Esos días de aeropuerto. (05)

Después del “sopapo” a mi ego y, ¿por qué?, a mis sentimientos que me propino la “gallega”, se me presentó la posibilidad de “sacar un clavo con…”

Ingresé en la guardia con un “humor de perros” que seguramente se notó porque se hizo un silencio sepulcral.  Me encerré en mi despacho a rellenar y firmar unos expedientes y llamé a mi segundo tratando de calmarme, nadie tenía porque “pagar” mis broncas personales.  No bien entró le dije:

--  Hoy tengo un día de “mierda”, haceme el favor, hacete cargo de todo, no me voy a ir del Aeropuerto pero cuantos menos problemas tenga, mejor.  Voy a tomar un café a la confitería y luego voy a ir caminando al sector de cargas porque quiero ver cómo andan las cosas por allí, no le avises a nadie, cualquier cosa que no puedas solucionar me llamás por el Handy.

Asintió y no me dijo ni preguntó nada, me conocía bastante como para saber que no le daría explicaciones.  De camino a la confitería, cruzando por el medio de salón, desde la puerta de su negocio, me saludó y llamó Judith, estaba hermosa y resplandeciente, vestía una pollera tableada a medio muslo y calzaba botas de caña alta y un sueter de color rosa.  Ni me acerqué, le hice señas con la mano abierta girándola junto a mi oreja como para que entendiera que hoy era un día “empelotado” , me respondió sonriendo y con la seña del pulgar levantado de una de sus manos, luego ingresó al local.

La confitería estaba concurrida, viajaba un popular equipo de fútbol y jugadores, familiares y directivos ocupaban casi todas las mesas.  Me acerqué a la caja, saludé a Alejandrina que bastante atareada estaba, riendo incluso con algunos piropos que le prodigaban y pedí un café cargado mientras la miraba desenvolverse y coquetear.  Me miró sonriendo y aproveché para decirle:

--  Hoy te están lloviendo los halagos y los piropos.  ¿Faltó alguien para decirte lo hermosa que estás? Giró la cabeza, hinchó el pecho que se notaba compacto y apetecible, pasó una de sus manos por el cabello renegrido en un gesto muy femenino y me contestó…

--Si, faltó, desgraciadamente el que me gusta nunca me dice nada.

Noté que enseguida se arrepintió de su “arranque” y se ruborizó, volviendo su atención a la registradora.

--  Paciencia linda, hay tontos que tardan en poco más que otros en darse cuenta de la belleza que tienen enfrente.En una de esas si aceptaras una invitación para tomar un café, hoy, esta noche, después de salir del trabajo, podríamos conversar al respecto.

--Me encantaría. Contestó sin dudar. ¿Cómo sería eso?  Yo salgo más temprano.

--  Tengo que ir a Cargas, regreso en un par de horas y te digo, ¿te parece bien?

--Ya estoy esperando.

Bueno, “A Rey muerto, Rey puesto” , la conversación con Alejandrina alejó “fantasmas” que viajaban hacia España.  Me fui al sector de Cargas caminando tranquilo y silbando bajito.  Los casi tres mil metros de distancia se me hicieron cortos y cuando llegué se produjo un cierto revuelo entre el personal de Seguridad y Encargados del sector de ciertas Compañías.  Era “vox populi” que en el sector Cargas de las Compañías Aéreas se solían producir “negociados” que estaban muy reñidos con las Leyes.

El contrabando (de lo que fuera) , los “arreglos bajo cuerda” para aligerar la salida de las Cargas y otros, sin dejar de tener en cuenta al Narcotráfico aún sabiéndolo, a menos que fuera demasiado “in fraganti” , se descubriera en el acto y se detuviera a los autores, el Cuerpo de Seguridad a mi cargo no podía intervenir, esto sólo se hacía en apoyo a operativos de las distintas Divisiones de Inteligencia del Estado, con previo trabajo de los mismos y pruebas que ameritaran esos procedimientos, pues, como pasa siempre las “protecciones” para estos delincuentes provenían de muy Altos Niveles de la Política y la Justicia.

