Esos días de aeropuerto (7)

Lo de Alejandrina no resultó tal como se esperaba, surgen trabajos policiales y tengo una sorpresa inesperada.

La mañana se desarrolló normal y a un poco más de media mañana me llamaron de la Jefatura, la simpatiquísima morocha que era la secretaría del Comandante, no bien supo que era efectivamente yo el que estaba al otro lado del teléfono, se explayó con la confianza que nos teníamos, nunca había pasado nada con ella, habíamos salido a cenar varias veces en grupo y las neuronas echaban chispas al estar juntos pero jamás pasó de allí, existía un respeto implícito sin que se “mezclaran los tantos” .

--Willy, corazón, mi ensueño, vas a tener que regalarme tu presencia, el Jefe quiere verte, -me lanzó riendo por el teléfono-.

--Estoy yendo morocha infartante, ¿hay mala onda en el ambiente?, -pregunté-.

--Buena onda no hay pero no es con vos, traeme un chocolate suizo del Free-shop y te cuento antes de que entrés a verlo.

--Dame el tiempo para ir a buscarlos y te los llevo, golosa.

Compré los chocolates que sabía que le gustaban y, cruzando sendas y extensas playas de estacionamiento, caminé los doscientos metros que separaban ambos edificios, llegué a la Jefatura, la saludé con un beso a la morocha y le di la cajita de dulces, no tardó en llevarse uno a la boca y me contó que había venido un grupo de Inteligencia para detener al Encargado del Sector Cargas, que fuera pensando en un relevo de confianza.  Avisó de mi presencia y el Jefe me hizo pasar de inmediato.

En la oficina estaba uno de los Jefes de Grupo de la rama de Inteligencia al que yo conocía desde hacía tiempo, nos saludamos afectuosamente, precisamente por ese conocimiento mutuo y porque solíamos competir en los campeonatos de tiro que se llevaban a cabo en la Agrupación.  El Jefe me hizo saber lo que ya me había anticipado la secretaria y además, aclaró varias cosas.

--Willy, recién hablaba con el Jefe de Grupo y me hizo saber que van a proceder también con uno de tus compañeros y con dos o tres efectivos más del sector.  El operativo se realizará con personal de Inteligencia de Aduana porque ellos también tienen varios “muertos” que levantar.  Vos, Lalo y “fulano” pueden estar tranquilos, las sanciones no los alcanzan porque siempre han procedido con rectitud y, te guste o no, esas investigaciones se hicieron.

--Me lo imaginaba Jefe, no hay problemas, desde el momento en que supe que se los estaba investigando, supe también que los Encargados de la Seguridad entraríamos en el “paquete”.

Me alegró que me lo hicieran saber y, sin dudas que me alegró que Lalo no estuviera involucrado, siempre estás propenso a “pisar el palito” , luego me despedí de ellos después de que el Jefe me alcanzara una lista de tres nombres para que yo decidiera quien podría cubrir ese puesto.  No lo dudé, en ese mismo momento, le dije quien era la persona capacitada para ello y volví a mi puesto, los procedimientos que se efectuarían no me afectaban, salvo por los puestos vacantes que tendría que cubrir.

El Aeropuerto, es un cúmulo de tentaciones servidas en bandeja y todas estas tentaciones en mayor o menor medida, salvando las que se pueden llamar “atracciones físicas consentidas por gusto” , tienen que ver con delitos, a más estoy convencido que en todos los Aeropuertos del Mundo pasa algo similar, incluso pasaba conmigo, si hilábamos fino, yo también incurría en algunos delitos menores que no tenían que ver con el enriquecimiento ilícito pero si con saber mirar para otro lado cuando actuar por pavadas podía romper la armonía del lugar o impedirme otros logros.

Es difícil de explicar, la letra muerta de las Leyes son inflexibles pero no se puede aplicar siempre igual, para ejemplo me vino a la mente el no procesamiento de Tamara y de la amiga, cambiándolo por la posibilidades de hacerme llegar datos que me sirvieran para enfrentar un nivel delicuencial más elevado o no detener o informar a un empleado de compañía por consumir marihuana o algunas líneas de cocaína, sabiendo que me podía hacer conocer al que la vendía.  Ejemplos había muchos y hacen al metiers de la profesión.

Lo que corrompía todo era el dinero, el que se ofrecía y el que se aceptaba para hacer la “vista gorda” y la lista de dónde se podrían dar esas circunstancias era inmensa, contrabando a gran escala por contenedores, eludir el pago de impuestos por artículos traídos en valijas comunes, “compras” de permisos para dejar el país con hijos menores, pagos para tratar de ingresar sin visas y/o pagos para tratar de salir del país sin autorización judicial en el caso de los inhibidos.

