Esos días de Aeropuerto. (1)

Esto de ser Jefe de Seguridad en un Aeropuerto Internacional disfrutando de mi trabajo y de su entorno, me resulta muy agradable

Otro día más de guardia en el aeropuerto y parado en el inmenso hall central de los vuelos internacionales pensaba en la “perorata” que el jefe nos había dado en la mañana sobre la importancia de la Seguridad y los modos en que debíamos estar atentos para brindarla, sin olvidar los buenos modales, observando los rostros y los comportamientos, no sólo de los pasajeros sino también de las personas que venían a recibirlos… ¡Cómo si ninguno de los agentes femeninos o masculinos no lo supiera!...

No por nada, cada uno de nosotros, había hecho un Curso intensivo de casi un año para poder ocupar los lugares en que cumplíamos funciones pero, no costaba “aguantar” la consabida charla, la paga era muy buena y teníamos un Poder Policial y Político que era conocido por todos los habitué, aunque lo sabíamos guardar para no incomodar a nadie, salvo en los casos en que aparecía algún delincuente “trasnochado” o algún “idiota” de los que nunca faltan y creen que pueden hacer lo que quieren en cualquier lado.

Dentro de esa enorme estructura de pisos relucientes, pocas paredes y grandes ventanales, junto con mostradores de Compañías con empleados eficientes y dispuestos, escaleras metálicas y pasarelas de vidrio traslúcido reforzado, el Mundo es distinto, los sonidos y la gente que trabaja, que viene o que va o busca a alguien y transita es distinta.

Conjuntamente con tres o cuatro compañeros, corríamos con lo que podríamos definir como una pequeña gran ventaja, no usábamos uniformes y nos “mimetizábamos” a la perfección en ese mundo tan particular de elegancia, buen vestir, perfumes, alegrías, tristezas, risas, llantos y “negociados” más o menos espurios.  Para mejor, yo tenía una ventaja más, mi antigüedad en el “empleo” me había dado la oportunidad de ser el Encargado-Jefe de todo el personal que se ocupaba de la Seguridad, tanto en el exterior (pistas, hangares, rampas) como en el interior del mismo, con tan sólo un Jefe por encima de mi autoridad.

Bien vestido de riguroso y caro traje, perfumado, educado, amable, respetuoso, de treinta años, soltero, sin apuros económicos y con un físico ejercitado, rodeado de toda una “fauna” femenina, a cual más elegante y físicamente apetecible, me hacía sentir muy bien y más que satisfecho.

Ese día estaba muy tranquilo, había amanecido con mucha neblina, tanta que casi no se veían los aviones estacionados junto a las rampas, por consiguiente, el aeropuerto no estaba operativo, algo que sabíamos que sucedía en esta época del año y que recién empezaría a aclarar después del mediodía.  Eran casi las ocho de la mañana ya había desayunado un café bien cargado porque en mi franco del día anterior había tenido un “tiroteo amistoso” en mi departamento con una de las chicas empleada de la Compañía española y la “gallega” me había dejado las piernas temblando.  Valió la pena el aguante de casi un mes y la “pelea” con sus reticencias y negativas.

Después de la cena en el restaurant “saladito” y caro que ella quiso elegir y mientras me “ametrallaba” repitiendo palabras con deliciosas “zetas” , en que se mezclaba su “terruño” y, lo que yo creía, una cierta dificultad en la dicción que también me encantaba, se acercó a mi oído y me dijo:

--Querido, el postre lo comemos los dos juntitos en tu caza, vale…¿Para qué más?...

Llegamos lo más rápido que pude, entramos y no me dejó ni preparar una copa, me besó rodeando sus brazos a mi cuello y se colgó de él enlazando con sus piernas mi cintura.  La mini había “desaparecido” convirtiéndose en casi un cinturón ancho y mientras se movía apretando con su intimidad mi miembro endurecido me pidió…

--Hazme lo que queráis, por donde sea y como sea

Sólo me quedó sonreír, apretar su espalda para que no cayera y dirigirme a la habitación.  La dejé sobre la cama y mi tranquila experiencia con las damas y mis “tiempos” se me fueron al carajo.  Comprendí de “sopetón” que la exquisita y bella morocha de 1,65 y “pico” , de no más de 21 años, tranquila, sosegada, apetecible, de duro y parado culo sustentado por dos columnas sinuosas y admirables, vientre plano y dos montes bellísimos de copa 90 que no necesitaban ser sujetados, se había convertido en una especie de “fiera sexual” .

