Eso (12+1)

Limpiando el polvo que otros han dejado... Una historia que podría ser real, personajes que podrían ser cualquiera de nosotros. ¿Que pensaste que era imposible hacer y finalmente hiciste?

Eso

Capítulo LII

-En... ¿En un coche? –Farfulló la chica.- Pues... No.

-Y... ¿Quieres probarlo?

-Pues la verdad, no sé. –Puso un semblante pensativo.- Hacerlo en el coche de mi madre... Es... Chocante.

-Sí, pero ya sabes, Año Nuevo, Vida Nueva...

-¿Dónde cambia el "Vida Nueva" a tener relaciones sexuales en el coche de tu madre?

-Te sorprendería. –Raúl no pudo evitar reírse.-

-¿Y tú? –Preguntó ella, ligeramente cortada.- ¿Lo has hecho en un coche alguna vez?

-No. Sería una experiencia nueva para mí también. –Repuso sinceramente.-

-Mmmm...

-No te preocupes, que si no quieres, podemos ir a cualquier sitio, a mi casa, por ejemplo, hoy estoy solo.

-No, no, solo estaba pensando, en algún lugar donde aparcar, lejos de miradas indiscretas, ya me entiendes. –Se sonrojó ligeramente.-

-Parece que te ha gustado la idea. –Sacó la lengua, burlón.-

-Eh, una debe estar abierta a nuevas experiencias. –Hizo gesto de querer atraparla.- Además, si tu tampoco lo has probado, pues... Es más fácil, no tendrás una opinión formada...

-Bueno, pues lo dicho. –Encendió el motor.- Bájense ahora o callen para siempre.

Encontraron un sitio tranquilo y discreto donde poder "jugar" sin ser vistos. Tan solo había una entrada para el público, no solía pasar nadie, era donde los vendedores ambulantes solían montar sus puestos.

-Bueno... –Murmuró Marta.- Pues aquí estamos...

-¿Vamos a los asientos de atrás? –Dudó.- O quizás estos están bien...

-Si los reclinamos un poco...

Se miraron el uno al otro durante un rato, para luego estallar en carcajadas, viendo su mutua estupidez.

-Bueno, como vaya surgiendo. –Exclamó él.- Además no creo que pueda aguantar más sin morderte.

-¿Ahora también tienes complejo de lobo?

-Claro que sí, Caperucita.

Comenzó el particular espectáculo, boca contra boca, lengua contra lengua, guiños, risas... Raúl acabó prácticamente sobre la plaza del copiloto, en el proceso se clavó varias veces la palanca de cambios, entre risas. Marta reclinó su asiento lo máximo, que tampoco era mucho, al tiempo que Raúl la ayudaba a desprenderse de su vestido.

-Esto es como jugar al tetris... –Rió ella, pese a que sus pechos, ahora al aire, mostraban un par de pezones rosados y apetitosos.-

-Falta la música. –Presionó al azar uno de los botones de las presintonías de la radio, era una emisora de grandes clásicos del Rock, les sorprendió encontrar a Bon Jovi con su "Living on a prayer".- Mira, que marchosa es tu madre, ¿No?

-De alguien tenía que heredarlo... –Rió Marta, sintiendo el ritmo.-

Raúl llevaba ahora la camisa abierta, los pantalones de igual forma, pero sin bajar. Marta, por su parte, llevaba el vestido enroscado en la cintura, desnuda ya en otras partes. Los dedos de Raúl jugaban en los alrededores del sexo de la chica, su boca lamía y besaba su cuello, sus orejas...

Tras muchas vueltas, habían quedado en el asiento del copiloto, inclinado al máximo, Marta estaba sentada sobre Raúl, y este, así, tenía acceso completo al cuerpo de la chica, viendo su cara reflejada en el espejito del parasol, el que solían usar las mujeres para maquillarse, él lo utilizaba para ver los ojos claros de la chica y sus muecas de placer.

-Me gusta mucho... Estar contigo. –Comentó la chica.- Siempre me he sentido tan segura...

-Eso es porque soy genial. –Ironizó él, guiñándole el ojo a través del espejo.-

-Claaaro...

-Y porque sabes que nunca te haría daño. –Le mordió el hombro.- Al menos no de forma intencionada.

-Eso espero. –Ella le clavó las uñas en el vientre, en ese momento, una de las manos de Raúl se perdía entre sus piernas, la otra amasaba sus coquetos senos, ella, mientras tanto, iba sintiendo como, bajo sus glúteos, el miembro del chico crecía.-

Empezó a sonar "Nothing Else Matters", de Metallica. Marta tarareó la canción como pudo, uno de los dedos de Raúl ya hurgaba en su interior. Pese a que el espacio era limitado, la elasticidad de la chica lo hacía todo muy fácil, además, se tomaban su tiempo, más que la búsqueda del orgasmo, era la búsqueda del confort.

-¿Qué canción es esta? –Preguntó Raúl de pronto, cuando ya había dos de sus dedos entrando y saliendo de la joven, así como su miembro era prácticamente una estaca bajo la misma.- Me suena, pero...

-Creo que es "Should I stay or should I go", de The Clash. –Jadeó ella, que estaba inmersa en un sueño dulce al que habían llevado los dedos del chico, atentos y delicados.- Que poco... Que poco... Que poco sabes de música.

-Eso es verdad. –Volvió a morder su hombro ligeramente.- Pero si quieres paro lo que te estoy haciendo y presto más atención a las canciones.

-No, no pares. No... –Suplicó ella.- Yo te digo... Los títulos, pero tu no pares, ¿Vale?

-Vale, vale... –Rió él, había acrecentado el ritmo de la penetración de sus dedos, la chica ya botaba ligeramente sobre él, la fricción que provocaba le daba un placer bastante agradable en su miembro.- Pero tú tómatelo con calma, te vas a dar con la cabeza en el techo...

-Mmmm... –Apretó uno de sus pezones entre dos dedos, suavemente.- Me gusta... Esta... Es...

"Immigrant Song", de Led Zeppelín.

-¿Y quién te enseñó tanto de música? –Preguntó él, al que le gustaba el gesto desencajado de Marta a causa del placer, alternado con un dialogo casi normal, como si en vez de tener dos dedos en su interior, estuvieran comprando el pan.- ¿O aprendiste tu sola?

-Fue... Fue... Un... –Contuvo un jadeo.- Amigo...

-¿Un amigo? –Aceleró sus penetraciones, sus dedos entraban con mucha facilidad a causa de la lubricación de la chica.- ¿No querrás decir un novio?

-S... Sí...

