Espada II: Gladius Regis Capítulo 10

Brad no quiere hacerle daño a nadie, mas todos estamos de acuerdo en que tiene varios poderes que no sabe controlar; una pelea con un amigo desencadena en una sorpresa para todos, pero luego pierde el control causando un auténtico desastre que puede jugarle en su contra en el futuro cercano.

Serie La espada II

Gladius Regis

Capítulo 10. Nera Blanca

Hacia el norte parten Bradley y su grupo, hacia el sur parte filo negro junto al asesino dorado; que más tarde ira al este, al feudo de hierro blanco de Bradley para encontrarse con de la rose protector y maestro de la espada de estas tierras.

El grupo de Bradley esta vez es guiado por Bradley, Kat va a su izquierda; Carl a su derecha, detrás de este va Greck uno de sus más allegados seguidores.

Junto a Greck, van Apolo y Argos; junto a Argos, va Spike y transformado en dragón va Rojo pasando de cabeza en cabeza.

-      No hemos ganado mucho en esta misión. – suelta Carl, todos asienten.

-      Creo que Brad no piensa lo mismo. – ríe divertido Greck, haciendo reír a los demás.

-      Yo tampoco me quejo – confiesa Spike, que todos sabemos de sobra; es un pervertido.

-      Yo soy la que menos ha ganado aquí. – protesta Kat.

-      ¿no te ofrecieron una mujer? – pregunta Apolo, haciendo reír a todos.

-      Puagh, sois todos asquerosos. – nos insulta Kat, sin malicia; con su típica sonrisa.

-      No te quejes, tú has ganado un príncipe. – comenta Carl, haciéndola ruborizar.

-      Yo no he ganado nada, ya lo tenía. – suelta ella, sorprendiéndonos.

-      Esa es mi chica. – la animo y ella sonríe con malicia.

-      Al menos una de ellas… - deja caer, haciéndome toser.

-      Vaya, tiene carácter. – aprecia Argos, observando la escena a distancia.

Cuando paramos a comer unas horas más tardes en plena nieve, Carl saca leña; Apolo la enciende, Kat caza unas liebres y Argos vigila. El resto se ponen a practicar, Spike y Greck practican; Rojo me enseña cosas de dragón, aunque la verdad sigue insistiendo en que medite y eso me parece imposible.

Preferiría estar practicando físicamente, pero no me queda otra que seguir sus lecciones.

Tras eso, sin fruto alguno del entrenamiento por mi parte; con algunos frutos para Spike, un mantenimiento para Greck. Carl se pone a cocinar, tras Kat preparar las presas; Argos deja su guardia y le releva Apolo que ya entreno antes con Carl, Greck se pone a entrenar conmigo.

Cuando le venzo varias veces hace el cambio, asi termino entrenando con todos; hasta que me toca con Spike, que me hace una petición que no esperaba.

-      Quiero enfrentarme a ti, con cada una de tus espadas. – me pide este.

-      Spike, no creo que sea buena idea. – debato con él, que ya sé que esta frustrado por perder antes y que el rey; lo frustro más, para crearme problemas.

-      Por favor, lo necesito. – me suplica, con los ojos llenos de lágrimas.

-      No lo hagas. – me pide Kat, sujetando mi brazo.

-      Debo hacerlo, uno debe hacer lo que un amigo le pide con tanto ahínco. – digo y le guiño el ojo, para tranquilizarla.

-      ¿papa, estas seguro? – pregunta Rojo.

-      Tranquilo. – sonrío, afablemente; el se muestra inseguro, pero asiente.

-      Primero con tu mejor espada. – me pide Spike, todo el grupo nos está mirando; todos parecen tensos o preocupados, soy el único que no lo está.

-      Como quieras Spike. – suelto, desenfundando la Gladius.

-      Kat, cuenta. – le pide Spike y ella asiente.

Spike desenfunda su mata dragones que brilla por la cercanía con Rojo, La Gladius brilla con su típico brillo dorado; mientras Kat cuenta hasta 3, una vez el 3 se ha dicho.

-      ¡Luchad! – grita Kat, para darnos la señal.

Spike se lanza hacia mi furioso, chocamos nuestras espadas; dejo resbalar la suya, le pongo la zancadilla y mientras cae de bruces le apunto a la nuca con la Gladius.

-      2 movimientos. – cuenta Kat.

-      Otra vez. – aparta, molesto mi espada Spike; le ofrezco la mano, pero no la coge.

-      De acuerdo… - digo, enfundando a la Gladius y clavándola en el suelo; acto seguido, desenfundo Filo negro.

La primera espada que conseguí cuando todavía tenía a Luciérnaga Dorada, es la más rápida y liviana; ideal para enfrentamientos contra alguien ágil, como Spike.

La preocupación de los demás va en aumento, la mía empieza a sucederse; está claro que le afecta ser el más nuevo de todos, a pesar de ser el único que tiene una espada mágica aparte de mí.

Kat cuenta tres y vuelve a darnos la señal.

-      ¡Luchad! – grita Kat, con menos ímpetu que antes.

