Espada II: Gladius Regis Capítulo 20
El ejército reunido por Bradley ya está en Hierro Blanco, hay unos pequeños problemas que Bradley debe arreglar; está claro que él y sus hombres son los líderes de esta expedición, no hay más que hablar y quien no esté de acuerdo debe marcharse. Marchar u obedecer, no queda otra; no hay más, si o no
Serie La espada II
Gladius Regis
Capítulo 20. Volviendo a Besolla
Mientras me doy el baño, Annah me trasmite la información de las cartas; la mayoría son confirmaciones de asistencia a la coalición de nobles, alguna información de que Norman se ha hecho con todo el control del sur de la zona libre y que acompañado de refuerzos de la orden esmeralda están asediando Alexandria…el único reino central que ha aguantado cientos de años el empuje de ambos imperios, cada vez que se enfrentan; las batallas más grandes suceden allí, sin embargo sigue en pie y yo me encargare de que siga asi ese es mi plan.
- ¡Salve sir Bradley Hearling de la espada magna, príncipe de Rodernack; adalid blanco, amo y amante de dragonas; coleccionista de espadas y de títulos! – cantan desde el patio de armas.
Mi mujer y yo nos miramos con cara rara, nos asomamos al balcón; entonces empezamos a ver los ejércitos desfilar, esto es cosa de Spike seguro. Al principio, cada ejercito conforme va pasando lo canta; por lo que se me sube al semblante una sonrisa que pocas veces es vista en mi cara, pero pronto esa sonrisa se tuerce y mi esposa se da cuenta.
- ¿Qué te pasa Brad? – me abraza y me pregunta con ternura.
- Nada, que he pensado que pronto llevare; a muchos de estos hombres a la muerte, me venido un poco abajo. – confieso, preocupado.
- Como tu dijiste, es lo que te ha tocado; alguien debe hacerlo, ¿no? – me pregunta y asiento, pero sin quitar el gesto.
- Realmente yo de estrategia no sé nada y menos de un ejército tan inmenso, la vez anterior gane por los refuerzos; la suerte y la intuición, pero esta vez es una batalla demasiado grande para depender de eso. – me confieso, ella sonríe; ya que lo sabe y saca un tomo de la estantería.
- Este libro contiene mucha estrategia, aprovecha y lo lees por el camino; no te convertirá en un estratega profesional, pero te dará los suficientes conocimientos para manejar a un ejército de esta envergadura. – me comenta ella, me relaja un poco; pero solo eso.
- Gracias Annah, este peso es bestial; espero hacerlo bien, sino no abra anales de la historia que me recuerden porque todos seremos vencidos. – la abrazo con fuerza y besuqueo, causando su risa.
- Vamos, hay que empezar a equiparte o cuando vayas a la batalla; ya estaremos todos conquistados. – bromea, haciéndome reír; relajando bastante la tensión.
Agarro la Gladius para evitar accidentes, ella me viste como un rey; encima me pone una armadura ligera de acero y plata, con el símbolo de la casa Hearling y una capa roja; luego va sujetando cada espada al cinto, hasta que la Gladius la coloco yo.
- Empiezas a tener un problema con tanta espada. – ríe divertida, ya que le ha costado colocarlas.
- Ya lo solucionaremos. – asiento, sonriente; aunque mi mirada sigue preocupada.
- Recuerda un líder siempre que de ordenes cara descubierta, el yelmo solo póntelo en batalla; que la gente vea tu cara tranquila y segura, eso hará que la gente cargue como loca; aunque vayan a morir. – me aconseja, preocupada; aunque quiere disimular que no lo está, sé que lo está.
El general llama a la puerta y entra, se queda sorprendido de que no lleve mi armadura de aventuras.
- Señor está usted espectacular, aquí traigo la lista de los ejércitos que han llegado. – dice haciendo una reverencia y ofreciéndomelos.
Camino incomodo con la armadura, mi mujer suelta una risita; la miro mal y se contiene, luego agarro los papeles.