-¿Y con él hacías estas cosas? –Más rápido, más temblores en la chica.-

-No... No... –Permanecía con los ojos cerrados, completamente recostada sobre Raúl, abriendo las piernas lo más que podía.-

-¿Segura?

-De verdad... De... Verdad...

-¿Y esta, que canción es? –Siguió con su particular tortura, impidiendo a la chica sumergirse en el océano del placer inconsciente.-

-Es... Es... "Baba O'Riley". –Raúl pudo notar en sus dedos como se avecinaba el clímax.-

De... De "The Who"...

Y no pudo más, su orgasmo fue más bien una continuación de "Whooo", cosa que hizo que Raúl no pudiera reprimir una carcajada. Sus movimientos eléctricos, teniéndola encima, fueron más que notables, casi temió que su miembro, aún aprisionado bajo ella, no pudiera aguantar más y llegara también al clímax.

Más calmada, buscó la mano del chico, húmeda, y entrelazó sus dedos con ella.

-Mmmm... –Fue el único sonido que emitió al terminar sus gemidos.-

-Bien, bien... Ahora me toca a mí. –Besó en la nuca a Marta.- Si te puedes levantar un poco...

Ella obedeció, Raúl aprovechó este espacio que se creó para liberar su miembro de la ropa interior y posicionarlo en el rumbo correcto.

-No te dejes caer de golpe, puedes hacerte daño.

Marta hizo caso, y, poco a poco, fue descendiendo. El glande se introdujo entre sus labios, poco a poco, siendo hospedado después por su verdadero objetivo, una húmeda y deslizante vagina. Con toda la delicadeza del mundo, fue introduciéndose en su interior, hasta que Marta quedó totalmente sentada sobre Raúl.

-Aaah... –Corearon al unísono, relajados.-

-Me gusta esta postura... –Murmuró Marta.- Salvo por no poder besarte en la boca, pero bueno, es genial... Yo controlo el ritmo, tu tienes total acceso a mí...

-Sí, nunca la había probado. –Jadeó Raúl, más necesitado que Marta, a fin de cuentas esta ya había acabado una vez.- Hazlo poco a poco, levántate poco a poco, y cuidado con el techo.

-Sí...

Y así, primero como un movimiento de caderas imperceptible, luego como un vaivén, comenzó Marta a subir y bajar, ligeramente. Cualquier movimiento, por pequeño que fuera, era una delicia, no solo para Marta, sino para Raúl.

-Es genial... Aaah... Tu cuerpo está tan caliente... –Masculló Raúl, que esta vez era el que tenía los ojos cerrados, disfrutando el momento.- Tan...

La chica, por su parte, sabiéndose jefa de la situación, seguía aumentando el ritmo, los amortiguadores del coche empezaron a notarlo, moviéndose el vehículo también. Raúl respiraba con dificultad, por el placer mismo, y por tener el peso de la chica encima cada vez.

-Menos mal... –Gimió Marta.- Que la tapicería del coche... Se limpia fácilmente...

-Si no... Tu madre nos... Mataría...

La chica empezó a reírse pensando en la idea, las vibraciones del diafragma de la chica las notaba Raúl, que no pudo soportar esa presión extra.

-No te rías... Me correré...

-¿Y qué esperas? –Exclamó ella, aún entre risas.- ¿Una invitación?

-No puedo...

El coche ya se movía claramente con ellos, arriba y abajo, Marta dio varias veces con su cabeza en el techo, pero controlaba las distancias. Raúl apretó los senos de la chica, con los que jugaba hasta ese momento.

-Ya no...

Marta cerró más las piernas, haciendo que el miembro del joven quedara más arropado aún. El "chof chof" de sus cuerpos al chocar era hipnótico.

-Puedo... Más...

Tal y como estaban, Raúl llegó a su cenit de placer, un orgasmo intenso, muy placentero, pudo sentir el calor de su semen brotar por el interior de la chica, esta continuó con el movimiento unos instantes, alargando al máximo su placer.

-Ja... Jajaja... –El joven empezó a reírse, sin motivo aparente.-

-¿Qué? ¿De qué te ríes ahora? –Preguntó Marta, son su habitual aspecto risueño.-

-Estaba pensando... –Más carcajadas.- Que si esto fuera una película porno, ahora que yo estoy rendido seguirías haciéndolo...

-¿Yo? ¿Con quién? –Preguntó sorprendida.-

-Con la palanca de cambios.

Ambos miraron a la palanca, buscando su legendario parecido a un consolador.

-Pues... –Siguió ella.- Te equivocas. Si esto fuera una película porno, el que se tiraría a la palanca de cambios serías tú.

-¿Yo? –Solo de imaginarse siendo penetrado por ese objeto, sintió un escalofrío.- ¡Ni loco!

-¡Pues no desees el mal a los demás! –Marta echó los brazos hacia atrás, haciéndole cosquillas, Raúl no se quedó atrás, y pronto él también se las buscó, además, tenía la ventaja de la posición.- ¡No vale! ¡Es trampas! ¡Yo quiero atrás!

-Se siente, yo no he repartido los puestos, han surgido así...

-¿Seguro que no tenías todo esto preparado de antemano? –Marta le dedicó una mirada de duda por el espejito.-

-Te lo prometo. –Le guiñó el ojo.-

-Eso espero... Tengo miedo de que luego vayas por ahí contándole a tus amigotes que has robado mi virtud en un sucio coche, y encima con música Rock de fondo... –Comentó ella, con tono teatral de chica inmaculada.-

Raúl empezó a mirar por todos los lados, Marta, viendo su comportamiento, preguntó.

-¿Qué buscas?

-Tu virtud, que no la veo por ningún sitio. –Ironizó él.-

-Serás... –Le pellizcó con saña en el muslo.-

-¡Eh! ¡Eh! ¡Cuidado con esa zona! –Comentó él, riéndose.- Cualquier golpe fuerte puede dejarme impotente...

-Pobrecito... –Ella alzó una ceja, sarcástica.-

-Por cierto, ¿Qué canción está sonando?

-Creo que es "Heaven is a Place on Eart", de Cindy Lauper.

-Vaya… Me gusta

Marta se llevó las manos a la boca, intentando retener las carcajadas.

-¿Qué te hace gracia?

-Tienes unos gustos un tanto raritos... –Comentó, con una ración más de risas.- ¿Seguro que no eres gay?

-¡Claro! ¡Acabas de acostarte conmigo y ahora insinúas eso! –Puso cara de dolor.- ¡Me causarás un trauma!

-Es que... Esa canción... –Y más risas, la rubia estaba en pleno ataque de risotadas.- Dios...

