Espectáculo del gran circo Berry

El circo Berry ha finalizado la temporada, pero una noticia inesperada hará que los compañeros tengan que tomar medidas en el asunto.

31 de Julio 20:30- Circo Berry

El circo está a rebosar, es el último día en el que se representa la función y nadie ha querido perdérselo.

Russell Berry micrófono en mano se coloca en el centro de todas las miradas y con una amplia sonrisa de dirige al público.

-Y ahora lo que todos estabais deseando. El único, el maravilloso…- Toma aire. – Max Galactica.

En ese momento todos los focos se apagaron y tras una gran llamarada apareció el joven mago haciendo toda clase de trucos desatando así los aplausos del público.

Mientras en el vestuario el clima no era tan agradable. Allí se encontraban el veterano payaso Moe y el ventrílocuo Ben.

-¿Te has enterado de la última de Max? – Preguntaba el humorista retóricamente. - ¿Cómo puede pedir un aumento de sueldo siendo él el que más cobra de todos?

Ben asentía de vez en cuando asentía sin hacerle demasiado caso, había escuchado ya demasiadas veces el mismo discurso.

Pasados unos minutos terminaron de cambiarse, ya eran más de las 9, el show ya había acabado y tenían que reunirse todos para hablar de la nueva gira en septiembre.

Fueron los últimos en llegar, allí les esperaban Russell Berry, el jefe; Regina Berry, la domadora; Max Galactica, el mago y "Acro" el acróbata que aún seguía en silla de ruedas por su lesión.

La reunión duró más o menos media hora, estaban a punto de irse cuando Max llamó la atención de todos.

  • Un momento chicos. – Todas las miradas se dirigieron a él. – Regina y yo queremos invitaros a nuestro enlace que será el próximo 15 de Agosto.

La noticia sorprendió a la gran mayoría ya que ni siquiera sabían que Regina y Max fuesen algo más que amigos. Russell si que estaba enterado y fue el primero en dar la enhorabuena, después los demás se fueron acercando a la pareja para felicitarles por su futura boda.

Ben y Moe iban en el mismo coche de camino a casa, el payaso tenía cara de muy pocos amigos y no tardó en volver a quejarse.

-¿Te has dado cuenta de lo que acaba de decir? – Decía entre gritos. – Este lo que quiere es quedarse con el circo. – La ira se iba apoderando de él cada vez más. – Esto no va a quedar así, te aseguro que no va a quedar así.

Ben en parte también estaba de acuerdo con lo que decía Moe, y él estaba realmente dolido ya que estuvo enamorado de Regina, el también quería vengarse de Max, ya que este le había roto una botella en la cabeza el día en que se entero que se había declarado a Regina.

Poco a poco una idea comenzó a surgirle en la cabeza, al principio desecho esa idea ya que le parecía una barbaridad pero entonces recordó el botellazo que Max le propinó y entonces lo tuvo claro, con la ayuda de Moe iba a conseguir vengarse de Maximillion Galáctica.

-Moe, - Dijo Ben avergonzado. - ¿Qué te parecería si…? –Comenzó a contarle todo su plan y una vez terminó una sonrisa apareció en la cara del payaso.

-Eres un genio Ben, se va a enterar este mago de pacotilla de lo que son capaces sus colegas de curro

Una vez llegaron a la casa de Moe, se despidieron sabiendo que las cosas iban a cambiar a partir de ahora, tan solo era cuestión de tiempo.

Pasada una semana consiguieron terminar su "magnifico plan" para vengarse de Max Galáctica. Y hoy era el día en el que lo iban a poner a prueba. Empezaron llamando a la prometida de Max, la domadora Regina Berry. Todos sabían en el circo lo infantil que era y no fue difícil engañarla diciéndole que iban a darle su regalo de bodas.

Habían quedado en la casa de Ben que era la más espaciosa y allí podrían divertirse más.