Al ingresar en las dependencias del Cuerpo escuché una discusión, en un tono elevado, entre una mujer y dos hombres, uno de ellos el subalterno Encargado del Sector.

--  ¿Qué es lo que sucede allí?, le pregunté al Femenino que oficiaba de secretaria del Encargado.

--Está la dueña de una Empresa Importadora junto al Jefe de Aduanas del Sector y nuestro Encargado, parece que falta un papel en un manifiesto y no le dejan sacar la mercadería, es un conteiner con artículos de electrónica.

Rápidamente pensé en dos opciones: o el papel verdaderamente faltaba, cosa difícil porque desde su país de origen eran muy meticulosos con eso o se había “traspapelado misteriosamente” esperando obtener un “beneficio espurio” para permitir que la carga saliera del Aeropuerto.  Me jugué por esta posibilidad porque yo sabía “algo” que los demás ignoraban.  El Encargado del Sector de Seguridad estaba siendo investigado por la División de Delitos Internos de la Fuerza.  Coche último modelo todos los años, casa enorme con piscina en un barrio privado, colegios privados para los hijos y ropa de marca arrojaban un dos más dos un tanto negativo para el investigado.

El Jefe de Aduana tampoco era “trigo limpio” y también estaba investigado pero por la parte del Servicio de Inteligencia de Aduana.  Todos estaban creídos que las reuniones que se hacían cada diez días entre los distintos Jefes de Área de los distintos Organismos era para cenar y pasarla bien, lo hacíamos pero lejos estaban de saber que eran reuniones informativas en que intercambiábamos datos sobre los trabajos que se estaban realizando…

Golpeé la puerta de la oficina y el Encargado del sector contestó de muy malos modos y levantando la voz.

--Ya dije que no quiero atender a nadie, estoy ocupado.

Lógicamente no esperé e ingresé a la oficina pidiendo permiso.  La mujer estaba sentada en una silla y ambos individuos hablaban parados a su lado, la actitud era netamente intimidante, ni saludé ni hice hincapié en el exabrupto del Subalterno, sólo pregunté cual era el problema.  La señora que tendría unos 42 ó 43 años, rubia, alta y que denotaba un muy buen nivel físico social, se lanzó a explicar que los tres contenedores habían arribado con toda la documentación completa y justamente de ese que era el de mayor valor, se había perdido el manifiesto.  Me dirigí al Encargado…

--  El tema es muy sencillo, hay que proceder a buscar profundamente ese manifiesto, si sigue sin aparecer y la señora se mantiene en su declaración hay que efectuar una denuncia para que se abra una investigación interna nuestra y otra en dependencias de Inteligencia de Aduana, amén de pedir la copia del manifiesto al país de origen, arbitre usted los medios necesarios. Esa fue la orden que le di al Encargado.

De inmediato se movilizaron ambos para, según dijeron, “dar vuelta el sector de Cargas hasta ver si aparecía el manifiesto” .  Me quedé con la que resultó ser la dueña de la Empresa de Importaciones, le pedí a la secretaria que nos sirviera dos cafés y conversamos del tema, lo primero que me dijo es que estaba cansada de pagar “coimas” pero luego, ante un par de preguntas que le hice, se mostró reticente para profundizar en el tema y la encaré de otro modo, ante todo me presenté.

--  Desgraciadamente este tipo de cosas no se pueden eliminar si no existen denuncias o datos que nos lleven a descubrirlos y desgraciadamente la Ley está hecha por delincuentes porque paga tanto el que recibe como el que otorga.  Le voy a dar mi tarjeta y me gustaría tener una conversación con usted en sus oficinas sólo para recabar datos y no denuncias que puedan perjudicarla.  La voy a dejar sola, yo me voy a otra oficina y estoy seguro que ese manifiesto aparecerá, cualquiera de estos dos saben que conmigo no se juega.