-No sé que os pasa a todas últimamente, no paráis de insinuar lo mismo. –Se hizo el ofendido.-

-¿Todas? –Aplaudió.- ¡Ves! ¡Hay más que piensan con yo!

-Es por culpa de unos pantalones que me regalaron, pero esa es una historia llena de suspende, drama y enredos... –Masculló con tono afectado.-

-¡Oye mira! –La chica señaló hacia la ventanilla, donde se había formado vaho a causa del contraste de temperaturas.- ¡Cómo en Titanic!

Posó la mano en el cristal, dejando grabada la silueta, emulando la famosa escena de la película, la única que, por otra parte, Raúl podía recordar. Junto con la del protagonista muriendo para que la chica sobreviviera, una injusticia argumental, ¿Acaso no había espacio en la tabla para los dos?

Y así, entre risas, bromas, cosquillas y caricias, terminó su particular odisea en el coche de la madre de Marta.

Capítulo LIII

Mientras el agua cálida dela ducha recorría su piel, Raúl meditaba en la conversación que había tenido con Marta, mientras limpiaban el coche, antes de despedirse.

-¿Tú crees que esto está bien? –Preguntó él.-

-¿El qué? –Ella se mostró sorprendida.- ¿Limpiar el coche?

-No. Me refiero a... Bueno... –Carraspeó.- Si está bien que nos acostemos juntos.

-Oh... ¡Qué típico! –Rió ella.- Si tenías dudas, se dicen antes.

-No, es que... –Raúl buscó los ojos de la chica.- Somos amigos, ¿No?

-Sí, claro.

-¿Los amigos hacen eso?

-Nosotros sí. –Murmuró, siempre con esa sonrisa risueña.- Puede que sea un poco raro, o inusual, pero...

-Por mí bien. –Soltó una gran carcajada.- Realmente, como decías, no tengo mucho de qué quejarme.

-Pues claro que no. –Puso una mueca altiva.- Con lo buena que estoy.

-Las he visto mejores... –Ironizó Raúl.-

-¡Oye! –Empezaron una pequeña batalla, que terminó con un beso pacífico.-

Volviendo al presente, Raúl terminó en la ducha, no sabía que hora era, probablemente las cuatro de la madrugada, se había tomado su tiempo en hacer las cosas y, pese a que la fiesta continuaría hasta el amanecer, él ya estaba exhausto.

Encendió la televisión, buscando algún contenido con el que relejarse antes de dormir. Para su desgracia, todos eran programas musicales especiales para esa fecha, programas que para él habían perdido la gracia cuando se había enterado de que eran grabados meses antes del último día del año.

Con una melodía inconcreta de fondo, se dedicó a mandar algún que otro mensaje de felicitación, así como a leer los que le habían llegado. No pudo evitar poner los ojos en blanco al leer los típicos chistes que sus conocidos, y todas las personas en general, solían intercalar con sus felicitaciones. Esas navidades, el más usado había sido el de "¿Tienes algo que hacer mañana? Es que me han dejado colgado. Fdo: Sadam Hussein. ¡Feliz Año!".

Pese a que él no era un gran amante de estas fiestas, no podía negar que se había divertido, al menos en el terreno sexual. Alicia y Marta, cada una lo opuesto a la otra, eran dos grandes chicas. Aún así, pese a que intentaba apartarlo de su cabeza, no podía evitar pensar en Estela, en que quizás un paso hacia delante habría supuesto que, en ese momento, siguiera en los brazos de la chica castaña, empezando el primer día del año, el primero de muchos, con ella.

-"No está echa para ti." –Murmuró, mientras sus ojos se cerraban irremediablemente.- "Olvídala... Es solo una chica. Una más."

Tras la resaca del 1 de Enero, aunque tuvo que aguantar más la de su hermana que la suya propia, inexistente, los pocos días de vacaciones que le quedaban se le pasaron volando. La mayor parte del tiempo lo pasó con sus amigos, y, en sus ratos libres, adelantando algún que otro trabajo de la universidad, más por aburrimiento que por verdadero interés. Acabada la rutina de fiestas, que prácticamente había durado desde Nochebuena hasta Año Nuevo, Raúl volvió a su vena formal y, sobretodo, a centrarse en lo que verdaderamente le debía nublar el pensamiento, mujeres castañas aparte.

-¡Ni lo sueñes! ¡El que saque la haba friega los platos del día anterior! ¡Es la tradición! –Vociferaba su hermana, diseccionando el roscón de reyes relleno de nata que tenían frente a ellos.-

-¿La tradición no era que el que sacaba la haba debía pagarlo? –Corrigió Cristina, aún ocupada desenvolviendo sus regalos de reyes, como si de niños se tratase.-

-Nada de reproches. –Claudia negó con la cabeza, sonriente, pese a que llevaba mucho tiempo en España, algunas tradiciones seguían pareciéndole extrañas.- Cortaré cuatro pedazos aleatorios.

Raúl, muerto de sueño a causa de que se había quedado toda la noche con el ordenador, actualizando cosas y escribiéndose con sus conocidos del otro lado del mundo, observaba la escena como si viniera de lejos, aún con sus paquetes a medio abrir.

-Bien... Ahora... A comer...

El silencio reinó durante unos instantes, entonces, Claudia fue la primera en sacar la figurilla de su trozo.

-Es una vaca. –Murmuró, mostrándola.- ¡He ganado!

-No es una vaca, es un buey. –Observó Laura.- Y no has ganado, pero tampoco has perdido.

-¿En que se diferencia una vaca de un buey? –Quiso saber Cristina, examinando la figurilla, recubierta de nata, que la alemana había colocado en la mesa.-

-¡Ah! ¡Tengo la mía! –Raúl sacó un rey mago de su porción, por una vez, no había perdido.- ¡Toma ya!

-Hum... –Cristina y Laura se miraron.- Quedamos nosotras... La cosa está al 50%.

-También puede que la haba esté en otro trozo del roscón. –Sugirió Claudia, bebiendo un poco de chocolate caliente después.-

-¿Lo hacemos a la vez? –Se mantenían la mirada, tensas, como si en vez de buscar una habichuela seca estuvieran a punto de encontrar una pepita de oro.-

Las dos perforaron en sus trozos, buscando el objeto que debía llenar cada uno. Casi a la vez, los sacaron. En el caso de Cristina era una estrellita, en el de Laura...

-Mierda, esto está amañado. –Se quejó.- No vale, seguro que lo habíais abierto para dejarme el cacho con la judía esa...