Muchos de estos casos eran injerencia de Migraciones de la misma Interpol pero era la Seguridad Aeroportuaria quien debía encargarse después y etc. y etc. y etc. y ni hablar de la droga que pasaba en cantidad con pequeños portadores.  Entré en el hall central ensimismado con esos pensamientos y me salió al cruce Lalo…

--¿Por dónde andará tu cabeza?, vení vamos a tomar un café y me contás, -me dijo tomándome del brazo-.

--  ¿Qué hacés acá Lalo, no tenías que venir a trabajar mañana?, -le contesté acompañándolo a la confitería-.

--Si boludo, vine a comer con Alicia, la estoy esperando porque está atendiendo un vuelo, me contó lo de la “gallega”, parece que la pendeja está destruida…

--  Estuve hablando con el Comandante, están haciendo un operativo importante en Cargas junto con Inteligencia de Aduana, vos, “fulano” y yo zafamos pero en la “volteada” caen varios, estate atento y no lo hables con nadie.

El cambio brusco de la conversación le dio a entender que no quería hablar del tema de la “gallega” y lo entendió clarito porque me preguntó sobre el tema específico del trabajo y luego me insistió sobre si había conversado con Graciela para salir junto con la hermana, le contesté que no la había visto y me quedé mirando hacia la caja porque el idiota de Inteligencia del que me había contado Lalo estaba apoyado en el mostrador tratando de darle charla con actitud melosa a Alejandrina.  Me levanté dejándolo a Lalo sólo y me acerqué a la caja.

--  ¿Qué hacés “pelado”, recién hablé con tu Jefe, te hacía en el sector de Cargas, -no esperé respuesta y le hablé a “mi novia” -. Ale, cuando salgas venía buscarme a la oficina, termino el turno y nos vamos a cenar, después te alcanzo hasta tu casa.

--Si vida, no hay problemas, te espero todo lo que necesites.

--¿Qué, ustedes están saliendo?, -preguntó el “pesado” -.

--  Yo creo que sí y ella me parece que piensa lo mismo, ¿no sé?, preguntale, Ale se quedó sonriendo y yo volví a la mesa con Lalo que me preguntó al ver que el “fulano” se iba-.

--¿Qué le dijiste?

--  Algo que espero que sirva para que no le rompa más las pelotas, le dije que era mi novia.

--¡Andá, en serio!, es cierto hijo de mil, te pusiste de novio con la pendeja, -expresó cuando vio mi seriedad-.

Ya no hubo ni “gallega” ni procedimientos de Inteligencia que valieran, me volvió loco con el tema de Alejandrina, algunas cosas le contesté y hasta le dije que le podía contar a Alicia.  Para “cortarlo” le comenté que me iba a almorzar y que se perdiera, se fue riendo y no se privó de pasar por cerca de Ale para decirle, ¡felicitaciones! , yo le tiré un beso disimuladamente y me fui a la guardia, recogí la comida que me habían traído y me fui a almorzar a mi “guarida” .

Estaba saboreando tranquilamente mi comida y escuché golpear suavemente la puerta, era Graciela que preguntó en voz alta, “buen día Jefe, puedo limpiar su oficina” , esto no me extrañó, fue porque subía por la escalera un empleado de la Torre de Control, le contesté que sí y la dejé pasar.  No bien entró trabé la puerta y me quedé mirándola, estaba bien peinada, las uñas todas pintadas y tenía un leve toque de maquillaje en los ojos que la hacía más atractiva, ella esperó que le hablara con las manos unidas y los ojos bajos.

--  Estás más hermosa que de costumbre, lo único que me gustaría es que cuando estés acá adentro no lleves ropa, yo necesito ver las tetas que voy a chupar y el culito que voy a romper.

Tardó un pestañeo para sacarse el guardapolvo y quedó prácticamente en pelotas vistiendo sólo una mínima tanga, los ojos le brillaban de deseos pero no se movió del lugar en que estaba.  Me acerqué a ella aflojándome el cinturón y le dije, “arrodillate porque quiero que te ahogues tal como te gusta” .  Corrió la ropa y puso un almohadón del sofá para arrodillarse en él, dejó mi pantalón y mi bóxer por los tobillos y casi en un sólo intento aplastó la nariz en mi pubis, se movió un par de veces para salivar el miembro y comenzó a procurarse esos ahogos que me recontra calentaban.

Sus dos manos presionaban mis nalgas y una de mis manos apretaba su cabeza, ella sola corría la cara de costado para respirar por la nariz y, no sé cómo pero su lengua se movía acariciando la carne que tenía dentro de su boca.  Dejó por un instante su “tapón bucal de carne” y me pidió, “por favor mi señor, deme la leche” lo hizo rogando no sólo con la voz sino con la mirada volviendo a tragar todo y como a mí me sobraban las ganas de acabar, sin decirle nada le llené la garganta de leche, el gemido y la contracción de todo su cuerpo me indicó que había tenido un orgasmo sólo con esto y sin tocarse.

