Eso no era lo acordado

Resumen: Cuento navideño, narrado en primera persona desde su sillón favorito, en el que se cuenta cómo se disfruta tanto, cómo se sufre al ver cumplida su fantasía. Dedicado al carpintero que construyó el sillón y que además tuvo la amabilidad de colaborar con su sueño erótico.

Eso no era lo acordado.

Resumen: Cuento navideño, narrado en primera persona desde su sillón favorito, en el que se cuenta cómo se disfruta tanto, cómo se sufre al ver cumplida su fantasía.

Dedicado al carpintero que construyó el sillón y que además tuvo la amabilidad de colaborar con su sueño erótico.


Está todo previsto. Es mi fantasía. Desnúdame. Sé que me atarás a una silla. Frente al sofá. Desde allí lo veré todo. Es lo acordado.

Entra en la habitación. Aun está algo temblorosa. Me gustan esas miradas que me echa. Son miradas de reojo, con cierto remordimiento, con algo de indecisión, pero sumisa. Sé que lo hace por mí, pero también sé que la excita.

Los besos. Suaves. Poco a poco. La mejilla. Aun no le has rozado los labios. Un baile. Agarrados. Las copas para romper el hielo. Los besos más intensos. Sin llegar a profundos morreos, pero cada vez son más intensos.

Tu mano baja por su espalda. Para en la cintura. Como un tímido adolescente tanteas el terreno. No quieres precipitarte. No, tú no, no quieres que ella se asuste. Todo a su tiempo. Sobas las nalgas. Retiras las manos. No pasa nada. Vuelves otra vez. Le sobas el culo tan fuerte que hasta la recoges la faldita.

Tú a tu ritmo. Yo me impaciento. Sóbale las tetas, fóllala, conviértemela en una puta, repito mentalmente. Pero tú sigues bailando, sobándola, calentándola. Veo como obsceno refriegas y restriegas tu paquete. Te vuelves hacia mí y me muestras tu bulto. Chulo te lo agarras cuando ella no mira.

Le das la vuelta. Te colocas a su espalda y la sujetas. Besas su cuello, el lóbulo de la oreja. Acaricias sus senos. Suavemente. Deja caer levemente la cabeza hacia un lado, se está abandonando al placer. Tu polla aprisionada por el pantalón se restriega contra sus nalgas.

Sigues bailando. Algo le susurras al oído. Ahora los sobeteos en los pechos son más descarados. Se los levantas desde atrás. Como si los sopesaras. Se los estrujas tratando de abarcarlos con la palma de tu mano. De vez en cuando los dedos juegan encabritando los pezones. Me los enseñas. Destacan perfectamente. Y eso que están protegidos por el sostén y por la blusa. Se los pellizcas. A pesar de la tela los atrapas entre los dedos y los retuerces. Gime. Se queja, pero no te retira la mano.

De vez en cuando acaricias su vientre. Ella sigue con los ojos cerrados. Sé donde acabará esa mano... Entre las piernas ¿a que sí?

La giras... me mira de reojo... Pero ahora sus miradas son distintas. Ya no son miradas tan tímidas, tan inseguras, tan indecisas como las primeras. Sé que ya no habrá más miraditas...

Se está entregando... Me va quedando claro. Rodea tu cuello con los brazos, la besas, le sobas el culo a dos manos y la atraes hacia tus caderas. Está sintiendo tu polla, está notando tu rabo duro. Se está restregando mientras clavas los dedos en sus nalgas. Le recoges más y más las faldas. Su culito comienza a asomar provocador bajo la tela. Tan tentador como siempre. Casi tiene las nalgas al descubierto. Le has recogido las braguitas. De vez en cuando le veo medio culete. Tú me lo enseñas. Lo sobas ya directamente, tu mano siente su piel desnuda, su piel tu mano fuerte.

¿Le bajaras las bragas? ¿Se las arrancarás?

La sientas en el sofá. ¡¡¡Qué morreos!!! Vaya forma de comerle la boca, de lamerle los labios...

Le sobeteas las tetas por encima de su ropa. No paras.

Abres despacio la blusa. Fuera tetas, pero no del todo, sólo por encima del sujetador. Le obligas a mirar cómo se las sacas, quieres que ella también lo vea, que aprecie cómo poco apoco sus pechos se descubren, que se exhiba ante mí, que me enseñe lo puta que es en tus manos.

Las tocas. Las meneas, las magreas a placer. Luego se las vuelves a meter.

  • Ahora tú, so puta, sácatelas, enséñanos esas peras.

Mientras te obedece y ella sola se saca los pechos, dejas caer la mano entre sus piernas, las separas. No encuentras ninguna resistencia.

