Eso (15)

Cada vez que Raúl se enfada sube el pan. Una historia que podría ser real, personajes que podrían ser cualquiera de nosotros. ¿Que pensaste que era imposible hacer y finalmente hiciste?

Eso

Capítulo LIX

Los ojos verdes de Claudia le devolvían ya la mirada, incluso un pequeño guiño travieso que pareció ser una invitación, un "bienvenido a casa".

Raúl acarició sus muslos y subió, notando la evidente, evidentísima, humedad que ahí existía.

En situación normal su mente hubiera tardado algunos instantes en encontrar la postura óptima para penetrarla, pero en su estado... La mente no era lo que mandaba en ese momento. Aún así, colocó una de las piernas de la mujer sobre su hombro, moviendo las desvencijadas sábanas, echas un ovillo al paso de dos amantes pasionales.

Acarició el vientre de la mujer.

Tan solo tuvo que colocar ligeramente su miembro en la entrada de la Cueva del Tesoro, que, excepcionalmente, no guardaba un tesoro, sino dos. El calor que emanaba era excitante...

-Mmmm... –Jadeó Claudia ligeramente, sintiendo el glande del chico acariciándola ligeramente.-

Entró poco a poco, divertido, reconfortándose por cada mínimo roce que su glande, su miembro, obtenía de la magnifica gruta de la mujer.

-Que caliente está... –Las palabras salieron de su boca, pero en realidad un pensamiento inconsciente.-

-Ah... Es... Normal...

Poco a poco... Sin prisa pero sin pausa...

Cuando su miembro hubo penetrado por completo a la mujer, suspiró. Que magnifica sensación... No sabía si era causa del embarazo, de ser una mujer preciosa, o de ser simplemente una mujer, pero le estaba llevando a las nubes, aún sin hacer casi nada...

Dio ligeramente marcha atrás para penetrarla de nuevo. Y otra vez. Y otra, y otra, y otra... Ningún problema, todo iba bien. Acarició de nuevo el vientre de la mujer, ella acomodó la postura hasta quedar lo más cómoda posible.

El peculiar "pop" que sonaba en cada arremetida era el único ruido, salvo el de sus respiraciones, profundas, concentradas...

Para Raúl estaba siendo una experiencia única, dominaba su instinto, ese que siempre le decía que fuera como un loco hasta lograr el placer, y el morbo, de nuevo el morbo, era lo que le llevaba al séptimo cielo.

-Ahhh...

Claudia se mordió nuevamente el labio inferior. Era la primera vez que la penetraban desde que había quedado embarazada, excluyendo los inquietantes juguetes del dúo infernal, pero no había punto de comparación. Con Raúl todo era más bonito, más luminoso, más espléndido... Con él compartía mucho, a fin de cuentas, el resultado de su unión estaba siendo testigo, velado, de ese acto de amor.

-Mmmmm...

Con la mano que tenía libre acariciaba una de las piernas de la mujer, suavemente, para apretarla en el momento de la penetración, para volver a deslizar sus dedos como si de retales de seda se trataran...

La postura y el ritmo le permitían observar a la mujer, como su cuerpo se contraía ligeramente en los momentos de mayor fricción, como su carita, ese rostro de ángel, se curvaba en muecas de placer. Ella lo estaba disfrutando, y para él era sumamente importante, más en ese estado.

-"Las parejas que crean que cuando hay un embarazo de por medio el sexo se acabó..." –Pensó de pronto.- "Están sumamente equivocadas... ¡Es el mejor momento!"

Aceleró un poco el ritmo, notando como su orgasmo se acercaba.

-Ra... Raúl... –Gimió la alemana, en un tono de voz quedo.- Raúl...

-¿Hum? –Fue el único sonido que emitió a modo de respuesta.-

-Podrías... Po...

Un sonoro "Ahhh", muy parecido al fingido gemido de una actriz porno, la hizo adoptar una mueca de vergüenza durante unos momentos, pero finalmente volvió a lo que quería.

-Podrías... E... Eya... Eyacu... –Otro suspirito acentuado, al parecer su sensibilidad había aumentado en esos meses.- ¿Podrías terminar fuera?

-Claro. –Murmuró él, aunque fastidiado en el fondo, a fin de cuentas, ahora si que no había ningún peligro en que se corriera dentro, una sensación única y sumamente placentera.-

-Me... Me refiero...

Él también se sorprendió nuevamente, no esperaba que estar en estado de buena esperanza acentuara tanto la sensibilidad de los puntos erógenos, aunque, pensándolo crudamente, llegó a la idea de que "Si en el parto se sufre tanto, en el camino que al menos disfruten".

-"La naturaleza es sabia." –Rió internamente.-

-A que termines... Fuera... En... –Pareció dudar, pero finalmente siguió.- En la entrada...