A la mierda con mi estirpe de “macho argentino” que pensaba “comerse” a una española, resultó que la “gallega” , a estas alturas, desatada, me pensaba “pegar” una cogida o follada (como dicen por aquellos lares) de órdago y se había puesto a ello. A por el “macho pistola” habrá pensado y en ese instante entorné mis ojos y me decidí, sí, sí, efectivamente, me entregué como atado de pies y manos y que la “gallega” se apiadara de mí.

La cuestión es que después de algunos tirones en la ropa y besos con una lengua que parecía tocarme la campanilla, junto con esa mirada nueva que “gritaba” silenciosa “te voy a hacer papilla” , comenzó a deslizarse hasta besar la punta de mi pene que latía y temblaba como con miedo, un sólo beso al glande, me miró levantando la vista y mis 18 x casi 6 desaparecieron en su boca. ¡Madre mía! y todavía le quedaba resto para pasar su lengua por mis huevos a punto de explotar.  Aferrada a mis muslos no me soltaba y el jactancioso que nunca terminaba antes que la mujer, vió peligrar su performance.  Me retorcía, pedía que parara pero, ni caso, sólo se me ocurrió pedirle que se girara y me dio un respiro.

Un poco recuperado, me dediqué a gozar de esa conchita pelada y foránea, dio resultado, ella aflojó su “aspirada” y se lanzó a disfrutar de mi lengua.  De labios exteriores cerrados, con gusto a perfume íntimo que dejaba un aroma encantador en la boca, un agujerito semi cerrado que abriendo sus labios me encargué de besar y lamer con esmero por un largo rato y, por último un pequeño botón que, al absorberlo con mi boca, produjo una explosión en gritos y un apretón en mi cara que por poco no me parte el cuello.  Luego de un rato de temblores que parecían no cesar, se calmó, se disculpó y me dijo:

--Hombre, por Dioz, que me has hecho, nunca he tenido un orgasmo tan fuerte, tan vizceral…

--  Nada , - le contesté-, es sólo que me tomé mi tiempo para que gozaras pues, muchas veces sirve esto de mezclar el “coger-follar” con “hacer el amor, ¿no te parece?…

Mientras le decía esto acariciaba con una mano su rostro y con la otra “paseaba” en sus pechos deteniéndome en sus pequeños pero sobresalidos y duros pezones, ya que me imaginaba que tendría sensibilizada su vagina.

--Por Dioz, hombre, no te puedes quedar azí”, -me dijo mirando fijo a mi pija endurecida que clamaba por atenciones-. “Por delante estoy muy zensible, ¿te animas a jugar un ratito con mi culito? pero, despazito que lo han querido usar sólo una vez y he visto el firmamento, que eztá casi sin uso…

Se me caían las babas.  Bajé despacio besando sus pechos, su estómago, su pubis, salteé su vagina, besé el interior de sus muslos y levanté sus piernas, cuyos pies terminaron cerrándose uno en mi nuca y el otro sobre mi espalda.  Tenía ese majestuoso y duro culito español a escasos centímetros de mi boca y me olvidé del Mundo.  Besé, lamí, ensalivé, introduje la lengua lo más que pude y disfruté de ese hueco y esas nalgas como si fuera una última voluntad.  Casi que me olvidé de la “gallega” , hasta que la sentí moverse desesperada y la miré, estaba sudorosa y gemía cercana al grito sin que pudiera entenderla, afiné un poco mis sentidos y ya la escuché clarito…

--  ¿Qué me estáis haziendo, cabronazo?”...  ¡Hijo de tu puta madre!...  “Métela, mete algo en mi culo, rómpelo, destrózame el culito que te lo has ganado “a lengua”. Volví a ensalivarlo y en la misma posición en que ella estaba, enfilé mi glande forzando un agujerito que parecía palpitar.

Cuando el glande penetró, la ibérica se tensó y esperé, cuando se aflojó un poco metí algo más de la mitad y luego de unos segundos la escuché decir…

--Sigue, sigue, hasta el fondo, que no quede nada fuera .

No hizo falta más, a medida que hablaba, mis huevos tocaban sus nalgas y me quedé quieto, ella comenzó a moverse, todavía con algunos gestos de dolor, posiblemente por la posición pero incrementó sus movimientos, a la par que gritaba…

--Fuerza, con más fuerza, entiérralo todo, rompe ese culo, ¡qué delizia!...  Que me voy, que acabo, zigue, zigue”, zigue … y, hasta para su propia sorpresa, el orgasmo anal le ganó todo el cuerpo.

