Espada II: Luciérnaga Dorada Capítulo 11
Al fin el Droghner Fin tiene una batalla real, contra un millón de soldados de la inquisición; por fin prueba a sus Droghners, aunque salva la vida de muchos hombres y no pone en juego la de los suyos como planeaba. Con mucho esfuerzo y demasiadas perdidas, el plan sale bien y la inquisición no gana
Serie La espada II
Luciérnaga Dorada
Capítulo 11. Contra la inquisición
Frente a nosotros tenemos un gran ejercito son más de 4 veces nosotros, pero tenemos varias ventajas; la numero 1 es el ataque sorpresa y es que con su número no esperan un ataque sorpresa, la numero 2 es que tenemos magia que no puede atacarles pero que servirá en nuestra defensa y para potenciar a los nuestros.
La numero 3 es que tenemos golems y ellos no, la numero 4 es que vamos a atacarles desde las 4 direcciones cardinales y todos serán ataques por sorpresa.
El general Rouson a disgusto suyo me llama, nos reunimos en su tienda me llevo a 4 Oghners y a 4 Droghners; él tiene 10 guardias personales, me saluda con la cabeza al llegar y hago lo mismo.
- Os he llamado por voluntad del emperador. – me cuenta, para que sepa que no es cosa suya.
- Ya me imaginaba – suelto, aunque tenía la vana esperanza que si fuera cosa suya a decir verdad.
- Esperaremos la señal de los otros 3 ejércitos y entonces atacaremos. – me comunica, para que lo sepa.
- No, nos prepararemos y atacaremos. – niego con la cabeza, el niega con la cabeza.
- Si esperamos mucho, nos atraparan.
- Si no esperáis para que os potenciemos os arrollaran. – opino, el suspira; se acaricia la cabellera, dudando.
- Está bien, cuanto tiempo necesitáis. – pregunta sin preguntarme.
- 5 minutos para reforzar a 60.000 hombres, 10 minutos para invocar otro golem; luego podremos luchar contra ellos, con las de ganar. – calculo aproximadamente.
- ¿verán las luces? – me pregunta y niego con la cabeza.
- Yo me encargare de que no las vean. – le digo y este asiente.
- Está bien, tendréis quince minutos; pero no más. – sentencia este a disgusto. – podéis retiraros, el resto será aburrida estrategia; que en nada interesa a los magos. – intenta echarme con cortesía, pero no voy a permitirlo; a menos que este lo haga por malos modos, entonces tal vez me iría…tal vez.
- Prefiero quedarme – contesto, dejándolo fuera de lugar.
- Ah…como queráis. – rechista, comenzando con la aburrida estrategia.
Su idea es atacar de frente a ese ejército, atrayendo la atención de estos; para que no vean a los otros 3 ejércitos hasta el final, no es mal plan pero este ejército y los míos quedaran muy perjudicados.
- No hay muchos en el mundo que puedan ser Droghners, poned a las criaturas al principio; luego vuestros hombres y por último los Droghners, si os parece bien. – recomiendo al general.
- Está bien, lo hare por el emperador; no por vos, además creo que nos serviréis mejor con vida. – suelta el general, haciendo reír a sus consejeros.
- Hablare con mis hombres, nos vemos en la batalla. – sonrío falsamente de oreja a oreja, el me mira con cierta grima; no lo culpo, tras eso me marcho.
- ¿Por qué permitís que os hable asi? – le pregunta un oficial.
- Porque tiene casi tanto poder como el emperador y quizás mañana, sea el emperador. – resopla Rouson.
Las caras de terror y pánico en la tienda al oír esas palabras, lo dicen todo.
Por mi lado voy con Duncan, los oficiales de los Droghners y los oficiales de los Oghners; todos me miran expectantes, quieren oír como lo vamos a hacer.
- ¿Cuál es el plan maestro? – me pregunta Duncan.
- Atacar de frente, para que no vean el resto de ejércitos; nosotros atacaremos en último lugar, para ayudar a las tropas y tener menos bajas. – cuento, la cara de todos es de tranquilidad excepto las de los Droghners oficiales.
- Pero señor, ¿asi cómo vamos a lucirnos? ¿Cómo se dará cuenta el emperador que somos necesarios? – me pregunta el oficial mayor, como una protesta.
- Haciendo ganar a sus tropas en una batalla que normalmente perderían, además; ¿Cuánto crees que vale un soldado normal? – le interrogo.
- ¿poco? – pregunta el.
- Casi nada, ¿Cuánto crees que vale un Droghner? – le devuelvo la pregunta.
- ¿Cuánto? – inquiere ya que no lo sabe.
- Mucho, porque no cualquiera puede ser un Droghner; no cualquiera soporta en cuerpo y alma el entrenamiento que requiere y no cualquiera puede usar una reliquia. – responde Duncan.