-¿En la entrada? –No paró de moverse porque sus caderas no se lo habrían permitido, pero se sorprendió bastante.-

-En... Los labios... En...

-Entiendo, entiendo. –Se le escapó una sonrisa.- Que cosas...

Palabras aparte, centrándose en lo suyo, notó los dolores en la base del pene que denotaban la proximidad del final. Se pasó la lengua por los labios, concentrándose. Lo que la chica le pedía era raro, pero... ¿Sería un antojo? A él tampoco le molestaba, incluso le parecía interesante.

-Fuu... –Ese fue el extraño sonido que emitió Raúl al sentir su cenit.-

Siguiendo las indicaciones de la alemana, movió su cuerpo lo suficiente como para que su miembro saliera a tiempo de expulsar una decente lluvia de esperma, aunque, y esto lo hizo en el delirio del orgasmo, volvió a penetrarla tres segundos después, buscando perpetuar más el placer.

-Sí... –Murmuró, ladeando la cabeza de placer, con una sonrisita de simple.- Que bien...

-Mmmm... –Claudia exhibía una sonrisa de satisfacción inmensa.-

-Eso mismo digo yo... –Rió él, ampliando la suya.-

-Podrías... ¿Podrías extenderlo?

-¿Extenderlo?

-Como si fuera una crema... Extenderlo...

Entendió que se refería a su semen, parpadeó un par de veces antes de salir de la mujer y colocarse de forma en que le resultara cómodo el llevar una de sus manos a la entrepierna de la mujer con la cual extender el atípico ungüento.

Era curioso. Raúl sintió una ligera sensación de pudor al tocar de forma directa su propio semen. ¿Cómo es posible que a los chicos les llegue a desagradar su propia esencia? Anecdótico es, sobretodo, porque no sienten el mismo pudor al desear llenar a sus amantes de la misma sustancia.

Con esos pensamientos y la nubecilla de placer de su clímax aún en el cuerpo, siguió untando los restos, que aumentaban al juntarse con la extraordinaria humedad de la mujer. Pronto el ejercicio se convirtió en un masaje, los labios vaginales de la mujer, así como la entrada de su vagina, quedaron bien cubiertos, y esta, mientras tanto, disfrutaba de las caricias extra dejando escapar algún que otro gemidito de vez en cuando, muy satisfecha.

-Es verdad lo que decían... –Murmuró la alemana.-

-¿Qué decían? ¿Quiénes? –Preguntó él.-

-Me dijeron que... –Rió.- Que era muy placentero que tu pareja se corriera justo ahí...

-¿Placentero?

-Es como si desapareciera el picor... –Se mordió ligeramente el dedo índice, parecía estar en la gloria.-

-¿El picor?

Claudia estalló en carcajadas, joviales y frescas carcajadas.

-¿Y quién te ha dicho eso?

-Lo leí en un Foro de Internet, uno especial para embarazas, donde cuentan sus experiencias y todo eso...

-¿Y van diciendo por ahí que hacen esto y les gusta? –Preguntó él, desconcertado pero divertido.-

-Sí, efectivamente, y tienen razón. –Volvió a reírse.-

-El mundo de las embarazadas es muy bizarro. –Murmuró él, negando con la cabeza, en un gesto teatral.- Aunque bien visto, me ofrezco como bálsamo para tus males... Siempre que sean así...

Esta vez fueron ambos los que rieron.

Claudia se incorporó ligeramente, colocándose bien en la cama, ladeándose, cara a Raúl. Antes de eso llevó sus manos hacia su entrepierna, e impregno uno de sus dedos en el mix de sabores que ahí se concentraban.

-Está delicioso... –Murmuró cuando hubo llenado su boca de la esencia secreta de su pasión.-

-Normal... –Repuso él, socarrón.- De tal palo, tal astilla...

Volvieron a reír. Raúl se tumbó cerca de la embarazada. Esta le abrazó, y, poco a poco, fue dirigiendo la cabeza del chico hasta sus pechos, expuestos en esa postura. Insistió tanto que él finalmente cedió a su velada sugerencia. La boca del chico atrapó uno de los pezones, cual si ella fuera la madre y él, el bebé en busca de sustento.

Estuvieron en esa posición largo rato, tan solo escuchando sus respiraciones, profundas y relajadas.

-"Qué bien me siento..." –Pensaba Raúl, notándose cercano al sueño en ese estado de relax.- "Me gusta... Ojalá tuvieran leche..."

La rubia le acariciaba la cabeza, acentuando aún más su estado de relajación. Cuando notó que no podría evitar el sueño, dejó de atender el seno de la mujer y habló.

-Claudia... –Susurró.- No te duermas...

-¿Mmmm? –Al parecer ella también estaba medio adormilada.-

-Debemos... Ducharnos...

Ella solo emitió un pequeño sonido de queja, como si le estuviera molestando, pero sin moverse lo más mínimo.

