Espectadora voluntaria 2

Una noche de verano paso de voyeur acompañado a ser voyerizado.

Esta historia que cuento hoy me sucedió cuándo salía con Sesé aunque esta vez ella no es la protagonista de la historia. Ahora no me acuerdo del motivo pero estaba en su piso con una de sus compañeras que se llamaba Susana. Con ella empezaba a tener confianza porque nos llevábamos bien dentro de la pandilla del piso al ser los más nuevos.

Estábamos los dos solos y antes de acostarnos, estábamos fumando un pitillo en la ventana de la cocina que daba al patio interior del edificio. Teníamos la luz apagada para que no entrasen los mosquitos en el piso y cuando estábamos acabando el pitillo, Susana me llamó la atención sobre la ventana del piso de enfrente. Era del mismo piso, pero los del edificio de enfrente era un poco inferior por lo que se veía todo lo que pasaba en la habitación y allí había una pareja besándose y tocándose por todos los sitios, muy acalorados y como con prisas. Estaban vestidos y yo pensé que seguro que cerraban las cortinas cuando empezaran con lo serio pero para mi sorpresa no lo hicieron. Se empezaron a desvestir y yo me empecé a excitar mucho y maldije que estuviera allí Susana porque no podría disfrutarlo a solas como me gusta hacerlo.

Pero cuando la vecina se puso a hacer sexo oral, salió el tema del voyeurismo a conversación entre Susana y yo. Le confesé que era algo que me volvía loco y que me encantaba masturbarme mientras veía a otras parejas hacerlo. Ella se rió y me dijo que a ella también le gustaba verlo aunque no la excitaba lo suficiente como para masturbarse. Yo tenía una erección muy grande que se empezaba a notar por debajo del pantalón del pijama (que son muy traicioneros para esto) e inconscientemente mi mano se iba hacia el paquete ya más que evidente en aquel pijama. Ella se dio cuenta cuando era él quien le hacía sexo oral a nuestra vecina y me dijo que era un descarado. Yo me quedé muy cortado en ese momento e intenté disimular pensando que lo decía en serio. Llevaba poco tiempo con Sesé y tampoco quería quedar mal delante de su compañera de piso. Pero ella se rió y me dijo que estaba bromeando, que no tenía que ocultar nada, que no le parecía mal, incluso todo lo contrario, que podía tocarme si quería. Entonces, dejé que mi mano acariciase el paquete por encima del pijama, pero la verdad es que me empezaba a apretar demasiado el slip y estaba incómodo. Viendo su actitud, que iba de liberal y natural, me dije que porque tenía que reprimir lo que me pedía el cuerpo y le pregunté si le importaba que me masturbase. Ella me miró y, soltando una carcajada, me dijo que para nada y que además no le diría nada a Sesé si a mi no me importaba que mirase como lo hacía. Yo le contesté que ella misma y me bajé el pantalón mientras no perdía detalle de como estaban follando nuestros vecinos.

Saqué mi verga dura del slip y empecé acariciándome el glande con la yema de los dedos, humedeciéndolo con la primera gotita que ya apuntaba. Luego agarré el tronco y empecé suavemente a masturbarme, arriba y abajo, apretando fuerte para disfrutar al máximo del espectáculo. Luego paraba, me acariciaba los huevos y los pezones con los dedos húmedos y volvía a empezar desde el principio. De vez en cuando, miraba de reojo a Susana que ahora se dividía entre el espectáculo de los vecinos y el que yo le daba. Pero de repente, los vecinos bajaron la persiana y nos quedamos sin el final. Se debieron de dar cuenta de nuestra presencia y nos cortaron.

Yo seguía acariciándome la polla, subiendo y bajando con la mano. No me faltaba mucho para acabar pero ahora la situación había cambiado hasta el punto de que era yo el protagonista de la historia. Susana se sentó en una silla enfrente de mí, en la penumbra de la cocina y dijo: qué putada. Yo le dije que sí y que mejor me iba a la habitación. Ella, riéndose, me contestó que de eso nada, que ahora no se iba a perder el segundo espectáculo y vino detrás de mí. Con eso no contaba, pero estaba claro que era mejor de lo esperado. Me tumbé en la cama y ella se sentó a los pies de la misma, apoyada contra la pared, viendo como me seguía masturbando. Yo me desnudé por completo y estaba a punto de correrme. Mi polla estaba hinchada y dura y le dije que estaba a punto. Para mi sorpresa, ella se puso más cerca. Cerré mi mano con fuerza sobre mi pene para retrasar la eyaculación. Quería que me mirase desde tan cerca un poco más. No podía contener los gemidos y el placer era absoluto. Disfrutaba con su mirada tanto como si estuviese haciéndome sexo oral. Eso hizo que soltara mi primer chorro, que salió disparado hacia mi boca. El segundo llegó hasta mi pecho y luego los siguientes que se fueron depositando sobre mi estomago y bajo vientre y poco a poco fui exprimiendo hasta la última gota. Ella miraba atenta, sin decir nada, mientras mi respiración volvía a la normalidad.

-Te gustó- le pregunté

-Sí, nunca vi a un tío masturbarse tan bien como tú, que disfrutase tanto- me contestó

Le pedí si me traía algo para limpiarme y volvió con una toalla. Se sentó de nuevo en la cama:

-Voy a limpiarte yo, quieres?- me preguntó

-si te apetece, adelante- y empezó a limpiarme la boca, después el pecho, luego la barriga, y por último, no sin antes guiñarme un ojo, la polla

-Gracias- le dije

-De nada, ha sido un placer- me contestó

-Me dejarás verte algún día a ti- le pregunté

-No creo

-Bueno- dije resignado

Entonces, me senté en la cama y me puse el pijama

Pero si quieres repetir esto, a mi me encantaría- me dijo-pero Sesé nunca se puede enterar

OK, te avisaré para la próxima- le contesté aunque nunca volvió a suceder. Ella se echó novio al poco y no volvimos a quedarnos solos de nuevo

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