No la veo, la has metido bajo la falda, y no puedo verlo. Recorres su muslo, varias veces. Pero sé que no te detendrás ahí, con eso no te contentarás, sé que sólo me lo estás haciendo desear. Bueno a ella también. Sí, de un momento a otro la tocarás el coño. La verdad lo estoy deseando, quiero ver qué cara pone.

La tela se mueve. Es obvio lo que estás haciéndola. Demasiado evidente. Ahora eso sí, no sé si por dentro o por fuera de las bragas, por encima o por debajo de la tela. Pero sé que le estás tocando el coño como a ella la gusta. Basta con mirarla a la cara.

Se abandona. Veo cómo suben y bajan las tetas. El pecho se hincha. ¿Será capaz de correrse mientras la masturbas con las tetas al aire? No la besas, quieres que oiga cómo gime.

  • Mira el rabo de tu marido -le dices justo antes de que se corra- Está duro. Te obedece, pero es sólo un instante. No pierde ni un segundo. Mira y cierra rápido los ojos; como si no la importara que me excite la escena. Ella a lo suyo, a gozar.

La veo temblar, respirar a trompicones, a bocanadas, jadear, mover incontrolada las caderas, buscar ansiosa tu boca. Tú vuelves la cara. Metes tu brazo por detrás de su espalda y le sujetas el codo. No puede moverse. La veo entera, expuesta frente a mí. Algo espatarrada, las tetas al aire, los ojos cerrados, jadeando. Los pezones en punta. Tu mano hurgando en su entrepierna.

Cada vez está más y más excitada. Se retuerce, pero no la dejas mover. La tienes bien sujeta. Quieres verla mientras goza. Y quieres que yo también lo vea. Por primera vez reparo en que ya casi se la ve lo de abajo.

¿Te habrás dado cuenta donde estoy mirando? Le levantas la falda, se la recoges cuidadoso sobre su abdomen.

Las bragas están descolocadas, los pelillos asoman por los laterales. Seguro que está empapada. Las apartas. Veo su chochito asomar por un lateral. Separas los labios como si tus dedos fueran un cuchillo. Peinas su vello. Marcas perfectamente su raja. Rodeas, dibujas el contorno de sus labios. Metes un dedo. Como tanteando la profundidad de un túnel.

Una caricia suave. Un pellizco en el clítoris que la hace sobresaltarse. Sus pechos dan un bote delicioso. Sigues marcando el contorno de sus labios. Se abre más las piernas. No tienes que decirla nada, entrega su cuerpo al placer, se mueve para facilitarte la labor. Indudable. Metes la tela de las braguitas entre sus labios, marcas con ella la raja, la tensas, le frotas el clítoris con la tela. La haces gemir. Retuerces la tela. Tan pronto la tensas como la acaricias con suavidad. A lo mejor le encanta ese contraste que marca la frontera entre el dolor y placer.

Cuando menos se lo espera un tirón seco. La has roto las bragas. Un simple "ay", más de sorpresa que de dolor. Y otra vez a la faena, a tocarla el coñito. A masturbarla como a una adolescente.

Juntas dos dedos, se los das a lamer. Despacito se los vas metiendo, mirando curioso cómo van entrando en su agujero. Ella se va tensando por momentos. Ya no te entran más, ya has llegado a los nudillos. Pero empujas la mano. Empujas con fuerza. Ella se tensa. La retiras reinicias la operación. Expira... jadea... con un gesto me indicas que mire sus pechos.

Joder como están los pezones.

Y sigues... adentro a fuera... los retuerces hacia los lados, los metes, los retiras. De vez en cuando los sacas. Brillantes, húmedos con sus jugos. Se los das otra vez a chupar. Y ella gime y gime, levanta el culito, tiembla, se está corriendo sin parar, la dan como convulsiones, como espasmos... y gime, y grita...

¡¡Zorra!!... ¡¡Me gusta ver como mueves los melones!!.

A mí también me encanta ver cómo le bailan los pechos, aunque jamás se me ocurriría decírselo así...

Ya la tienes entregada. Ya te lo dije yo, después de una pajilla se pone tan cachonda que hará lo que quieras. Seguro que ahora lo pruebas.

Efectivamente, al menos aquí no me he equivocado. Aun jadeante la arrodillas. Haces que me dé la espalda, no quieres que vea que te baja la bragueta. No se lo has pedido pero ella sabe lo que tiene que hacer. Te felicito, yo tengo que suplicárselo. Veo como se mueve su brazo. Me miras burlón. Su cabeza tapará tu polla. La sujetas por la nuca.