-Y... –Bostezó.- Hay que cambiar las sábanas... O el colchón entero... Que lo has empapado todo con el geiser que tienes ahí abajo...

-¡Es por el embarazo! –Se quejó ella, recuperando la locuacidad e incorporándose.-

-Ya, ya, el embarazo... –Rió él.-

-¡Sí! Yo nunca he sido así, lo sabes... –Le zarandeó, ligeramente avergonzada, mientras las carcajadas del joven no hacían más que aumentar.- ¡No te rías! ¡Raúl! ¡Rauuuul!

Capítulo LX

Pasar los días con Claudia eran todo un lujo. No solo el sexo era maravilloso y excitante, incluida la fijación que tenía la alemana en que Raúl se quedara degustando sus senos durante largos minutos, como si él fuera el sustituto del futuro comensal de ese buffet aún vacío, sino que se divertía y aprendía cosas casi todo el tiempo.

La alemana le enseñó el Foro de Internet donde había hecho amistad con otras mujeres, con algunas incluso hablaba por teléfono, y él, completamente asombrado, reafirmó su idea de que el mundo de las embarazas era de lo más bizarro y explícito. O quizás era él quien seguía viéndolo como algo extraño e inquietante.

Su nuevo coche empezó a ser útil desde el primer día. La alemana había querido retrasar al máximo las típicas compras que su maternidad requería, salvo algunas que ya había realizado con su madre, días atrás.

Para Raúl fue toda una experiencia el tener que frecuentar tiendas especializadas en artículos para bebés, ropa para embarazadas y demás lugares variopintos.

Más inquietante era el hecho de que ese territorio parecía estar vedado a los hombres, siendo un "Reino de Mujeres", donde, salvo algún marido incauto, el resto era un enjambre de mujeres, sorprendentemente habladoras y con propensión a formar corrillos en mitad de la tienda para hablar entre ellas, cosa que causaba la desesperación no solo de Raúl, totalmente fuera de su hábitat, sino también la de los dependientes, comprensivos, pero agotados de estar todo el día con el mismo tema.

-¿Y esto como me queda? –Preguntaba la alemana por trigésimo séptima vez.-

-Bien. –Murmuró mecánicamente.-

-¡Pero si no me has mirado! –Le reprendió ella.-

-Es que soy razonable. –Suspiró, exasperado.- Con ese cuerpazo que tienes, ¿Alguna prenda te puede quedar mal?

-Tonto... –Se rió la rubia, no obstante, acentuó su sonrisa.-

Raúl pensó seriamente en ese momento el escribir un libro, la verdad es que tenía sus momentos lúcidos y acertados.

-"No." –Dictaminó finalmente.- "Mi saber personal es mío, los demás que aprendan como yo he tenido, y tendré, que hacer."

-¿Y esto? ¿Qué tal?

Sonrió como un bobalicón al ver a la alemana con la típica camiseta de embaraza, amplía, suave y con la característica de marcar totalmente la redondez de su vientre y sus pechos. ¡Qué imagen más hermosa!

-Ñam. –Fue lo único que exclamó, ganándose otra reprimenda de la mujer.-

En esas estaba, esperando y juzgando, o más bien, alabando, cuando llegó a su mente otra imagen del pasado.

Probadores... Ropa...

Estela.

¿Qué estaría haciendo? ¿Habría vuelto con su novio? ¿Tendría uno nuevo? ¿Estaría enfadado con él? Con estas y otras preguntas en su cabeza, pensó en que sería bueno volver a verla un día de esos.

-¿Crees que deberíamos comprar el cochecito, o es demasiado pronto? –Le interrumpió la preciosa Claudia.-

-Pues tendrá que ser en otro viaje, el maletero ya está lleno. –Masculló él, más como queja oculta que como indicación.-

-No pasa nada, te lo envían a casa.

-Genial... –Ironizó.-

-Pero sí, mejor vamos otro día... Además, le prometí a tu hermana y a Cristina que saldría con ellas también.

-Que peligro...

-¡Qué va! –Estaba ordenando la ropa que se había probado y había pasado la criba, un montón sorprendentemente grande.- Son más responsables de lo que crees...

-Igual que un mono con una bomba nuclear...

Mientras la rubia seguía ordenando la ropa, Raúl fue consciente de algo que no había advertido antes. Tres cabinas más lejos, había una mujer usando uno de los probadores. Se sorprendió por dos cosas, primero, porque había asociado la falta de remilgos de Claudia a la hora de mantener la cortina abierta en todo momento a que estaban solos, y segundo, que la pelirroja, igualmente, tenía la cortina de su cabina abierta.

Raúl se enfadó, sí, se enfadó.

-"¡Menuda falta de pudor!" –Refunfuñó mentalmente.- "Me ha tenido que ver al entrar, seguro, y ahí está, sin taparse..."

