Espada II: Gladius Regis Capítulo 5
Seguimos el camino, Bradley intima un poco con Katia; esta chica si que se hace desear, además es bastante misteriosa lo que potencia la desconfianza y el deseo. Llegan hasta un puente que es vigilado por soldados y bandidos, dicen servir a un rey; pero eso no intimida al grupo y terminan batallando
Serie La espada II
Gladius Regis
Capítulo 5. Recuperando el equipaje
Seguimos avanzando moderadamente por terreno montañoso, cuanto más avanzamos; mas nieve nos rodea, sino fuéramos bien abrigados todos temeríamos alguna ventisca.
Desde la aparición del misterioso espadachín, Brad va en silencio y Katia es la más silenciosa de todos; siempre va mirando el camino, excepto a veces que va mirando a Brad sobre todo tras el encontronazo con el misterioso tipo.
- ¿Qué te robaron? – pregunta Carl, interesado en la misión y en conocer a la misteriosa muchacha.
- Todo. – sentencia ella.
- ¿algo importante? – insiste el y ella lo mira tan solo un segundo.
- Sí y no. – responde, sin decantarse por ninguna opción.
- ¿eh? – pregunta Carl sin entender.
- Para ti mi equipaje puede no valer nada, pero para mí vale todo. – le explica y el asiente.
- Tiene sentido, supongo. – Dice Carl, pero lo que no cuenta; es que le escama que sea tan reservada.
Tras eso, Carl vuelve a su lugar; mientras Carl hablaba con ella, Greck ha estado hablando con Brad y aunque este no tiene ganas…
- Sir Brad, los vientos me dicen que se acerca otra batalla. – suelta el conde Greck.
- Quizás, más de una. – contesta Brad.
- ¿una guerra? – pregunta Greck y Brad asiente a su pesar.
- Una guerra contra algún imperio, posiblemente. – comento y Greck se sorprende.
- Os buscáis enemigos, demasiado poderosos. – Opina Greck.
- No los busco, aparecen en mi camino. – me excuso, como si no fuera yo quien los encaro.
- Quizás no los busquéis, pero sois quien les hace frente. – observa el, con una sonrisa entrañable con cierto rasgo de locura.
- ¿Por qué lo preguntáis? – le pregunto, interesado del motivo por el cual; saca esta conversación.
- Porque el marqués de la zona, está interesado en colaborar contigo; ya que algunos de sus condes, salieron beneficiados la otra vez. – me cuenta, para ponerme al corriente.
- Seria genial, ¿eso significa más hombres? – le interrogo, él sonríe.
- Muchos más. – contesta escuetamente.
- Seguramente, los necesitaremos. – opino, zanjando la conversación; ya que él está de acuerdo.
Mientras esta conversación sucedía, Rojo está durmiendo en la bolsa; a su vez en la parte trasera, Argos y los demás también tienen su conversación.
- ¿para que llevas esa armadura? – pregunta Spike.
- Para que no me hieran. – responde Argos.
- ¿nunca te han herido? – insiste Spike.
- No. – contesta Argos, mientras suspira.
- ¿te costó mucho dinero? – continua Spike
- Si. – replica con retintín Argos. - ¿tu amigo nunca se calla? – pregunta este a Apolo.
- Solo cuando esta con una puta. – dice Apolo y Spike sonríe, Argos niega con la cabeza y se lamenta.
- La que me ha caído. – se queja.
- Bueno, podría ser peor. – sopesa Spike.
- ¿peor? No lo creo. – se niega a creerlo Argos.
- Créeme, cuando consigue una espada nueva; es peor. – comenta Apolo.
- Avísame si consigue una, para escapar. – suelta Argos, haciendo reír a Apolo; mientras Spike se queja.
Tras un rato, Katia para la marcha; elevando la mano derecha.
- Continuad vosotros, Brad; ¿vienes conmigo? – me pide, todos se extrañan; pero a mí no me preocupa, salvo que noto que me mira mucho.
- Si, vamos. – respondo y avanzo.
- ¿adónde vais? – pregunta Carl, desconfiado.
- Ahora volvemos - responde ella, encogiéndose de hombros.
Nos alejamos del grupo a galope, metiéndonos unos cuantos cientos de metros en un pequeño bosquecillo.
- ¿no nos perderemos? – le pregunto.
- Para nada, vas conmigo. – dice muy segura de sí misma.
Debo admitir que me atrae su seguridad, espero que realmente pueda defenderla; porque si no sería como Spike, un creo que puedo porque quiero, pero no puedo.
Llegamos hasta un montículo, dejamos los caballos; nos arrastramos por la nieve, sigo su lindo culo embutido en mi armadura vieja…una vez llegamos arriba del montículo, veo una familia de alces; ella agarra una flecha, le apunta y le dispara en un solo segundo.