Te la chupa arrodillada, oigo los gorgoteos, escucho cómo se atraganta. Veo como la sujetas la cabeza por la nuca, cómo la mueves. Le estás follando la boca, la empujas moviendo tus caderas. Seguro que se la metes hasta adentro. La dan arcadas, respira, jadea, escandalosa.

Es humillante que te le folles la boca así. Pero es más humillante ver lo que hace. Un brazo está alto. Veo el codo. Se está tocando los pechos. El otro está estirado, hurgando entre las piernas. Se está acariciando ella sola.

Le taponas la boca con tu rabo y apenas la dejas tomar aire, sólo cuando se ahoga. Alguna tos que otra. No le dejas usar las manos, solo la boca, sólo sus labios...

¿Te vas a correr en su boca? ¿La vas a obligar a que se lo trague todo? Joder, la excitación me mata... seguro que eres capaz... Yo jamás lo he conseguido, siempre me aparataba la cara en el último instante...

Lo estás haciendo. ¡Te estás corriendo en su boca! Le sujetas con fuerza... le obligas a tragárselo todo... Se atraganta. Te da igual. Sigues.

Cae arrodillada frente a ti. Tiene que apoyarse en un brazo para no caer. Tu polla fofa aun gotea un hilillo. Hijo de puta, te has corrido a gusto... le has vaciado tus cojones en su boquita... Te has quedado como nuevo...

Una arcada. Otra. Una nausea... agarras su pelo y despótico, tirano, dominante, le levantas la cabeza... Quieres que la vea... Vomita un poco. Seguro que es de asco... Siempre dijo que le daba asco. El vómito la cae en sus pechos, mancha el sujetador, la blusa... Por la comisura de los labios le escurre un pequeño reguero.

Está preciosa, con el pelo alborotado, la carita congestionada, con gesto de cansancio, de haber realizado un esfuerzo considerable.

Te ríes... Respira con dificultad, como si estuviera cansada, después de un gran esfuerzo... No me extraña...

Ves mi polla a punto de explotar. La pones a cuatro patas. Las tetas colgando. Remangas la falda. Veo su culito. La cadera con la goma de las bragas rotas. Le obligas que venga hacia mí a gatas. No la dejas que me toque. Su cara está tan cerca que puedo sentir su aliento. Me mira. Aun tiene tu semen en la comisura de los labios.

Te acercas a mi rabito, lo tocas un instante. Tiembla. Está a tope, a punto de reventar. Bajas la piel, descubres el glande. Ya asoma una gota. Sigues tirando de la piel. El prepucio me duele. Tensas la piel hasta hacerme gritar de dolor. La das un par de cachetes. El rabo oscila.

Me agarras los huevos y me los aprietas. Me miras burlón y la miras a ella. Ni se atreve a devolverme la mirada. No sé qué pensará en estos momentos de mí. Su marido. Desnudo en una silla, excitado mirando cómo usan a su mujer... gritando porque le están retorciendo los huevos... Menuda imagen.

Le obligas a que se levante. La desnudas delante de mí como a una fulana. Sin ninguna delicadeza, observando lujurioso cada centímetro de piel que te encuentras. " Vete a limpiarte, puta, la ordenas, y no tardes ". Es solo una zorra que te la ha mamado. Así se lo dices, así la tratas.

La veo caminar hacia el baño. Me gusta ver cómo tiembla su culito al caminar. Parece que me lees el pensamiento. Susurrándome al oído me lo preguntas.

-. ¿Te la follas por el culo? Contesta cornudo, ¿la das por el culo? -me preguntas amenazándome con volver a retorcerme los huevos. Muevo la cabeza hacia los lados-. ¿Está estrenada? -vuelvo a mover la cabeza hacia los lados-. Pues mírala bien, de esta noche no pasa, te la voy a reventar el ojete.

Le ordenas que te desnude.

Ahora bailas de nuevo, pero ahora los dos estáis desnudos. El roce de las pieles, de los cuerpos... Veo como sus pechos tan pronto bailan como locos, como se apachurran, se aprietan contra el tuyo.

La metes mano en el coño sin dejar de besarla, la sobas las tetas, pareces un pulpo. Tus manos recorren todo su cuerpo. Sin respetar ningún rincón, sin permitirla ninguna intimidad. No me extraña, todo su cuerpo es tuyo.

Le besas la boca, le pellizcas el culo, te agachas y le chupas los pezones... le lames las tetas. Me fascina ver cómo lo haces. Cambias de teta a teta, una en tu boca la otra en tu mano... pero ninguna está tranquila.