- Bien muchacho.
- ¿y un Oghner señor? – pregunta el oficial mayor de los Oghners.
- Igual que un Droghner, pero sois algo muchísimo más raro y especial. – digo, cuidando mis palabras; para no molestar a unos y a otros.
Sentenciamos la conversación ahí, hablamos de estrategia; los Oghners conmigo apoyaríamos a las tropas en combate, los Droghners apoyarían con magia defensiva y de apoyo a los soldados…solo cargarían en última instancia.
Cuando los tres fuegos se encendieron, gastamos 5 minutos en bonificar a los 60.000 hombres mejor equipados y más experimentados del emperador de este ejército.
Tardamos otros 10 minutos para invocar otros 30.002 golems. Los pusimos al frente del ejército, tenían 90.006 golems que hacían al ejército difícil de vencer.
Al frente los 90.006 golems, tras ellos los 12.000 guardias imperiales capitaneados por Rouson bonificados por los Droghners y defendidos por los conjuros; 24.000 soldados bonificados y defendidos que estaban en segunda línea, en la tercera línea 24.000 soldados de milicia defendidos y bonificados…en la cuarta 24.000 soldados de milicia sin ayuda alguna, en la quinta 96.000 soldados de leva y en la sexta por ultimo estábamos los Droghners con los Oghners al frente.
Rouson ordeno encender el fuego de aviso, mientras los golems alcanzan a un enemigo que no espera un ataque; muy superior en número, pero que es flagrantemente sorprendido en el desayuno, las voces de los oficiales se escuchan en medio de la carnicería en un intento vano de organización de la defensa.
Primer asalto : 90.006 golems versus 1.000.000 de tropas
Nuestro bando :
Golems supervivientes: 45.003
Perdidas :
Golem de carne: 45.000
Golem de roca: 2
Golem de hierro: 1
Su bando :
Supervivientes: 909.985 personas
Heridos: 60.010
Muertos: 30.005
Cuando empezaron a organizarse, recibieron el ataque de los golems más Rouson y los guardias imperiales; a su vez los otros ejércitos, llevaron a sus imperiales también por los laterales y la retaguardia en silencio, parece que captaron su intención.
Segundo asalto :
Nuestro bando :
Golems supervivientes: 15.001
Perdidas:
Golem de carne: 29.999
Golem de piedra: 2
Golem de hierro: 1
48.000 guardias imperiales
Supervivientes: 24.000
Heridos: 16.000
Muertos: 8.000
Su bando :
Supervivientes: 780.971
Heridos: 86.010
Muertos: 43.004
La mayoría de nuestro ejército de guardias imperiales estaba intacto gracias a la magia, el enemigo hasta ahora estaba desorganizado; a partir de ahora sería difícil, teníamos que usar hasta la última gota de fuerzas para derrotar a este enemigo o al menos hacerlos huir.
El enemigo eficientemente se dividió en 4 fuerzas, para repeler el ataque desde todos lados; sus oficiales eran buenos he de admitirlo, pero estaban en una situación difícil o al menos eso creo.
Hacia nosotros al grito de: ¡Fuera magia! ¡Traidores a la vida! ¡Asquerosos magos! ¡Arcanos de mierda! Se dirigían 190.000 soldados, dejando atrás a sus heridos al cuidado de unos pocos; pisoteando a nuestros heridos, sin piedad alguna y es que venían a aniquilarnos a todos…cuanta más magias veían mas furiosamente luchaban, como si su enemigo realmente fuera la magia y no nosotros que la portamos; escupen en el suelo, atacan a la magia que ven como si estuvieran locos.
Pronto Rouson pidió refuerzos, por lo que los soldados cargaron; asi empezó el tercer asalto, pensé que huirían pero tienen pinta de querer luchar hasta morir. Lo que quedan de los golems, lo que quedan de los guardias imperiales; los soldados que se unen a la lucha, comienzan a combatir ahora contra un enemigo organizado y bien preparado a parte de excelentemente equipado.
Tercer asalto :
Nuestro bando
Golems perdidos: 15.001
De carne: 14.998
De piedra: 2
De hierro: 1
Guardias imperiales: 9.000
Sobrevivientes: 3.000
Heridos: 4.000
Muertos: 2.000
Soldados: 24.000
Sobrevivientes: 12.000
Heridos: 8.000
Muertos: 4.000
Su bando :
Soldados: 190.000
Sobrevivientes: 66.997
Heridos: 82.002
Muertos: 41.001
Mientras nuestro ejército ganaba terreno, el resto lo iba perdiendo; pero en este lado la rabia, se transformó en temor y es que pronto se dieron cuenta que estábamos usando magia para ganar. Los oficiales no pudieron mantener a la gente en su puesto, este lado se batió en retirada; causando una sensación agridulce entre todos los demás grupos en que se dividieron, pisando a los heridos en el centro causaron directamente terror entre sus filas y todos los ejércitos huyeron hacia el sur, aniquilando en el camino al ejército del sur; pero al luchar desorganizadamente obtuvieron muchísimas bajas, asi fue la primera derrota de la inquisición y esta derrota sería un duro golpe para la orden esmeralda.
