Espada II: Espada Magna Capítulo 3

Mientras Norman prepara a sus tropas física y mentalmente, la medio bruja maldita que se convirtió en dríada se prepara arcanamente; todos entran en el bosque negro, para intentar abatir al señor del bosque y que Norman se convierta en el nuevo señor.

Serie La espada II

Espada Magna

Capítulo 3. El bosque negro

Mientras los hombres se sienten más fuertes, bebiendo el odre que les dio la bruja; hago lo mismo, sintiendo una energía abismal en mi interior aunque me temo pasajera.

Nos quedan 5 soldados, el capitán; Beg y Giwi, ahora también tenemos a Aránea la bruja.

Una vez acabamos de beberlo, todos logran ver al fin la casa de Aránea y el pueblo en ruinas; los hombres se asustan, mientras estoy tranquilo.

-      Tranquilos, esto estaba oculto a los ojos normales; solo yo podía verlo por mi espada, relajaos. – les digo y ellos hacen caso.

-      ¿todo esto lo veías solo tú? – pregunta, atónito Beg.

-      En efecto – contesto, muy tranquilo.

-      Es fascinante – suelta Giwi.

-      Señor, es usted digno de admirar. – añade el capitán.

-      Capitán, ¿Cómo os llamáis? – le pregunto.

-      ¿señor? Mi nombre es Rolo. – se presenta.

-      Rolo, chicos; vamos a conquistar el bosque oscuro. – les resumo, ganando su atención.

-      Señor, está lleno de muertos; ¿para qué querríamos un terreno asi? – pregunta el capitán, más asustado que otra cosa.

-      Porque dentro hay un núcleo de un ser antiguo y lo necesito para adquirir mi libertad, la libertad de mi mujer; aumentar mi poder, asi evitarnos ir a visitar a la bruja. – les explico.

-      ¿tu libertad? – pregunta Giwi, sin entender.

-      ¿tu mujer? – añade Beg.

-      Su mujer. – dice Aránea apareciendo de la nada.

-      ¿señor, es eso cierto? – me pregunta el capitán Rolo.

-      Muy cierto, soldados; saludad a vuestra reina. – ordeno y todos se ponen de rodilla, Giwi y Beg; simplemente hacen una pequeña reverencia.

-      No es necesario. – dice ella ruborizada – No perdamos tiempo, tenemos que hacerlo; antes de que la maldición se complete en ti, ya tus ojos están cogiendo el tono verde también. – observa ella.

Sé que Beg y Giwi e incluso Rolo, quieren hablar conmigo; pero también sé que quieren hacerlo a solas, asi que ahora no dicen nada.

-      Capitán vamos a usar otra punta de flecha, pero esta vez la cabeza de la flecha estará capitaneada por tu reina; ella nos abrirá camino y nos guiará en la dirección correcta, ¿entendido? – le ordeno.

-      Sí, mi lord. – asiente el capitán.

-      Os he dado un brebaje, ahora vuestras armas; serán letales contra los esqueletos, pero oídme bien…del rey esqueleto debe encargarse Norman. – explica ella, todos los demás asienten.

-      Beg y Giwi, seréis mis manos izquierda y derecha. – les explico su cometido.

-      No te fallaremos. – asegura Beg.

-      Ahí estaré. – se suma Giwi.

-      Vamos, en marcha. – les pido y el capitán, da las ordenes.

-      Soldados, punta de flecha; en formación. – ordena el capitán.

-      ¡Si! – gritan estos.

Aránea se coloca en el centro de la punta de flecha, el capitán va a su lado; otro soldado a su otro lado, detrás de su culo voy yo y a mis lados mis amigos.

Una vez entramos en el bosque, los esqueletos comienzan a levantarse como un ejército imparable; ella usa la naturaleza para ayudar a mis hombres y mis hombres luchan fieramente, Beg y Giwi atacan a los que vienen por detrás rezagados.

La formación va adentrándose poco a poco en un bosque muerto, hasta que llegamos a una construcción negra; con unas escaleras, entonces ella se gira.

-      Soldados, que ningún esqueleto pase por aquí; llévate a tus amigos. – ordena Aránea, mi reina.

