Espada II: Espada Magna Capítulo 13
El ataque total por todos los flancos incluido el rio continua, Norman ataca desde el rio con sigilo para abrir la puerta; el resto ataca cada uno por un flanco, Nadir espera desesperadamente los refuerzos de la orden esmeralda que aún no llegan. Por ultimo un cuerno resuena en el horizonte...
Serie La espada II
Espada Magna
Capítulo 13. Suren hecha pedazos
El general Arles sonríe pues empieza a ganar terreno en las murallas del frente, dado que han retirado de allí 300 hombres; los defensores de la muralla tienen que hacer un esfuerzo atroz para aguantar el empellón de los atacantes, porque han perdido la mitad de los relevos y el general presiona a sus tropas para romper las defensas del todo.
Beg y Giwi están desesperados, aunque trazan ideas para que sus hombres consigan escalar o saltar desde las torres de asedio a la muralla oeste; pero cuando alguno consigue entrar es abatido por los defensores, muchos caen en el intento o caen al vacío.
Edan por su parte hace que sus tropas luchen a la defensiva, minimiza las perdidas; pero a cambio también sus posibilidades de ganar, asi que por su lado hay unas tablas claras y no parece muy preocupado.
Bensley el mayordomo observa la batalla preocupado y más preocupado aun porque no ve ni sabe nada de Norman, Nadir la mensajera de la orden esmeralda mira muy nerviosa el horizonte y teme en lo más hondo de su corazón que las tropas lleguen tarde; Aránea luce agotada y la mantiene en pie su corazón en vilo por su amado, tiene aspecto cadavérico y es que ha gastado magia de más.
La batalla en el centro de la fortaleza empieza, el general a un lado que observa con los pelos de punta a su enemigo; la mayoría no es humano, observa el horizonte en busca de algún líder, pero no lo encuentra.
- Mirad esos horrendos seres, que están atacando a la gente inocente; partiendo las casas, destrozando la ciudad y esos viles seres humanos que les acompañan… ¡Cargad y destrozadlos! – ordena tras incentivar a sus hombres, pero él no lucha con ellos; queda atrás para dirigir a sus hombres, sus hombres cargan a la desesperada.
En el otro bando, los guardias nobles y norteños vienen lo que se les viene encima; el más curtido, coge el mando de las criaturas.
- ¡Criaturas, cargad con nosotros! – les pide a sus aliados, carga el primero; sus compañeros lo siguen valientemente, por ultimo las criaturas dejan de hacer destrozos y se unen a la carga.
Un destacamento de 50 hombres se topa de frente, contra los 22 Norteños y los 25 guardias nobles; el choque entre estos es brutal, la primera línea de Sureños contra los guardias nobles salen perjudicados en ambos casos y sin embargo los Norteños hacen más daños en la carga que los que reciben.
Otro destacamento de 50 hombres se topan con los 100 esqueletos y los 10 caballeros esqueletos, los esqueletos caen fácilmente; aunque algunos hieren a los hombres, pero estos propician que empiecen a tener bajas con los caballeros esqueletos que son algo más dificiles de matar.
El otro destacamento de 50 hombres que cabe en la plaza, se encuentra con los 50 herboreos y los 5 Ents, los herboreos no hacen mucho daño a los hombres con armadura; pero los distraen y los Ents lanzan por los aires o aplastan a los soldados distraídos, pero los herboreos son resistentes a las espadas y no reciben daños graves tampoco.
El general observa todo eso, con los 150 hombres que le quedan de segunda línea; pero también observa que detrás del todo hay guardianes de piedra y centinelas, que no pueden pasar por sus propias unidades.
Mientras todo esto ocurre, en calles segundarias de la ciudad; un grupo pequeño, esquiva a las patrullas que llevan cubos de agua para apagar los fuegos y a las personas que tratan de huir de la guerra o el fuego.
A su lado cae un asesino dorado, que les da un susto de muerte y casi hace que los descubran.
- ¡¿Qué diablos?! – Pregunto, con el corazón a punto de salírseme por la boca.
- Vengo a comunicarle unas noticias, de parte de papa dorado. – informa el asesino casi sin pestañear.
- Informa – respondo a este, escuetamente.