Me despedí de ella y esperé novedades junto a la Secretaria.  El “famoso” manifiesto apareció junto con el Encargado, el Jefe de Aduana y un empleado administrativo que declaró haberlo traspapelado con los manifiestos de un cargamento de juguetes.  La señora se retiró con la autorización pertinente para retirar la mercadería.  Yo le pedí al Encargado de la Seguridad un informe detallado del incidente y le aconsejé al Jefe de Aduana que hiciera lo mismo.  A ninguno de los dos les convenía aparecer en ningún informe.

--Creo que no es necesario Jefe, fue un mal entendido que ya se solucionó.

--  Por lo que sé, ya hubo varios de estos “mal entendidos” y no quisiera que Inteligencia de Aduana tenga algo que decirme sobre usted.  Haga el informe tal como se lo he pedido y espero que no haya más problemas con esa Empresa. El tipo se puso pálido y no le quedó más remedio que obedecer.

Regresé al hall central con un vehículo de la Empresa de Sobrecargos y ya en mi oficina me comuniqué con el Jefe de Delitos Internos para ponerlo al tanto de lo que había pasado, este era un caso en que no me interesaba “tapar” nada, el subalterno en cuestión no era nada querido por ninguno de los Agentes y solía tratarlos mal, la prueba de ello la había tenido al golpear la puerta de su oficina, por su respuesta y debía ser siempre igual, esto al margen de que era un delincuente, aunque sólo faltara probarlo.

“Hacer la vista gorda” con determinados delitos o saltar algunas normativas menores no me quitaba el sueño pero cuando al delinquir se jodía y se perjudicaba al otro, me sacaba un poco de las casillas.  Un poco más aliviado volví a pasar por la Confitería para hablar con Alejandrina, me dijo que salía a las nueve de la noche y se iba en el colectivo de las nueve y media, el problema es que yo dejaba la guardia a las once y media y quedaban dos horas muy en el aire.  Le pedí el teléfono y le dije que yo le avisaría si podía conseguir un relevo antes.

Lo primero que hice al estar nuevamente en la oficina es mirar la lista de relevos, nunca tenía problemas para cubrir llegadas tardes o faltantes de otros compañeros pero… “Una mano lava la otra y las dos lavan la cara”.¡Bingo! , el relevo entrante me debía un par de favores y lo llamé por teléfono, no puso ningún inconveniente, ni siquiera preguntó el por qué y a las nueve de la noche estaría tomando el turno.  Le avisé telefónicamente que me esperara en el estacionamiento y me contestó que estaría allí aunque lloviera o tronara.  Me causó gracia la contestación, parecía como que se “regalaba” y no daba para nada esa imagen.

Alejandrina tenía 19 años, cabellos negros largos y voluminosos pero de piel blanca, boca sensual y un rostro sencillamente bello, ojos negros, grandes y despiertos, todo en ella irradiaba simpatía y buena onda, medía 1,70 metros y del cuello hasta la punta de los pies, “paraba el tránsito” , pechos erguidos de una talla que le calculé en 90 de copa, cintura fina, caderas al tono y una cola mediana y parada que, al caminar, se adivinaba de nalgas duras.

Las dos columnas que sostenían ese “lomo” no tenían desperdicio y su caminar era, sencillamente, femenino, natural y sensual…  Quizás valga la salvedad, las mujeres que exhiben esa forma de caminar, me “pueden” e incentivan de entrada, sin que me importe demasiado si están “buenas” o más o menos.

A la hora prevista caminaba hacia mi coche y un chistido me hizo volver la cabeza, era Alejandrina que venía apurada para alcanzarme, la esperé y la saludé con un beso en la mejilla.  Vestía una campera de jeans sin abrochar y debajo de esta una remera blanca que dejaba adivinar sus pechos turgentes, una pollera tableada azul, a medio muslo y botas de media caña con tacos medianos, toda ropa de excelente calidad que vestía con elegancia.  Venía radiante y de lo más dada, subimos al auto y nos fuimos al centro, para buscar una confitería que estuviera cerca de la casa.