La pelirroja, que exhibía un embarazo aparentemente más avanzado que el de Claudia, seguía lo suyo.

-"Venga ya..." –Y seguía.- "Es que... Entra cualquiera y ¡Toma! ¡A verla semidesnuda!"

Y ella, en lo suyo, se desabrochó el sujetador que llevaba para probarse uno blanco, al parecer de algodón y muy cómodo.

-"Lo que yo decía... Ningún pudor..." –Tragó saliva y siguió hablando consigo mismo.- "Enseñando sus pechos por ahí, sin más... Que no digo que no sea natural... Pero... Anda mira, si tiene pequitas en el canalillo... Que sexy... Ese bebé se va a poner morado... Uff..."

-¡Raúl! –La voz solicita de Claudia le devolvió a la realidad.-

-¿Sí? –Su mueca y su tono fueron tan claramente sospechosos que la rubia, sin más, bufó.-

-Nada, que ya podemos ir a la caja. Pídele a una de las dependientas que se acerque.

-Voy.

Al levantarse giró la cabeza ligeramente, justo para entrever como la mujer pelirroja estiraba ligeramente el elástico de sus braguitas, mientras intentaba colocarse un pantaloncito que parecía de deporte. Ese ligero movimiento dejó a la vista durante un instante el pubis de la mujer.

-"Waa... Y lo lleva justo como a mí me gusta..." –Se relamió, odiándose en el fondo... Muy en el fondo.-

Entre otras de las prestaciones que le dio a su nuevo coche, aparte de las de chofer, estaba la de repartidor. Su hermana le había dicho nada más llegar que la alemana no parecía tener ninguno de los típicos "antojos" de las embarazadas. Se equivocaba, lo que pasa es que los había estado guardando todos para cuando él llegara.

Claudia empezó a tener una fijación sobrenatural con los dulces, en concreto, los pasteles típicos de su tierra. Nada fuera de lo normal, de no ser porque en ninguno de los establecimientos cercanos vendían productos alemanes, al menos con una mínima calidad. Gracias a Internet, encontró una panadería alemana donde encontrar lo que buscaba, 20 Km de ida y 20 de vuelta.

-No, si no me importa. –Decía él, cuando le mandó por enésima vez.- Así le hago el rodaje al coche...

-¡Gracias! ¡Y que el Partybrot esté tierno, que me gusta esponjoso!

Lo que más le desesperaba era que, de todas esas apetencias extrañas, la mujer apenas daba un "bocadito", acumulándose después en la cocina hasta que el dúo infernal llegaba y arramblaba con todo.

Raúl llegó a pensar que en realidad no tenía esos antojos, y solo era un laborioso mecanismo de la mujer para poner a prueba su implicación en el embarazo. O directamente para tocarle las narices. Se decantó por lo primero, Raúl es un buen chico.

Una mañana, al despertar, sorprendió a la mujer en otro cuarto, el que iba a ser el del bebé, sentada en una silla y cantando una dulce melodía en alemán. Sin hacer ruido, se quedó en el marco de la puerta, escuchando la preciosa canción hasta el final. Mientras cantaba, Claudia se acariciaba tiernamente el vientre, saludando a lo que contenía. Fue una imagen simplemente embriagadora, de película.

-¡Bravo! –Aplaudió cuando la mujer terminó, sorprendiéndola.- ¡Otra!

-¡Raúl! –Se cohibió ligeramente.- ¿Te he despertado? Perdona...

-No, no, para nada, además, ha sido genial, no sabías que cantabas tan bien. –Se acercó a ella y la besó.-

-Dicen que es bueno, que ayuda a la comunicación entre el niño y la madre. –Explicó ella.- A estrechar aún más el vínculo.

-Oh... –Asintió.- Suena muy bien.

-Tú también puede probar... –Le invitó ella.-

-¿Cantar? ¿Yo? –Se alejó unos pasos de la mujer.- No, no... Yo y la música no nos llevamos bien... Siempre que alguien dice de quedar para ir al Karaoke me pongo misteriosamente enfermo... Ni hablar, yo no canto... Pero si quieres le mando un correo electrónico al niño.

Se arrodilló ante Claudia y situó las yemas de sus dedos en el vientre de la mujer.

-"Querido bebé: Soy Raúl, tu padre." –Mientras lo narraba, tecleaba de verdad, de la misma forma que lo hubiera hecho frente a un teclado.- "Aunque no sé si eso de padre esté bien, no creo estar a la altura."

-Venga ya... –Rió ella.-

-"Tu madre es una mujer maravillosa, y muy guapa, aunque un poco caprichosa, me ha hecho comprar ropa azul y ropa rosa, por si fueras niño o niña, cosa que no quiere saber."

Ella negó con la cabeza, divertida.