-¡Pero si has cortado tú los trozos! –Se quejaron los otros, divertidos por el mal perder de la mujer, que, efectivamente, había encontrado la indeseada haba en su porción.-

-Ya, claro... Eso queréis hacerme creer... –Estuvo gruñendo durante un buen rato, pero, cuando terminaron su tradicional desayuno, cogió los platos y se dirigió a la cocina.-

Raúl, suspirando, la siguió.

-¿Qué haces? –Preguntó, con la voz más inocente que pudo.-

-Fregar.

-¿Fregar? ¿Tú? –Se rió por lo bajo.- Pero si no has tocado un plato en tu vida...

-Oye, ¿Crees que no sé fregar? ¿Es que acaso se necesita una licenciatura en trapos y jabón? –Blandió un dedo acusador ante él.-

-No, si yo no digo nada... Pero antes de que yo viniera contigo, usabas platos y cubiertos de plástico. –De nuevo se le escapó la risa.-

-Ya, déjame, verás como si puedo... –Abrió el grifo e introdujo las manos en la pila de platos que habían dejado crecer desde el día anterior.- Freg... ¡Ay!

Tan pronto como las había metido, las sacó. Al parecer se había cortado en uno de los dedos.

-¡A quien se le ocurre dejar ahí los cuchillos! –Vociferaba, mientras se escuchaban risas desde el salón y Raúl apenas aguantaba la suya.- ¡No tenéis cuidado! ¡Cualquier día me vais a matar!

-Pero es normal que los cuchillos sucios estén ahí, solo que no has tenido cuidado y...

-No, no es verdad. –Se empecinaba ella, orgullosa.- Es vuestra culpa.

Raúl limpió la herida de su hermana bajo el grifo, para enrollarle una servilleta después, no era más que un arañazo.

-Deberías ponerte algo de yodo en el baño. –Claudia había aparecido, lo más seria que pudo, para evitar enfadar más a Laura.-

-Voy, voy... –Miró los platos.- ¡Es que yo no soy del tipo de mujeres que friegan!

-¿Y de que tipo eres? –Preguntó Raúl, interesadísimo.-

-Yo soy... Moderna... Libre... Independiente...

-Pues la señorita moderna, libre e independiente seguiría comiendo en platos de plástico de no ser por mí. –Le dio una palmadita en la espalda.- Así que, reconócelo, me necesitas.

-¡Igual que los dentistas a los caramelos! –Gruñó ella, orgullosa.-

Cuando las mujeres se fueron, Raúl observó los platos y suspiró, nuevamente le tocaba a él ser el criado, y eso que pensaba que su suerte le había sonreído ese día al sacar un rey...

Al verse de nuevo en la estación de trenes, con las tres chicas preciosas mirándole, se sintió repentinamente nostálgico, como si todo ese tiempo cálido y agradable que había pasado con ellas se le hubiera pasado en un suspiro.

-Bueno... –Se le hizo un nudo en la garganta.- Pues ya nos veremos. Intentaré acercarme en algún puente o algo, aunque me tendrán tan liado que...

-No te preocupes, nosotras estamos bien. –Le aseguró Cristina, guiñándole un ojo y regalándole un beso.-

-Claro que sí, ya encontraremos a otro para que nos friegue los platos. –Ironizó Laura, que, pese a todo, parecía igualmente triste por la marcha de su querido hermanito.-

-Estudia mucho y sigue nadando. –Claudia apenas le dejó rozar sus labios, en los últimos días la alemana se había mostrado más reposada y relajada de lo que era normal, como si hubiera sentado la cabeza por completo.-

-Laura y yo nos encargaremos de la preñada. –Vociferó Cristina, dándole un ligero toquecito a Claudia en el vientre, que, poquísimo, pero ya comenzaba a tener otras formas más normales para una mujer en estado de buena esperanza.-

-¿Y debo estar tranquilo? –Le guiñó el ojo, sarcástico.- Cuidaos mucho, eh, en especial tú, Claudia, ya sabes...

-No la dejaremos sola en ningún momento. –Prometió Laura, que finalmente le dio un gran abrazo y un beso más que húmedo.- Es mi sobrino el que está ahí dentro, tengo derechos de tía y no pienso renunciar a ellos.

-Estaré en buenas manos. –Bromeó la alemana, rodeando a las chicas por la cintura.-

Más despedidas, algún beso más, una broma de última hora... Cuando estuvo sentado en el tren, observó el andén, la primera despedida había sido muy dolorosa, esta... Era más bien triste, como si, de nuevo, la universidad fuera un castigo que le separara de todo lo que conocía, quería y le hacía sentirse bien. Aún así, suspiró, con una media sonrisa en su rostro. Por inercia, desvió la cabeza hasta las grandes columnas del andén, no sabía qué estaba buscando en concreto, no pudo recordarlo, pero estuvo mirando, con sus gafas de sol ya puestas. Poco después de que el tren comenzara a moverse volvió a dormirse. Seguía siendo el mismo.

Capítulo LIV

Su segunda etapa universitaria fue mucho más agradable que la primera. Salió más, sin abandonar sus estudios en ningún momento, conoció a mucha más gente, tanto de su facultad, Ciencias Políticas y Sociales, como de las otras. Hizo gran amistad con un gallego y un canario, que eran como cara y cruz de una misma moneda.

Estaba en contacto con sus viejos amigos por teléfono o, sobretodo, por Internet. Todos los días enviaba correos electrónicos, en especial a su hermana, Cristina y Claudia, interesándose por esta última más que nada en el mundo.

Raúl se dio cuenta de que la alemana no era todo lo clara que habría podido esperar, Cristina, nuevamente el oráculo de la verdad, le dijo que la alemana no quería desviarle mucho de sus estudios y por eso seguía desechando la idea de hacerle principal partícipe de su embarazo.

La nostalgia por volver a casa hizo que, a sus ojos, el tiempo pasara volando, antes de que quisiera darse cuenta, acababa de festejar el fin de los exámenes y estaba cogiendo el tren que le llevaría a casa.

-Que no tenéis que ir a buscarme. –Decía, hablando por teléfono con Laura, exasperado porque le trataran como un niño.- Cogeré un taxi y ya está.

-¡No! ¡Estamos cerca y nos pilla de camino! –Ella se mostraba inflexible, como siempre.- Además, ¿Y si el taxista es un pervertido depravado, te lleva a un descampado y te viola?

-Deja de montarte películas... –Suspiró.- Además, eso se le dice a las chicas, no a los chicos.

-He dicho pervertido depravado, a este le gustan los hombres. –Seguía con su cuento.-

-Mira, haz lo que quieras, cuando esté llegando a la estación os doy un toque...

