Espada II: Gladius Regis Capítulo 13
Brad se deja arrastrar a todo tipo de recados, misiones; competiciones, con tal de conseguir más tropas para la coalición del norte. Pero a veces ser tan permisivo tan solo le crea problemas, dificultades; perder el tiempo, aunque Brad diría que se está poniendo a prueba...Ya que asi lo ve este.
Serie La espada II
Gladius Regis
Capítulo 13. Adalid blanco
Tras proseguir con nuestra cita, encontrar a los demás por la feria; a Rojo que esta con amigos humanos de su edad aparente, pasándoselo bomba y me presenta como su papa…a Kat como su mama, ambos nos miramos; ella está roja como un tomate, pero se ríe avergonzada y yo me rio por la situación embarazosa de Rojo.
De repente resuenan unas trompetas, que parece que anuncian algo; la gente empieza a correr, mientras la gente ruda camina lentamente en la misma dirección que los anteriores.
- Aprisa, comienza el torneo para ver el Adalid blanco de este año. – le dice un niño a otro.
- ¿vas a participar? – me pregunta Kat.
- No por gusto. – confieso, suspirando.
- ¡Vamos! ¿Quién se cree eso? ¡te encanta ganar! – me acusa Spike, riéndose sin maldad alguna.
- Al contrario, solo no me gusta perder. – rio divertido, provocando la risa de los demás.
- Iba a participar para divertirme, pero si participas tu; me retiro. – admite Carl.
- Lo mismo digo – confiesa Apolo.
- No me gustan estas competiciones. – miente Greck.
- Creo que será mejor verte ganar. – sopesa Argos.
- Machácalos, Brad. – me pide Kat, besándome.
Rojo se fue con los niños, parece emocionado de tener amigos.
Una vez llegamos a un enorme coliseo blanco escondido en el corazón de Nera Blanca, la gente paga sus entradas como loca; mis amigos son invitados del sabio blanco y van al balcón, cuando me acerco a apuntarme como luchador…ya estoy en la lista.
- ¿esas son vuestras armas? – me pregunta.
- Si – afirmo, escuetamente.
- ¿Por qué 5 espadas? – me interroga, confuso.
- Soy coleccionista de espada y especialista en espada, cada una es buena contra un enemigo o situación. – le comento, mi opinión.
- Mmm…está bien, pasa por esa puerta; veras a los luchadores de este año, cuidado hay tipos muy duros. – me recomienda.
- Gracias, lo tendré en cuenta. – digo, dirigiéndome adonde me dijo.
Una vez entro por una puerta medio ruinosa que está en obras de mantenimiento, veo que solo hay un pasillo abierto; el resto están en obras, llego a una sala donde hay aproximadamente 100 luchadores. Aquí la mayoría de gente es de estas tierras, algunos vienen de las tierras libres: pero del centro; norte o sur, incluso en la frontera al este u oeste. Unos pocos vienen de la orden esmeralda y otros pocos de Arcadia, incluso quizá alguno puede provenir de las islas perdidas; las tierras más lejanas e inhóspitas que se conocen, aunque nadie que haya puesto un pie en esas islas ha quedado sano física o mentalmente.
Entre los 100, cuatro tienen el mismo símbolo que yo; en mi brazalete, pero sus brazaletes son más aptos que el mío y es que aún no ascendí en verdad. No he dejado de ser un noble o un héroe, pero mi vida de aventurero por ahora; ha quedado un poco apartada, sino fuera por Curny sé que ya no lo seria. Mi brazalete sigue siendo de bronce, de los cuatro que se me acercan…el primero es un plata, hay dos de acero y un cobre.
- Hola, tu eres del gremio de Besolla; ¿no? – me pregunta el cobre.
- Si, ¿y vosotros? – les pregunto, estos asienten.
- ¿Qué haces aquí? Con tu nivel no deberías estar aquí. – comenta al mirar mi brazalete el cobre.
- No es un bronce – contesta el de plata.
- ¿y eso? – arquea su ceja este.
- Es un espadachín excelente. – dice el rubio de acero.
- Un héroe valiente. – añade el moreno de acero.
- ¿y entonces por qué sigue siendo bronce? – pregunta el cobre.
- He estado ocupado. – rio satisfecho.
- Eso y que cuando Curny le ofreció el ascenso, lo rechazo. – añade el plata.
- Aun no lo merecía. – me encojo de hombros.
- Veremos quién es el mejor, entonces. – me reta el cobre.
- Suerte, a vosotros también. – les digo a los cuatro.
