Espada II: Luciérnaga Dorada Capítulo 6

Fin entro en la torre solo, en esta le pasan muchas cosas extrañas; cosas que o te forjan el carácter o te vuelven loco, quizá a este un poco de ambas. Allí encuentra muchas más cosas de las que esperaba, incluso cosas que ahora no le servirán de nada; pero quizá en un futuro muy lejano sí.

Serie La Espada II

Luciérnaga Dorada

Capítulo 6. La torre de la muerte

Observo todos los posibles caminos la mar de tranquilo, a pesar de que cualquiera que siguiera vivo estaría con una posible crisis de ansiedad o incluso de identidad; dudaría incluso de si está vivo y está viendo lo mismo que yo, todo muerto a su alrededor ni siquiera un insecto para confirmar que sigue vivo o una sensación de vida a parte del terror psicológico.

Cada paso que doy hacia dentro de la torre siento que me acerca a la muerte, pero no una muerte general; sino a mi propia muerte, mis latidos se aceleran y mi respiración es agitada como si me costara respirar…aunque por fuera parezco tranquilo, incluso un asesino dorado como yo; entrenado para no sentir, siente miedo aquí y más llevando a Luciérnaga Dorada que te da más valor todavía. Mientras me adentro más en la oscuridad de la torre, Luciérnaga Dorada hace que pueda ver a través de esta espesa oscuridad; pero no veo como si fuera de día, veo como si llevara una pequeña luz y es lo suficiente para ver a mi alrededor.

Veo una pelota que me pasa votando a mi lado, luego escucho risas de niños; luego veo tres niños fantasmales jugando con ella, hasta que la escena se apaga como si nunca hubiera estado ahí y vuelvo a estar solo. Me siento más solo que nunca, la risa que estuvo apunto de salirme al ver la escena se clava en mi alma; transformándose en dolor y agonía, tengo que convencerme para seguir andando.

-      ¡Vas a morir! ¡a morir! ¡morir! – reverbera el eco de un susurro con voz inhumana.

Trago fuerte, pero en lugar de retroceder; sigo avanzando, sigo la pared para no perderme hasta que esta acaba abruptamente y es que media pared se cayó adentrándose en una biblioteca en la que la puerta estaba cerrada. Me adentro en la biblioteca, los libros se mueven de sus estantes; algunos se caen al suelo, escucho risas burlonas que también reverberan con los ecos.

-      Tsk, que mierda de torre. – digo, pero no puedo oírme.

-      ¿Qué diablos? – me pregunto, moviendo la boca y viendo que no sale ningún sonido.

-      ¿a qué has venido a mi biblioteca? – pregunta una voz, gruesa; pero no hay nadie, mire por donde mire.

-      A por conocimiento y poder. – contesto, pero ni me escucho; ni hay respuesta.

-      Aquí no hay nada de eso, márchate o atente a las consecuencias. – me contesta la voz, que ya me está cabreando.

Salgo de la biblioteca ya que no hay nada aquí ahora, cruzo el pasillo; adentrándome en un abismo de oscuridad infinito, hasta que mis pasos dejan de oírse y dejo de sentir mi corazón latir.

Esto me causa una gran ansiedad y un gran desasosiego, me siento morir o eso creo.

-      No vas a poder conmigo. – pienso para mí, al menos oigo mis pensamientos y eso me tranquiliza.

Doy un traspiés contra unas escaleras que no vi, doy una voltereta para evitar rodar por ellas; me aferro al apoya brazos, para no rodar por estas pero este se desprende y me lo llevo conmigo. Doy varias volteretas, para apoyarme en techo y paredes; hasta que las escaleras acaban y puedo caer en el suelo, jadeando y sudando.

Tiro el apoya brazos que acaba engullido por la oscuridad y no hace sonido al caer, mi vista tintinea y amenaza con apagarse; entonces desenfundo a Luciérnaga Dorada, haciendo que esta brille y mi visión se mantenga un poco más.

Avanzo oyendo la nada, sin ver nada como referencia; hasta encontrarme con Bradley, que me mira con odio y repugnancia.

-      ¿Qué haces aquí y con mi espada? – me pregunta, sin más que odio en su mirada.

-      Estoy haciendo lo que tú no harías por ella, darle poder infinito. – le contesto y él se descojona en mi cara.

-      ¿poder? ¿tú crees que tienes poder? – se parte el culo. – Yo tengo poder. – suelta, sacando dos luciérnagas doradas.

-      ¿Cómo es posible? – le pregunto atónito.

-      Tu espada es solo una réplica, sabía que me la ibas a robar; asi que la repliqué y me hice otra para mí, para tener verdadero poder y ser invencible. – me cuenta, moviendo ambas espadas con el conocimiento de las mil batallas.

-      Estás loco, esta espada es real; sino no podría absorber poderes, asi como asi. – le cuento, dejándolo perplejo; para mi sorpresa.

-      ¿asi que ese es el poder de la espada? – me pregunta, sorprendido.

-      Creía que tú lo sabias, después de todo eres el verdadero dueño de esta. – argumento y el asiente con una sonrisa.

