Espada II: Espada Magna Capítulo 5

Al fin avanza el ejercito de Norman, se topa con ciertas dificultades por no haber estado allí; en batallas anteriores, pero gracias a sus nuevos poderes consigue avanzar. La batalla se cobra muchas vidas, lo que le retrasara un poco; no demasiado tiempo, pero algo sí.

Serie La espada II

Espada Magna

Capítulo 5. Batalla por las granjas libres

Volvemos al campamento donde mis hombres para variar me vitorean, veo que faltan algunos; pero también veo caras nuevas, Nadir lo mira todo sin perder detalle.

-      ¿os gusta mi ejercito? – le pregunto, ella asiente.

-      No está mal, aunque realmente no es un ejército; es más una milicia, mal equipada y entrenada pero para las tierras baldías no está mal. – escupe, molestándome.

-      Debéis admitir que para ser las tierras libres, este es un gran ejército. – me defiende Aránea.

-      Supongo. – dice esta, mirándola con asco.

-      No os gusta mi mujer, no os gusta mi ejército; ¿entonces, que hacéis aquí? – le pregunto, molesto.

-      Seguir ordenes, ¿vuestros hombres no lo hacen? – me pregunta, cabreándome aún más.

Mis amigos, mi mayordomo; mi general y el capitán de mi guardia personal me reciben.

-      Capitán Rolo, protege a mi mujer; señor Bensley, atienda a nuestra invitada. General conmigo en mi tienda. – ordeno, deseando quitarme a Nadir de encima.

-      Como deseéis Virrey Norman. – suelta con retintín Nadir.

-      Como queráis, mi amor. – me hace una reverencia Aránea.

-      Sí, señor. – contesta Rolo, el capitán de mi guardia; a él no le importa tratar con Aránea, está acostumbrado a su presencia.

-      A la orden, joven amo. – acepta Bensley, mi mayordomo; aliviado de no tener que lidiar con Aránea.

Una vez en mi tienda.

-      General, infórmame. – le pido, mientras me quito la armadura; preparándome, para darme un baño y tomar algo.

-      Todo cayo como vos ordenasteis, pero en Delia del este y el oeste hubo más resistencia de la que esperábamos; el noble que estaba al norte, dejo un poco de tropas allí que nos plantaron batalla y huyo.

-      Grm, victorias pírricas. – me quejo, molesto. - ¿alguna buena noticia? – pregunto.

-      Si, cada día llegan más voluntarios del sur; señor. – me comenta.

-      ¿Cuál es la lista de tropas, ahora? – pregunto y él se dispone a enumerármela.

Soldados antiguos:

Guardia noble: 180

Soldados: 425

Milicia: 640

Leva: 1200

Total: 2445

Soldados nuevos:

Soldados: 200

Milicia: 500

Leva: 1000

Voluntarios: 2000

Total: 3700

-      No está mal, nuestro ejército crece; separa a los voluntarios entre experimentados y no experimentados, únelos a Leva o Milicia según su experiencia y que te vea la mensajera. – le ordeno al general.

-      Esta bien, señor. – dice y va a salir, pero le detengo.

-      Ese noble habrá ido a avisar a las granjas libres, sino queremos perder meses; es el único camino, para continuar nuestra conquista y allí nos tenderán una emboscada. – le comunico.

-      Lo siento señor. – se disculpa, sabiendo que es culpa suya.

-      No es tu culpa, debería haber ido yo; retírate, por ahora. – exijo y el obedece, un tanto triste por haberme fallado.

Tras eso entra Aránea.

-      ¿Qué quieres mujer? – le pregunto, ella sabe que estoy enfadado; mientras me meto en el baño.

-      Sé que estáis enfadado con Nadir, pero debéis ganárosla. – suelta esta, sorprendiéndome; dándome frutas en la boca con su boca con cierto erotismo.

-      ¿de qué estáis hablando? Ya os tengo a vos, para que quiero a esa perra esmeralda. – la insulto, para desahogarme; tras masticar y tragar la fruta, escupiendo el hueso.

-      Esa perra esmeralda, será la madre de vuestra hija; a parte cuanto más os la ganéis, hará informes más favorables que os darán más tropas. – argumenta Aránea, añadiendo unidades a mi ejército en el mapa; que aún no tengo y no sé si, tendré.

