía a sentirse impaciente y yo disfrutaba de nuevo de hacerla esperar. Chupaba cerca de su sexo, y ella trataba de guiar sutilmente mi cabeza para que mi boca entrara en contacto con su clítoris.
- Espera – dije en un momento de pausa, con mis labios rozando su piel.
Y pasé de una pierna a otra, para seguir rozando su piel con mis labios.
Recreándome y jugando de esta forma fue como empecé a acercarme más y más, preparando el momento en que mientras con mis dedos separaba un poco los labios de su sexo en el interior de mi boca concentraba la cantidad suficiente de saliva para que mi lengua deslizara deliciosamente sobre su clítoris, un excitante momento que hizo que Jimena se dejara caer hacia atrás en la cama y acercara mi cabeza hacia si misma para que siguiera comiendo y saboreando a partir de ese primer, cálido y húmedo lametón a su clítoris.
La verdad es que al principio no pretendía llevarla al orgasmo, solo disfrutar y explorar, extender la humedad con mis labios y besar despacio, viendo como mi amiga empezaba a jadear y acelerarse, y esperando el momento en el que chupar con más fuerza, incluso absorber su clítoris mientras la estimulaba llenándola poco a poco con mis dedos, le causaran el mayor deleite posible.
Desde el principio he pensado que si el placer de Jimena dependiera de mi, tendría todo el que quisiera, pero como dependía de mis habilidades, estaba dispuesto a descubrir y aprender todo lo posible.
Continué introduciendo dos de mis dedos, moviéndolos dentro y fuera de ella unas veces de forma lenta pero hasta el fondo y otras acelerando el movimiento, mientras, dejando mi lengua plana, seguía estimulando su clítoris con lametones largos e intensos que acababan con él, sujeto entre mis labios para poder chuparlo y hacerlo vibrar con el movimiento de mi cabeza.
Buscaba su orgasmo esta vez, su satisfacción, demostrarle cuanto la deseaba, poner todo mi empeño en que sus últimos gemidos fuesen para pronunciar mi nombre y pedirme más, saber que se estaba corriendo y que lo hacía de la forma que mas le apetecía. Su clítoris y mis labios no se separaban ni un milímetro, como si estuvieran fundidos y mis dedos se movían siguiendo el ritmo de su cuerpo, hasta que las sus caderas se arquearon y su cuerpo tembló. Se agitó, respiró, repitió con cada contracción de su sexo que se corría y por fin acabó acariciándome el pelo de forma relajada y recuperando su respiración normal. Luego se incorporó en la cama, me besó en la boca, dejándome sentir su lengua dentro y se acercó a mi oído.
- Espera – me dijo ella esta vez
- ¿Qué? – fue lo único que acerté a responder.
- No despiertes, espera.
Y desperté.
Impactado por el sueño, con esa sensación tan increíble que recorre mi cuerpo cuando Jimena se pasea por mis fantasías, me llevé los dedos a mis labios y me esforcé por recordar como si aquello hubiera pasado de verdad.
Lo echo de menos aunque ocurriera mientras dormía. Y quiero más.
Escrito por: Mathew Kapsize
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