No la dejé recuperarse, “ponete en cuatro” fue lo que expresé de forma imperativa y el salto hacía el sofá fue como el de un felino, me gustaba ese culo dispuesto y no tardé en perforarlo después de que ella misma se corrió la tirita de la tanga, Graciela lo quería y lo esperaba pero no pudo contener el grito de dolor cuando choqué mi pelvis en sus nalgas.  Eso ameritaba un castigo que la muy turra también esperaba y él “no tenés que gritar” acompañó a los dos chirlos fuertes que recibieron sus nalgas gentiles, se derritió con los chirlos y el “más, mi señor, más” no se hizo esperar.

Con los chirlos no seguí pero las entradas y salidas se hicieron fortísimas y luego fue salir de un lado y entrar en el otro pero siempre a la mayor profundidad, ella murmuraba un “sí, sí, sí” medio entrecortado e incentivaba mis ganas, no ya de cogerla sino de perforarla a pijazos, es más, los golpes contra sus nalgas se mezclaban con el ruido del sofá moviéndose por el piso por los empujones, aguanté lo más que pude y cuando apreté sus pezones con fuerza y se los retorcí, ninguno de los dos aguantó más, el polvo fue para alquilar balcones por los temblores y las contracciones pero mudo hasta de gemidos, de gritar o manifestar con la voz hubieran venido hasta los bomberos.

La saqué rápido de su interior, la estupidez machista o el morbo me llevaban a mirar la “obra” del “boquete” producido, ella trataba de contraer su músculo para cerrarlo y estaba hecha un enchastre, el culo le chorreaba de mi leche y por los muslos corría lo que su vagina había despedido, se giró para mirarme, su mirada era de satisfacción pero las lágrimas que no pudo contener habían dejado un surco de manchas por su maquillaje diluido.  Se rió imaginando su cara y la ayudé a levantarse para irnos a bañar, la cofia que alguna vez había traído de un hotel cumplió con el cometido de no mojar su cabello y mientras me enjabonaba y yo acariciaba sus pezones con suavidad, le dije casi como ordenando:

--  Gra, mi amigo Lalo quiere cogerse a tu hermana la casada, ¿Cuándo podríamos reunirnos?

--Convencerla no va a ser problema, el marido no se la coge nunca, el problema es que él la deje salir, podría “sentirme mal” y pedirle que me acompañe al médico pero debería ser para después del mediodía… ¿Adónde iríamos? porque, si mi señor me lo permite, a mí también me encantaría cogerla, es una fantasía que tengo.

--  ¡Sos más viciosa de lo que pensé!...  Las levanto en el coche dónde me digan y nos vamos a mi casa, es más, te compro un strapón y te la cogés mientras miramos.

--Sí, mi señor, sí, hasta podemos hacer un “trencito”, ¡ufff!, me mojo de nuevo al pensarlo.  Mañana no creo pero, ¿podrá ser para pasado mañana?  Bueno, vemos, déjelo todo por mi cuenta yo le aviso.

Costó un poco cuando la ayudé a secarse y se sonrió al decirme que estaba toda rota pero feliz porque había sentido el rigor sin violencia gratuita, “dónde quiera, cuando quiera y como quiera, estoy a disposición de mi señor” , -me dijo después de darme un beso para despedirse-.  Parecía que me exprimía cuando estábamos cogiendo y después de un rato, no bien se iba, pensando en ella, las ganas florecían nuevamente, era de las mujeres que yo denomino “sexual” , es decir de las que te “calientan” sin demasiadas florituras al mirarlas y al escucharlas hablar.  Terminé de almorzar porque el hambre me ganó la pulseada y me tiré una hora a descansar.

Al salir reconfortado, las novedades de la guardia pasaban por los puestos vacantes que habían quedado en el sector de Cargas.  Mi segundo ya había llamado al Encargado de relevo, el que venía en viaje desde la casa y cubrimos los faltantes con otros tres agentes más aunque de forma provisoria.  Lo llamé a Lalo por teléfono y le expliqué que no hiciera ningún tipo de arreglos porque posiblemente pasado mañana teníamos “baile” en mi casa con una “mal atendida” hermana de una conocida, de paso le pedí que si conocía algún sex-shop comprara un strapón con unas medidas de veinte centímetros y grueso pero no mucho, “listo, olvidate, yo lo compro” , fue lo que me dijo antes de cortar la comunicación.

Luego todo de desarrolló de una manera bastante normal, en la recorrida habitual por los puestos me detuve a conversar con un par de Jefes de Bases de las compañías aéreas, en las Salas de Preembarque estaba todo tranquilo y le dediqué un tiempo de charlas y bromas a las chicas del Free-shop de ese sector, había buena onda con todas y las posibilidades de algún “roce” siempre estaban latentes porque era de los muy pocos que no les estaba encima y ellas lo agradecían, los “conquistadores” no siempre generan recepciones positivas aunque, la mayoría de ellos “pagados de sí mismo” , crean que es así.