Pasada una hora sonó el timbre, Moe se levantó a abrir y tras la puerta apareció la joven Regina. Llevaba la misma ropa que solía utilizar en el circo: Una chaqueta rosa ceñida al cuerpo y por debajo un body del mismo color, también llevaba unas medias oscuras y unas botas de tacón alto. Estaba preciosa, se había alisado su rubio pelo y podía verse perfectamente su aniñada cara. En su mano izquierda llevaba el cetro que utilizaba para tener a raya a los leones del circo, Moe jamás la había visto separarse del cetro.

La invitaron a sentarse y comenzaron a hablar amenamente. Hablaban de banalidades, del circo, de la boda, etc. Y hablando de la boda salió el tema del regalo.

  • ¿Dónde está el regalo que me vais a hacer? – Preguntó Regina con ansias.

  • La verdad que no es un regalo material. – Aclaró el payaso. - ¡Te hemos preparado tu despedida de soltera!

  • ¿Despedida de soltera? – Dijo la joven dubitativa. - ¿Qué es eso?

  • ¿No sabes lo que es? – Preguntó Moe alarmado. – Es una fiesta que se celebra antes de la boda para disfrutar de los últimos días como soltera.

  • Suena divertido. – Dijo la joven en un tono alegre.

  • En las despedidas de soltero se suelen hacer muchas locuras, pero como eres muy joven hemos decidido que sea una fiesta tranquila.

  • No. – Dijo Regina enfadada. – Yo quiero hacer alguna locura.

-Vaale, pero sin pasarnos ¿Eh?, que nos están esperando tu padre y Acro en un bar para seguir la fiesta. – Mintió el veterano payaso.

Ben salió de la habitación y volvió con una botella de tequila, tres vasos de chupito y una baraja de cartas. El plan iba sobre ruedas, en menos de media hora Regina estaría totalmente borracha y con su inocencia podrían aprovecharse de ella. La cara que iba a poner Max cuando se enterase de que su dulce Regina no iba a llegar virgen al matrimonio.

Ben cogió asiento de nuevo tras dejar todo encima de la mesa. Moe abrió la botella y llenó los vasos.

  • Vamos a jugar a un juego que se llama "Bebe o paga". – Dijo Moe. - ¿Has jugado alguna vez? – Regina negó con la cabeza. – Tu tranquila tan solo hay que ir mostrando cartas y según cual toque hay que beber o hacer una prueba.

  • ¡Que wai! – Gritó la joven. – Vamos a jugar, vamos a jugar.

Comenzaron a jugar, el juego se lo acababa de inventar Moe así que tuvo que ir improvisando pruebas estupidas (contar chistes, cantar, hacer mímica) con ir bebiendo, pasados 20 minutos el licor de la botella rondaba la mitad y el alcohol comenzó a hacer mella en los tres, pero sobretodo en Regina ya que era su primera vez.

  • Puff… Que calor hace aquí. – Dijo la joven.

Era normal ya que Ben había puesto la calefacción nada más empezar el juego para que la temperatura subiera y conseguir quitarle la ropa con más velocidad.

  • Si, la verdad que hace calor. – Dijo Moe levantándose. – Será mejor que nos quitemos las chaquetas.

Los tres lo hicieron a la vez y fue Ben el que colgó las chaquetas en la entrada. Moe no podía quitar la mirada del cuerpo de la joven que tenía delante. Aquel body rosa se pegaba a cada centímetro de piel haciéndosele notar sus redonditos pechos, no eran demasiado grandes pero para Moe eran lo suficiente para parecerle atractivos. También se fijó en que a la joven le costaba mantener el equilibrio, señal inequívoca de que el alcohol ya había hecho mella en ella, ahora empezaba el verdadero juego, ahora podrían vengarse de Max Galactica.

  • Bueno sigamos jugando. – Dijo Moe al ver entrar a su compañero de nuevo. - ¿A quien le toca enseñar carta?

  • A mí, a mí. – Repetía entusiasmada Regina mientras mostraba la carta.

