Espada II: Gladius Regis Capítulo 7
Hay un pequeño acercamiento entre Kat y Brad, Brad y Rojo quedan en entrenar; está claro que Brad ha recibido unas capacidades a las que no les está sacando jugo, al fin van a cazar al gran oso blanco y lo rastrean con ayuda de Kat.
Serie La espada II
Gladius Regis
Capítulo 7. Cazando al gran oso blanco
Entro en la taberna la gran estrella, nombre que más que leerse se intuye; las letras están caídas en el suelo, sin que nadie se haya molestado en recogerlas o llevárselas y algunas todavía cuelgan de arriba de la puerta agarrándose a un último clavo peleón. No hay puerta, ya que esta tirada sobre el suelo; la mayoría de cristales están rotos o desquebrajados, las paredes llenas de boquetes o carcomidas por bichos se nota que requieren de reparaciones urgentes o una mano de pintura. Debo admitir que he pasado por 2 o 3 posadas, que parecían edificios abandonados o ruinosos; no puedo poner en duda la palabra del rey, de que esta es la mejor de la ciudad…no obstante no sé si quiero ser rey de esta ruina.
Al entrar hay un pianista al que le pagan con cerveza, el toca medio borracho; por lo que a veces se lleva las notas para otro lado, por lo que está más veces fuera de tiempo que dentro…pero ameniza bastante el ambiente, ya que se respira tensión; todos los que están en la taberna, miran o debería decir vigilan a mi grupo que nota la tensión y están tensos.
Spike está fanfarroneando con Katia y con Argos de su nueva espada, debo admitir que ella se muestra más interesada; Argos ignoro qué cara tiene porque no se quitó el casco, pero tiene ojos de aburrido. Carl habla con Greck y con Apolo, ambos están animados; pero no pierden de vista los alrededores, una vez llego y me pongo delante de ellos.
- ¿Qué va a ser? – me pregunta Carl.
- Aquí tienes al pequeño. – me entrega la bolsa, Katia.
- ¿Cómo se ha portado? – le pregunto, mientras la cojo y miro a Carl.
- Bien, no ha hecho nada malo. – dice un poco cortada, ganándose una mirada de curiosidad por mi parte.
- Tenemos que hacerle una misión. – explico sin dar muchos detalles.
Mientras Katia vuelve a escuchar a Spike contarle como mato un dragón rojo gigante con su espada.
- ¿no te hirió? – pregunta esta.
- Claro que no, los dragones murieron hace mucho. – replica Argos, que esta aburrido; porque no cree ni una palabra de lo que Spike cuenta.
Suspiro, desde luego Spike como guerrero deja mucho desear; pero como historiador, tiene futuro.
- Bien, ¿Qué clase de misión? – pregunta Greck
- La verdad es que estaba deseando que llegaras, para irnos. – confiesa Carl.
- ¿y eso? Acabamos de llegar. – le contesto, sorprendido.
- No sé, no me siento cómodo. – suelta, Carl con cierta ironía; mirando a su alrededor.
- Tu sabes, no me gusta el ambiente. – añade Apolo, mirando alrededor también.
- No seáis delicados, pasaremos la noche aquí; mañana temprano nos iremos, luego cazaremos y volveremos a por la recompensa. – les explico el plan.
- ¿pero cuál es la misión? – insiste Greck.
- Tenemos que cazar a un gran oso blanco. – comento al fin.
- ¿y me puedes explicar cómo encontraremos a un oso blanco en medio de la nieve? – inquiere Carl.
- Yo lo encontrare. – responde Katia, demostrando que nos está escuchando; aunque esté hablando con Spike.
- Problema solucionado. – le sonrío y ella se ruboriza, vuelve a la conversación.
- ¿Qué le pasa? – le pregunto a los tres.
- No tengo idea. – ríe Carl.
- Yo tampoco. – se ríe también Apolo.
Los miro con desconfianza.
- Quizá tu mascota, tenga algo que ver en eso. – sopesa Greck, haciendo como el que bebe.
- ¡Eh! No soy su mascota. – se queja Rojo.
- ¿tú que has hecho, pequeñajo? – le pregunto.
- Nada papa, solo le dije lo que tu pensabas; pero no decías. – me dice como si nada, el dragoncito pequeño.
- Pero, ¿Qué has hecho? – le pregunto, suspirando.
Mientras Spike llega a la mejor parte de su historia.