-"Espero que esto no te cause problemas de identidad de género, tu madre se entristecerá si no la haces abuela en un futuro próximo."

-¡Oye! ¡Qué le dices al bebé!

-Es la verdad, reconócelo, te mueres por ser abuela y aún no eres madre. –Siguió a lo suyo.- "Por aquí fuera todo está bien, las tías Laura y Cristina quieren aprovecharse de tu madre, pero yo la protejo. Aunque el otro día me cogió in fraganti mirando como otra futura mamá se desnudaba en un probador. Sí, lo siento, tienes un padre así..."

-Raúl... –La mujer se reía ya a carcajada limpia.-

-"Y bueno, no mucho más que contar... Espero que estés cómodo y calentito ahí dentro, y que no te moleste cuando tu madre y yo... Ejem... Jugamos a los médicos." –Sonrió.- "¡Nos vemos!"

-Qué cosas tienes...

-Oye, ¿Dónde hay que mandarlo? ¿Yahoo o a Hotmail? ¿Dónde tendrá cuenta el bebé? –Puso cara de estar pensándoselo.- Ah, ya me acuerdo, la dirección era bebéencamino@teesperamos.com, y el Intro estaba en...

-Nooo, me haces cosquillas... –La mujer se incorporó cuando el chico empezó a buscar por su cuerpo, acariciándola por doquier.- Quita, quita...

Ya en el salón, más relajados, Raúl rompió el silencio cuando una lujuriosa idea abandonó lo profundo de su mente.

-¿Tienes cámara de fotos?

-Eh... Sí, ¿Por qué?

-¡Haremos un álbum! –Se incorporó.- Ya sabes, un "Antes" y "Después" del bebé. Para comparar, tener el recuerdo...

-No suena mal... –Ella asintió convincentemente.- Hagámoslo.

-Vaya, te lo has creído a la primera, y yo que buscaba una excusa para hacerte un montón de fotos desnuda... –Realizó el ademán teatral de retirarse el inexistente sudor de la frente.- Venga, preciosa, hay mucha belleza que retratar...

-¡Pero me da vergüenza! –Se quejó infantilmente.-

-¡Pero si es lo más natural del mundo! –Raúl volvió a sentarse al lado de la mujer.- El cuerpo de una mujer, una preciosa mujer, cuando está esperando un niño... No solo por el lado sensual del asunto, sino como propio álbum familiar. Imagínate dentro de veinte años viendo las fotos... "Vaya, pues si que estaba bien en ese entonces, aunque ahora tampoco he perdido mi encanto."

-Eres un fantasma... –Empezó a reírse, sin embargo, buscó en uno de los muebles hasta dar con la cámara.- Un fantasma pervertido.

Raúl la encendió, era un modelo nuevo, una cámara digital bastante decente. Le hizo la primera foto a traición, para probar el flash.

-Venga, venga, esto es un paso de gigante, es mejor que las Polaroid, aunque se pierde algo de la gracia de las mismas... –Explicó.- Y veo que la cámara te quiere...

Foto tras foto, ¿Docenas? ¿Cientos?, fueron recorriendo la casa, los recovecos de la misma. Cuando el inmueble fue repasado por la misma, Raúl, que había realizado casi todas las instantáneas y tan solo aparecía en unas pocas, sonrió.

-Desnúdate. –Solicitó con voz profesional.- Si puedes hacerlo lentamente y con música, mejor...

-Sí, claro, para bailes estoy yo... –Seguía mostrándose cortada, pero finalmente cedió y se desnudó.-

A veces con flash, otras sin él. Realmente la lente adoraba el cuerpo de la alemana, foto tras foto, era una delicia, y pronto ella empezó también a divertirse y a fingir poses que tan solo conseguían arrancarles a los dos una carcajada. Diversión aparte, Raúl, observando, se daba cuenta de que, realmente, el cuerpo de una mujer embarazada era tan armonioso que en hermosura no le ganaba nadie.

Tras realizar una foto de un primer plano de Claudia, donde sus ojos verdes quedaron tan bien definidos que incluso le causaron un escalofrío, la mujer le quitó la cámara y le obligó a tenderse a su lado.

-Vamos, vamos, descanso de quince minutos... –Reclamó ella, que, como siempre, tiró de él hasta colocar su cabeza entre sus senos.- Tu también deberías salir en alguna...

-El cuerpo masculino pierde mucho sin ropa... –Ironizó él.-

-Excusas... –De nuevo un ligero empujoncito y el joven ya estaba con uno de sus grandes y sensibles pezones en la boca.- Esta no podía faltar.

Hizo varias fotos de la escena, extendiendo lo más posible su brazo. Raúl, por su parte, pagó el cansancio acumulado de tanto viajecito y paseo ese día y, tal y como estaba, se quedó prácticamente dormido.