Spike avanza aún más furioso, espada delante; como si fuera una lanza, esquivo su espada y le pego un puñetazo en el estómago que lo hace doblarse por la mitad. Aprovecho ese momento, para apuntar a su nuca con mi espada; pero antes de que lo haga, interpone su espada en medio y gira para atacarme. Bloqueo su ataque con mi brazalete y le apunto a su corazón, con mi espada.

-      5 movimientos. – enumera Kat.

-      Siguiente espada. – pide Spike, le echa una ojeada a la Gladius que esta clavada en la nieve; mientras se pone en guardia, enfundo a filo negro y desenfundo la espada Hearling.

Esta espada es la más pesada y fuerte que las otras, para luchar contra alguien como Argos o Greck; sin duda sería la mejor, para Spike es excederse.

-      ¡Luchad! – grita Kat, con aun menos ímpetu que antes.

Spike me rodea, buscando un momento de flaqueza en el que atacar; en los dos combates anteriores ha aprendido algo, atacarme a lo loco y furioso no funcionara.

Cuando está a mi espalda, me ataca; viendo su sombra, esquivo su hoja y golpeo con el pie dando una patada que lo hace retroceder dos pasos.

Mientras me giro para ponerle la espada en el hombro, esos dos pasos lo han salvado; avanza hacia mí con la idea de ponerme la espada en el cuello, lo hago tropezar llevando mi espada hacia un lado y le pego un puñetazo en el casco que lo derriba. Rueda sobre sí mismo para evitar que lo venza, hasta que consigue ponerse de pie; carga a lo loco contra mí, choco mi espada contra la suya pero su espada no lleva fuerza y deja mi espada pasar.

Bloqueo su espada con mi brazalete y me placa para desequilibrarme, doy un paso atrás; volvemos a chocar las espadas, pero antes de que se dé cuenta le desarmo con la técnica de “de la rose” y le apunto al cuello.

-      10 movimientos. – suelta Kat, sorprendida; los demás le aplauden y él se ríe, de una forma extraña.

-      Ultima espada, Brad. – me pide y asiento, frunciendo el ceño; este juego ha dejado de gustarme, enfundo la espada Hearling y saco la espada de hueso mágico.

-      Veamos que puedes hacer con eso. – me reta, para molestarme; mas no lo consigue, para mí es mi amigo y ya está.

Mientras Kat cuenta, observo mi espada; esta espada es la única que tiene magia, es una de las más fuertes y cortas por lo que es ideal en espacios estrechos.

-      ¡Luchad! – grita Kat, Spike que estaba de rodillas se levanta; mira de nuevo la Gladius, luego me observa a mí.

Me ataca a lo loco, prendo fuego al suelo para detenerlo; pensaba que lo rodearía, pero solo salta por encima y aparto mi cara justo a tiempo para recibir solo un corte en la mejilla.

Lo alejo con viento, el apaga sus botas; al meterlas en la nieve, vuelve a correr hacia mí y hago que la nieve lo atrape. Rompe con su espada el agarre de la nieve, choca su espada con la mía; mientras los dos hacemos fuerzas, me lanza nieve que guardaba en la otra mano. Le pego un rodillazo para alejarlo, chocamos las espadas; por mi lado a ciegas, mientras me quito la nieve y cuando consigo verlo…me muevo a supervelocidad, para bloquear su espada con mi brazalete, ya que iba a mi cuello; vuelve a chocar su espada conmigo, me placa y mientras me desequilibra desvía mi espada con la suya…me apunta al cuello con un cuchillo, sorprendiendo a todos; ya que nadie sabía de la existencia de ese cuchillo, Spike sonríe y todos le aplauden.

Incluido yo.

-      De cuatro combates, te he ganado uno. – suelta sonriente.

-      Eres bueno Spike, muy bueno. – admito, haciéndolo sonreír.

-      Me pregunto qué tan bueno seria, con esta espada. – suelta, agarrando el mango de la Gladius; estiro mi mano para evitarlo, todos se tensan lo máximo y de repente Spike recibe un rayo desde el cielo.

Este sale disparado, la Gladius esta electrificada; alrededor de esta en la misma nieve hay fuego y unas manchas negras provocadas por el rayo. Todos corremos a socorrer a Spike, este sigue electrocutándose a pesar de la distancia; luce severas quemaduras sobre todo en la mano y el pelo de punta.

-      Brad, agarra el caballo y llévalo a Nera Blanca a galope tendido o no sobrevivirá. – me anima Kat.

-      No toquéis la Gladius ni dejéis que nadie lo haga. – les pido, mientras agarro nuestro caballo más fuerte y fresco; monto a Spike que al tocarlo da calambre, pero apenas un cosquilleo para mí como semidragón.

Todos se quedan detrás, montan un campamento alrededor de la Gladius; conformo me voy alejando de esta, me voy sintiendo más desprotegido y es que a pesar de todo mi entrenamiento…cuando todo se complica, siempre recurro a esta; me pregunto si nadie más tocara la espada o si estará ahí cuando regrese a por ella.

Al cabo de una hora a costa de matar al caballo, Spike deja de temblar; pero está echando espuma por la boca, noto que le cuesta respirar y empiezo a vislumbrar Nera Blanca.