A las nueve de la noche, me fui a cenar a las dependencias de la guardia, seguramente pasaría por allí Alejandrina y no era para que se quedara esperando en ese lugar, me encerré en mi oficina y dejé dicho que la acompañaran apenas llegara.  Apareció unos quince minutos después de su horario de salida, hice que pasara y apenas cerré la puerta de la oficina me la “comí” a besos, ella no se quedó atrás y estuvimos a un tris de despojarnos de nuestras ropas y sacarnos todas nuestras ganas.

La tocara donde la tocara me calentaba y la niña pasaba por lo mismo pero como allí yo era el “hombre experimentado” tenía que demostrar seguridad y traspasársela.  No me la iba a coger en la oficina por más que ella se hubiera prestado a ello, su inexperiencia y “primera vez” ameritaba una cama y toda una serie de caricias y “chiches” que la hicieran sentir más que bien. “No te imaginás como estoy, me siento en el aire” , -me dijo-, yo estaba igual e hice algo que nunca hacía…

Me fui para la oficina de mi segundo y le pedí el favor para que me cubriera la hora y media que faltaba para terminar el turno, la excusa era que la chica me había pedido un favor y…  No me dejó terminar de hablar, “no necesito que me digas ni me expliques nada Willy, necesitás que te cubra y yo lo hago, te retiraste antes porque te sentías mal, si surge algún problema grave te llamo, sino, nos vemos en la otra guardia” .  Se lo agradecí sin decirle nada más y, dándole las llaves del auto, le avisé a mi novia para que me esperara allí.  Tres o cuatro minutos después salí yo.

Me la tuve que acomodar mientras caminaba hacia el auto, las ganas de estar con Alejandrina y las “películas” que me hacía al respecto me tenían excitado a más no poder. “¿Adónde me vas a llevar amor, no tengo ganas de ir a comer?” , -me lo dijo con un cierto sesgo de inocencia que yo sabía que, aunque existía estaba unificada con sus ganas de experimentar-.  Contestarle, “te quiero hacer el amor” me parecía muy cursi, “te quiero coger por todos lados” pasaría a ser grosero y preferí no contestar pero manejé con una mano y la abracé dejando que apoyara la cara en mi hombro.

Ya tenía pensado a que hotel ir, nos quedaba de paso, sólo tenía que desviarme unos metros al bajar de la autopista y en los diez minutos de viaje hasta nuestro destino en conjunto no me privé de acariciar, sopesar y apretar sus firmes tetas, ella no decía nada y los pezones los tenía a reventar, no eran muy grandes ni sobresalían demasiado pero eran más que suficientes para que mis dedos índice y pulgar se hicieran un festín.  Ella no decía nada, su único movimiento era manual, se mano se abría y se cerraba sobre el bulto que dejaba entrever mi pantalón.

Ya en la habitación se quedó parada en el medio del cuarto, tensionada y esperando, la fui ablandando en base a caricias, besos en el cuello y muy delicadamente en su boca, con esto se animó un poco más, colaboró con ganas incipientes y cuando me abrazó apretándose fuerte contra mí la dejé por unos segundos y luego la aparté tratando de ser lo más suave posible, aquí le pedí que me dejara a mí, que yo la desnudaría y me ocuparía de su placer para que se le fueran los miedos. “Te juro que venía confiada y con ganas Willy pero ahora estoy como endurecida” , -me dijo y se la notaba apesadumbrada-.

Lo que ella no sabía era que yo estaba más o menos igual, era mi “debut” con una “primeriza” y también tenía mis temores, ni en pedo, ni drogado tendría que saberlo y me estaba obligando a mí mismo a demostrar una seguridad que no era tal.  Actuar como si lo hiciera sin pensar, nada más que guiado por los instintos y las ganas que ella generaba y pensar bien en como actuaba para demostrar mi “dedicación y experiencia” a su servicio, jajaja, como si fuera sencillo.  Hoy sé que ésta forma de actuar solo es posible cuando la otra persona te importa lo suficiente y cuando tenés dos dedos de frente que te llevan a “dominar a la bestia” que en cada macho subyace.

La parte superior de su cuerpo pronto quedó vistiendo sólo piel, las tetas duras, turgentes, medianas y portando un botón endurecido en medio de una areola oscura parecían llamarme y manos y boca se dedicaron a las dos. Me apretaba la cabeza con las dos manos y sus gemidos me sonaban a gritos de placer incontenido, nos dejamos caer sobre la cama y acariciar la piel de su cintura me encantó, pronto dejé la parte superior de cuerpo y me dediqué a que “desaparecieran” los pantalones y su ropa interior, primero un camal, después el otro y con un poco de vello en el pubis quedó a mi vista la hendidura que escondía el placer o la decepción según actuara yo.