  • Uy, el rey de oros, esta es una prueba de las fuertes. – Dijo el payaso sin poder reprimirse una sonrisa picarona. – Tendrás que hacernos un baile sensual a Ben y a mí durante un minuto.

  • Vale!!! – Gritó la joven poniéndose de pie.

Tenía movimientos bastante torpes pero lo suficientemente sensuales como para hacer reaccionar los miembros de los dos hombres que miraban, al principio les separaban un par de metros de la improvisada bailarina pero al rato se acercó a ellos y empezó a interactuar con ellos. Les abrazaba, les acariciaba la cara, incluso rozó un par de veces con su trasero los miembros de sus compañeros que para entonces estaban tiesos como lanzas.

Moe no aguantó más y le plantó un beso en la boca. La joven en un primer momento no supo que hacer, estaba en estado de shock pero cuando sintió la lengua del payaso introducirse en su boca no se pudo aguantar, deslizó su lengua para así fundirla con la de su compañero en un tórrido beso.

Las manos de Moe comenzaron a investigar el cuerpo de la muchacha y no tardó en deshacerse del body que llevaba, dejándola así en ropa interior. Llevaba un sujetador color azul cielo acompañado de unas braguitas del mismo color. Las manos del payaso salieron disparadas hacia los pechos de ésta y comenzó a amasárselos con dulzura.

Regina también fue desnudando a Moe hasta dejarlo en calzoncillos, una extraña sensación comenzó a nacer en la entrepierna de la joven, era un deseo ardiente y este no paró hasta que empezó a frotarse contra el duro miembro de su pareja y una placentera sensación comenzó a invadir todo su ser.

Ben mientras lo único que hacía era mirar la escena desde fuera y ya no aguantaba más, quería entrar en acción y no se lo pensó dos veces.

Separó a Regina de Moe y se arrodilló frente a ésta, de un tirón le puso las braguitas a la altura de los tobillos y al momento sacó su lengua para comenzar a moverla por la mojada raja de la joven. Regina comenzó a gemir como una loca, jamás había sentido nada parecido, estaba en la gloria, Ben la estaba llevando al séptimo cielo con su lengua. Pero no era la única que estaba disfrutando con aquello, Ben había deseado mucho estar en esta situación y ahora la estaba disfrutando lo mismo o más que la joven. Era precioso el coñito de su compañera; rosadito, húmedo y rodeado de pelitos dorados. El ventrílocuo se estaba poniendo ciego. Metía su lengua hasta lo más profundo que podía en la vagina de la joven y una vez allí dibujaba círculos en ella para darle el mayor placer posible. Las manos las tenía situadas en el culo y lo masajeaban con pasión, Ben jamás había estado tan excitado como aquella vez.

Moe aún no podía reaccionar, aún estaba sorprendido con lo que acababa de ver. Con lo tímido que era Ben, era imposible que se estuviera comiendo el coñito de la dulce Regina. El miembro de Moe no podía más, necesitaba entrar en acción.

  • Regina, vete arrodillándote en la cabeza de Ben ya verás que placentero. – Dijo el payaso mientras se quitaba los calzoncillos.

Regina no respondió, le era imposible articular ninguna palabra, tan solo podía gemir y gritar, pero obedeció. Poco a poco se fue arrodillando y eso hizo que Ben tuviera que irse tumbando. La nueva posición era más cómoda para la joven ya que le estaban empezando a fallar las piernas y temía poder caerse, así podría concentrarse al 100% del favor que le estaba haciendo su compañero Ben.

Regina vio como Moe se le estaba acercando desnudo hasta ponerse frente a ella. El palpitante miembro del payaso estaba a escasos centímetros de la cara de la joven que no dejaba de gemir como una loca.

  • Abre la boquita Regina. – Le dijo Moe mientras le acariciaba la cara.