Me daba vueltas en la cabeza el comentario de Lalo y algo de cierto debía haber porque al estar sola conmigo, se mostró reticente y no tan “suelta” en la conversación.

--  Hola, ¿cómo te va?, encantado, me llamo Guillermo pero todos me dicen Willy, trabajo en la Seguridad del Aeropuerto.  Por casualidad, ¿no la has visto a esa chica tan simpática que se llama Alejandrina?, íbamos a ir a tomar un café y parece que no vino.

--No seas malo, ¿querés que te diga la verdad?, estoy inhibida, sin gente alrededor me siento “cortada”, no sé ni que decir.

--  Bueno, te propongo algo.  Ya te dije hoy que sos hermosa y te invité a tomar un café que aceptaste, el signo del zodíaco no te lo voy a dar porque no tengo mucha confianza con vos pero te dejo que preguntés lo que quieras.  El interrogatorio es todo tuyo. Se lo dije sonriendo y tomó confianza, preguntó y contestó hablando hasta por los codos.

La Confitería en pleno barrio de Palermo era muy elegante y ambos nos sentimos muy a gusto allí, para mejor el café irlandés estaba exquisito y descubrí, a pesar de la poca edad, a una mujer muy inteligente.  Hija única, de padres divorciados, efectivamente, el padre era un Teniente Coronel del Ejército en actividad, ella vivía con la madre y la abuela en un semipiso de la calle Escalabrini Ortiz a un par de cuadras de la Avda. Santa Fe que, por la zona en que se encontraba, se me antojaba costoso de mantener.  La madre tenía un negocio de venta de ropa exclusiva y la abuela era pensionada viuda también de un Coronel de Ejército, la pregunta era obligada, ¿qué hacía trabajando de Cajera en la confitería del Aeropuerto? La respuesta no me sorprendió:

--  Nunca me faltó nada pero era el momento de salir de forjarme mi propia vida, no puedo pretender que siempre me mantengan .

Salimos de la confitería y se “colgó” de mi brazo, a mi no me importó, Alejandrina era una joven hermosa, a la que daba gusto llevar al lado, me sentí bien con esa actitud, denotaba un cierto sentido de “pertenencia” pero, a la vez, de “entrega” .  Nos fuimos caminando hasta el edificio dónde vivía y dejé el coche en el estacionamiento, en ese trayecto, de unos 250 metros, se comportó como una “novia” apoyando su cabeza en la unión del brazo con el hombro.  Al llegar a la puerta del edificio, antiguo, señorial y de tan sólo cuatro pisos, abrió la puerta y pasamos los dos.

Llamó al ascensor y le dije que no subiría hasta la casa hasta que supiera bien como debería presentarme con la madre y la abuela.

--¿A vos cómo te gustaría que te presente?…

--  Eso va a depender mucho de la respuesta que me des después de este beso.

No se sorprendió, lo estaba esperando y lo que comenzó con un beso dulce y casi “exploratorio” se convirtió con sus ganas en un beso “explosivo” cargado de ganas de dar y recibir.  Daba gusto besar esos labios llenos pero, a pesar de su ímpetu, se notaba la falta de experiencia y me esmeré para hacerle sentir mi boca y mi lengua y ella respondió bien y con gusto.

Me abrazó a la altura del pechó y me apoyó las tetas duras apenas por debajo de mis tetillas, haciéndome sentir sus formas y el acelerado latido de su corazón.  Al separarnos me tomó de la mano y me hizo sentar en la escalera oscura, desde allí veíamos si alguien quería ingresar y si alguien bajaba prendería las luces.

Continuamos con los besos y cuando me dediqué a recorrer su cuello con mis labios sus gemidos y suspiros no se hicieron esperar.  Una de mis manos ascendió por debajo de la remera y noté con satisfacción que su piel se sensibilizó al contacto de mi mano aceptando la exploración.  Digan lo que digan, hay pieles y pieles, algunas aceptan y transmiten de un modo distinto.