De la nada, aparece un tipo con una capucha que antes no había visto; tiene una pinta bastante tétrica, desprende un aura oscura que se ve a simple vista.
- No tenéis posibilidad de ganar ninguno. – suelta con voz tenebrosa.
- ¿Por qué? ¿Nos vas a derrotar tú? – le pregunta el plata, ganándose una mirada de rabia; del tipo encapuchado.
- Menos hablar y más actuar. – le reta el rubio de acero.
- Pronto actuare y no hablare nada. – sentencia el oscuro, desapareciendo de nuevo; apareciendo al fondo de la sala, en un parpadeo.
Bradley decidió callar y no darse por aludido, se preocupó más por la velocidad de este; a simple vista no lleva una espada a menos que su gabardina la oculte, pero su aura y su aspecto le dan mala espina.
Pronto empiezan los combates de preliminares, cada uno lucha contra un enemigo; mi primer enemigo es un hombre salvaje, lo observo y el me observa a mí…parece preocupado, nervioso incluso; su arma es un hacha, además lleva escudo de madera y casco de cuernos.
- Contendientes a la arena, a la izquierda está el hombre salvaje Esben ha participado cuatro veces en esta prueba quedando en semifinales una vez; a la derecha está el príncipe Sir Bradley Hearling, héroe y espadachín afamado pero es la primera vez que participa aquí.
Esben sale ya con el hacha en la mano y el escudo en la otra, por mi lado quiero observarlo todo antes de salir; veo que el ring es amplio, pero está lleno de nieve y la gente aplaude como loca.
Algunos lo animan a él, otros me animan a mí; pocos silban, gritan improperios metiéndose con alguno de los dos porque van con el otro.
- ¡Cornudo! – insultan a Esben - ¡hombre salvaje! – también lo insultan a él.
- ¡¿tienes complejo con tantas espadas?! – me insultan a mí - ¿sabes usar alguna o las llevas para aparentar? – me dicen a mí.
A Esben si parece enojarle esa clase de comentarios, por mi lado me muestro tranquilo; con los brazos cruzados, Esben está furioso.
- Ya sabéis las normas…primera si el enemigo se rinde o sale del ring pierde, segunda si el enemigo pierde el conocimiento pierde y no hace falta matarlo; tercera prohibido atacar a matar o serás descalificado y si tu rival no ha muerto, puede optar por tu victoria si quisiera continuar. – dice el presentador. – No obstante, también se puede ganar por puntos; cada toque con el arma es un punto, los toques sin arma no dan puntos. – termina de explicar. - ¡combatan!
La gente se vuelve loca, Esben empieza a caminar en círculo a mi alrededor; por mi lado solo lo vigilo y él sonríe con sus dientes mellados, luego antes de atacar intenta amedrentarme.
- Todo el que combate contra mi muere o no queda entero, ¿Por qué no te rindes? – me pregunta, aunque es más una oferta.
- Gracias, pero no. – rechazo, con educación.
- Tú mismo, luego no llores. – se mofa.
Carga como loco contra mí con su hacha en posición, esquivo su hacha con facilidad; le pongo la zancadilla y mientras cae, le pego un codazo en la nuca dejándolo en el suelo. La gente que estaba conmigo me vitorean, los que estaban con el me increpan; mis amigos no se extrañan de que empiece asi y el sabio blanco me observa, por mi lado no pierdo de vista al hombre salvaje.
- ¡te vas a enterar! – grita Esben, levantándose del suelo; se bebe una pócima azul, sus ojos se vuelven rojos y su pelo se eriza mientras de la boca le sale vaho azul.
- ¿y eso está permitido? – le pregunto al presentador.
- Ninguna regla lo contradice. – responde este.
Esquivo un hachazo que quería sesgarme la cabeza, gira rápido y esquivo otro hachazo en el estómago; va a darme un tercer hachazo y lo bloqueo con mi brazalete, le pego una patada en el pecho y le doy un codazo en la cabeza que lo hace sangrar. Este sacude la cabeza, pero el golpe no lo detiene; carga contra mí con su escudo, soporto su envite y me agacho para esquivar un hachazo oculto para cortarme la cabeza.
Giro sobre mí mismo con la pierna estirada lo hago caer hacia detrás, agarro su hacha y ambos forcejeamos contra esta; Esben tira una botella que suelta humo, que me hace toser y ciega mi visión. Me atiza un cabezazo por sorpresa, que me hace retroceder un par de pasos algo aturdido; pero me llevo desde luego el hacha conmigo, la arrojo con fuerza fuera de la niebla y recibo puñetazos que apenas me hacen mella.