- Hemos recibido un ataque de filo negro en nuestro escondrijo madre, nos replegamos; pero ya la venganza esta lista, Bradley aún no ha muerto. – comunica este.
- Dile que lo mate ya. – ordeno, el asesino dorado asiente.
- Recibido. – deja caer, desapareciendo como si nunca hubiera estado ahí.
- Solo un asesino dorado podría colarse en una batalla sin ser visto, pensándolo bien; me haría falta en mi ejercito 50 de ellos, librarían las batallas por mí. – rio preocupado, ignoro cómo va la batalla desde esta posición; si Bradley no ha muerto, el norte se nos vendrá encima pronto y no tengo tropas para evitarlo.
Maldigo mi suerte enojado, debería haberlo matado cuando pude; Bradley va a crearme problemas, lo sabía entonces y lo sé ahora.
Llegamos hasta la puerta, allí vemos unos 20 hombres protegiéndola; para que nadie la abra, suspiro y me preparo poniéndome en posición.
- ¡a la carga! – grito, los 10 norteños y 10 guardias nobles que vienen conmigo; cargan tras de mi sobre los 20 soldados sureños, desprevenidos.
Al llegar mato un par de ellos, tres o cuatro más caen por los guardias nobles; seis o siete por los norteños, la batalla continua mientras estos se pegan a la puerta para evitar que los pillemos por detrás. Cae un norteño y un par de guardias nobles, cuando los otros recapacitan y se revuelven; la batalla está llegando a su punto crítico, entonces el oficial que va con ellos grita.
- ¡quieren abrir la puerta!
Una raíz le sale de dentro, tras señalarlo con mi espada; matándolo en el acto, ante sus atónitos hombres pero a cambio caigo de rodillas y mis hombres vienen a socorrerme.
- ¡dejadme! ¡abrid la puta puerta! – grito ordenándoles, asfixiado y agotado; sino todo abra sido en vano, no tendremos otra oportunidad.
Los hombres me obedecen, mientras luchan con los guardias que quedan protegiendo la puerta superándolos en número; la puerta comienza a abrirse, sonrío enderezándome con cierta debilidad.
Al oír lo de la puerta y los sargentos ver que el general está en la plaza batallando contra un grupo de enemigos, estos deciden sacar del este; el oeste y el sur 50 hombres, para proteger la puerta.
Lo cual le viene muy bien al general Arles en las murallas del sur, el general se posiciona en primera línea; lo que hace que sus hombres carguen con fuerzas renovadas, haciendo retroceder al enemigo y asegurando la posición en las murallas.
Beg y Giwi ven la ocasión, la aprovechan presionando a sus hombres por el frente y animándolos a saltar; para rodear al enemigo, van consiguiendo avances a costa de muchas vidas pero aseguran la entrada para que nadie más tenga que saltar.
Edan ordena a avanzar a sus tropas, lento y poco a poco; van avanzando paso a paso, los enemigos retroceden sin remedio a pesar de los gritos de sus oficiales.
Bensley, Aránea; Nadir, ven que las puertas empiezan a abrirse.
- Nuestro señor lucha ahí dentro, vamos a ayudarle. – les pide a los hombres el mayordomo.
- Tenemos que esperar – recomienda Aránea.
- De ninguna manera, es ahora o nunca. – suelta preocupado el mayordomo.
- Pero las tropas de la orden esmeralda no han llegado aún. – rebate Nadir.
- No se ofenda pero, ni llegaran. – murmura este por lo bajo.
- Bensley, paciencia; llegaran. – apoya Aránea.
- Mi señor puede morir en cualquier momento. – se excusa este.
Las tropas comienzan a avanzar, solo las catapultas enemigas hacen daño al ejercito; el resto está protegiendo las murallas del enemigo que tiene sobre estas ya, a pesar de estar agotados los Sureños no se rinden.
En el centro, Írgalo escucha los gritos de la puerta; ve como los sargentos debilitan las murallas, golpea su cabeza con su mano.
- Vosotros prended fuego a esos árboles vivientes – ordena a un destacamento. – oficiales y suboficiales ordenadles a esos 50 hombres que vuelvan a las murallas. – señala a los que no necesita. – vosotros 100 conmigo. – les pide, dirigiéndose apresurado contra la puerta.