El sostén de fino tul, que evidentemente estaba ahí porque debía estar o solamente “porque se usaba” porque ante la turgencia de esos pechos, no cumplía la función de “sostener” nada, no opuso resistencia y me encontré con la mano llena de teta y con un pezón chiquito pero totalmente duro que presionaba mi palma, de inmediato fue atendido por mis dedos pulgar e índice y al apretarlo, la contracción del cuerpo de Alejandrina fue notorio.  Al pasar con la misma mano al otro pecho, el sostén quedó apretujado cerca del cuello, el procedimiento fue el mismo que con su gemela y los gemidos y las contracciones fueron similares.

Besos, labios, lenguas y tetas pasaron a ser insuficientes y mientras sostenía su cuello y cuerpo con un brazo alrededor del cuello, la misma mano que había gozado de las tetas bajó por su estómago liso y se dirigió a su pubis, la pollera que ella misma había aflojado, no fue escollo y me encontré con su entrepierna empapada.   Pasar los dedos por toda su hendidura y por sobre su ropa interior generó un gemido largo que se acompañó de un movimiento compulsivo a la vez que me apretaba fuerte con su abrazo y no la dejé gritar porque sellé su boca con un beso apresurado que a ambos nos quitó la respiración.

Un pequeño rato de mimos y besos y volví a “jugar” con mis dedos en su intimidad, había bajado el cierre de mí pantalón presto a sacar a relucir mi pene pero antes corrí el elástico de su slip y toqué sus labios sin vellos, el clítoris respondió a las caricias de mis dos dedos que lo acariciaban, apretaban suave y soltaban, de pronto ella comenzó a temblar y a gemir producto del orgasmo que no pudo contener, sin embargo se recuperó rápido y apretó mi brazo impidiendo cualquier movimiento.

--  Tengo miedo Guillermo, nunca lo hice, dame un momento…

¡Lalo y la pu.. madre que…! , mi amigo era “brujo” y terminé riéndome para mí mismo porque, por lo menos, denotaba una capacidad de observación y de conocimiento que yo no tenía.  De cualquier manera que fuere, dolor de huevos al margen, el lugar no era apropiado, ya había pasado por la edad y las “pelotudeces” del “pendejo” apurado y “calentón” que la podía meter sentado en el escalón de una escalera oscura, además, la calidad de mujer y su condición no daba para hacer algo a las “apuradas” , el tema ameritaba tiempo, comodidad y calidad de entrega, ya bastante había transigido sentado en esa escalera.

La “cosa” se enfrió repentinamente y sin darle mayor importancia a sus pedidos de disculpas, alargamos la charla respecto al paso que quería dar, sin dudas que ella tenía claro que a un tipo de treinta años no le podía hacer “sanata” estirando la posibilidad de la entrega.

Finalmente quedamos en “salir” como novios, yo se lo propuse y fue algo que la hizo sentir muy feliz porque, me quería y además porque me consideraba casi “inalcanzable” , así se lo había hecho saber María Eugenia (La “gallega” había defendido su huerta haciéndome fama de “imposible”) .

Ni pensar que toda la charla posterior a la sorpresa de la virginidad fue fría, para nada, conversamos mientras la tenía abrazada y acariciaba su cuello, su rostro y le “robaba” algunos besos que respondía con ganas.  Me despedí y ella ya sabía que el día siguiente yo no andaría por el Aeropuerto aunque con el beso final me hizo saber que me preparara porque no pensaba dejar pasar mucho tiempo para ser completamente mía.

Cuando caminaba hasta el estacionamiento, iba pensando que la “historia” podría “andar” , había mucha diferencia de edad pero ella la equiparaba bastante por su forma de ser, de darse y entender, por otro lado, mi ego, no estaba para nada mal y tener al lado a una mujer como Alejandrina, me hacía sentir muy bien en todos los aspectos.  Ni siquiera me jodía el incipiente dolor de huevos, ya pasaría y me reí para mí mismo pensando en las veces que “eso” me había pasado, casi, casi como que ya estaba un tanto “acostumbrado” .