La domadora no tenía muy claro que es lo que iba a pasar pero no estaba como para pensar, así que abrió la boca. El payaso le agarró por la nuca y le hizo tragarse su polla. Regina no entendía nada, sentía el duro miembro de su compañero palpitar dentro de su boca, no sabía muy bien que hacer por lo que miró al payaso en busca de órdenes.

  • Quiero que me hagas una mamada. – Decía mientras movía levemente la cabeza de la joven. – Quiero que te la tragues entera, ya verás como te gusta. – La cabeza de Regina se movía cada vez con más velocidad. – Utiliza también tu lengua. – Le dijo guiñándole un ojo.

La domadora comenzó a hacer círculos sobre el miembro del payaso que no pudo reprimirse un sonoro gemido al sentir las caricias de la lengua de Regina. Moe comenzó a mover de nuevo su mano y la cabeza de la joven comenzó un dulce mete-saca el la dura polla de su compañero. Ella seguía gimiendo aun teniendo la boca llena ya que Ben seguía dándole todo su amor a su rosada rajita. Ben estaba encharcado en fluidos vaginales así que decidió cambiar de estrategia. Metió dos de sus dedos en el coñito de la joven y comenzó a moverlos a gran velocidad, tras eso movió su cabeza hacia atrás y allí encontró el ano de la joven, Ben se puso aún más duro solo de verlo y no pasaron ni cinco segundos para lanzarse a devorarlo. Los gemidos de Regina eran mucho más intensos ahora, jamás se pudo imaginar que se podían sentir este tipo de sensaciones, el trabajo que estaba realizando Ben era fantástico. Aunque también le estaba excitando el trato que le estaba dando Moe, le encantaba que su compañero fuera el que marcara el ritmo de la mamada con su mano, no entendía porque pero estaba disfrutando un montón la mamada que le estaba proporcionando al payaso.

Pasaron unos minutos y la situación era sensiblemente diferente. Todos seguían colocados en las mismas posturas pero había ciertos matices que no eran iguales. Ben por ejemplo estaba lamiéndole el clítoris con intensidad mientras movía a gran velocidad los cuatro dedos que le había metido en la vagina y los dos que tenía en el ano. El primer orgasmo de Regina estaba al caer pero mientras llegaba ella intentaba tragarse la polla de Moe en su totalidad. Era el payaso el que seguía moviendo la cabeza de la joven, llevaba un ritmo vertiginoso, la polla estaba empapada en babas y eso hacía que se deslizara mejor por la boca de la joven. Moe la animaba a seguir entre gemidos, no tenía ninguna duda de que acabaría consiguiendo su objetivo.

El cuerpo de Regina estaba a mil, eran demasiadas las emociones que estaba sintiendo y sentía que iba a explotar. Necesitaba soltar aquella fuente de placer, quería gritar, saltar, hacerlo todo. Sentía que estaba ardiendo en placer y que necesitaba desahogarse un poco.

  • No puedo más, no puedo más. – Decía la joven mientras se restregaba por la cara de Ben. – Ya viene, ya viene. – Ben introdujo un tercer dedo en el ano de la joven, ésta no aguantó más y lanzó un sonoro gemido, acababa de tener su primer orgasmo.

  • ¿Quieres que pasemos a la siguiente fase? – Preguntaba Moe excitado. – Vamos a poner a mil tus agujeritos.

  • Creo que ya se que es lo que queréis hacer. – Comento Regina preocupada. – Y lo siento no puedo, prometí a Max que llegaría virgen al matrimonio.

Ben miró a Moe preocupado, no podía acabar así su plan. Tenían que follarse a esa zorra, tenían que domarla antes que Max.

  • Creo que tienes un mal concepto sobre la virginidad. – Comenzó Moe a inventar. – El sexo está creado para traer vida al mundo y ahí es cuando uno deja de ser puro, cuando un hombre deposita su semilla dentro de una mujer. – El payaso hizo una pausa y miró a Regina a los ojos. – Nosotros jamás querríamos hacerte eso, tan solo queremos que tengas un buen regalo de bodas y que te acuerdes de nosotros siempre.