Cuando el humo se disipa, veo a Esben con escudo en mano y el puño en la otra; intenta atizarme un puñetazo en la cara, esquivo este y pateo su escudo en un solo movimiento…me giro dándole un solo puñetazo en el estómago, que lo curva hacia delante; por ultimo le doy un gancho ascendente, que lo derriba k.o. hacia detrás.
- ¡Ganador el príncipe Sir Bradley Hearling! – agarra mi puño y lo levanta, la gente se vuelve loca y tiran fichas.
Observo el hacha, la he clavado en el muro del coliseo; la contemplo sorprendido, pero entonces me retiro tras saludar a mi público y amigos a la sala de espera.
Una vez en ella, el médico me mira.
- Juraría que te dio un cabezazo. – suelta este, observando mi frente.
- No me dio. – miento – la verdad es que tengo la piel más dura que antes. – pienso.
- ¿y los puñetazos te duelen? – me pregunta, examinando que tengo algunos roces; no más.
- No me dio bien. – decoro la verdad.
- Has tenido suerte – dice este mientras se marcha y atiende a gente, que esta mucho peor que yo.
Me ha atendido primero por mi título, luego atiende al más grave y asi; observo los demás combates, todos son buenos luchadores pero el que más me preocupa es el siniestro.
Cuando ya 50 han sido eliminados dejando a 50 en concurso, empiezan los cuartos de final; esta vez me toca contra un lancero homínido, parece rudo la verdad y es que me mira con mala cara.
- ¿Estás bien? – le pregunto.
- Lo estaré, cuando te venza. – me anuncia, lo miro extrañado y luego me centro en lo mío.
- Aeg un homínido que ha venido a estas tierras buscando un ejército, el príncipe Sir Bradley Hearling que ha venido a estas tierras buscando otro; que gane el mejor, ¡Contendientes a la arena! – nos pide el presentador, tras presentarnos.
Él tiene una lanza con la punta oxidada, por mi lado detecto magia en esa punta de la lanza; asi que sabiendo eso no puedo enfrentarme a él con las armas desnudas, ignoro su manejo del arma asi que desenfundo la más rápida y esa es filo negro.
- ¡Luchad! – grita el presentador, mientras la gente se mete con ambos; por mi parte recibo algunos piropos esta vez.
Ataca con su lanza para atravesar mi cabeza, la desvío con mi espada; pero veo con asombro como mella a filo negro, además me ha hecho un corte superficial en la cara. Enfundo Filo negro y saco la Gladius, en ese tiempo recibo un palazo con la lanza en el costado; pero aunque ha sido un buen golpe no me ha dolido por mi piel, cuando ambas armas chocan saltan chispas que nos hieren a ambos pero sobre todo a él.
- Ya veo, asi que tienes un arma mágica. – responde él.
- Veo, que no soy el único. – sopeso, mientras intenta clavarme la lanza y lo mantengo a raya; con mi espada, aprovecho que su velocidad va bajando por sus heridas y le voy golpeando cuando comete errores.
Cuando ataca por arriba, le meto una patada baja; cuando ataca por abajo, un puñetazo o codazo cuando puedo acercarme. La gente está eufórica, él se trastabilla.
- Ríndete, ya has acabado. – le contesto, el niega con la cabeza.
- No acabare hasta que gane. – rechista, atacando con todas sus fuerzas.
Chocamos nuestras armas, mientras le atizo mostrando mi superioridad en todo momento; hasta que su cuerpo le falla y cae de rodillas, me doy la vuelta cuando recibo un lanzazo por la espalda que me atraviesa de lado a lado con armadura y todo.
Activo el poder de la Gladius, mientras escupo sangre; lo que me da en los tres segundos de ventaja, el tiempo suficiente para desviar la lanza.
Me giro y le apunto con la espada al cuello.
- Me rindo. – suspira, triste.
- Buen combate. – digo, molesto; ha intentado matarme, por la espalda.
A él se lo lleva el médico, por mi lado; el médico me trata las heridas.
- Esta vez pensé que no te dio. – sopesa, extrañado.
- Parece ser que me rozo. – admito a regañadientes, no me queda otra.
Mi tercer contrincante tiene un arco y ambos estamos en las semifinales, me recuerda a Kat; pero no me mira muy amistosamente, espero que no sea tan bueno como ella aunque a pesar de eso creo que le ganaría igual.