- Entonces me comí un huevo de dragón y le regalé uno a Brad. – cuenta la historia como le parece.
- ¿Asi conseguimos a Rojo? – le pregunta ella y este asiente.
- Asi que el dragón era real. – comenta Argos, Spike me mira; viendo que mi cara es de pocos amigos, traga fuerte.
- La verdad es que lo encontramos en un viejo mercadillo. – suelta Spike, desviando la atención de Argos y perdiendo la de Katia; que viene y se sienta a mi lado.
- ¿fue bien la reunión? – me pregunta directamente, pero sin mirarme.
- No estuvo mal, pero podría haber ido mejor. – contesto, observándola con cierto corte.
- Papa, deberías decirle lo que piensas y sientes. – me aconseja Rojo.
- Tú, cállate. – digo ruborizado y ella también lo está.
- ¿Qué piensas y sientes, Brad? – me pregunta, directamente; pero sin mirarme.
- Bueno, yo… - digo, reticente a decirlo.
- ¿sabes?, Rojo me ha ayudado a conocerte mucho mejor. – dice, muy segura de sí misma; mientras le mando una mirada de reproche a Rojo, que me sonríe como si nada.
Pero unos vándalos se acercan a nuestra mesa y dan un golpe en ella, todos nos levantamos en pie de guerra.
- Ya está bien, dejasteis pasar la primera ronda y lo dejamos pasar; dejasteis pasar la segunda ronda os miramos mal pero lo dejamos pasar, dejasteis pasar la tercera y aunque nuestras miradas se volvieron fijas lo dejasteis pasar. – nos suelta el tipo furioso.
- ¿de qué cojones está hablando? – les pregunto a mis compañeros.
Spike se encoge de hombros, Argos lo mira y aprieta los puños; Katia lo mira sin saber a que se refiere, Carl y Apolo se miran entre ellos, Greck se prepara para agarrar el mango de su espada.
- Sin armas. – le pido y el asiente.
- ¿Qué estás diciendo? – le pregunta Carl.
- ¿es que no pensáis poner en toda la noche, para que el pianista borracho siga tocando? – suelta, pegando un puñetazo a la mesa.
Todos nos miramos y nos hartamos de reir, ante la mirada de desconcierto que se le queda al tipo.
- ¿encima os hace gracia? – se queja, molesto.
- Toma, invítalo por todas las rondas a las que fallamos. – digo, lanzándole una moneda de plata que el coge al vuelo; por costumbre, la muerde.
- Perfecto, que tengan buena noche; ¿veis como no hace falta degollar a nadie por la noche? Hablando se entiende la gente. – dice el tipo como si nada, a sus compañeros; tras despedirse de nosotros.
- Yo no sé vosotros, pero viendo cómo está el tema; las costumbres rurales del lugar, yo me voy a mi cuarto. – les digo a mis compañeros.
- Si, se me ha quitado las ganas de beber más. – replica Carl
- Si, hemos decidido coger el cuarto de a dos; por seguridad, asi que yo me voy contigo. – me comunica Apolo y se va con Carl.
- ¿Spike, nos vamos? – resopla Argos.
- Si, vámonos mejor. – dice este viendo el ambiente, un tanto asustado.
- ¿y tú conmigo? – le pregunto a Greck y este niega con una sonrisa en la cara.
- Yo no tengo miedo, si quieren degollarme por la noche que vengan; los espero, además no podemos dejar a una señorita sola. – suelta, el conde; demasiado alto, para que todos lo escuchen.
- ¿vamos a dormir juntos? – le pregunto a ella, que ya está ruborizada y se ruboriza más.
- ¿ese era el trato no? – pregunta, poniéndose en marcha.
- ¿el trato? – pregunto extrañado, me acabo la cerveza de un solo trago.
Tras eso me dirijo a la suite con ella, las habitaciones tienen una alberca con agua del tiempo; un boquete en el suelo en otra habitación para hacer tus necesidades y una cama doble rellena de paja. Cuando entro en la habitación, Katia; ya se está desnudando de espaldas, sin perderla de vista atranco la puerta.
- ¿Qué haces? – me pregunta, al mirarla; veo que esta desnuda por completo, todo su vello es pelirrojo.
- Asi que eres pelirroja natural. – suelto de repente ruborizándola y poniéndola como un tomate. – viejas costumbres. – me excuso y empiezo a desnudarme, frente a ella.
- ¿vais a hacerlo? – pregunta Rojo, divertido.