Mientras el destacamento que luchaba con los guardias nobles y norteños es vapuleado, no sin causar bastantes heridas en los guardias nobles y algún muerto en los norteños que están peor equipados; la mayoría que puede sale huyendo de ahí, pero no tienen adonde refugiarse. El destacamento que luchaba contra los esqueletos vence, no sin heridos de cierta consideración y alguna baja; pero antes de cantar victoria son atacados por los norteños desde un lado, por los guardianes de piedra desde otro mandando a algunos a volar. Los Ent y herboreos aunque no necesitan ayuda por ahora, reciben la ayuda de los guardias nobles; por lo que consiguen vapulear al otro destacamento, que emprende la retirada antes de que sea demasiado tarde.
Mientras se retiran ven a un destacamento que ataca con fuego a estas criaturas, cosa que causa un efecto devastador en ellas; por lo que algunos hinchados de moral vuelven al ataque, pero la inmensa mayoría no.
Cuando la puerta está abierta de par en par, el ejercito de Norman entra pero se encuentran con el batallón de 100 hombres de Írgalo; cargan todos a una, taponando la puerta para que los hombres de Norman no puedan usar su número superior y en medio de las puertas hay un enfrentamiento brutal.
Írgalo acaba combatiendo contra Norman en un duelo personal, que no parece decantarse por uno ni otro; a pesar de su espada, Norman está agotado y no puede usar ni sus poderes ni emplearse a fondo por lo que Írgalo se puede enfrentar a él. Aránea combate con pequeños conjuros básicos, pero apenas puede defenderse asi misma; asi que no puede ayudar a Norman, por más que quiera. El mayordomo presiona dando bastonazos a diestro y siniestro en cabeza con sus hombres, Nadir mata con sus cuchillos pero mira al horizonte y suspira preocupada. Los hombres de Suren matan y hieren al ejercito de retaguardia, pero sufren la misma historia de estos; pronto el ejercito de Suren cederá, por tener menos hombres.
En las murallas, los 50 hombres que partieron hacia la puerta retornan; las murallas del sur se vuelven una encarnizada batalla por la posición, ya que el general Arles no piensa cederlas. Con Edan, los pocos pasos que anduvieron hacia delante; se ven obligados a retrocederlos, pero no del todo. Beg y Giwi ayudan uno por la izquierda y otro por la derecha, aun asi no es suficiente y comienzan a perder terreno; es cuestión de tiempo que los hagan retroceder y ellos lo saben, la batalla está en tablas y es muy sangrienta para ambos bandos.
En ese momento suena un cuerno, tanto defensores como atacantes miran el horizonte; desde el este se ve un ejército de unos 4000 jinetes con capas verdes, la orden esmeralda ha llegado. La batalla se retoma, mientras el ejército defensor trata de echar al enemigo de sus murallas; cerrar la puerta y vencer en la plaza, el ejército atacante ahora solo tiene una misión mantener la posición y evitar que cierren la puerta a toda costa.
La tierra tiembla desde el primer momento en el que la caballería esmeralda empieza a cargar, por el aire se ven otros 400; montados en águilas gigantes, las primeras en llegar son las águilas gigantes que atacan por el aire y ayudan al ejercito de Norman en las murallas…los defensores empiezan a perder terreno, los vítores y ánimos del ejercito de Norman causan estragos en el enemigo; que empieza a perder terreno apresuradamente, hasta que poco a poco la muralla pasa a pertenecerle a Norman.
La puerta es diferente, la batalla se vuelve más cruel; mas desesperada, pero no consiguen avanzar ni un ápice, hasta que no llegue la caballería que ya está en camino no cambiara.
Los lanzadores de jabalinas subidos a las Águilas voladoras, causan muchas bajas entre los enemigos; pero la mayoría de ataques contra estas no las alcanzan, ya que atacan rápido y se van.
La plaza es otra historia, ya que no reciben refuerzos de nadie; ni un bando, ni otro. Los norteños y guardianes de piedra, destrozan al destacamento que venció a los esqueletos; estos emprenden a la huida y horrorizados al ver la puerta, se dan cuenta que no tienen donde huir. El destacamento nuevo con fuego, destroza herboreos y Ents; pero reciben muchos daños en el proceso; sobre todo por la guardia noble, que no es tan afectada por el fuego.