-Y con este, ya son dos bebés... –Murmuró dulcemente la alemana, acariciando, como siempre, la cabeza del chico.-

Capítulo LXI

p align="justify">Uno de esos días las chicas reclamaron estar solas al salir, cosa que él agradeció ligeramente, ya que necesitaba un respiro, estar con los amigos y esas cosas. Por la mañana volvió a su casa, a la que, por motivos conocidos, llevaba bastante tiempo sin ir.

-"¿Quién ha soltado al rinoceronte?"

Murmuró nada más abrir la puerta. El desorden y el caos era tal que se le vino el alma a los pies.

-"Recogeré un par de tratos, así por encima." –Pensó, incapaz de aguantar el desorden.- "Solo lo más importante, nada más."

Al final acabó recogiendo, fregando los platos, poniendo una lavadora, fregando el suelo y ordenando el caos que representaba la ropa de su hermana tirada sobre la cama. Todo esto mientras se recriminaba mentalmente el tener que ser la sirvienta, una vez más.

-"Es la costumbre." –Se decía, frustrado.-

Sintiéndose agotado y pegajoso, decidió darse una ducha, y, nada más vestirse tras esta, sonó el portero automático.

-"Que raro..." –Pensó-

Por pura pereza no abrió, pero, un par de minutos después, fue la puerta de la casa la que sonó. Esta vez no pudo hacerse el loco y abrió.

-Buenas.

-Ho... Hola... –Titubeó al ver una chica al otro lado de la puerta.-

-¿Laura no está? –La chica miró tras Raúl, como si de repente fuera a salir su hermana de algún sitio.-

-No...

-¿Eres su hermano? –La chica, morena.-

-Sí...

-Pues encantada, yo soy Alicia, su asistente personal.

-¿Asistente personal?

-Secretaria, pero dicho así queda más moderno, ¿Verdad? –La chica tenía un desparpajo más que evidente, el piercing que tenía en su lengua relucía al hablar ella.-

-Yo soy Raúl. –Correspondió a los dos besos protocolarios.-

-Sé que se ha tomado el día libre, pero es urgente que firme estos documentos, porque hay que llevarlos al notario y tal... Un rollo, vamos, y me han cogido a mí como mensajera...

-Se lo diré cuando vuelva, no te preocupes. –Cogió la carpeta y la dejó en el mueble que tenían cerca de la entrada.-

-Oye... –La morena entrecerró los ojos, examinándole.- ¿Yo te conozco de algo?

-Eh... –Raúl, que la había reconocido desde el primer momento, ya fuera porque tenía mejor memoria o menos personas que recordar, amplió su sonrisa.- Cuando nos vimos trabajabas de camarera.

-Mmmm... –Ella adoptó una posición pensativa.- Pues no caigo... A veces hago trabajillos extras para sacarme un plus, no es que mi sueldo como asistente personal sea muy exagerado...

-Fue en Nochevieja. –Le dio otra pista.-

-Mmmmm... –Negó con la cabeza.- Lo siento, no me viene a la cabeza... Pero de que te conozco estoy seguro, no sé, me suena tu cara.

Raúl se sintió profundamente descolocado, ¿Tan mal había estado para que la chica le borrara de su mente?, le dolió, como si fuera una afrenta a su vanidad.

-¡Espera! –Se sobresaltó.- ¿Tu no eres el que iba por ahí con una botella de cava?

-Eh... Sí, algo así. –Empezó a tener un tic nervioso.- Y luego, bueno... Se puede decir que intimamos...

-Vaya... –Retomó su postura de no saber.- De eso no me acuerdo, lo lamento... Ya sabes... El alcohol, las pastillitas que te ponen... Se te va un poco la cabeza y...

No sabía si alegrarse de que se acordara que era el loco que iba por ahí con la botella o desesperarse porque no consiguiera recordar que se lo habían montado en el almacén del Pabellón Deportivo.

-Bueno, como sea... ¿Entonces nosotros hemos...?

Raúl sacó su móvil y buscó en la agenda el número de la mujer, que debía estar, porque, pese a que no lo había utilizado nunca, tampoco lo había borrado. Cuando se lo mostró a la mujer esta asintió, sorprendida.

-Si te di mi número debió estar bien... No voy dándolo por ahí como si cualquier cosa...

-Soy afortunado de tenerlo... –Y ahí lanzó toda el sarcasmo que pudo.-

-Bueno... Que palo... Acostarse con el hermano de tu jefa y no acordarse... –En su rostro, picante y fresco, apareció la sombra de la duda.- ¿Qué vas a pensar de mí?

-No te preocupes...

-¡Ya sé! Te haré una pregunta, y dependiendo de cómo contestes, habrá premio.

-Eh...

-¿En cual llevo el piercing? –Se señaló al escote, no muy generoso en horario de oficina.-

-Derecha. –No tardó ni un segundo en decirlo, lo recordaba claramente.-

Alicia parpadeó un par de veces.