- Una lanza mágica – pienso, sorprendido; un arma temible, en malas manos. – No me preocupo demasiado, si oigo algo de un lancero homicida; cuando la campaña acabe, me encargare de el con los chicos.
Estoy demasiado ocupado para encargarme de cosas asi, ahora. Quedamos 25, todos competiremos; pero por orden del viejo sabio blanco, luchare contra dos contrincantes en esta fase.
Mi primer enemigo de esta fase es el arquero.
- Primogénito de los terratenientes de Vanshir de Nera Blanca, llamado Atlas; campeón absoluto de tiro con arco y manejo de dagas, uno de los pocos terratenientes que por tradición participan en esta competición. – presenta al terrateniente frente a mí. – El príncipe Bradley noble por parte de los Hearling de pueblo Besolla, experto espadachín y coleccionista de espadas; héroe de la familia Hearling, conocido en el gremio de aventureros de Besolla. – me presenta.
La gente nos adulan, parecen bastante contentos de que hayamos llegado hasta aquí; en ese momento el presentador da la señal y ambos nos ponemos en posición.
- ¡Combatid! – grita.
Atlas agarra 4 flechas de su carcaz, me apunta; mientras sonríe y se dispone a disparar.
- ¡rodilla, pelvis; estómago y corazón! – grita, enumerando adónde van dirigidas las flechas.
- ¿este tipo es tonto? – me pregunto en mi mente, si se adónde van sus flechas; no va a impactarme en la vida.
Sus flechas salen disparadas a una velocidad increíble, con una precisión irrefutable; desenfundo la espada de platino, que es la más rápida después de filo negro. Desvío la que va al corazón con la espada, la que va a la pelvis con el brazalete; esquivo la de la rodilla y mi armadura junto a mi piel hacen que la del estómago no sea nada serio.
El observa el detalle de que no me ha hecho daño o no el daño suficiente que él quería hacerme, corro hacia el dándome cuenta que es demasiado bueno para esquivarlo por completo; saca 4 flechas más y se dispone a disparar.
- ¡Pie, muslo; pecho y cuello! – grita, avisándome de adónde va a disparar.
Bloqueo con mi brazalete la del cuello, bloqueo con la espada la del muslo; salto para esquivar la del pie, pero me como la del pecho que sigue siendo una herida superficial. Empiezo a correr en zigzag, para dificultar su puntería; él sonríe y se dispone a dispararme de nuevo.
- ¡Cabeza, cuello; brazo, costado! – me preavisa, para que intente evitarlo.
Ruedo por el suelo, evitando las altas; bloqueo la del brazo con la espada y la del costado con el brazalete, su sonrisa bravucona desaparece. Estoy llegando a él, saca solo dos flechas; dispara una primero y a una velocidad increíble, dispara la segunda y en unos segundos repite este proceso 4 veces gastando las 8 flechas que le quedaban en el carcaz. Bloqueo un par de ellas con la espada, otro par con el brazalete; esquivo otra, pero las otras tres me impactan. Una me roza el muslo, otra se me clava bajo la axila; la tercera se me clava en el hombro, entre la armadura y el cuello. Llego hasta el a una velocidad increíble deja caer el arco, gira sobre sí mismo y le hace un corte a la armadura con unas cuchillas de pulsera que no había visto; pero antes de que vuelva a moverse, agarro sus pelos y le pongo la espada al cuello.
- M-me rindo. – titubea sorprendido.
- Grrr – rujo herido.
- Es válido, Ganador el príncipe sir Bradley Hearling. – me declara el presentador.
El medico saca las flechas sorprendido.
- Vaya, las flechas apenas te han clavado la punta; excepto la del hombro, que clavo un poco más porque la armadura no la frenaba. – admira el, tocando mi piel con afán.
- ¿puedes curarme, que tengo que volver a combatir? – le pregunto y el asiente.
- Si, usted perdone. – se disculpa y se apresura en su trabajo.
- Aquí tienes reparada tu armadura. – replica el herrero.
- Gracias, hiciste un buen trabajo. – digo, observando la armadura.
Una vez que todo esto acaba.
- De las tierras lejanas de Arcadia, viene un monje rúnico; un fuerte aplauso a Svenk, el monje que quiere tierras para hacer un templo de runas. – lo presenta el presentador.
La gente que sabe que voy a combatir, empiezan a corear mi nombre.
- Ya te ganaste al público, ahora gana el título. – me comenta el presentador. – y al otro lado, quien todos esperáis; el que no necesita presentación, el príncipe sir Bradley Hearling.