- ¡Tú a dormir! – gritamos los dos al unísono.
- Vale, vale; aguafiestas… - suelta Rojo, enojado.
Cuando me quito toda la ropa ella me observa, hasta que llega a mi palo erecto.
- Es demasiado pronto… - empieza a decirme.
- No importa, lo entiendo. – asiento y nos metemos en la cama.
Una vez dentro de la cama, me abrazo a ella; pegándome a su espalda, ella rodea mis brazos con los suyos y me llega su olor a limpia y pura.
- Mmm…buenas noches Katia. – le susurro en el oído.
- Buenas noches Brad. – susurra ella, medio dormida.
La verdad es que estaba muy excitado, me costó dormirme; pero al final lo conseguí, pero no dormí mucho tiempo. Me despierto al notar roces indebidos en mi parte sexual, al abrir los ojos; noto como Katia se está rozando en el chocho con mi polla, que casi le entra a veces y al notar que estoy despierto.
- No digas nada. – me pide, sin parar; pero mirándome de reojo muy roja.
Decido no decir nada, le magreo las tetas; alcanzo su chocho y jugueteo con él, haciéndola gemir y también ayudo moviendo mi cadera para darle cadencia al roce…ella comienza a gemir más aun, su chocho se va humedeciendo; sus pezones están durísimos, incluso su chocho palpita.
Entre su pelo pelirrojo, meto mi boca por su cuello; comiéndomela entre sus pelos, ella arquea su espalda y empieza a gemir como loca mientras se sacude.
Luego ella no para el roce, hasta que me corro en sus piernas.
- ¿ya estas tranquilo? – me pregunta.
- En verdad, quiero más. – sopeso.
- Venga duérmete, otro día. – me pide, situándose para dormir.
No suelto sus tetas ni su chocho, me pego a ella; manchándome de la mezcla de nuestros fluidos, pero no me importa es algo nuestro.
- Sabía que lo harían. – murmura Rojo, ambos lo miramos, nos reímos y no decimos nada.
A la mañana siguiente…ambos nos despertamos con el canto del primer gallo y los primeros rayos de sol, Katia se levanta y se mete en la alberca; se empieza a enjabonar y me invita a entrar. Una vez lo hago, me refriega con el jabon; luego se refriega ella, ambos estamos tiritando y nos pegamos para darnos calor.
- ¿Cuándo me dejaras hacértelo? – le pregunto, sorprendiéndola.
- Es mi primera vez, decidiré si lo hacemos o no; cuando vea que clase de persona eres, ¿vale? – me pregunta, terminando de enjuagarse.
- De acuerdo, me parece licito. – digo con una leve sonrisa, sin poder quitarme lo de ayer de la cabeza; me levanto para enjuagarme apuntándole con eso, ella se fija.
- ¿otra vez? – me pregunta sorprendida.
- Soy muy fogoso. – me encojo de hombros, quitándole importancia.
- ¿te ayudo? – me pregunta con cierta timidez.
- Si quieres. – digo, ofreciéndosela.
Ella me la agarra y empieza movérmela suavemente, mientras me da pequeños besitos por la cara; es muy tierna, eso me pone bastante y su cara de niña inocente aún más.
- No sabes cuánto me pones. – le comento.
- ¿otra vez? – pregunta Rojo, asomándose.
- ¡Largo! – le gritamos al unísono.
- Está bien, ya me voy; ya me voy. – se queja este.
- ¿te pongo? – pregunta ella ilusionada.
- Es muy poco común, ver una pelirroja virgen. – le comunico, con mis primeros gemidos.
Ella pone cara pervertida, agarra mi otra mano y se la acerca al chocho.
- Tócame. – me pide. – como ayer. – añade.
Empiezo a pasar por su raja mi dedo, que ya está empapada; causando sus primeros gemidos, ella aumenta el ritmo de la paja y me besa en los labios aumentando el morbo por mi parte.
Ella me pega bocaditos en la boca, al notar como juego con su chocho; ella aumenta el ritmo de la paja y me mete lengua, estoy apunto y a ella le queda un poco…intento retrasarlo pensando cosas malas, mientras le meto algun dedo o juego con su bolita del chocho; ella empieza a arquear su espalda y a temblar, casi no puede mantener el ritmo de la paja y me corro en su mano. Ella no para hasta que empieza a gemir y temblar como loca.
- Vaya, cuanto has echado. – suelta, mirándolo.