Antes de un pestañeo, la flecha atraviesa al alce macho que es más grande; la flecha se abre y se ancla al suelo, por lo que el Alce mal herido queda paralizado. Su familia echa a correr, la miro con estupor.
- ¿Qué pasa? – me pregunta, mientras se pone en pie; camina lentamente, agarra un cuchillo de mi cinto y remata al Alce.
- Vaya, eres buena. – alago, nunca he visto a una cazadora tan certera.
- ¿hace cuánto que obtuviste este rastro? – le pregunto, pensativo; ya que note que, desde hace media hora a veces nos desviábamos del rumbo.
- Como hace una hora, ¿Por qué lo dices? – me pregunta, mientras comienza a desollar a la criatura; bastante concentrada.
- Lo note hace media hora, eres buena. – admito, ella me mira; me sonríe y sigue a lo suyo, sin distraerse.
- ¿Por qué llorabas hace rato? – me pregunta repentinamente, dejándome en blanco.
- Vi una visión o algo asi, en la que un espadachín que aparecía del cielo; nos daba una paliza increíble, asi que…era como para llorar. – suelto apenado.
Ella va separando la piel sin romperla, va cortando y preparando la carne; luego arranca las cosas útiles y aprovechables del interior del Alce, por ultimo suelta los cuernos y por como los trata parece que son lo más valioso.
- No es motivo para llorar, si realmente es el dios menor Charl; espadachín de los dioses, el único dios que suele inmiscuirse con mortales y mensajero de la muerte o la vida. – me reprende ella.
- Supongo que es una buena lección que aprender, desde que supere de la rose; me volví engreído y esto, definitivamente me bajo los humos. – resoplo disgustado.
- Entonces es perfecto, eso hará que todos sobrevivamos. – sonríe ella, hace el amago de devolverme el cuchillo; tras una breve cara de asco.
- Quédatelo, ese cuchillo te es más útil a ti que a mí.
- ¿y cómo te lo pago? – me pregunta.
- Ya sabes lo que quiero. – le digo sutilmente.
- ¿un beso? – me pregunta, pensativa.
- Estaría bien empezar por eso. – admito y ella se me acerca ruborizada.
- Aquí, tenéis mi beso.
Simplemente estira sus labios y roza levemente los míos, luego se aleja de un tirón; como si le hubiera dado calambre o algo asi.
- Bueno…mi cuchillo es una obra de artesanía de nuestro orfebre, creo que vale dos. – intento negociar con ella, ella suelta una carcajada.
- No tientes a tu suerte. – me avisa, deteniendo mi avance.
Poco después, estamos con los demás.
- ¿ves, te dije que te traería o no? – me pregunta, con tono chulesco.
- Tenías razón. – admito, sonriente.
- Hey, parejita; ¿adónde habéis estado? – pregunta Carl.
- Uhhh – mete bulla Spike.
- ¿asi que solitos? – pregunta Apolo, sabiendo la respuesta.
- Cazando. – taja ella el tema, acallando todos los demás comentarios.
- Papa, tengo hambre. – se despierta Rojo, desperezándose.
- Katia, ¿me das una chuleta de Alce? – le pregunto y ella asiente.
- Cógela de la mochila. – dice, los demás me miran con cara soez y les hago un gesto de mal gusto, para que la quiten.
Observo que este pequeño parón y beso nos ha acercado aunque sea limitadamente, Rojo; coge la chuleta y sujetándola con sus dos patas delanteras, empieza a morderla hasta que se la come.
- Mmm…que rico, papa. – observa el.
- Agradécele a Katia. – le comento, por lo bajo; sabiendo que él me oye, perfectamente.
- Gracias Katia. – agradece, él y ella le sonríe.
- De nada pequeño Rojo. – le contesta.
Una vez rodeado de Carl y Greck, Rojo me murmura al oído.
- Papa, ¿a ti te gusta Katia?
- ¡¿Qué?! – le pregunto alzando la voz, haciendo que todos me miren.
- ¡Ja! Eso es que te gusta. – ríe este, ella lo mira y sonríe.
- Cállate o te dejo sin comer. – le digo y este se esconde en la bolsa riéndose.
Poco después, llegamos hasta el puente nevado; que separa la montaña Turcelot de Margonel, pero en ella hay al menos 10 arqueros y 10 guerreros con un líder al frente…debo admitir que solo están bien equipados el líder y los dos que están a su lado, el resto no parecen más que bandidos mal equipados; pero aun asi en terreno abierto, pueden usar su número como ventaja.
- ¡Alto ahí! Por orden del rey Pertal III, todo el que cruce este puente; tiene que pagar 1 moneda de oro o darnos un objeto valioso, al menos.