Al oír que el monje es rúnico, me alegro de llevar mi armadura resistente a magia; saco la espada de hueso, el único arma que conservo con magia.
El monje rúnico me observa con sus mangas atrás, yo lo observo con mi espada en alza; nos miramos a los ojos, para medir al rival.
- ¡Combatid!
El monje rúnico comienza a dibujar runas en el aire, me empiezan a llover hechizos que trato de esquivar; algunos lo consigo, otros impactan en mi armadura que para sorpresa de ambos resiste.
- Debería haber comprado una de reserva. – murmuro, mientras le lanzo hechizos con mi espada; para su sorpresa, el primero le impacta haciendo arder su túnica pero a raíz de ahí trata de protegerse además de atacarme.
Le lanzo agua, el la congela; luego me lanza hielo pero mi armadura recibe el impacto abollándose, pero no se congela. Estoy acercándome, veo en su cara que una vez sale de su estupor inicial; está entrando en pánico conforme me acerco, una vez que estoy a su lado una barrera blanca lo rodea y el hace que aparezcan armas…para que me ataquen y ganarme por puntos. Mientras me defiendo contra estas como puedo, hago una barrera de hielo clavando la espada de hueso en el suelo; mientras desenfundo la Gladius, una vez que el monje consigue romper la barrera.
Corto la suya en dos, tratando de no cortarle a él en el camino; pero su túnica no obtiene la misma suerte, una vez desnudo se tapa y le pongo las dos espadas al cuello.
- Tu ganas. – dice con una mirada relampagueante.
- ¡Ganador el príncipe sir Bradley Hearling! – agita el presentador, diría que tres cuartos del publico están conmigo; sino más.
- Damos paso a las finales, quedan 12 combatientes; estos pelearan contra 2 contrincantes cada uno, dejando asi a tres participantes. – explica el presentador.
Ya los que quedaban eran los más rudos, estos combates ya serian difíciles; iba a tener que emplearme a fondo, pero a menos que fuera estrictamente necesario…no pienso usar la Gladius.
Entre los participantes, hay un tipo que me suena; me parece Juggernaut, juraría que es un asesino dorado y este me mira con una rabia fuera de lugar.
- ¿te conozco? – le pregunto
- Morirás pronto – responde, quitándose de mi lado.
- Perderás la competición. – le digo, el me mira mal; pero me ignora.
Vuelvo a ver al tipo tenebroso que en cuestión de segundos se me coloco detrás, sin percatarme hasta que habla.
- No todos venimos a ser Adalid blanco, parece. – suelta con una risa socarrona.
Pronto empiezan los combates, mientras que me aparto de él; que tiene sus brazos cruzados y la pierna apoyada en la pared, me asomo a mirar los combates que ya muestran un nivel atroz.
- Siguiente combate, el capitán de la guardia blanca Shiek “dos espadas” contra el príncipe sir Bradley Hearling experto en espadas y coleccionista de estas. – nos presenta a ambos.
Al salir casi toda la ciudad lo anima a él, parece ser alguien importante o bien mirado en la ciudad; mis amigos y un cuarto de la ciudad me animan a mí, mas no necesito muchos ánimos.
El tiene una espada negra y una blanca, desenfundo la espada de platino; preparo mi mano cerca del cordón de cuchillos de huesos, me preparo para actuar el primero.
- Que gane el mejor – me desea el, haciendo una reverencia de respeto.
- Que gane el mejor – le sigo la reverencia.
- ¡empezad! – grita el presentador.
El corre hacia mi usando sus espadas para cubrirse lo más posible, voy lanzando cuchillos de huesos; que le hacen rasguños en la armadura o roces donde no lleva esta, ya que su posición es difícil de romper. Una vez llega hasta mí, se abre como un pavo real; empieza a meterme estocadas rápidas muy técnicas y precisas, me centro en desviarlas con mi espada y brazalete. Le meto una patada en la rodilla que lo derriba y un codazo en la cien que lo tira al suelo, el público queda mudo; hasta que el aturdido se levanta, perdiendo un poco el equilibrio.
- No sois muy honorable. – se queja, mientras me mira mal.
- Pero gano. – rechisto, con una sonrisa.
- Primero los cuchillos, luego usar un brazalete; por ultimo pegar golpes sin arma, todo son delitos graves en un combate de esgrima. – me alecciona.
- Sorpresa, conozco la esgrima; pero no es mi técnica. – comento, enfadándolo.