Vislumbrar sus familiares edificios fue tan reconfortante como siempre. Al bajar del tren, con la bolsa del ordenador y su bandolera colgadas, buscó en el andén hasta encontrar alguna cara familiar.

Agradeció el no haberse quitado las gafas, puesto que sus ojos se abrieron de par en par.

-¡Vaya, estás más alto o me lo parece a mí! –Exclamó Cristina, abrazándole.-

-Hey, mira que cara se le ha quedado. –Laura le dio una leve colleja.- ¿Ya no saludas?

-Hola... Hola chicas, eh...

-¿Has visto algo sorprendente? –Claudia le dio un gran beso.- ¿Tanto he cambiado?

-Ah, es eso... –Cristina asintió con la cabeza.- Claro, como nosotras lo hemos visto día a día, no ha sido para tanto...

-¿Verdad que está magnífica?

Claudia, entrando ya en su tercer trimestre de embarazo, estaba absolutamente cambiada.

-Estás preciosa. –Las palabras se le habían escapado sin querer.-

El vientre de la alemana, que Raúl apenas recordaba un poco más curvilíneo, ahora se mostraba mucho más voluminoso, haciendo obvio el embarazo. Todo el cuerpo de la chica había crecido o se había armonizado de alguna forma, con especial mención a los senos de la mujer, siempre de un tamaño normal, mediano, y que ahora eran... Enormes.

-Si me sigues mirando así me voy a ruborizar. –Rió ella, ligeramente nerviosa.-

-Es que... –Se quitó las gafas por fin.- Estás... Tan cambiada...

-Bueno, en el embarazo es así... Y como hace tanto que no nos vemos en persona...

-Ya, pero... –La señaló, aún incrédulo.- Todo está tan...

-¡Claudia! –Laura reprobó a la alemana con la mirada.- Mira lo que has hecho, has dejado alucinado al chico con tus nuevas tetas de pre-mamá y ya no nos hace caso, ¿Te parece bien?

-¡Pero si no es mi culpa! –Se defendió ella, riéndose.-

-Bueno, vamos a casa, que empieza a levantarse aire y este se nos pone a babear en cualquier momento. –Cristina le dio un par de empujoncitos a Raúl, hasta que reaccionó del impacto inicial.-

En el trayecto en coche las chicas no dejaron de hablar, él, sin embargo, apenas si abrió la boca. Le lanzó varias miradas furtivas a la alemana, apartándola siempre que ella se giraba hacia él.

Para su sorpresa, fueron a casa de Claudia, no a la suya.

-¿Qué esperabas? –Le amonestó Cristina cuando preguntó el porqué de ir a ese lugar.- Alguien tendrá que quedarse con ella, y además, tenéis mucho de lo que hablar... Entre otras cosas.

-¡Ah, sí! –Laura puso repentinamente cara seria.- Cris y yo tenemos que ir a comprar, que tenemos la nevera vacía.

-Dirás la tuya, que la mía está bien surtida. –Opinó Cristina.-

-Porque siempre comes en mi casa. –Se quejó Laura.-

-Yo no tengo la culpa de que no puedas vivir sin mí... –La abrazó a Laura y le dio un sonoro beso en los labios.-

-Bueno, sí, eso, que nos vamos... –Laura le guiñó el ojo desde el coche.- Adiós, parejita...

Vio alejarse el coche ahí, con sus pertrechos en la mano, aún en estado de profunda impresión. Claudia ya había sacado las llaves y abría el portal, pese a continuar ligeramente pasmado, el olor familiar a flores de la casa de la mujer le hizo sonreír.

-¿Tan mal estoy? –Preguntó Claudia, de nuevo, abriendo conversación, una vez estuvieron sentados en un cómodo sofá que sustituía a la alfombra en una parte del salón.-

-No, no... –Raúl respiró profundamente, intentando serenarse.- Perdona, pero claro, es que te he visto así, de repente...

-Son cambios normales del embarazo. –Explicó la chica, con su habitual tono amable.- Por cierto, como te he ido diciendo, todo va perfecto, el ginecólogo dice que todo se desarrolla con absoluta normalidad.

Se levantó del sofá y sacó una carpeta de uno de los coquetos muebles del salón.

-Mira, son imágenes de las ecografías. –Se la tendió a Raúl, que, lentamente, la abrió.-

-En las primeras no verás nada. –La chica pasó algunas, hasta llegar a las más nítidas, donde empezaban a verse formas, en la última era distinguible el contorno de la cabeza del bebé, a Raúl se le disparó el tum tum del corazón, el bebé existía, de verdad que existía, no era solo una palabra, era "algo" que estaba creciendo y pronto...- Estás son más claras...

-Y... –Quiso hablar, para no hacer a la preciosa mujer sentirse incómoda.- ¿Ya se sabe si es niño o niña?

-Oh... Bueno... Sí, se sabe. –Claudia miró hacia otro lado.- Pero se lo tendrás que preguntar a tu hermana o a Cristina.

-¿Por qué?

-Te parecerá raro, pero... Yo no quise saber el sexo del niño.

-¿Por qué? –Repitió.-

-Pues... No lo sé, es una tontería, ¿Verdad? –Puso una mueca divertida.- Pero me hace ilusión no saberlo, al menos por ahora... Así me puedo imaginar más cosas y... Y bueno, ¡Es mantener la magia!

-No me parece una tontería. –Raúl ya había recuperado la locuacidad, sobretodo ante la mirada luminosa de la mujer, que le hechizaba desde lo más profundo de su ser.- Es como saber el final de una película antes de verla, si te lo dicen, no tiene gracia.

-Buena comparación. –Se rió, tan alegre como siempre.-

-Quiero que me cuentes... –Se mordió el labio.- Lo que debería saber.

-Bueno, la mayoría son cosas técnicas que...

-Claudia, por favor... –Dejó las imágenes, a las que lanzó un vistazo temeroso, y cogió a la mujer de la mano.- Esto es... Bueno...

Sus ojos bajaron al vientre de la mujer.

-Es real... –La chica sonrió más ante la inocencia del joven.- Y yo... Pues... Quiero saber... Como pasan esas cosas y... Y bueno... Todo eso...

-Eres un cielo. –Ella le acarició la barbilla y le dio un beso.- Tranquilo, si tienes alguna pregunta, solo tienes que hacerla, intentaré responderte con total naturalidad, aunque claro, debes comprender que hay cosas que no sé ni yo, y por mucho que me las han explicado, sigo sin entenderlas... Es también nuevo para mí.