Compañía de Jico :
Recios: 222
Jico: 1
Total: 223
Ejercito de Rodernack :
Refugiados: 200
Guardia noble: 100
Total: 300
Fuerzas del Adalid blanco :
Guardias blancos: 200
Leva: 300
Milicia: 400
Ward: 1
Total: 901
Ejercito de mi padre :
Guardia noble: 60
Leva: 120
Milicia: 240
Total: 420
Tropas Feudo Hierro Blanco
Guardias nobles: 180
Sección de la rose negra: 40
Leva: 540
Milicia: 360
Total: 1.120
Tropas General Albert :
Guardias nobles: 100
Leva: 200
Milicia: 300
Exploradores: 300
Total: 600
Hombres salvajes :
Guerreros: 320
Condes: 4
Marques: 1
Total: 325
Total: 3.889 hombres.
Es un ejército increíble, todos leales a mí; bajo al fin a recibirles, ya que veo que Spike y Argos tienen problemas para controlar a los hombres salvajes que exigen verme de inmediato. Suspiro y me decido a bajar.
- El deber me reclama, mi amor. – me excuso para marcharme.
- Voy contigo. – proclama sorprendiéndome.
- No es buena idea, ahí están los hombres salvajes que te violaron y su líder. – le señalo para que lo vea.
- Si, lo sé; tu nuevo amigo. – dice con retintín – no obstante, debo superarlo si estas tu ahí me será más fácil. – me pide con lágrimas en los ojos, la observo admirándola.
- Esta echo, ven conmigo entonces; no soltare tu mano. – entrelazo mi mano a la suya y voy caminando con paso seguro, mi mujer Annah va caminando con paso dubitativo y un tanto nervioso; pero se sostiene de mí, eso la alivia algo estoy seguro.
En la mansión ya no quedan guardias, más que los muchachos que con mala cara me miran por dejarlos atrás; debo recordar antes de partir explicárselo, ellos me miran como si los estuviera abandonando. Al llegar abajo, el marqués y tres de sus condes increpan a Spike y a Argos; Greck trata de mantener la paz, pero se le va de las manos y mis soldados miran a los hombres salvajes con mirada hosca igual que estos a mis soldados. Noto el temblor en la mano de mi esposa, tengo que sostenerla; ya que le faltan fuerzas, aun asi la miro impresionado es muy valiente.
- ¡¿Qué está pasando aquí?! – alzo la voz, imponiendo respeto.
Todos mis soldados se ponen firmes, los salvajes se arrodillan; los condes hacen una reverencia grande, el marques una reverencia pequeña más por cumplir que otra cosa y Greck me abraza.
- Me alegra de verte, amigo. – confieso, aliviado; mi esposa nos mira tensa, el marques nos mira con una sonrisa pequeña.
- Lo siento, señorita. – le hace una reverencia Greck y se disculpa, mi mujer tiembla y aprieta mi mano llena de ira; le atiza un guantazo cruzándole la cara, que sorprende a todos.
- Ya estamos en paz, no vuelvas a dirigirte a mí ni a mirarme; ni a acercarte. – le pide Annah.
- A la orden. – agacha la cabeza, cabizbajo; Greck.
- Es un placer conocerle Lord Bradley. – interrumpe el marqués.
- El placer es mutuo, pero aun no soy rey. – aprecio, que ha hablado para interrumpir la escena y se lo agradezco en parte.
- Y sin embargo tenéis más tropas, que cualquier rey en la zona. – observa a su alrededor.
- Bradley este es Gorm el marqués de mi zona. – nos presenta Greck, acariciando su cara; ya levemente recuperado del golpe psicológico recibido, más que dolor físico en sí.
- ¿Qué querías hablar conmigo, que no podías hablar con mis generales o hombres de confianza? – le pregunto directamente.
- Un hombre directo, eso me gusta; a Greck le das 4 mujeres por campaña y un 10 % de tesoros, ahora que somos 5 y yo soy un marques ¿a cuánto mejora tu oferta? – pregunta este.
- Le daré un 5 % más porque vienes tú y un 1 % más por conde extra, lo que hace un total de 18 %; respecto a las mujeres os llevareis una por cada conde y, 3 para ti lo que hacen 10 mujeres. – negocio con él.