Él estaba dando vueltas a mi alrededor y yo giraba sobre mí mismo para no darle la espada. Se lanza al ataque, olvidándose de defender tanto; quiere acabar conmigo pronto, desvío sus espadas y le doy un golpe con mi brazo en el cuello…derribándolo de nuevo. Este me ataca desde el suelo mientras el público enmudece, desvió sus armas a duras penas; incluso diría que me rozo, hasta que consigo quitarle una y lanzarla por los aires.
- ¿la técnica de “de la rose”? – me pregunta perplejo, sacando un cuchillo y poniéndose en la posición; adecuada para sus nuevas armas, mirándome furioso.
- Tengo mis secretillos. – le contesto ambiguamente.
El intenta desesperadamente alcanzarme con su espada y a veces me roza o me hace cortes superfluos, me centro sobre todo en esquivar el cuchillo ya que intenta hacerme cortes graves con él en puntos vitales; por qué es un arma lo suficientemente corta para no ser letal, pero sí muy peligrosa ya que puede inutilizarte un miembro perfectamente.
En un momento dado, consigo desarmarle con la espada la suya; pero él se arriesga y en un movimiento me pone la daga en el cuello, momento que aproveche para poner el arma en su cuello.
- ¡Rindete! – decimos al unisono.
- De ninguna manera – pienso, me muevo con intensa rapidez; golpeo con mi puño su estómago, endurezco el mentón y el cuello por si decide apuñalarme y de echo lo hace pero su arma rebota.
Le hago un par de cortes superfluos en los costados y le apunto al cuello a distancia. El público se vuelve loco de verdad, me apoya a mí; su capitán cae de rodillas, mientras el presentador me da la victoria a mí.
Por ultimo me toca combatir contra el plateado, este lleva una espada y un hacha; parece que está más herido que yo; pero si ha llegado hasta aquí, es que es bueno.
- Un aventurero rango de plata, llamado: Tarik; ha llegado hasta las finales, su arma son una espada y un hacha que a veces lanza. Delante de el tenemos al príncipe sir Bradley Hearling, experto en espadas y coleccionistas de estas; que también sabe artes marciales o lanzar cuchillos, cosas que ya hemos visto en los combates anteriores. – nos presenta el presentador invitándonos a salir a la nieve que hace de arena del coliseo.
Ambos salimos a este, por su lado lleva sus armas en la mano; por el mío, llevo la espada de platino.
- ¡Combatid! – dice, el presentador.
- Veamos lo bueno que eres. – me reta Tarik.
- Eso quiero, ver lo bueno que eres tú. – le devuelvo el reto, él sonríe y finalmente sonrío.
Cargamos hacia delante, por mi lado le lanzo cuchillos; que el desvía lo mejor que puede con su espada o esquiva corriendo en zigzag, el me lanza el hacha que esquivo pero en el último momento me doy cuenta que esta tiene una cadena y me agacho para esquivarla cuando jala de ella. Una vez nos encontramos en el centro, me ataca con su espada; la desvío con la mía, me ataca con su hacha la detengo con mi brazalete y le pego una patada en el pecho que lo manda a volar.
Le lanzo más cuchillos, que el detiene cerrando la guardia; me devuelve el hacha, la agarro y jalo de la cadena. Hacemos un tira y afloja con una sola mano, conforme nos vamos acercando; tratamos de cortarnos con nuestra espada, pero estamos en un empate hasta que me dejo llevar por uno de esos jalones y le pego una patada en la cara con su inercia. Rueda por la nieve aturdido, momento que aprovecho para desarmarle de la espada; jalo de la cadena, para lanzarlo por los aires y se estampa en la pared.
El público enloquece, dicen mi nombre; hasta que él se levanta, mira su espada lejos y corre hacia ella mientras jala de la cadena. Le hiero con varios cuchillos en el camino, hasta que agarra su espada me lanza el hacha la desvío y salta a por mí con su espada. Ambos acabamos con la espada en el cuello, me muevo rápido; codazo en el pecho, puño arriba y puño abajo…para finalizar con patadon en la cara. Cuando abre los ojos, estoy pisando su espada; agarrando su hacha, apuntando con la espada de platino a su cuello.
- ¡Ganador el Príncipe Sir Bradley Hearling! – anuncia agitando a la gente el presentador.
- Eres bueno tío. – admite Tarik, mientras le ofrezco la mano para levantarse; el la acepta y lo ayudo a hacerlo.
- Gracias, lo mío me ha costado. – le agradezco, confesando que he entrenado mucho.