Se quedó callado un rato, a fin de cuentas, él no tenía ni idea del tema, tampoco sabía que preguntar, sabiendo que todo estaba saliendo bien y que no había problemas...

-¡Ah! ¡Ya sé! –Ella le obsequió con otra gran sonrisa.- ¿Por qué no me ayudas con el baño? Me toca...

-¿Te vas a bañar ahora?

-Sí, debo mantener la piel hidratada, además, es relajante. –Se levantó y le tendió la mano.- ¿Me ayudas?

-Cla... Claro...

Poco tiempo después la bañera, en la que la mujer podía estirarse y aún sobraba espacio, estuvo llena de agua caliente. La alemana había cogido algo de ropa de su cuarto, Raúl observaba desde una esquina, casi agazapado. Cuando la mujer hizo ademán de desnudarse, él, instintivamente, cerró los ojos.

-¿Qué haces? –Preguntó ella.-

-Pues... Esperar a que te...

-Oh, vamos, abre los ojos. –Rogó ella.- Que no te dé vergüenza aunque esté más grande y...

-Es que... –Se sonrojó ligeramente y abrió un poco los ojos.- Me siento un pervertido mirándote, no puedo evitar pensar en cosas... Cosas sexuales... Y...

La mujer suspiró, delatando algo de nerviosismo contenido.

-Eso me alegra... Pensé que ya no te parecería atractiva, como estoy tan cambiada...

-¡Pero como no me vas a parecer atractiva! –Vociferó él, bajando la voz al instante.- Si estás preciosa, no podría decirte nada que no me gustara de ti en este momento.

-Gracias... –Ella le acarició las mejillas cariñosamente.- Entonces, por favor, no cierres los ojos mientras me desnudo.

-Bueno... –Intentó colar un pequeño chiste.- Lo haré solo porque me lo pides tú, y desinteresadamente, claro... Que duro es ser un hombre.

La mujer le guiño un ojo y comenzó a desnudarse, con más lentitud de la habitual. Raúl se dio cuenta en ese momento de que la ropa que llevaba la mujer era, en su mayoría, ancha y flexible, la ideal para una mujer en su estado.

Conforme más piel de la alemana quedaba al descubierto, más se le secaba la boca. Pronto quedó en ropa interior. Raúl observó al detalle el vientre abultado, pensando que, "ahí dentro", estaba el bebé, que, realmente, estaba creciendo, existía, una vida se formaba y él había colaborado en la labor.

Cuando la chica se despojó del sujetador, considerablemente más grande que las delicadas prendas con las que Raúl la había visto en otras ocasiones, dejó al descubierto lo que, junto con los ojos, más llamaba la atención del joven. Sus pechos se mostraron voluminosos, apetecibles. Sus pezones habían crecido también, oscureciéndose un poco.

-"Es el par de tetas más bien puesto que he visto en mi vida." –Dijo una vocecilla obscena dentro de Raúl, que él acalló al instante, puesto que lo veía como algo mágico y divino.-

La mujer evitaba mirarle directamente a los ojos, quizás a ella también le daba vergüenza descubrir su "nuevo" cuerpo ante el joven, su acompañante íntimo. Finalmente se deshizo de las braguitas de algodón, mostrando un pubis que también había crecido y se mostraba más apetitoso, si es que era posible, de lo que podía recordarlo.

-¿Qué? –La rubia rompió finalmente el silencio, terminado el particular stripteasse.- ¿Sigo siendo atractiva?

-Pues... –Tosió, se le había secado la boca.- Mi cabeza dice que estás preciosa.

-¿Y tu amiguito? –Masculló ella, lasciva.-

-Mi amiguito... –Carraspeó.- Métete en la bañera, porque sino...

-¿Qué? –Abrió los ojos, inocentemente.-

-Llevo bastante tiempo sin tenerte entre mis brazos... Y quiero probar... Probar todo lo nuevo que veo en ti, si se puede, claro.

-¡Claro que se puede! –Ella levantó sus senos con sus manos, rebosaban ampliamente.- ¿Es esto lo que quieres probar?

-Entre otras cosas... –Carraspeó de nuevo.-

-Pervertido. –Le amonestó ella, en broma, metiéndose en la bañera.- Teniendo pensamientos obscenos con una mujer embarazada...

-¿Pervertido yo? –Se defendió, siguiéndole la broma.- Es tu culpa por incitarme, ese cuerpo es un delito.

-¿Irías a la cárcel por mí? –El agua acariciaba su piel, Raúl estuvo celoso de no estar haciéndolo él mismo.-

-Muchos irían a la cárcel por ti. –Se arrodilló al lado de la bañera, para quedar a la altura de la mujer.-

-Pero el único chico que quiero que lo haga eres tú. –Susurró ella, con total naturalidad, pero provocando que el joven se pusiera rojo.-

-Te he echado de menos, no sabes cuanto. –Añadió él, sincero, viendo como la mujer jugaba con el agua, deleitándose especialmente en como la lanzaba sobre sus senos haciendo que goteara desde sus pezones.-

-Y entonces... –Los ojos verdes, luminosos como nunca, de Claudia Schoeder se clavaron en los suyos, invitándole.- ¿A qué esperas para acariciarme?

Capítulo LV

Se quitó el suéter que llevaba en ese momento y se quedó con la camiseta de manga corta, para no mojarse. Cogió la suave esponja que la alemana le ofrecía y la empapó con el agua, caliente y con perfume a flores, como todo en ese lugar tan divino.

-Mi madre estuvo aquí hasta hace unos días... –La mujer había cerrado los ojos y se dejaba hacer.-

-Algo me comentaste, ¿Se quedó un mes? –Raúl recorría los hombros y el cuello de la mujer con la esponja, jugueteando con la mano libre en el pelo, aún seco, de la preciosas mujer.-

-Sí, utilizó la mayoría de sus vacaciones.

-¿Le has contado... Todo?

-No le he dicho nada de ti. –Abrió ligeramente uno de los ojos para verle.- Creo que sería más conveniente que os conocierais en persona, si quieres, claro.

-Bueno... –La verdad es que le daba un poco de miedo conocer a la familia de Claudia, ¿Qué iban a pensar de un poca cosa como él?.- Y por cierto, ella sabe que eres...

-¿Qué me gustan las mujeres? –Se le escapó una sonrisilla.- Sí, como para no saberlo...

