Esos centímetros que nos separan...

Doy unos pasos hacia la cama, recorriendo cada uno de esos centímetros que me separan de ti y que odio por ello...

La cosa se ha liado un poco, pero por fin estoy ahí, empujando esa puerta y cerrándola detrás de mí. De nuevo he acudido a mi cita...contigo.

Lo primero que veo es tu sonrisa, esa que el destino me niega a diario y sonrió dejando resbalar mi mirada por tu cuerpo desnudo, mientras hago lo propio y con prisas, desnudarme; a sabiendas que en esta, nuestra cita, las ropas no están invitadas.

Lentamente disfrutando de tu mirada caliente, saco la blusa de mi falda, y empiezo a desabrocharla, mientras tu cruzas los brazos, y los colocas bajo tu nuca, y tu sonrisa se agranda, sube a tus ojos y los oscurece cuando aparece mi pequeño sujetador de encaje, ese que elegido con mimo, para excitarte, el que apenas contiene mis pechos. Sé que puedes ver mis pezones, a través del fino y transparente encaje, y tu mirada encendida los endurece, haciendo visible el relieve en la tela.

Turno para mi falda, que en unos segundos cae, cubriendo mis pies, mientras tus ojos siguen su descenso por mis caderas, y cuando me libero de ella, miras mis pies y mis uñas cuidosamente pintadas de rojo, como a ti te gusta.

Llevo mis manos a mi espalda, y desbrocho el sujetador, mientras doy unos pasos hacia la cama, recorriendo cada uno de esos centímetros que me separan de ti, y que odio por ello. Esos centímetros van despareciendo, al mismo tiempo que lo hace mi sujetador.

Tú dejas escapar el aire que retienes en los pulmones, sin apartar la vista, sin decir nada, porque en esta cita sobran las palabras.

Me arrodillo a tu lado en la cama y subes la mano, con la que acaricias mi pelo, lo escondes tras mi oreja antes de acariciar mi mejilla...cierro los ojos para sentirte, disfrutando del tacto de las yemas de tus dedos...sintiendo como ahora recorren mis labios, la línea donde ambos se juntan, y haces que los entreabra, para colarte dentro, para que mi lengua los chupe, mis labios los succionen y tu jadeas...

Con esos dedos empapados, sigues por mi cuello, por mi escote y llegas a mis pechos, te miro y se escapa un jadeo cuando pasas de recorrer los laterales para atrapar mis pezones, y friccionarlos, para endurecerlos más. Arqueo la espalda, entregándome a tus dedos, tu mano...a ti.

—Hola, princesa. Te he echado de menos

—Siento haber tardado, hace mucho que esperas

—Un ratito...

—Lo siento

—No lo sientas, llevo más de cincuenta años esperándote, este ratito se me ha hecho corto.

Y mientras pienso, que siempre pareces saber lo que quiero oír, tus dedos bajan por mi cuerpo, suaves, sin prisas, por mi torso...sobre la tela de mis bragas, recorres mi pubis y entonces giras la mano. Yo sigo de rodillas pero abro un poco más las piernas, para que tu mano quepa bien entre mis muslos, y tú la pegas bien, adelantas tres dedos y empujas la tela, como si quisieras penetrarme con ella en medio, haces que la tela se moje, mientras tus dedos frotan mi vulva, metiendo toda la tela en mi rajita, haciéndome gemir de placer y ganas de sentirte más, de notar tus dedos sin nada que los separe de mi cuerpo, que ya arde por sentirte.