- Eres un duro negociante, pero porque iba a aceptar menos de lo que le das a Greck; mi mejor lacayo, pero un inferior al fin. – rechista él.
- Porque él ya me ha demostrado su valía, me ha acompañado de aventuras; me ha mostrado su amistad, de ti solo conozco el título y eso no me dice nada. – sentencio, él sonríe y por un momento; solo por un momento, creo que va a ordenar un ataque suicida.
- Está bien, solo por esta vez; aceptare este trato tan retrogrado, pero confío que en un futuro…mejores el trato. – me avisa, asiento despreocupado.
- Si demostráis vuestra valía, la próxima vez; mejorare el trato. – le ofrezco mi mano y el la aprieta con fuerza.
- Hay trato, entonces. – ríe y sus hombres sonríen con él. – comprendo que tardarais en bajar, si os despedíais de semejante monumento. – halaga a mi mujer, esta se siente incómoda; a la par que se sonroja, este le hace una reverencia y la mira.
- Tened cuidado marques Gorm, vais por terreno pantanoso. – le aviso, molesto; mirándolo fijamente a los ojos, el sin embargo no me mira y mira a mi mujer.
- Dejadlo Bradley, sus palabras son amables; sus actos todavía son perdonados. – dice mirando a Greck que baja la cabeza, ya que habla con retintín.
Me giro hacia las tropas:
- ¡¡En formación y aguardad!! – ordeno, para que las tropas se vayan poniendo en posición.
Todos los ejércitos se ponen en la colocación más eficiente, los suboficiales y oficiales se encargan de eso.
- Cariño, te dejo con Spike y con Argos; tengo que ir a hablar con los chicos huérfanos, ellos se encargaran de protegerte cuando no este. – le comunico y ella asiente, un poco preocupada.
Cuando me marcho, se queda hablando con Gorm que muy bien no me cae. Al pasar por al lado de Spike y Argos.
- Cuidadla, mientras estoy dentro. – les ordeno, sin un atisbo de duda; Argos simplemente asiente.
- No creo que necesite mucha protección, menudas ostias arrea. – comenta Spike soltando una risita; al ver mi mala mirada. – vale, vale; tranquilo, que ya la cuido.
Greck mantiene las distancias y se va con sus hombres, lo entiendo; será difícil o imposible directamente, que esos dos se lleven bien y aun asi estoy orgullo de ambos de como lo han llevado.
Al entrar veo a los chicos discutiendo y al entrar se ponen firmes.
- Chicos, sé que os sentís mal; pero pensadlo bien, os estoy dejando la misión más importante a vosotros. – les explico para que me entiendan.
- ¿dejarnos atrás? – pregunta el capitán Kirk triste.
- No es dejaros atrás, es que protejáis a mi mujer; a mi hijo, a mis padres.
- Ya sabía yo, que no podía olvidarse de nosotros. – ríe contento Norris el segundo mejor.
- Claro que no, sois como hijos para mí; por eso os encomiendo la única misión que no puedo dejar en manos de cualquiera, proteger lo que más me importa en el mundo. – le contesto, dejándolos perplejos.
- Y tú eres como un padre para nosotros. – suelta Jack
- Pensé que lo que más te importaba en el mundo eran tus espadas. – deja caer con ironía Lance, toso repentinamente.
- No, bueno sí; pero esas las protejo yo, porque las llevo encima y a mi familia no me la puedo equipar. – bromeo y los hago reír, a la mayoría.
- Apresúrate y dale una lección a quien se meta en tu camino o te van a dejar atrás. – señala Irve.
- Me voy, tengo unos cuantos culos que machacar. – comento, retrocediendo. – en la próxima guerra prometo llevaros. – prometo y ellos se alegran, asienten entre todos y empiezan a cantar.
- ¡Salve sir Bradley Hearling de la espada magna, príncipe de Rodernack; adalid blanco, amo y amante de dragonas; coleccionista de espadas y de títulos! – todos al unísono, salgo y abrazo con fuerza a mi esposa; luego la beso en los labios con sentimiento, ella hace el amago de tocar la Gladius y la detengo.