-¿A qué te refieres? –En algún momento se le había caído la esponja y siguió con las manos desnudas, pero al darse cuenta la recogió, divertido.-

-Tenía como... ¿16 años? –Respiró profundamente, accediendo a sus recuerdos.- Ella solía recogerme con el coche una vez acababa de entrenar en la piscina. Uno de los días llegó antes de tiempo, tenía que hacer algo urgente y debía darse prisa, por lo que fue a buscarme, estaba en el vestuario y...

-¡Te pilló en faena con una compañera! –Estrujó la esponja, al tiempo que se reía.- ¡Dios! ¡Que marrón!

-Bueno, bueno... –A ella también se le acrecentó la sonrisa.- Solo estábamos besándonos... En realidad me sorprende que no la escucháramos entrar, pero...

-A ver, descríbeme la situación. –Pudo su puntito morboso a su lado decente.- Con todo lujo de detalles...

-Pervertido. –Le amonestó ella, volviendo a su mueca reflexiva.- Pues ella... No recuerdo su nombre, no la vi más... Creo que se llamaba Lena, era morena, tenía los ojos azules, ¡Unos ojazos de azul eléctrico que te quitaban el hipo!

Como si fuera una niña emocionada, chapoteó, mojando a Raúl, que suspiró, negando con la cabeza.

-En realidad no fue nada premeditado... Pero... –Se le escapó una sonrisilla.- Un día, en las duchas, me dijo algo así como "Menudo cuerpazo tienes, ojalá yo fuera así..."

-Joder... Digo... Vaya... –Parpadeó, inconscientemente él también había cerrado los ojos, imaginándose la situación.- ¿Las chicas hacéis mucho ese tipo de comentarios?

-Pues claro que sí, los únicos que le veis algo erótico a eso sois los chicos, más en concreto, los pervertidos como tú. –Le acarició el brazo que tenía más cercano, cariñosa.-

-Pero si acabaste enrollándote con ella, ¡Algo de erótico tendría!

-Bueno... –Se rió, sus carcajadas rebotaban en el baño.- Vale, en ese momento sí, pero...

-Venga, venga, sigue. Aún no has descrito a la chica, te dije con detalles. –Exclamó, con tono exigente.-

-Bien... Lena era más o menos igual de alta que yo, pero tenía más pecho, no tanto como yo ahora, claro. –Un deje de orgullo recorrió su voz.- Pero bueno, una de las monitoras del lugar siempre estaba reprochándole que no conseguiría ser una buena nadadora a causa de tener tanto y...

-Pero las chicas de "Los Vigilantes de la Playa" estaban bien surtidas, ¿No? –Opinó Raúl, incapaz de contener sus palabras.-

-Por eso era una serie de ficción, en la realidad, a causa de la silicona que llevaban más de un bañista se habría ahogado. –Ella había continuado acariciándole uno de sus antebrazos, casi inconscientemente.- Y bueno, por donde iba...

-Ella te decía que envidiaba tu cuerpo.

-Oh, sí... –Más sonrisas.- "¡Qué dices! A mí me gusta muchísimo más tu cuerpo, tú si que eres preciosa...", ella se ruborizó un poco. "Pero tengo el pecho demasiado grande y me molesta al nadar, tú en cambio, lo tienes justo en el tamaño perfecto." Recuerdo que en ese momento me miré, sostuve mis pechos en mis manos.

Raúl había dejado casi de respirar, ante tan apasionante lesbo-relato de la alemana.

-"Pero a los chicos les gustan más grandes.", le repliqué yo. "Bueno, puede, pero incluso los tuyos parecen más bonitos y suaves, eso también importa."

-Joder... –Se le escapó una media sonrisa lujuriosa, una película porno no podría tener argumento tan ingenuo como ese, y encima, era real.-

-"¿Suaves? Yo creo que los tuyos parecen más suaves." Entonces ella hizo lo mismo que yo, se cogió los senos, no, más bien los acarició un poco. Recuerdo que la escena me pareció de lo más estimulante, el agua de la ducha le caía, había un poco de vapor...

-Sigue, sigue. –Apremió él.-

-"No sé... Mira a ver, compruébalo, así te darás cuenta de que los tuyos son más suaves." Cuando me dijo eso yo me quedé un poco sorprendida, porque claro, no sé, solo la conocía de la piscina, ni siquiera teníamos relación fuera...

-¿Era tu primera chica?

-Bueno, ya había tenido algún roce, inocente. –Enfatizó la palabra inocente para bajar de las nubes a Raúl, que ya se había aventurado a imaginar miles de cosas extrañas.- Con amigas o cosas así, pero nada que pueda considerarse ni siquiera "sexual".

-Bueno, ¿Y se las tocaste?

-Yo no iba a hacerlo, pero ella se acercó a mí, cogió mi mano y la plantó encima de una de sus tetas. –Inconscientemente había levantado una mano, recreando la escena.- Yo creo que me puse roja, o nerviosa, o...

-¿Excitada?

-Insistió en que tocara bien, por todas partes. Que quede claro que yo normalmente no era tan ingenua, pero no sé, todo sucedía de forma tan extraña que parecía ser una niña en vez de una adolescente con la cabeza bien amueblada. –Asintió, defendiendo su poca experiencia en la situación.- Moví un poco la mano, apenas un centímetro... "Usa los dedos", dijo ella, "Tienen más sensibilidad."

Su mano alzada recorría el pecho fantasma, haciendo más explícito el relato.

-La acaricié poco a poco, con las yemas de los dedos... No tardé nada en ir a sus pezones, tenía las aureolas grandes y oscuras, y los pezones pequeñitos, supongo que por haber estado nadando tanto tiempo... –Raúl advirtió como la mujer se había relamido.- "Son muy suaves", dije, sin dejar de acariciar. "¿Más que los tuyos?"

-Dios... –Más risas.-

-"Pues no sé, prueba tu misma, yo no lo tengo claro...", ¡Me puse rojísima nada más decirlo! –Otro chapoteo.- Y ella, bueno, creo que tenía más práctica y...

-¿Te gustó como te tocaba?

-Pues claro que sí, además estaba muy cerca de mí, y... –Negó con la cabeza, apartando algún pensamiento impuro.- En ese momento la cosa no pasó de ahí, ella me acarició un rato, hasta que mis pezones se pusieron duros, y después, "Pues creo que las tuyas son más suaves y bonitas", volvió a su sitio para terminar la ducha.

-¿Ya está?

-No, espera. Terminamos de ducharnos y fuimos al cuarto intermedio, donde estaba nuestra ropa y todo eso... Yo me sequé rápidamente, seguía muy nerviosa, no la miraba ni a los ojos... Me puse las braguitas y los pantalones en un suspiro, y estaba buscando mi sujetador cuando me llamó.