-Vaya... –Se rió.- Si que debió ser importante ese polvo en tu vida para que te acuerdes tan bien...

Raúl se sintió un tanto más patético que antes, esa Alicia conseguía ponerle nervioso. Al ver su cara, la chica rió aún más.

-Que no, idiota, que claro que me acordaba de ti, te estaba tomando el pelo. –Le golpeó ligeramente el pecho.- Aunque no sabía que eras el hermano de la jefa, y mejor que no se entere de lo nuestro, que no voy buscando dar un braguetazo ni nada por el estilo...

Sin que tuviera tiempo a reaccionar, Alicia le plantó un soberano beso con lengua, piercing incluido.

-Dile que firme los documentos cuanto antes. –Presionó el botón del ascensor.- Y a ver si me llamas un día de estos, quizás podamos pasárnoslo bien... ¿Te confieso una cosa?

-¿Hum? –Raúl, atónito.-

-Me pone cantidad el pensar en hacerlo en la cama de mi adorada jefa. –Plin, las puertas del ascensor se cerraron, llevándose la imagen de Alicia.-

Tardó varios instantes en cerrar la puerta de la casa, se quedó mirando a la nada, absorto.

-"¿Soy yo, o todos están locos?" –Finalmente cerró.- "Cada uno va a lo suyo..."

Cuando estuvo recuperado del susto y llamó al móvil de Cristina, Laura tenía el suyo apagado, es una mujer previsora, para avisar de donde dejaba los documentos, se marchó. Deseoso de respirar aire limpio y ver a sus amigos.

A la primera que encontró fue a Marta, el pelo le había crecido ligeramente desde su radical corte de pelo anterior, seguía igual de encantadora que siempre. Se separaron, ella tenía que comprar varias cosas antes de ser libre.

-Es necesario tener a mi madre contenta, que es la que suministra el dinero... –Avisó, sabiamente.- Nos vemos luego y te cuento cosas.

-¿Cosas?

-Sí, cosas. –Le sacó la lengua.- ¡Adiós!

Mientras sacaba el móvil para llamar a Felipe y los otros para ver donde se habían metido, una melena castaña se interpuso en su camino.

-Hombre, tú por aquí. –Palmadita fraternal en el hombro incluida.- ¿Qué tal estás?

Tener a Estela delante siempre le producía, al menos en los últimos tiempos, una desazón general. No por su presencia, sino por el miedo a meter la pata. Era, probablemente, la única mujer de su mundo a la que quería impresionar.

-Pues ya ves, aquí, buscando a la gente para ver que tal van las cosas...

-Acabo de cruzarme con Adrián, estaba comprándose una revista en el quiosco de siempre, al parecer le ha dado por montar maquetas.

-Oh, bien, ahora iré... –Carraspeó.- ¿Y tú? ¿Qué tal?

-Bueno... –Retrocedió hasta sentarse en el escalón que formaba el escaparate de una panadería.- Pues trabajando y poco más...

-¿Te va bien?

-Me va... –Su mirada se tornó melancólica durante unos instantes.- Me va.

-Me va, me va, me va... –Siguió él la canción, entre risas.-

-¿Ahora imitas a Julio Iglesias? –Consiguió que las comisuras de sus labios se extendieran ligeramente.- Creía que de los Iglesias solo te gustaba Enrique...

-Chsss... Eso es un secreto, si alguien más lo supiera arruinaría mi reputación. –Bromeó él.-

-¿Tu reputación? –Esta vez fue ella la que soltó dos grandes carcajadas.-

Las alarmas de Raúl saltaron, pero él estaba tan absorto mirando la obertura que dejaba la blusa de la mujer que no las escuchó.

-¿Y por qué te ríes? –La pregunta fue más bien para seguir el juego que una formalidad, pero cuando los ojos marrones de la mujer se clavaron en él, tembló.-

-No me río por nada. –Espetó ella secamente.- Simplemente que me hace gracia que hables de tu reputación...

-... –Parpadeó un par de veces, ni todos los escotes del mundo podrían haber evitado que escuchara las alarmas en ese momento.- ¿A qué te refieres?

-Pues chico... –Había algo diferente en la forma de hablar de Estela.- A fin de cuentas, las traes a todas locas tras de ti...

-¡Qué va! –Disimuló una sonrisa, para quitar tensión a la conversación.- ¡Más quisiera!

-Ana... Marta... Nadia... La fulana inglesa... –El ácido escapaba de su boca y se vertía por la acera, los coches, los edificios y el propio Raúl, que pensaba que de un momento a otro se derretiría.- ¿Se me olvida alguna?

-No sé a qué...

-¿Sabes una cosa? –Siguió ella.- La oficina en la que trabajo está al lado del Centro Comercial. El otro día salí a tomar el aire un minuto y...