Yo continué por algunos segundos el mete y saca hasta que no aguanté más, le llené los intestinos de leche tibia y esto provocó un nuevo estremecimiento en ella…  Después fue una charla para distendernos, abrazándola porque no me “cuadra” eso de terminar y dejarme caer a un costado.  No tardó en comenzar a acariciarme nuevamente, de seguido una mamada en que no pude aguantar sin inundarle la boca y un par de horas antes que amaneciera, finalmente, me entregó su conchita estrecha y receptiva.

Luego un renovador baño compartido sin demasiados “chiches” , salvo enjabonadas y algunos besos luego yo a trabajar  ella, a su casa.  La despedida con beso apasionado me dejó pensando pues me dijo:

--Eres mi ideal de hombre chaval, nada me coztaría enamorarme de ti pues no sólo has atendido muy bien a la mujer, has zacado a la luz a la hembra… ¡Minga! con el amor, aunque estaba muy bien y era dulce irradiando sensualidad, yo me resistía, no quería saber nada con el compromiso y creo que lo notó, igual, ya se vería en otra ocasión…

Pensando también en ella y lo acontecido, felizmente acontecido, me dio un “ataque de sueño” .  Era lógico porque no había dormido nada, por eso me encaminé a mi despacho “privado” en el primer piso, pregunté las novedades a quien me sucedía en el mando y ante la negativa, le avisé que me “perdería” por un rato, que me avisara sólo él de cualquier novedad, ya sabría qué hacer.  Mi “privado”, que muy pocos conocían, era una oficina semi oculta por la que se accedía desde el hueco que dejaba una escalera y me fue concedida por un cambio de “favores” .

Allí había un pequeño baño con ducha, una cocinita a gas envasado, vasos, un par de botellas de whisky importado, un pequeño placard, un pizarrón, un escritorio, cuatro sillas, yerba, café, azúcar, té y lo que yo iba buscando, un amplio y cómodo sofá cama.  Me saqué el saco y me despatarré en él, no habían pasado más de dos minutos cuando me golpearon la puerta.  Me extrañó porque nadie, ni los Jefes se acercaban a molestar en esa oficina.  Me incorporé, casi con malos modos y contesté: “Ya vaaa”

Abrí la puerta de un tirón y la rubia que estaba del otro lado me observó extrañada.  Le miré el cabello muy claro y los ojos celestes, descendí la mirada hasta posarla en unos pechos que se adivinaban medianos y me encontré con el escudo de la empresa de limpieza que atendía a todo el aeropuerto.

Suavicé mis modos, sorprendido de su cabello recogido en una cola de caballo y sus rasgos nórdicos e instintivamente, me afloró el “profesional de seguridad” , miré sus zapatillas y su pantalón, en efecto, eran de los provistos por la empresa, luego me fijé en sus manos, una de las cuales aferraba el mango de un escobillón con una pala adosada y en la otra un pequeño balde con poco agua.  Sus uñas estaban despintadas pero bien cuidadas, no parecían las manos de una chica de limpieza y le calculé unos treinta años.

Esbocé una sonrisa y le pregunté, luego de saludarla:

--  Hola, buen día, ¿qué necesitabas?…

--Disculpe que lo moleste señor, mi nombre el Graciela Rivas y soy la nueva Encargada del personal de limpieza de toda esta planta.   Hoy me hice cargo y decidí salir a ayudar al personal y de paso, aprovechar a presentarme en cada una de las oficinas y desde ya, hacerles saber que estoy a su disposición por cualquier eventual problema.¿Puedo pasar a asear su oficina?...

Me gustó la predisposición que ponía de manifiesto y la hice pasar para aclararle de paso un par de cosas.  Morfeo ya no estaba a mi lado y la dejé barrer y trapear en silencio, salvo por una pregunta que me hizo relacionada a que si la dependencia pertenecía a algún Organismo, algo que no contesté, la dejé seguir aseando el piso que, nobleza obliga, estaba todo bastante descuidado.

Luego que terminó, le pedí que se sentara en una de las sillas frente al escritorio, ella lo hizo mirando con un poco de desconfianza y yo me senté al otro lado del mueble.  Allí le contesté:

--  Mirá Graciela, te lo voy a decir porque seguramente te enterarás en otro lado.  Yo soy el Encargado del Personal de Seguridad del Aeropuerto y ésta oficina es pura y exclusivamente mía y muy, muy personal, es más figura como vacía pero incluso el dueño de la empresa de limpieza sabe que yo la ocupo.  Nadie entra ni ocupa esta oficina sin mi autorización y muy posiblemente limpiarla no va a formar parte de la rutina de ningún empleado de limpieza.  Es más, a partir de hoy, la única que va a poder entrar a limpiar y sólo cuando esté yo, vas a ser vos.