Mis manos por debajo de su cuerpo se aferraron a sus nalgas duras y mi cara se zambulló en su entrepierna para que mi boca y lengua se hicieran dueñas de su vagina inexperta, no podía mirarla y apenas si escuchaba un “sí, sí, sí, Willy sí” .  El aumento de sus jugos y una contracción que por allí se notó me dio a entender que podía haber tenido un orgasmo pero no lo pensé demasiado, la dulzura de sus jugos me tenía obnubilado.  El “por favor, no me hagas esperar más” y el leve tirón de cabellos que me dio sirvió para volver a subir y besarla con pasión mientras el glande se ubicaba dispuesto a la toma de posesión.

Entré despacio tratando de respetar todos y cada de sus gemidos y los apretones que me daba en el brazo para pedirme sin palabras que me detuviera.  Lo estrecho del lugar dificultaba todo pero las carnes se fueron abriendo al paso del ariete, el himen ofreció una resistencia casi inconsistente, apenas fue como para dar a conocer que estuvo allí y llegar al final se hizo más fácil de lo esperado.  Se me “escaparon” un poco los papeles de “tipo medido” y comencé a moverme con más ganas pero el gemido junto al, “me duele Willy, esperá que me duele” , atemperó mis ganas y ya casi que no me moví.

Ella tampoco lo hizo, se quedó estática y esperé para seguir con mis tenues entradas y salidas, lo único que me incentivaba era lo estrecho del lugar y luego de un rato de chupar sus tetas y alternar con besos a su boca pude notar un estremecimiento de su cuerpo que me dio a entender de un orgasmo prácticamente por inercia.  Me quedé allí y cuando se recuperó un poco la puse boca abajo y aunque el culito me llamaba, ya no volví a penetrarla, entendí que sería como una violación y me obligué a acabar moviéndome entre esas nalgas, por ese día, prohibidas.

Acostumbrado a lo que estaba, había resultado un “polvo de mierda” , ni siquiera la mancha de color rosado fuerte que se veía en sus nalgas incentivaba mi morbo, igual, haciendo acopio de una seguridad “prefabricada” seguí encima de ella acariciando sus brazos y besando sus mejillas y cuello.  Luego me quedé acostado a su lado y la abracé esperando que me contara, parecía sollozar y me sentí frustrado y decepcionado de mi labor.  Algo mejoré cuando ella me dijo que se había sentido muy bien, que el dolor no había sido tal como se esperaba y me agradecía todos mis cuidados.

En el baño incentivé un poco mis mimos y, a pesar de sus abrazos y sus besos amorosos y cariñosos, me di cuenta que no había quórum para nada más.  El regreso a la casa fue con ella prácticamente tirada sobre mi cuerpo, buscando una determinada protección que trataba de darle con un abrazo y con caricias a su brazo y cuello.  Me hice a la idea de respetar su silencio, después de todo, era ella la que había “perdido” algo en ese rato y no dejaba entrever nada de lo que pensaba.

No iba a caer en la “pendejada” de preguntar, “¿qué sentiste?, ¿cómo estás?, ¿te sentís bien?, ¿te duele? o algo así por el estilo, ella no hablaba, no decía nada, su procesión iba por dentro y me sentí un inútil por inexperto.  Algo se me aclaró cuando llegamos y estacioné frente a su casa.

--Estoy en el aire, tengo ganas de decirte un montón de cosas y no sé por dónde comenzar, me siento genial, totalmente completa como mujer, gocé un montón y fue mejor de lo que esperaba, eso, sin dudas porque estabas vos.

--  Me alegro por los dos, en algún momento pensé que no había estado a la altura.

--Estás loquito amor, me faltan palabras, fue maravilloso aunque me duelen hasta las pestañas, jajaja.

--  Creo que más que nada es por la tensión, tratá de descansar bien y nos hablamos mañana.

--Listo cielo, no sé si voy a dormir, me quedaré pensando mucho en vos, te quiero.

De camino a mi casa, mi ánimo, por lo que finalmente me había dicho Alejandrina, mejoró bastante aunque por la cabeza se me cruzaban otros físicos, otras mujeres y un mejor placer, con Judith, con Graciela o con María Julia todavía seguiríamos “bailando” en esa cama de hotel, esto hasta que los pensamientos se centraron en una sola, la “gallega” rondaba y mucho, tuve que reconocer en mis silencios que era la única con la que el “lobo solitario” se dejaría vencer pero, las cartas ya estaban echadas con ella o así lo creía yo.  Alejandrina, estaba muy bien, tenía un físico más que agradable pero…

Me desperté cuando eran pasadas las dos de la tarde, según parece el cuerpo necesitaba del descanso y cuando se daba de poder relajarse así jamás me le ponía en contra, después di vueltas de un lado al otro en la casa, salí a correr un rato y ya por la tardecita me tenté con llamarla a María Julia pero no bien pensé en ella, también se me cruzó “Tamara” por la cabeza y desistí de la idea, una era una mina genial, con la “otra” no congeniaría nunca, se “mezclarían” demasiado y era mejor evitarlo.  Salí a comer a una parrilla a la que solía ir seguido, vuelta a casa a “pasear” un rato por la Redes Sociales y a dormir temprano.