- Si, lo pruebas esta rico. – le comento y ella pone cara rara.
- Vete, cochino; no voy a probar eso. – me echa, me lavo un poco y la dejo volviéndose a duchar.
- Nos vemos abajo Kat. – le digo con cierto cariño y ella asiente.
Salgo me seco con la toalla y me visto, el dragón tiene una cara que no logro discernir.
- ¿Qué? – le pregunto, arqueando una ceja.
- Te la has follado, gracias a mí. – murmura, para que yo solo le oiga.
- Si, bien hecho. – le guiño el ojo, hablando por lo bajo.
Bajamos con Rojo en su bolsa de siempre, cuando bajo; ya están los demás esperando, algunos tienen una cara extraña.
- ¿Qué? – les pregunto extrañado.
- ¿Qué tal la noche? – dice Carl, veo una risita en Apolo; Greck me sonríe, Argos me mira pero no dice nada.
- ¿buena follada? – pregunta Spike, codeando a Argos y haciendo carcajearse a todos.
- ¿Cómo os habéis enterado? – les pregunto, sorprendiendo.
- Las paredes son muy finas. – confiesa Apolo.
- No me dejabas dormir. – aprecia Argos.
- Lo siento, pero no le digáis nada; ya le cuesta abrirse, imaginaos si le decís algo. – les comento y ellos asienten.
Al poco baja Katia, huele a caramelo como siempre; esta maquillada, esta preciosa y la gente babea por ella.
- Hola chicos – dice tímidamente y a mí me mira un segundo, pero ya no me mira más; como si le diera vergüenza.
- Hola Kat. – la saludo con la misma timidez, ella se ruboriza y murmura un “hola”
- ¿pasaste buena noche? – pregunta Spike, ella se ruboriza; le doy un codazo, y él se queja. – Iugh – provocando la risa de todos, incluido de ella.
- ¿Qué he dicho? – se queja este.
- Nada raro, para ser tú. – comenta Carl.
Una vez terminamos de desayunar, que no son más que tiras de carne finas; con alguna escueta verdura y un par de dedos de leche.
- Bueno, chicos; vamos a cazar al oso. – les pido y todos asienten.
Al frente va Kat, seguida por mí; a mi lado Argos y Greck, detrás Carl con Spike y Apolo.
Una vez nos alejamos de la ciudad, dejo salir a Rojo; que ahora que tiene un poco más de confianza con el grupo, va saltando de cabeza en cabeza y exceptuando a Argos habla con todos.
- Padre, ¿Por qué no usas los poderes del dragón? – me pregunta Rojo, cuando toca mi turno.
- Nunca he sido semidragón asi que no se usarlos. – me encojo de hombros.
- ¿y si practicamos? – me pregunta el.
- Sería buena idea. – admito, el sonríe.
- Padre, ¿Por qué los humanos no sois sinceros con lo que sentís? – me pregunta, después.
- Porque es difícil ser humano, ¿los dragones lo sois? – le devuelvo la pregunta.
- Si, cuando queremos hacerle esas cosas a una dragona; simplemente se lo decimos, ¿Cómo conociste a mama? La historia no suena como dijo Spike.
- Te la contare…escúchame. – le suelto y él pone todos los sentidos en oírme.
Cuando terminamos la historia…
- ¿ves, mama quería follarte y te lo dijo sin más? – me pregunta y asiento.
- Es cierto, pero para nosotros los sentimientos son flaquezas; por eso nos cuesta mucho, admitir que las tenemos. – le explico y el al fin entiende.
- Entiendo, decirle a Kat que te vuelve loco; te hace débil. – suelta la idea que se ha hecho.
- Si, más o menos. – le replico y el suspira.
- Que complejos sois los humanos.
Tras eso, se va con Spike; a mofarse de el por mentiroso, Spike se enoja pero le cuenta historias todavía más fantásticas.
Poco después Greck se me aproxima.
- ¿luego de aquí, adonde iremos? – me pregunta.
- No sé, creo que iremos a Nera blanca; la ciudad estado más grande de la nieve, ¿no? – le pregunto y el asiente.
- Tienen muchas guerras con hombres salvajes, no les gustare mucho. – admite, a regañadientes.
- Tranquilo, no pasara nada; estas bajo mi protección. – le suelto y el asiente, más tranquilo.
Retoma su lugar en la formación y poco después me acerco a Kat.
- ¿Cómo vas, hay algo? – le pregunto, esta se pone tensa.