Pero no vas a quitarme aun las bragas, tu intención es seguir jugando, lo veo en tu pícara sonrisa cuando mis ojos suplican más, pero en contrapartida te arrodillas frente a mí y por primera vez en esta cita, te inclinas y tu boca busca la mía. Ladeo la cabeza, tus labios, tu lengua...recorren mi boca, la mojan, la calientan, la electrifican, mientras tus dedos siguen jugando entre los pliegues de mi sexo, con la tela de mis bragas, rozando, presionando, friccionando...metes tu lengua, la entrelazas con la mía, tus dedos buscan la entrada y me penetras con tres, sabes que estoy lo suficiente dispuesta para ello. Yo gimo, pego mi cuerpo al tuyo, chupo tu lengua, empujas los dedos más y más, entras y sales...tu pulgar frota mi clítoris...y todo estalla a mi alrededor mientras nos devoramos, nos mordemos, nos lamemos...

Mi cuerpo aun tiembla por el orgasmo cuando me tumbas en la cama, cuando me liberas de las bragas empapadas, y sin un momento de descanso tu lengua recorre cada centímetro de mi piel, empezando por mis pies, mis piernas, mis muslos...te saltas mi coño y gruño, tú sonríes pero sigues por mi vientre, por mis tetas y terminas en mi boca. Apenas he dejado de temblar cuando descorres el sendero de saliva que trazaste al subir, para bajar por el otro lado y esta vez sí separas bien mis rodillas y te paras en mi sexo.

Lames con deleite mis ingles, antes de sembrar mi pubis de pequeños y húmedos besos, luego tus dedos abren y separan los labios de mi sexo y entonces mi mundo gira entorno a tu lengua caliente y mojada, que recorre mi rajita, que inflama mi clítoris y solo lo deja cuando sabes que estoy a punto, y casi lloro de impotencia, cuando abandonas ese punto, pero entonces tu lengua dura me penetra, me lames por dentro, me abres, te siento...tan adentro que vuelvo a sentirme a punto, y de nuevo frenas mi placer, haciéndome suplicar, cuando noto que tu lengua resbala entre la saliva que has creado y mis jugos, hasta llegar mi ano, y allí tu lengua se entretiene en círculos antes de penetrarlo, antes de entrar y salir como hiciera antes en mi coño, hasta volverme a llevar como a Alicia, al país de las maravillas. y entonces solo entonces, tu boca deja de lamerme, apoyas la yema de tu dedo medio en la entrada y penetras mi ano lentamente, mientras tu boca vuelve a mi sexo, como si quisieras comértelo todo, succionándolo, sorbiendo, golpeando el clítoris con la punta de tu lengua, empujas tu dedo, entras y sales, añades otro y lo empujas...me retuerzo, elevo las caderas buscando tu boca, suplicando en silencio con ellas que quiero más, que necesito más y tu boca me lo da todo, me derrito en ella, me corro, gimo, lloriqueo, me aferro a tu cabeza entre mis piernas, arqueando más la espalda, empujando mi cuerpo hacia ti, hacia tu boca, tus dedos...tú.

Apenas puedo respirar tras encadenar tres orgasmos en tu boca, que tú has relamido con avaricia, con hambre. Y solo entonces te arrodillas mejor, te posicionas entre mis piernas, tiras de mí, subes mi culo a tus muslos, noto tu polla en la entrada y...joder, lentamente me atraes, clavándome en tu estaca dura como el cemento, me penetras tan despacio que lloriqueo, por la necesidad mientras tú gimes, resbalo el culo por tus muslo haciendo fuerza con mis talones en tu trasero, clavándome más, moviendo las caderas para sentirte, para abrirme bien con tu falo, apoyo los talones un poco en tus caderas y me muevo desde abajo, te necesito muy adentro...

—Despacio vida –dices, pero tus manos bajo mi culo me atraen a ti, en contra de lo que pides

—Te necesito...

Y con mi cuerpo en tensión, mi mirada y tus ganas, consigo sin salir y medio de lado caer ambos, que te des la vuelta de espaldas y montarme sobre ti, apoyar mis manos en tu pecho y balancearme, sin salir, sin subir, solo el roce de mi balanceo mueve tu polla, mientras mi coño te aprieta y te suelta desde dentro.

—No voy a poder...

—No espero que lo hagas...