- ¡Como os atrevéis! Vamos en visita oficial del consejo de sabios de pueblo Besolla y este es Sir Bradley Hearling, de la espada magna; follador de dragonas y padre de dragones. – dice Carl, añadiendo cada vez más cosas a mi título.
- Más que un título, es ya una legenda. – protesto.
- Eso no nos importa, este sir está muy lejos de sus tierras; igual que ese consejo, pagad o no pasareis. – amenaza el líder.
- Lo has intentado – suelta Spike, desenfundando su matadragones; no parece triste por ello, en absoluto.
- Una lástima, podríamos habernos ahorrado el baño de sangre. – opina Apolo, desenfundando su espada también.
- Yo no lo lamento nada. – admite Greck, sacando su espadón.
- ¿y si les hacemos un regalo? – sopesa Katia, sacando una flecha.
- Ni muerto. – responde Argos, sacando su lanza.
- Hora de matar. – reacciono, desenfundando al analizar el espacio y la situación; la espada Hearling, que será más adecuada por su diseño para luchar en un puente.
Todos parecen sorprenderse de que no saque la Gladius, pero ahora que ya no soy un mal guerrero y que se luchar como un monje; he decidido no depender tanto de una espada mágica, me parece al menos lo correcto y asi no abra tanta gente detrás de mi espada.
Katia dispara una flecha con rapidez y precisión milimétrica, que al impactar en el líder; no lo atraviesa, pero lo derriba e impide que este termine de sacar su arma. Carl se adelanta en diagonal para esquivar a Katia, carga de frente contra el soldado bien equipado; esquivando flechas y desviando alguna con el garfio, pero también recibe algún rasguño en la armadura por parte de estas y la espada de Carl le hace una herida leve al soldado.
Greck no esquiva ninguna, la mayoría rebota en su armadura maltrecha; una se cuela en la hendidura pero este no parece sentirla, mientras de un simple espadazo de su espadón corta en dos con armadura y todo al otro soldado.
Por mi parte desvío todas las flechas con la espada o los brazaletes, mientras todos flipan tanto aliados como enemigos; una vez llego hasta el líder lo pisoteo con mi caballo, mientras con la espada Hearling corto un par de cabezas.
Spike me usa como cobertura, demostrando que ya no es el novato que era antes; luego me cubre mis puntos flacos, cuando al pasar por encima del líder los dos y los bandidos quieren flanquearme. Mata a uno atravesando con su matadragones el cuello, hiere la mano de otro; obligándole a soltar su cuchillo.
Apolo recibe un par de flechazos, pero eso no lo detiene; llega tras Carl, para hacerle otra herida de cierta consideración al soldado.
En Argos simplemente las flechas rebotan sin posibilidad de hacerle daño, mientras el con su lanza; atraviesa a un par de bandidos, que iban a por Greck.
Los cuatro bandidos restantes se tiran al suelo, tras oír del jefe de los arqueros.
- Hack – grito este.
Diez flechas vienen hacia nosotros a quemarropa, Carl esquiva una; desvía otra con el gancho, pero se come la tercera que le penetra la armadura. Greck se lleva una en el casco que lo atraviesa y este cae hacia detrás, las otras dos se las ha llevado en el pecho; uniéndose a la que ya atravesó su armadura, pero lo peor es el golpe de caída desde el caballo.
Esquivo una moviendo la cabeza y encogiéndome en el caballo, con un movimiento dispongo la Hearling para que desvíe la flecha que atravesaría mi corazón; con el brazalete desvío la otra, una flecha pasa a través de mí y le va a dar a Katia en la cara pero me giro y lo agarro con mi mano libre. Veo la cara de mis compañeros que alucinan, pero sobre todo veo los ojos abiertos de par en par de Katia; me giro sobre mí mismo, lanzando la flecha a un arquero con una fuerza y velocidad que incluso a mí me sorprende atravesando su frente.
El arquero vuela hacia detrás varios metros, luego su cabeza se clava al suelo; los arqueros que estaban a su lado, se apartan con miedo y se preparan para huir.
Los bandidos corren hacia nosotros pensando que nos van a pillar desprevenidos, los dos arqueros salen huyendo; mientras que su capitán, organiza a los otros para disparar hacia arriba.
Contra el caballo de Carl salta el soldado herido, hiriendo a su caballo; mientras Carl cae al suelo, remata al soldado cortando su cuello con el garfio y atravesando su pecho con la espada.
Encima de Greck salta uno, pero mientras su espada queda bloqueada en la hombrera; Greck lo está asfixiando por el cuello, el tipo enseguida se empieza a poner azul. Hacia mi vienen dos, mientras le corto la cabeza a uno, Katia aprovecha mi movimiento para tener a tiro al otro; dispara acabando con su vida con un flechazo entre ceja y ceja, demostrando lo bien que nos compenetramos.