Raúl ya se lo temía.

-¡Cuál es mi sorpresa! ¡Te vi! Al principio me alegré mucho, iba a saludarte y todo, y de pronto... –La chica acentuó su sonrisa ácida.- Me costó, pero al final caí en quién era, claro que, con tanto cambio corporal... Ya sabes, es lo que tiene estar embarazada...

-...

-No hubiera mal pensado, pero claro... Después de cargar el maletero... Por cierto, bonito coche, ¿Es tuyo? –Soltó dos profundas carcajadas.- Esos besos no se los das a tus amigas, ¿Verdad?

-No es...

-¿Qué estás haciendo? ¿Formando un harem? –Volvió a reírse, fría y duramente.- Una cosa es divertirse, y otra...

-Estela. –Por fin recuperó la voz, ausente durante todo el alegado de la mujer.- No es todo como crees, puedo explicártelo, pero no aquí, no es una conversación que tener en mitad de la calle...

-Ya, ya... –La chica se levantó.- Tranquilo, si no me tienes que dar explicaciones...

-Estela, tan solo déjame...

-Por cierto, espero que no estés haciendo el ridículo, que una persona mayor se fije en ti está bien, pero, chico, tanto como para que la fulana esa vaya colocarte un hijo bastardo...

Antes de que el "No lo hagas" saliera de algún recóndito lugar de su mente para calmarle, sus manos, furiosas como zarpas, habían agarrado a la mujer de los hombros, empujándola sin piedad hasta el escaparate de la tienda. Se produjo un ligero estruendo, lo raro fue que la cristalera no se rompiera.

-Si vuelves... –Su voz era un susurro duro y escalofriante.- A insultar a Claudia, al niño... O a cualquiera de las personas que son importantes para mí...

El golpe en el escaparate hizo que la dueña de la panadería saliera a ver qué ocurría.

-Pero qué... –Fue lo único que salió de su boca, al ver a los dos jóvenes enzarzados en una disputa.-

-¡A tomar por culo, señora! –Con total determinación, Raúl la mandó a volver por donde había vuelto, cosa que ella, espantada ante el rugido, cumplió, con el pensamiento de llamar a la policía.-

Estela tan solo observaba la escena, le dolía ligeramente la cabeza a causa del golpe, aunque tampoco había sido para tanto. Por lo demás, las manos del chico la apretaban tanto que dudó que le estuviera llegando sangre a los brazos. Nunca antes le había visto tan fuera de sí, la verdad es que nunca le había visto siquiera minimamente enfadado...

-¡Escuchas bien! –La zarandeó de nuevo, reclamando su atención.- No te atrevas a insultarles, porque no respondo.

-...

-Y para que lo sepas... –Bajó aún más la voz y acercó su rostro al de la joven, cosa que hizo que se aterrara más.- El "bastardo" que está esperando esa "fulana"...

Apretó tanto que Estela no pudo evitar soltar un gemido de dolor, al tiempo que sus hijos se llenaban definitivamente de lágrimas.

-Es hijo mío.

La soltó, la castaña se deslizó hasta quedar de nuevo sentada en el saliente que formaba el escaparate, su posición inicial.

-¡Felicidades! –Raúl aplaudió frente a la cara de esta.- Has vuelto a ser la misma zorra insoportable del instituto...

El chico negó con la cabeza.

-No sabes cuanto lo lamento... –Y no tuvo que especificar que eso no era una disculpa por sus actos, tanto él como la chica lo entendieron perfectamente.- Adiós.

Y así, con paso normal, se alejó de la escena. Un par de transeúntes se habían parado a observar, afortunadamente ningún conocido de Raúl. Con cada paso que daba, sentía como su ritmo cardiaco iba a mil por hora, como las sienes le latían hasta causarle dolor...

Lo sabía, en algún rinconcito de su cabeza estaba seguro de que Estela en realidad no había querido ni hacerle daño, ni insultarle, que simplemente había vuelto al mismo carácter defensivo y agrio del instituto, el mismo que tuvo hasta que ambos se toparon, hacía ya tiempo, y que eso, sin duda, era un signo evidente de que la chica también lo estaba pasando mal, pero, ¿Es que acaso él tenía montada una asociación caritativa?

Volvió sobre sus pasos y retornó a la casa de su hermana. Al entrar en su cuarto, medio vacío, no pudo más que sentarse en su cama, taparse la cara con las manos y sollozar.

-"¿Qué es lo que acabo de hacer?"

Continuará.

PD. ¡Vaya como está la cosa! Esta actualización tan rápida ha sido gentileza del puente de la Constitución que se celebra en España (Vaya, la Constitución sirve para algo más que para que ZP la pise, ¡Bien!) Politiqueos aparte, ¡Un placer!