-      ¿Cómo que será la madre de mi hija? – arqueo la ceja, frunzo el ceño; me cruzo de brazos, ignorando lo de las tropas porque ya lo sabía y de mientras ella me enjabona con ternura.

-      Debéis conquistarla – me responde escuetamente, tratándome con delicadeza.

-      ¿no podéis explicarme por qué? – le pido y ella se niega.

-      No, solo puedo deciros que yo no puedo daros hijos; pero ella sí. – responde con cierta tristeza, camuflándola tras una sonrisa.

Lo pienso un poco, jodidamente tiene razón; de que me sirve ser el virrey si muero sin descendencia, de nada la verdad.

-      Está bien, mandadla llamar; hablare con ella. – digo aun enojado.

-      No, déjalo estar por hoy; solo acuérdate de ir ganándotela poco a poco, ¿de acuerdo? – me pregunta y le contesto fastidiado.

-      Si, está bien; ya te oí.

Ella parecía querer decir algo más, pero mis amigos me interrumpieron; antes de poder seguir conversando, ella les saludo y ellos a ella.

-      Os dejo solos, tendréis cosas que hablar. – dice, haciendo una reverencia; dejándome enjabonado, sin aclarar.

-      Hey Norman, ¿Cómo fue la reunión? – pregunta Giwi, contento de que este aquí.

-      Bien, obtendremos tropas pronto de la orden esmeralda. – le contesto, él sonríe; aunque aún no estoy seguro de que esas tropas lleguen.

-      Me alegro que vuelvas de una pieza, nosotros tuvimos problemas. – me confiesa Beg.

-      ¿Qué paso? – les interrogo, a pesar de que ya lo sé por encima; quiero detalles y oírlo de su boca.

Ellos comienzan a contarme, sus líderes se envalentonaron al ver que no estaba yo; cargaron, pero perdieron. En el caso de Beg, por lo visto este mato muchos personalmente; en el caso de Giwi, el conocimiento estratégico fue primordial.

-      Siento haber perdido soldados. – lloriquea Beg

-      Yo también lo lamento, amigo; digo hermano. – se autocorrige, ya que yo para él; soy como un hermano.

-      Tranquilos, todo va según lo previsto. – los tranquilizo, aunque no esperaba perder tantas tropas; no es problema, realmente si la orden esmeralda cumple.

Tras esta pequeña conversación, convoco a mi consejo; por desgracia, Nadir está en él y mi padre Edan Wesley también.

-      La ciudad estado más grande del sur, Suren; se está fortificando, igual que las granjas libres que están delante ¿Cuál es el plan mi señor? – me pregunta el general

-      ¿de cuánto es su ejército? – pregunto, mirándolos a todos.

-      Que hayamos visto en las granjas libres, 200 arqueros; 200 soldados, 200 lanceros y 200 de caballería. El de Suren que está detrás lo ignoro. – comenta mi padre, que ha estado espiando allí para mí.

-      No tienen nada que hacer contra mi ejército. – suelto, socarronamente.

-      No te confíes, seguramente ellos también hayan recibido refuerzos de otros feudos y voluntarios. – comenta Nadir, dándome un consejo; a pesar de tener un gesto ladino bajo la máscara.

-      Seguramente el noble y los vasallos que escaparon con él, estarán allí. – anuncia Giwi.

-      Haremos que se confíen y nos ataquen, llevando al campo de batalla un ejército similar; al que nosotros creemos que tienen, el pensara que puede aplastarnos y se la jugara más. – digo y miro a Aránea por si tiene algo que decir, pero ella solo está escuchando.

-      Una vez lance su caballería, el resto del ejército; aparecerá por los laterales, aplastando su infantería y sus arqueros…mientras nosotros atacamos a sus lanceros con lo que nos quede, otra pequeña tropa debe entrar en las granjas; para hacerlas capitular, si lo hace con disimulo no abra problemas. – comunico y todos asienten.

-      Yo protegeré a nuestras tropas de sus flechas. – comunica Aránea.

-      ¿alguna duda? – les pregunto, pero nadie dice nada. – entonces, Padre tu entraras en las granjas que ya las conoces ¿Qué os parece este plan? – les pregunto al resto.

-      Perfecto hijo, eres un gran estratega. – me alaga mi padre.

-      ¿padre, que queréis? – arqueo las cejas, cuando mi padre me alaga algo quiere.