Argos recibe su parte de la hondonada sin inmutarse, pero atraviesa al bandido que Greck sostiene por el cuello; llevándoselo por delante y atravesando luego a un arquero.
Spike recibe tres flechazos en el pecho, queda inconsciente en el caballo; que desbocado y dando coces, ataca a los arqueros causando el caos en sus filas.
Apolo recibe un par de flechazos en el brazo, mientras atraviesa al saltar por encima de Carl; a un arquero, causando que el resto huyan despavoridos y gritando en pánico.
Argos los persigue rematándolos uno a uno.
- ¿No deberías detenerlo? – me pregunta Katia, al observar la escena.
- No. – niego con la cabeza, observando la escena también; tras echar un vistazo a nuestro grupo.
Carl tiene una magulladura en la armadura, ha recibido un flechazo en el hombro; pero lo peor fue su caída en caballo, al ser herido este. Katia y yo estamos intactos.
Greck tiene una flecha en la cabeza y tres en el cuerpo, a parte la caída del caballo; ya que del golpe perdió el equilibrio, por fortuna su caballo está bien.
Spike tiene tres flechazos en el pecho y algunas contusiones por su caballo desbocado.
Apolo tiene dos flechazos en el hombro y el brazo.
Cuando todo acaba, escucho al líder quejarse; lo obligo a sentarse contra el puente, mientras le pido a Katia.
- Atiende y cura a mis compañeros, por favor.
- Lo hare, gracias por salvarme. – me agradece, mirando quien necesita más su atención médica.
Mientras me quedo solo con el tipo.
- ¿ves lo que has hecho? Todos tus hombres o casi todos han muerto. – le comunico y él mira la escena.
- ¿sabes lo que has hecho? El rey Pertal III clavara tu cabeza en una pica. – me amenaza fuera de sí.
- Me gustaría verlo. – le reta Rojo, dejándolo sorprendido.
- Lo sé perfectamente. – sonrío satisfecho.
- Déjame marchar y le pediré que sea clemente con tus amigos. – negocia conmigo.
- Créeme, antes de que un rey les toque el pelo a mis amigos; el perderá su cabeza. – le suelto, sorprendiéndole.
- Nuestro rey tiene un ejército, tu solo tienes una patrulla. – suelta, mirando a mis compañeros. – y da pena. – juzga, riéndose como loco.
- Desnúdate y entrega tus armas, le mandaras un mensaje de mi parte. – le ordeno, con tono afable.
- ¿estás de broma? ¡¿Cómo osas?! – grita envalentonado por mi tono afable.
- No era una petición, era una orden. – digo poniendo mi espada en su cuello.
Farfullando lo hace, al poco trae 3 arqueros que se han rendido; Argos, tirándolos al suelo a mi lado.
- Se han rendido, ¿Qué hacemos con ellos, Brad? – me pregunta, jadeante.
- Desnudados y entregad las armas, que vais a entregar un mensaje. – suelto, haciéndolos temblar.
Todos obedecen y una vez desnudos a la par que desarmados.
- Vais a decirle al rey: Rey Pertal III, os habla Sir Bradley Hearling; de la espada Magna, amo y amante de dragones. – corrijo mi título. – resignaos ante mi poder o ateneos a las consecuencias. – digo, tras eso todos salen corriendo desnudos; una vez todos curados por Katia, Carl no puede evitar preguntarme.
- ¿Por qué desnudos?
- Porque asi también herimos su honor y nos aseguramos de que no escondan ningún arma.
- En mi caso desnuda, tendríais a la vista mi peor arma. – sonríe Katia.
- Me gustaría verlo. – suelto, haciéndola reír.
Spike ya despierto.
- Agh, ¿Qué cojones; paso? – pregunta, dolorido.
- Que te volviste loco y los mataste a todos. – suelta Apolo, haciéndonos reír a todos.
- ¿es cierto? – pregunta el ilusionado.
- Más o menos. – nos sigue la broma Katia.
- ¿Cómo está mi caballo? – pregunta Carl.
- Sobrevivirá, pero no puede seguir viajando. – se lamenta Katia.
- Tendremos que ir a un pueblo cercano. – opina Argos.
- Eso estará bien, ahora que correrán historias sobre nosotros; por estas tierras. – se apunta Greck.
- Vamos, entonces; deja a tu caballo aquí. – comento y Carl asiente.
Asi es como continuamos la marcha, tras recuperar algunas pertenencias de Katia que estaban ocultas en ese lugar.
Katia al frente, a su lado Carl andando; seguida de cerca por mí, a mi lado Greck y al otro lado Argos… por ultimo Apolo junto a Spike.