Al reunirnos en el centro con los dos ejércitos supervivientes…
- ¿los perseguimos? – pregunta el general Atol de la división este.
- No es buena idea. – recomiendo, Rouson a desgana asiente.
- No, si los perseguimos pueden unirse y defenderse de nuevo; que huyan del imperio enfrentándose a guarniciones y demás, bajaran todavía más sus números. – opina Rouson.
- Lástima la división sur – suelta el general Rock.
- Lástima no coger alguno vivo, quiero saber muchas cosas de estos; además quiero saber cómo reunieron tal cantidad de personas, no es fácil reunir a tanto fanático bajo la misma bandera o como consiguieron inutilizar la magia ofensiva contra ellos. – me apeno por no tener ninguno con vida.
- Buscad algún herido, a ver si tenemos suerte; mandad a casa a los nuestros, el resto montad un solo campamento. – ordena Rouson, me sorprendo de su actitud.
- Gracias, General. – agradezco, él se da la vuelta antes de marcharse.
- De nada, yo también quiero saber. – suelta, dejándome perplejo.
Luciérnaga Dorada, sale volando; alzo mi mano por acto reflejo, da dos volteretas y se clava en el suelo. Frente a la mirada atónita de los generales, sus escoltas; los soldados más próximos y mis Oghners.
- Quiere escapar. – suelto sonriendo, ellos se miran entre si y me miran sin saber que decir; mientras enfundo mi espada de nuevo, riñéndola frente a todos.
- Chica mala, eso no se hace. – digo medio en broma, medio en serio; algunos me toman por loco, a algunos les hace gracia y otros no saben que pensar.
- ¿una reliquia rebelde? – pregunta Rouson.
- La reliquia rebelde. – le corrijo, el asiente.
- No la pierdas, hasta que termine la guerra; podemos necesitarla. – comenta marchándose.
Tras montar el campamento, buscar entre los heridos; trasportar a los nuestros, se celebra una fiesta con bebida y comida traída de las poblaciones cercanas.
Los soldados del norte, este y oeste simpatizan entre ellos; los del sur perecieron todos y solo quedaron algunos heridos de bastante gravedad, todos los heridos han sido enviados a la población con medico más cercana para atenderlos. Los oficiales de todos los ejércitos simpatizan entre ellos, igual que los suboficiales; pocos de estos simpatizan con los soldados, los generales igual simpatizan entre ellos…Los Droghners no hacen distinción, soldados; suboficiales, oficiales y generales festejamos juntos igual que los Oghners con sus primos los Droghners.
En medio de la fiesta, los generales se acercan a mí; abruptamente la música se interrumpe, todos se ponen tensos y me pongo de pie seguido de Duncan. Algunos Droghners y Oghners también lo hacen, preocupados; alguno incluso con cierto disimulo se lleva las manos a las armas, solo yo con mi entrenamiento de asesino dorado puedo verlo.
En este instante los tres generales hacen una reverencia frente a mí.
- Gran Droghners Fin, disculpad a este viejo soldado; que poco diferencia ya entre amigos y enemigos, entre calidad o cantidad. Os agradezco que salvarais a la mayoría de mis hombres, os pido que en las batallas venideras salvéis más hombres; hablare con el emperador para que os proporcione más gente, más reliquias. – me jura el general Rouson.
- Os agradecemos vuestra presencia en el campamento y os pedimos que nos asistáis, y que nos apoyéis en las batallas venideras; la guerra ha empezado y esto, aun no se ha puesto ni la mitad de crudo que se pondrá. – comenta Rock.
- Gracias por todo, hemos visto vuestras maravillas desde la distancia; confiamos en ver más maravillas, próximamente. – suelta el general Atol.
- Gracias generales, ahí estaré. – toso un tanto sorprendido. – ahí estaremos, mis hombres y yo. – corrijo, provocando el orgullo en mis hombres y vítores.
- Al fin de cuentas, somos del mismo equipo; tres hurras por la magia. – ordena el general Rouson.
- ¡Hip, Hip; hurra! – gritan los soldados y suboficiales a coro, los oficiales se miran entre si sorprendidos; Rouson los mira con severidad, pero los deja pasar.
Todos brindamos por la magia, por Arcadia y ya no recuerdo nada más; de la borrachera que cogí, al día siguiente tendría una linda resaca.