Joder como te estás poniendo las botas de tanto tocar a mi mujer

La tumbas, voy a ver como por fin tu polla la revienta. Pero no, tú sigues a tu ritmo, de nuevo me he adelantado. Veo atónito cómo la masturbas otra vez en el sofá, bien abierta de piernas. Tus dedos acarician el clítoris, se meten en el coño, hurgan el ojete... Le metes los dedos por el coño. Bueno los dedos, no la metes toda la mano de casualidad. Ya la tienes dura otra vez, y eso que solamente habrán pasado unos 20 minutos....

  • Mira zorra como me estás poniendo el rabo -le dices. A ella no la gustan ni las palabras obscenas ni las soeces, pero tu insistes en llamarla puta, zorra guarra... Bueno tampoco le gustaba tragarse el semen y mira...

  • Cógeme el rabo so guarra... -Al final acaba obedeciendo... "Sí", le escucho decir. Te agarra la polla y también te la acaricia... de arriba abajo... suavemente...

  • No..., si al final hasta me pedirás que te folle, ¿verdad que sí, so puta?... ¿A que quieres que te folle? ¿A que quieres que te la meta?...

  • Sí... -dice susurrando...

  • Más alto zorra, que te oiga bien tu marido...

Tu mano se mueve frenética acariciando su coño. De nuevo su cadera se mueve incontrolada. La tienes a punto cabrón.

¡¡¡Pídelo puta!!! -le gritas... Una mirada angustiada, como pidiéndome disculpas... Y lo acaba pidiendo... Increíble... Lo acaba pidiendo... " Fóllame, por favor fóllame... "

Y claro tú eres un caballero, claro... pero quieres más... no te conformas. Quieres humillarla más...

  • ¿Sabes, tía guarra, lo que me ha dicho ese cabrón? -le preguntas deteniendo tu mano-. Me ha dicho que tienes el culito sin estrenar... ¿es cierto eso, so puta? Un movimiento de tu mano y consigues su confesión. ¿Sí?... Y no me digas más... quieres que te lo reviente ¿verdad? -y otra vez la llamas puta. No paras de hacerlo-. Constantemente. ¿Lo quieres?

  • Sí...

  • ¿Sí qué?

  • Hazme lo que quieras...

Y otra vez a llamarla puta, y otra vez a preguntárselo, y otra vez a hacerla que responda una y otra vez lo mismo...

  • Fóllamele, dame por el culo...

Las lágrimas asoman, resbalan por sus mejillas... está como loca, dominada completamente, sometida a ti, sometida a su propio placer.

Te tumbas encima. Veo la maniobra... Se la incrustarás brusco, seguro que de una sola vez. Acerté. Su grito me lo dice todo. La has empalado. Estocada hasta las bolas.

Te veo de espaldas. Veo subir y bajar incesantemente tu culo.

Escucho cómo gime esa guarra, la escucho jadear, veo como tiembla su cuerpo... Te veo empujar y taladrarla sin piedad... Sus gemidos que ya casi parecen gritos... Los tuyos...

  • Zorra... mueve las caderas - ea ordenas despectivo- Así me gusta, so puta, córrete... ¡¡córrete so zorra!! -le gritas una y otra vez.

Y ella te obedece... su orgasmo es increíble. Por los gritos que da, debe estar gozando como nunca... tú le aprietas sádico las tetas mientras vuelves a llamarla puta y la empujas dominante. Ella vuelve a gritar de placer...

Grita zorra... grita puta... No paras de insultarla, no paras de hablar con ella, de decirla obscenidades... Yo nunca he hecho nada similar. Al asunto y punto. Pero parece que le gusta que le digan cosas...

Y tú se las dices. Le dices barbaridades, auténticas humillaciones. Le prometes orgías desenfrenadas, le cuentas con todo detalle cómo te la follarás hasta la extenuación. Por adelante, por detrás... Le dices que te la tendrá que chupar como una zorra... Naturalmente se lo va a tragar todo. Y parece que le gusta no sólo que se lo digas, sino también lo que la prometes. Si tengo que juzgar por sus gritos, por sus espasmos... no le gusta, le encanta.

¡Te le voy a llenar de leche! ¡Te voy a preñar, puta! -te escucho decir.... Te clava sus uñas en tus nalgas. Está fuera de sí. Te tensas... Te estás corriendo, os estáis corriendo... Los dos juntos.

Ella está disfrutando, está gritando... está alcanzando un clímax que jamás pensé que podría tener, que nunca tendría conmigo...

¿Y tú? Tú te estás vaciando en su coño, me la estás regando por dentro. Sé que lo estás haciendo… y eso no estaba pactado.

perverseangel@hotmail.com & undia_esundia@hotmail.com