Y noto el primer chorro de semen estrellándose en las paredes de mi útero, me froto con tu pubis, te aprieto, te succiono, el segundo... tus gemidos... empujas, elevas tu culo, me clavo...

—Si cariño yo también

—Si mi niña, si, si, si

Y caigo rendida sobre tu cuerpo que aun tiembla, mientras tus manos temblorosas acarician mi espalda, y en ese momento me siento más en casa que nunca, más yo, más tuya... tan feliz.

—Casi valdrían la pena las semanas de espera, por tus recibimientos amor –dices, unos minutos después, cuando tu polla ya ha salido por si sola de mi cuerpo, y me coloco a tu lado.

En las siguientes dos horas, nos disfrutamos ya más relajadamente, por fin puedo pasear contigo, a tu lado, de tu mano...cenamos entre bromas, miradas calientes y más de una caricia por debajo de la mesa y terminamos en la barra de un antro, apoyados en sendos taburetes altos, devorándonos entre miradas, besos apasionadamente cortos, y alguna caricia fugaz que se escapa de miradas ajenas, al deseo que vuelve crecer, que nos envuelve, que sube la temperatura de nuestros cuerpos, haciendo que cada beso dure más, que tu lengua apenas abandone mi boca, que tus manos recorran mi cuerpo por encima de la ropa, haciéndome desear caricias más lascivas.

—Nos vamos, cariño –preguntas con voz ronca sobre mis labios y apuras tu combinado.

—Por favor –te pido deleitándome con las últimas gotas que aún empapan tus labios

Unos minutos después, tras un corto recorrido, y no cogidos de la mano, sino abrazados, entre caricias, llegamos a nuestro destino...y tus dedos con prisas desabrochan mi blusa en el ascensor, mientras tu lengua deambula por mi cuello y tu mano frota de nuevo la tela mojada de mis bragas. Ni siquiera hemos llegado a nuestra planta cuando ahogas mi primer nuevo orgasmo en ese ascensor, mientras me diluyo entre tus dedos, en tu boca...

Entramos a trompicones a la habitación que aun huele a sexo de unas horas antes, y desde atrás, eres tú ahora quien se libra de mi blusa y de mi sujetador...y mientras muerdes mi hombro, clavas tus dientes en mi carne, yo gimoteo y tus manos coordinadas suben la tela de mi falda por mis muslos, mis caderas...agarras mis bragas y las haces resbalar hasta mis rodillas, sin dejar de mordisquear mi piel.

Me empujas sobre la cama, haciendo caer en esta de rodillas, aun con las bragas en los tobillos y me las quitas, me empujas más hacia adentro, me inclinas...oigo el ruido de tu bragueta, al tiempo que tus dedos se empapan en mi coño y un segundo después, me penetras con ellos, yo grito y tu entras y sales sin piedad, una, dos, tres...y cuando espero la cuarta, es tu balano el que presiona, tus manos ahora me aferran de las caderas, y de un solo envite me la clavas, hasta los huevos, tiras de mí, empujas, una y otra vez me follas como a una perra, sin piedad, sin pausa, sin tregua, puedo oír el chapoteo de mi coño, tus gemidos, sigues dándome cada vez con más fuerza, sin control, golpeando nuestros cuerpos y cuando gimoteo que voy correrme desaceleras, matándome, y te busco, meneo las caderas, pero huyes, no permites que me penetre como ansío, como necesito, apoyo los codos en el colchón y suplico.

— ¿Quieres correrte mi putita?

—Si, por favor...

Entonces noto la presión, tu dedo en mi ano, el que aún sigue pegajoso de mis juguitos, el que entra lentamente, llenándome, abriéndome...subo el culo y subes la intensidad, empujas hasta el fondo, al mismo tiempo que tu polla vuelve a llenarme, y me enloqueces, empiezas un vaivén entre tu polla y tu dedo, moviéndose, penetrándome, llenándome...llevándome al paraíso del placer

—Me corro, me corro –sollozo entre temblores

No dejas de follarme, alternando ritmos, profundos, rápidos, ralentizados, rebotando en mi interior, largando el placer como si quisieras rebañarme una vez dentro, mientras yo agarro las sabanas, me muerdo los labios, gimoteo y casi muero sintiéndote.