-Uh... –Tragó saliva.-

-"Últimamente tengo la piel un poco seca después de salir de la piscina.", tenía un bote de crema hidratante en las manos, "¿Me ayudas?", y ella seguía completamente desnuda, no se había puesto ni la ropa interior. Además, había apoyado una de sus bonitas piernas en el banquito que usábamos para sentarnos, y... Era tan...

-¡Oye! –La interrumpió.- ¡Es verdad! ¡Que salíais de las duchas, completamente desnudas, eso no lo habías dicho antes!

-Bueno, se me olvidó. –Se rió.- Pero, como te podrás imaginar, al hacer natación debíamos ir casi totalmente depiladas, no había gran misterio, lo llevábamos como dos niñas.

-Pues a mí me gustan más sin depilar. –Dejó caer, más como una reflexión personal que otra cosa.- Sigue, sigue.

-Bueno, le dije que no había problema, me olvidé de buscar mi sujetador y cogí un poco de su crema. "Pónmela en la espalda, por favor", ella mientras se la ponía en la pierna alzada, por lo que tenía que inclinarse un poco... Su trasero era tan redondo y... –Le salió un poco de acento alemán.- Yo lo hice mecánicamente, rápido, se la restregaba así, sin más. "Si me la pones por delante también iremos más rápido.", en realidad yo me había dado cuenta de que se estaba tomado su tiempo con las piernas, cogí un poquito más de crema y bajé... Por sus hombros... Sus clavículas...

-... –Raúl sentía el típico calor de la excitación recorrer su bajo vientre.-

-Creo que esa vez tuve menos remilgos... La embadurné bien sus preciosas tetitas... –Se relamió, otra vez.- Y me hizo mucha gracia atrapar uno de sus pezones entre dos dedos, a fin de cuentas solo le estaba poniendo crema...

-Claro... –Se rió él.- Son "cosas de chicas".

-Entonces levantó mi cara, y... No me lo esperaba, ¡Pero me besó! –Pareció indignada repentinamente.- Sin permiso, sin nada... Simplemente me besó, un pico... "¿Qué haces?", le dije, "Solo quería saber si tus labios también eran más suaves que los mios".

-Hay que reconocerlo... Talento para crear ocasiones morbosas tenía... –Hubiera aplaudido de no tener las manos mojadas y ocupadas.- ¿No tendrás su número de teléfono por casualidad?

-Creo que entrecerré un poco los ojos, molesta, y entonces, casi sin querer, salieron las palabras, "¿Y cuales son más suaves?", pregunté, ella alzó los hombros y dijo algo como "No me ha dado tiempo a comprobarlo en tan poco tiempo, tendría que probar otra vez."

-No es lista ni nada...

-Bueno, yo... La dejé, al menos asentí, o algo así. –Suspiró.- Entonces se acercó más a mí, creo que sus pechos rozaban los míos, no recuerdo exactamente el tacto, pero tuve un escalofrío... Y entonces... Me besó... Fue un beso en condiciones, ahora que lo analizo con el tiempo. Sus labios estaban calientes, abrió un poco la boca, aprisionando los míos, ella llevaba la iniciativa... En un momento dado creo que una de sus manos me abrazó... Yo sentía una gran calidez en todo mi cuerpo...

-Y entonces...

-Pues sí, entonces... –Soltó una carcajada, teñida de acento alemán.- Mi madre apareció, y se quedó... Estupefacta. No solo por el hecho del beso, sino porque ella estaba desnuda y yo, pues casi también.

-¿Qué te dijo? –Preguntó, interesado.-

-Nada. –Parpadeó una par de veces, recordándolo bien.- Solo me miró con los ojos muy abiertos, "Te espero en el coche, no tardes", y se fue.

-No está tan mal...

-No, no, eso fue porque le costó asumirlo. Recuerdo que me puse mi jersey y salí corriendo del vestuario, aún no llevaba sujetador, por cierto. Y Lena no volvió a esa piscina, a lo mejor le dio mucha impresión o algo, no sé... –Jugó con el agua entre sus dedos.- Mi madre no me habló en una semana, fue realmente duro...

-¿Te perdonó?

-Bueno, no sé si realmente había algo que perdonar. –Le miró a los ojos repentinamente, retándole a decir algo.- Pero una tarde, yo estaba en mi cuarto... Ella subió, cerró la puerta y... Hablamos.

-Eso es bueno... –Puso el tono más inocente que pudo.- Hablando se entiende la gente.

-Lloramos las dos... Realmente fue un momento raro... Me preguntó cosas extrañas... –Se rió de repente.- Creo que se quedó más tranquila cuando le dije que no tenía pensado hacerme el cambio de sexo o cortarme el pelo como un chico, "Puedo aceptar que te gusten las mujeres, pero no sé si podría con otras cosas".

-Vaya...

-Aunque la verdad, yo apenas dije nada, tenía 16 años, ¡Qué iba a saber!, pero bueno... Después resultó que sí, y aunque no tengo nada contra los hombres, siempre he preferido las mujeres, y ella lo entendió, y... Todos felices.

-Y así termina el capítulo de hoy. –Puso voz de locutor.- En próximas entregas, "Como perdí mi virginidad" o "Odiando al novio de mi mejor amiga".

-Idiota. –Le salpicó, esta vez adrede, mientras se reía.-

-Pero me alegro, me alegro...

-Raúl... –Su tono se volvió repentinamente más sombrío.- ¿Te pasa algo?

-¿A mí? –Se sorprendió.- ¿Por qué?

-Pues... –Volvió a clavarle sus resplandecientes ojos esmeralda.- Porque en ningún momento, mientras hablaba, me has tocado más allá de los hombros y la espalda...

-Pero...

-¿No te gusta como he cambiado? –Y su voz fue tan triste que a Raúl se le congeló el alma.-

Continuará.

PD. Que bueno sabe un cigarrillo después de casi un mes sin fumar... (Por si acaso, no fuméis, es malo para la salud, además, es muy antiestético y, a título personal, odio que al besar a una chica sepa a cenicero). Veremos como y cuando seguimos... Por cierto, otra nota personal que llevaba tiempo queriendo hacer, en "Eso (11)" al final dije que me parecía malo lo escrito, pero, francamente, en realidad no pienso eso. Todo lo que escribí está basado en experiencias e informaciones "de primera mano" (Nunca mejor dicho). Así que eso, que ni me parece malo ni fuera de lugar.

Bueno, tonterías a parte, esta entrega está dedicada a la señorita Mistify, porque ella lo vale (Sí, como las de L’Oréal). ¡Toda tuya!