Cuando la caballería llega hasta la puerta, Nadir da la orden.
- Pegaos a la pared, las Terrarias están aquí; dejadlas pasar, dejad pasar a los jinetes. – ordena Nadir y las tropas como pueden se apartan; ven pasar a hombres con armadura ligera y lanzas largas montados sobre águilas acorazadas sin alas, que pasan mirándolos mal con sus ojos de depredadoras.
El general Írgalo al ver esto, reacciona para dar una última orden a sus hombres; desafortunadamente se distrae y Norman aprovecha la ocasión, para matarlo.
- ¡Carga de caballería, aguantad firmes por Suren!
La cabeza del general rodaba, por los pies de algunos de sus soldados; que apenas tuvieron tiempo de mirarla, antes de ser arrollados y picoteados por estas aves o ser clavados en las lanzas y arrastrados.
Poco después la batalla termino, la caballería de aves y las aves voladoras; decantaron la balanza para Norman y sus hombres, una vez que la batalla acabo…
- Se presenta el Visir esmeralda, con la caballería y el ejército alado de la legión extranjera del imperio esmeralda. – dice el alto mando de la caballería, frente a Norman; con su casco pegado a su corazón, una mirada de incertidumbre.
- Visir, ¿Por qué tardo tanto su ejército y donde está el resto? – le pregunto molesto.
- Nos perdimos por el camino. – dice avergonzado y haciendo una reverencia, me parece una triste excusa; aunque es joven y podría llegar a creérmelo.
- ¡¿Qué se perdieron?! – pregunto, conteniéndome para no ahuyentarle.
- Éramos conscientes de que nos necesitaban y ahora, por lo que nos adelantamos lo que pudimos manteniendo a las tropas frescas; para ayudarles cuanto antes, calculo que a lo sumo en 1 semana o 10 días estará el resto del ejercito aquí.
- ¿veis lo que queda de mi ejercito? ¿Cómo creéis que puedo seguir avanzando con esto? – señalo a los hombres que nos han quedado, disgustado; Nadir aguanta el chaparrón en total silencio, no dice nada avergonzada.
- No se preocupe, nuestro ejército es mucho mayor. – dice, perdiendo fuelle conforme lo dice.
- ¡¿encima me insultas?! – le grito ofendido, el niega con la cabeza; dándose cuenta de que diga lo que diga me lo tomare mal.
- Debéis movilizar vuestras tropas, hay una mancha de cobardes; traidores, granjeros que han huido a los bosques y necesito reclutarlos. – le pido cordialmente.
- Con el debido respeto virrey, no estamos aquí para eso. – reniega mi orden.
- ¡¿Cómo te atreves a negarte?! – le grita Nadir, el calla perplejo.
- ¿Pero para que perder tropas, si son una mancha de cobardes; traidores y granjeros? Nuestro ejército al completo es profesional. – me parafrasea como excusa.
- Tu harás lo que se te diga o le diré a tus superiores que te perdiste y que el avance ceso por eso. – le amenazo y el no parece muy contento.
- No seréis capaz. – me reta.
- ¿quieres comprobarlo? – le pregunto, mientras ambos nos miramos compitiendo.
- Y si no lo hace el, lo hare yo. – amenaza Nadir, el resopla.
- Entendido, haremos esas tareas; mientras llega el resto del ejército.
- Asi me gusta, prepara a los alados; prepara a tus Terrarias, cuantas menos bajas mejor – le comento, el asiente con cara severa.
Tras eso pido un informe a cada general al mando, agarrando mi cabeza; niego, miro el palacio que todavía resiste el asedio y las tropas restantes se han pertrechado allí.
Miro la ciudad, Suren; está destrozada, sobre todo los barrios del sur y la muralla sur.
- Lo habéis conseguido. – dice contenta, Nadir.
- Mira a tu alrededor, mas batallas asi y estamos acabados. – reniego, cayendo de rodillas herido.
- Llevadlo a la enfermería. – pide Aránea, que no puede levantarse de la silla; suena más como un lamento, que una orden.