- ¿Nos veremos por el gremio? – me pregunta.
- Probablemente, cuando acabe la misión del consejo; quizá pueda ir de aventuras con mis amigos, a lo más tardar el año que viene.
- Si me permites me gustaría ir contigo. – me pide.
- No estaría de más. – acepto, un poco confundido; ignoro como llegamos a esto.
Una vez él se retira después de verlo el medico; me doy cuenta que solo estamos, cuatro en esta instancia. Juggernaut, el adalid del año pasado; el tenebroso y yo, tengo un mal presentimiento.
- Quizá alguno de vosotros tres me dé algo de distracción. – sopesa Ward el adalid blanco actual.
- Calla, puto borracho. – le dice tenebroso.
- No me interesas. – responde Juggernaut.
- Sera un honor batirme contigo. – le replico, haciendo una reverencia.
Ward mira con rabia a tenebroso y a Juggernaut,
- Vosotros dos pagareis vuestra osadía – señala a Juggernaut y a Tenebroso. – Sera un honor disputar la final contra ti, no pierdas. – me pide, Ward.
- No perderé, tu tampoco. – le pido de vuelta.
- Nunca pierdo. – fanfarronea él.
- ¡Llego la primera parte de la gran final, el primer combate que se sucederá es…Juggernaut; nadie sabe nada el, salvo que viene del sur de las tierras libres y que quiere ganar a toda costa! – presenta el presentador, este sale y es abucheado por todos e insultado; este les hace gestos obscenos y le da igual, les saca la lengua como un crio grande. – ¡Contra el príncipe sir Bradley Hearling, príncipe de Rodernack; noble de Besolla, un posible futuro Adalid querido y valorado por el pueblo! – grita, cada vez tiene que gritar mas; porque el gentío habla más y más fuerte, como locos pronunciando mi nombre claramente.
- ¡Bradley, Adalid! – grita el pueblo, una y otra vez; sin parar, el sabio blanco me sonríe y lo miro extraño.
- ¡Comenzad! – nos pide el presentador.
- Ya eres mío – ríe Juggernaut, balanceando su maza de armas; por mi lado estoy cruzado de brazos, observándolo.
Intenta impactarme con la maza en la cabeza, pero simplemente la esquivo inclinándome hacia un lado; lo vuelve a intentar, doy un paso a un lado e impacta en el suelo levantando polvo.
- ¡Papa, cuidado! – escucho en mi cabeza, con la voz de rojo.
De todas partes aparecen cuchillos en el aire, ocultos por el polvo de la nieve; corro a toda velocidad hacia Juggernaut, este agarra una maza gigante que lleva en la espalda e intenta aplastarme pero ya he pasado este con su armadura me cubre de todos los cuchillos. Me agarra e intenta aplastarme, endurezco el cuerpo completo con las escamas; para intentar evitarlo, mientras le doy patadas y cabezazos que solo lo cabrean más. Uso toda mi fuerza pero no es suficiente, es demasiado grande; entonces escucho la voz de Rojo otra vez, en mi cabeza.
- ¡Papa, puedes con ese tipo; concéntrate e intenta localizar algo en tu interior! – me pide, asiento; mientras aun con las escamas mi cuerpo empieza a resentirse, empiezo a buscar algo en mi hasta que lo noto cerca de mi tráquea.
Diríamos que lo que busco es como un líquido en mi interior.
- Si lo encontraste, solo abre la boca; ordénale al líquido que salga, vomítale en la cara. – me instruye Rojo.
Mi cuerpo comienza a crujir, mis fuerzas me van abandonando; me cuesta concentrarme, pero empiezo a ordenarle al líquido que salga pero no obedece…Mi visión se va turbando, hasta que ya casi no lo veo; empiezo a visualizar como el líquido asciende por mi garganta y noto como quema.
Abro la boca, el tío está sonriendo como un niño feliz con un caramelo; noto una arcada y empiezo a vomitarle fuego en la cara, el tipo me suelta gritando como loco.
- ¡Bien, papa! – grita Rojo, en mi mente.
Estoy cansado, como si hubiera gastado todo el líquido que pudiera gastar hoy; Juggernaut tiene el casco hirviendo y derritiéndosele en la cara, por lo que pierde el conocimiento. Estoy de rodillas, el público a enmudecido; el sabio blanco está en pie, el presentador mira la escena con cierto desconcierto.
El presentador toca el pulso de Juggernaut.