- Sí, estoy siguiendo las huellas de un grupo; si hay alguien por aquí, el oso estará acechándolos. – sopesa, pero no me extrañaría; dado que por aquí, no debe haber mucha comida.
- Buen trabajo, Kat. – digo, volviendo atrás.
- Gracias, Brad. – responde con cariño y un tanto cohibida.
Al poco Spike se queja, Rojo se ha quedado dormido en su cabeza; todos los demás se ríen y se mofan de él, incluso Carl…
- Papa dragón, ya tienes a Spike el canguro a tu servicio. – se mofa Carl.
Spike también se rie, pero tiene cuidado de despertarlo.
Carl se me acerca.
- ¿Quién diría que llegaríamos a vivir todo esto y que tendríamos un grupo tan bueno, verdad? – me pregunta Carl.
- Sí, es cierto; casi no nos falta nada. – argumento, con una sonrisa de satisfacción.
- Bueno…eso de casi, nos falta una mujer a cada uno; que no solo tú tienes necesidades varoniles. – se queja Apolo, dándonos alcance y haciéndonos reír.
- Tenéis razón, pero entonces nuestro grupo dejará de ser un grupo; se convertirá en un escuadrón. – comento y ellos sonríen.
- El escuadrón pacificador de Brad. – remarca Carl.
- No suena mal. – admite, Apolo.
- Me gusta como suena. – argumento, haciéndolos sonreír.
Tras eso, me acerco a hablar con Argos, es el que menos conozco; me gustaría conocerlo un poco más, ya que forma parte del grupo.
- Hey, Argos; ¿Qué pasa? – le pregunto, para empezar una conversación.
- Me duele la cabeza de oír a Spike. – protesta este.
- Sin embargo, casi siempre vas a su lado. – digo y él se calla.
Tras un poco en silencio vuelvo a hablar.
- He notado, que odias un poco a los bandidos; ¿te paso algo con ellos? – le interrogo, el me mira y lo escucho suspirar.
- ¿es necesario? – me pregunta y asiento.
- Quiero conocerte. – le comento, el tras resoplar.
- No es a los bandidos, a la gente que te ataca porque sí. – me dice, escuetamente.
- ¿Por qué? – sigo con mis preguntas, el me mira mal.
- No me gusta hablar de ello, pero como sé que eso no te va a detener; atacaron a una persona muy querida mía, por eso es. – me contesta con reticencia.
- ¿por eso te hiciste aventurero? – le pregunto y el asiente, sin más que añadir.
- ¿lo mataron? – le pregunto y el niega con la cabeza.
- Murió por las heridas que le infligieron. – dice, resistiendo las lágrimas.
- Evitaremos todas las muertes asi, que podamos; no te aflijas, siento haber reabierto tus heridas. – lo abrazo y él se queda pasmado.
- Gracias Brad, eres un gran tipo. – me agradece, mientras llora en silencio; Kat me observa, pero no lo hago por eso.
- No me lo agradezcas, solo hago lo que cualquier héroe en potencia haría; gracias a ti, por dejarte conocer un poco. – le pongo la palma en la armadura y el asiente, dejando de llorar; aunque no lo veo, intuyo una sonrisa bajo su casco por sus ojos.
Carl me sonríe a distancia, vuelvo a mi lugar; hasta que vemos a un grupo, rodeando una llama y una mancha blanca gigantesca que se mueve a gran velocidad sobre la nieve.
- Rojo súbete sobre mí, Carl y Apolo alejad a esa gente; Kat ataca a distancia y Argos protégela, Spike y Greck conmigo. – ordeno, todos sonríen; parece que todos están de acuerdo con mis órdenes, sobre todo Spike.
Spike desenfunda su mata dragones y gritando se lanza contra el gran oso mientras Greck hace lo mismo, Carl y Apolo desenfundan sus armas para cubrir a la gente mientras llegamos; Kat lo mosquea clavándole flechas cuando consigue acercarle, ya que es rápido y Argos desenfunda su lanza y se prepara para protegerla. Por mi lado, desenfundo la espada de hueso y cargo contra la criatura.