Al otro día llegué temprano al trabajo, cuando estacionaba el auto en la amplia playa de estacionamiento que teníamos reservada para el personal del Aeropuerto recordé que no la había llamado por teléfono a Alejandrina, me hice cargo rápido del turno y me fui a desayunar, todavía no era la hora de su ingreso y cuando la vi ingresar de jeans elastizados y campera a la cintura, con el cabello suelto y peinado de peluquería la noté más suelta, más segura y me hice a la idea que el paso dado había fortalecido su auto estima.  Al verme se le iluminaron los ojos y se acercó a la mesa a saludarme con un beso.

El saludo fue normal con un beso en la mejilla pero no se aguantó para murmurarme al oído, “hoy me siento genial y totalmente recuperada” , le dije que me alegraba de verla tan bien y no pude menos que sonreírme al verle la mirada pícara con que me miró a los ojos, luego se fue a hacerse cargo de sus tareas y la observé al caminar, verdaderamente era para darse vuelta a mirarla, tal como hicieron dos clientes que se la cruzaron al salir de la confitería, el culo y las piernas que se le adivinaban por debajo del jeans no tenían desperdicio.

Salía de la confitería para hacer una recorrida por la zona de preembarques y me encontré de frente con Alicia, la novia de Lalo y con Judith, las dos me saludaron con un beso y Judith me pidió que cuando pudiera me pasara por el negocio pues tenía que comentarme un par de cosas, enseguida me imaginé como venía la mano con ella, las ganas de sexo se le notaban en la mirada y le contesté que apenas me hiciera de un rato pasaría a verla.  Alicia me comentó que Lalo pasaría al mediodía porque también tenía que hablar conmigo.  La mañana pasó como siempre, algunas veces se rompía por algún imprevisto pero el Aeropuerto tenía una vida bastante rutinaria.

Me vi obligado a comer a las apuradas en las oficinas de la guardia, hubo que hacer frente a esos “imprevistos” que solían aparecer, desde hace un par de semanas se venía investigando el tema de los robos de equipajes, estaba complicado porque mucha gente no denunciaba pues notaban los faltantes en sus domicilios y tampoco había un buen sistema de vigilancia por medio de videos y de cámaras enfocadas al sector de las mangas de equipaje que daban al exterior del hall, es más si ponías a alguien extraño a dar vueltas por el lugar jamás podía con la habilidad de los ladrones para tantear los bultos, abrir, revisar, sacar lo importante y volver a cerrar la valija.

Quizás haya gente que no lo sepa, desde el avión se trasladan los pallets de equipajes por medio de un vehículo chico tipo tractor que empuja una ristra de siete u ocho carritos cargados de valijas y bolsos, éste estaciona junto a la cinta transportadora del lado exterior al hall de equipajes, allí el personal de cargas (normalmente cinco o seis de ellos) desarma los pallets y van dejando sobre la cinta cada una de las valijas o bolsos que el pasajero recibe luego en el interior del hall,  Los robos se pueden producir en el momento en que se acomodan los pallets dentro del avión para sacarlos o cuando se procede a desarmarlos para utilizar la cinta transportadora, que es lo más factible.

En estos casos las casualidades siempre ayudan, en un momento en que no había viajes llegando, un agente se enojó y retó a un personal de carga porque estaba fumando en un lugar no permitido, el infractor le contestó mal, se suscitó una discusión y el trabajador fue demorado.  Normalmente pasaba que en la guardia se lo retenía un par de horas, se le daba un buen “tirón de huevos” y se lo dejaba ir sin procesarlo ni acusarlo, evitando incluso que llegara a intervenir el Sindicato que jodía bastante con ello.  Aquí la cosa fue distinta, en un bolsito de mano y unidas por un alambre tenía casi trescientas llaves de valijas de distintos tamaños y modelos junto a ganzúas para candados individuales medianos y chicos.

Desde allí en más, se activaron otras alarmas, hubo interrogatorio y acusaciones, el delincuente no quiso cargar con todas las estadísticas de robos y denunció a varios compañeros, detenciones, órdenes de cateo domiciliarias, a vestuarios del personal de carga y una actividad inusual, parecía todo “aceitadito” para proceder y tocó en mi guardia.  Luego me enteré bien, no eran por las denuncias de robos de “fulanitos” o “menganitos” , habían robado las valijas de la hija de un Senador y, como siempre pasa, “José o María Pérez” no suelen influir tanto.  El caso es que tuve un día de lo más ajetreado y no hubo margen para las Relaciones Públicas de ningún tipo.

Lalo, conocedor de los líos de ese tipo, sólo me preguntó si tenía novedades de Graciela, la respuesta fue escueta, ni la había visto ni me había llamado, se ofreció a colaborar con la investigación y le pedí que se ocupara de la novia, que aprovechara la “libertad” momentánea, el lío lo seguiría él en su guardia, se fue riendo y diciendo que tenía razón, lo mejor ese día era “desaparecer” .  Era evidente que un procedimiento de estas características no escapaba a los habitúes del Aeropuerto, “radio pasillo” funcionaba a todo volumen y recorría todos los vericuetos, por ende ni Judith ni Alejandrina llamaron o se hicieron ver.