-      Dámela y te perdonare tu vida, ahora que aceptas que es mía y solo mía. – me extiende su mano, pero algo me escama; de algo me estoy olvidando, lo observo bien sin fiarme del todo.

Entonces me doy cuenta que tiene líneas que cubren su mano.

-      ¡eh! Tú no eres Bradley. – le grito furioso.

Él se ríe con una risa inhumana de locura pura, mientras desaparece delante de mi cara; delante de mi queda tan solo un esqueleto, que se desmorona ante mi vista y me hace plantearme si me estaré volviendo loco.

Sigo avanzando por este sótano, encontrándome con cada víctima que he matado; cada persona que no he salvado, todos me piden justicia o ayuda y el llanto es lo único que cubre mi cara.

Me pego, me tiro de los pelos; me araño, pero cuando voy a cortarme con mi espada la razón vuelve a mí. Herido sigo caminando, estoy furioso; esta torre me está torturando, pero no va a detenerme y no va a poder conmigo. La habitación se va haciendo pequeña conforme voy avanzando, dejo de poder pensar; dejo de notar el aire entrar en mis pulmones, dejo de escuchar latir mi corazón y cada paso me cuesta más…me voy encorvando por la edad, se me va cayendo el pelo; las uñas me crecen y se me caen, conforme se va estrechando y me va apretando las paredes con el techo.

Noto como el corazón se me para y veo una luz del túnel, todos mis sentidos me hacen querer huir de aquí para no volver; pero no me importa morir, menos aun después de haber sentido todas las muertes que he causado.

Avanzo arrastrándome hasta la luz, mientras siento que solo soy huesos; huesos que se mueven, en busca de un propósito poder y conocimiento.

Hasta que llego hasta una habitación que el brillo es dañino para mis ojos, me tapo con la mano que vuelve a tener su carne; mi corazón vuelve a latir, he dejado de ser mayor y el aire entra a mis pulmones.

Los nervios los tengo a flor de piel, ya no tengo miedo; sino confianza, delante de mi flotando veo a un hombre mayor que sale de una lámpara.

-      Hola aventurero, veo que has llegado hasta aquí; eres valiente como pocos, resistente como ninguno y te lanzas contra la muerte sin vacilar…ignoro como conseguiste esa espada, ahora por valiente; te concedo tres deseos, pide y se te concederá.

-      Conocimiento y Poder. – pido de un tirón.

-      Eso es fácil, concedido. – suelta, hace muchos gestos raros; muchos brillos, noto en mi interior conocimientos y poderes a los que no puedo acceder.

-      ¿Cuál es tu tercer deseo? – me pregunta, mientras lo miro con una sonrisa.

-      Quiero una copia exacta y gemela de esta espada. – le pido, él sonríe ocultando algo.

-      No puedo hacer objetos físicos.

-      Claro que no, porque eres un farsante. – digo y le ataco con la espada, él se sorprende y desaparece.

La sala no es más que un trastero, las puertas se abren de par en par; sale un minotauro rugiendo con dos hachas en las manos, enfundo Luciérnaga Dorada y el minotauro me ataca sin contemplaciones atravesándome.

-      Ya no cuela, muéstrate o te encontrare. – le amenazo, pero no se rinde; salen todo tipo de criaturas aterradoras para amenazarme, hasta que por fin se rinde.

La torre sigue en silencio sepulcral, cuando llego hasta las escaleras rotas de nuevo; asciendo por ellas para darme cuenta, que están normal. Registro cada piso y solo encuentro libros por doquier, hasta llegar al último; una vez llego allí, la puerta está cerrada a cal y canto.

-      Abre la puerta o la echo abajo. – amenazo, aferrándome a Luciérnaga Dorada.

-      Ya va, ya va. – dice una voz envejecida.

Escucho como se abren miles de mecanismos al otro lado, hasta que por fin la puerta se abre y veo la biblioteca más grande del mundo; con un orbe en medio de esta, controlado por un anciano con tatuajes azules que recorren todo su cuerpo y conectan unos con otros.

-      ¿Quién eres, que haces aquí y que eres? – le pregunto, el suspira.

-      Eres el primero que llegas aquí, ¿Cómo lo has hecho? – me pregunta el, sin contestar a mis preguntas.

Toda la sala esta echa de prismas, por arriba eso te permite ver todo lo de alrededor a kilómetros de distancia; veo el carro desde aquí, incluso.

-      Soy un asesino dorado, nada que no fuera real; puede asustarme y lo real, casi que tampoco. – le digo, sorprendiéndolo.

-      ¿vienes a matarme? – me pregunta, pero niego con la cabeza.

-      Vengo a por conocimiento y poder. – le contesto, el me pregunta otra cosa en respuesta.

-      ¿te mandan de Arcadia o de la inquisición? – mira el carro al decirlo y ve los soldados Arcadianos.

-      Mi plan es apoderarme del imperio, no trabajo para nadie; salvo para mí, asi que ayúdame y seremos amigos. – le ofrezco la mano.

