Espada II: Espada Magna Capítulo 4
Norman vuelve al campamento para enterarse de que algo ha cambiado mientras él estaba haciéndose más fuerte, algo ha impulsado a la orden esmeralda a hacerle caso y aunque tenía otros planes; no está dispuesto a dejar escapar esta oportunidad, por lo que va hacia Granica y se reúne con un ministro.
Serie La espada II
Espada Magna
Capítulo 4. Nexo de unión
Una vez que llego al campamento, los soldados me vitorean al reconocerme; voy hasta mi tienda y dejo allí a mi mujer, entonces le doy las ordenes pertinentes al capitán Rolo.
- Manda a llamar al general y a mi mayordomo, los espero en mi tienda; ordena también que traten a tus hombres y asciéndelos a soldado de primera, hay que premiar a los valientes y obedientes…hazle a los otros seis un entierro decente, manda una carta a sus familias junto a una moneda de oro; tu quedas ascendido a sargento. – ordeno, y el asiente.
- Sí, señor; es usted muy generoso. – me agradece.
- Señor, es usted el mejor. – agradece el otro soldado.
- Es un honor servirle. – añade el otro soldado.
- Siento que murieran vuestros compañeros, pero atendedme; todos sirvieron fielmente a la causa. – digo, antes de entrar en la tienda.
Los dos soldados que la guardan me muestran sus armas y yo asiento, entro donde mi mujer está mirando el mapa; me acerco por detrás a ella y le beso el cuello, ella me acaricia las manos.
- ¿Qué miras, Aránea? – le pregunto.
- Miro la proeza que has conseguido en tan solo unos meses y sin ayuda alguna. – comenta, observando el mapa.
- Es poco, aún queda mucho. – debato, suspirando; nada mas de pensar todo lo que me queda; echándome una copa de vino.
- Tranquilo, paciencia; todo sucederá, ¿Cuál es tu siguiente paso? – me pregunta, llena de curiosidad.
- Primero tengo que ver con cuantas tropas cuento, actualmente; luego planeo hacerme con 2 pueblos y 1 feudo noble, aquí en el sur. – comento por encima, señalando las direcciones.
- ¿tienes bastantes tropas para eso? – me pregunta ella, viendo como separo mis fuerzas.
- Apenas espero resistencia, con el noble voy a intentar negociar; asi que iré yo mismo, una vez que hagamos esto…prácticamente el sur será mío y solo quedara la mayor ciudad del sur, algunas pequeñas aldeas; feudos poco importantes, que no se atreverán a hacer nada contra mí. – le explico a ella.
Después de eso llega mi mayordomo Bensley y mi general Arles, los dos se cuadran ante mí; pero el mayordomo frunce el ceño observando a mi mujer, ella sonríe y lo mira tan tranquila.
- ¿alguna novedad Bensley? – le pregunto a mi mayordomo, el tose.
- Señor Wesley, Arcadia sigue sin recibirnos; no obstante algo ha cambiado, nos reclaman en Granica en el menos tiempo posible. – comenta mi mayordomo. – señor si me permite una pregunta, ¿quién es la señorita? – me pregunta, observándola fijamente.
- Luego lo diré, ¿Granica? ¿a cuánto está de aquí? – le pregunto.
- Un par de semanas, señor. – contesta el.
- Vaya, con eso no contaba; asi que ahora si les interesa hablar, está bien… - murmuro para mí. - ¿General, con cuántos hombres contamos? – le pregunto.
- Señor sigue llegando gente cada día, pero aquí tengo la lista. – me da el papel, informándome.
Leva: 1600 hombres
Milicia: 800 hombres
Soldados: 500 hombres
Guardia noble: 200 hombres
Oficiales: 310 hombres
- General, usted llevara 45 guardias nobles, 90 soldados; 125 milicianos y 300 hombres de leva para hablar con el noble que está un poco al norte…si se niega a unirse a nosotros, atácale. – le ordeno.
- Sí, señor. – contesta con firmeza.