En cierto modo eso me hizo bien, enfrascado en todo eso yo no estaba para darle pelota a nadie que me sacara o tratara de sacarme del tema específico de mi trabajo.  Para peor, aunque Lalo me dijera que era un “loco rayado” , hasta que el caso se diera por cerrado y me encontrara conforme con el resultado, todo me seguía dando vueltas en la cabeza, por eso cuando, pasadas las nueve de la noche, llamó Alejandrina preguntando si me esperaba, le dije que no, que posiblemente me tendría que quedar hasta la madrugada, no estaba para mimitos o para insatisfacciones.

Después de que corté la comunicación con la “noviecita” me llamó Graciela para avisarme que al día siguiente no podríamos hacer nada, ya había arreglado con la hermana para el día posterior.  Le respondí que estaba bien, me convenía a mí porque me daba tiempo para acomodar mis horarios y a Lalo porque ese día no trabajaría.  Aún con el teléfono en la mano, aproveché para llamarlo a mi amigo, le conté y me dijo que estaba bien y pasó a preguntarme si necesitaba que me diera una mano con el caso.  Era evidente que no podía hablar pues estaba con la novia y le contesté que no que se lo dejaba listo y “empaquetado” , él no tendría que preocuparse al día siguiente, que yo me iba apenas llegara mi relevo.

El relevo, avisado del tema de las detenciones, llegó temprano para interiorizarse bien de las novedades y como estaba todo listo, sólo se hizo cargo de los tres detenidos que había y yo me fui temprano.  Caminaba hacia mi auto y me chistaron de un auto estacionado, me sorprendí por quién era y por la hora, resulto ser la rubia alta, dueña de la empresa de Importaciones a la que había ayudado con el manifiesto “perdido” y me activó todas las neuronas.

--  Hola…  ¡Qué raro verla por aquí a esta hora!, aunque tengo que admitir que es una linda sorpresa.

--¿Cómo le va?...  Me suele pasar cuando hay algún viaje a horas inusuales, hoy llegó un cargamento a eso de las ocho de la noche y tuve que venir para hacer retirar la mercadería.  Hice el trámite, ya mandé el camión a la empresa y como me enteré que estaba de guardia quise ver si podía verlo, nunca pude agradecerle el favor que me hizo y se me ocurrió que una llamada telefónica sería muy fría.

--  Me siento halagado por esto y me puede llamar Willy, ¿qué podemos hacer para que esta charla no sea tan fría?

--Yo soy Lucía y me gustaría invitarte a tomar algo, si no te desvías mucho de tu camino, hay una confitería cerca de mi casa en plena capital en la calle XXXX... -El tuteo surgió natural-.

--  No me desvía para nada yo también vivo en capital y si es la que creo no queda lejos de mi casa, resulta que casi, casi somos vecinos.  Hacé punta con tu auto, yo te sigo.

La seguí pensando que “algo” iba a pasar, no por nada me había esperado y no era mujer a la que se debería pasar por alto.  Manejó rápido y segura hasta la capital pero no paró en ninguna confitería, lo hizo frente a un edificio muy elegante de uno de los barrios más pudientes de la zona, frenó frente a la entrada del estacionamiento y me hizo señas con la mano para que la siguiera.  No lo dudé en absoluto, ella estacionó y bajando del auto me pidió que estacionara en el lugar que quedaba libre al lado del suyo, lo hice y bajé del auto.

--No te enojes, creo que en casa estaremos más cómodos.

--  Creo que sí, te sigo.

Cuando encaró para el ascensor y la dejé pasar por delante me di cuenta que la primera impresión que tuve de ella, si bien es cierto fue agradable por el cabello rubio y los ojos claros, fue totalmente incompleta.  El traje sastre con la chaqueta desabrochada me dejaba adivinar un par de tetas un poco más que medianas y el pantalón aprisionaba unas nalgas apetecibles.  El semi piso al que me hizo pasar no desentonaba en absoluto con su elegancia, totalmente alfombrado, mueble caros sin que cargaran el ambiente.  Se despojó de la chaqueta diciendo que me pusiera cómodo y sirvió un par de copas.

No hubo necesidad de muchas palabras, sólo un par de tragos y los dos, como con un acuerdo tácito, dejamos las copas y nos besamos con ganas, con pasión y atropellándonos para tratar de acariciarnos y tocarnos la piel.  No bien nos dimos un respiro la acerqué al sofá y me detuvo volviéndome a besar, “la comodidad es para disfrutarla” , -me dijo- y me tomó de la mano para llevarme al dormitorio.  Allí era mucho más agradable y la enorme cama nos recibió cuando nos dejamos caer, “primero dejame hacer a mí” , -pidió casi rogando y no me resistí-.