-      No gracias, ya he visto lo que le haces a tus amigos; en tu subconsciente. – rechaza con una sonrisa falsa.

-      ¿pero están vivos o no? – le pregunto y el duda, pero asiente al final.

-      Si también he visto lo que le haces a tus enemigos, prefiero ser tu amigo; ahora que lo dices. – admite a regaña dientes.

-      ¿Qué poder quieres y que conocimiento quieres? – me pregunta.

-      Todo – digo, haciéndolo reír.

-      Todo es imposible, debes elegir. – reniega.

-      Ponme todo lo que contenga poder en esa mesa, todo lo que contenga conocimiento en esa otra. – le pido, el asiente; encogiéndose de hombros.

-      Como quieras…

Se dedica a ello durante horas, quedan tantos libros en la estantería que me sorprende; por eso no puedo evitar preguntarle, él sonríe.

-      He descartado los que contienen ficción, datos falsos; poderes inútiles o simplemente, cosas sin utilidad o importancia. – me comenta, para cruzarse de brazos; para observarme, como retándome a absorber ese conocimiento.

Bajo su sorpresa y disgusto inicial, voy clavando libros tras libros; frente a su cara, luego al ver el efecto que causaba en mi guardo silencio.

Mientras el conocimiento llegaba a mi mente a través de la espada, el poder llegaba a mi alma a través de mi espada; eso hizo que luciérnaga dorada, tomara otra forma y cambio mis ojos de nuevo.

Luciérnaga dorada, su hoja parecía tan fina como el papel; contener infinidad de letras, mientras su mango tomaba el color de la piel curtida. Por mi parte, mis uñas brillaban; mis pupilas tomaron una forma de sol y el color del sol, mientras que el blanco brillaba con fuerza.

-      Esto es una lástima. – aplaude mirando los libros con pena. – aparte de maravilloso. – dice, mirándome a mí, impresionado.

-      Gracias, me has sido de utilidad; diré a todo aquel que pregunte que esta torre está muerta y que no queda nada de utilidad. – le ofrezco mi mano.

-      Bueno…ya casi es cierto que no queda nada de utilidad. – se lamenta. – Proteger esta torre ha perdido todo el sentido. – añade.

-      Ven conmigo, te protegeré. – le ofrezco.

-      Gracias, pero no, seguiré ocultándome; no querrás meterte en dos guerras difíciles de ganar. – argumenta y entiendo lo que quiere decir.

-      Bueno, entonces fue un placer conocerte. – le estrecho la mano y él lo hace con fuerza.

-      Encantado de conocerte, Fin Oscuro; Droghner, bonita palabra inventada. – me sonríe, al tocarme a absorbido mi conocimiento; lo sé por todo el conocimiento que he absorbido yo.

-      Asi que eres un ancestral, la orden esmeralda te busca porque eres el único que sabe cómo hacer volver la magia y el imperio Arcadiano; te busca por lo mismo para sacarte la información como sea, unos para asesinarte y evitarlo los otros…para torturarte y obligarte. – comento, buscando en la nueva información.

-      Es cierto, por eso es mejor que me quede aquí; ahora tú también lo sabes, úsalo con inteligencia no seas necio. – replica, con una sonrisa.

-      Nos vemos, amigo inmortal; algún día me dirás tu nombre. – suelto, él sonríe y contesta; aunque ya no pueda oírle.

-      Quien sabe amigo, quien sabe.

Tras salir de la torre y de la zona muerta, hago como favor personal algunas protecciones rúnicas y mágicas; incluso algunas inscripciones sanscrito, para que solo él pueda entrar y salir sin peligro alguno.

-      Suerte, amigo.

Llego allí cuando están a punto de marcharse.

-      Creí que ya no venias. – se queja el capitán.

-      ¿Cuánto he tardado? – pregunto sorprendido.

-      Has estado ahí dentro una semana, te hemos esperado porque Duncan se negó a partir; has tenido suerte la verdad, sube al carro y descansa se te ve exhausto.

-      Lo estoy. – admito, cayendo muerto en el carro.

-      Fin, ya nos contaras que había en la torre. – pregunta Leo muy interesado.

-      En la torre…solo había muerte. – comento, medio dormido.

¡Conjuros arcanos de nivel 9,8,7,6,5,4,3,2,1 y 0 aprendidos!

¡Todos los idiomas y saberes del mundo aprendidos!

¡Correcciones en conjuros arcanos nivel 4, 6 y 8!

¡Aprendes nuevas runas!

¡Aprendes sanscrito!

¡Conocimientos limitados, mágicos; únicos y prohibidos adquiridos!

¡Conjuros arcanos limitados, únicos; prohibidos adquiridos!

¡Conjuros de nivel 0 gratuitos!

¡Principios de la Psionica!

¡Creación, limitación; modificación, prohibición y destrucción de la magia!

¡Conocimientos de otras dimensiones adquirido!

¡Conocimientos subconscientes de la ubicación de las Crónicas de este u otros mundos!

¡Ubicación de puertas dimensionales!