- Mayordomo, usted se queda a cargo del campamento con los hombres que nos queden; si va llegando gente, no podemos desplazarnos. – ordeno y el asiente.
- Si señor Wesley. – dice con amabilidad.
- General, hará dos grupos más; atacaremos Delia del este y Delia del oeste, con mis dos amigos al mando…ellos llevaran las mismas unidades que tú. – ordeno y el asiente.
- ¿entonces cuantos hombres me dejara aquí, señor? – pregunta el mayordomo.
- Me llevare 20 guardias nobles, 45 guardias nobles quedaran aquí; dejare aquí 90 soldados, yo me llevare 40. Dejare aquí 125 milicianos, por mi parte me llevare 300 milicianos; dejare aquí 300 hombres de leva, me llevare 400 hombres de leva ¿alguna duda? – les pregunto.
- No, señor. – dicen al unísono.
- Amor, hacéis bien; tenéis que impresionar al enviado, no es buena idea ir sin escolta. – contesta Aránea.
- ¿señor, que haremos si alguna de las fuerzas necesita apoyo? – pregunta, el general.
- Tendrá que movilizarse el campamento, no queda otra; lo dejo en vuestras manos, ¿entendido? – les pregunto, ambos asienten.
- Cariño, ¿y si en lugar de eso, nos muestras tu nuevo poder?; confía en mí, el campamento no se puede mover. – opina mi mujer.
- ¿es hora? – le pregunto y ella asiente.
- Es hora. – sentencia.
Salgo afuera, seguido por los 4; vamos al paramo que esta fuera del campamento, clavo la espada en el suelo y una onda verde con rayos oscuros me rodea…mientras hablo un idioma que desconozco pero que la espada me susurra en la mente, la onda de energía se expande y desaparece al avanzar un poco.
Del suelo salen manos esqueléticos y plantas, delante de nosotros aparecen; soldados herboreos, algunos ents y por otro lado…un ejército de esqueletos, caballeros esqueletos; el general, mi mayordomo y algunos soldados están alucinando.
Soldados herboreos: 500
Ents: 50
Esqueletos: 1000
Caballeros esqueletos: 100
- Obedeceréis a este hombre. – les ordeno y ellos se ponen firmes.
- Señor, ha conseguido usted un poder; increíble. – aprecia mi mayordomo.
- Agradécele a Aránea, mi mujer. – le pido al mayordomo.
- Gracias señorita Aránea – escupe el mayordomo.
- Señor, con esto; seremos imparables. – aprecia mi general.
- Eso, espero. – opino, tras eso; me los llevo a parte para contarles la historia, mientras mi mujer conjura sobre nuestras criaturas.
Una vez aparte.
- Señor, se ha ligado con una bruja y se ha dejado embaucar; esto a la corta le traerá como hemos vistos grandes beneficios, pero a la larga…solo le traerá problemas. – me comenta Bensley.
- Mi señor, lamento decirle; que las brujas siempre tienen letra pequeña. – comenta mi general.
- Ya solucioné la letra pequeña. – contesto, refiriéndome al señor oscuro del bosque.
- Esperemos que sea solo eso. – pide el general.
- Roguemos que sea solo eso. – reza al cielo, Bensley.
Mi mujer vendrá conmigo, reúne a las tropas; me las llevare, para ir de camino a la orden esmeralda.
- ¿va a llevar a la orden esmeralda a una medio bruja medio dríada? – arquea las cejas mi mayordomo.
- No tengo más remedio, no podemos alejarnos demasiado. – replico y el asiente.
- Tenga cuidado. – me pide.
- Lo tendré.
Tras eso al frente de mis:
20 guardias nobles
40 soldados
300 milicianos
400 hombres de leva
760 en total.
76 oficiales.
- Casi 1000 hombres señor, estarán impresionados. – sopesa mi mujer.
- Lo dudo, para ellos esto no es nada. – resoplo, mirando mis fuerzas.
- Es cierto, pero sabrán que has dividido tu ejército en tres; eso si los impresionara, mi señor y que consigas tener casi mil hombres siendo de las tierras baldías también. – argumenta ella.