El caballo a mitad de camino cae moribundo, miro mal a Spike; por obligarme a hacer esto, con tan noble bestia y la mato con filo negro.

-      Gracias por salvar a mi amigo, siento que tu final sea este; viejo amigo. – le digo al caballo.

Enfundo mi espada, me subo a Spike como un saco al hombro y corro sin descanso; hasta Nera Blanca, la ciudad se me hace inalcanzable e incluso la súper velocidad se activa por si sola.

Como un huracán entro en la ciudad, lanzando por los aires las puertas; todo hombre, mujer o niño que se cruza en mi camino es vapuleado por mi velocidad y tan solo me detengo cuando estoy frente a la tienda de pociones.

Entro en ella como alma que lleva al diablo.

-      Por favor, os lo ruego; salvad a mi amigo. – suplico, el hombre que salvamos hace unos días; me mira y me reconoce, mira a mi amigo y el desastre que deje atrás.

-      ¿Qué le ha pasado? – me pregunta, observándolo.

-      Toco una espada mágica y esta le lanzo un rayo. – le contesto, el me observa atónito.

-      Os debo mi vida y por eso, os daré gratis mi mejor poción; quizá lo salve, pero… ¿Qué habéis hecho? – me señala la dirección que deje atrás.

-      Lo siento, me obnubile; para salvar a mi amigo, yo pagare los daños y la atención medica de cualquier paciente que venga. – le digo y el asiente.

-      Eso deberéis decírselo a la guardia, cuando vengan a buscaros; que creedme, lo harán. – me asegura y asiento, aunque en realidad ahora mismo no me importa; no quiero que muera mi amigo Spike, por ser descuidado.

-      ¿vuestro amigo siempre se mete en líos, eh? – me dice un tanto más afable.

Baña a mi amigo Spike con un mejunje blanco, también lo hace beberlo; en ese momento escucho como la guardia de la ciudad rodea el edificio, pero no me separo de Spike.

-      Tranquilo, cuidare de vuestro amigo; id, tenéis que afrontar lo que habéis hecho. – me dice con amabilidad.

-      Gracias, cuidadlo por los dioses os lo pido; volveré. – suelto, él sonríe; me levanto, mientras la guardia comienza a hablar.

-      Seas lo que seas criatura hostil, estas rodeado; sal ahora y sin armas o entraremos a por ti, para acabar con tu vida. – titubea nervioso el jefe de guardia.

Salgo con las manos en alto, mis títulos reales; nobiliarios, a la vista.

Todos los hombres apuntan sus armas contra mí, el jefe de guardia contempla los títulos; esta atónito, tanto que no da órdenes a sus hombres.

-      Soy el príncipe de Rodernack, noble de los tres feudos de los Hearling en pueblo Besolla; Bradley de la espada magna, amo y amante de dragones. – me presento, ante los atónitos hombres; que no saben si dispararme, bajar las armas o si apresarme.

-      ¿es esto un ataque? – me pregunta al fin el jefe de guardia.

-      Lo lamento de verdad, mi amigo se moría; pagare cualquier desperfecto, cualquier atención médica y espero que me perdonéis. – digo, poniéndome de rodillas; haciéndoles una reverencia, llorando.

Los hombres bajan las armas por si solos, el hombre se siente incómodo; la gente mira y cuchichea, el los observa aún más nervioso.

-      Señor os lo ruego, levantaos; poneros en pie, por favor. – me pide con urgencia.

-      Yo os ruego, que todos me perdonéis. – les pido y todos empiezan a gritar que me perdonan, todos comprenden mis motivos o creen comprenderlos.

Porque lo que más me afecta es que Spike, se muere por mi culpa.

-      Señor, levantaos; ya habéis sido perdonado por el pueblo, ahora id a hablar con el sabio de Nera Blanca el negociara con vos. – me vuelve a pedir, con urgencia; bastante nervioso.

-      ¿y mi amigo? – le pregunto, levantándome; reteniendo mis lágrimas.

-      Sera escoltado a palacio, cuando se encuentre bien. – me promete.

-      Está bien, vayamos. – acepto con cierta reticencia, no soy de los que abandonan a nadie al borde de la muerte; pero es cierto que debo cumplir con la gente de este pueblo, les hice un mal sin merecerlo.

Me sumerjo en la ciudad fuertemente escoltado, algunos me abuchean; otros que me han oído me vitorean, por ultimo muchos cuchichean. La ciudad nevada, tiene cierto encanto; todas sus construcciones excepto la muralla, son de hielo. Todos sus edificios, su calzada; son blancos, como la nieve que se amontona en sus calles y muchos individuos la recogen en un carro para trasportarla a otro lugar.

Sus construcciones son verdaderas obras de arte, como si los artistas que las construyen compitieran entre ellos; para ver quien las hace más hermosas, aunque los tejados no se ven resistentes por sus florituras el resto de las construcciones si lo son.

Asi con lágrimas aun en los ojos, polvo en mis ropajes; una espada menos y sin la compañía de mis compañeros, voy andando hacia mi destino.