Entonces mientras bajo de la nube a la que me has subido, y tu ritmo ahora es suave y cadencioso, tu polla abandona mi coño, la noto palpitar sobre mi culo, caliente, a punto, dispuesta, anhelante...

—Fóllame amor –y los dos sabemos lo que pido

Tus dedos empujan, agarran el bálano, lo acercan a mi agujerito más estrecho, presionan, me aferras de las caderas y me penetras, sin prisas, sin pausa, con ganas vas haciéndote hueco, y no paras hasta el final, noto tus pelotas chocar contra mí, tu cuerpo jadeando por el esfuerzo del control sobre mi espalda, el sudor nos envuelve, las ganas, la pasión, el deseo de ser solo uno.

Te yergues de nuevo, lanzas un gemido, arqueas la espalda y empiezas a moverte en mi culo, a follarme, cada vez con más ritmo y enérgicamente.

—Sube putita, ven conmigo

Y con tu ayuda pego mi espalda a tu pecho, tú agarras mis tetas, yo roto las caderas, tu mano baja entre mis piernas.

—Quiero tu leche, lléname amor –te pido girándome

Y tu boca de nuevo busca la mía, nuestras lenguas se lamen, tu polla profundiza, meneo las caderas

—Si mi amor...toma, es toda para ti

Y de nuevo te siento, de nuevo te vacías en mí, mientras ahogamos el placer en nuestras bocas y tus dedos, y tu polla...y tu...

—sí, sí, si...

Un buen rato después me visto, de nuevo tu sonrisa me acompaña, y por un momento, te odio amor, como una vez leí en alguna parte...”te odio como nunca quise a nadie” hasta odiarte a ti es distinto. Y te odio en ese instante porque pienso que para ti es fácil, viendo tu sonrisa pienso que no te cuesta tanto como a mí, que regresaras a tu vida como si nada, que quizás en el fondo soy ese polvo que solo alimenta un poco tus rutinas.

—Tengo que irme ya –te digo de mala gana

—Lo sé.

Y recorro ese camino que tan feliz recorrí esa tarde, pero ahora sabiendo que cada centímetro me aleja de ti, y que la distancia crecerá y crecerá...te miro y aun sonríes en mitad de la cama, gloriosamente desnudo, y vuelvo a odiarte.

Pero justo antes de cerrar la puerta, me arrepiento y me giro, el ruido te sorprende y me miras.

Joderrr, ya no llevas la máscara de la sonrisa, ya no esperabas que volviera a mirarte, y tus ojos... tu mirada me hiela el alma.

—Vete –me susurras con la mirada más triste que he visto jamás

Y miro mis nudillos blancos aferrando el pomo de esa puta puerta, y vuelvo a mirarte.

—Vete, ahora...por favor –suplicas sabiendo lo que cuesta

Y me voy corriendo casi por el pasillo, me alejo de tu tristeza, arrepentida por creer que para ti era fácil, sabiendo ahora que simplemente sonreías para mí, allanandome el camino, haciendomelo más facil.

Camino sin rumbo, y entre lágrimas cojo el móvil, y apenas puedo leer tu mensaje en la pantalla.

—Mi vida, aun puedo olerte aquí y ya te echo de menos, no estés triste, quiero que sonrías, te quiero ver feliz, tu solo piensa que ya queda menos para nuestra próxima cita. Te amo.

Y de nuevo vuelves a hacerme el amor, como siempre haces, con palabras... en la distancia, como harás mil veces, dejándome ver tu alma en cada frase, hasta que volvamos a tocarnos.