- ¡está vivo! ¡Ganador el príncipe sir Bradley Hearling hijo de dragones! – me proclama, volviendo loca a la gente; sobre todo a mis amigos, el sabio blanco se sienta en su silla mucho más blanco que de costumbre.
Voy cansado hasta la zona de descanso, donde tenebroso me mira sorprendido; pero no dice nada, el adalid blanco Ward parece impresionado.
- Estoy deseando batirme contigo. – me dice.
- No cuestes con ello. – rebate tenebroso.
Ambos se miran con mala cara, incluso yo lo miro con mala cara.
- ¡Ahora veremos a Ward, Adalid blanco desde hace tres años; ¿podrá Asher el tenebroso poder con él?! – pregunta el presentador.
- Suerte – le digo a Ward.
- Gracias, pero para poder con este mequetrefe; no la necesito. – discute Ward, saliendo confiado donde la gente le aplaude mucho.
- Más le valdría rendirse. – opina Asher, saliendo tras él.
- Espero que te dé una lección. – le confieso, él sonríe con un gesto macabro que me pone los pelos de punta; luego salen a la arena, Ward desenfunda un estoque un arma de realeza.
Asher no desenfunda ningún arma a simple vista, Ward tiene un excelente juego de piernas; aunque se nota que anda ligeramente mareado porque a veces cambia su equilibrio para no caerse, Asher simplemente lo observa fijamente muy quieto. Ward ataca con su estoque, parece que ha impactado; pero cuando el estoque vuelve no hay agujero en la gabardina ni rastro de que haya impactado, Asher apenas se ha movido. Lo intenta varias veces, pero siempre es el mismo resultado; Ward no entiende lo que pasa, ni yo tampoco.
Asher desenfunda una espada de energía, que parece la rama de un árbol con 4 bifurcaciones; raja a Ward cruzándole todo el pecho, este simplemente cae al suelo inconsciente.
- ¡Papa, es la caza dragones; ten cuidado! – me avisa, Rojo; mentalmente.
- ¡Está vivo! ¡Ganador Asher! – proclama el presentador, el pueblo; todos están sorprendidos, pero no tanto como yo ya que ellos lo han visto en acción antes.
- ¿Qué la diferencia de la mata dragones de Spike? – le pregunto, con mi mente.
- ¡Príncipe sir Bradley Hearling, acuda aquí; es su turno y ultimo combate, suerte! – me llama el presentador.
- ¡Que esta no se forjo físicamente; sino mágicamente, es pura energía! – me explica Rojo, mientras avanzo para situarme frente a Asher.
- ¿están listos? – pregunta el presentador?
- No necesito estar listo para este combate. – comenta Asher, al que la gente abuchea.
- Listo – asiento, provocando que la gente me vitoree.
- Tendré cuidado. – comento, preocupado a Rojo; la realidad, es que no se si puedo ganarle.
- Ve con todo papa. – opina Rojo y asiento.
Desenfundo la Gladius del tirón, desato mi energía; como cuando Spike estaba herido, ambos chocamos las espadas en cuestión de milésimas de segundo. La gente no ve el combate, más que una mancha donde deberíamos estar nosotros; no comete errores, por lo que no puedo usar mis artes marciales contra él y bloquea todos mis cortes con su espada. Mi espada y la suya chocan, salen potentes chispas; pero ambos las esquivamos para no salir heridos, poco a poco me está tomando ventaja hasta que consigue impactarme y para evitarlo retrocedo en el tiempo los tres segundos que la espada me permiten.
- Juraría que te había dado. – comenta, perplejo.
- No me has dado. – miento, jadeando.
Vuelve a impactarme y vuelvo a retroceder, no aguantare mucho tiempo asi; no puedo hacer esto infinitas veces, aún no he conseguido darle.
En una de estas un cuchillo cae en medio de los dos, le ha rozado la mejilla a él; él se toca la cara y mira hacia atrás, en ese momento caen más de una veintena de asesinos dorados a nuestro alrededor.
- ¿pediste compañía, no tenías suficiente con la mía? – bromea Asher, viendo la sangre en su mejilla.
- ¿espalda con espalda? – le propongo y el asiente.
- Si me traicionas estas muerto. – dice, dándome la espalda; me pongo a su espalda, mientras veo que un ejército de asesinos dorados mantienen ocupados a los guardias y guardias blancos…mis compañeros se ponen a ayudar también.
- Has hecho daño a Juggernaut de nuevo, volvemos a vernos. – ríe divertido el líder, de los asesinos dorados. – pero esta vez será la última. – sentencia este.