- Creo que en eso si tienes razón, ¿tengo más hombres que Brad? – le pregunto a ella.
- Tres veces más. – responde ella.
- ¿crees que con esta espada podría con él? – la interrogo.
- Con la espada posiblemente no, pero con mi ayuda; seguramente sí. – contesta siendo un tanto, criptica.
- Grm – gruño por su respuesta ambigua.
Tras 2 semanas de viaje tranquilo, en el que tanto bandidos; como nobles, aventureros y monstruos han huido a mi ejército…vislumbramos al fin Granica, una obra de arte de arquitectura barroca; llena de columnas decorativas, detalles de decoración abrumadoramente ornamentados.
Nos recibe en la entrada una legión de 1000 hombres de soldados profesionales, sus armaduras están decoradas con esmeraldas; sus armaduras lucen un color verde oscuro, tienen banderas con un XII.
- La legión numero 12 protege la frontera. – digo impresionado.
- No te impresiones, con suerte pronto pondrán a esos hombres bajo tu mando; entonces serás imparable, una legión entera. – aprecia mi mujer.
Seguimos avanzando, pronto sus hombres al vernos avanzar; tocan un cuerno, en respuesta de entre ellos, se adelanta un hombre con muchas esmeraldas y con pinta de importante…a este le siguen 10 hombres.
- Mujer, quédate aquí; guardia noble, 10 conmigo. – ordeno y ella asiente.
Nos encontramos en el centro entre ambos ejércitos, estamos en una pradera; antes este terreno, era de las tierras libres.
- Saludos, soy… - empiezo a presentarme.
- Eres Sir Norman Wesley, tienes actualmente casi el control de la zona sur; según tu mensajero, tienes un trato interesante que ofrecerme. – Dice, interrumpiéndome; mostrando que no me respeta nada, eso me molesta.
- En efecto, pero antes quiero saber; ¿Qué ha cambiado para que me hagáis caso? – le pregunto, él sonríe al ver que no solo él; tiene información sobre mí.
- Arcadia esta de algún modo reactivando la magia, se están saltando la tregua; pronto estallara otra guerra y nos viene bien tener un aliado, quizá eso iguale las cosas. – argumenta, el tipo; sin dar muchos detalles.
- ¿Quién sois? No me gusta ignorar con quien hablo. – le replico, para su sorpresa.
- Tenéis personalidad, me gusta eso; soy Gedeón, ministro de la orden esmeralda. – se presenta.
- El trato que os ofrezco es el siguiente, control sobre las tierras libres; pero yo seré el virrey de todas estas, a cambio los dos salimos ganando. – digo, él sonríe ante mi oferta.
- ¿y que te hace pensar que te necesitamos para eso? – me pregunta.
- Es simple, como ya has dicho tengo el control del 40 % de las tierras libres; posiblemente ya el 45 %, eso incluye también el mayor ejercito de estas…siempre que os metéis en guerra, Arcadia lo hace y os anula; pero no lo hará, si me dais tropas y las camufláis dentro de mi ejército. – le explico, él se muestra pensativo.
- Deduzco que ignoráis que en el norte de vuestras tierras, se está formando una coalición; entonces. – suelta el de repente.
- ¿bajo el mando de quién? – le interrogo molesto.
- Sir Bradley Hearling, de la espada magna; follador de dragonas, según dicen.
- Tranquilo, no será un problema; lo quitare de en medio, llegado el momento justo. – suelto, entonces el vuelve a sonreír.
- Está bien, me quedare tu mensajero para informarte; sigue avanzando con tu ejército, llévate a Nadir mi mejor mensajera. – me ofrece su mano y le estrecho la mano.
- Virrey Norman Wesley, suena bien. – comento, para ratificar que quedo claro.
- Sí que suena bien, nos vemos; señor virrey.
Tras eso nos marchamos, tal como vinimos; esta vez con una muchacha con una máscara esmeralda, vestida con una armadura ligera esmeralda…tomamos un desvío, para encontrarnos con unos “viejos amigos”; que ya han trabajado para mí en alguna ocasión, me lamento por dentro pero no me queda otra.