- Cuídamelo – le pide a la espada.
- Lo hare – contesta Spike fingiendo voz de pito, Argos; Greck, mi esposa y yo lo miramos para romper en carcajadas.
- Bueno, me voy; quiero decir nos vamos. – me despido torpemente, por un lado este es mi hogar y llevo tanto tiempo fuera, que no quiero irme…pero sé que tengo que marchar.
- ¡Vete ya que la guerra abra terminado, antes de que llegues! – me azota en el culo Annah, más triste que otra cosa.
Monto en mi caballo, mis compañeros hacen lo mismo y todos nos ponemos en cabeza; dirigiendo la marcha, camino a pueblo Besolla donde empezó toda mi historia.
Por el camino Spike Exonera a las tropas para que canten la canción, aunque es molesto y repetitivo; a las tropas parece gustarle y subir su moral, según voy leyendo en el libro de estrategia que me regalo mi esposa eso es bueno.
Hacemos bastante ruido, animales; monstruos, gentes de todo tipo salen de nuestro camino despavoridos y como aún estamos en tierras aliadas no tenemos porque temer ataque alguno. Mientras avanzo en primera línea, veo que Argos observa todo y que está cosiendo algo; simplemente no me interesa asi que ahora mismo no le pregunto, pero me extraña ver a un tipo tan duro como el coser.
Greck parece llevar un par de espadas y estar afilándolas, el marques va en segunda línea arengando a sus condes; en tercera línea van mis generales vigilando a los que van delante, luego los oficiales van al frente de cada tropa y los suboficiales dentro de ella. Rojo llega volando y se posa en mi cabeza.
- ¿Qué haces? – le pregunto asustado.
- Padre, voy contigo a la batalla. – me asegura.
- En la batalla muere gente y no quiero que tú seas uno de ellos. – le rebato y él se niega en redondo.
- De ninguna manera, si vas tu; voy yo.
Suspiro, mirando para arriba molesto.
- Como mueras te remato. – digo enojado.
- ¿sabes que eso no tiene sentido? – se ríe, haciéndome sonreír.
- Desde luego…no puedo estar enojado contigo. – mascullo entre dientes.
- Es que soy un amor. – suelta apoyando su cabeza contra la mía.
- No exactamente. – niego sin explicarme.
Poco después vislumbramos pueblo Besolla, a simple vista se ve que es un hervidero de soldados; los soldados aun están llegando desde todas partes, pero la ciudad tiene mucha más vida que de costumbre y se ve claramente a la gente corriendo de un lado a otro haciendo todo tipo de preparaciones.
- ¡Soldados! ¿preparados para el desfile? – pregunto, desenfundando mi espada y haciendo a mi caballo ponerse a dos patas; relinchando.
- ¡Sí, señor! – gritan casi al unísono.
- ¡Adelante, mis valientes! – los arengo, todos por lo que puedo ver están felices; sonríen, se sienten héroes.
Miro atrás una vez más, me hubiera gustado despedirme de toda la gente del feudo; de “de la rose” pero estando herido era mejor dejarlo descansar, del asesino dorado que protege y protegió a mi familia pero en realidad aunque intento aparentar estar calmado la situación es acuciante. Greck parece nervioso igual que sus congéneres, va a estar rodeado de mucha gente a la que lleva mucho tiempo atacando; aunque las hostilidades hayan cesado, la gente no olvida fácilmente. Argos ignoro lo que siente o piensa, como siempre; su armadura, es su refugio. Spike está ansioso a la par que tremendamente nervioso, no solo va a volver a Besolla sitio importante para él; sino que vuelve como general y cercano del líder de este ejército, cuando empezó como el peor y más novato de los aventureros pero ha crecido mucho en este tiempo.
Por mi parte sigo estando dividido, por un lado tengo una inmensa seguridad en mí mismo; por otro lado temo ser el causante de que perdamos o de causar una matanza, aunque la gente podría perdonarme el error por mis gestas anteriores…yo no podría.