--Pero señor, mi trabajo es de contralor, lo de hoy es una excepción…

--  Yo puedo solicitarlo en la administración de tu empresa en “exclusiva” aduciendo un tema de Seguridad y nadie me lo va a negar, aunque joderte de ese modo no es mi intención.  Te lo voy a dejar más claro, ya te diste cuenta que aquí no limpia nadie, eso es porque no tengo un horario fijo para estar en ella pero, en “castigo” por no haberme dejado dormir un rato,-esto se lo dije sonriendo y lo interpretó del mismo modo- , te voy a dar mi número de teléfono y cuando te quieras “escapar” un rato de tus obligaciones, me llamás, agarrás el escobillón y la pala y te venís a charlar y a tomar unos mates.

Me miró con desconfianza y yo me le reí en la cara.  Después me puse serio pues imaginé que en éste o en trabajos anteriores ya le habrían “echado los perros” y que estuviera a “la defensiva” era lógico, entonces, le aclaré:

--  Graciela, te voy a explicar porque parece que podés entenderlo mal.  Esto que te digo es sin ningún tipo de compromiso, sucede que me gustó tu actitud de salir a conocer a la gente, ayudando a las otras chicas con el trabajo, aparte, se nota que tenés una buena y educada conversación y me pasa a veces que suelo tener ganas de charlar con alguien que me saque un poco de los líos de trabajo y ya te vas a dar cuenta que más de una vez vas a tener ganas de “escaparte” por un rato vos también.

--No señor, no es que desconfíe, lo que pasa es que no conozco a nadie y me tomó un poco de sorpresa…

--  Igualmente, está todo bien, no hay problema.  Te doy mi tarjeta y vos decidís pero tratá que esto que hablamos no trascienda.

--Quédese tranquilo señor, por mi no se va a enterar nadie de su “cubículo”.

--Listo, quedamos así y para todos los que me conocen soy Willy.

La acompañé hasta la puerta y le dije que había sido un gusto conocerla.  La chica no estaba nada mal y me tomé mi tiempo para mirarla al caminar, notando con agrado que el pantalón le marcaba un pequeño pero compacto y lindo culo.

Cuando ingresé nuevamente a la oficina, me puse a pensar en Graciela, no le había hecho preguntas sobre su vida personal porque daba por descontado que habría tiempo para eso, se me hacía que iba a volver, además me interesaba “laboralmente” porque el personal de limpieza ingresaba a todos los lugares del aeropuerto y se enteraban de muchas más cosas que el propio personal de Seguridad y por otro lado, a pesar del uniforme de esa empresa, se notaba que tenía un lindo y agradable tipo y la forma “especial” de bajar la mirada, que también había notado al hablarle, incentivaba mi imaginación.  Como fuere, no pretendía dejar “hilos descolgados” y llamé al dueño de la empresa de limpieza, un “veterano” que rondaba los cincuenta y cinco años.

Me atendió la secretaria, a la cual conocía personalmente y sabía que era la amante de éste.

--  Hola, buen día, habla Willy de Seguridad, ¿me podrías comunicar con Luis, por favor?

--  Hola Willy, ya te paso, ¿algún problema?,(que costumbre que tienen algunas mujeres que suelen creer que la intimidad de la que gozan o explotan las hace ser “un poco más” y las habilita para tratar de meter “la cuchara” en todo) .

--  No, para nada, sólo quería hablar con él. -Me atendió enseguida y preguntó lo mismo- .

--  Hola Willy, ¿algún problema?,(este tipo de preguntas, siempre incentiva mis dudas).

--  En absoluto, por lo menos por ahora no.  Te llamaba para preguntar por Graciela Rivas, tengo entendido que es la nueva Encargada de la sección en que está mi oficina privada.

--  Ya te digo,-seguramente le preguntó a la secretaria y me contestó-si, empezó hoy, hubo algún inconveniente(y dale con las preguntas propias del que tiene el “culo sucio”) .

--  No, ninguno, pasó hoy por la oficina a presentarse y me dio una muy buena impresión, sólo llamaba para corroborarlo.

--  Bueno, si, parece una chica agradable, me alegro que te haya impresionado,(me dio la pauta que ya le había echado el ojo) , ¿necesitás algún otro tipo de dato personal?**

--  No, por ahora nada más, quería que lo supieras y veo que estás mejorando la calidad del personal.  Listo Luis, no te jodo más, te dejo porque tengo un caso, un abrazo…

Le corté rápido, después me acosté y me quedé “frito” hasta casi la una de la tarde…

Continuará…

Si les gustó, por favor, valoren y comenten.

Gracias.  GUILLEOS1.