-      Señor, solicito permiso para ir con usted. – solicita Rolo.

-      Capitán, apoye a los soldados. – ordeno, haciendo caso a mi esposa.

Subimos bastante alto sin que nada ni nadie nos interrumpa, pero escucho a los soldados luchar sin cesar; entonces al subir hasta arriba, llego a un trono donde hay un rey esqueleto sentado y está rodeado de 8 guardias esqueletos con armadura.

-      ¡¿Qué significa esto, Aránea?! – grita, furioso.

-      Rétale. – me pide Aránea.

-      He venido a retarte, ahora Aránea es mi esposa. – digo, con espada magna en la mano; él la mira.

-      ¿otro incauto que has engañado para que muera a mis manos? – ríe el esqueleto.

-      Este es diferente, ¿no notas algo diferente en él? – le pregunta Aránea.

Entonces el me observa bien.

-      ¿tienes el poder de un ser antiguo en tu arma? – pregunta, atónito.

-      Sí, he matado al árbol ancestral o amo del bosque. – le contesto y él se ríe.

-      Aquí no tienes ningún poder, este bosque está muerto; como yo, su guardián. – Se descojona el rey esqueleto.

-      ¡Ahora! – Grita Aránea, lanzando unas pócimas al aire; mientras lanza un conjuro, rozo el líquido con mi espada y activo su poder.

Frente a nosotros, una onda verde recorre todo el bosque y vuelve hasta aquí; pero el poder reducido del rey esqueleto, detiene la onda verde.

Todo el bosque, excepto el altar ritual del rey del bosque; ha recuperado su verdor anterior, está lleno de vida y dejo de oír luchas ahí abajo.

-      Aránea yo te amaba, no puede ser me has traicionado; matadlos, acabad con su vida y traédmela con vida…a él también, quiero vivo para que vea como la hago mía. – lloriquea furioso el rey esqueleto.

Aránea esta de rodillas, parece haber consumido mucho poder; Giwi y Beg, se adelantan conmigo y poco después llega el capitán.

Este trae a un hombre mal herido, otro herido y uno sano.

-      Capitán, cuídalos y cuídala. – ordeno, antes de comenzar a pelear.

Beg saca sus dos hachas, mientras Giwi desenfunda su espada y su cuchillo; me pongo en posición con la Espada Magna, cargamos hacia delante mientras los esqueletos armados hacen lo mismo.

Beg roza a los dos esqueletos armados, la armadura se desintegra ante su tacto; los esqueletos le golpean con su espada, pero no atraviesan su armadura. Giwi, corta en dos una armadura y destruye al otro atravesando su cráneo con el cuchillo; esquiva los dos ataques, para terminar venciendo al segundo.

Por mi lado, inmovilizo con una trepadora a uno; mientras corto en dos al primero, tras chocar nuestras espadas y la suya volatilizarse.

Dos han pasado de nosotros, el capitán se enfrenta a uno de ellos; mientras el otro coge del pelo a Aránea, esta es arrastrada por él. Ella es incapaz de defenderse ahora, ha agotado toda su magia; grita para que la escuche, asi es como mientras mi capitán derrota al esqueleto armado sufriendo un par de cortes superficiales…Corro hacia Aránea y corto en dos al esqueleto, con armadura y todo; este se volatiliza, ya que ahora mismo todos tenemos atributo sagrado.

-      Tú, acepto el reto; ven aquí a morir. – suelta, levantándose; se ilumina en rojo, le aparece una capa de la nada negra y un escudo dorado.

Del suelo, saca un mandoble negro.

-      No os metáis en esto. – ordeno y todos asienten y retroceden.

Aránea se pone a tratar a los heridos.

-      Suerte, mi querido Norman. – me dice.

-      Señor, acabe con él. – me anima Rolo.

-      No me decepciones, Norman. – apoya mi amigo Giwi.

-      Destruye a ese debilucho. – insulta Beg.

-      ¡¿debilucho?! Tu serás mi siguiente mascota. – le señala el rey esqueleto.

-      No pierdas, no puedes permitir eso. – me pide, asustado.

-      Tú, la batalla es conmigo. – le digo, para llamar su atención.