Ben estaba flipado, no podía creerse el discurso que acababa de pegar su compañero por echar un polvo, Regina sin embargo estaba pensando y le parecía del todo lógicas las palabras de su compañero, se sentía realmente feliz de estar rodeada de gente tan maravillosa.

  • Bien Moe, sigamos divirtiéndonos entonces. – Dijo la joven poniéndose de pie.

  • Ya verás como no te arrepientes. – Dijo con una sonrisa en la cara. – Ahora túmbate boca arriba en el suelo y abre bien las piernas.

Regina se tumbó al instante, su respiración era tranquila y ya no sentía ese ardor lleno de placer por su cuerpo y esperaba no tardar mucho en volver a estar gritando de nuevo.

Moe se colocó entre las piernas de la joven, sus ojos no podían dejar de mirar aquella dulce rajita. Se moría de ganas por meter la cabeza y comenzar a lamer aquella preciosidad, pero no era lo que tocaba. Tenía que percutir a aquel coñito, tenía que darle el segundo orgasmo, tenía que desvirgar a la joven domadora. Y el escenario era perfecto, Ben había hecho un gran trabajo, con un poco de suerte no le dolería nada.

Regina estaba expectante, veía a Moe como se acercaba cada vez más entre sus piernas, sentía mucha curiosidad, las caricias y lametones de Ben habían sido formidables, quería ver cual era la sensación que le daba sentir el miembro de su compañero introduciéndose dentro de ella.

En ese momento lo sintió, sentía como la polla de Moe se iba abriendo paso muy lentamente por las paredes de su coñito. Sentía como empezaba a mojarse otra vez y como el placer comenzaba a extenderse por todo su ser. El miembro de su compañero estaba totalmente dentro de ella y empezó a meterlo y sacarlo lentamente, dulcemente. Pequeños gemidos comenzaron a salir de entre los labios de la joven poco a poco la velocidad iba aumentando y también así la intensidad de los gemidos. Ben se acercó a ella, se sentó al lado y le acercó la polla a la cara, la escena se volvía a repetir, pero esta vez el miembro que tenía delante era más grande y en el capullo había un liquidito que lo hacía brillar pareciendo así más apetecible. Regina abrió la boca y esperó a que el ventrílocuo se la llenara con su bestial aparato.

Ben estaba extasiado, no podía creerse la imagen que tenía delante. La joven Regina estaba mirándole con la boca abierta, empapada en sudor y sin parar de gemir. Se sentía un poco culpable por lo que le estaban haciendo y entonces le vino la imagen de Max y una mezcla de rabia y excitación llenaron su ser. Agarró por la nuca a Regina y le metió media polla en la boca, comenzó a moverle la cabeza a un ritmo bastante rápido tenía que quitarse la imagen de Max de la cabeza y no había mejor manera que ver a su prometida tragarse su polla.

Tenía el coño muy estrecho y eso le encantaba al payaso, en cada envestida las paredes de la vagina abrazaban su miembro y eso lo ponía a mil. Metió dos dedos en el culito de la joven, tenía que abrirla bien para su compañero, aquella doble penetración iba a ser bestial.

Moe siguió aumentando el ritmo de las envestidas a la vez que iba aumentando el número de dedos que iban perforando el ano de la joven. Regina parecía encantada ya que no paraba de lanzar gemidos, éstos quedaban ahogados por la polla de Ben que seguía moviéndose por la boca de la joven.

  • ¿Quieres tragártela toda? – La domadora asintió sin dejar de tragarse el miembro de Ben. – Vamos zorra, sigue tragando, ya verás como puedes.

Ben introducía su miembro muy lentamente e iba empujando la cabeza de Regina hacia si mismo haciendo que su miembro fuera entrando cada vez más.