-      Solo que triunfes en tu campaña. – suelta, sin quitar mis sospechas de que algo quiere.

Todos parecen estar de acuerdo.

El grupo A: comandado por mí y el general

Guardia noble: 90

Soldados: 300

Milicia: 500

Total: 890

El grupo B: comandado por Beg

Guardia noble: 30

Soldados: 150

Milicia: 300

Leva: 1000

Voluntarios: 950

Total: 2430

El grupo C: comandado por Giwi

Guardia noble: 30

Soldados: 150

Milicia: 300

Leva: 1000

Voluntarios: 950

Total: 2430

El grupo D: comandado por mi padre.

Soldados: 25

Milicia: 40

Leva: 200

Voluntarios experimentados: 100

Total: 365

El primero en salir es mi padre, que hará un pequeño rodeo; aprovechando nuestra distracción, luego los ejércitos laterales se esfuman también y de mientras mi ejército avanza directo.

Una vez que llego a la entrada del valle de las granjas libres, veo a su ejército posicionado en la entrada del valle; como esperaba la caballería delante, los lanceros justo detrás de la caballería y la infantería detrás…pero por último los arqueros.

Conmigo vienen Aránea, Nadir; el general Arles, además del capitán Rolo con 8 de nuestros mejores hombres como escolta.

Observo la entrada al valle, los alrededores; no parece haber más tropas, esto me escama.

-      Esto parece una trampa – comento.

-      Probablemente, tengan hombres escondidos; en alguna parte. – Apoya el general.

-      Sigamos el plan. – Insta Aránea.

-      Una vez que veamos la trampa, actuaremos en consecuencia. – Suelta Nadir.

-      Además tienes un plan b, guardado sobre la manga. – ríe Aránea y el general sonríe, pero Nadir nos mira raro.

-      ¿Plan b? ¿Cuál es? – pregunta, mirándonos con desconfianza.

-      Lo veras si es necesario. – le contesta Aránea, ignorando la mirada de asco; que esta le manda de vuelta.

De entre su ejército, salen dos jinetes; para hablar, miro a mis acompañantes.

-      No me interesa que os vean a ninguna, General; conmigo. – ordeno, este asiente; el capitán es disgustado porque no quiere dejarme solo, pero las chicas lo comprenden ambas son mis bazas.

Una vez nos encontramos en el medio del campo, observo a un hombre mayor; con lentes unos kilos de más y un tanto mayor, a su lado parece un militar de rango bien equipado.

-      Saludos, Sir Norman Wesley; “rey del sur”. – me saluda con retintín. – Soy Albín hijo de Albinio suzerano de Suren, este a mi lado es el Almirante de las fuerzas de protección libres de Suren; se llama Orle. – se presenta.

-      Encantado, este es el General Arles de mi ejercito de reunificación del sur; vamos a unirnos bajo una bandera, para volver a ser el reino que era. – les comunico a ambos sin titubeos.

-      Nauraría ya no existe, volver a hacer que exista es solo un sueño; eso no pasara, retira tu ejército y todos viviremos. – negocia conmigo el Suzerano.

-      Negativo, tengo una oferta mejor; se mi Suzerano, una vez acabe la guerra te pediré la mitad de lo que Suren te pide y te daré el doble. – renegocio con él.

-      Eso es un ultraje. – se queja el Almirante.

-      En la guerra todo se vale y se acerca una batalla en la que no sobreviviremos, sino estamos unidos. – argumento, sin especificar.

-      Aunque aceptáramos el trato, las tropas que nos protegen no son mías; como bien sabéis, abra batalla igualmente. – se encoge de hombros el Suzerano.

-      Eso ni lo dudes. – rechista el Almirante.

-      Mal por ti, tenemos las mismas fuerzas; no tenéis ni una sola oportunidad de ganarnos.

-      Ja, no tenéis caballería; vuestro ejercito son una pandilla de granjeros con armas y uniforme, no podéis ganarnos. – opina el Almirante.

-      ¿aceptáis mi oferta? – le pregunto al Suzerano.

-      Lo siento Almirante, debo hacer lo mejor para mi pueblo; aceptaremos las condiciones del ganador. – suelta, demostrando su cobardía.

-      Entonces, pronto me rendiréis pleitesía. – digo, retirándome de la conversación.

-      Por favor, necesitamos todas las fuerzas posibles; rendíos sin resistencia. – les pide mi general.