Ambos empezamos a mirarnos caminando en círculo, mientras mi espada desprende energía verde y luz; la suya desprende oscuridad, me lanza un rayo negro y simplemente lo esquivo. Aprovecha ese movimiento para lanzarse al ataque, me ataca con su espada que cubro con la mía; mientras nuestras armas colisionan me golpea con su escudo para aturdirme y mientras lo estoy, gira sobre sí mismo para cortarme con su espada.

Me hace un corte superficial, ya que mi armadura es bastante buena; toco la herida y me chupo la sangre.

-      Yo también se jugar a eso. – le respondo.

Alzo mi mano, lo lleno de enredaderas inmovilizándolo por completo; mientras le hago cortes superfluos con hojas llevadas por el viento, le corto con mi espada. El desaparece dejando su capa atrás, me hace un corte por la espalda; cuando me doy la vuelta, bloquea mi espada con su espada e intenta golpearme con el escudo.

Esquivo el escudo y le hago otro buen corte.

-      ¿sabes que pasa, cuando repites el patrón? – le pregunto.

-      ¿el qué? – dice desapareciendo.

-      Que el enemigo se lo aprende y ataca en consecuencia. – suelto, dándome la vuelta y atravesándolo de lado a lado; mientras me corta en el pecho, retrocedo herido y el explota en mil pedazos…dejando su espada y escudo detrás, a parte de una esfera negra.

-      Te arrepentirás de esto. – grita, desvaneciéndose.

Aránea se me acerca y empieza a curarme.

-      Sois igual, no habéis cambiado. – digo débil.

-      Parece que la maldición no retrocede con su muerte, aunque si ha desaparecido; ya nada nos ata aquí, ahora agarrad el núcleo. – responde mi esposa, mientras me cura con lo poco de magia que le queda.

-      ¿y con el escudo y la espada que pasa? – le pregunto a ella.

-      No deberías tocarlos, son objetos malditos. – replica mi mujer.

-      Agarradlos sin tocarlos, ya les daremos uso. – rio divertido.

-      ¿Qué planeas? Me dais miedo mi señor. – arquea la ceja ella.

-      Ya lo veréis, tengo una gran idea. – añado a la conversación.

Quedamos el capitán, dos soldados; Giwi, Beg…mi mujer y yo.

Pero antes de partir…

-      Clava la espada en el centro de este lago. – me pide mi mujer.

Lo hago sin rechistar.

-      No la sueltes, ¿de acuerdo? – pregunta, ella.

-      No la soltare. – le respondo.

Ella comienza a conjurar, mientras introduce el núcleo en el agua; poco a poco voy viendo energía verde de las cosas que nos rodean, meterse en mí y en mi espada. Mientras su voz poco a poco se va haciendo más inhumana, por dentro voy notando una energía fuera de control; que se va repartiendo por todo mi ser, observo mi espada y está también está cambiando su forma.

El filo de madera parece un tronco de madera, mientras que el mango se vuelve de color verde; las decoraciones de esta espada se vuelven flores, una vez que el ritual acaba todo el bosque ha muerto de nuevo.

-      ¿Qué ha pasado? – pregunto, sorprendido.

-      Ahora eres Norman, el señor del bosque. – añade ella, mientras se arrodilla.

Veo mi reflejo en el lago, mi pelo es verde; mi pupila es verde, mi iris es negro y mi armadura está recubierta por un exoesqueleto exterior.

-      ¿estoy? – pregunto, mirando a mis compañeros.

-      Señor, sois único. – responde el capitán con fe ciega.

-      Ahora sí que eres imparable, amigo. – comenta Giwi.

-      Creo, que le darás miedo a tus enemigos. – sopesa Beg.

-      Vámonos, nuestras tropas nos esperan; para seguir avanzando. – ordeno y todos me siguen.

Retomamos el camino al campamento, ahora sí que seremos imparables; con mi nuevo poder, las tierras del sur pronto serán mías.

Le seguirán las tierras centrales y las del norte, con o sin ayuda de los imperiales; mi sueño se hará realidad, pronto seré Lord Norman el señor del bosque y de las tierras libres.