El gran oso blanco que estaba a punto de devorar a uno de ellos, mira a Spike; mientras recibe un par de flechazos de Kat, que no se clavan demasiado en su piel pero que lo enojan. Gruñe y empieza a correr en zigzag sobre la nieve, esquivando flechazos de Kat; Spike llega primero, le hace un corte superficial con su espada y recibe un garrazo en el pecho que lo lanza lejos y lo tira del caballo. Greck se interpone contra la criatura para que no persiga y devore a Spike, Greck le hace un corte profundo en el abdomen; va a intentar cortarle la cabeza, pero el oso muerde su espada y la rompe. Mientras el oso devora al caballo de Spike, llego yo; incendio mi espada de hueso con los cristales mágicos que esta misma porta, de fuego y le hago un corte profundo que lo hace gritar.
El caballo mal herido huye, el oso recibe un par de flechazos más; este observa con odio a Kat, empieza a correr a por ella. Me interpongo en su camino, pero tira un garrazo contra mí; lo cubro con mi espada, pero me lanza por los aires también. Argos carga contra el oso, cubierto por una lluvia de flechas de Kat; Carl y Apolo, ya se han llevado a los tipos lejos y ambos están volviendo por si los necesitamos.
Argos clava su lanza en el pecho del gran oso, Greck agarra el cuello del oso inmovilizándolo momentáneamente junto con la lanza de Argos; mientras corro por detrás del oso, Kat sigue disparando y los demás llegan. Apolo le corta con su espada a la izquierda, el gran oso lo envía a volar; Carl le hace dos cortes, con su espada y su garfio por la derecha. El oso lo aplasta contra el suelo, pero cuando lo va a rematar; Spike salta desde un árbol cercano, le clava su mata dragones en el hombro y yo llego por la espalda le clavo la espada de hueso llena de fuego.
El grito agónico del oso, nos detiene a todos; él nos manda a volar; volviéndose loco, se acerca a Kat con sus ojos inyectados en sangre y esta le lanza una flecha de fuego al percatarse que es lo que le hace daño…que lo hace gritar de dolor.
Por último, saco la Gladius; ya que la espada de hueso ha quedado clavada, junto a las armas de todos mis compañeros en el oso. Saco la espada y cuando está apunto de decapitar a Kat, corro como loco; forzando al máximo mi nuevo cuerpo, para cortar su zarpa antes de que ataque a mi mujer.
El oso grita y se lanza contra mí, me va a dar un zarpazo; pero retrocedo el tiempo, esquivo el zarpazo y corto su otra zarpa…para terminar cortando su cabeza.
El espíritu del gran oso queda absorbido por mi espada, lo he visto; pero no veo cambio alguno en ella, me quedo absorto mirándola hasta que Kat me habla.
- ¿Cómo te has movido tan rápido? – pregunta Kat, alucinando.
- ¿estás bien? – pregunto y esta asiente. - ¿estáis todos bien? – les pregunto al resto, preocupado por ellos.
- Tocado y hundido. – dice Spike, antes de perder la consciencia.
- ¿estar bien, es que te duela todo? – contesta Carl, levantándose.
- Me ha reventado. – suelta Apolo, aun de rodillas.
- Panda de quejicas. – protesta Argos.
- Me ha roto la espada. – se queja Greck, cogiendo los pedazos de esta.
- Tranquilo, te compraremos otra en el pueblo. – le digo para recomponerle.
- Y seguimos perdiendo caballos. – opina Carl.
- Sí, es una lástima; Kat, ¿puedes hacer tu trabajo como cazadora? Pero deja la cabeza intacta. – digo, esta asiente; aunque esta todavía asustada.
- Las armas de los hombres salvajes dejan mucho que desear. – opina Argos y Greck asiente.
- Lamentablemente sí. – admite Greck.
- ¿estará bien? – pregunta Carl a Apolo.
- Sí, no se ha portado mal esta vez. – suelta Apolo, que está comprobando que Spike esté bien.
Los tipos que hemos salvado, se acercan a nosotros.
- Gracias por habernos salvado. – me agradece su líder.
- De nada, es nuestro trabajo. – digo, quitándole importancia.
- ¿puedo saber el nombre de nuestros salvadores? – nos pide y asiento.
- Soy Sir Bradley Hearling, de la espada magna; amo y amante de dragones. – me presento y mis compañeros hacen lo mismo.
- ¿está bien, tu amigo Spike? – me pregunta preocupado.
- Si, solo necesita descansar un rato. – comunica Apolo.
- Os daré una poción para cuando vuestro amigo despierte, si venís a Nera blanca; venid a la tienda de pociones, os hare un regalo mejor. – nos ofrece y todos se lo agradecemos.
Tras eso, siguen su camino; dejando la batalla contra el oso, atrás.