En cada envestida le hacía tragar un poco más, la dominación que estaba ejerciendo sobre la joven le estaba poniendo a mil. Le entraron ganas de ponerse sobre ella y empezar a follarle la boca hasta correrse en su garganta, pero enseguida desechó la idea. Su amigo estaba poniendo a punto el culito de Regina y sería el quien lo desvirgara. Tenía que aguantar.

La polla de Moe entraba y salía a un ritmo vertiginoso del coñito de Regina, el segundo orgasmo se estaba aproximando a pasos de gigante. El flujo vaginal salía a borbotones y el cuerpo de la domadora no paraba de convulsionarse, ahí estaba, Regina se acababa de correr. Moe se centró entonces en el ano de la joven. Tenía que seguir cediéndolo para que no hubiera dolor, miró a la parejita de arriba, aún tenía algo de tiempo.

  • Venga Regina, sigue así, estás a punto. – A la joven le daba alguna que otra arcada pero no podía parar, aún habiéndose corrido quería tragarse aquel pedazo de carne. – Sigue así putita, ya no te queda nada. – Regina miraba fijamente a Ben a la cara, estaba lleno de placer, la joven sabía que estaba haciendo un buen trabajo.

La polla tocó su campanilla, lo había conseguido. Ben la estaba mirando, su cara lo decía todo. Estaba en el séptimo cielo. Regina intentó apartar la cabeza, pero Ben se lo negó.

  • Espera un poquito, nena. Déjame disfrutar de esto un ratito más. – Regina como acto reflejo comenzó a mover la lengua como pudo alrededor del miembro de Ben. -Este lanzó un gemido. – Eres la mejor, rubia. – Tras decir eso comenzó a sacar su miembro mientras le acariciaba la cara.

Moe sacó sus dedos del culo de Regina, con el tratamiento que le había dado, no había nada que temer.

  • Espero que te esté gustando el regalo. – Dijo el payaso mientras se tumbaba en el suelo. – Ahora viene la mejor parte, túmbate encima de mí, ya verás. – Regina no tardó ni medio segundo en hacerlo, necesitaba más, aún no estaba satisfecha. – Ya te has comido el primer y el segundo plato, a ver que te parece el postre. – Moe acababa de colocar su miembro en la entrada de la rajita. – Esta vez llevarás tu el ritmo de la función, con el movimiento de tus caderas elegirás el ritmo de las envestidas. Adelante.

Regina comenzó a moverse muy lentamente, el miembro de Moe entraba y salía sin ninguna dificultad. El payaso se centró en los pezones de la joven, empezó a hacerle todo tipo de maldades; se los besaba, lamía, incluso le daba algún que otro mordisco. Regina miró un segundo hacia atrás y allí vio a Ben de pie mirándoles, eso fue algo que le extrañó y no tardó en preguntar.

  • ¿Por qué Ben está ahí quieto?

  • Tranquila pequeña. – Dijo Moe entre gemidos. – No tardarás mucho en sentir a Ben.

Se quedó un tanto extrañada pero enseguida se le fue de la cabeza al sentir la voraz lengua del payaso adueñarse de sus pechos. Ben no paraba de mirar, veía como el duro miembro de su compañero entraba y salía chapoteando en el coñito de la domadora, él poco a poco se acercaba hasta ponerse frente al culo de Regina que no paraba de moverse. Posó sus manos sobre ella y esta se detuvo sorprendida. Llevó una de sus manos a los flujos vaginales que emanaban sin parar y los puso en la entrada de aquel dulce ano. Después se llevó la mano a su miembro y lo acercó a la entrada y sin pensárselo dos veces comenzó a meterlo. Moe también lo hizo y Regina no pudo más que empezar a gritar como una loca al darse cuenta de lo que estaba pasando. Ambos miembros avanzaban lentamente intentando llegar hasta el fondo. Los tres gemían con intensidad, por fin había llegado la verdadera hora de disfrutar.