-      A suplicar a la iglesia. – le replica el Almirante.

-      General Arles, no gastes saliva con quien no sabe más que obedecer órdenes. – suelto desde distancia, él les mira por última vez y se retira conmigo.

Una vez vuelvo a la formación.

-      General, van a lanzar a su caballería contra nosotros; manda avanzar a la milicia, Aránea protégelos de las flechas. – ordeno y este se dispone a hacerlo.

-      Muy listo, vais a sacrificar las unidades más débiles; además son tan numerosas que acabaran con su caballería, sobre todo si los protegéis de las flechas. – opina Nadir.

-      Al fin os gusta algo de lo que hago. – suelto y ella guarda silencio.

Aránea conjura, cuando el enemigo ve avanzar a la milicia; ordena a los arqueros que abran fuego, al ver que todas las flechas fallan lo vuelven a intentar por segunda vez y poco después la caballería se prepara para cargar.

La caballería carga contra la milicia, sus arqueros ya no disparan; asi que Aránea, conjura ataques contra nuestros enemigos y protecciones contra nuestros aliados.

Tras el primer asalto…

Caballería: 0

Heridos: 99

Muertos: 101

Milicia: 100

Heridos: 75

Muertos: 325

-      ¡Ordena a la milicia que retroceda portando nuestros heridos y que deje a los suyos vivos, avancemos con lo demás! – ordeno, Aránea protege la retirada de nuestros hombres de las flechas; luego protege nuestro avance, ellos siguen intentando detenernos con sus flechas inútilmente y Aránea comienza a estar cansada.

Mientras que nos topamos con sus lanceros, por los dos lados aparecen Beg y Giwi; con el resto del ejército, unos atacan a la infantería y los otros a los arqueros.

Hemos avanzado pisoteando a sus heridos, aparte de que las flechas no nos impactan; que han visto magia en el campo de batalla y que protegemos a nuestros heridos, ver morir pisoteados a los suyos en el campo de batalla es un mazazo bestial en su moral.

Cargo al frente, junto con Aránea; Nadir, el capitán Rolo y el general Arles lo que aumenta bastante la moral de la tropa.

Desvío y corto una lanza en dos del enemigo, mientras esquivo la lanza del lancero izquierdo y con la mano desvío la lanza del lancero de la derecha…abriendo el hueco suficiente, para poder pasar y cortar en dos al lancero que tengo en frente; el de atrás retrocede, para intentar apuntarme con la lanza pero ya estoy dentro de su rango y atravieso su estómago. A la vez que todo esto sucede, Nadir se tira de boca; rueda por el suelo y corta los pies de los dos lanceros del frente, mientras estos agonizan en el suelo ella esquiva dos lanzazos y lanza un cuchillo matando a un tercero en el acto. Aránea, congela a un lancero con un rayo y con otro electrocuta a otro lancero; mientras desvía un par de lanzas que le han pasado cerca, mientras jadea agotada lanza una bola de energía que abre la formación por una parte para que entren nuestros soldados. Rolo y el general, desvían una lanza para poder llegar a su portador y atravesar su garganta con su espada; ambos avanzan desviando lanzas, para poder cortar a sus enemigos. Algunos de nuestros hombres, reciben los lanzazos; no todos pueden evitarlos, pero todos luchan con fiereza.

Segundo asalto:

Guardia noble: 15

Heridos: 15

Muertos: 0

Soldados: 160

Heridos: 55

Muertos: 85

Lanceros: 0

Heridos: 68

Muertos: 132

Una vez estamos allí desorganizados, veo que detrás de este ejercito; hay otro de la misma magnitud, obviamente era una trampa.

-      ¡Ahora Norman! – pide Aránea, antes de que nos masacren; mientras recibimos flechazos que ella ya no puede detener, mientras su caballería carga estando desorganizados.

-      ¿Qué va a hacer? Esta batalla está perdida. – argumenta Nadir.

-      Calla y observa. – suelta, dejando a Nadir perpleja; a la par que frustrada, de que un bicho asi le dé órdenes.

Clavo la espada magna en el suelo y mientras recito el encantamiento, mi esposa me protege de varias flechas; con sus últimas fuerzas, hasta que del suelo brotan ambos ejércitos.

-      ¡Destruid! A mis enemigos. – ordeno, ganando la batalla; sin ninguna víctima más, el ejército rival no fue rival para mis criaturas.