Manejando de regreso a casa, me di un poco de “máquina” pensando en las miradas, en las ganas, en el cuerpo apetitoso de Alejandrina y en las posibilidades de placer “a futuro” pero me tuve que contener y cambiar el “chip” para no volver a “calentarme” solo y “al pedo” .  La ducha tibia en la soledad de mi baño me ayudó a relajarme y a dormir luego con una tranquilidad que hacía tiempo no tenía.

El día franco de servicio fue similar a otros, la rutina se había instalado fuerte en el cubículo de este lobo solitario y molestaba bastante.  A media mañana me tenté y pensé en llamarla, me arrepentí unas décimas de segundos antes de pulsar el “botoncito verde” , todavía mi orgullo y mi ego no me lo permitían.  Pasado el mediodía me fui a almorzar en el restaurant de un conocido y lo llamé a Lalo para invitarlo, me atendió rápido.

--  Hola amigo, estoy saliendo para almorzar en el restaurant de Fausto, llegate hasta allí, yo invito el almuerzo.

--Jajaja, no te puedo creer, yo tengo una suerte, una vez que invitás y te tengo que decir que no…  Estoy almorzando con Alicia, aprovechamos que ella hoy no trabaja.

--  Bueno, que les aproveche, por lo menos no vas a poder decir que nunca invito yo.

--Acá me dice Alicia que te vengas y comemos todos juntos.

--  Ni loco, de seguro después van a querer “comerse el postre” y voy a quedar “pagando”.  Dale las gracias y pásenla lindo.

Estaba claro que mi amigo aceleraba sus tiempos con Alicia, me alegraba por él, en cierto modo, le pasaba como a mí, la edad y la soledad comenzaban a pesar.  Después de comer me quedé charlando en una agradable sobremesa con Fausto al que conocía porque le aligeré los trámites para sacar de la Aduana los materiales de acero inoxidable importados que utilizaba en su comercio, cocinas y hornos incluidos.

Cerca de las cuatro de la tarde ya estaba resignado a volver a mi casa cuando sonó mi teléfono, el número era desconocido pero atendí igual, siempre estaba la posibilidad de decir que se habían equivocado.  La chica que hablaba con una voz agradable, preguntó por Willy y se presentó como Tamara.  Era la joven de cabello castaño que junto con la rubia habían estado “demoradas” en la Guardia del Aeropuerto, ni siquiera recordaba el nombre.

--Hola Willy, soy Tamara, ¿te acordás de mí?, estuvimos en tu oficina con Heidi, -** la recordé enseguida-.

--  Sos una de esas mujeres difíciles de olvidar Tamara, ¿cómo estás?

--Bien, en casa, sola y aburrida.

--  ¿Anda flojo el trabajo?

--No, para nada, lo que sucede es que me suelo tomar días para mí, sino todo es muy agobiante.  Tenía ganas de hablar con vos, ¿estás trabajando?

--  No, recién terminé de almorzar y estaba yendo para mi casa, ¿tuviste algún problema?

--No o si, el único problema es que hay días en que no quiero saber nada con “clientes” y necesito el contacto o la charla con personas que no paguen por la compañía o la “mercadería”, ¿te molesta?

--  En absoluto y si te “cabe”, me gustaría compartir un café sin hablar de ninguno de los “trabajos”.

--Me encantaría pero no tengo ganas de arreglarme para salir de casa, ¿te animás a venir hasta aquí?

--  Dalo por hecho, en media hora te toco el timbre, ¿es en tal dirección, no?

--Si, es la dirección correcta…  Te espero.

Previendo la posibilidad de juntarnos había adosado la dirección al número en el teléfono, me quedaba a unas veinte cuadras de distancia y luego de comprar unas masas, me fui a casa de Tamara a tratar de pasar una linda tarde…

Continuará…

Por favor, si les gusta, valoren y comenten.

Gracias... GUILLEOS1.