  • Bueno pequeña te recuerdo que tú eres la que manda ahora. – Dijo Moe al sentir que ambos miembros estaban dentro. – Tú marcas el ritmo.

Regina se movió un poquito y la oleada de sensaciones fue espeluznante. Poco a poco comenzó a mover las caderas y sus dos compañeros movieron las suyas al compás. La joven sentía que estaba a más de 200º, se iba a volver loca con tanto placer. Y entonces llegó la gota que colmó el vaso, Moe dio un dulce lametón a uno de los pezones de la domadora y en ese momento se volvió loca.

Comenzó a mover las caderas a toda velocidad, Ben y Moe no se quedaron atrás y comenzaron a bombear los dos agujeros con fuerza. Regina gritaba sin cesar, sentía que la iban a partir en dos en cualquier momento, pero eso no le importaba. Quería más y más.

Se oía como las dos pollas chapoteaban al entrar y salir del cuerpo de la domadora, el plan había salido a la perfección y ahora estaban disfrutando con creces de aquello.

Regina estaba como poseída, movía sus caderas de una manera endiablada, quería sentirlas totalmente dentro, quería llegar al orgasmo cuanto antes, necesitaba que esas dos pollas la llevaran al cielo ya.

Moe seguía empujando con fuerza, el coñito de la joven ya estaba bastante abierto y sobretodo, estaba muy pero que muy mojado, sabía que no tardaría mucho en venirse. A él tampoco le quedaba demasiado, la situación le estaba poniendo como una moto. Ben también seguía percutiendo el culo de Regina que aceptaba gustoso aquel miembro.

  • No puedo más, no puedo más. – Decía la joven sin parar de recibir los pollazos de sus compañeros. - ¡No puedo más!

Tras ese último grito, la domadora se dejó llevar por aquel ardiente orgasmo que inundaba todo su ser. Grito hasta más no poder y sus compañeros siguieron penetrándola con tal de alargar al máximo el clímax. Poco a poco los dos hombres se fueron incorporando quedándose de pie frente a ella. La joven seguía tumbada en el suelo y no sabía muy bien que tocaba ahora.

  • Te importaría arrodillarte. – Le pidió con amabilidad Moe. – Nosotros también queremos llegar al orgasmo.

La domadora se arrodilló y los dos hombres no tardaron en apuntarla con sus miembros. Ella instintivamente abrió la boca y en menos de dos segundos su boca dejó de estar vacía. Los dos se iban turnando la boquita de su compañera, un par de veces Ben otro par de veces Moe. Regina les daba el mismo trato a las dos. A las dos las lamía con su lengua y ambas llegaban hasta el fondo. Moe era el que más se estaba aprovechando, llevaba casi medio minuto recibiendo las caricias orales de su compañera.

  • Regina, no aguanto más. – Decía sin parar de gemir. – Ésta es la manera que tiene mi cuerpo de darte las gracias, trágatelo todo.

Tras decir eso se corrió salvajemente en la boca de la joven, sentía como los chorros iban impactando contra la garganta de la muchacha. Jamás se había corrido tanto, había sido fantástico. Sintió como Ben le empujaba y tenía razón, ahora le tocaba a él. El ventrílocuo hizo los mismos movimientos que el payaso. Metió su miembro en la boca de la joven, que aún degustaba la semilla de su compañero, y comenzó un rápido mete-saca. Al sentir la lengua de la domadora por su miembro no necesito más estímulo, comenzó a disparar balas de semen contra la garganta de la joven. El semen brotaba sin cesar desde su polla, salía mucho y con fuerza. Llegó a temer que se pudiera atragantar con tanta cantidad, pero no fue así. La joven se tragó todo sin rechistar. Moe y Ben se miraron, había salido todo a la perfección, la venganza contra Max Galactica había sido un éxito.

P.D. Sí algún fan de Phoenix Wright quiera que en el próximo relato aparezca algún personaje en concreto que no dude en pedírmelo en un comentario.