- He notado el desvío ¿adónde vamos? – me pregunta, Nadir.
- Nos vamos a encontrar con unos “viejos amigos” voy a tomar medidas, por lo que dijo tu señor. – le comento.
- ¿vais a mandar matar a Brad? – me pregunta Aránea.
- Asi es, no quería hacerlo; pero si se ha puesto a reunir una alianza para dificultar mis planes, no me ha dejado opciones. – me excuso, suspirando; en el fondo me cae bien, no quería matarlo.
- Tranquilo amor, todo se sucederá. – me ayuda a relajarme Aránea.
- Si se mete en vuestro camino, no queda más remedio que quitarlo. – apoya Nadir.
Tras llegar a un árbol hueco, mando acampar a mi ejercito; luego le pido a Nadir que me acompañe, Aránea se queda con las tropas.
Tras el árbol hueco, andamos 100 pasos a la izquierda; luego 50 pasos a la derecha, por ultimo retrocedo 25 pasos y estamos en la puerta de una cueva.
Nada más entrar, de la nada aparecen 4 asesinos dorados; estos nos apuntan con sus armas, ambos nos desarmamos y entonces nos escoltan por un sinfín de pasadizos escarbados en plena cueva. Veo varios enanos cavando esclavizados, los elfos decorando obligados; los naturales cargando las piedras y sacándolas para fuera, también hay algunos guerreros orcos que vigilan a los esclavos.
Tras un rato, llegamos a la zona común; donde al menos hay cien asesinos dorados bebiendo y con esclavas, humanas sobre todo. Tienen a una grande capturada también, algunas pequeñas; los asesinos nos miran fríamente con curiosidad, los esclavos suplican ayuda. Desde esta tétrica sala, decorada con cabezas de a todos los que han matado; sangre, piedra y mesas de madera…hay un sinfín de puertas de madera que dan a cuartos privados, en uno están entrenando a niños de 6 años; el asesino de cuarenta años al vernos, cierra la puerta y es que no les gusta que se vean sus métodos.
Nos llevan a la puerta roja, cuando vamos a entrar…
- Solo el cliente. – dice uno, con una voz desganada.
- Ella es mi aliada. – replico, con la esperanza de que la dejen pasar.
- Solo el cliente. – añade el mismo, incrementando su amenaza y su cercanía.
- Déjalos pasar. – suelta una voz que reconozco, papa dorado; el asesino dorado más mayor, que esta con vida.
Pasamos para dentro, esta sala; quitando las cabezas y los estantes con todo tipo de venenos o antídotos, parece la sala de un trono.
- Norman viejo amigo, volvemos a vernos. – me habla coloquialmente, la única vez que intente que me respetara como noble; casi me mata, no repetiré ese error de nuevo.
- Si, veo que estas expandiendo la cueva. – aprecio, al entrar; mientras Nadir, mira todo alucinando.
- Gracias a tu dinero y a tu guerra. – sentencia tajantemente. - ¿Quién es tu amiga? – me pregunta al fin, mirándola con curiosidad.
- Una representante de la orden esmeralda, mi nueva aliada. – le comunico y ella asiente, para confirmar mis palabras.
- Vaya, esto será una guerra más grande de lo que pensaba entonces; tendré que ampliar más, me vendrá de perlas este nuevo encargo. – dice, esperando que le diga lo que quiero.
- ¿Recuerdas a Brad? – le pregunto y el me mira, dejando de mirar el mapa de su cueva.
- ¿Qué pasa con él? Se la tengo jurada a ese cabron. – me pregunta, indignado.
- Es hora de devolvérsela, entonces. – argumento, mientras pongo una bolsa llena de oro sobre su mesa.
- Está bien, no pararemos hasta que o el este muerto o nosotros. – me confirma, aceptando la misión.
- ¿asi que esta es la famosa banda invencible de los asesinos dorados? – pregunta ella.
- Si, aquí es el hogar al que frecuentemente; la gente llama: “la boca del infierno”