Sólo me dio tiempo a desabrocharme la camisa y a levantar las nalgas para me “desapareciera” el pantalón y el bóxer, ni cuenta me di cuando ella se desnudó, luego me puso una teta redonda, dura y turgente de pezones erectos en la boca y me colocó los brazos en cruz, “quedate así”, casi que me lo ordenó y me obligué a aguantar como si estuviera crucificado.  Desde el cuello, el pecho, las tetillas, el estómago con las consiguientes contracciones y hasta el pubis fue una serie de besos, lamidas y chupones aplicados con el tiempo justo para no dejar marcas.  Trataba de no moverme y lo logré pero era verdaderamente desesperante.

Mis manos se aferraban con desesperación a las sábanas y parecía clavar mis dedos en el colchón, “por favor Lucía” alcancé a decir cuando se metió el miembro, de una y sin rodeos, hasta la garganta, enseguida salió, lo dejó así, chorreando saliva y me dijo mirándome con una cara de viciosa total, “lo sabía, sabía que lo ibas a lograr, sólo un último esfuerzo” y me decía esto calzando el glande en su vagina anegada.  Se penetró despacio haciendo que sintiera su calor interior y se entretuvo con masajes en su Punto “G” hasta que no aguantó, comenzó a temblar como desquiciada y gritó cuando se penetró hasta el final y me apretó con sus músculos.  Lucía estaba teniendo un orgasmo majestuoso.

Daba gusto mirarla cuando se contraía y parecía dar pequeños saltos sobre el ariete firme y expectante, sus jugos me mojaron la pelvis y los huevos, tanto así que los sentía deslizarse por la zanja de mis nalgas, “por fin, por Dios, por fin” repetía y estaba claro que se había sacado un gusto grande.  Si me preguntaran cómo hice para aguantar, no sabría qué contestar, sólo sé que pude, me costó pero pude y le di un gusto que ella esperaba.  Se recuperó bastante rápido y se tendió en la cama boca arriba diciendo, “Willy, hacé lo que quieras conmigo, después de esto disfrutaré todo lo que se te ocurra” .

Le pagué con la misma moneda pero ella no aguantó del mismo modo, las lamidas en el estómago y en el vientre le fueron imposibles de aguantar y cuando absorbí su clítoris sobresalido y tembloroso acabó como con convulsiones, lo mismo pasó cuando le penetré en un clásico misionero, las contracciones del orgasmo anterior no había terminado completamente y recrudecieron con otros temblores al moverme entrando y saliendo unas veces lento y otras de modo más violento.  Allí y así no pensaba terminar y tomando sus muslos elevé sus piernas a los costados de mi cuerpo.

La parte trasera de sus muslos, lo que continuaba a las nalgas no eran tan firmes, en absoluto eran para despreciar, apenas un poco de flojedad y de allí la sostuve para buscar el agujero más chiquito con mi glande.  Se aflojó por lo que esperaba pero no pudo reprimir el grito de dolor que pronto se convirtió en pedidos placenteros para que le diera más fuerte.  Aguantar lo anterior me había “pasado de rosca” y pude seguir un poco más de lo normal en un ritmo vertiginoso de entradas y salidas, sus contracciones no paraban y me apretaba cada vez con menos fuerza hasta que casi llorisqueando me rogó para que terminara.

Ni ella ni su culo querían más y mi descarga en lo más profundo no se hizo esperar, no noté que terminara con esto pero el líquido actuó como un alivio momentáneo que me transmitió con sus gemidos y suspiros.  Esperé y fui saliendo como por inercia, la besé en la mejilla y me dijo: “No puedo más, esto fue tremendo e inesperado, dame unos segundos, el baño está allí, enseguida te alcanzo” .  No daba para más charlas y entre a darme un regio baño, no tardó mucho en agregarse y entre enjabonadas me contó:

--Hace mucho tiempo que estoy separada y no me privé de salir con quien me diera la gana, siempre busqué a un hombre que me aguantara, que pudiera ser más que yo, nunca lo pude lograr hasta hoy, te soy sincera, pensé que sería un “polvo” más y fue apoteótico.

--  Me alegro por vos y por mí, lógicamente pero… no sé si podría estar a tu altura otra vez, sos una especie de “devoradora”.  Entiendo a los que no te aguantaron, sin dudas que la cama es un territorio totalmente tuyo.

--Jajajaja, no sean malo, me destruiste pero nunca me sentí tan bien, lo tuyo de esta noche amerita que me des la oportunidad de repetirlo cuando te sobre un poco de tiempo.

--  No soy de comprometerme con afirmaciones pero… la posibilidad queda latente.

Luego ya cambiados hablamos un poco de todo y terminadas un par de copas me despedí de Lucía que no se animó a pedirme que pasara la noche con ella, creo que entendió que no lo haría y me fui para casa pensando que el día había terminado de lo mejor por lo agradable y por lo inesperado…

Continuará…

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