Esos ojos verdes
Un dia frio unos ojos verdes le dan a una maestra el mas cálido sentir, y eso la hará romper todas las reglas
Esos ojos verdes
El otoño está por terminar, los árboles desnudos adornan las aceras y los parques, la nostalgia de fin de año se va acercando, el viento frio golpea mi cara cada vez que salgo, hoy en particular el aire es violento, como si presagiara lo que va a pasar.
Como de costumbre el despertador sonó a las cinco y media de la mañana, abrí los ojos con extrema pereza, saque mi brazo del confort de las cobijas y lo apagué, el timbre del teléfono convencional me sacó de mis adormilados pensamientos, era él, del otro lado de la línea escuche su voz que me decía una hora, un lugar, y colgó, una voz a mi espalda preguntó quién era.
-Nadie amor, vuelve a dormir- contesté, salí de la cama directo a la regadera, el agua caliente quemaba mi piel, y sin embargo yo no me movía, lo disfrutaba, sentir ese ardor al contacto, tome el jabón y froté suavemente mi cuerpo con él, este resbalaba despacio, cerré los ojos y reviví el último encuentro, había sido un día nublado, saliendo de la escuela donde yo trabajo, en lugar de tomar el camino acostumbrado a casa me fui a lado opuesto, maneje a las afueras de la cuidad para encontrarme con él, al llegar al lugar indicado de inmediato lo reconocí, estaba sentado en la barra, alto, blanco, pelo castaño rebelde, y sobre todo sus profundos ojos verdes, se volvió al sentir una mirada en su nuca y sus ojos se encontraron con los míos, se sonrió y se levantó, un golpe ligero en la puerta diciendo que ya era tarde, me hizo regresar a la realidad, terminé la ducha rápidamente y salí, el frio calaba mi piel que se erizaba completamente.
La mañana transcurrió tranquila, las clases se tornaron dinámicas, hubo un examen sorpresa y yo me paseaba mientras oía los gritos de protesta. Se llegó la última hora, entre al salón, y unos ojos verdes me sonrieron, aunque mi corazón se aceleró, pase de largo sin hacer ninguna señal de reconocimiento, esas dos horas se fueron como agua, entre chistes y bromas termine la clase y salí del salón con un grupo de cinco chicos, llegamos a la puerta de salida y cada quien tomo su camino, me subí a mi auto y arranque, un Bora negro se detuvo y me dio el paso, yo levante la mano para agradecer al conductor, y nuevamente esa mirada me hizo dar un respingo, tenía todavía tres horas antes de tener que ir al lugar mencionado en la llamada telefónica que recibí por la mañana, así que me dirigí al centro de la ciudad a comer algo, nuevamente las imágenes del encuentro anterior volvieron a mi mente, me vi en esa cama donde esos ojos verdes me regresaban la mirada acostado sobre su espalda, su torso desnudo y bien formado bajo mis manos, mi blusa había desaparecido hacía ya un rato y mis senos se encontraban con los pezones duros por la excitación, se encontraban en sus manos, y ese vaivén de mis caderas sobre la suya, hicieron que la ropa que llevaba se humedeciera en la entrepierna, el teléfono me hizo regresar a la realidad y sin embrago sentía aún el palpitar ahí, donde hacía un segundo recordaba un miembro dentro.
La voz del auricular sonó barrida pero tranquila sin preocupaciones de ninguna índole, preguntando como iba todo, interrogando sobre los planes para esa tarde, mi voz sonaba serena, como si no ocultara nada, después de cuatro o cinco minutos me despedí con un suave “Te quiero”, ya era hora de marcharme, pague la cuenta y me dirigí a mi auto, saque una bolsa de la cajuela entre al baño y me cambie de ropa, cambie el traje sastre por un pantalón cómodo y un suéter cálido, el frio calaba mis huesos, me puse una chamarra cómoda y subí de nuevo al auto, esta vez rumbo a un lugar más lejano, tome la carretera 55, y en el kilómetro diez entré a un camino de terracería, manejé durante cuarenta minutos por ese camino cuando al fin, distinguí la cabaña que me habían indicado, a los alrededores se podía ver un poco de nieve, me detuve frente a la cabaña baje del carro, entré la puerta estaba abierta y un fuego ya encendido se encontraba en la chimenea, el calor que hacía dentro era embriagador, entré y vi dos copas en la alfombra y un vino en hielo, me acerque y me sorprendieron esos ojos verdes, se acercó a mí y me tomó por la cintura atrayéndome hacia él, sus labios se prendieron de los míos, sus manos bajaron acariciando todo mi cuerpo, encendiendo el calor desde dentro, caímos por la alfombra besándonos, mis manos desabrocharon su chamarra y se la quité poco a poco, de igual manera él fue quitándome la ropa, en unos minutos nos quedamos desnudos sus manos fuertes recorrían cada centímetro, encendiendo la pasión contenida que había entre los dos, me levantó a modo que quedara sentada en sus piernas frente a frente, nos besamos, él mordía suavemente mi labio inferior, sintiendo un dolor delicioso, mis labios besaban su cara, su cuello, haciéndolo estremecer su pene completamente erecto, me penetró con fuerza arrancando un suspiro de mi pecho, tras varias embestidas se aferró a mi cuerpo apretándome fuerte, yo enterraba mis uñas en su espalda, retrasando el anunciado orgasmo, no pude aguantar más y él tampoco, sentí entonces como un líquido caliente invadía todo mi ser, pero él siguió acariciando, besando, tocando, hasta que mi cuerpo se estremeció y estalló dentro de mí un arcoíris de colores, que por un segundo cortó toda conciencia de mi ser, mi respiración se detuvo y volvió poco a poco a la normalidad, nos recostamos abrazados sobre la alfombra, por la ventana se veía como las ramas de los árboles se movían con violencia por causa del viento, mi pecho subía y bajaba rápidamente, igual que el de él, volví mi cabeza hacía donde estaba él, sus ojos verdes se fijaron en los míos, sus facciones tan delineadas me hicieron perder la noción del tiempo, esa nariz respingada, sus labios delgados y delineados, su barbilla perfecta, mi respiración se cortó de nuevo solo por observarlo, hasta que me habló, recordé que debía respirar, sus manos buscaron nuevamente mi cuerpo su pene que descansaba plácidamente, al contacto con el aliento cálido de mi boca, fue despertando entre mis labios poco a poco, mi cabeza subía y bajaba con este dentro, apretando suavemente, en repetidas ocasiones mientras mis manos jugaban con sus manos apretándolas juntándolas, pronto ese líquido caliente invadió mi boca y yo lo trague todo, hasta la última gota.
El reloj marcó la siete de la tarde, lentamente me levante, él me tenía abrazada y pude sentir ese apretón tratando de impedir que lo hiciera, empecé a vestirme poco a poco, se dio la vuelta y se quedó dormido, al despertar yo esta lista para partir, le di un beso tierno en la mejilla y salí sin mirar atrás.
Eran las once menos cuarto cuando cruce el umbral de mi casa, todo estaba oscuro, me dirigí hasta el cuarto y pude percibir el aroma a maderas de su piel en el mío y el sabor a vino de sus labios en mi boca, y pensar que todo había ocurrido tan simple, había empezado con una palabra salida espontáneamente por parte de ese alumno de ojos verdes y una imposibilidad de decir no por parte mía, es la primera vez que hago algo fuera del reglamento, pero no puedo evitar perderme de pasión cada que sus ojos me miran tan fijamente, cada vez que su voz suena al otro lado de la línea telefónica por las mañanas, indicándome un lugar y una hora, creando minutos robados de una vida prohibida, cada dos o tres veces por semana.